El FMI se aprovecha de la pandemia para allanar el
camino de la privatización en 81 países
76 de los 91 préstamos que el
FMI ha negociado desde el inicio de la pandemia de coronavirus llegan
vinculados a demandas de profundos recortes en servicios públicos y políticas
que benefician a las corporaciones por encima de las personas.
En las protestas contra Lenin Moreno coincidieron sectores urbanos, campesinos e indígenas. FLUXUS
El Salto
25 OCT 2020 04:09
El enorme
trastorno económico causado por la pandemia de covid-19 ofrece una oportunidad
única para alterar radicalmente la estructura de la sociedad, y el Fondo
Monetario Internacional (FMI) está utilizando la crisis para implementar
medidas de austeridad cuasi permanente en todo el mundo.
76 de los 91 préstamos que ha negociado con 81
países desde el inicio de la pandemia mundial en marzo han llegado vinculados a
demandas de que los países adopten medidas como profundos recortes en los
servicios públicos y las pensiones, medidas que indudablemente conllevarán
privatizaciones, congelaciones o recortes salariales, o el despido de
trabajadores del sector público como médicos, enfermeros, profesores y
bomberos.
Principal animador de las medidas de austeridad neoliberal
en todo el planeta durante décadas, el FMI ha empezado recientemente (de forma
discreta) a admitir que estas políticas no han funcionado y generalmente crean
problemas como pobreza, crecimiento desigual y una desigualdad aún peor.
Además, tampoco han conseguido traer el prometido crecimiento económico que se
suponía que iba a contrarrestar estos efectos negativos. En 2016, describió sus
propias políticas como “promocionadas en exceso” y anteriormente resumió sus
experimentos en América Latina como “todo dolor, sin beneficios”. Así, sus
propios informes afirman explícitamente que sus políticas no funcionan.
“El FMI ha hecho sonar la alarma sobre una gran
intensificación de la desigualdad tras la pandemia. Pero está conduciendo a los
países a pagar los gastos de la pandemia mediante recortes de austeridad que
alimentarán la pobreza y la desigualdad”, dice Chema Vera, director ejecutivo
interino de Oxfam International. “Estas medidas podrían dejar a millones de
personas sin acceso a la sanidad o ayuda económica mientras buscan trabajo, y
podrían frustrar cualquier esperanza de recuperación sostenible. Al adoptar
este enfoque, el FMI está cometiendo una injusticia a sus propias
investigaciones. Su cabeza debe empezar a hablar con sus manos”.
Moreno redujo el presupuesto sanitario nacional en un 36% a cambio de un
préstamo de 4.200 millones de dólares del FMI, un movimiento que provocó
enormes protestas nacionales que amenazaron con hacer descarrilar a su Gobierno
Oxfam ha identificado al menos 14 países que espera
que congelen o recorten de forma inminente los salarios y puestos de trabajo
del sector público. Túnez, por ejemplo, solo tiene 13 médicos por cada 10.000
personas. Cualquier recorte a su ya exiguo sistema sanitario lo debilitaría en
su lucha contra el coronavirus. “Si la gente no se puede permitir el testeo y
el cuidado del covid-19 y otras necesidades sanitarias, el virus seguirá
expandiéndose sin control y más gente morirá. Los gastos corrientes en sanidad
eran una tragedia antes de la pandemia, y ahora son una sentencia de muerte”,
añade Vera.
UN CASO PRÁCTICO DEL FMI
Ecuador es un ejemplo perfecto de las consecuencias
del FMI. Anteriormente dirigido por el Gobierno radical de Rafael Correa, que
hizo de la reducción de la pobreza una prioridad, condenó al FMI y a su
organización hermana, el Banco Mundial, y dio asilo a disidentes occidentales
como Julian Assange, el país ha sido dirigido por Lenin Moreno desde 2017.
Moreno comenzó inmediatamente a deshacer el legado de Correa, incluso intentando
procesarle. En 2019, bajo órdenes del FMI, Moreno redujo el presupuesto
sanitario nacional en un 36% a cambio de un préstamo de 4.200 millones de
dólares del FMI, un movimiento que provocó enormes protestas nacionales que
amenazaron con hacer descarrilar a su Gobierno.
Si la organización se sale con la suya, serán los pobres quienes paguen
por la pandemia, mientras los ricos prosperan
Los resultados fueron casi apocalípticos cuando la
ciudad más grande del país, Guayaquil, se convirtió en el centro mundial del
coronavirus, con cadáveres abandonados en las calles durante días mientras los
servicios estaban saturados. La ciudad sufrió más muertes que Nueva York en su
pico, y con mucha menos infraestructura para tratar el problema. Aunque el
número oficial de casos en el país es bajo, la tasa de mortalidad ha estado
entre las más altas del mundo, lo que sugiere que los servicios han estado
completamente colapsados.
A principios de este mes, Moreno anunció un nuevo
acuerdo por 6.500 millones de dólares con el FMI, que ha aconsejado a su
Gobierno dar marcha atrás en los aumentos de emergencia en el gasto sanitario,
detener las transferencias de efectivo para aquellos incapaces de trabajar
debido al virus y recortar los subsidios de combustible para los pobres.
EN LA CRISIS, OPORTUNIDAD
El FMI también interfiere directamente con la
política interna de naciones soberanas. En marzo, se negó a hacer préstamos al
Gobierno venezolano debido a la “falta de claridad” sobre quién estaba al
mando, sugiriendo que el democráticamente electo Nicolás Maduro tendría que
dimitir antes de que consideraran hacer préstamos al país. Al mismo tiempo, sin
embargo, el autodeclarado presidente y figura de la oposición Juan Guaidó
anunció que había asegurado un compromiso de 1.200 millones de dólares de la
organización con la condición de que Maduro dimita y permita que un “Gobierno
de emergencia” tome el control del país. Una encuesta realizada el mismo mes
por una empresa de encuestas simpatizante descubrió que solo el 3% de los
venezolanos apoyaba a Guaidó.
En la crisis siempre hay oportunidad. Para muchos,
la pandemia es una oportunidad de reorientar la economía alejándose del consumo
de masas y hacia un sistema más sostenible ecológicamente. Para el FMI, sin
embargo, se está utilizando para impulsar más privatizaciones y medidas de
austeridad que invariablemente enriquecen a los ricos y debilitan a los pobres
y a los indefensos. Parece que, si la organización se sale con la suya, serán
los pobres quienes paguen por la pandemia, mientras los ricos prosperan.
MPN
Artículo publicado originalmente en Mint Press News.
Traducido para El Salto por Eduardo Pérez.
*++