domingo, 29 de diciembre de 2024
Cincuenta años de los bibliobuses de León: un viaje por los pueblos con la cultura a bordo que va sobre ruedas
Cincuenta años de los
bibliobuses de León: un viaje por los pueblos con la cultura a bordo que va
sobre ruedas
Por César Fernández
Rebelion / España
28/12/2024
Fuentes: El
Diario [Foto: Bibliobús de León, con escolares a las puertas, en la zona del
Páramo, en una imagen antigua]
La provincia celebra el cincuentenario de un servicio que puede presumir de
ser el tercero de España con más vehículos y el primero en hacer parada en una
prisión.
Los bibliobuses
de León aceleran en la recta final de este 2024 de su cincuentenario. Y ponen también el retrovisor
para hacer historia y retrotraerse más allá de la propia de este medio siglo
para seguir la línea de aquel primer autobús que transitó por Cataluña para
surtir de libros a los combatientes republicanos en 1938 hasta partir hacia el
exilio. Ellos perdieron la Guerra Civil; y ahora la población del medio rural
pierde servicios. La provincia, que se ha acostumbrado a figurar a la cola en
muchas estadísticas, tiene motivos para celebrar la efeméride: lleva velocidad
de crucero al ser la tercera en número de vehículos sólo por detrás de Madrid y Barcelona,
tomado la delantera hasta ser la primera del país (y la segunda en Europa) en
hacer parada en una prisión y fijado hitos hasta el punto de que el Día de los
Bibliobuses en España ha adoptado como fecha el 28 de enero en honor al primer viaje por el territorio leonés, hace ya más de 50 años.
El camino de
los bibliobuses en España no fue una línea recta. Tras aquella experiencia
iniciática y frustrada en el frente durante el conflicto fratricida, regresaron
ya en el franquismo de la mano de un aperturista del régimen como Joaquín
Ruiz-Giménez al frente del Ministerio de Educación a partir de 1953, orientados
entonces hacia los suburbios de las ciudades y los obreros de las grandes
empresas. El acento rural que protagoniza la actualidad del servicio nace ya en
1971 en Palencia. Los bibliobuses de León son herederos de estos dos últimos
precedentes. Y surgen en 1974 de la habilidad del entonces director del Centro
Coordinador de Bibliotecas de León, José María Fernández Catón, para convencer
a las autoridades de reconvertir en bibliobuses las agencias de lectura, unos
pequeños habitáculos dispuestos en los pueblos que se alimentaban de libros
cada tres meses con las llamadas maletas viajeras. Su gestión no dependía de un
bibliotecario, sino de voluntarios. “Y no acababa de funcionar”, resume el
actual director del Centro Coordinador de Bibliotecas de la Diputación de León,
Roberto Soto. El primer bibliobús de León partió el 28 de enero de 1974 hacia
la zona de Los Oteros.
El servicio
nació con un solo autobús. “Se llegaba hasta donde se podía llegar. Empezaban a
primera hora de la mañana y acababan a media tarde. Comían por ahí. Y cuando
todavía no había bibliobuses en El Bierzo (la comarca estrenó el servicio en
septiembre de 1988), los compañeros hacían noche allí”, cuenta Soto sobre
aquellos primeros tiempos. Él se incorporó en julio de 1991 como responsable de
un bibliobús. Y no tardó en detectar la principal “singularidad” del servicio:
“Me di cuenta fundamentalmente de una cosa: de que el valor del servicio estaba
en la absoluta cercanía y familiaridad con los usuarios”. La sensación en
seguida se tradujo en secuencias como las de vecinos que “venían con el traje
de faena” del campo. Y la experiencia también le sirvió para desterrar un
estereotipo: “La gente de los pueblos lee muchísimo. Y lee cosas muy profundas.
Tiene una gran cultura”. Al poco tiempo se dotó de la infraestructura actual:
cuatro vehículos que parten de León y otros dos que lo hacen de Ponferrada para
hacer rutas con paradas en los pueblos cada 28 días.
Hace frío, es
una mañana de mediados de diciembre y el bibliobús entra con su particular
sintonía (normalmente música tradicional) en El Burgo Ranero para hacer su
última visita del año. A bordo hay una combinación de veteranía (la
bibliotecaria, Olga Ropero, lleva desde 1986) y juventud (el conductor,
Fernando Prieto, se estrenó en 2023). Ropero era de una de aquellas que hacía
noche en El Bierzo. Haciendo memoria, rescata otras escenas como la de ser
ayudados por vecinos en Babia para que el vehículo siguiera la ruta entre la
nieve y la helada. Y haciendo balance, contrapesa la sangría demográfica (“yo
he visto centros escolares que han pasado de tener 200 alumnos a convertirse en
unidades que se mantienen abiertas con cuatro”) con la mejora de las
carreteras, una dualidad que también hace desde su despacho Roberto Soto al
recordarse regresando a media tarde de Riaño o los “baches tremendos” de camino
a Vilecha.
La conversación
con Olga Ropero y Fernando Prieto se detiene en El Burgo Ranero a la entrada de
la primera usuaria, Mercedes Sandoval, que se despistó con la fecha del viaje
de noviembre y acude puntual a la de diciembre. “Más o menos voy a tiro fijo. Pero
también te orientan con las novedades sobre libros que te pueden interesar”,
dice para subrayar unas de las principales peculiaridades del servicio sin
ocultar un lamento que esboza por la falta de participación de más vecinos.
“Somos muy negativos. Vas por cualquier rincón del pueblo para dar un paseo y
quedamos cuatro”, añade para animar a la población a tirar de un recurso de
primer orden, una bendición cuando el medio rural se ha acostumbrado a perder
oportunidades.
Ahora los que suben son alumnos del CRA (Colegio Rural Agrupado) El Burgo Ranero. Los escolares resultan el otro perfil básico de usuarios del bibliobús. Ana Rivero es maestra con la especialidad de Pedagogía Terapéutica. “Mi valoración es muy positiva ya que estamos acercando a los niños a diversidad de libros. De otra manera, tendrían que desplazarse a la capital. Y eso a veces no es factible”, pondera con el añadido que supone para la biblioteca del centro esta oferta complementaria a través de la cual los críos eligen libros “preferentes” para aprovechar el rincón de lectura en el aula y otros para degustar durante los ratos libres que dejarán las vacaciones de Navidad.
Foto: El
conductor Fernando Prieto y la bibliotecaria Olga Ropero, en el bibliobús en El
Burgo Ranero.
A un extremo
del vehículo pasando los carnés por el lector, Olga Ropero reflexiona en voz
alta mientras ve despedirse a los chavales. “Lo bonito de esto es que ves a los
usuarios nacer. O sea, viene primero la madre con la tripita. Y luego los ves
nacer, los ves crecer, los ves en la escuela y hasta casarse”, destaca. Hay,
eso sí, un paréntesis en la adolescencia, ahora agravado por el desembarco de
niños de apenas 12 años de edad en los institutos. “Nosotros tenemos hasta
alumnos de 6.º de Primaria. Luego pegamos un salto enorme en edad. Y vamos a
los adultos, pero ya mayores. Tenemos poca población de 60 o 50 años para
abajo”, admite. La pirámide se completa con secuencias como la de aquel día en
Riello en el que apareció un vecino de 91 años para hacerse socio del bibliobús
porque se lo había recomendado su primo, también nonagenario. “Y a mí eso me
emociona”, añade para rescatar otro momento recurrente, el de usuarios que
encargan la devolución de libros a vecinos cuando se ven al borde de la muerte.
“Cómo puede ser que hasta el último momento estén pensando en que no les vaya a
olvidar devolver los libros”, añade sin ocultar otra vez la emoción.
Ropero recorre las estanterías y viaja mentalmente en el tiempo para citar cambios en las preferencias como la afición entre los niños varones a libros de cocina, algo inimaginable cuando comenzó en 1986 y ahora normalizado sobra la base de fenómenos como el éxito del espacio televisivo MasterChef. “Y el trato es aquí mucho más directo (que en una biblioteca al uso). Date cuenta de aquí vamos a buscarlos (a los lectores), van donde están. Vienes al colegio, vas a la plaza. Y ellos se sienten aquí muy cómodos”, completa mientras al otro extremo del vehículo su conductor, Fernando Prieto, originario de Santibáñez de la Lomba (Riello), reconoce estar descubriendo muchas carreteras secundarias de la provincia, ya sin el lastre de aquellos viales llenos de baches que eternizaban los viajes y con la complicidad de los compañeros que lo avisan sobre entradas estrechas en algunas localidades. “Siempre me echan una mano. Me dicen que tenga cuidado en algún pueblo, que entre por una calle en lugar de por otra”, incide Prieto, dispuesto a seguir por muchos años la ruta a la que se ha incorporado justo cuando el propio servicio cumplía los 50.
Foto: bibliobús
de León, en una imagen antigua.
El caso es que los bibliobuses de León han ido ganando protagonismo al ritmo que se consolidaban colaboraciones con agentes con el Museo de los Pueblos Leoneses a través de vehículos expositores, con el Hospital de León a través de cuentacuentos o con la Universidad de León (ULE) en la gestión de clubes de lectura. Hay un punto y aparte que se escribió cuando se forjó el acuerdo para que uno de los vehículos llegase también a la prisión provincial de Mansilla de las Mulas gracias a la implicación de su responsable, Henar García Casado. “Ella fue una niña del bibliobús”, cuenta Roberto Soto para detallar esta iniciativa pionera (para encontrar el único precedente en Europa habría que viajar hasta Croacia) que se sustancia en dar servicio a los internos del módulos de respeto (los que tienen cierta libertad de movimientos con el compromiso de participar en actividades) sin dejar de destacar que los presos de primer grado ya han mostrado interés en ser usuarios.
Foto: Mercedes
Sandoval, usuaria del bibliobús en El Burgo Ranero.
La pandemia del
coronavirus también obligó a pisar el freno, pero sin llegar a detener el
servicio al aprovechar el confinamiento estricto para actualizar el catálogo de
publicaciones y, en tiempos de preponderancia de lo digital, tirar de un
recurso analógico como el servicio de Correos para prestar los libros. “Y había
una flexibilidad absoluta con las devoluciones”, añade. Los vehículos volvieron
a la carretera en cuanto se pudo, en mayo de 2020. “Nuestro servicio fue el
primero que salió en España”, resalta Soto. Con las posteriores restricciones,
el servicio se prestaba a la puerta del autobús: “Era muy complicado, pero al
mismo tiempo muy agradecido. A pesar de las condiciones, la gente sí venía. Y
ahí es cuando te das cuenta de que tu labor es importante”. Fueron los propios
trabajadores los que, pasado el tiempo, instaron a quitar las mamparas
dispuestas como medida de precaución. Y ahí regresó la normalidad a un servicio
caracterizado precisamente por la cercanía.
Con estos
cambios de dirección obligados por las circunstancias, los bibliobuses de León
han llegado a los 50 años. “Pero todavía están viviendo una juventud”, proclama
el diputado provincial de Cultura, Arte y Patrimonio, Emilio Martínez, tras
evocar sus propias vivencias como usuario en Babia. “Era una alegría cuando
llegaba”, rememora con la imagen todavía fresca de los libros de la serie
literaria de Los cinco. Con la experiencia añadida en los últimos
años como pedáneo de La Cueta y alcalde de Cabrillanes, acredita el grado de
interés y conocimiento de la población. Y desde el verano de 2023 al frente de
la cartera responsable en la Diputación de León, se marca el reto para el
futuro inmediato de ir renovando la flota tras agradecer el trabajo de los
profesionales y del director. “Ojalá podamos tener añadir un vehículo, pero por
ahora el territorio está cubierto”, señala con el orgullo de ser “una
referencia nacional” sólo por detrás de Madrid y Barcelona.
Foto: Roberto
Soto, director del Centro Coordinador de Bibliotecas de la Diputación de León.
Los bibliobuses
de León han soplado las velas del 50 aniversario manteniéndose en la buena
dirección. Roberto Soto destaca una circunstancia nada habitual en otros
ámbitos. “Es un ejemplo de que es posible el trabajo conjunto de varias
administraciones”, enfatiza sobre un servicio que es titularidad de la Junta de
Castilla y León, que gestiona la Diputación de León y que precisa de la
complicidad de ayuntamientos y juntas vecinales para encontrar facilidades en
los lugares en los que hace escala. En una provincia tan grande y con la
población muy dispersa, los bibliobuses de León llegan a casi 400 de las más de
1.200 localidades (no viaja a los lugares que ya disponen de biblioteca al
uso). Se han ido adaptando a los tiempos para multiplicar la oferta incluyendo
otros formatos como revistas, audiolibros o DVDs. Y son una herramienta para el
medio rural en tiempos de turbulencias.
Roberto Soto,
que es también presidente de la Asociación de Profesionales de Bibliotecas Móviles
de España y Coordinador del Grupo de Trabajo sobre Biblioteca Rural del
Ministerio de Cultura, reflexiona: “Estoy convencido de que los servicios
bibliotecarios y los bibliobuses en particular son parte de la solución a la
despoblación porque son servicios de la administración. Mientras se van los
bancos y se van los bares, nosotros seguimos. Seguimos con la forma más humana
y más amable de la administración: nosotros nunca vamos a pedir, sólo vamos a
dar. Y, además, damos a la carta porque ofrecemos un servicio en el que
predomina lo personalizado”. Y así, aunque pudiera pensarse que los bibliobuses
viajan a veces en dirección contraria, lo cierto es que tienen la carretera
despejada para seguir la ruta con el rumbo fijo y los semáforos en verde.
La guerra, la receta de la OTAN para Europa
Preparándose para
la guerra con Rusia. Loco, ¿verdad? Sin embargo, esto se ha convertido en el
corazón del discurso político atlantista en Europa.
La guerra, la receta de la OTAN para Europa
El Viejo Topo / 29 diciembre, 2024
por Fabrizio
Casari
Preparándose
para la guerra con Rusia. Loco, ¿verdad? Sin embargo, esto se ha convertido en
el corazón del discurso político atlantista en Europa. Para Mark Rutte, el
nuevo secretario general de la OTAN, «debemos prepararnos para una mentalidad
de guerra», y lo hacen eco gobiernos, políticos, soldados y periodistas
empleados por el establishment atlantista.
En el Viejo
Continente, reducido ahora a un instrumento de la política estadounidense,
parece que se han agotado la razón y el sentido común que siempre deberían
estar presentes como condición previa en el discurso político. Términos que
hasta hace unos años estaban prohibidos se han convertido en la esencia del
discurso público, infligido a una opinión pública narcoléptica. La técnica de comunicación
es la de la «rana hervida», tal como la define Noam Chomsky : metafóricamente
aparte, consiste en proponer progresiva pero constantemente un escenario que,
de repente, suscitaría una reacción de oposición inmediata, pero que, en
cambio, diluido y manipulado, acostumbra a uno a la conceptualidad y minimizar
molestias.
La
interpenetración del sistema capitalista europeo con el Estado profundo estadounidense
es tan grande que incluso el riesgo de una orientación menos agresiva hacia
Moscú por parte del próximo presidente estadounidense hace entrar en pánico a
la UE, muy preocupada por un posible cambio de dirección por parte de la Casa
Blanca el próximo mes. la guerra en Ucrania. La UE se encuentra con los lazos
quemados a sus espaldas en su relación con Rusia, con la que ahora teme que
Washington reabra el diálogo por razones estratégicas.
Esto dejaría a
Bruselas con la carga, poniéndola cara a cara con su balance fallido:
irrelevante a nivel de autoridad, inexistente a nivel militar y ridículo a nivel
sancionador, también se vería obligada a revisar la guerra. retórica contra
Moscú, además de tener que ocuparse de su defensa en mayor medida que antes.
No está claro
de qué debería defenderse Europa, dado que nadie la ataca ni amenaza con
hacerlo, pero la necesidad de reconvertir el sector industrial europeo para la
guerra parece ser el Alfa y la Omega de las nuevas políticas continentales. El
objetivo, verdaderamente imbécil antes que ambicioso, es someter militarmente
al Kremlin.
El mensaje
global que los países de la OTAN pretenden transmitir es que debemos
prepararnos para una guerra total, porque sólo con la derrota de Rusia primero
y luego de China será posible la dominación occidental de todo el planeta.
Ahora, al declararse próximos a una guerra, es obvio que quieren prepararnos
para la eventualidad. ¿Como?
¿Objetivo
inmediato de tanta retórica bélica? Llevar la contribución de cada país
individual de la OTAN al 3% del PIB. Una suma inmensa teniendo en cuenta lo que
ya se ha gastado. Por poner un ejemplo, Italia -quinto contribuyente de los 31
de la alianza- se vería gastando 60 millones de euros al día, obviamente todos
restados del gasto público y de la reducción del déficit. Quien se beneficiaría
de esto es el complejo militar-industrial de Estados Unidos, que proporciona
suministros a la OTAN. Mientras que para los países europeos aumentar su
contribución a la OTAN al 3% del PIB significaría destruir el sistema de
protección social, la economía estadounidense se vería afectada positivamente
por el crecimiento de su principal motor económico, que fue y sigue siendo el
complejo industrial militar, el Es el único sector en el que ningún cambio de
fase y ninguna reelaboración de la doctrina de producción han hecho mella, al
contrario.
Para lograr el
objetivo, las operaciones se desarrollan en dos terrenos adyacentes e
interpenetrados: la reconversión de la cadena industrial europea y sus
actividades relacionadas con fines bélicos, y paralelamente una mayor reducción
del gasto social, aunque en un contexto ya extremadamente sufrido, dado que la
El índice de pobreza absoluta y relativa parece ser el único con una tendencia
de crecimiento en el área de la UE. Precisamente la reducción del bienestar residual
y crónicamente insuficiente aún vigente parece ser una de las palancas
decisivas para financiar la nueva deuda pública, que a su vez financiará el
rearme generalizado, como indica el Informe Draghi sobre la competitividad
europea presentado en Estrasburgo y Bruselas. y que contó con el apoyo
entusiasta de la Comisión Europea.
La loca
estrategia atlantista
La ampliación
de la OTAN hacia el Este es la razón de todos los conflictos ocurridos en
Eurasia, narrados bajo el falso disfraz de «primaveras» o deseos populares de
«integración con la UE».
Pero desde 2014
de forma político-diplomática y a partir de 2021 también de forma militar,
Moscú decidió poner fin al cerco militar de Rusia por parte de la OTAN, que fue
acompañado por la retirada de Estados Unidos de los acuerdos sobre misiles de
medio alcance y de eso en Irán. El intento de rodear a Rusia se puso de relieve
con el golpe de Estado en Ucrania, luego con los intentos en Bielorrusia y
Kazajstán y recientemente con los golpes de estado de modo variable en Rumania,
Georgia y Moldavia. Todos ellos son países que tendrán que sustituir a la ahora
destrozada Ucrania en la próxima guerra por poderes: es necesario estructurar
los próximos ejércitos bajo la dirección ideológica de los países bálticos,
Polonia y el Reino Unido para librar nuevas guerras contra Moscú, con la
esperanza de debilitándolo económica, militar y políticamente.
Las
consecuencias de las estructuras estatales serían obvias: la Federación Rusa
quedaría reducida a un conjunto de repúblicas pequeñas e ingrávidas,
reduciéndola a un estado política y militarmente vegetativo. Moscú ya ha
advertido que utilizará todos los recursos militares en su poder para defender
la integridad territorial de la federación y la dimensión política de Rusia, sea
cual sea el precio a pagar y a pagar. Lavrov simplemente lo reiteró: no
aceptaremos ejércitos a nuestras puertas.
Sin embargo,
por ardor ideológico, por necesidad de supervivencia del modelo fallido, poner
a Rusia de rodillas, a pesar de la imposibilidad material de que esto suceda,
sigue siendo el sueño recurrente del atlantismo. Pero la idea de imponer una
derrota estratégica a Rusia a nivel militar es decididamente descabellada,
también por la evaluación banal de lo imposible que es pensar en derrotar a un
país equipado con más de 6000 dispositivos nucleares tácticos y estratégicos,
que se suman a la dimensión militar rusa que, por mar, tierra y cielo, es
probablemente la mejor del planeta.
Quizás la
distancia temporal desde la conclusión del último conflicto global en
territorio europeo (1945) empuje al Occidente Colectivo hacia una eliminación
mnemotécnica de la historia y lleve a subestimar cómo terminaron los tres
imperios que desafiaron a Rusia. El lenguaje beligerante y provocativo que
desafía a Rusia en un juego de suma cero ignora el hecho de que los retadores
ni siquiera sobrevivirían los primeros 30 minutos del juego.
Pero, ¿qué
lleva a Occidente a considerar viable el camino de la destrucción total del
planeta en lugar de reconsiderar la gobernanza mundial? Hay quienes piensan que
la cuestión es la de la transformación del ciclo económico, o simplemente
convencer a todo Occidente de transformarse en ejército y al resto del mundo al
terror de desafiar al imperio decadente. Y hay quienes creen que Moscú está
mintiendo, pero la idea de desafiar durante mucho tiempo y en todas partes la
paciencia y el sentido de responsabilidad del Kremlin, que ya ha demostrado en
Chechenia, Georgia, Siria y Ucrania como liderazgo ruso, no hace cualquier
concesión sobre su seguridad.
Quizás pensemos
en la histórica paciencia soviética, pero estaríamos cometiendo un enorme
error. A diferencia de la URSS, que gestionó un imperio que a su vez la
protegió, Moscú sabe que debe afrontar casi sola un proyecto que prevé su disolución
y sabe que los caminos de la diplomacia y la política ya no tienen un papel ni
un valor decisivos. Por lo tanto, la voluntad de intervenir decisivamente para
salvaguardar su integridad y viabilidad política está fuera de discusión.
Washington y
Bruselas lo saben perfectamente, pero la obsesión bélica occidental,
precisamente en la fase histórica en la que es más vulnerable, es tan descarada
como desesperada: Rusia no obedece, no se somete. No hay aislamiento que
aguante, de hecho resiste y vence sobre el terreno. Y, lo que es peor, está
formando, junto con China y otros, un sistema alternativo que es a la vez
económico y potencialmente también político y que se basa en una gran fuerza
militar.
Este bloque –
BRICS junto con otras importantes organizaciones regionales (ver OCS, OTSC, CEI
y Unión Euroasiática) – aunque políticamente heterogéneo, obstaculiza la
expansión y la resistencia del poder occidental en todo el planeta: proporciona
herramientas, espacios económicos, fuerza militar y autoridad política. a las
economías emergentes y, en una perspectiva de medio y largo plazo, al reducir
el impacto del dólar y por tanto de los EE.UU. en los mercados, puede
determinar una reversión del equilibrio actual que favorezca al bloque
capitalista liderado Anglosajón. Demuestra que sabe hacerse cargo de una
posible representación política del Sur y del Este global que puede imponer al
Norte una fuerte reducción de su papel de liderazgo. De ahí la urgencia de
atacar a Rusia, considerada con razón el motor de este proceso, antes de que
reúna a su alrededor tantos socios que resulte imposible superarla.
Rusia está bajo
ataque por lo que dice, lo que hace y lo que representa. Ser, una vez más en la
historia, un referente internacional para todos aquellos países que creen que
no deben someterse a las reglas imperiales que prevén la imposibilidad de
desarrollo y un papel distinto al que les asigna Washington.
33 años después
de que se retirara la bandera roja de los mástiles del Kremlin, la obsesión por
la Unión Soviética se ha convertido en rusofobia. La derrota estratégica de
Rusia sigue siendo la máxima aspiración de un modelo anglosajón que no puede ni
quiere tolerar ningún equilibrio de fuerzas militares, ningún equilibrio
político, ninguna competencia económica, so pena de una rápida desintegración
de su sistema.
Pero lo que
corre el riesgo de que ocurra es exactamente lo contrario. Bastan unos minutos
para que los misiles rusos pulvericen el imperio, empezando por las capitales
europeas. Pero aún menos son suficientes para comprender la locura de provocar
este epílogo.
Fuente: Altrenotizie
La izquierda europea se afilia a al-Qaeda
La izquierda europea se afilia
a al-Qaeda
DIARIO OCTUBRE / diciembre 29, 2024
Juanlu González (bitsrojiverdes.org).— Reconozco que mi capacidad de asombro no da
para tanto. Lo sucedido en torno a Siria en las últimas semanas y los pronunciamientos
de la izquierda sistémica han ido más lejos que nunca en las últimas décadas.
Desde aquello que llaman socialdemocracia hasta esa izquierdita que los medios
hegemónicos llaman «radical», han aplaudido hasta que les han sangrado las
manos el que terroristas de al Qaeda hayan conquistado un país. En el pasado
ocultaban su apoyo a los mercenarios yihadistas de la OTAN disfrazándolos de
«rebeldes moderados», pero a estas alturas ya nadie duda de que Hayat Tahrir
al-Sham es un grupo terrorista miembro de al Qaeda y así lo reconoce incluso la
prensa más atlantista que no tiene que esconderse ni maquillar la verdad,
sabiendo como saben que no hay ninguna alternativa a su discurso global en todo
Occidente.
Esa es la cruda
realidad, la izquierda europea hace mucho que es una sombra de lo que pudo ser
en el pasado. El caso de Die Grünen es paradigmático, aquella formación alemana
que basaba sus pilares en el ecopacifismo y el antiimperialismo, hoy es
irreconocible, su esperanzador verde chillón de antaño ha virado al verde
oliva. Se han convertido en férreos belicistas desaforados peores incluso que
los partidos conservadores de Europa. Partidos como Izquierda Unida del Estado
español, nacidos de un contundente no a la OTAN, hoy se afanan por cumplir los
compromisos atlantistas adquiridos con los Estados Unidos y sus dirigentes
dicen no entender a aquellos que se pronuncian contra el imperialismo
norteamericano.
Da igual que
los que han tomado el poder en Siria hayan estado ejecutando en público a
mujeres acusadas de adulterio hasta hace unos pocos días; da igual que los
hayamos visto decapitando a niños en vídeos por el simple hecho de ser
palestinos y suponer que eran pro sirios; no importa que sus líderes les
arranquen el corazón a los soldados de Damasco y se los coman en público
mientras ellos mismos lo graban (igual lo nombran ahora ministro de
alimentación). Hoy los vemos en las calles asesinando a musulmanes alauitas,
matando a jueces, colgando de excavadoras a partidarios del anterior gobierno,
quemando árboles de navidad en las calles de las ciudades… pero la izquierda
atlantista está exultante porque han derrocado a Bashar el Assad, culminando
así la «revolución popular» iniciada en 2011.
Sabemos de
sobra que la supuesta revueltas libias no fueron en defensa de la democracia ni
nada parecido, tampoco Gadafi reprimió a manifestantes pacíficos, informes
públicos occidentales, como el del Parlamento Británico, lo desmintieron sin
ambages, como también lo hizo el presidente progringo del Consejo Nacional de
Transición en televisión. Sabemos que británicos y norteamericanos organizaron
las revueltas sirias a través de mercenarios yihadistas, así lo admitió el
entonces ministro francés de exteriores Roland Dumas y lo pusieron de
manifiesto inequívocamente documentos filtrados por Wikileaks. Pero nada de
esto parecen conocer los líderes de la izquierda europea, que sólo se informan
por la prensa mainstream atlantista. De ahí a compartir básicamente su mismo
discurso solo hay un pequeño paso.
Para evitar episodios
de disonancia cognitiva que puedan poner en cuestión su particular visión del
mundo, la izquierdita cobarde se traga cualquier bulo o fake new otanazi sin
masticar. Así, el terrorista más buscado por EEUU, tras recortarle la barba al
más puro estilo Zelensky, ponerle una chaqueta y quitarle el turbante, ya es un
ex yihadista que se ha convertido en una persona respetable que va a iniciar
una transición democrática en Siria al estilo occidental, de la que vamos a
sentirnos muy orgullosos. Al Golani, nacido en Arabia Saudí y rebautizado con
ese topónimo para parecer un sirio de raigambre, ya ha reconocido que no le
molesta Israel, que no le quita el sueño el genocidio palestino, que Estados
Unidos es el líder único del mundo y que van a trabajar con ellos en el futuro
—como de hecho llevan haciendo desde siempre—. Curiosa forma de pensar de
un supuesto yihadista, para el que EEUU e Israel debería ser el gran
satán, su enemigo público número uno, ¿verdad? Tomad nota.
El mismísimo Netanyahu ha declarado que detrás de la caída de Siria estaba su propio gobierno. Biden también se ha apropiado públicamente del mérito del derrocamiento de Assad, pero los únicos que siguen defendiendo el increíble relato de la primavera árabe —eso sí, en diferido— son los líderes de la supuesta izquierda sistémica occidental, facción trotska incluida, e incluso algunos comunistas y anarquistas sumamente despistados. ¿Acaso alguien en su sano juicio podría pensar que es positivo que un grupo terrorista pueda llegar a gobernar un país? Pues eso es lo que aplauden al unísono el sionismo, el imperialismo… y la izquierda oficial occidental. Unidos para siempre, una vez más.
Fuente: bitsrojiverdes.org
*++