viernes, 3 de abril de 2020

CORONAVIRUS. SE NIEGAN A QUE LA ORGANIZACIÓN MUNDIAL DE LA SALUD COORDINE LA LUCHA COMUN MUNDIAL CONTRA LA PANDEMIA DE CORONAVIRUS Y SUS FORMAS DE PREVENCIÓN Y TRATAMIENTO: UCRANIA, GEORGIA, GRAN BRETAÑA., EE.UU Y UNIÓN EUROPEA. ¡GRACIA, MR. MARSHALL! BIENVENIDO CON SUS AVIONES Y BARCOS A MORÓN DE LA FRONTERA Y ROTA


Occidente se manifestó en la Asamblea General de la ONU contra la propuesta de Rusia de eliminar las sanciones

DIARIO OCTUBRE / 03.04.2020



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La negativa de varios países occidentales a aceptar las propuestas para aliviar las sanciones unilaterales complicará el rechazo general a la pandemia de coronavirus. Esto se anunció el jueves en la Misión Permanente de Rusia ante la ONU, al comentar sobre la negativa de Ucrania, Georgia, Gran Bretaña, Estados Unidos y la UE a aceptar el proyecto de resolución ruso sobre este tema en la Asamblea General de la ONU.

Anteriormente, la Asamblea General de la ONU aprobó un proyecto de resolución alternativo y más general llamando a «la solidaridad de los países en la lucha contra una pandemia», que ignoró las propuestas del Secretario General de la ONU para levantar las sanciones. Sin embargo, la versión rusa con medidas más específicas no ha sido aprobada.

«Nuestro texto preveía: el reconocimiento del papel de coordinación de la OMS (Organización Mundial de la Salud) en la lucha contra la pandemia, el consentimiento de los estados para cooperar, incluso en el desarrollo de formas de combatir la propagación y el tratamiento de la enfermedad COVID-19 [coronavirus], y ayudar los estados más afectados, especialmente los países en desarrollo, el rechazo de las guerras comerciales y la aplicación de sanciones unilaterales que eluden al Consejo de Seguridad de la ONU para garantizar el acceso urgente a alimentos y medicamentos, así como contrarrestar la especulación financiera con productos básicos”, dice el comunicado.

«La aprobación por consenso del documento que presentamos no funcionó. Esto fue obstaculizado por Ucrania, Georgia, Gran Bretaña, Estados Unidos y la UE», especificó la misión diplomática.

La Misión Permanente hizo hincapié en que tal decisión complicaría la contención de la pandemia. «Lamentamos que un pequeño grupo de apologistas de la política de sanciones no estuviera listo para responder al llamamiento del Secretario General de la ONU y no pudiera renunciar a sus enfoques e intereses politizados», dijo la Misión Permanente. «Como resultado, será mucho más difícil dar una respuesta global y sólida a la amenaza de la nueva pandemia. Una gran cantidad de personas puede sufrir, especialmente en los países en desarrollo».
Explicación necesaria.

«Estaríamos muy interesados ​​en escuchar y ver por escrito la lógica y los argumentos para bloquear nuestro proyecto de declaración de la UE, EE.UU. y Gran Bretaña», señalaron. «Nos gustaría y estaríamos encantados de evitar y liberar a Ucrania y Georgia de estos esfuerzos, ya que sus argumentos, como siempre arrogantes y politizados, no darán nada para comprender a la mayoría de los estados miembros».

El Representante Permanente de la Federación Rusa también llamó la atención sobre el hecho de que 28 estados miembros de la ONU actuaron como coautores de la resolución rusa, y que «la coordinación con personas de ideas afines sobre este tema continuará».

Anteriormente, el Secretario General de la ONU hizo un llamamiento a todos los países con un llamado a combatir la pandemia de coronavirus para aliviar las sanciones existentes contra varios países, así como a cesar las hostilidades.

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TENER HAMBRE Y TOMAR BICARBONATO PARA VER QUÉ HORA ES NO MEJORARÁ LAS CONDICIONES DE VIDA DE LOS TRABAJADORERS, ESTO ES, LAS CONDICIONES DE VIDA DE LA INMENSA MAYORIA DE LA POBLACIÓN. LA SOLUCIÓN ESTÁ EN LOS CÍRCULOS DE PODEMOS; LAS ASAMBLEAS LOCALES DE IU; LAS AGRUPACIONES LOCALES DEL PSOE; ASOCIACIONES DE VECINOS; SINDICATOS, A SER POSIBLE SIN LAS CÚPULAS DE UGT Y CC.OO Y DEMÁS REUNIONES SISTEMÁTICAS DE LOS QUE PERTENEZCN A LOS DISTINTOS PARTIDOS Y MOVIMIENTOS DE IZQUIERAS. POR AHÍ EMPIEZA LA SOLUCIÓN, CLARO QUE, HAY QUE MOVER EL CULO, VERBO MOVER,"TERCERA" PERSONA DE QUE TENGO QUE EMPEZAR POR MÍ: YO LO MUEVO, YO LO MUEVO, YO LO MUEVO, COMENZANDO POR LA LECTURA PARA EMPEZAR A ERRADICAR EL TEMBLEQUE DEL MIEDO INFANTIL-PARALIZANTE QUE SIEMPRE SE BASA EN EL DESCONOCIMIENTO DE LA REALIDAD SOCIAL EN LA QUE SE VIVE, PORQUE LAS GUINDAS LAS DA EL GUINDO, SIEMPRE Y CUANDO SE TRABAJE EL GUINDO Y NO EL PAJARITO PINZÓN QUE ES MÁS LISTO QUE EL HAMBRE, Y ADEMÁS, POR LO GENERAL, NO LE GUSTA TRABAJAR



El Gobierno socialdemócrata fracasará.

DIARIO OCTUBRE / 02.04.2020



Raúl Martínez.— Acabo de terminar el estudio del Real Decreto-ley 11/2020, de 31 de marzo, por el que se adoptan medidas urgentes complementarias en el ámbito social y económico para hacer frente al COVID-19. Leo las noticias del momento y veo las primeras filtraciones de la Encuesta de Población Activa que publicará mañana el Instituto Nacional de Estadística. Los datos serán demoledores. Si uno los analiza fríamente junto a las medidas adoptadas hasta el momento, sólo cabe alcanzar una conclusión política: el Gobierno fracasará, y debemos prepararnos para un nuevo escenario.

No se trata de lo que queramos o no. No se trata de enzarzarnos en debates metafísicos sobre la voluntad real del Gobierno o sobre la bondad o maldad de las fuerzas políticas que lo conforman. Tampoco de quedar atrapados en la tramposa lógica del mal menor, que en estos días surge como autojustificación ante los claros síntomas del fracaso socialdemócrata. Se trata de analizar la realidad para poder transformarla.

Sabido es que, con una amplia riqueza de matices, hay dos formas básicas de gestión del capitalismo contemporáneo: la liberal y la socialdemócrata, que se alternan en el poder sin cuestionar, en ningún caso, su naturaleza de clase. Y, gestionar el capitalismo, no es otra cosa que garantizar la reproducción ampliada del capital y las ganancias capitalistas.  Hoy, en el seno del Gobierno, nadie se plantea la superación del capitalismo y su sustitución por otro tipo de formación socioeconómica. En el mejor de los casos, y no lo pongo en duda, algunos ministros aspiran a limar las diferencias sociales, a adoptar algunas medidas en favor, como ellos dicen, de los de abajo. En eso, precisamente, centran todos sus esfuerzos comunicativos, eso que ahora se denomina la disputa por el relato. Pero no sólo de relatos vive el hombre, y la cosa se está poniendo muy fea.

En las bases de Unidas Podemos y del PSOE reina el desconcierto. Esto no era lo que tenían previsto. Y, por muy partidista que se sea, en el sentido peyorativo del término, los errores y la improvisación del Gobierno están a la vista de todo el mundo, también de los militantes. Entiendo perfectamente la subjetividad de esa militancia, tan necesitada como el resto de creer que hay una salida a los inmensos sufrimientos que el pueblo está afrontando. Entiendo que se enfaden ante las críticas que los comunistas hacemos al Gobierno, y ante nuestros llamamientos a la clase obrera a desconfiar de la socialdemocracia y su Gobierno. Pero las cosas van a caer muy rápido por su propio peso, y de hecho ya lo están haciendo. Esos sectores militantes, compuestos por miles de honrados luchadores, deben contrastar sus deseos con la realidad, contrastar las aspiraciones y promesas de sus dirigentes con los hechos. Sólo así los trabajadores y trabajadoras podrán contar con una base suficiente para hacer frente a lo que sin duda se nos viene encima.

El Gobierno, en los estrechos márgenes capitalistas, podía hacer poco más de lo que ha hecho. Eso sí, podía haberlo hecho mucho mejor y no debería haber tratado de engañar al pueblo. Confiaron y en parte todavía confían en que estamos ante una crisis en V, con una rápida caída y una rápida recuperación. Se equivocaron en el diagnóstico, sobre todo al obviar que la crisis económica no es consecuencia exclusiva de los efectos de la crisis sanitaria, sino del cáncer de la sobreproducción que se venía manifestando desde hacía tiempo en distintos sectores productivos y que, con la crisis del Covid-19 como catalizador, está haciendo que el organismo económico capitalista entre rápidamente en metástasis.

Ese error de análisis les condujo a adoptar medidas temporales, de ahí que facilitasen a las empresas la tramitación de cientos de miles de ERTEs, intensificando los mismos mecanismos que fueron introducidos por las reformas laborales que tanto criticaron en campaña electoral. De ahí que la mayor parte de las medidas consistan en moratorias (hipotecas, alquileres, cuotas empresariales…) y el inyectar liquidez a las empresas a través de nuevas líneas de crédito y de avales estatales. Pero lo cierto es que todo ello se hace a costa de un inmenso endeudamiento público y privado que, con uno u otro interés o incluso a interés cero, supone socializar las pérdidas de la patronal y, a medio plazo, hipotecar la posibilidad de implementar cualquier tipo de política social.

Esos son los límites de la socialdemocracia. Y una vez más les llevarán al fracaso. El PCTE propuso desde un inicio ciertas medidas que el Gobierno, en cierta medida y con los límites propios de una gestión capitalista, trató de poner en marcha. Entre ellas, como se puede leer en la resolución publicada el 18 de marzo, el cierre de todas las empresas de los sectores no estratégicos de la economía, con obligación del pago íntegro de los salarios por aquellas empresas que hubieran dado beneficios en 2019; el refuerzo inmediato de la Inspección de Trabajo y Seguridad Social; la moratoria en el pago de hipotecas y alquileres; la suspensión de las obligaciones fiscales para los trabajadores autónomos, etc. Como digo, parte de esas medidas se pusieron en marcha, aunque muy tarde y haciendo que en la mayor parte de los casos sean los trabajadores quienes paguen la crisis. Ha quedado claro que, para afrontar la crisis sanitaria y económica con garantías, eran imprescindibles el resto de medidas que proponíamos: la intervención y nacionalización de las empresas de los sectores estratégicos y, muy significadamente, de las empresas privadas del ámbito sanitario; todo ello, unido a la inmediata paralización de los despidos y de los ERTEs. Por supuesto, habrá quien nos diga que ¡eso no es posible! Y contestaremos: eso no es posible cuando tan sólo se aspira a gestionar el capitalismo.

Mañana, con la publicación de la EPA, se verá quiénes están pagando la crisis.

Que nadie nos pida que nos callemos las críticas, que nadie nos pida que no llamemos a la movilización y a la lucha. La clase dominante, como siempre a lo largo de la historia, cuenta con alternativas a la gestión socialdemócrata. Más o menos duras, en función de cómo se desarrollen los acontecimientos. Y esas alternativas comienzan ya a gestarse en los verdaderos centros de poder. La historia no es un camino de sentido único, no son lentejas (liberales o socialdemócratas). La lucha de clases no se ha cancelado, y sigue siendo el motor de la historia. Cuanto más tiempo dure la supeditación disciplinada al gobierno capitalista de ciertos sectores militantes del campo popular, más difícil se volverá la situación. Es el momento de la unidad de los trabajadores y trabajadoras, de la unidad de todo el pueblo, para defendernos, para levantar un proyecto alternativo al capitalismo y a los defensores de la explotación, para defender la vida. No se debe seguir pinchando con alfileres lo que hay que derribar a mazazos. Mañana, quizás, sea demasiado tarde.

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PRIMER PRINCIPIO DEL ARQUÍMEDES POLÍTICO: EE.UU, TODO LO QUE SUBE BAJA, SIENDO SU CAÍDA PROPORCIONAL AL CUADRADO DE LA MASA DE POLVAREDA EN SÍ MISMA QUE SE LEVANTE EN FUNCIÓN DEL ESTACAZO QUE SE PEGUE CONTRA EL SUELO



Estados Unidos podría perder para siempre su posición de superpotencia mundial

REBELIÓN
03/04/2020 


Fuentes: CounterPunch 

Traducido para Rebelión por Paco Muñoz de Bustillo

Estados Unidos podría estar alcanzando su “momento Chernobyl” al ser incapaz de liderar el combate contra la epidemia de coronavirus. Como ocurrió en 1986 con el accidente nuclear de la Unión Soviética, un cataclismo está sacando a la luz los fallos sistémicos que ya han debilitado la hegemonía mundial estadounidense. Sea cual sea el resultado de la pandemia, hoy en día nadie está mirando a Washington para buscar soluciones a la crisis.

La pérdida de influencia de Estados Unidos fue perceptible esta semana en la reunión virtual de líderes mundiales donde Estados Unidos se dedicó a intentar convencer a los demás de que firmaran una declaración que hacía referencia al “virus de Wuhan”, como parte de una campaña para culpar a China de la epidemia de coronavirus. Uno de los rasgos principales de las tácticas políticas del presidente Trump es demonizar a los demás para desviar la atención de sus propias limitaciones. El senador republicano por Arkansas Tom Cotton redundó en el tema afirmando que “China desencadenó esta plaga mundial y hay que exigirle responsabilidades”.

El fracaso de Estados Unidos va mucho más allá del estilo político tóxico de Trump: La supremacía mundial estadounidense posterior a la Segunda Guerra Mundial ha estado basada en su capacidad única para conseguir sus objetivos mediante la persuasión, la amenaza o el uso de la fuerza. Pero la incapacidad de Washington de responder de forma adecuada ante el coronavirus demuestra que las cosas han cambiado y cristaliza la percepción de que la competencia de EE.UU. está desvaneciéndose. Este cambio de actitud es importante porque las superpotencias, como el Imperio Británico, la Unión Soviética en el pasado reciente o Estados Unidos en la actualidad, dependen para el mantenimiento de su supremacía de cierto grado de fanfarronería. No pueden permitir que su imagen todopoderosa se cuestione demasiado a menudo porque no pueden permitirse el lujo de fracasar: la crisis del Canal de Suez de 1956 hizo pedazos la exagerada imagen de fortaleza del Imperio Británico, y lo mismo ocurrió con la Unión Soviética tras la guerra en Afganistán en la década de los 80.

La crisis del coronavirus es el equivalente de Suez y Afganistán para los Estados Unidos de Trump. En realidad, esas crisis se empequeñecen cuando se las compara con la pandemia del Covid-19, que tendrá un impacto mucho mayor porque cualquier persona del planeta es una víctima potencial y se siente amenazada. Enfrentada a una megacrisis de este volumen, la incapacidad de la administración Trump de responder y asumir el liderazgo de manera responsable está resultando extremadamente destructiva para la posición de EE.UU. en el mundo.

La decadencia de Estados Unidos suele contemplarse como la otra cara de la moneda del ascenso de China –y China, de momento al menos, ha logrado controlar su propia epidemia. Son los chinos quienes están enviando respiradores y equipos médicos a Italia y mascarillas a África. Los italianos se han dado cuenta de que los otros estados de la Unión Europea han ignorado su petición desesperada de equipo médico y solo China ha respondido. Una organización de beneficencia china envió 300.000 mascarillas a Bélgica en un contenedor que llevaba escrito el lema: “La unión hace la fuerza”, en francés, flamenco y chino.

Es posible que estos ejercicios de “poder blando” tengan una influencia limitada una vez se pase la crisis, aunque probablemente aún falte mucho para eso. Pero, mientras tanto, el mensaje que se percibe es que China puede proporcionar equipo y expertos médicos esenciales en un momento crítico y Estados Unidos no. Estos cambios en la percepción no van a desaparecer de la noche a la mañana.

Desde que Estados Unidos destacó como superpotencia mundial tras la Segunda Guerra Mundial ha habido a montones de profecías anunciando su declive. Sin embargo, la proclamada caída del Imperio Americano ha ido posponiéndose o ha sido testigo de otras decadencias más rápidas, especialmente la de la Unión Soviética. Los críticos de la hipótesis de la “decadencia estadounidense” explican que, aunque Estados Unidos ya no domine la economía mundial tanto como anteriormente, todavía mantiene 800 bases en todo el mundo y un presupuesto militar de 748.000 millones dólares. 

Sin embargo, la incapacidad de Estados Unidos de ganar las guerras en Somalia, Afganistán e Irak a pesar de su destreza técnica muestra lo poco que ha conseguido a pesar del descomunal gasto.

A pesar de su retórica belicosa, Trump no ha comenzado ninguna nueva guerra, pero ha utilizado el poder del Tesoro de Estados Unidos en lugar del Pentágono. Al imponer duras sanciones económicas a Irán y Venezuela y amenazar a otros países con la guerra, ha demostrado hasta qué punto Estados Unidos controla el sistema financiero mundial.

Pero estos argumentos sobre el ascenso o declive de Estados Unidos como potencia económica y militar olvidan un punto fundamental que debería ser obvio. Su auténtico declive como superpotencia tiene menos que ver con las armas y el dinero (como muchos piensan) y mucho más con el propio Trump, que representa tanto el síntoma como la causa de dicho declive.

Dicho de forma sencilla, Estados Unidos ya no es un país al que el resto del mundo quiera emular o, en todo caso, quienes lo desean suelen ser demagogos o déspotas autoritarios y nativistas (xenófobos –N. d. T.). Su admiración es por tanto bien recibida: y si no, fíjense en el caluroso abrazo que dedicó Trump al primer ministro nacionalista indio Narendra Modi y su relación con la nueva generación de tiranos como Kim Jong-il de Corea del Norte o el príncipe heredero saudí Mohamed bin Salman.

Los gobernantes demócratas y los despóticos saldrán reforzados de la pandemia, al menos en una primera instancia, pues en épocas de crisis agudas las personas quieren confiar en sus gobiernos, pensar que van a salvarles porque saben lo que están haciendo.

Pero los demagogos como Trump y sus equivalentes en todo el mundo no suelen ser muy buenos resolviendo verdaderas crisis, porque han accedido al poder explotando odios étnicos y sectarios, usando a sus adversarios como chivos expiatorios y dando bombo a sus supuestos logros míticos.

Un ejemplo de ello es el presidente de extrema derecha brasileño, Jair Bolsonaro, quien acusa a sus oponentes y a los medios de comunicación de “engañar” a los brasileños sobre los peligros del coronavirus. Es tal la laxitud del gobierno a la hora de forzar algún tipo de confinamiento en Río de Janeiro que, al menos en tres favelas, los narcotraficantes locales han intervenido para declarar un toque de queda a partir de las 8 de la noche que ellos mismos se encargan de hacer cumplir.

Trump siempre se ha destacado por saber explotar y acentuar las divisiones de la sociedad estadounidense y por proponer soluciones simplonas para crisis ficticias, como la construcción del famoso muro para detener la entrada de inmigrantes centroamericanos en el país. Pero ahora que debe afrontar una verdadera crisis, está apostando a que será de corta duración y menos grave de lo que la mayoría de los expertos predicen. Las encuestas afirman que su popularidad ha aumentado, probablemente porque las personas asustadas prefieren oír buenas noticias antes que malas. Hasta ahora, los peores brotes de la epidemia se han producido en Nueva York, Boston y otras ciudades en las que Trump nunca gozó de mucho apoyo. Si se propaga con la misma intensidad a Texas y a Florida, incluso la lealtad de sus más fervientes seguidores podría evaporarse. 

Estados Unidos se ha debilitado como país porque está dividido, y esa división se profundizará mientras Trump esté al mando. Hasta la fecha ha evitado provocar crisis graves y su mala gestión de la epidemia de coronavirus demuestra que hacía bien en evitarlas. Está polarizando un país ya bastante dividido, y esa es la verdadera razón por la que Estados Unidos está en decadencia.

Patrick Cockburn es un periodista irlandés galardonado con numerosos premios internacionales (entre otros el premio Orwell en 2009, al Reportero del Año 201 de, Gran Bretaña). Ha escrito tres libros sobre Irak, el último de ellos The Rise of Islamic State.

Ilustración: Nathaniel St. Clair.


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