martes, 24 de diciembre de 2013

PARA TODOS LOS TRABAJADORES EN GENERAL, Y ESPECIALMENTE, A LOS QUE EN ESTA NOCHEBUENA TIENEN QUE TRABAJAR PARA MANTENER AL PAÍS EN PIE, MIENTRAS LOS ZURRACAPOTES, INCLUIDO EL REY, QUE LO HUNDEN SE EMBORRACHAN CON LOS CALDOS QUE NO HAN GANADO. FELIZ NOCHEBUENA


Po favó, po fa vó, sus lo pido. No me perdáis el tiempo viendo tontadas, useáse, el discurso navideño del Rey, habiendo otros que son tetica monja guay como el de abajo, dado por Mi Majestá Manuel Carlos I el Campechano y Último de España

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MAJESTAD REY, LA PARTE QUE ME TOCA DE SU CÍNICA E HIPÓCRITA FELICITACIÓN NAVIDEÑA DE ESTA NOCHEBUENA SE LA MANDA DE MIS PARTES A SU INTIMA CORINNA

El vídeo de abajo, que es la intervención pública de un médico en la televisión de Intereconomía, defensora a ultranza de la economía neoliberal del Partido Popular, que por cierto sus trabajadores están de huelga por no haber cobrado sus salarios durante meses, es una prueba más de la necesidad que tenemos todos, menos la banca y grandes empresas, de cambiar radicalmente, de raíz, el sistema que con nuestros silencios, miedos y alienación social y política estamos apoyando, puesto que no hacemos nada para cambiarlo.

Contrasta que mientras un médico denuncia el empeoramiento sanitario de los que menos tienen, porque el gobierno desvía sus fondos a las grandes mafiosos de la sanidad privada para asegurarles el negocio, a costa de los que menos tienen, el Rey gasta en médicos lo que no está escrito para ponerse hierros, arandelas y argollas por entre los huesos para repararle una avería mecánico que tuvo mientras estaba de francachela.

Moralmente esto dice poco a cerca del Rey, pero a favor de nuestra moralidad que consentimos pasivamente y que pagamos activamente, estas campechanadas del Rey tampoco dice mucho.

 

DON JUAN CARLOS I, REY DE ESPAÑA: SU FELICITACIÓN NAVIDEÑA, POR CUANTO USTED Y SU FAMILIA ESTÁN PRINGADOS DE CORRUPCIÓN HASTA LOS OJOS, LA RECHAZO RADICALMENTE POR CONSIDERARLA UNA OFENSA PERSONAL


EL REY DE ESPAÑA MATÓ A SU HERMANO (ACCIDENTALMENTE)

YO NO CREO DE NINGUNA DE LAS MANERAS que el hoy Rey de España, Don Juan Carlos I, siendo caballero cadete de la Academia General Militar de Zaragoza en 1.956, estando de vacaciones en Portugal, donde residían sus familiares, matara al hermano por cuestiones sucesorias o de celos, como demagógicamente podría ser tratado este desgraciado y luctuoso hecho.

Yo estoy absolutamente convencido de que se debió de forma absoluta a un accidente. Accidente que yo achaco a la inconsciencia y a la falta de madurez personal del entonces caballero cadete Juan Carlos, hoy Rey de España.

 Inconsciencia y falta de madurez personal que hoy le siguen acompañando, agravadas ambas por los actos inmorales que sigue cometiendo, y por el poder absoluto de que dispone para hacer lo que se le ponga en los cojones, al no existir ninguna ley que le limite esos poderes, o mejor dicho, por la existencia de una ley que, paradójica mente, le sitúa por encima de la ley.

Un dirigente que tenga sentido de Estado, con independencia de que sea campechano o no, y el Rey lo es, puesto que es ni más ni menos que el Jefe del Estado, no puede utilizar las leyes en favor de sí mismo, por muy legal que pudiera ser, sino que debe considerarla por encima de sí mismo y quedar sometido a la misma como cualquier persona, a fin de situarse en un plano ejemplar de moralidad con respecto sus gobernados, lo cual es la antítesis de la actitud del Rey Juan Carlos I. Y ejemplo de ello no faltan. Los más recientes y conocidos el caso de su propio yerno y su hija.

Por tanto, a don Juan Carlos I, Rey de España no le podemos exigir ningún tipo de madurez personal ni ningún tipo de moralidad, puesto que está sobradamente demostrado que carece de ellas.

Lo que si le podemos exigir, en tanto en cuanto nosotros tengamos noción de la dignidad personal propia, es que deje el cargo de Rey para abolir la monarquía, por la inmoralidad y lo atemporal de la institución misma, y que se someta a los tribunales para que responda ante ellos y ante nosotros de todas las ilegalidades cometidas, valiéndose de esa situación de privilegio que tiene al situarse, legalmente, por encima de la ley, que es la primera inmoralidad.

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