miércoles, 11 de noviembre de 2020

Historia de la Revolución Rusa

 

Rosa Luxemburgo. Obras Escogidas. 11 de 17

Izquierda Revolucionaria

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Rosa Luxemburgo

2. La política agraria de los bolcheviques

 

Los bolcheviques son los herederos históricos de los niveladores ingleses y los jacobinos franceses. Pero la tarea concreta con la que se vieron enfrentados después de la toma del poder era incomparablemente más difícil que la de sus predecesores históricos. (Importancia de la cuestión agraria. Ya en 1905. ¡Luego, en la Tercera Duma, el ala derecha del campesinado! La cuestión campesina y la defensa, el ejército.)

Con toda seguridad la solución del problema a través de la expropiación y distribución directa e inmediata de la tierra por los campesinos era la manera más breve y simple de lograr dos cosas distintas: romper con la gran propiedad terrateniente y ligar inmediatamente a los campesinos al gobierno revolucionario. Como medida política para fortalecer el gobierno proletario socialista, constituía un excelente movimiento táctico. Desgraciadamente, sin embargo, la cuestión tiene dos caras; y el reverso consiste en que la apropiación directa de la tierra por los campesinos no tiene nada en común con la economía socialista.

En lo que se refiere a las relaciones dentro del agro, la transformación socialista de las relaciones económicas presupone dos cosas:

En primer lugar, sólo la nacionalización de las grandes propiedades rurales, que constituyen las formas y medios de producción agraria más avanzados técnicamente y más concentrados, puede servir de punto de partida al modo socialista de producción de la tierra. Por supuesto, no es necesario sacarle su parcela al pequeño campesino. Podemos esperar con confianza que será ganado voluntariamente por las ventajas de la producción social y que se persuada, primero, de la conveniencia de unirse a una cooperativa, y luego de la de entrar a formar parte del conjunto de la economía socializada. Sin embargo, toda reforma económica socialista de la tierra debe empezar obviamente por la gran propiedad y la mediana. El derecho de propiedad debe, antes que nada, ser patrimonio de la nación, o, lo que tratándose de un gobierno socialista significa lo mismo, del Estado. Esta es la única manera de posibilitar la organización de la producción agrícola de acuerdo con las necesidades de la producción socialista a gran escala.

Además, en segundo lugar, constituye un requisito para esta transformación terminar con la separación entre economía rural e industria, tan característica de la sociedad burguesa; así se logrará la interpenetración y fusión de ambas, preparando el camino para la planificación de la producción agrícola e industrial con un criterio unificado. Cualquiera que sea la forma práctica particular en que se organice la economía (a través de comunas urbanas, como proponen algunos, o dirigida desde un centro gubernamental) debe estar precedida por una reforma introducida desde el centro, y ésta a su vez precedida por la nacionalización de la tierra. Nacionalización de las grandes y medianas propiedades y unión de industria y agricultura: éstos son los dos requisitos fundamentales de cualquier reforma económica socialista; sin ellos no hay socialismo.

¡Quién puede reprochar al gobierno soviético no haber llevado a cabo estas poderosas reformas! Lenin y sus camaradas, en su breve periodo de gobierno, se han visto metidos en el centro de un rugiente remolino de luchas internas y externas, atacados por incontables enemigos y adversarios. Sería muy triste criticarlos porque, en tales circunstancias, no resolvieron, ni siquiera atacaron, una de las tareas más difíciles, con toda seguridad la más difícil, de todas las que plantea la transformación socialista de la sociedad. ¡Incluso en Occidente, en condiciones mucho más favorables, nos romperemos muchas veces los dientes cuando estemos en el poder con esta dura nuez antes de poder resolver las más complicadas de las miles de dificultades que presenta esta tarea gigantesca!

Un gobierno socialista que tomó el poder debe, en todo caso, hacer una sola cosa: tomar medidas que apunten en la dirección de ese requisito fundamental de una reforma socialista posterior de la agricultura; debe por lo menos evitar todo lo que pueda trabar el camino a esas medidas.

Pero la consigna levantada por los bolcheviques, toma y distribución inmediata de la tierra por los campesinos, necesariamente apunta en la dirección opuesta. No sólo no es una medida socialista; no permite encarar esas medidas; acumula obstáculos insuperables para la transformación socialista de las relaciones agrarias.

La toma de las grandes propiedades agrarias por los campesinos, siguiendo la consigna breve y precisa de Lenin y sus amigos: “vayan y aprópiense de la tierra”, llevó simplemente a la transformación súbita y caótica de la gran propiedad agraria en propiedad campesina. No se creó la propiedad social sino una nueva forma de propiedad privada, es decir, la división de grandes propiedades en propiedades medianas y pequeñas, o de unidades de producción grandes relativamente avanzadas en primitivas unidades pequeñas que utilizan técnicas del tiempo de los faraones.

¡Y eso no es todo! Con estas medidas, y por la manera caótica y puramente arbitraria en que fueron ejecutadas, la diferenciación creada por la propiedad de la tierra, lejos de eliminarse, se profundizó. Aunque los bolcheviques llamaron a los campesinos a formar comités para intentar, de alguna manera, que la apropiación de la tierra de los nobles constituyera un acto colectivo, resulta claro que este consejo general no podía cambiar la práctica y la relación de fuerzas reales en lo que se refiere a la tierra. Con o sin comités, los principales beneficiarios de la revolución agraria fueron los campesinos ricos y los usureros, la burguesía de las aldeas, que tienen en sus manos el poder real en cada aldea rusa. No hace falta estar presente allí para imaginarse que con la distribución de la tierra no se eliminó, sino que aumentó, la desigualdad económica y social entre los campesinos, y que los antagonismos de clase se agudizaron. Esta apropiación del poder va en contra de los intereses del proletariado y el socialismo. Antes, se oponían a la reforma socialista en el campo solamente una reducida casta de propietarios rurales nobles y capitalistas y una pequeña minoría de burgueses ricos de las aldeas. Y su expropiación por un movimiento popular revolucionario de masas era un juego de niños. Pero ahora, luego de la “apropiación”, hay una masa enorme, recién desarrollada y poderosa de campesinos propietarios opuestos a todo intento de socialización de la producción agraria, que defenderán con uñas y dientes su propiedad recientemente adquirida contra cualquier ataque socialista. La cuestión de la futura socialización de la economía agraria (es decir, cualquier socialización de la producción en general en Rusia) se ha transformado ahora en una cuestión de oposición y lucha entre el proletariado urbano y la masa campesina. Hasta qué punto se ha vuelto agudo este antagonismo lo demuestra el boycot campesino a las ciudades, que les proporcionan el medio en el cual ejercer la especulación, de la misma manera en que lo hace el junker prusiano.

El pequeño campesino francés se transformó en el más firme defensor de la gran Revolución Francesa, que le dio la tierra confiscada a los émigrés.* Como soldado de Napoleón, condujo a la victoria el estandarte francés, cruzó toda Europa e hizo pedazos el feudalismo en un país tras otro. Lenin y sus amigos pueden haber esperado un resultado similar de su consigna agraria. Sin embargo, ahora que el campesino ruso se apropió de la tierra con su propio puño ni sueña con defender a Rusia y la revolución a la cual le debe esa tierra. Se aferra obstinadamente a sus nuevas posesiones y abandonó la revolución a sus enemigos, el estado a la decadencia y la población urbana al hambre.

(Discurso de Lenin sobre la necesidad de la centralización en la industria, la nacionalización de los bancos, el comercio y la industria. ¿Por qué no de la tierra? Aquí, por el contrario, descentralización y propiedad privada.

(El propio programa agrario de Lenin era diferente antes de la revolución. La consigna tomada, o casi, de los tan vituperados socialrevolucionarios sobre el movimiento campesino espontáneo.

* En francés en el original. [N. del T.]

(Con el fin de introducir los principios socialistas en las relaciones agrarias, el gobierno soviético ahora intenta crear comunas agrarias con proletarios que en su mayoría son desempleados de la ciudad. Pero es fácil prever que los resultados de esos esfuerzos serán tan insignificantes que desaparecerán comparados con el amplio espectro de las relaciones agrarias. Buscando los puntos de partida más apropiados para la economía socialista, dividieron las grandes propiedades en unidades pequeñas; ahora tratan de construir unidades productivas modelo, comunistas, a partir de comienzos insignificantes. En estas circunstancias, estas comunas podrán considerarse solamente experimentos, no una reforma social general. Monopolio del grano con subvenciones. ¡Ahora, post festum, quieren introducir la guerra de clases en la aldea!)

La reforma agraria leninista creó una nueva y poderosa capa de enemigos populares del socialismo en el campo, enemigos cuya resistencia será mucho más peligrosa y firme que la de los grandes terratenientes nobles.

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