lunes, 25 de mayo de 2020

¿Habrán fichado a Santiago Abascal en su viaje a USA para ser presidente del gobierno de España por un "ratito" llegado el caso, como a Guaidó en Venezuela?



 El fascismo amenaza la vida para recuperar el beneficio del capital. La única respuesta posible es de clase





Por Marat
Diario Octubre 
24.05.2020

Las caceroladas y las manifestaciones en los barrios burgueses contra el Estado de Alarma son un síntoma de descontento social entre los sectores de las clases medias reales (pequeños y medianos propietarios) y autopercibidas (de segmentos minoritarios de la aristocracia asalariada) que señalan el efecto del largo período de confinamiento en la economía nacional, que se ha deteriorado, tanto en sectores básicos y de grandes empresas de la producción como en los pequeños negocios (fundamentalmente de servicios) y, con ello, las de los hogares y, en consecuencia, en el consumo, que se ha limitado a fundamentalmente a las necesidades básicas y a otras secundarias, ligadas fundamentalmente al entretenimiento en casa.

El acierto de los fascistas y de la derecha reaccionaria del PP ha sido la de haber sabido conectar con el miedo al futuro de esos sectores de las clases medias reales y autopercibida, como consecuencia de la destrucción del tejido productivo que ha traído la combinación del agotamiento del período de recuperación tras la última crisis del capitalismo y de la paralización de gran parte de la actividad económica como consecuencia de las medidas sanitarias para parar la COVID-19.

No es un fenómeno español. En mayor o menor medida que en nuestro país ha sucedido en la práctica totalidad del mundo, por lo que la nueva fase de la crisis capitalista es, de nuevo, también global. Éste es un factor que debe esgrimirse desde una posición de clase: el capitalismo acelera su crisis general y no hay salidas nacionales a la misma.
Tampoco les un fenómeno local la respuesta fascista contra el confinamiento. En Italia, en Alemania, en los estados USA no controlados por Trump en los que se da alguna forma de este tipo de medidas, las protestas organizadas por la extrema derecha se suceden, siempre en nombre de la libertad y con banderas patrias. La libertad es la del mantener abiertos los negocios por encima de los riesgos de los trabajadores que hay en ellos. Y la bandera patria es siempre el manto de la mentira protectora con el que el capital quiere cubrir lo que antes era contradicción de intereses trabajo-capital bajo la forma nueva de “más mata el hambre”, planteado por quien no lo padece y está lejos de padecerlo. La burguesía siempre ha vendido desde la revolución francesa lo que son sus intereses de clase como interés general de todas las clases.

Conviene entender la relación subalterna de las clases medias, justo las que auparon el fascismo y lo están elevando en el presente, con la clase rectora del sistema capitalista, la gran burguesía. La clase media propietaria de medios de producción e incluso los segmentos sociales de la aristocracia asalariada está ligada al capitalismo como sistema y a las grandes corporaciones de las que son empresas proveedoras y subcontratadas y de las que obtienen un sector de los directivos no claves en la toma de decisiones empresariales sus importantes salarios.

Establecida esta cuestión hay una relación compleja entre pequeña y mediana burguesías y gran capital.

La pequeña y mediana burguesías han comprendido que su futuro está comprometido y que necesitan de la recuperación del consumo, por lo que es imprescindible para ellos la vuelta a las terrazas y a y al negocio de las tiendas.

El gran capital, el que mueve el porcentaje del PIB que, de verdad, será afectado por la crisis, turismo, automoción, construcción y banca, crea a través de sus medios de “comunicación” económicos y generalistas el estado de opinión social, el llamado “estado del malestar” que, curiosamente, remite a ciertas anticipaciones del 15-M. De ahí que en la prensa más conservadora se haga un paralelismo entre los objetivos de VOX de creación de “ambiente de protesta social” con la aparición de los indignados y la posterior eclosión de Podemos. La clase media, y para ella, se proyectó una salida progre y otra fascista. En cualquier caso, ambas tuvieron un enfoque no de clase, sino de “gente” y nacionalista.

Afortunadamente los fascistas están llegando tarde varios países. En Italia y en España es más que evidente. Las curvas acabarán por aplanars

Estados Unidos está sin sanidad pública sin sanidad pública, porque el Obacamare era una mentira, exigiendo violentamiente  el fin de las cuarentenas  y de Brasil,  con un Presidente tan eloqucido como las cifras de la enfermedad,. La elección de recuperación de la tasa de beneficio empresarial en lugar de vida puede que se convierta en caos económico.

El acuerdo de Alemania y Francia para intentar llevar a la UE a superbazooka económico de ayudas más “generosas” para la UE (fundamentalmente pensando en el sur) tiene mucho que ver con la necesidad de Francia de salir adelante porque está agotada económicamente y con la de Alemania porque, si se hunde el sur, es el fin de la UE y, con ello, Alemania tendría que comerse su producción al no poder colocar su producción.

Si esa opción falla, porque va a fallar, dado que las inversiones van a ir antes a las necesidades de las infraestructuras públicas de los estados de la UE que a las de supervivencia y consumo inmediatos para mantener el sistema económico, lo que queda es el odio organizado políticamente. Es decir, la salida fascista.

En las situaciones de desesperación social, menores de las supuestamente esperadas, el antifascismo no puede ser la clásica respuesta antifacha del enfrentamiento físico. Hay que desnudar sus argumentos, visibles si se quiere ver de qué hemos estado hablando, dejar claro a la pequeña burguesía que puede condenarse a desaparecer, deglutida por el gran capital, o sumarse a la cola, y sin pretensiones de dirigir lo que no le corresponde, y ser parte de la solución.

Es necesario impulsar un tipo de lucha que conecte con las necesidades inmediatas, vitales y sentidas de nuestra clase porque, de no ir por ahí la respuesta, la que dará el fascismo será la que canalice la frustración y le malestar sociales hacia el odio y la demanda de un caudillismo que el capital acabará por emplear, cuando se le acaben todas las demás opciones para imponer por la fuerza la recuperación de sus ganancia a costa de nuestra miseria. No hay muchas vueltas que dar a los argumentos. Basta con hacer memoria de ellos y señalarlos.

Es necesario romper con el sectarismo propio del cuanto peor mejor y de que el peor enemigo es siempre aquel del que intentamos diferenciarnos para ser nosotros mismos y asumir que el actual gobierno de los progres en España ha defendido, contra todo el capital organizado, el fascismo evidente y el “conservador” y su Brunete mediática la protección de la vida, sin carta de navegación, que ningún país tenía, ante una pandemia desconocida, antes que el beneficio del capital. Nada más y nada menos. Y hasta ahí porque, quien ignore es porque quiere que, luego de una austeridad y unos recortes más atenuados, vendrán otros más brutales y que, si no han conseguido sacarles del gobierno las fuerzas de la reacción, harán la misma política contra los trabajadores porque, al igual que a Zapatero no le tembló el pulso a la hora de negar todas las políticas que había prometido y que, salvo en crisis, eran muy asumibles por el capital, tampoco les pasará a ellos.

Hay que decirles a los trabajadores que si no se organizan para defender lo conquistado ayer y para exigir lo que corresponde a las nuevas necesidades con las que se van encontrar, lo que les queda es elegir a qué capataz del sistema elegir y cuánta represión de clase van a estar dispuestos a asumir.

Es el momento de explicarle a los trabajadores porque la opción de una sociedad socialista para los comunistas es la de proteger la vida de la gente de nuestra clase, que es la más expuesta ante cualquier pandemia:
  • En el socialismo la vida no estaría amenazada por la demanda de beneficio
  • En el socialismo, la protección de la vida sería el más sagrado principio a defender.
  • En el socialismo el ser humano no se enfrentaría a la necesidad de trabajar durante una pandemia, jugándose la vida para poder comer.
  • En el socialismo, el principal problema al que se enfrentaría la humanidad sería cómo acabar con una enfermedad extendida.
  • En el socialismo, los trabajadores que hubieran de trabajar, para satisfacer las necesidades básicas de la población en caso de pandemia, estarían adecuadamente protegidos y el coste de protegerlos no sería el problema sino el de la capacidad científica para responder ante la amenaza. 

Julio Anguita


In memoriam Julio Anguita (1941 - 2020)

Referente de una izquierda insobornable


Jaime Pastor
Vientosur
19.05.2020
 
El fallecimiento de Julio Anguita el pasado sábado 15 de mayo ha sido un duro golpe, no sólo para quienes en mayor o menor medida compartíamos su vocación rupturista y antisistema sino, más allá, entre toda la gente que veía en él un referente en la defensa de otra visión de la política y de otra forma de hacerla, alejadas de quienes ven en ella una profesión y una forma de enriquecerse.

Una singularidad política que se ha reflejado a lo largo de toda su trayectoria, como se está recordando estos días, desde su alcaldía en Córdoba, primero, y luego, mediante el papel motor que ejerció en la apuesta por un proyecto alternativo para el PCE, para Convocatoria por Andalucía, para IU como su Coordinador Federal y, hasta el final de sus días, desde el Frente Cívico y las sucesivas iniciativas y manifiestos que fue promoviendo. Siempre demostrando una coherencia incorruptible frente a cualquier tipo de prebenda y defendiendo la verdad por delante, lo que le generó la hostilidad de los poderes establecidos.

Su liderazgo desde IU fue clave en el ascenso electoral de esta formación en un periodo en el que coexistían presiones contradictorias: por un lado, un ciclo de Huelgas Generales protagonizado por CCOO y UGT contra el gobierno de Felipe González, pero, por otro, un creciente desconcierto en la izquierda ante la caída del muro de Berlín y frente al Tratado de Maastricht. Julio supo comprender el cambio de época que estábamos viviendo y se esforzó por reformular el discurso, el programa y el proyecto del PCE, rechazando tanto subordinarse a un PSOE con políticas de derechas, como dejarse llevar por un europeísmo acrítico frente al salto adelante neoliberal que representaba la puesta en marcha de la Unión Europea. Para cumplir con ese doble propósito con nuevas herramientas, buscó convertir IU en un nuevo “movimiento político-social”, dispuesto a superar viejas identidades-refugio (no vi nunca a Julio practicar el patriotismo de partido) y a abrirse a las propuestas procedentes de movimientos sociales como el ecologista, pero también al sindicalismo alternativo en torno a iniciativas como la reivindicación de la semana laboral de 35 horas.

Fue en esos tiempos cuando un sector procedente de la Liga Comunista Revolucionaria (LCR), entre ellos Manolo Garí, Jesús Albarracín, Lucía González y Miguel Romero, junto con activistas independientes, tras el fracaso de la fusión con el Movimiento Comunista (MC), llegamos a finales del año 1993 a un acuerdo con la dirección de IU para integrarnos en esta formación. Porque, como explicaba yo mismo en un artículo publicado en El Mundo el 29 de noviembre de 1993, si bien no pretendíamos ignorar lo que no compartíamos (como la reivindicación de la Constitución de 1978) con Anguita e IU, constatábamos “el acercamiento que hemos tenido en los últimos años frente a la guerra del Golfo, el tratado de Maastricht o en algunos foros de discusión. Nos puede unir, además, una voluntad común de superar el viejo modelo de partido y construir un nuevo tipo de formación política pluralista y descentralizada”.

La acogida por parte de Julio a nuestra presencia fue cordial, respetuosa e incluso arriesgada en casos como el mío, ya que después de la IV Asamblea Federal de IU, a finales de 1994, me propuso asumir dentro de la Presidencia Federal la Secretaría encargada de presentar un documento sobre Modelo de Estado, aun siendo consciente de que la posición que yo representaba era minoritaria dentro de IU. Acepté asumir esa tarea, aunque finalmente, tras el laborioso trabajo hecho con las distintas sensibilidades a escala estatal, el texto presentado fue rechazado por el Consejo Federal de IU y decidí dimitir en julio de 1997.

La integración de nuestro sector no fue desde luego fácil, y menos aún lo fue llevar a cabo la transformación de IU en “movimiento político-social”, ya que pronto la dinámica de confrontación interna entre la mayoría de la dirección encabezada por Julio y la minoría que representaba principalmente Nueva Izquierda (que contaba con un enorme y beligerante apoyo mediático a su favor) predominó en el seno de IU, relegando a un segundo plano la audiencia de otras corrientes, como la que a partir del otoño de 1996 configuramos como Espacio Alternativo junto con coordinadores de algunas Federaciones como Ricardo Sosa y Jesús Rodríguez y activistas ecosocialistas como Ladislao Martínez, Concha Denche o Julio Setién.

La evolución posterior de IU, tras las escisiones y la renuncia de Julio a continuar como número 1, afectado además por un segundo infarto, siguió siendo tensa y controvertida, debido al giro que marcó el pacto Almunia-Frutos en las elecciones generales de marzo de 2000, llevándonos finalmente a la mayoría de quienes formábamos Espacio Alternativo a dejar IU en el otoño de 2008 para fundar Izquierda Anticapitalista.

Antes de ese abandono, recuerdo muy especialmente un encuentro en una noche de verano madrileña en la que pude disfrutar de una animada conversación con Julio sobre los más diversos temas junto a amistades comunes, como Manolo Monereo, Pedro Montes y la incansable luchadora, también recientemente fallecida, Susana López.

Por eso, al margen de las diferencias políticas y los caminos diferentes que fuimos eligiendo, quedarán siempre para mí el enorme respeto a su persona y, sobre todo, a su ejemplo de dignidad y firmeza en la denuncia de todo tipo de injusticias y en la intransigencia ante lo real como lo único posible. Nos toca ahora no traicionar ese legado.

In memoriam | Izquierda

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