In memoriam Julio Anguita (1941 - 2020)
Referente de una izquierda insobornable
Jaime Pastor
Vientosur
19.05.2020
El
fallecimiento de Julio Anguita el pasado sábado 15 de mayo ha sido un duro
golpe, no sólo para quienes en mayor o menor medida compartíamos su vocación
rupturista y antisistema sino, más allá, entre toda la gente que veía en él un
referente en la defensa de otra visión de la política y de otra forma de
hacerla, alejadas de quienes ven en ella una profesión y una forma de enriquecerse.
Una
singularidad política que se ha reflejado a lo largo de toda su trayectoria,
como se está recordando estos días, desde su alcaldía en Córdoba, primero, y
luego, mediante el papel motor que ejerció en la apuesta por un proyecto
alternativo para el PCE, para Convocatoria por Andalucía, para IU como su
Coordinador Federal y, hasta el final de sus días, desde el Frente Cívico y las
sucesivas iniciativas y manifiestos que fue promoviendo. Siempre demostrando
una coherencia incorruptible frente a cualquier tipo de prebenda y defendiendo
la verdad por delante, lo que le generó la hostilidad de los poderes
establecidos.
Su liderazgo
desde IU fue clave en el ascenso electoral de esta formación en un periodo en
el que coexistían presiones contradictorias: por un lado, un ciclo de Huelgas
Generales protagonizado por CCOO y UGT contra el gobierno de Felipe González,
pero, por otro, un creciente desconcierto en la izquierda ante la caída del
muro de Berlín y frente al Tratado de Maastricht. Julio supo comprender el
cambio de época que estábamos viviendo y se esforzó por reformular el discurso,
el programa y el proyecto del PCE, rechazando tanto subordinarse a un PSOE con
políticas de derechas, como dejarse llevar por un europeísmo acrítico frente al
salto adelante neoliberal que representaba la puesta en marcha de la Unión
Europea. Para cumplir con ese doble propósito con nuevas herramientas, buscó
convertir IU en un nuevo “movimiento político-social”, dispuesto a superar
viejas identidades-refugio (no vi nunca a Julio practicar el patriotismo de
partido) y a abrirse a las propuestas procedentes de movimientos sociales como
el ecologista, pero también al sindicalismo alternativo en torno a iniciativas
como la reivindicación de la semana laboral de 35 horas.
Fue en esos
tiempos cuando un sector procedente de la Liga Comunista Revolucionaria (LCR),
entre ellos Manolo Garí, Jesús Albarracín, Lucía González y Miguel Romero,
junto con activistas independientes, tras el fracaso de la fusión con el
Movimiento Comunista (MC), llegamos a finales del año 1993 a un acuerdo con la
dirección de IU para integrarnos en esta formación. Porque, como explicaba yo
mismo en un artículo publicado en El Mundo el 29 de noviembre de 1993,
si bien no pretendíamos ignorar lo que no compartíamos (como la reivindicación
de la Constitución de 1978) con Anguita e IU, constatábamos “el acercamiento
que hemos tenido en los últimos años frente a la guerra del Golfo, el tratado
de Maastricht o en algunos foros de discusión. Nos puede unir, además, una
voluntad común de superar el viejo modelo de partido y construir un nuevo tipo
de formación política pluralista y descentralizada”.
La acogida por
parte de Julio a nuestra presencia fue cordial, respetuosa e incluso arriesgada
en casos como el mío, ya que después de la IV Asamblea Federal de IU, a finales
de 1994, me propuso asumir dentro de la Presidencia Federal la Secretaría
encargada de presentar un documento sobre Modelo de Estado, aun siendo
consciente de que la posición que yo representaba era minoritaria dentro de IU.
Acepté asumir esa tarea, aunque finalmente, tras el laborioso trabajo hecho con
las distintas sensibilidades a escala estatal, el texto presentado fue
rechazado por el Consejo Federal de IU y decidí dimitir en julio de 1997.
La integración
de nuestro sector no fue desde luego fácil, y menos aún lo fue llevar a cabo la
transformación de IU en “movimiento político-social”, ya que pronto la dinámica
de confrontación interna entre la mayoría de la dirección encabezada por Julio
y la minoría que representaba principalmente Nueva Izquierda (que contaba con
un enorme y beligerante apoyo mediático a su favor) predominó en el seno de IU,
relegando a un segundo plano la audiencia de otras corrientes, como la que a
partir del otoño de 1996 configuramos como Espacio Alternativo junto con
coordinadores de algunas Federaciones como Ricardo Sosa y Jesús Rodríguez y
activistas ecosocialistas como Ladislao Martínez, Concha Denche o Julio Setién.
La evolución
posterior de IU, tras las escisiones y la renuncia de Julio a continuar como
número 1, afectado además por un segundo infarto, siguió siendo tensa y
controvertida, debido al giro que marcó el pacto Almunia-Frutos en las
elecciones generales de marzo de 2000, llevándonos finalmente a la mayoría de
quienes formábamos Espacio Alternativo a dejar IU en el otoño de 2008 para
fundar Izquierda Anticapitalista.
Antes de ese
abandono, recuerdo muy especialmente un encuentro en una noche de verano
madrileña en la que pude disfrutar de una animada conversación con Julio sobre
los más diversos temas junto a amistades comunes, como Manolo Monereo, Pedro
Montes y la incansable luchadora, también recientemente fallecida, Susana
López.
Por eso, al
margen de las diferencias políticas y los caminos diferentes que fuimos
eligiendo, quedarán siempre para mí el enorme respeto a su persona y, sobre
todo, a su ejemplo de dignidad y firmeza en la denuncia de todo tipo de
injusticias y en la intransigencia ante lo real como lo único posible. Nos toca
ahora no traicionar ese legado.
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