miércoles, 31 de julio de 2019

PUERTO RICO. QUE ME MAREO, OIGA, QUE ME MAREO. ES QUE SE LLEGA A UN PUNTO EN QUE YA NO SE SI ES PUERTO RICO BARRIO DE BILBAO O BILBAO BARRIO DE PUERTO RICO O TODO ESTO ES UN BARRIO QUE HAY QUE DARLE UN MENEO, O EL MANGONEO DE TOLEDO ES POR DONDE SE VA A SANTIFICAR EL ROBO DE LAS PENSIONES O LA HOSTIA, OIGA. QUE ES QUE ME ENTRAN LOS TEMBLEQUES, PORQUE CLARO, SI TE QUITAN ESTO, AQUELLO, LO OTRO Y AHORA QUE ME TIENES QUE VOTAR, PORQUE SOY TU SUSTITUYENTE, Y DEJATE DE TONTADAS CON ESO DEL REPRESENTANTE, PORQUE ES QUE VOY A SEGUIR QUITÁNDOTE, VERBO QUITAR: QUE TE QUITO, TE QUITO Y TE QUITO, ESTO NO, PORQUE YA TE LO HE QUITADO, PERO QUE VAS A TENER QUE TRABAJAR MÁS EN PEORES CONDICIONES Y POR MENOS DINERO, FIJO. POR ESTAS LO JURO..., PUES QUE ME DA, OIGAS. PERO ESO SÍ, NO TENGO NI PUTA IDEA DE POR DONDE ME DA EL AIRE, QUE ESO ES LO BUENO DE TODO ESTO


Puerto Rico en llamas



31.07.2019



La insurgencia popular en Puerto Rico derrocó a un gobierno corrupto, reaccionario y servil, que toleró con cabeza gacha el desprecio y los insultos de Donald Trump con ocasión del huracán María, en septiembre de 2017, y la “ayuda humanitaria” que el magnate neoyorquino fue personalmente a distribuir. Dado que la Constitución puertorriqueña de 1952 no prevé el llamado a elecciones en casos como el actual el mandatario renunciado deberá designar, antes del 2 de Agosto, a su sucesor. Una renovada presión popular podría hacer saltar por el aire la normativa colonial y forzar la instalación de un gobierno de transición pero parece muy poco probable que tal cosa pueda ocurrir. Otras alternativas, como una convocatoria a una Asamblea Constitucional, parecen más cercanas a la realidad, como se verá más abajo. El factor aglutinante de las imponentes protestas callejeras fue la descarada corrupción del gobernador Ricardo Rosselló, el fenomenal endeudamiento en que ha caído el gobierno de la isla y la filtración de sus chats reveladores de su homofobia, su misoginia y su desprecio por las principales figuras de la oposición e inclusive por las víctimas del huracán.

Lo anteriormente expuesto potenció los crónicos problemas sociales que afectan a ese maravilloso país, que logró frustrar el proyecto estadounidense de romper con sus tradiciones culturales, sus formas de sociabilidad, su lengua, su arte, su gastronomía, su música y sus bailes y convertirlo en una réplica caribeña de Atlantic City. Hacía falta contar con una férrea identidad nacional para resistir durante más de un siglo las presiones imperiales. Filipinas, otro de los trofeos de la guerra hispano-estadounidense, pese a ser mucho más poblada y extensa que la “Isla del Encanto” no resistió el embate cultural, político y económico de EEUU. Puerto Rico sí, y por eso es una nación tan “latino-caribeña” como la que más.

Dicho lo anterior cabría preguntarse por qué las grandes movilizaciones de estas últimas semanas no tuvieron en su agenda la cuestión del status colonial de Puerto Rico. Hay muchas razones para ello. El tema fue sometido a plebiscito popular en cinco ocasiones: en tres de ellas 1967, 1993 y 1998 la mayoría se inclinó por mantener la condición de “Estado Libre Asociado”, engañosa frase si la hay para un país que es una colonia de Estados Unidos y que no es ninguna de las tres cosas que proclama la fórmula del ELA, pergeñada por los norteamericanos y sus aliados en la isla, principalmente Luis Muñoz Marín, quien fuera el primer gobernador electo de Puerto Rico. En un nuevo referéndum convocado en el 2012 triunfaron los partidarios de la “estadidad”, o sea, la anexión a EEUU, pero las irregularidades en el proceso electoral y la gélida indiferencia de la Administración Obama ante este resultado condenaron el asunto al olvido. En 2017, el quinto referendo, la “estadidad” obtuvo un triunfo aplastante: 97 por ciento de los votos, pero con una bajísima tasa de participación que ni llegó al 23 por ciento que lesionaba gravemente la legitimidad del veredicto de las urnas. Al igual que en el 2012, irregularidades en la confección del padrón y ahora el militante desprecio de Trump consagraron la inutilidad de esa consulta popular.

¿Cómo interpretar estos sorprendentes resultados? Primero hay que recordar que el status colonial le otorga a los puertorriqueños la condición de ciudadanos de Estados Unidos y, por consiguiente, la posibilidad de entrar y salir del territorio estadounidense sin visas ni obstáculo alguno. En una parte del mundo dónde la migración a la metrópolis imperial moviliza a millones de personas cada año poniendo inclusive en riesgo su vida, precisamente como consecuencia de las políticas neoliberales que Washington impone a los países de Nuestra América, la ciudadanización si bien incompleta de la población boricua se convierte en un poderoso atractivo para mantener el status quo y archivar para tiempos mejores las aspiraciones independentistas, allí dónde la hubiere. Simón Bolívar advirtió precozmente el nefasto papel que Estados Unidos jugaba en la región y lo dejó sellado en una frase contenida en la carta que le enviara desde Guayaquil al Coronel Patricio Campbell el 5 de Agosto de 1829 y en la cual decía que “los Estados Unidos parecen destinados por la Providencia a plagar la América de miserias en nombre de la libertad.” La historia le dio la razón al Libertador y la política de Washington hacia esta región desde comienzos del siglo veinte fue sostener a través de sangrientas dictaduras un orden neocolonial surcado por la ancestral explotación de nuestros pueblos y las seculares injusticias y opresiones heredadas de la época colonial, mismas que la “modernización” introducida por el capitalismo dependiente propiciado por el imperialismo norteamericano no hizo sino agravar y, por lo tanto, alimentar una tan tumultuosa como interminable migración hacia Estados Unidos como única alternativa real de sobrevivencia en las empobrecidas regiones al sur del Río Bravo. La sumisión a la Roma americana se hizo efectiva a través de su permanente apoyo a las sangrientas dictaduras que asolaron a la región y en la interminable sucesión de invasiones, golpes de estado, magnicidios, operaciones desestabilizadoras, sabotajes y bloqueos económicos dispuestas por la Casa Blanca o, más recientemente, a través de los más refinados pero igualmente letales “golpes blandos” –casos de Honduras, Paraguay, Brasil y, con peculiaridades muy sui generis en Ecuador- o en la imposición de políticas inspiradas en el Consenso de Washington, en las últimas décadas del siglo pasado, y reactivadas recientemente cuando la oleada progresista que signó la política latinoamericana desde la asunción de Hugo Chávez a la presidencia de Venezuela, a comienzos de 1999, experimentó un importante retroceso que la tardía incorporación del México de López Obrador al así llamado “ciclo progresista” no alcanza a compensar. En una situación así se comprende que las millones de víctimas del “desarrollo capitalista” en la periferia traten de encontrar un futuro en la metrópolis imperial.

Decíamos “ciudadanía incompleta” o de “baja intensidad” porque a diferencia de los otros ciudadanos estadounidenses los de Puerto Rico carecen de los atributos que hacen a la soberanía popular: no pueden elegir a los miembros del Senado o la Cámara de Representantes del Congreso de Estados Unidos y tampoco están habilitados para participar en las elecciones presidenciales de ese país. Son ciudadanos de segunda, pero conservan el dudoso privilegio de servir –como reiteradamente lo hicieron- en las fuerzas armadas de Estados Unidos. Se estima que poco menos de un 10 por ciento de las destacadas en Vietnam eran puertorriqueños, mientras que en la población total los boricuas representaban apenas el 1.5 por ciento. Es evidente dónde Washington fue a buscar su carne de cañón.

La combinación entre las facilidades migratorias y la permanente y aplastante propaganda del imperio penetraron profundamente en la conciencia de las masas populares. Agréguese a lo anterior el hecho de que como ciudadanos políticamente impotentes aún así tienen acceso a un amplio repertorio de políticas de “welfare” financiadas con fondos federales y administradas de manera clientelística tanto por el Partido Nuevo Progresista como por el Popular Democrático que gobernara en el pasado. Esto incluye educación gratuita, cupones de alimentos, vivienda subsidiada o simplemente gratuita y bajo ciertas condiciones a perpetuidad, un cuantioso programa de seguros de desempleo y de atención médica como “Medicare” y “Medicaid”, mismos que brillan por su ausencia en gran parte del Caribe con la excepción de Cuba. Este dato es crucial para comprender las inquietudes que provoca en amplios sectores de las capas populares una eventual independencia de Puerto Rico -y con ello la pérdida de los “beneficios” que otorga la ciudadanía norteamericana. En otras palabras, el rechazo a la “estadidad” ha sido comprado con aquellas políticas que los gobernantes y altos funcionarios estadounidenses calificarían de “populistas” si se aplicaran en algún otro país latinoamericano. Políticas que, gestionadas de modo clientelar, han tenido como resultado una significativa destrucción del tejido social. Un ejemplo: investigaciones sociológicas demuestran que en algunos hogares hay tres generaciones de personas que jamás trabajaron en sus vidas y que han vivido a lo largo de décadas de del “welfare” del amo estadounidense. Por último no hay que olvidar que el imperio, a través de su control monopólico de los medios de comunicación ha alimentado sistemáticamente, y con gran eficacia, la idea racista de que las y los boricuas son incapaces de autogobernarse y que de hacerlo conducirían a Puerto Rico a una debacle equivalente a la que padece Haití.

A todas las consideraciones anteriores hay que agregar que Washington nunca manifestó la intención de otorgar la “estadidad” a la isla. Tal cosa convertiría en los hechos a Estados Unidos en un estado plurinacional, al estilo boliviano y eso es inaceptable por completo tanto para su clase dominante como para amplias mayorías de la opinión pública, máxime en medio de la ola de xenofobia que envuelve al país y que demagógicamente fogonea Donald Trump. Además, así como están las cosas la Casa Blanca consigue sin esfuerzo lo que más desea: contar con un punto de apoyo estratégico para la geopolítica del Gran Caribe con las doce bases militares instaladas en la pequeña isla. Además sus empresas se benefician porque tributan tasas impositivas más bajas y pueden transferir ganancias a sus matrices sin obstáculo alguno; y si bien la ayuda federal al país caribeño es importante lo cierto es que hechas las sumas y restas Puerto Rico sale perdiendo y EEUU ganando.

La paradoja, a resolver en el futuro, es la construcción de una fuerza independentista con capacidad de expresar en la arena político-electoral el ferviente nacionalismo –y, por momentos, el nada velado antiamericanismo- que caracteriza a la nación boricua. En los acontecimientos de las últimas semanas ha adquirido protagonismo un nuevo partido, percibido con esperanza por muchos de quienes se movilizaron y tomaron las calles de Puerto Rico. Se trata de Victoria Ciudadana, punto de convergencia de diversos sectores e inclusive de algunos viejos y respetados partidos minoritarios que luchan por la independencia. He sido informado que en esa nueva formación política hay muchas personas creen en la independencia o en una soberanía nacional acotada, una suerte de república soberana pero aún así manteniendo su “asociación” con Estados Unidos. La complejidad de la composición de Victoria Ciudadana no permite levantar sin más las banderas del independentismo, por lo cual se ha llegado un compromiso de promover la convocatoria a una Asamblea Constitucional para discutir el status de la Isla. Tema, que por supuesto, ha encontrado una respuesta pública favorable y podría tener imprevisibles desenlaces pero que en todo caso sería el principal –si no el único- punto de coincidencia y unificación de quienes constituyen esa fuerza política.

  Un elemento que agrega complejidad a la ya de por sí enrevesada coyuntura política actual está dado por el hecho de que hasta ahora al menos las grandes movilizaciones no han hecho crecer de modo significativo la adhesión al independentismo. Es más, no son pocos los protagonistas de aquellas luchas que señalan que hasta podría producirse un efecto exactamente contrario puesto que algunos creen que con el triunfo de la “estadidad” la ciudadanía boricua pasaría a gozar de los mismos derechos y habilitaciones que se garantizan para los demás estados de la Unión Americana. Llegan inclusive a escucharse voces que dicen que ante el maltrato sufrido a manos del equivalente isleño de los Republicanos (el Partido Nuevo Progresista del gobernador Rosselló) y de la Administración Trump un eventual triunfo de los Demócratas en las próximas elecciones presidenciales norteamericanas abriría el paso para poner fin a la “ciudadanía inconclusa”. El hecho de que la joven congresista estadounidense de ascendencia puertorriqueña, Alexandria Ocasio-Cortéz, una estrella en ascenso en el firmamento político de su país haya declarado este pasado sábado 27 de julio que “esto (el triunfo de las grandes movilizaciones populares) es solo el comienzo de un proceso de descolonización, un proceso de autodeterminación en el que la gente de Puerto Rico comienza a tomar su propio autogobierno en sus propias manos" añade a la complejidad de la situación pues en anteriores ocasiones se había manifestado a favor de la “estadidad” con el argumento que de ese modo los puertorriqueños accederían a los mismos derechos que cualquier ciudadana o ciudadano de Nueva York o cualquier otro estado de la Unión.

En suma, no nos equivocaríamos si concluyéramos que Puerto Rico es una nación sin estado (por supuesto que no es la única: ahí están los casos del País Vasco y Cataluña, sin ir más lejos) y, me permitiría agregar, un país con una sólida identidad nacional en busca de un instrumento político que la organice y represente. Pero esto es algo que, por ahora, no se vislumbra en el horizonte actual. Aunque nadie debería sorprenderse si la dialéctica de la crisis –gran maestra de los pueblos- produjera un súbito alto en la conciencia de las y los boricuas, y lo que hasta ayer parecía impensable hoy se convirtiera en algo factible. Claro está que el clientelismo del “welfare” y el pánico a perder esas ventajas conspiran fuertemente en contra del impulso independentista. Pero si tal cosa llegar a ocurrir, si esa Asamblea Constitucional llegara a avanzar en esa dirección sobre los hombros de una gran movilización popular produciría un verdadero terremoto en el tablero geopolítico regional y las reacciones de la Casa Blanca serían de una desenfrenada belicosidad. Conjeturar sobre este asunto ya es algo que excede los límites que me propuse para esta nota.

Notas:

* Agradezco Carolyn M Thomas, Esterla Barreto Cortez y Luz Miranda por las informaciones que me proporcionaron para elaborar esta nota. Por supuesto, los errores fácticos o de interpretación que pudieran existir en este escrito son de mi exclusiva responsabilidad.

** Una versión resumida de esta nota apareció en la edición de Página/12 del 28.7.2019
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martes, 30 de julio de 2019

ENTRE TODOS LA TENÍAN Y ELLA SOLA DIJO: "ANDA IROS Y QUE SUS DEN"



Crónica de cinco días, de fracaso en fracaso

30.07.2019


Terminó una semana cargadita de noticias. Política nacional de primer orden, e internacional con el protagonismo de EEUU y Reino Unido. Temas sociales, medioambientales y de violencia contra las mujeres; y hemos conocido datos sobre el mercado laboral. Comenzaba la semana con la sesión de Investidura, que el jueves, en segunda votación mostró el fracaso del presidente en funciones. 
 
Con el desayuno del día 22, conocimos el descubrimiento del mayor caso de canibalismo cósmico de nuestra galaxia. Resulta que la Vía Láctea devoró Gaia-Encélado hace 10.000 millones de años, según un estudio de astrónomos españoles. Este acto de canibalismo tuvo efectos beneficiosos. En la Vía Láctea resurgieron nuevas estrellas y hace unos 4.500 millones de años nació una enana amarilla en torno a la que se formaron los ocho planetas del Sistema Solar. Entre ellos la Tierra. No me digan que no es tierno; de un acto caníbal, surgió vida por primera vez, hace más de 3.000 millones de años.
Y de la ternura a la tragedia. Esta semana ha sido especialmente trágica, por el asesinato de tres mujeres, víctimas de la violencia de género, que es #terrorismomachista con resultado de muerte. Mientras el nuevo presidente de Murcia, López Miras presume de incorporar el término violencia intrafamiliar impuesto por Vox. El día 22, un hombre de 61 años asesinó a su mujer, de 57, en Calpe. La mujer presentaba una única herida de arma blanca en el tórax. Después, el hombre intentó quitarse la vida pero no lo consiguió. A la Guardia Civil no le constan denuncias previas. El mismo día 22, un hombre, sobre el que pesaba una orden de alejamiento, mató a su mujer en la localidad de Vilalba (Lugo). La pareja estaba en trámites de divorcio y ya no residían juntos. El cadáver fue hallado con heridas de arma blanca en el cuello en el garaje donde también apareció ahorcado su expareja. Otro hombre mató a su mujer en un piso de Terrassa en la madrigada del día 24. Después, se ha entregado a la Policía Nacional, donde ha confesado. Con este crimen machista, se elevan a 35 las mujeres asesinadas por sus parejas o exparejas en lo que va de año, y 1.010 desde 2003, cuando empezaron los registros; la tercera peor cifra de la última década.

Y el viernes 26 conocíamos que un hombre de 39 años, con antecedentes por violencia machista, ha matado a su hijo de 11, al que tenía que haber entregado a su madre. Después se ha ahorcado. Agentes de la policía local han encontrado los cuerpos en un domicilio de la localidad murciana de Beniel. Juristas critican la desprotección del menor que genera el régimen de visitas de los padres maltratadores. Algo hay que hacer con los canallas con instintos asesinos contra las mujeres, que no solo quieren matarlas, sino además causarles mayor sufrimiento, asesinando a sus hijos. La Guardia Civil había alertado de que el niño asesinado por su padre corría peligro.

El clima es algo que nos va a hacer padecer más de los que algunos creían. El planeta acaba de vivir el junio más caluroso de los últimos 140 años. Mientras, algunos se refieren a la teoría del cambio climático como "una tomadura de pelo", y que no piensan "malgastar más dinero en esta estafa" (punto 2, argumentario Vox). Las temperaturas globales en junio son las más altas desde que empezaron a tomarse registros en 1880. Los termómetros han estado 0,9 grados por encima de la media del siglo XX y en el Ártico y la Antártida ha habido récord de pérdida de hielo.

El día 25 conocíamos que Bruselas lleva a España ante el Tribunal Europeo, por el exceso de contaminación en Madrid y Barcelona. "No hay espacio para las excusas", ha dicho el comisario europeo de Medio Ambiente. Ecologistas en Acción culpan al PP de Madrid y sus socios de la denuncia europea y hace un repaso de las actuaciones del PP, tratando de boicotear medidas de otros grupos para mejorar la situación. Dos noticias más relacionadas: La actual crisis climática es la primera global en los últimos dos mil años. Las investigaciones concluyen que el 98% del planeta experimenta el calentamiento global, un hecho que manifiesta que "el impacto humano sobre el medio ambiente tiene una consistencia espacial sin precedentes. Más de 100 organizaciones apoyan la Huelga Mundial por el Clima del próximo 27 de septiembre, "En defensa del futuro, de un planeta vivo y de un mundo justo".

La Plataforma de Defensa de la Libertad de Expresión (PDLI) ha presentado ante Naciones Unidas un informe que refleja el grave deterioro que ha registrado el derecho a la libertad de expresión en los últimos años en España. El informe, se ha presentado en el marco del "Examen Periódico Universal", que evalúa la situación de los derechos humanos en un determinado país. En el informe se recogen los efectos de las llamadas "leyes mordaza" (como las sentencias contra tuiteros o artistas por enaltecimiento del terrorismo), la interpretación expansiva de los delitos de odio o las multas a periodistas por la Ley de Seguridad Ciudadana. La libertad de expresión y los derechos de reunión pacífica y de información, nunca pueden ser penalizadas; no es compatible con la democracia. Todo un panorama poco gratificante.

Esta semana hemos conocido los datos de la EPA. La tasa de temporalidad se sitúa en el 26,4%, cuatro décimas por debajo de la observada el año pasado. De cualquier forma, el paro, precariedad y rotación en el empleo son las señas de identidad del mercado laboral español. El número de ocupados crece en 333.800 y la tasa de paro cae al 14,02%, la más baja en una década. El total de ocupados se sitúa en 19.804.900 personas, su mayor nivel en diez años y el desempleo se sitúa en 3.230.600 personas. CCOO advierte de que el paro baja "a costa de engordar las cifras de empleo temporal" y prevé que la mitad del empleo creado se destruirá cuando acabe el verano.

En el ámbito internacional las cosas no van nada bien. El Gobierno de Estados Unidos retoma la pena de muerte tras dos décadas suspendida a nivel federal. El fiscal general estadounidense, William Barr, anuncia que solicita la pena capital para cinco presos y que las ejecuciones tendrán lugar entre diciembre y enero. Aunque algunos estados como Alabama y Misisipi aplican la pena capital, no se registran ejecuciones a nivel federal desde 2003. Actualmente, hay 62 reclusos en el corredor federal de la muerte.

Boris Johnson ganó las primarias del Partido Conservador y ya es primer ministro británico. El Gobierno de Johnson tiene hasta el 31 de octubre para dar luz verde al acuerdo del Brexit o prepararse para una salida caótica. El nuevo primer ministro ha prometido negociar "un nuevo y mejor" acuerdo con la UE, aunque Bruselas no tiene intención de renegociar el tratado. Johnson es excéntrico, pero no es tonto. Sabe que su mandato depende de su capacidad para cumplir con su promesa.

Si la semana comenzó con fracaso, terminó con otro sonado. En la primera votación, el candidato solo sumó el apoyo de los 123 de su grupo y el del PRC; 170 votos en contra y 52 abstenciones. Los potenciales aliados del PSOE le reprocharon que no haya negociado los apoyos para sacar adelante el Gobierno. "Primero son las políticas y luego el Gobierno", dijo hace tres años y ha repetido durante las últimas semanas. Tras aquella investidura fallida, Sánchez fue forzado a dimitir por su partido, para favorecer la investidura de Rajoy: ahora es él quien reclama la abstención del PP.

De cara a la segunda votación, Sánchez trató de repetir para la investidura el plan que le permitió llegar a la Moncloa hace un año, pero las conversaciones en el último minuto no cuajaron. (A favor 124, en contra 156, abstenciones 66) Los posibles socios que habrían permitido la reelección del presidente en funciones, critican que el PSOE no hiciera lo suficiente para negociar tras las elecciones del 28A. Las cosas no se han hecho como se tenían que hacer; el PSOE ha dejado pasar demasiado el tiempo.

Ahora, Sánchez evita revalidar la oferta de coalición a Iglesias y se limita a pedir a los otros tres grandes partidos que sean responsables para desbloquear la investidura. Sostiene que no se resigna a la repetición electoral, pero no aclara cómo piensa lograrlo. El Jefe del Estado Felipe de Borbón, ha comunicado a la presidenta del Congreso, su decisión de "no iniciar por el momento nuevas consultas" con los grupos políticos.

Un repaso por lo que dicen algunos medios de información. 'El País' destaca que El Gobierno da por cerrada la vía de una coalición con Podemos y que Casado descarta que el PP se abstenga en otra investidura. 'El Mundo' recoge que Feijóo dice que el PP "estudiará" una propuesta "sincera" del PSOE si no gobierna con Podemos ni independentistas. Para 'ABC', Calvo usa el Consejo de Ministros para trasladar la presión a PP y Cs y la Moncloa da por cerrada la vía de un Gobierno de coalición.

En 'eldiarioes' Irene Montero critica el "reparto equidistante de las culpas" y anima a "empezar una negociación sin líneas rojas". 'infoLibre' destaca que la vicepresidenta en funciones remarca que "ya no hay candidato" y que Casado, Rivera e Iglesias tendrán que explicar cómo pretenden evitar que haya que repetir elecciones, reabriendo la puerta a un pacto a la portuguesa. 'Público' titula que IU pide a Podemos que acepte un acuerdo programático aunque no haya gobierno de coalición. 'El Plural' destaca el artículo de Antonio Avendaño 'Anatomía de un fracaso', con Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. 'El Obrero' destaca que el PP dará un paso adelante si el rey designa a Casado como candidato alternativo. En la radiografía de un fracaso que hace 'CuartoPoder', destaca la idea de que ante la previsión de que la economía internacional se resienta y que Bruselas señale una nueva senda de austeridad, el acuerdo de gobierno con Unidas Podemos da miedo en algunos sectores de las filas del PSOE.

No ha habido pacto porque el PSOE no ha querido, y responsabiliza a Podemos de la falta de un gobierno de izquierdas, pero lo cierto es que nunca ha estado dispuesto a acordar un gobierno de coalición; sólo está interesado en un gobierno monocolor y en culpabilizar a los demás de su incapacidad para obtener los apoyos precisos para sacar adelante la investidura. Todo parece que el PSOE siempre ha preferido pactar con Cs.

Todavía se está a tiempo para llegar a un acuerdo antes del 23 de septiembre, por lo que desde ahora, toda táctica y estrategia, debe conducir a un Gobierno de progreso ya.
@caval100

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lunes, 29 de julio de 2019

O SEA, QUE LOS CASI 30 MIL MILLONES DE EUROS (QUIERE DECIRSE QUE CASI 30 MIL MILLONES DE EUROS, POR EL ARTE DEL BIRLE BIRLOQUE, Y PARA QUE LOS CAPITALES INVERTIDOS DE LA BANCA SEAN RENTABLES, SE LES QUITA A LOS TRABAJADORES) QUE PAGAMOS LOS ESPAÑOLES DE DEUDA PÚBLICA ATRIBUIDOS AL EJERCIRTO, SON 30 MIL MILLONES DE EUROS, 30 MIL MILLONES DE EUROS QUE SE NOS QUITA A LOS TRABAJADORES PARA HACER RENTABLES A LOS BANCOS. SOLO FALTARIA QUE EL DINERO QUE LOS BANCOS LE PRESTAN AL ESTADO SEA DINERO TAMBIEN DE LOS TRABAJADORES, POR EJEMPLO, DE LOS FONDOS DE INVERSIÓN DONDE ESTAN INVERTIDOS LOS DINEROS DE LA SEGURIDAD SOCIAL, CLLARO QUE AQUI LO IMPORTANTE ES QUE EL COLETAS EN LA COLETA LLEVA UN PELO MÁS LARGO QUE OTRO. ¡ESTO DE QUE EL COLETAS NO LLEVE EN LA COLETA LOS PELOS DE LA COLETA COMO DIOS MANDA NO HAY DERECHO! Y AHORA MISMO QUE ME SACO LA BANDERA AL BALCÓN.



BBVA y Banco Santander financian el 60 % del armamento en España

Rebelión

El Salto
27.07.2019

El estudio “Banca armada en España”, confeccionado por el Centre Delàs, analiza la inversión armamentística de las principales entidades financieras españolas.

BBVA y el Banco Santander son los campeones estatales de la financiación armamentística. Es la conclusión que se extrae del estudio “Banca armada en España”, elaborado por el Centre Delàs. En el documento se analiza la inversión financiera de las principales entidades de crédito españolas, que contribuyen a la industria armamentística en forma de créditos, pero también con la emisión de bonos y acciones. Las que más financian son BBVA y Banco Santander, que son fuente financiera en un 60 % para el sector armamentístico español. La financiación total en materia armamentística ascendió a más de 2.600 millones por parte de BBVA, mientras que el Banco Santander se dejó 2.525 millones de euros.
La que más créditos recibe es AECOM, seguida de Airbus Group, que es, asimismo, quien se beneficia en mayor porcentaje -con un 18 %- de las emisiones de bonos y acciones de las principales empresas de armas, a las que financia la banca española. El Centre Delàs dice, en su análisis, que “BBVA y Santander son las entidades que menos comportamiento ético muestran”, ya que dedican más de 5 mil millones en conjunto a fines bélicos en un periodo comprendido entre 2013 y 2017.
Por debajo de estas dos principales financiaciones se encuentran Bankia y las principales cajas del país. En total, la banca española ha contribuido con 8.622 millones de euros, la mitad de los cuales eran ayudas directas en créditos y préstamos; la otra mitad, ayudas indirectas en forma de fondos, bonos acciones, emisión de bonos y acciones de empresas de armamento.
Otra cosa que el Centre Delàs ve especialmente grave es que dos instituciones públicas figuren en este listado. Son el SEPI (Sociedad Estatal de Participaciones Industriales, dependiente de Hacienda) y el ICO (Instituto de Crédito Oficial). Entre ambas suman un 26 % de participación en empresas armamentísticas.
Estas empresas fabrican —directa o indirectamente, aclaran— aviones de combate, armas nucleares, buques de guerra, bombas, explosivos o municiones.

Fuente: http://www.elsaltodiario.com/banca/bbva-banco-santander-financian-el-60-armamento-espana

sábado, 27 de julio de 2019

POQUITILLO MÁS ALLÁ DE BILBAO, PERO TAMPOCO TAN LEJOS



Declaración de la Tercera Reunión de la Coordinación Política

TERCERAINFORMACION/ALBA Movimientos
26/07/2019



Declaración de la Tercera Reunión de la Coordinación Política de ALBA Movimientos

Sao Paulo, Brasil, 21 de julio 2019

Delegados y delegadas de Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Cuba, Haití, Guatemala, Panamá, Perú y Venezuela, realizamos la Tercera Reunión de Coordinación Política de ALBA Movimientos durante los días 20 y 21 de julio en Guararema, Sao Paulo, Brasil; después de dos intensos días en mística y debate, llegamos a un conjunto de lecturas y definiciones que queremos compartir con los pueblos de Nuestra América:
  1. El momento actual está marcado por una crisis múltiple del capital (crisis estructural, social, ambiental, de valores, de la clase trabajadora y crisis política) como modelo que no solo no logra satisfacer las necesidades de vida de la gente, sino que por el contrario pone en inminente riesgo la continuidad de la vida en el planeta. Vivimos una realidad de abismal desigualdad, donde cerca del 1% acumula la mayoría de las riquezas, mientras que la enorme mayoría vive en ciudades, sin empleo, servicios ni garantías sociales es la constatación del fracaso del capitalismo como alternativa de realización de la humanidad. El modo de producción, además apunta a la depredación de la diversidad y envenenamiento de la tierra y el agua. Este modelo se sostiene sobre una masa de 76 millones de migrantes económicos, que en verdad son refugiados económicos. Esta crisis se expresa en el desplazamiento de lo común y colectivo como base de la sociedad para centrarse en el individualismo, el egoísmo y el consumismo.
  2. El período histórico que vivimos a partir de la derrota del ALCA estuvo definido por la disputa continental entre tres proyectos políticos. El proyecto neoliberal impulsado desde países como Chile, Colombia, y Perú principalmente; el proyecto neodesarrollista empujado por Brasil y Argentina; y luego el proyecto del ALBA con referentes como Venezuela, Bolivia, Cuba, y Nicaragua. Hoy los tres proyectos están en crisis, podríamos decir que, con la caída de los gobiernos populares en Argentina y Brasil, la perspectiva neodesarrollista colapsó, pero también los países del ALBA viven el incremento de bloqueos y guerras híbridas que desestabilizan sus gobiernos y dificultan la vida cotidiana de las mayorías, con el objetivo de destruir el socialismo como proyecto histórico y la posibilidad de gobiernos populares con soberanía y posicionados contra el imperio Yankee. Pero incluso los países neoliberales viven la crisis de sus economías, de sus sistemas políticos y del estado-nación, con constantes protestas y lucha de masas como en Haití, Puerto Rico, Perú o Argentina. Las élites no logran un consenso en las mayorías para sus proyectos y eso lleva a una escalada represiva y terrorismo de Estado como en Colombia y en progresivo ajuste neoliberal endeudando el país por años frente al FMI, como Argentina y Brasil, este último gobernado por el fascista pro yankee de Bolsonaro. En octubre de este año se dará un capítulo importante en la disputa continental pues tendremos batallas electorales en Uruguay, Bolivia y Argentina; en este último el proyecto de Macri es un pilar para el neoliberalismo pro imperial, por eso es necesario que este tipo de gobiernos sean derrotados en las calles y en las urnas. En Bolivia se juega la continuidad del proceso de cambio, uno de los pocos gobiernos populares y revolucionarios que han logrado estabilidad política  y económica sostenidas.
  3. En consecuencia, los pueblos de Nuestra América viven simultáneamente el rigor de esas formas de reconfiguración de la crisis del capital, pero también la crisis de los proyectos latinoamericanos. A estos dos niveles de crisis se suma la crisis de la hegemonía imperial de los EEUU traduciéndose en una fuerte disputa contra China y Rusia en un momento de una transición geopolítica. Se trata entonces de una batalla en todos los ámbitos (militar, económica y política) por el control de la naturaleza, los mercados, la moneda, la tecnología y los gobiernos. Nuestra América toda, es territorio de esta disputa. Dentro de esta disputa geopolítica, la última fase de la revolución tecnológica digital lleva la guerra a internet, donde la privatización y la militarización son una realidad que aún no es percibida como un problema en nuestra sociedad y a nivel del trabajo interno de los movimientos sociales.
  4. Frente a esta agresión de los capitales nacionales y transnacionales, los pueblos de Nuestra América libran batallas ejemplares como la lucha de las mujeres en Argentina con importantes movilizaciones para reclamar sus derechos; las movilizaciones por la libertad de Lula, la heroica lucha y victorias del pueblo bolivariano en las calles y en las urnas; la movilización y resistencia popular en Colombia ante un gobierno criminal; los levantamientos populares en Haití, las masivas protestas en Puerto Rico; la reafirmación de la perspectiva socialista en Cuba al aprobar su nueva constitución; el desborde popular en las calles de Honduras contra un gobierno fraudulento y la derrota de opciones derechistas en México, entre otras luchas que se libran en Nuestra América, lo que reafirma que las fuerzas sociales y de masas que posibilitaron la victoria proyectos populares y progresistas, siguen en lucha y son la base para una contraofensiva popular.
  5. Las preguntas que nos hacemos en este complejo contexto son: ¿Qué nos corresponde hacer a los movimientos populares del continente frente a este momento histórico? ¿Cómo combatir la ofensiva imperialista de los EEUU en la región? ¿Cómo enfrentar los proyectos antagónicos a los intereses de la soberanía de los pueblos en Venezuela, Cuba y Bolivia ¿Cómo retomar niveles de unidad y movilización que permitan tensionar a la construcción del ALBA como proyecto continental de unión de los pueblos?
  6. En este sentido hemos consensuado la necesidad de iniciar un proceso en nuestros países sobre lo que han sido los últimos diez años, ya que en 2009 en Belem do Para nos planteábamos un conjunto de desafíos en términos de construcción de plataforma de lucha popular, hoy debemos analizar lo hecho y lo no hecho, los avances y las dificultades, los desafíos y las fortalezas en el contexto actual para actualizar nuestros ejes de lucha.
  7. Como ALBA Movimientos venimos con un proceso de debates de nuestra II Asamblea Continental, lo que nos permite lanzar al continente un documento: Bases para la Unidad en Lucha de Nuestra América, que hasta ahora es síntesis de las prácticas concretas de los movimientos que creemos en el ALBA de los Pueblos, y que consideramos nos puede unir en torno a seis grandes ejes estratégicos de lucha: (i) Unidad de Nuestra América e internacionalismo, (ii) Batalla ideológica, cultural y descolonización, (iii) Defensa de la Madre Tierra y soberanía de los pueblos, (iv) Economía para el buen vivir, (v) Democratización y construcción del Poder Popular y (vi) Feminismos populares. Este programa político se materializa en las acciones de lucha desde lo cotidiano; desde lo que hoy hacemos en nuestras organizaciones y países, y también identificando todo lo que podemos hacer de forma articulada como pueblos en lucha.
Bajo estas premisas convocamos a la realización de nuestra III Asamblea Continental de ALBA Movimientos para abril de 2020 en Santa Cruz, Bolivia, el llamado es iniciar una ruta de balance de este período transitado, los desafíos actuales, pero sobre todo nos hacemos el llamado a la unidad nuestroamericana para concretar un programa común de luchas que fortalezca y contribuya a la movilización popular conjunta y el reascenso de la lucha de masas.
  1. Ratificamos nuestro compromiso por la unidad de los pueblos del mundo contra el imperialismo, el patriarcado, el colonialismo y el capitalismo.
Expresamos nuestra condena al reciente asesinato del compañero Luis Ferreira da Costa, militante del Movimiento de Trabajadores Rurales sin Tierra de Brasil.

Exigimos el cese de los asesinatos a lideresas y líderes sociales, y ex guerrilleros de las FAR EP en Colombia, y que se cumplan los acuerdos de paz firmados en La Habana, y se retome el diálogo con el ELN.

Defendemos inclaudicable y concretamente a la Revolución Bolivariana, condenamos el bloqueo decretado por el gobierno de los EEUU y apoyamos a Nicolás Maduro Moros como legítimo presidente de la República Bolivariana de Venezuela.

Apoyamos la vigorosa democracia del pueblo boliviano y declaramos nuestro apoyo a la fórmula presidencial Evo-Álvaro para que den continuidad y profundidad al Proceso de Cambio.

Apoyaremos a nuestros movimientos populares que están trabajando para derrotar a Macri en Argentina, e incluso son parte de la principal formula de oposición: Fernández- Fernández.

Reiteramos nuestra histórica condena al brutal bloqueo de los EEUU al pueblo cubano y la reciente revitalización de la criminal Ley Helms Burton.

Saludamos el aniversario de la Revolución Sandinista y exigimos respeto por la soberanía y la paz de Nicaragua.

También saludamos el venidero Foro de Sao Paulo en Caracas, y esperamos que los partidos de izquierda del continente logren avances en la articulación junto a los movimientos populares para enfrentar los riesgos que afrontan nuestros pueblos.

Apoyamos la realización de la Octava Asamblea de los Pueblos del Caribe, 15 al 19 de agosto.
  1. Hemos definido una ruta de trabajo para los próximos meses:
  2. Seguiremos impulsando y profundizando la participación en la campaña #TrumpDesbloqueaVenezuela.
  3. Apoyamos y saludamos a la #CaravanaHumanitariaporlaVida en Colombia 5 al 13 de agosto.
  4. Nos sumamos, a partir de agosto, a la campaña de solidaridad con el compañero defensor de la privacidad digital #FreeOlaBini.
  5. Realizaremos de agosto a octubre una Campaña de apoyo internacional a la reelección de Evo Morales en Bolivia. #UnMardeAbrazosParaBolivia #SiYoFueraBolivianoVotariaporEVO
  6. No descansaremos hasta que Lula este libre por eso seguimos con la Campaña #LulaLibreJá).
  7. Rememoramos el 15 aniversario de la entrada y ocupación de la MINUSTAH en Haití y proponemos que en todo el continente nos solidaricemos.
  8. Estaremos presentes en el Encuentro Antimperialista de Solidaridad por la Democracia y contra el Neoliberalismo. La Habana, Cuba, del 1 al 3 de noviembre.
  9. Realizaremos la Reunión de Coordinación Continental de ALBA Movimientos en La Habana. 4 y 5 de noviembre.
  10. Proceso de Asambleas Nacionales preparatorias de la Tercera Asamblea Continental de ALBA Movimientos entre los meses de noviembre 2019 a marzo 2020.
Con Chávez y Fidel decimos
¡Unidad, Lucha, Batalla y Victoria!
Coordinación Política ALBA Movimientos
21 de julio de 2019

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viernes, 26 de julio de 2019

MARXISMO. LE PODEMOS LLAMAR COMO SE NOS PONGA SEGÚN LA CERVICAL NONA DE LA PARTE INFERIOR DEL TENDÓN DE AQUILES QUE RODEA AL PESCUEZO DE PARTE A PARTE, O SI SE PREFIERE, QUE ES TAMBIÉN UN NOMBRE CHUPI Y MUY RUMBOSO: BORRIQUITO COMO TÚ, TURURÚ, QUE NO SABE NI LA Ú. PERO EL MARXISMO LO CONSTITUYE EL MATERIALISMO HISTÓRICO, CIENCIA INSTAURADA POR MARX, Y EL MATERIALISMO DIALÉCTICO, FILOSOFÍA TAMBIÉN INSTAURADA POR MARX, QUE ES LO QUE HAY QUE ENTENDER Y HACER ENTENDER ENTRE LOS TRABAJADORES, DE MODO QUE SOBRAN TODOS LOS PAS, PES, PIS, POS, PUS Y POSTMARXISMOS QUE VIENEN A SER UNA ESPECIE DE BULERÍAS MÍMICAS DE SECANO PARA ESPANTAR LOS MOSQUITOS QUE NO HAY



Contra la razón populista
 
La vía muerta de Ernesto Laclau

Rebelión
Contretemps
26.07.2019

Los trabajos de Ernesto Laclau y Chantal Mouffe, muy discutidos en el ámbito académico desde hace varios años, se han extendido al ámbito político y han generado debates en el seno de la izquierda latinoamericana y europea. 
  En este texto, Stathis Kouvelakis se dedica a deconstruir la racionalidad de la política teorizada por Laclau bajo el término populismo. Con ese objetivo, propone discutir tres tesis: 

* La democracia radical propuesta por Laclau se base en el principio de una autolimitación que excluye cualquier idea de ruptura con el orden socio-económico capitalista y con los principios de la democracia liberal, que asimila a una empresa de tipo totalitario.. 

* Contrariamente a lo que afirma Laclau es la lucha de clases la que actúa como agente de de-reificación del sujeto político y no la razón populista. 

* La lógica hegemónica que alienta la razón populista no se corresponde con el objeto de la misma por dos razones: a) dado su estricto formalismo, adolece de una indeterminación de principio frente a cualquier movimiento real; b) No puede informar de sus propios efectos; por ej., de su transformación en posición hegemónica de poder. (Contretemps)
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La crítica postmarxista del marxismo 

Influenciado por la experiencia política de su país, Argentina, y por su compromiso en una corriente socialista del movimiento peronista, Laclau emerge en el ámbito intelectual como un marxista en la estela de Althusser y Poulantzas, planteando la cuestión de la ideología en el centro de la comprensión de la especificidad de los fenómenos políticos 1/. En los años 1980, junto a Chantal Mouffe, pone en marcha su aggiornamento teórico postmarxista como una contribución a la estrategia socialista; aunque volveremos ampliamente sobre ello, sitúan el socialismo como elemento de un proyecto de democracia radical. Esta toma de posición parece tanto más novedosa en la medida que despliega una densa terminología que Gramsci calificaría de subversiva, saturada de antagonismos, de cadenas de equivalencia, de articulaciones contingentes y otras posiciones subjetivas con una ostentosa radicalidad. Sin embargo, el sentido de esta radicalidad aparece de entrada como profundamente diferente al que la estrategia socialista, en sus diversas versiones, le ha atribuido; a saber: la ruptura con el capitalismo.

A lo largo de los capítulos de su libro, el fundamento teórico en el que se basa esta tradición, es decir, el marxismo, es objeto de una demolición total, orientada a demostrar su deficiencia fundamental; deficiencia que portan el conjunto de intelectuales y dirigentes que se reclaman de ella, más allá de la diversidad de sus puntos de vista. Enunciada de forma sintética, esta deficiencia sería la siguiente: en tanto que proyecto, movimiento y teoría política, el marxismo se basa en el presupuesto de un sujeto histórico-social unificado: la clase obrera encargada de una misión revolucionaria. Por otra parte, la unidad del sujeto en cuestión se basa en una visión determinista de las relaciones sociales, según la cual la centralidad de la lucha (y la consciencia) de clase está garantizada por la determinación en última instancia de la economía, hipótesis fundadora del materialismo histórico.

A partir de esta determinación, el marxismo pensó poder deducir, como una consecuencia necesaria, la existencia de un sujeto dotado de una consciencia de clase orientado a poner fin al capitalismo. En una palabra, el marxismo adolecería de fundamentalismo, término básico en la crítica postmarxista del marxismo, y debido a ello cada vez sería menos adecuado para comprender las formas de subjetivación y las coyunturas políticas contemporáneas. En otras palabras, el fundamentalismo no es más que un intento, ilusorio en el terreno analítico y vano en el terreno práctico, para superar la indeterminación de lo social y la descentralización de las formas de subjetivación. Frente a ello, el postmarxista pone por delante el papel constitutivo de las articulaciones discursivas, totalmente ajenas a lo social y las únicas susceptibles de superar, de un modo parcial, contingente y temporal, su estallido inherente y dar lugar a formas de subjetivación.

De este modo, el punto de vista postmarxista permite comprender la pluralidad irreductible de los sujetos políticos que suceden a la difunta centralidad obrera. A saber, los nuevos movimientos sociales (feminismo, ecologismo, movimientos de minorías), contribuyendo positivamente a su emergencia. Por ello, de lo que se trata es de clarificar el horizonte que se desprende de estos movimientos en el marco teórico enunciado. En otros términos: ¿cuál es el contenido preciso de la democracia radical que trata de integrar, pero sobre todo superar, la perspectiva del socialismo? Y, más en general, ¿cómo estructurar la relación entre ese social constitutivamente carente de unidad y la interpelación discursiva exterior que parece concentrar en ella las energías políticas de lo que ya no tenemos derecho de nombrar: la totalidad social?

Derrotar al capitalismo: entre el sinsentido y la tentación totalitaria 

La publicación de "Hegemonía y estrategia socialista" desencadenó vivas polémica que se referían tanto al carácter discursivo de su ontología social como al abandono de la política de clase en beneficio de los nuevos movimientos sociales. Algunos incluso vieron en ello la conclusión lógica de la refundación del marxismo emprendida en Francia por Althusser y que tuvo su prolongación en los trabajos sobre las clases sociales de Poulantzas. Otros se focalizaron en la extravagancia conceptual del post-marxismo; es decir, su constructivismo integral en base a recordar de forma razonable las tesis marxistas sobre la determinación de la economía o la centralidad del conflicto de clases. La demostración consiste entonces a exonerar a estos últimos de los reproches de reduccionismo y a sustraerlos al chantaje del todo o nada (el determinismo integral o la contingencia absoluta, la continuidad totalmente fundamentalista o la singularidad fluida de las construcciones hegemónicas, etc.) al que les someten Laclau y Mouffe 2/. Con la perspectiva del tiempo, se puede decir que estos debates expresan más la falta de energía teórica y política propia de los años 1980 que una confrontación como la que pudo suscitar el revisionismo de finales del siglo XIX y principios del XX. De todos modos, el reflujo del movimiento obrero y, en sentido inverso, el auge de los nuevos movimientos sociales, desarrollándose sobre ejes distintos de la lucha de clases, incluso en ruptura con ella, parecían confirmar la validez del giro postmarxista. Por ello el debate se desplazó rápidamente hacia el terreno definido por el propio Laclau y Mouffe: el del contenido del proyecto de democracia radical anunciado por su libro programático.

A partir de los años 1990, Laclau reorientó su posición para superar lo que percibió como un límite de su punto de vista anterior. En efecto, la crítica del fundamentalismo clasista apareció como una adhesión, típicamente posmoderna, a la fragmentación de las formas de subjetivación que deriva de la explosión de los particularismos que actúan en las lógicas sociales dominantes. Por ello, el acento se desplazó hacia las formas de construcción de un nuevo sujeto político, desconectado de cualquier presupuesto fundamentalista pero, al mismo tiempo, portador de un proyecto unificador, capaz de tomar el relevo al movimiento obrero. En sus grandes líneas, esta nueva articulación de los universal y lo particular reposa sobre el despliegue de la lógica hegemónica en tanto que vía de acceso a lo global, definido como espacio vacío, i.e. desprovisto de un contenido predeterminado, que lo particular intenta llenar sin lograrlo jamás 3/. Este intento totalmente necesario pero imposible es justo lo que impide cualquier cierre de la perspectiva de universalización en un sentido fundamentalista, como la noción del proletariado en tanto que encarnación de la clase revolucionaria. El reconocimiento del carácter limitado del sujeto política implica también romper con el doble postulado del pensamiento de la emancipación, entendido este en su sentido amplio, que engloba a la vez la ilustración y la tradición socialista que vino después: el de la ruptura dicotómica entre un antes y un después separados por un "acto fundacional plenamente revolucionario" de la sociedad, acto necesario para alcanzar una nueva sociedad "plenamente transparente", que eliminaría el conflicto y, más en general, la "alteridad radical". El primer aspecto se refuta en nombre de la antinomia entre, de una parte, la exigencia de radicalidad en la ruptura que presupone la existencia de un terreno (ground) común, antes y después de la revolución, sobre el que se opera la transformación radical en cuestión, y por otra, del cruce, de la discontinuidad que separa estos dos momentos y los hace inconmensurables 4/. El rechazo del segundo postulado parte de la necesidad de admitir "incluso la posibilidad de la eliminación de la alteridad radical" preconizada por la gran historia de la Salvación emancipatoria y su sustitución por las "dicotomías parciales y precarias constitutivas del tejido social (the social fabric)" de la que son portadores los "nuevos movimientos sociales" 5/. Así pues, se trata de aceptar la "naturaleza plural y fragmentada de las sociedades contemporáneas" y de inscribirla, para la puesta en pie de la lógica universalizadora esbozada previamente, en un espacio de equivalencia que "haga posible la construcción de una nueva esfera pública" 6/.

Será preciso esperar a finales de los años 1990 y a la emergencia de las diferenciaciones cada vez más agudas del lado de los intelectuales inicialmente agrupados, errónea o acertadamente, en el seno del postmarxismo y/o del postestructuralismo para que se pueda desarrollar un verdadero debate sobre estas tesis. En ese sentido, los intercambios entre Laclau, Žižek y Butler a finales de los años 1990 marcan un punto de inflexión 7/. A menudo, su dimensión polémica deja aparecer líneas de confrontación en las que lo que está en juego va más allá de las discusiones puramente especulativas sobre la ontología de lo social. Sin duda, por primera vez tras la polémica intramarxista de los años 1980 se cuestiona el significado de la puesta en cuestión del capitalismo.

Es Laclau quien plantea los términos del debate: hablar de ruptura con el capitalismo no es más que un significante carente de una referencia real; razonar de esa manera no es más que un residuo de la visión clasista-fundamentalista del mundo social. Para él, la cuestión crucial se debería formular de la siguiente manera: "¿Cuán sistemático es el sistema? 8/. A partir de ahí presenta dos soluciones: de un lado, la creencia en "leyes endógenas de desarrollo" que supuestamente garantizan la "destrucción del sistema", bien mediante su propio hundimiento o como resultado de la no menos mítica misión revolucionaria del proletariado; de otra, la comprensión de la sistematicidad en tanto que "construcción hegemónica", efecto totalmente contingente de dispositivos discursivos.

Evidentemente, planteada en estos términos, no cabe ninguna duda de cuál debe ser la respuesta. ¿Quién de entre nosotros osaría defender una mezcla (totalmente incoherente por lo demás) de ingenuo determinismo y de creencia mesiánica sobre la misión del proletariado frente al encanto de la apertura, de la contingencia y de la pluralidad de posiciones subjetivas? Por ello, prosigue Laclau, la distinción que hace Žižek entre "luchas internas en el sistema" y "luchas para cambiar el sistema" carece de pertinencia: "esas afirmaciones no significan nada… su anticapitalismo [de Žižek] no es más que una cháchara vacía… Sus llamamientos a derrocar el capitalismo y a terminar con la democracia liberal no tienen ningún sentido" 9/. La idea de una puesta en cuestión, al mismo tiempo, de la economía capitalista y de la democracia liberal suscite en el teórico argentino una verdadero estallido de ira. De ese modo, Žižek se ve acusado de querer retornar a los "regímenes burocráticos comunistas de Europa del Este en los que vivió" y, de ese modo, traicionar su propio pasado de disidente en la ex Yugoslavia titista.

Si descartamos sus polémicas formulaciones, ¿cuáles son las razones de fondo que le llevan a esta conclusión? Como hemos visto, Laclau rechaza por principio la idea "dicotómica" de la ruptura revolucionaria así como la visión de una sociedad emancipada que haya superado la "ambigüedad inherente a todas las relaciones antagónicas". Rechazando toda idea de cierre, defiende mantener una. "relación antagónica" en la que se trataría de "hacer actuar a los dos partes [a fin de] producir resultados que impidan a uno de ellos acapararlos de forma exclusiva" 10/. Hacia delante, el cambio social se debe pensar como un "desplazamiento de las relaciones entre los elementos; algunos internos y otros externos a lo que es el sistema". ¿Cómo interpretar estas alambicadas formulaciones? El resto de sus comentarios permite verlo más claro: "Cabría hacerse las siguientes preguntas: ¿Cómo es posible mantener una economía de mercado que sea compatible con un alto grado de control social del proceso de producción? ¿Qué tipo de reestructuración de las instituciones democráticas liberales se necesita para que el control democrático sea efectivo y no degenere en lo que podría ser la regulación de una burocracia todopoderosa? ¿Cómo debe concebirse la democratización para que tenga efectos políticos globales que sean, no obstante, compatibles con el pluralismo social y cultural existente en una sociedad dada?" 11/.

Más aún que la necesidad de preservar la economía de mercado, eufemismo habitual para designar el capitalismo, economía en la que las "instituciones democráticas liberales" se presentan como complemento indisociable y (mediando alguna restructuración) como única modalidad posible de la democracia sin más, es sin duda la última cuestión la más reveladora del contenido del proyecto intelectual de Laclau. En efecto, concibe la democracia radical como un proceso de extensión y de generalización de la lógica liberal-democrática a un creciente número de espacios sociopolíticos. Pero, atención: esta radicalización no debe superar determinados límites; precisamente aquellos que condicionan, en palabras de Laclau, el "pluralismo social y culturas en una determinada sociedad"; es decir, en buena lógica liberal, la economía de mercado y la propiedad privada.

Ya en un libro de 1985, Laclau y Mouffe planteaban una tensión constitutiva entre igualdad y libertad y remarcaban la necesidad de "equilibrar" la primera a través de la segunda para garantizar el carácter "plural" de la democracia 12/. Lo que les llevaba a la posición bien conocida desde las diatribas lanzadas por Edmund Burke y los intelectuales liberales ante la Revolución francesas, según la cual, la "lógica del totalitarismo" estaría en el seno de "todo intento de democracia radical", en la medida que la lógica expansiva de esa le empujar a "instaurar un centro que elimina radicalmente la lógica de la autonomía y reconstituye alrededor del mismo la totalidad del cuerpo social"< 13/.

Si el socialismo se inscribe en la continuidad de la radicalización del proyecto democrático que encarnó la Revolución francesa y, más en concreto, su ala jacobina, su presunto fracaso solo puede llevar a la exigencia de una autolimitación de la democracia. Desde el punto de vista de Laclau y Mouffe, de la misma forma que François Furet, el "totalitarismo jacobino" continúa siendo el riesgo inherente a todo proceso democrático, un riesgo del que nos puede proteger la creación de una "esfera pública común" 14/. Así pues, democracia radical, ma non troppo…

Una vez superada la lógica totalitaria del jacobinismo y de su heredero marxista, la "principal cuestión política" es la de elegir entre la "proliferación de los particularismos" (o su "unificación autoritaria", que no es sino la otra cara de la moneda) y los "nuevos proyectos emancipadores compatibles con la compleja multiplicidad de las diferencias que configurar la estructura (the fabric) interna de la sociedad actual" 15/. Esta insistencia en la "compatibilidad" del cambio social deseable con la estructura de las relaciones sociales existentes, definida a través del eufemismo típico del liberalismo como "el pluralismo de intereses", es muy sintomática. Los acentos "totalizantes" de la nueva problemática, que integra de forma selectiva elementos de la dialéctica clásica de lo particular y lo universal, no modifica lo más mínimo la orientación global, según la cual la cuestión reside en preservar como una riqueza esta "complejización de lo social" 16/ que caracteriza el actual orden social. Sobre todo, porque la plasticidad atribuida a este orden es casi ilimitada porque autoriza un despliegue continuo "siempre precario e irreversible" del proceso hegemónico que constituye "el punto de partida de la democracia moderna" 17/. Dicho de otro modo, todo pasa como si ningún obstáculo de orden estructural, dependiente precisamente de esta "heterogeneidad de lo social" no limitara la apertura al desafío permanente de todo "contenido" fijo que supuestamente caracteriza a la "sociedad democrática".

Incluso podríamos decir que, en ese sentido, Laclau va aún más lejos en su reformulación de la temática "antitotalitaria" en relación a sus tesis anteriores. En los años 1980, se trataba, en buena lógica liberal, de contrapesar y contener la lógica igualitaria por la de la "libertad". En la conclusión de un ensayo publicado inicialmente en 1992, llamaba a liberarse de la noción totalizante, dicotómica y escatológica de "emancipación" en beneficio de la de "libertad" 18/. En adelante, es la lógica de la propia libertad la que se debe auto limitar para no obstaculizar el "pluralismo": "la completa realización de la libertad equivaldría a la muerte de la libertad, porque se habría eliminado en su seno toda posibilidad de disenso". La conclusión sigue siendo fundamentalmente la misma: "la división social, el antagonismo y su necesaria consecuencia –el poder- son las verdaderas condiciones de una libertad que no elimina la particularidad" 19/. Es por ello que Laclau declara que "incluso si mi preferencia es por una sociedad liberal-democrático-socialista, para mí está claro que si, en determinadas circunstancias, me veo obligado a elegir una de las tres, me inclinaría incontestablemente por la democracia" 20/. Una democracia que, como lo hemos visto, se plantea como inseparable de la "competencia entre grupos" y del "pluralismo de intereses" inherentes a la "economía de mercado". Subordinar la igualdad a la libertad y el socialismo a la democracia, eh ahí el fondo del argumento que concibe la relación entre esos términos como ineluctablemente antinómica. El "nuevo imaginario político" de esta "democracia radical", constantemente sometida a autolimitarse, sigue siendo totalmente interna al del liberalismo. Nos encontramos pues, y es necesario remarcarlo, en las antípodas de los permanentes intentos de los marxistas heterodoxos por repensar la relación inmanente entre socialismo y democracia, bien sean el Lukács de El Hombre y la democracia, que redefinía el proyecto socialista como una democratización de la vida cotidiana atacando el núcleo de las relaciones de producción, o del último Poulantzas 21/, del que en un principio Laclau se pretendía su continuador, que disecaba el "estatismo autoritario" impulsado por el neoliberalismo ascendente y planteaba el socialismo como el único porvenir posible de las conquistas democráticas arrancadas a los de arriba por las clases subalternas.

La razón populista o la hegemonía como formalismo vacío 

La reformulación del proyecto de Laclau en términos de "razón populista" 22/ se puede comprender como una profundización de su investigación sobre las condiciones para llegar a la universalidad no-substancial de los sujetos de la política. Si se le compara con el manifiesto postmarxista de 1985, el cambio de tono es grande. A partir de ahora, en el centro del debate se sitúa la racionalidad propia de la política como construcción de sujetos unificadores, de "pueblos" o, de forma más exacta, de configuraciones siempre singulares, construidas en la contingencia de las coyunturas, del "pueblo". Por decirlo de otra forma, el "populismo" tal como lo define Laclau no es un régimen, ni un movimiento político particular, se reclame o no de esta denominación. El populismo no nos remite a ningún contenido social o político predeterminado; es la forma misma de constitución de lo político; una forma vacía que una pluralidad de "contenidos" trataran de llenar y ocupar –mediante una construcción hegemónica- sin jamás agotarla. Al contrario de lo que afirman sus detractores, esta forma es racional, muestra incluso una profunda racionalidad de la política moderna. En su núcleo se aloja un proceso de universalización provocado por el exceso irreprimible de "exigencias democráticas" particulares que surgen de la heterogeneidad de una sociedad diferenciada, en cualquier sistema sociopolítico dado. Este exceso revela a su vez la imposibilidad irreductible de una totalidad a satisfacer el conjunto de exigencias que se le plantean: una de ellas, al menos, chocará con la inadmisibilidad. De esta forma se abre la posibilidad de una "cadena de equivalencias" que permite a esta reivindicación particular entrar en resonancia con otras y romper con la "lógica diferencial", que consiste en tratar y satisfacer, cada una de las demandas tomadas por separado en forma de serie.
El "pueblo" se constituye en esta lógica metonímica en la que la parte se convierte en el nombre de la totalidad. La nominación se presenta así como el acto constitutivo de la política, que atestigua su carácter fundamentalmente discursivo. Pero la tensión entre la lógica diferencial y la de la equivalencia continúa irreductible: nada puede (¿o no debería?) eliminar la "diferencia", la singularidad. El "pueblo" sigue siendo una totalidad no completa, derivada de la imposibilidad de "concluir" en un modo de gestión la heterogeneidad constitutiva de lo social –o, sería necesario añadir, del fracaso a abolirla en un modo "totalitario". Se trata de una construcción regida por principio por la contingencia y la indefinición. La lógica inmanente a esta forma de vacío de la política no es otra cosa que la "hegemonía", que adquiere aquí una extensión máxima y se convierte en coextensiva de la racionalidad política o, lo que es lo mismo, de la "razón populista".

Detengámonos un momento sobre la acción definitoria, acto fundacional como acabamos de ver, que erige al "pueblo" como sujeto político. Según Laclau, no sería fruto de una operación conceptual (de conocimiento) porque eso llevaría a presuponer la unidad a priori de ese sujeto, una unidad directamente derivada de la inmanencia del funcionamiento social; o sea, un fundamentalismo. La acción definitoria es a la vez integralmente constitutiva y radicalmente contingente: la "heterogeneidad" de lo social significa que la reivindicación en torno a la que se puede establecer la cadena de equivalencia puede surgir de una multiplicidad de espacios (de "puntos de antagonismo"), sin jerarquía o posición privilegiada preestablecida: según las situaciones, se puede tratar de una lucha obrera, de una reivindicación nacional o social, del antirracismo o de la actitud ante un conflicto armado. Dicho de otra manera, el punto nodal es en sí mismo un elemento de la lucha hegemónica, de un discurso que le constituye "ontológicamente", y no un derivado o la expresión de una lógica de unificación preexistente, de un contenido "óntico" determinado y, muy particularmente, de una supuesta "determinación en última instancia por la economía".

El "populismo", entendido como el proceso genérico de constitución del sujeto-pueblo de la política, comporta por consiguiente una triple dimensión:

- La unificación de una pluralidad de demandas en una cadena de equivalencias que hace de la particularidad el nombre mismo de la totalidad perforada, sin por ello anular su particularidad, impidiendo con ello toda fijación definitiva, o substancial, de esta identidad unificada. Para decirlo con otras palabras, las particularidades no se suprimen en una unidad confusa, sino que se articulan en una cadena que produce, ella misma, una lucha contingente.

- Trazar una línea de demarcación que separa dos campos, el "pueblo" y su "adversario", dejando claro que ahí tampoco es inmutable esta línea, porque depende tanto de la modalidad sobre la que se establecer la hegemonía popular y el principio de exclusión que se deriva de ella, como de la capacidad del sistema para integrar las reivindicaciones que se le exigen, separándolas de la cadena en la que se articulan.

- La consolidación de la cadena de equivalencia en una identidad que es a la vez ruptura, el surgimiento de una singularidad inédita a través del acto de nominación y el establecimiento de una nueva disposición. En efecto, la dinámica hegemónica de la que es portador este sujeto reacciona a una dislocación sistémica e inscribe la pluralidad de las reivindicaciones en una misma superficie discursiva y simbólica. Se supone que esta consolidación supera el seudodilema del cambio gradual ("reforma")-revolución en beneficio de una exigencia fundamental, pero de tipo estrictamente transcendental-formal, irreductible a un contenido determinado: el de una opción a favor de un orden, de un "conjunto discursivo/institucional que asegure su propia supervivencia a largo plazo" 23/.

Seguramente, en la "razón populista" del último Laclau se puede reconocer una fenomenología general de la constitución política de identidades de grupos que emergen, al son de las coyunturas, a la escena histórica. Pero, justamente, el carácter descriptivo y formal asumido de este punto de vista plantea una cuestión fundamental: el de su estatus crítico; es decir, de su capacidad para orientar hacia alguna opción determinada, sea la que fuera. Rechazando la categoría dialéctica hegeiana de "negación determinada" 24/, Laclau propone explícitamente un marco transcendental, deducible a priori, de la forma de la lógica política como tal.

Autorreferencial, la construcción discursiva de la hegemonía se convierte así en la instancia constitutiva de todo movimiento político, independientemente de su orientación. E incluso si la mayoría de los "populismos" que analiza, desde los reformadores estadounidenses de finales del siglo XIX al comunismo italiano de la época de Togliatti y de la Larga Marcha de las tropas de Mao, al peronismo de su país de origen, son más bien de izquierdas, no por ello deja de ser cierto que se sitúan en el mismo continuum que los fascismos, los movimientos autoritarios y xenófobos: en sentido estricto, muestras una misma tipología 25/. Más en concreto, la reivindicación específica que permita articular una cadena de equivalencia puede consistir tanto en la exigencia del fin de las discriminaciones racionales como en el antisemitismo, en la liberación nacional como en el expansionismo colonial, en la reivindicación de un Estado social o en el populismo autoritario de Thatcher y de sus seguidores. La única salvaguardia, la distancia de lo social que es preservar negativamente la "apertura" y la "indeterminación": para ser compatible con la democracia, la lógica hegemónica se debe autolimitar para embridar cualquier voluntad de "sutura de lo social" que no puede conducir mas que a los totalitarismos.

Más allá de esta delimitación negativa, típicamente liberal, de la democracia, ¿en qué consiste la aportación del proceso hegemónico? El mismo reposa en la construcción de una fractura entre el "sujeto popular" y el "enemigo", que le hace propenso a consideraciones de "contenido", siempre susceptibles de desbordes totalitarios, fascistas o comunistas. Según Laclau, la "reivindicación democrática" que conduce a una cadena de equivalencias se define como tal de forma "estrictamente descriptiva"; es decir, formal, sin prejuzgar en nada su contenido y, en concreto, su contenido social. Es democrática en la medida que se plantea al sistema por una "especie u otra de gente sin recursos", lo que le confiere una "dimensión igualitaria" o, más exactamente, "igualitaria". Así, por ejemplo, el enunciado antisemita "en tanto que no-judíos todos somos iguales" es tan "democrático" como el enunciado totalmente contrario: "nosotros somos todos judíos alemanes" (excluyendo por tanto a los nazis y sus semejantes). Ambas cumplen la misma función reveladora de la imposible completitud de la totalidad social 26/. Esta definición puramente formal trata de expurgar de todo rastro de fundamentalismo, es decir de determinación socio-económica, la lógica política, de la que el "populismo" es el nombre. Sin embargo, más allá de rechazo de cualquier objetivo anticapitalista, esta concepción no logra captar la especificidad de la lógica "populista" que consiste en, como bien lo señaló Slavoj Žižek en la externalización del antagonismo social 27/: la fractura que divide al "pueblo-sujeto" de su "adversario" se concibe de entrada como una frontera que opone un "elemento externo", patológico e intrusivo, a un "pueblo" cosificado, exigiendo la vuelta a un funcionamiento "normal" de la totalidad social. Retomando los ejemplos que cita el propio Laclau, lo que hace del discurso cartistas un discurso populista es el hecho de que opone al cuerpo de los "verdaderos productores" (obreros, artesanos, independientes) una minoría de "vagos y parásitos", que acaparan la riqueza y se apropian del Estado gracias al sufragio censitario 28/. Del mismo modo, el discurso de los "progresistas" estadounidenses de finales del siglo XIX, o del movimiento peronista, opone un pueblo de gente ordinaria y humilde a minorías de "acaparadores", "oligarcas" vistos como monstruosas excrecencias del cuerpo, que ante todo es un cuerpo nacional, fundamentalmente sano 29/. Las consignas de los populistas contemporáneos no innovan nada, opongan el "pueblo" a la "casta" o a la "oligarquía"; incluso en las versiones contemporáneas del fascismo, a las "élites mundializadas" y a la "sumersión migratoria".

Vayamos más lejos: lo que es específico de los movimientos "revolucionarios" (en su sentido concreto: portadores de una puesta en cuestión del conjunto del orden social existente) es que, justamente, no se constituyen en torno a "reivindicaciones", presuponiendo el Otro de un sistema apto o no para satisfacerlas 30/, sino en torno a "consignas" que apuntan al sistema condensando los puntos de ruptura de su lógica de conjunto tal y como emergen en la coyuntura 31/. Y esta condensación es algo muy distinto a la simple "transparencia" de un supuesto principio unificador, interno a lo social, como lo sugiere Laclau cuando polemiza con el marxismo 32/: unifica el conocimiento de la situación con la definición de la tarea política que corresponde a la singularidad de la coyuntura. La consigna cristaliza "el análisis concreto de la situación concreta", para decirlo como Lenin, en la medida en que interviene para transformarla, produciendo efectos inéditos de subjetivación (de "cuerpos políticos") y modificando las líneas de demarcación. En otras palabras, cuando los actores implicados actúan se hacen cargo de la misma para actuar y modificar la relación de fuerzas y el curso de los acontecimientos. El "efecto-consigna" indica de ese modo la materialidad del discurso, que hace de ella un principio activo y no el "reflejo" pasivo de una substrato preconstituido, supera la fractura entre el nombre y el concepto, la acción y el conocimiento. Se refiere a su inscripción en una situación concreta, su articulación a una cadena de prácticas hechas de cuerpos en movimiento, de instituciones, de actos de lenguaje, de modalidades de acción; en resumen, de prácticas materiales que no podrían reducirse a una "multiplicidad" informe, no estructurada.

Es por ello que lo propio de los movimientos revolucionarios que se referencias en la lucha de clases y no en la simple oposición entre el "pueblo" y sus "enemigos", reside precisamente en su concepción del sujeto de la política como entidad contradictoria, no cosificada. Hay "contradicciones en el seno del pueblo", para hablar como Mao, lo que puede significar también: el "pueblo" no es otra cosa que el conjunto (estructurado) de sus contradicciones 33/. Para decirlo de otra manera, si cualquier movilización política es, a un grado u otro, inevitablemente interclasista, lo propio de un movimiento "populista" será de negar las contradicciones inherentes a esa diferenciación interna. La referencia al "pueblo" deja entonces de operar como un operador de unificación política de los grupos subalternos y se convierte en un vector de neutralización ideológica del antagonismo fundamental. De ahí el papel decisivo, en los movimientos propiamente "populistas", del jefe carismático, que a menudo le confiere al movimiento su nombre (peronismo, kemalismo, etc.). Contrariamente a lo que afirma Laclau, es la referencia a las contradicciones de clase lo que actúa como operador de la deconstrucción de la unidad reificada de la "gente" proyectada por la "razón populista", sin plegarla por lo demás a la perdida "pureza" de las oposiciones de clase, que no tiene sentido más que a un alto nivel de abstracción analítica. También es ella la que permite analizar la naturaleza compuesta de estas fuerzas, identificar sus polaridades y contradicciones y, finalmente, decidir sobre su potencial anticapitalista. Un potencial que se refiere a la complejidad de las configuraciones de clase que actúan en cada situación y no solo al resultado contingente de una lucha alrededor de un significante flotante.

¿Hegemonía sin poder?

En las elaboraciones marxistas originales, las de Lenin y Gramsci, la noción de hegemonía se pensable de entrada en la perspectiva de la conquista (y el ejercicio) del poder por el bloque histórico de los subalternos portadores de una idea nueva de organización de la sociedad y de la civilización. Desde este punto de vista, la "lógica hegemónica" de Laclau procede mediante una doble inversión. Por una parte, como lo hemos visto, para evitar caer en la trampa totalitaria, rechaza toda idea de transformar la estructura de las relaciones socio-económicas; por otro, y es a este aspecto al que tenemos que prestar atención, elude la cuestión de la conquista del poder del Estado para preservar el juego flexible y perpetuamente "reversible" de los poderes difusos en el seno de la "sociedad civil".

Ahora bien, en una perspectiva de construcción hegemónica, parece difícil contentarse con construir discursivamente al adversario en el campo aislado de la confrontación política. En un momento u otro, la propia dinámica de la hegemonía planteará inevitablemente, si es que las palabras tienes aún un sentido, la cuestión de desplazarle del poder; es decir, de reemplazar una forma de hegemonía por otra. Dicho de otra manera, desencadenando una dinámica de hegemonía, el [sujeto] desfavorecido no puede permanecer eternamente como tal; llega un momento en el que, si logra adquirir la hegemonía, sale de su condición subalterna para acceder a una posición hegemónica de poder.

Es cierto que, en ocasiones, Laclau se refiere favorablemente al punto de vista de Sorel (o del Sorel leído por el joven Walter Benjamin) sobre la "huelga general revolucionaria" distinta de la "huelga general política" en el sentido que su objetivo no es "un cambio del sistema de poder" sino "la destrucción del poder como tal" 34/. Enfrentándose a la "propia forma del poder" se convierte en portadora de un objetivo propiamente universal. Ahora bien, los movimientos populistas que cita Laclau son, en su totalidad, movimientos orientados hacia la conquista del poder político, habiéndolo ejercido de forma concreta en ocasiones, y en ningún caso a experiencias libertarias orientadas a "destruir el poder" o a construir relaciones sociales alternativas en el seno de espacios autónomos liberados del estado. El peronismo, en cuyo seno inicio su militancia y que ha estado siempre en el centro de su reflexión, constituye su hipótesis. Así pues surge la sospecha: ¿las categorías de Laclau no son inadecuadas al objetivo que se plantea, es decir, a la comprensión de las dinámicas que permiten (o no) tener éxito a un "populismo opositor", o sea, transformarse en "populismo en el poder"?

Sigamos; la discusión propuesta en La razón populista del caso turco, es sin duda el ejemplo más revelador al respecto. Según Laclau, "el populismo de Ataturk presupone una comunidad unificada, desprovista de fisuras internas" 35/ en la medida en que se basa en la congruencia entre una concepción "solidaria", corporativa de la estructura social, y un nacionalismo que "pone el acento en una identidad homogénea y la supresión de cualquier particularismo diferencial". Este nacionalismo da forma al "estatismo" del proyecto kemalista, que extiende el área de intervención legítima del Estado al conjunto de las esferas sociales. No obstante la conclusión que se extrae de este análisis no puede sino sorprendernos. Ataturk habría sido "incapaz de seguir una vía populista" porque "su homogeneización de la nación realizó no a través de las cadenas de equivalencia entre las exigencias democráticas efectivas, sino a través de una imposición autoritaria" 36/. No fue sino "durante la guerra de la independencia que se dio tras la primera guerra mundial que el kemalismo se apoyó, en cierta medida, en la movilización de masas" 37/. La debilidad de estas distinciones salta a la vista: ¿podemos imaginar una "homogeneización de la nación" que se realice sin la intervención "desde arriba", es decir del Estado, y que se base en la articulación de demandas que vienen de "abajo"? ¿Existe una discontinuidad total entre el kemalismo previo a la toma del poder y el que llegó a tomar las riendas del Estado, o más bien, por el contrario, no habría que ver en esta trayectoria un caso ejemplar de la dinámica de los movimientos nacional-populistas? En definitiva, ¿representa Ataturk una desviación de la "razón populista" o, por el contrario, una excelente ilustración de su profundad verdad?

Esta incapacidad para dar cuenta de un verdadero cambio de la hegemonía, en el sentido gramsciano de un bloque en el poder que sucede a otro, resulta aún más chocante cuando Laclau se inventa una oposición totalmente ajena al intelectual comunista italiano, entre el "convertirse en Estado" de un grupo subalterno y la "conquista del poder" 38/.

La aporía de "convertirse en Estado" de la "razón populista" reducida a una gramática formal de la constitución de las subjetividades encuentra su contraparte en la incapacidad a explicar el movimiento opuesto; es decir, la lógica de la desintegración del bloque populista. Según él, la configuración populista deja de ser operativa cuando se impone la lógica diferenciadora, mostrándose capaz de quebrar la cadena de equivalencia, extrayendo de la cadena de equivalencia un o, por interacción sucesiva, varias de las exigencias que integra en su actividad de gestión. Es en estos términos en los que analiza, a partir de los trabajos de Gareth Stedman Jones, el fracaso del cartismo: la transformación de las políticas estatales a partir de finales de los años 1840, en el sentido de la adopción de una legislación social y de una regulación de las fuerzas del mercado, hizo inoperante el discurso cartista clásico, que politizaba las demandas particulares a través de la oposición frontal al Estado asimilado en bloque al enemigo. "Dando satisfacción a demandas sociales individuales" 39/, el Estado quebró las cadenas de equivalencia, los lazos creados entre la clase trabajadora y las clases medias y las modalidades de construcción discursiva de una articulación hegemónica. A partir de ahí, las demandas obreras estarán formuladas por el sindicalismo moderno, en tanto que demandas sectoriales, con el objetivo de llegar a una negociación en el marco delimitado por la acción del Estado. La "hegemonía burguesa" se construye así, "infaliblemente", a través de la "primacía de la lógica de la diferenciación frente a la lógica de la equivalencia" 40/. No habría mucho que objetar a este análisis, nada origina por otra parte, si no fuera porque lo propio dela hegemonía burguesa basada en la "negociación diferencial de las demandas en el seno de un Estado social amplio" 41/, consiste en que no integra, como lo desearía Laclau, de forma discreta "demandas individuales" sino cadenas de equivalencia, lógicas sociales coherentes y expansivas, en la medida que sean compatibles con las bases de las relaciones capitalistas. Lo que distingue la forma política del "Estado social" keynesiano de una simple suma de concesiones puntuales a las reivindicaciones de las clases populares reside precisamente en la coherencia, es verdad que relativa y no desprovista de limitaciones internas, de un compromiso social que durante décadas garantizó la estabilidad del "Estado social".

Esta realidad incontestable muestra la dimensión profundamente problemática de la categoría de "exigencia democrática": en tanto que demanda dirigía a Otro (el sistema, el poder, el grupo dominante, etc.) no puede imaginar su propia transformación hegemónica, su superación/abolición al "convertirse en Estado". Además, no puede concebir las demandas en cuestión mas que como forma de singularidades diferenciadas, desprovistas de relaciones internas, sin encontrar un principio de puesta en relación y de unificación mas que a través de un discurso exterior a ellas mismas, que es el único que permite superar la supuesta "heterogeneidad radical de lo social". Dicho de otro modo, no permite pensar los fundamentos de las demandas en cuestión en las relaciones sociales y, por consiguiente, la relación entre la política y las condiciones socio-económicas, que Laclau aglomera en la expresión comodín "heterogeneidad de lo social". Esta heterogeneidad se presenta como un dato casi-natural, que no se puede transformar materialmente, sino solamente re-articular en un plano simbólico, es decir, definido de forma diferente a través de un significante vacío, susceptible de representar la incompletitud de la totalidad social. La distancia entre esa posición y la reducción de la empresa hegemónica a una cuestión fundamentalmente retórica se reduce a poco, y parece que Laclau la atraviesa cuando convierte la capacidad de los discursos a suscitar cierto tipo de "imaginario político" en el factor determinante para el resultado de una lucha política 42/. De ese modo resulta impensable no solo una intervención política "revolucionaria" orientada a revertir el sistema, sino también un auténtico proyecto reformista/social-demócrata en el que el potencial hegemónico se base ante todo en su capacidad para modificar los aspectos fundamentales de la relación capital/trabajo en un sentido favorable a las clases dominadas.

La artimaña de la razón postmarxista 
 
En el fondo del problema encontramos la posición "ontológica" fundamental de Laclau, que simboliza su giro postmarxista, según el cual todo pensamiento de la objetividad social, que le confiera una estructura interna contradictoria (por consiguiente, transformable) sería sinónimo de postulados "fundamentalistas", incompatibles con la dimensión constitutiva de las articulaciones simbólicas y políticas. A esta concepción, que se supone que el marxismo comparte con otras corrientes de pensamiento, se opone la tesis según la cual "el antagonismo no es inherente a las relaciones de producción sino que se establece entre las relaciones de producción y una identidad que le es exterior" 43/. Curiosamente, esta concepción de las relaciones de producción como ajenas al antagonismo lleva a Laclau a acusa al marxismo de querer "derivar[la coherencia del capitalismo en tanto que formación social] de su propia lógica endógena", ella misma "fruto del análisis lógico de las contradicciones implícitas de la forma-mercancía" 44/. Esta extravagante acusación –sería muy difícil encontrar un solo análisis marxista, incluso los más economicistas vulgares, que pretenda derivar la dominación de clase en el seno de una formación social de un simple análisis lógico-dialéctico de las formas más abstractas del modo de producción- sirve aquí de cortafuegos a una aporía interna a su propia construcción: su incapacidad para pensar los movimientos hegemónicos enfrentándose a lo que Laclau reconoce sin embargo como una "evidencia"; a saber, que la "centralidad de la economía… es el resultado del hecho evidente de que la reproducción material de la sociedad repercute más que otras instancias sobre los procesos sociales" 45/. "Hecho evidente" pero sin embargo impensado. Sin duda, he aquí por qué el "nombre de los nombres" que debía otorgar la clave de la racionalidad política, es decir el "pueblo", a fin de cuentas no tiene ninguna justificación. Porque, una de dos: o bien el pueblo marca un tipo de positividad proteiforme, garantizando un tipo de permanencia a el mismo de la substancia "popular", solución rechazada por Laclau –a pesar de sus repetidos guiños a términos como el de "plebe" o "desposeídos"- porque contraviene al "anti-fundamentalismo" de principio; o bien, como lo afirma explícitamente, estamos ante una discontinuidad entre configuraciones subjetivas absolutamente singular 46/, cuyo único elemento común está en la continuidad del nombre que se le otorga por el hecho de constituirlos en sujetos de la política. Lo que significaría que el nombre de "pueblo" constituye un elemento común, el único pero en un sentido puramente formal, de la subjetivación política moderna tal como emerge de la Revolución francesa a la Gran Marcha, de Octubre del 17 al peronismo, del comunismo occidental del período de los "Treinta Gloriosos" a los movimientos de extrema derecha actuales. Afirmación de la que lo menos que se puede decir es que resulta difícil a demostrar… Por lo tanto, no es por azar que el libro que teoriza la "razón populista" se contente de enumerar con premuera "ejemplos" concretos, rápidamente yuxtapuestos, sin detenerse demasiado en el análisis de situaciones específicas y de las verdaderas secuencias históricas.

La dificultad de esta elaboración para dar cuenta de su propia posición, en otros términos, su déficit reflexivo y de contenido crítico, se muestra de forma clara. En efecto, unas veces Laclau pretende que lo único que hace él es "describir" las demandas, proponer una "tipología" de los procesos políticos autorreferenciales, contingentes y singulares; otras, recurre lo que se habría que calificar de intento de determinación de los procesos en cuestión por tendencias atribuidas a la evolución social; es decir, a una forma de objetividad preexistente a las operaciones discursivas de constitución de lo social 47/. Así pues, se plantea la cuestión de la coherencia de las críticas dirigidas al marxismo. Porque una de dos: o el marxismo está superado, sin más, en tanto que teorización correcta de un momento histórico ya superado, el de una sociedad "más homogénea" que la que vivimos actualmente 48/, o está viciado de "fundamentalismo" desde el principio, porque se basa en una ontología social errónea (reductora, determinista, teleológica, etc.).

Cierto, se puede decir que Laclau jamás ha negado "una efectividad histórica a la lógica de las posiciones estructurales diferenciadas" contentándose con diferenciarla de la idea de una "infraestructura que puede determinar, por ella misma, las leyes del movimiento de la sociedad" 49/. Pero, en ese caso ¿cómo relacionamos la "ontología social" centrada en el discurso que sirve de base para todo el enfoque de este bosquejo alusivo a la teoría del cambio histórico? En efecto, Laclau parece admitir que es el "capitalismo globalizado" la "etiqueta sobre la que se pueden subsumir… las condiciones interdependiente" que son "la causa del desplazamiento del equilibrio creciente a favor de la heterogeneidad [social]" 50/. Y continúa señalando que "no podemos comprender el capitalismo como una realidad puramente económica, sino como un complejo en el que las determinaciones políticas, militares, tecnológicas y otras, cada una de ellas con su propia lógica y una cierta autonomía, forman parte del movimiento de conjunto. En otros términos, la heterogeneidad forma parte fundamental del capitalismo" 51/. Una tesis nada original y que lleva, para citar un comentario hecho por Marc Saint-Upery a "plantearse si realmente teníamos necesidad de toda esta maquinaria teórica para llega a conclusiones tan poco impresionantes" 52/.

Este recurso, en apariencia paradójico, a una "ontología" de lo social tan trivial como incompatible con la razón (de ser) populista no se puede comprender mas que como un intento de dar contenido, una apariencia de concreción, a categorías que han naufragado en una mala abstracción. Por una inversión irónica final, es una especie de "marxismo espectral", de una variante particularmente evolucionistas e historicista; en dos palabras: un marxismo "vulgar" en el preciso sentido que Marx calificaba de "vulgar" la economía política que sucedió a los "clásicos", que vienen a abrazar un "postmarxismo" empeñándose en liquidar la idea misma de la revolución.

Notas
1/ Cf. Su primer libro fue publicado en inglés: Politics and Ideology in Marxist Theory, New Left Books, Londres, 1977 – reedición Verso, Londres & New York, 2011.
2/ Cf. respectivamente Ellen Meiksins-Wood, The Retreat from Class. A New « True » Socialism, Verso, Londres & New York, 1986 y Norman Geras, Discourses of Extremity. Radical Ethics and Post-Marxist Extravagances, Verso, Londres & New York, 1990. Cf. También la respuesta de Laclau y Mouffe, "Post-Marxism Without Apologies", New Left Review, I/166, noviembre-diciembre 1987, p. 79-106.
3/ Cf. Sobre todo, Ernesto Laclau, Emancipation(s), Verso, Londres & New York, 2007 (1ª edición 1996).
4/ Ibid. p. 4.
5/ Ibid. P. 17.
6/ Ibid. p. 65.
7/ Judith Butler, Ernesto Laclau, Slavoj Žižek, en Contingencia, Hegemonía, Universalidad. Recordemos que los primeros trabajos de Slavoj Žižek en lengua inglesa fueron publicado en la colección dirigida por Laclau en ediciones Verso y él mismo era citado asiduamente como lacaniano idiosincrático por las figuras de proa del postmarxismo.
8/ Ernesto Laclau, "Construyendo la universalidad", en Contingencia, Hegemonía, Universalidad, op. cit., p. 292.
9/ Cf. respectivamente, Ernesto Laclau, "Structure, History and the Political", en Contingencia, Hegemonía, Universalidad, op. cit., p. 206 y "Construyendo Universalidad", ibid., p. 290.
10/ en Contingencia, Hegemonía, Universalidad. 28 : "la ambigüedad, en tanto tal, jamás puede ser resuelta".
11/ Laclau, "Construyendo la universalidad", en en Contingencia, Hegemonía, Universalidad…, op. cit., p. 293 – subrayados míos.
12/ Ernesto Laclau, Chantal Mouffe, Hegemonía y estrategia socialista, , p. 184.
13/ Ernesto Laclau, "Structure, History and the Political", op. cit., p. 186.
14/ Op. cit., p. 65.
15/ Ernesto Laclau, "Identidad y Hegemonía", en Contingencia, Hegemonía, Universalidad…, op. cit., p. 86.
16/ "Una sociedad democrática no es aquella en la que el mejor contenido domina de forma sin ser cuestionada, sino más bien, una sociedad en la que nada está definitivamente asentado y donde siempre existe la posibilidad del reto", Emancipation(s), op. cit., p. 100.
17/ "Como la sociedad cambia con el paso del tiempo, este proceso de identificación [del significante vacío] siempre será precario y reversible, diversos proyectos o voluntades tratarán de hegemonizar los significantes vacíos de la comunidad ausente. El reconocimiento de la naturaleza constitutiva de esta brecha y su institucionalización constituyen el punto de partida de la democracia moderna", p. 46.
18/ "Quizás podamos decir que actualmente estamos el cabo de la emancipación y al inicio de la libertad", ibid., p. 18
19/ Laclau, "Estructura, Historia y Política", op. cit., p. 208. Žižek ha puesto de relieve el estricto paralelismo con la posición kantiana de la necesaria limitación de las capacidades humanas en tanto que condición positiva de la libertad. Cf. Slavoj Žižek, "Mantener el lugar", en Contingencia, Hegemonía, Universalidad… , op. cit. p. 320.
20/ Emancipation(s), op. cit., p. 121
21/ Nicos Poulantzas, El Estado, el poder y el socialismo,.
22/ Ernesto Laclau, La razón populista.
23/ Ibid., p. 89.
24/ "Aquí no estamos frente a la "negación determinada" en el sentido hegeliano: mientas que ésta es producto de la positividad aparente de los concreto y que circula a través de contenidos siempre determinados, nuestra noción de la negatividad depende del fracaso en la constitución de cualquier determinación", Emancipation(s), op. cit., p. 14. En este retorcido juego de manos todo sucede como si este fracaso pudiera prescindir de un término en relación al cual se presenta como un fracaso y que le determina.
25/ "No existe intervención política que, en cierta medida, no sea populista… voy a señalar fenómenos aparentemente dispares en el marco de un continuum que permitirá hacer la compasión entre ellos…"ibid., p. 154 et p. 175. "Hay que señalar que el nivel de populismo de una intervención no tiene nada que ver con su contenido o su orientación, sino sólo con la "extensión [alcanzada] por la cadena de equivalencias que unifica las demandas sociales", ibid., p. 154.
26/ "Estas demandas están dirigidas al sistema por desfavorecidos de un espacio u otro y en ellas existe implícita una dimensión igualitaria; su emergencia presupone una forma de exclusión o falta", ibid. p. 125.
27/ Cf. Slavoj Žižek, "A Leninist Gesture Today. Against the Populist Temptation", en Sebastian Budgen, Stathis Kouvelakis, Slavoj Žižek (dir.), Lenin Reloaded. Toward a Politics of Truth, Duke University Press, Durham, 2007, p. 81 y ss.
28/ La razón populista..
29/ Ibid., p. 201-208 et p. 214-222. La forma de insertar el significante nacional en los discursos políticos sirve incontestablemente como revelador de la división más profunda de lo que da a entender el espectro de variaciones internas de una matriz populista".
30/ "Sin embargo, esta experiencia inicial no es simplemente la de una falta. La falta, como lo hemos visto, está relacionada a una demanda no satisfecha. Pero ello implica incluir en la explicación al poder que no ha satisfecha la demanda. Una demanda se dirige siempre a alguien"ibid., p. 85-86.
31/ Cf. El célebre texto de Lenin, "A propósito de las consignas" en Œuvres complètes, t. 25, Editions Progreso, Moscou,1971, p. 198-206,y el comentario indispensable de Jean-Jacques Lecercle, Une philosophie marxiste du langage, Paris, PUF, 2004, p. 94-100.
32/ La razón populista.
33/ Lo que, dicho sea de paso, permite trazar una línea demarcatoria entre el marxista que, sin duda, ha utilizado de forma más empática el término pueblo, Stalin, inventor del sintagma-clave del discurso sociético. "todo el pueblo" (se suponía que el Estado soviético era el de todo el pueblo y no sólo la dictadura del proletariado), y que el pueblo de Lenin, de Gramsci o de Mao, que designa formas políticas de unificación tendencial (y sólo tendencial) subalternas en una configuración dada de contradicciones de clase; p. ej, en una coyuntura.
34/ Emancipation(s), op. cit., p. 31-32.
35/ La razón populista
36/ Ibid.
37/ Ibid.
38/ Ibid.
39/ Ibid.
40/ Ibid., p. 93.
41/ Ibid., p. 92.
42/ Laclau afirma, por ejemplo, que la ventaja que actualmente detentan las fuerzas de la derecha sobre las de la izquierda se debe a que las primeras se mueven a nivel de un determinado imaginario político, mientras que las segundas están replegadas en un discurso moral sobre derechos, o que la derrota duradera de los Republicanos en EE UU depende de una "reacticulación drástic del imaginario político", ibid. p. 138.
43/ Ibid., p. 149. Subrayado mío.
44/ Ibid., p. 235.
45/ Ibid. p. 237.
46/ "La historia es más bien una sucesión discontinua de formaciones hegemónicas que no se pueden ordenar mas que mediante un relato que transcienda su historicidad contingente", ibid., p. 226.
47/ Cf. Por ejemplo: "vivimos en un terreno histórico en el que la proliferación de puntor de ruptura y de antagonismos exige de manera creciente formas políticas de reagregación", ibid. p. 230 – subrayado mío. Ciertamente, Laclau se apresura a subrayar que no se trata de "lógicas sociales subjacentes sino de actos en el sentido previamente descrito" (ibid.). No es menos cierto que esta tendencia crciente no se puede reducir a la contingencia indeterminadas de actos discontinuos y singulares; de ahí la necesidad de referirse a la categoría "capitalismo" (Cf. También: "el capitalismo mundializado crea una miríada de puntos de r uptura y antagonismo" ibid., p. 150 – subrayado mío) e incluso concluir con esta sorprendente afirmación fundamentalista : "la heterogeneidad pertenece al fundamento del capitalismo" (ibid., p. 230) !

48/ Por ejemplo, en esta formulación: Nuestras sociedades son menos homogéneas que las que fueron formuladas en los modelos marxistas… la disolución de la metafísica de la presencia no es una solo una operación intelectual. Se inscribe profundamente en la experiencia del las últimas décadas" Emancipation(s), op. cit., p. 82.
49/ Ibid.
50/ La razón populista.
51/ Ibid.
52/ Marc Saint-Upery, "Y a-t-il une vie après le postmarxisme ?", Revue Internationale des Livres et des Idées, n° 12, juillet 2009, disponible sur http://www.revuedeslivres.fr/y-a-t-il-une-vie-apres-le-postmarxisme-marc-saint-upery/
  Contetemps, http://www.contretemps.eu/
 
Traducción de Viento Sur, https://www.vientosur.info/

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