Gasto militar. Los intereses detrás del aumento del gasto militar en España.
La
lucha por aflorar el gasto militar oculto se convierte en prioritarios por la
exigencia de EEUU de llegar al 2% del PIB. El gobierno español solo reconoce
una pequeña parte militar real, según
los colectivos antimilitaristas y
pacifistas. ¿Quién se beneficia de que
más de la mitad del gasto militar se mantenga oculto?
(Una gracia atómica de USA en Japón al final de la II Guerra Mundial que habían organizado los principales grupos capitalistas del mundo y cuando la guerra ya tocaba a su fin. El mismo USA, pero con otros collares, que fomenta la Guerra actual en Ucrania a la que está intentando arrastrar a toda Europa)
Martín Cúneo
@MartinCuneo78
16 ABR 2022 06:00
“Hay que
pararle los pies a Putin”, decía el presidente Pedro Sánchez a mediados de
marzo, justo antes de anunciar que cumpliría con el compromiso adquirido con
Estados Unidos y la OTAN de aumentar el gasto militar hasta el 2% del PIB, cuatro
veces más de lo que dedican los Presupuestos Generales del Estado a
Educación.
Un renovado
ardor guerrero que es compartido por parte de la población española. Según el
último estudio del CIS, hasta un 47,3% se muestra partidario de aumentar el gasto
en Defensa para “estar preparados para futuras amenazas”. No se trata, sin
embargo, de una “inmensa mayoría”, como decía la ministra de Defensa, Margarita
Robles: un 46,6% de la población, según el CIS, apostaba por no aumentar estos
gastos o bajarlos.
Pero la
pregunta no es solo si debe bajar o subir los gastos militares sino cuál es el
punto de partida, es decir, cuál es el gasto militar actual. Si se tiene en
cuenta la cifra de gasto militar con la que trabaja el Gobierno, este no llega
al 1% del PIB, por lo que una escalada hasta el 2% supondría doblar la
inversión en las Fuerzas Armadas.
Desde hace más de una década diversos colectivos
pacifistas llevan denunciando que el gasto militar declarado solo representa
entre la mitad y una tercera parte del gasto militar real, escondido y
camuflado en partidas de otros Ministerios
Sin embargo,
desde hace más de una década diversos colectivos pacifistas llevan denunciando
que el gasto militar declarado solo representa entre la mitad y una tercera
parte del gasto militar real, escondido y camuflado en partidas de otros
Ministerios. Uno de estos grupos es el Centre Delàs d'Estudis per la Pau, que
lleva desde 1996 realizando análisis de los costes reales del gasto militar
español.
Según su último
informe, El gasto militar real del Estado español para 2022,
este año los diversos Ministerios habrán dedicado al gasto militar 22.796
millones de euros, el 1,8% del PIB, muy cerca de la exigencia de la OTAN. Pero
no existe voluntad de reconocer este gasto oculto, dice a El Salto uno de los
principales analistas del Centre Delàs, Pere Ortega. Más bien al contrario, la
guerra de Ucrania se ha convertido en una “excusa” para aumentar el gasto
militar, explica este experto. Una demanda que contenta, además de a Estados
Unidos, la primera industria militar del mundo, al complejo militar empresarial
español y europeo.
A Flourish chart
Otro colectivo
que lleva años estudiando los presupuestos para rastrear partidas militares es
el Grupo Antimilitarista Tortuga. Según sus cálculos, que incluyen más partidas
que el Centre Delás, el gasto militar real en 2022 asciende a 37.563 millones
de euros. De ellos, solo 10.155 millones fueron reconocidos por el Gobierno
como tal. Desde esa perspectiva, el Estado español no solo no tendría que
aumentar su gasto militar sino que podría bajarlo en más de 15.000 millones y
seguiría estando dentro de los estándares exigidos por la OTAN. ¿Dónde se
esconden esos 29.136 millones de euros de gasto militar oculto? ¿Qué intereses
están en juego?
Gastos camuflados
Si algo
caracteriza al gasto militar en el Estado español, cuenta a El Salto Juan
Carlos Rois, del Grupo Antimilitarista Tortuga, es la “falta de transparencia”
y la “opacidad”. El gasto militar reconocido por los sucesivos gobiernos, ya
sean del PP o del PSOE, se limita al gasto del Ministerio de Defensa, apenas un
0,9% del PBI. No constan como gasto militar, asegura Rois, los gigantescos
programas de armamento, el dinero destinado a los organismos autónomos
militares, la protección social de los soldados, los gastos asociados al
instituto militar de vivienda o las pensiones militares escondidas en los
presupuestos del Ministerio de Hacienda. Tampoco se consideran gasto militar
las misiones en el extranjero, que corren por cuenta del Ministerio de
Exteriores, o el sobrecoste de un 35% que, año tras año, aumentan el déficit de
la enorme infraestructura que rodea las Fuerzas Armadas españolas. Un déficit
que se transforma en deuda e intereses que el Estado debe pagar año tras año,
nada menos que 8.123 millones de euros en 2022, y que tampoco figura como gasto
militar, detalla el informe anual que realiza este colectivo pacifista.
Según el último informe del Centre Delás, este año los
diversos ministerios habrán dedicado al gasto militar 22.796 millones de euros,
el 1,8% del PIB, muy cerca de la exigencia de la OTAN
“Ningún
ministerio lleva 30 años presupuestando por debajo de lo que gasta en las
proporciones que lo hace Defensa y la razón es muy simple: conocer la desmesura
del gasto militar puede deslegitimarlo y por eso necesitan disfrazar un gasto
al que no están dispuestos a renunciar”, se puede leer en este informe. Para
Rois, las razones de que el gasto real sea tres veces mayor que el admitido hay
que buscarlas en los intentos de camuflar la realidad de un “ejército
desproporcionado” de más de 135.000 efectivos —15.000 en la reserva—,
“ineficaz” —con 1,7 oficiales por cada soldado—, e “insostenible”, ya que todo
el aparato del Estado se moviliza y se endeuda para promover un negocio: el de
la industria militar.
A Flourish chart
Para Rois,
resulta imposible entender por qué el gasto en Defensa no ha dejado de aumentar
si no se tiene en cuenta las presiones y el trabajo soterrado de los lobbies de
la industria armamentista. Una industria de la que el propio Estado es socio
con participaciones en Navantia —que ha suministrado recientemente buques de
guerra a Arabia Saudí para su guerra con Yemen—, en Airbus —uno de los
principales responsables de la fabricación de aviones militares— o en Indra
—uno de los líderes mundiales en tecnología militar— donde el Estado tiene el
28%.
Las puertas
giratorias entre el ejército y el Ministerio de Defensa son el aceite que
necesita esta relación entre el Estado y las empresas de armamento: dos decenas de altos cargos de las
Fuerzas Armadas y de este ministerio pasaron de firmar los acuerdos para armar
al Ejército español a formar parte de los consejos de administración de las
principales empresas del sector. Fernando Alejandre Martínez, jefe del Estado
Mayor de la Defensa hasta finales de 2020, pasó a ser asesor de Sener
Aeroespacial, una de las contratistas del Ministerio. Salvador María Delgado
Moreno, exjefe de Apoyo Logístico de la Armada, pasó a formar parte de la
empresa Proyectos de Interés para la Defensa Argos. Pedro Morenés, ex ministro
de Defensa con el PP, ha ocupado altos cargos en la industria armamentista,
como Expal, Instalaza o MBDA, una compañía con operaciones en Reino Unido,
Francia, Alemania e Italia que diseña y fabrica misiles. Expal, una empresa vasca
dedicada a la fabricación de municiones y explosivos, tiene como presidente del
Consejo de Administración a José Luis Urcelay, quien fue unos años antes
Segundo Jefe del Estado Mayor de la Armada. La misma historia recorre la
trayectoria profesional de Eduardo Serra, ex ministro de Defensa con el PP, y
una interminable lista de altos cargos políticos que se pasaron a la empresa
privada.
Según el Grupo Antimilitarista Tortuga, el gasto
militar real en 2022 asciende a 37.563 millones de euros. De ellos, solo 10.155
millones fueron reconocidos por el Gobierno. Desde esa perspectiva, para llegar
al 2% del PIB España tendría que reducir su gasto militar en casi 15.000
millones
Dentro de esta
estrategia conjunta, las intervenciones del ejército español en el exterior,
para Juan Carlos Rois, no son otra cosa que un “escaparate para la venta de
armas”, una “exposición” del catálogo de buques de guerra, aviones, armas y
explosivos que el complejo industrial español ofrece al mundo, todo a costa del
erario público, ya que el Estado subvenciona esta venta con dinero público,
siempre en aumento. “España ahora está en 17 intervenciones en el exterior. Lo
que estamos haciendo principalmente ahí es exhibir material militar”, dice
Rois. No es casualidad que España sea el séptimo exportador de armas del mundo,
solo superado por las seis principales potencias del mundo, todas ellas con
veto en el Consejo de Seguridad de la ONU.
¿Qué tiene que
ver todo esto con el 2%? “Todo”, explica a El Salto este experto en gasto
militar. El Gobierno, por primera vez, se ha mostrado abierto a aceptar algunos
de los gastos militares ocultos que los informes del Grupo Antimilitarista
Tortuga y el Centre Delás llevan años señalando, pero existen “enormes
presiones” del lobby de la industria militar para que la
mayoría de esos gastos sigan distribuidos y “escondidos” en otros ministerios,
todo para que la subida del gasto militar sea mayor y, con ella, las ventas de
las empresas de armamento. A través de la compra de material militar para el ejército,
de los créditos para la fabricación de armamento, a través de las misiones en
el exterior, a través de las participaciones del Estado en las principales
empresas de armamento, cualquier aumento en gasto total dedicado a la guerra
incide directamente en el gigantesco entramado militar español, subraya
Rois.
Si se mantiene la fórmula actual, habría que duplicar
la inversión en dos años para contentar a Washington y al lobby de las armas,
una “barbaridad imposible de hacer en dos años si no es con recortes
importantes en otros ministerios”, dice Pere Ortega, del Centre Delás
Hay muchos
intereses en juego, señala Pere Ortega, en la forma de calcular el punto de
partida del gasto militar. Si se mantiene la fórmula actual, habría que
duplicar la inversión en dos años para contentar a Washington, una “barbaridad
imposible de hacer en dos años si no es con recortes importantes en otros
ministerios”. Algo bastante improbable, añade, por las actuales alianzas del
Gobierno. La propia crisis derivada de la guerra hace menos posible este
incremento de 13.000 millones en el gasto militar y deja abierta una paradoja:
la única forma de aumentar en estas dimensiones el gasto militar es que acabe
pronto el conflicto, explica Ortega, una situación que haría completamente
innecesario el coste político derivado de esta apuesta por aumentar el gasto
militar.
Todo vuelve a
la forma de calcular el gasto dedicado a las Fuerzas Armadas y todo lo que le
rodea, incide este analista. Si sumamos el gasto militar reconocido por el
Gobierno al gasto social militar —pensiones, seguridad social, etc.— el gasto
llegaría al 1,4% del PIB, cerca de la media europea. Y si se sumaran todos los
gastos repartidos en los otros ministerios casi no haría falta aumentar el
gasto militar para estar al día con las exigencias de la OTAN.
“Dudoso orden de prioridades”
La crisis de
2008 supuso un freno para el aumento del gasto militar en todo el mundo y una
“demostración”, dice Pere Ortega, de que “se puede bajar el gasto militar” si
es necesario. Casi todos los países redujeron sus inversiones, incluido EE UU que
recortó el presupuesto de Defensa en casi 100.000 millones. Pero este ciclo
terminó en 2014, cuando los años de bonanza económica y la anexión de Crimea
por parte de Rusia convencieron a los gobiernos de volver a la senda del
rearme. Desde entonces, en Europa el gasto militar no ha dejado de aumentar,
incluso en años de pandemia cuando el resto de la economía se
hundía.
Medio año
después de la anexión de Crimea, en la cumbre de la OTAN de Gales, Estados
Unidos exigió a los países europeos un aumento del gasto militar, que debería
llegar al 2%. En 2018, Pedro Sánchez asumió ese objetivo y volvió a
reivindicarlo semanas después del inicio de la guerra de Ucrania. El compromiso
de aumento del gasto militar no ha contado con el visto bueno de Unidas Podemos,
EH Bildu, ERC y otros partidos de la izquierda parlamentaria, por lo que unos
presupuestos que cuenten con un gran aumento del gasto militar, en principio,
solo podrán salir adelante con apoyos de los partidos de derecha del
Congreso.
Sin embargo, el
aumento del gasto militar venía de mucho antes de la guerra de Ucrania. En los
Presupuestos de 2022, el Gobierno de coalición ya había aprobado una partida de
22.796 millones de euros de gasto militar, un 124% más de lo asignado al
Ministerio de Defensa, un nuevo récord histórico, según las cifras que maneja
el informe del Centre Delás. Este aumento del 5,75% con respecto al año
anterior se sustentó en un incremento del 16,2% en los gastos en armamento y
del 8,76% de la I+D militar. Según este instituto de investigación para la paz,
el gasto militar diario en España subió hasta los 62 millones, unos 479 euros
por habitante. Los 34 Programas Especiales de Armamento por valor de 51.644
millones de euros son los principales responsables de estos aumentos. De esta
cantidad, 17.390 millones de euros fueron aprobados por los dos gobiernos de
Sánchez. Entre estos planes se incluye la inversión de 2.500 millones para la
segunda fase de desarrollo del programa del futuro avión de combate, cuyo coste
final puede superar los 50.000 millones y que incluye a empresas como Airbus,
Tecnobit, Indra, Sener, ITP Aero o GMV.
En los últimos 25 años, el gasto militar creció un
129%; las inversiones militares, un 199%; la facturación en material militar
por parte de la industria, un 821%, y la exportación de armas, un 3.012%
“En un momento
de crisis sanitaria, social y climática como el que vivimos, que los
presupuestos preparados por el Ejecutivo de Pedro Sánchez presenten un gasto
militar tan elevado pone en evidencia un muy dudoso orden de prioridades, así
como los privilegios con los que cuenta el complejo militar-industrial
español”, dice el informe.
Un vistazo a lo
que ha ocurrido en los últimos 25 años, apuntan desde el Centre Delás, permite
escrutar cómo ha evolucionado el complejo militar en España: el gasto militar
creció un 129%; las inversiones militares, un 199%; la facturación en material
militar por parte de la industria, un 821%, y la exportación de armas, un
3.012%.
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