Una secta
estadounidense, creada en torno al pensamiento del filósofo Leo Strauss,
controla en EEUU tanto la Secretaría de Defensa como la de Estado. Después de
fomentar varias guerras, imaginaron la de Ucrania. Ahora manipula a la Unión
Europea.
La UE de rodillas ante los straussianos
Thierry Meyssan
El Viejo Topo
18 enero, 2024
A partir de
1949, el filósofo judío alemán Leo Strauss impartió clases en la
Universidad de Chicago. Pronto formó un pequeño grupo de discípulos judíos
entre sus alumnos. Les enseñaba oralmente, lo que difería bastante de sus
escritos. Según él, las democracias habían demostrado su incapacidad para
proteger a los judíos de la solución final nazi. Para evitar que esta
tragedia se repitiera y que el martillo cayera sobre ellos, su discípulos
tenían que estar al otro lado de la manivela. Les aconsejó que construyeran
su propia dictadura.
Organizando a
sus seguidores, Leo Strauss los llamó sus «hoplitas» (soldados de Esparta).
Los entrenó para interrumpir las clases de algunos de sus colegas profesores.
Varios de los miembros de esta secta han ocupado puestos muy altos en Estados
Unidos e Israel. El funcionamiento y la ideología de esta agrupación fueron objeto
de controversia tras los atentados del 11 de septiembre de 2001. Una abundante
literatura ha enfrentado a partidarios y detractores del filósofo. Sin
embargo, los hechos son indiscutibles[1].
Los autores
antisemitas han metido erróneamente en el mismo saco a los straussianos, a las
comunidades judías de la diáspora y al Estado de Israel. Sin embargo, la
ideología de Leo Strauss nunca se discutió en el mundo judío antes del 11 de
septiembre. Desde un punto de vista sociológico, se trata de un fenómeno
sectario, en absoluto representativo de la cultura judía. Sin embargo, en
2003, los «sionistas revisionistas» de Benjamin Netanyahu pactaron con los
straussianos estadounidenses, en presencia de otros dirigentes israelíes[2].
Esta alianza nunca se hizo pública.
Una de las
características de este grupo es que están dispuestos a todo. Por ejemplo,
querían devolver Iraq a la edad de piedra. Y así lo hicieron. Para ellos,
todos los sacrificios son posibles, incluso para ellos mismos, siempre que se
siga siendo el primero; no el mejor, ¡el primero![3]
En 1992, un
asesor del Secretario de Defensa, el straussiano Paul Wolfowitz, redactó
la Defense Planning Guidance. Fue el primer documento oficial
estadounidense que reflejaba el pensamiento de Leo Strauss[4].
Wolfowitz conoció el pensamiento de Strauss gracias al filósofo
estadounidense Allan Bloom (amigo del francés Raymond Aron), pero él mismo
sólo conoció brevemente al maestro al final de su enseñanza en Chicago. Sin
embargo, la embajadora estadounidense ante la ONU, Jeane Kirkpatrick, lo
reconoció como «una de las grandes figuras straussianas»[5].
En el contexto
de la disolución de la Unión Soviética, Wolfowitz desarrolló una estrategia
para mantener la hegemonía estadounidense sobre todo el resto del mundo.
La Defense
Planning Guidance debería haber permanecido secreta, pero el New
York Times reveló sus líneas maestras y publicó extractos[6].
Tres días después, el Washington Post reveló más detalles[7].
Al final, el texto original nunca se hizo público, pero se difundió una
versión editada por el Secretario de Defensa (y futuro Vicepresidente), Dick
Cheney.
Se sabe que el
documento original se basó en una serie de reuniones en las que participaron
otras dos personas, las tres straussianas: Andrew Marshall, el «pensador» del
Pentágono (que fue sustituido tres años después de su muerte por Arthur
Cebrowski), Albert Wohlstetter, el pensador de la estrategia de disuasión
atómica, y su yerno Richard Perle, futuro director del Defense Policy
Board. La Defense Planning Guidance fue escrita por un
alumno de Wohlstetter, Zalmay Khalilzad (futuro embajador ante la ONU).
El documento
habla de un nuevo “orden mundial […] apoyado en última instancia por Estados
Unidos”, en el que la única superpotencia sólo tendría alianzas temporales,
según fuese el conflicto. La ONU e incluso la OTAN quedarían cada vez más
marginadas. En términos más generales, la Doctrina Wolfowitz teoriza sobre la
necesidad de que Estados Unidos bloquee la aparición de cualquier competidor
potencial a la hegemonía estadounidense, especialmente “naciones industriales
avanzadas” como Alemania y Japón. La Unión Europea es un objetivo particular:
“Aunque Estados Unidos apoya el proyecto de integración europea, debemos tener
cuidado de impedir la aparición de un sistema de seguridad puramente europeo
que socavaría la OTAN y, en particular, su estructura de mando militar
integrada. Así, se pedirá a los europeos que incluyan en el Tratado de
Maastricht una cláusula que subordine su política de defensa a la de la OTAN,
mientras que el informe del Pentágono recomienda la integración de los nuevos
Estados de Europa Central y Oriental en la Unión Europea, concediéndoles al
mismo tiempo el beneficio de un acuerdo militar con Estados Unidos que los
protegería contra un posible ataque ruso[8].
Durante treinta
años, este documento se ha aplicado pacientemente.
– El Tratado de Maastricht incluye un apartado 4 en el Título V, artículo
J4, que estipula: “La política de la Unión en el sentido del presente
artículo no afectará al carácter específico de la política de seguridad y
defensa de determinados Estados miembros, respetará las obligaciones derivadas
del Tratado del Atlántico Norte para determinados Estados miembros y será
compatible con la política común de seguridad y defensa establecida en dicho
marco”. Estas disposiciones se han incluido en los distintos textos hasta el
artículo 42 del Tratado de la Unión Europea.
– Los antiguos Estados miembros del Pacto de Varsovia se han adherido casi
todos a la Unión Europea. Esta decisión fue una elección impuesta por
Washington y anunciada por el Secretario de Estado James Baker justo antes de
la reunión del Consejo Europeo que la refrendó.
En 2000, Paul
Wolfowitz fue, junto con Zbignew Brzezinki, el principal orador en un gran simposio
ucraniano- estadounidense en Washington, organizado por «nacionalistas
integrales» ucranianos refugiados en Estados Unidos. Allí se comprometió a
apoyar a la Ucrania independiente, a provocar a Rusia para que entrera en
guerra con ella y, en última instancia, a financiar la destrucción del
resurgente rival de Estados Unidos[9].
Estos
compromisos se llevaron a la práctica con la aprobación de la Ley de
Préstamo y Arriendo para la Defensa de la Democracia en Ucrania de 2022 el
28 de abril de 2022[10].
Ucrania está ahora exenta de todos los procedimientos de control de armamento,
incluidos los certificados de uso final. Estados Unidos entrega armas caras a
la UE para defender a Ucrania. Cuando termine la guerra, los europeos tendrán
que pagar por lo que han consumido. Y la factura será elevada.
Aunque las
élites europeas se han beneficiado hasta ahora de su alianza con Estados
Unidos, no debería sorprenderles que Estados Unidos intente ahora destruirlas
en el marco de la Defense Planning Guidance. Ya han visto de lo que
era capaz Washington tras los atentados del 11-S: Paul Wolfowitz prohibió a
los países que habían expresado reservas sobre la guerra, como Alemania y
Francia, cerrar contratos para la reconstrucción de Irak[11].
En la
actualidad, el encarecimiento de las fuentes de energía y su creciente escasez
amenazan no sólo la calefacción y el transporte de las personas, sino sobre
todo la supervivencia de todas sus industrias. Si este fenómeno continúa,
será la economía de la Unión Europea en su conjunto la que se derrumbe
súbitamente, haciendo retroceder a su población al menos un siglo.
Este fenómeno
es difícil de analizar porque los precios y la disponibilidad de las fuentes
de energía varían en función de muchos factores.
En primer
lugar, los precios dependen de la oferta y la demanda. Por ello, han subido con
la recuperación económica general desde el final de la epidemia de Covid-19.
En segundo lugar,
las fuentes de energía son los principales objetivos de los especuladores.
Incluso más que las divisas. El precio mundial del petróleo puede
multiplicarse por 2,5 sólo por el efecto de la especulación.
Hasta aquí,
todo es habitual y conocido. Pero las sanciones occidentales contra Rusia, a
raíz de su aplicación del Acuerdo de Minsk II, del que era garante ante el
Consejo de Seguridad, han roto el mercado mundial. A partir de ahora ya no hay
un precio global, sino precios diferentes según los países de los vendedores
y los clientes. Sigue habiendo precios cotizados en bolsa en Wall Street y la
City, pero no guardan ninguna relación con los de Pekín y Nueva Delhi.
Sobre todo, el
petróleo y el gas, que eran abundantes en la Unión Europea, empiezan a
agotarse, mientras que a escala mundial siguen siendo sobreabundantes.
Todos nuestros
puntos de referencia se han vuelto del revés. Nuestras herramientas
estadísticas, concebidas para el mercado mundial, no están en absoluto
adaptadas al periodo actual. Por tanto, sólo podemos hacer suposiciones, sin
ningún medio de verificarlas. Esta situación permite a mucha gente decir
tonterías con aire de autoridad; de hecho, todos estamos evolucionando a un
ritmo adivinatorio.
Uno de los
factores actuales es el reflujo de dólares que se utilizaban para el comercio
y la especulación y que ya no son utilizables para estas transacciones en
determinados países. Esta moneda, en su mayor parte virtual, está saliendo de
Rusia y de sus aliados para dirigirse o regresar a los países donde todavía
se utiliza. Se trata de un fenómeno gigantesco que la Reserva Federal y el
ejército estadounidense siempre han querido evitar, pero que los straussianos
de la administración Biden (el secretario de Estado Antony Blinken y su
adjunta Victoria Nuland) han provocado deliberadamente.
Convencidos
erróneamente de que Rusia ha invadido Ucrania e intenta anexionársela, los
europeos se prohíben comerciar con Moscú. En la práctica, siguen consumiendo
gas ruso, pero están convencidos de que Gazprom les cortará el suministro.
Por ejemplo, su prensa anunció que la compañía rusa cerraba el
gasoducto Nord Stream, aunque había anunciado una interrupción
técnica de tres días. Normalmente, el suministro de gas por gasoducto se
interrumpe por mantenimiento durante dos días cada dos meses. En este caso, el
mantenimiento de Gazprom se vio obstaculizado por el bloqueo occidental, que
impidió el regreso de las turbinas que había enviado a reparar a Canadá. Sin
embargo, la población creyó que los malvados rusos les habían cortado el gas
en vísperas del invierno.
La propaganda
europea pretende preparar a la opinión pública para el cierre definitivo del
gasoducto y hacer recaer la responsabilidad en Rusia.
En este caso,
los dirigentes de la Unión se limitan a aplicar las directrices de los
straussianos. Al hacerlo, están hundiendo la industria europea en detrimento
de sus ciudadanos. Algunas fábricas que consumen mucha energía ya han reducido
su producción o incluso han cerrado.
El proceso de
decrepitud de la Unión Europea continuará mientras nadie se atreva a oponerse
a él. Para sorpresa de todos, el 3 de septiembre se celebró en Praga una
primera manifestación prorrusa. La policía admitió 70.000 personas (para un
país de 10 millones), pero probablemente fueron muchas más. Los comentaristas
políticos los desprecian y los consideran «idiotas útiles de Putin». Pero
estos insultos no ocultan el malestar de las élites europeas.
Los expertos en
energía consideran inevitables los cortes de electricidad en toda la Unión.
Sólo Hungría, que ha obtenido exenciones anteriormente, podría escapar a las
normas del mercado único de la energía. Los que puedan producir electricidad
tendrán que compartirla con los que no puedan. No importa si esta incapacidad
es fruto de la mala suerte o de la miopía.
Bruselas
debería empezar con reducciones de tensión, luego cortes nocturnos y, por
último, diurnos. Los particulares tendrán dificultades para mantener los
ascensores, calentar sus casas en invierno, cocinar si utilizan placas
eléctricas y, quienes utilicen trenes, autobuses o coches eléctricos,
deberán tener dificultades para desplazarse. Se prevé el cierre de empresas
que consumen mucha energía, como los altos hornos. Se prevé que las
infraestructuras se vuelvan intransitables, como los largos túneles que ya no
pueden ventilarse. Sobre todo, las instalaciones electrónicas diseñadas para
un funcionamiento continuo no podrán soportar interrupciones repetidas. Este
será el caso, por ejemplo, de las antenas indispensables para las redes de
telefonía móvil, que serán desechadas tras tres meses de este tratamiento.
En los países
del Tercer Mundo, donde escasea la electricidad, se utilizan leds a pilas para
la iluminación y SAI para alimentar máquinas de bajo consumo, como
ordenadores o televisores. Pero estos materiales no están disponibles
actualmente en la UE.
El PIB de la UE
ya ha caído casi un 1%. ¿Continuará esta recesión como planean los
straussianos, o la interrumpirán los ciudadanos de la Unión, como intenta
hacer una parte del pueblo checo?
Los
straussianos llegarán hasta el final. Han aprovechado la decadencia de Estados
Unidos para hacerse con el poder real. Como un drogadicto, nunca elegido, puede
utilizar aviones oficiales en abundancia para hacer negocios por todo el mundo[12],
se han instalado tranquilamente a la sombra del presidente Biden y gobiernan en
su lugar. Los dirigentes europeos, por su parte, están ciegos o demasiado
comprometidos para detenerse, reconocer sus treinta años de errores y dar
marcha atrás.
Lo que hay que
recordar:
– Los straussianos son una secta fanática dispuesta a todo para mantener la
supremacía de Estados Unidos sobre el mundo. Ellos imaginaron las guerras que
han asolado el mundo en los últimos treinta años y la de Ucrania en la
actualidad.
– Convencieron a la Unión Europea de que Moscú quería anexionarse primero
Ucrania y luego toda Europa Central. Con ello, convencieron a Bruselas de que
detuviera todo comercio con Rusia.
– La crisis energética que se está iniciando conduce a la Unión Europea a
unos cortes de electricidad y de luz que causarán estragos en el modo de vida
de sus ciudadanos y en su economía.
Fuente Voltairenet.org
Notas
[1] Los especialistas del pensamiento político de Leo Strauss lo
interpretan de forma muy contradictoria. Por mi parte, no me interesa lo que el
filósofo pensaba de los autores clásicos, sino lo que profesan quienes, con
razón o sin ella, pretenden ser sus seguidores en el Pentágono y, a partir de
ahora, en el Departamento de Estado. Political Ideas of Leo Strauss,
Shadia B. Drury, Palgrave Macmillan (1988.); Leo Strauss and the
Politics of American Empire, Anne Norton, Yale University Press
(2005); The Truth About Leo Strauss: Political Philosophy and American
Democracy, Catherine H. Zuckert & Michael P. Zuckert, University
of Chicago Press (2008); Leo Strauss and the conservative movement in
America : a critical appraisal, Paul Edward Gottfried, Cambridge University
Press (2011); Crisis de los Strauss divididos: Essays on Leo Strauss
and Straussianism, East and West, Harry V. Jaffa, Rowman &
Littlefield (2012); Leo Strauss and Anglo-American Democracy: A
Conservative Critique, Grant Havers, Cornell University Press (2013); Leo
Strauss and the Invasion of Iraq: Encountering the Abyss, Aggie Hirst,
Routledge (2013); Leo Strauss, The Straussians, and the Study of the
American Regime, Kenneth L. Deutsch, Rowman & Littlefield (2013); Straussophobia
: Defending Leo Strauss and Straussians Against Shadia Drury and Other
Accusers, Peter Minowitz, Lexington Books (2016); Leo Strauss
in Northeast Asia, Jun-Hyeok Kwak & Sungwoo Park, Routledge
(2019).
[2] «Sommet historique pour sceller l’Alliance des guerriers de
Dieu», Red Voltaire, 17 de octubre de 2003.
[3] Para una breve historia de los straussianos, ver: «Rusia declara la
guerra a los straussianos», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 5 de
marzo de 2022.
[4] El informe de 1976 del «Equipo B» acusando a la URSS de querer
dominar el mundo no era una declaración de doctrina, sino un argumento
propagandístico para justificarla.
[5] Entrevista con James Mann, citada en Rise of the Vulcans: The
History of Bush’s War Cabinet, James Mann, Viking (2004).
[6] «US Strategy Plan Calls For Insuring No Rivals Develop» Patrick E.
Tyler, New York Times, 8 de marzo de 1992. El periódico publica
también amplios extractos en la página 14: » Extractos del plan del
Pentágono: «Prevenir la reaparición de un nuevo rival».
[7] «Keeping the US First, Pentagon Would preclude a Rival Superpower »
Barton Gellman, The Washington Post, 11 de marzo de 1992.
[8] «Paul Wolfowitz, el alma del Pentágono», por Paul Labarique, Red
Voltaire, 4 de octubre de 2004.
[9] Cf. «Ucrania : la Segunda Guerra Mundial continúa», por Thierry
Meyssan, traducción Roger Lagassé, Red Voltaire, 26 de abril de
2022.
[10] Ley de Préstamo y Arriendo para la Defensa de la Democracia en
Ucrania de 2022, Congreso de EEUU.
[11] «Instructions et conclusions sur les marchés de reconstruction et
d’aide en Irak «, por Paul Wolfowitz, Réseau Voltaire, 10
décembre 2003.
[12] «La décadence de l’Empire états-unien «, por Thierry Meyssan, Réseau
Voltaire, 6 septembre 2022.
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