jueves, 4 de mayo de 2023

El gasto militar de España aumentó en casi 9.000 millones de euros durante 2023

 

El gasto militar de España aumentó en casi 9.000 millones de euros durante 2023


Fuentes: La Marea

En 13 de los 17 Consejos de Ministros celebrados en 2023 se han aprobado modificaciones presupuestarias tendentes a aumentar el gasto militar. En muchos casos no dependen directamente de Defensa y comprometen partidas durante varios años.

El gasto militar real de España nunca coincide con la cifra oficial del presupuesto del Ministerio de Defensa. Esa es, simplemente, la cantidad comprometida en el momento de aprobarse las cuentas generales.

A esa suma inicial, desde el primer momento, hay que sumarle montantes repartidos por otros ministerios con relación directa con el sector militar. Sólo por esta razón, en el caso de los Presupuestos Generales del Estado de 2023, el importe aumentó en 13.514 millones de euros.

Por añadidura, la cantidad que finalmente gasta Defensa suele ser muy superior. En 2021, por ejemplo, el presupuesto inicial era de 9.412 millones de euros y el final de 10.853. Esta ejecución del Presupuesto (para todos los ministerios) la publica anualmente la Intervención General de la Administración del Estado, y se incluyen las diferentes modificaciones presupuestarias que se van aprobando durante todo el año para cada ministerio.

Pero hay más: hay que agregar las modificaciones presupuestarias que comprometen las cuentas durante varios años y las que afectan a otros ministerios, pero tienen, también, un marcado cariz castrense. Estas no aparecerán en la ejecución del Ministerio de Defensa, pero suponen un aporte extra desde el punto de vista militar.

Sumando unas y otras (las del de Defensa, las de otros ministerios y las que comprometen diferentes anualidades), el gasto militar español (hasta el 25 de abril de 2023, cuando se celebró el último Consejo de Ministros) ha aumentado en 8.743 millones de euros.

21 aviones de combate

En 13 de los 17 Consejos de Ministros que se han celebrado en lo que va de año ha habido modificaciones presupuestarias que han incrementado el gasto militar comprometido por el Ejecutivo español. Aunque los trasvases más cuantiosos se han aplicado en los tres últimos.

En el del 11 de abril de 2023 se movieron 3.728,9 millones de euros al amparo del Ministerio de Hacienda y Función Pública. De ellos, 581,2 millones salieron del Fondo de Contingencia para sufragar los gastos ocasionados por la participación de las Fuerzas Armadas Españolas en operaciones de mantenimiento de la paz.

De igual forma, se acordó la modificación de los límites de gasto y el número de anualidades para adquirir compromisos de gasto con cargo a ejercicios futuros, en aplicación de lo dispuesto en el artículo 47 de la Ley General Presupuestaria (Ley 47/2003, de 26 de noviembre).

Su finalidad, explican, es posibilitar al Ministerio de Industria, Comercio y Turismo la atención de la financiación de los programas Halcón (1.397,7 millones de euros) y la modernización, evolución y apoyo logístico del avión de combate EF-2000 (III) (1.750 millones de euros). En el primer caso, los fondos se comprometen hasta 2027 y en el segundo hasta 2026.

El Proyecto Halcón, apuntan desde el Ministerio de Defensa, consiste en la adquisición de 16 monoplazas y 4 biplazas, equipados con radar de barrido electrónico (E-Scan). Éstos, detallan, reforzarán la flota de Eurofighter del Ejército del Aire, lo que permitirá la sustitución progresiva de los F-18 de la fuerza aérea española.

Casi 2.000 millones de euros en vehículos de combate

Más dinero aún se movió una semana después: 3.943 millones de euros. Otra vez en virtud de una modificación de los límites de gasto y bajo el paraguas de Hacienda y Función Pública.

834,9 millones se destinarán al programa conjunto de Guerra Electrónica Santiago, el simulador SIMFAC de apoyo aéreo y a un sistema de Entrenamiento Táctico del avión T.21 (simulador de vuelo). También a una embarcación para la Escuela de Buceo de la Armada, un centro de coordinación de operaciones aéreas desplegable o el Sistema MISTRAL (sistema ligero de misiles de corto alcance).

Servirán, asimismo, para la adquisición de drones (dentro del Plan Director de los Sistemas Aéreos Remotamente Tripulados –RPAS, por sus siglas en inglés–), equipos y material para la Unidad de Drones y diversas infraestructuras. Con todo lo anterior, se empeña dinero hasta 2033.

Hay que sumar 476 millones que estarán dedicados al Programa Pizarro (vehículos de combate), al Programa NH-90 (II) –consistente en la renovación de helicópteros– y al Programa VCR 8X8 (producción de 348 vehículos de combate sobre ruedas 8×8).

Pero el premio gordo en este Consejo de Ministros se lo llevó el Nuevo Programa de Vehículo de Apoyo Cadenas (VAC). Consiste en la progresiva sustitución de la flota de vehículos Transporte Oruga Acorazado (TOA) por los VAC. Este proyecto se lleva 1.970 millones de euros.

El resto irá para el nuevo programa de adquisición de dos Buques Hidrográficos Costeros (BHC) y el de Sistemas Aéreos Remotamente Tripulados Tácticos de Altas Prestaciones (SIRTAP).

Los pagos completos de estos programas se dilatarán, en algún caso, hasta 2037.

820 millones de euros para comprar 8 helicópteros

El último aumento del gasto militar español, hasta ahora, se aprobó en el Consejo de Ministros del 25 de abril, y correspondió directamente al Ministerio de Defensa. Supuso adquirir 8 helicópteros multipropósito MH-60R, por un valor estimado de 820,5 millones de euros.

Estos nuevos aparatos, explican, que sustituirán a la flota de helicópteros tácticos navales, basada actualmente en el modelo SH-60B y que se encuentran al final de su vida operativa (su retirada está prevista para 2025), “permitirán a la Armada cubrir sus necesidades y actualizar y potenciar sus capacidades en el cumplimiento de las misiones que tiene encomendadas”.

Fuente: https://www.lamarea.com/2023/05/02/el-gasto-militar-de-espana-aumento-en-casi-9000-millones-durante-2023/

*++

Los datos del Instituto Internacional de Estudios para la Paz SIPRI sobre el aumento del gasto militar mundial



Los datos del Instituto Internacional de Estudios para la Paz SIPRI sobre el aumento del gasto militar mundial

 

La forma de dar a conocer este prestigioso informe anual tiene sesgo y no es inocente. EL SIPRI ha difundido sus estimaciones de gasto militar correspondientes al ejercicio de 2022, destacando el aumento del mismo, para alcanzar más de 2,2 BILLONES (con B) de dólares, una cifra a todas luces desmesurada.


Por Juan Carlos Rois
Tortuga

Los datos del SIPRI gozan de un enorme reconocimiento social y son un referente para comparar el gasto militar mundial, aunque debemos alertar de que, dadas las políticas poco transparentes de los estados en lo que se refiere a su propio gasto militar, podemos suponer que la realidad es mucho peor que la que indica el SIPRI en sus cálculos.

Por ejemplo, EE. UU. no carga sus gastos en armas nucleares al presupuesto de Defensa, sino al de Industria, mientras que existen considerables dudas y no pocas sospechas sobre las cifras de gasto de múltiples países. Por lo que respecta al gasto español, sabemos que solo se computa una parte, como aquí venimos denunciando.

Pronto se han apresurado los medios oficiales a destacar el gasto enorme de EEUU, de China y de Rusia, así como la subida en el ranquing mundial de otros países como la India o Arabia Saudí.

Sin embargo, ni se observa en estos medios «oficiales» ninguna crítica severa a la vuelta de tuerca militarista que sufrimos ni ninguna propuesta de reducción del gasto militar. Por no decir, ni siquiera dicen que la ONU cuenta con un panel propio desde el que ha propuesto la necesidad de reducir el gasto militar y trasvasarlo a fines civiles como condición de posibilidad para un desarrollo justo y equilibrado en el mundo.

Desde luego la lectura plana, que se conforma con decirnos que se gasta mucho en armas y que la tendencia es a mayores incrementos es una de las posibles lecturas, no cabe duda, pero es una lectura, como veremos, algo interesada y no tiene por qué ser la nuestra.

Para quienes apostamos por un mundo sin ejércitos y hacemos de la crítica del gasto militar un eje de lucha por la desmilitarización, resulta necesario no asumir los datos de cualquier forma, sobre todo cuando vienen interpretados desde instancias ajenas que, por buena voluntad que las supongamos, tienen sus propios intereses y realizan análisis de la realidad que no necesariamente son tan fiables como sus estimaciones cuantitativas.

Al respecto descorazona encontrar presentaciones de datos como la que hace unos días encontré en la infografía de la campaña GCOMS de la Oficina Internacional por la PAZ (ICP), en la que nos presentan el volumen total del gasto militar 2022, sobre la base de los datos SIPRI, enfatizando el gasto de USA (el primer país mundial), China (el segundo) y Rusia (el quinto) junto con el resto de los países, como se ve en la infografía que se acompaña.

Es en mi opinión se trata de una presentación sesgada y poco clarificadora del verdadero panorama del gasto militar mundial y, sobre todo, elude poner el acento en nuestra responsabilidad, pues no somos chinos, ni rusos, ni, por más que imitemos su estética y emulemos sus mitologías, yanquis, por lo que bien podemos pensar que el gasto militar es cosa de ellos, de los plastas de EEUU, los pérfidos rusos y los taimados chinos y, con razón, rechazar la paja en ojo ajeno y condenar sus malas artes sin preguntarnos por nuestro papel real en el nefasto aumento del gasto militar.

Si, por ejemplo, con el mismo uso de la base de datos SIRPI, hacemos un listado de los 20 países de mayor contribución al gasto militar el panorama que se nos ofrece puede variar sustancialmente. Veámoslo en el cuadro siguiente:

Conforme a este cuadro, Después de EEUU (811.591,2 millones de euros) y China (297.999 millones de euros) no se encuentra Rusia (71.981,1 millones de euros) sino India (80.955,8 millones) y Arabia Saudí (73.041,5 millones) y la suceden distintos países de Europa (Reino Unido, Alemania, Francia) cuyo gasto militar, por separado es similar al ruso, apareciendo otros países protagonistas del elevado gasto militar, entre ellos España, que ocupa el 16 país con más gasto militar consignado por SIPRI, lo cual, dicho sea de paso, y al margen de nuestra insistencia en que el gasto militar español es mayor aún, contrasta con el mantra de la poca inversión militar española y podría servir para decirle a la ministra que se guarde sus trolas para otros ingenuos, pues es impensable que gastemos poco en armas cuando somos el país 16 que más gasta en esto (¿ocupamos un papel tan destacado en el gasto de educación superior, o en el de ciencia, o en cualquier otro aspecto relacionado con el mejoramiento del ser humano o de la naturaleza?

Una interpretación más ajustada aún nos permitiría variar las grandes magnitudes, porque después de EE.UU y China podemos encontrar en bloque los países de la UE cuya suma total de gasto militar alcanza los 267.601 millones de dólares, una cifra brutal.

Esta nueva presentación tiene la virtud de hacernos patente nuestra propia implicación en el gasto militar mundial y de contrastar con las mentiras que los halcones europeos hacen en torno a nuestras necesidades de rearme vigentes y el rollo de que necesitamos incrementar globalmente el 2% del PIB de cada país.

Y, puestos a significar el peso y la orientación política del gasto militar mundial, podríamos hacer una nueva cuenta, la que reúna el gasto militar de los países de la OTAN, cuya política militar cuenta con despliegues en todos los continentes y océanos (lo que no ocurre con nadie más) y lo compare con el resto del gasto militar mundial.
Esta presentación tiene una segunda virtud, pues nos permite entender por qué una singular serie de países pueden sentir que la OTAN y su política militar, con su enorme inversión y gasto, es una amenaza para ellos.

Por otra parte, permite relativizar y hasta sospechar de la intención de las alertas emocionales con las que nos bombardean nuestros propagandistas militares y sus medios de comunicación acerca de las innumerables amenazas a la seguridad del estilo de vida occidental al que nos someten despiadados y siniestros autócratas mundiales.

En realidad, en lo que se refiere a recursos destinados a gasto corriente, personal, estructuras, logística, tecnología, capacitación, participación en operaciones militares y potencia bélica, ningún país o conjunto de ellos puede desafiar al militarismo de los países «socios» de la OTAN ni contrarrestar su «sinergia».

Muy al contrario, el enorme militarismo del bloque occidental es uno de los grandes generadores del destino militarista de los recursos, del enorme coste de oportunidad que éste genera, de la inseguridad global y la injusticia del orden internacional mundial que acarrea.

También, si además tenemos un poco de mala leche, nos permitiría relacionar el gasto militar con la existencia de los complejos militares industriales mundiales y la influencia de estos en la orientación de las políticas de seguridad imperantes en el mundo.

Del mismo modo podemos acudir a los datos del SIPRI, dado que cuentan con un prestigio tal que nadie nos diría por hacer uso de ellos que somos unos demagogos, como ocurre cada vez que desvelamos con datos propios las co-implicaciones del complejo militar industrial con los intereses más espurios de los grandes poderes capitalistas y de los gobiernos obedientes que les hacen el caldo gordo, para relacionar el enorme gasto militar con otras variables, como por ejemplo, los principales países vendedores de armas (y, de paso, exportadores de conflictos), sus principales clientes y, en fin, las principales empresas del sector y sus socios capitalistas más relevantes.

Este cuadro nos permite maliciarnos quiénes fomentan la guerra y explicarnos por qué cuando a todas nos va mal a ellos les va tan requetebién y por qué cuando empezamos a salir del bache, nos insaculan el miedo y la inestabilidad como argumentario para incrementar, con el beneplácito servil de las leyes ad hoc que los parlamentos les hacen (o miran para otro lado) para atajar vendiendo armas a troche y moche, en tiempo de paz o de guerra, a todo quisqui que se les ponga en la diana.

Este mismo cuadro lo podemos poner sumando a los principales países de la UE, lo que nos clarifica mucho más la situación.

Una simple suma nos permite ver que EEUU y la OTAN superan el 60% del total del negocio de la venta de armas, algo que nos ofrece pistas para preguntarnos por nuestro militarismo y nuestro papel en la inestabilidad mundial.

Si comparamos esta lista con los principales receptores, fuera de los propios países vendedores, podemos preguntarnos por el interés desmesurado de los vendedores de armas, a su vez las principales potencias militares y en su mayoría agrupados bajo una misma alianza militar, en promover su negocio a costa de provocar el desastre global.
Veamos este último cuadro.

Ya lo vemos: los datos no son sólo un cúmulo de números que marean y no nos los podemos tragar sin atrevernos a valorarlos e interpretarlos desde nuestras propias valoraciones y orientaciones políticas.

Por eso la insistencia en apropiarnos de ellos y no tragarlos como píldoras, de atrevernos a preguntarles y de usarlos para nuestra causa, sin dejarnos usar por argumentarios que se disfrazan bajo sus abrumadoras cifras.

Grupo Tortuga

*++

Sudán, complejo rompecabezas y base naval rusa


Tras décadas de guerras civiles y conflictos internos, Sudán sigue siendo un país rico (oro, petróleo, algodón….) cuya población mayoritariamente vive en la pobreza. Dominada por implacables señores de la guerra, sigue sin escapar a la violencia.


Sudán, complejo rompecabezas y base naval rusa

Piccole Note
El Viejo Topo



El conflicto de Sudán, que se ha cobrado más de un centenar de vidas, recibe en los medios, como de costumbre, un tratamiento superficial. La narrativa dominante últimamente enmarca el enfrentamiento como otra fechoría rusa, ya que los sublevados contra el gobierno legítimo son las Fuerzas de Reacción Rápida (FRR) dirigidas por el general Mohamed Hamdan Dagalo, conocido como Hemeti, supuestamente apoyado por Wagner.

De ahí el corolario de esa narrativa, acompañado por la sombría descripción del citado general y sus FRR, que en Darfur ya masacraron. La cuestión es que, en realidad, aunque la explicación sea buena para apoyar la narrativa antirrusa, no ilustra sobre lo que está ocurriendo, ya que el oponente de Hemeti no es ciertamente un hijo de María, habiendo tomado el poder tras un golpe de Estado (en su momento apoyado por su actual oponente, más tarde arrepentido) y habiéndose ensañado ferozmente contra los manifestantes que salieron a la calle para protestar contra su toma del poder.

En su momento escribimos sobre el golpe, recogiendo información de los medios de comunicación israelíes: La “sospecha de que funcionarios israelíes estaban al tanto del complot, si no eran cómplices”, escribe Yonatan Touval, en Haaretz –surgió casi inmediatamente, cuando se hizo público un documento que informaba de una visita secreta de una delegación de seguridad sudanesa a Israel unas semanas antes [del golpe]».

«Una sospecha que pareció confirmarse plenamente a la luz de la revelación de que una delegación israelí, compuesta por personal de defensa y del Mossad, había viajado a Jartum tras el golpe para mantener conversaciones».

Represión

Al golpe de Estado siguió una dura represión, mientras las plazas seguían llenándose de los manifestantes que habían contribuido en no poca medida a acabar con el sombrío régimen de Omar al-Bashir, en el poder desde 1989 hasta 2019 (bajo al Bashir, Osama bin Laden había encontrado un refugio seguro en el país). Apoyando las protestas estaban las fuerzas políticas que habían formado un gobierno civil tras la caída de al-Bashir, que duró hasta el golpe de Estado de 2021.

Pero ninguno de los medios de comunicación que hoy lloran la suerte del pobre Sudán se preocupó de los muertos asesinados por las fuerzas golpistas actualmente en el poder. Citemos, a modo de ejemplo, lo que se informó en Africa Report en octubre de 2022: «En Omdurman, al otro lado del Nilo desde Jartum, un manifestante fue atropellado por un vehículo de las fuerzas (de seguridad), dijo el Comité Central de Médicos Sudaneses en un comunicado, elevando a 119 el número de muertos por la represión desde el golpe.

Y de nuevo, el 1 de julio de 2022, Michelle Bachelet, Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, al denunciar el asesinato de nueve manifestantes, añadió: «La mayoría de los muertos recibieron disparos en el pecho, la cabeza y la espalda». A continuación, las fuerzas de seguridad detuvieron al menos a 355 manifestantes en todo el país, entre ellos al menos 39 mujeres y un número considerable de niños.

El baño de sangre había terminado con un acuerdo con garantías internacionales entre las distintas fuerzas del país, que dejaba a al-Burhan en el poder durante un periodo transitorio que expiraba más o menos en estos días cuando un nuevo acuerdo entre las partes, en particular con el otro hombre fuerte sudanés, Hemeti, debería haber llevado al poder a un gobierno civil. Pero este último acuerdo se ha roto.

En resumen, no se trata de una lucha del bien contra el mal, sino entre dos señores de la guerra que han intentado meterse con calzador buscando apoyos internacionales, con Egipto del lado del gobierno golpista y los saudíes y los Emiratos Árabes del lado del general que se opone. Pero ni siquiera esta explicación es exhaustiva.

Está, por ejemplo, la visita del Ministro de Asuntos Exteriores israelí Eli Cohen a Jartum a principios de enero, sobre la que Middle East Eye registró la irritación de Hemeti «por no haber sido informado». Mientras que al Jazeera señalaba que «tras la destitución de al Bashir, Estados Unidos y las naciones europeas empezaron a competir con Rusia por la influencia en Sudán, que es rico en recursos naturales, incluido el oro». De hecho, muchos quieren hacerse con el oro de Sudán que gestionan los militares.

La base rusa y la influencia islamista en el ejército regular

Complica aún más las cosas el acuerdo entre Jartum y Moscú para establecer una base naval en Port Sudan, la primera base rusa en África y, además, en el estratégico Mar Rojo. Un acuerdo que fue objeto de largas negociaciones y que se ha materializado hace unos días, despertando la ira de Estados Unidos, que amenazó a Sudán con «consecuencias«.

Pero oficialmente el casus belli es la crisis de las negociaciones para poner fin al actual régimen militar, con un nuevo aplazamiento del nacimiento de un gobierno civil. Uno de los puntos conflictivos de las negociaciones es la integración de las fuerzas de reacción rápida en el ejército regular.

Al-Burhan, informa Middle East Eye que pretendía una rápida integración de estas fuerzas, para diluirlas en el ejército regular, privando así efectivamente a Hemeti del poder.

Otro punto controvertido, señala MEE, es «la influencia y presencia en el ejército regular de poderosas figuras islamistas de la época de Bashir [recuérdese, en este punto, la hospitalidad concedida a Bin Laden]. Hemeti insistió en que se abordara el problema, mientras que los representantes del ejército negaron la influencia islamista».

Por último, otra nota discordante en relación con la narrativa actual: Hemeti, en los últimos tiempos, se había convertido en el más firme partidario del entregar el poder a los civiles provocando reacciones de sus colegas de armas. con agudas polémicas que se han recrudecido en los últimos días.

En resumen, se trata de un rompecabezas tan complejo como confuso, con muchas cuestiones críticas. Oficialmente, el mundo entero pide el fin del conflicto: desde los rusos hasta China, desde los países africanos y de Oriente Medio hasta Occidente. Queda por ver cuántos de estos actores internacionales esperan secretamente sacar provecho de la guerra.

Al margen, cabe señalar el llamamiento conjunto por la paz en Sudán por parte del Secretario de Estado estadounidense Anthony Blinken y su homólogo británico James Cleverly. Se trata de una señal más de que para Washington la anglosfera ha adquirido ahora mayor importancia estratégica que la asociación con la UE.

Fuente: Piccole.

*++