sábado, 28 de enero de 2023

MARCELO COLUSSI. El sujeto que se viene

 

MARCELO COLUSSI. El sujeto que se viene

 

Insurgente.org / 27 enero 2023

 

 


¿Un nuevo sujeto?


 Las nuevas tecnologías que se vienen abriendo paso desde hace algunas décadas a nivel mundial van estableciendo un nuevo tipo de sociedad, una nueva modalidad de relaciones interhumanas y, según podría preguntarse: ¿un nuevo sujeto? Enfaticemos en algo ante todo: el sistema-mundo actual sigue marcado por el modo de producción capitalista, con algunas puntuales excepciones: China y su peculiar “socialismo de mercado” o “socialismo a la china” -ahora, con Xi Jinping, pareciera que con una profundización de los ideales socialistas- y algunas pocas trincheras que persisten por allí, golpeadas y acorraladas por el capitalismo global: Cuba, Norcorea, Vietnam. El mundo de la “libre empresa” -que no es nada libre, por cierto- está muy sólidamente instalado, y en este momento no se ven fuerzas suficientes para transformarlo. El capitalismo, como todo sistema a través de la historia, puede cambiar. Lo cierto es que, en la actualidad, se lo descubre tan firme que se abre el interrogante sobre cómo derribarlo. Hoy los ideales revolucionarios están adormecidos; no digamos “superados”, porque el 85% de la población planetaria no ve ningún beneficio con la arquitectura económico-social actual, pero sí es evidente que no tienen la iniciativa.

 

Las tecnologías, como fue siempre a través de la historia, sirven para desarrollar las fuerzas productivas. En otros términos: son instrumentos; pero no son ellas las que deciden la marcha del mundo, sino la forma en que son utilizadas socialmente. De todos modos, la rapidez vertiginosa y la profundidad que va teniendo la actual super revolución tecnológica en curso -infinitamente más profunda que la revolución industrial dieciochesca- marca de tal modo al sistema que abre interrogantes sobre cómo seguirá la sociedad global, hacia dónde va, y si podrá estar realmente al servicio de toda la población en algún momento, o seguirá perpetuando (o ampliando) las diferencias y la explotación, tal como sucede ahora.

En otros términos: el problema no está en la herramienta tecnológica propiamente dicha sino en el proyecto humano en el cual se inscribe. Un martillo puede servir para clavar un clavo o para romperle la cabeza a alguien; la energía atómica puede servir para iluminar toda una ciudad o para hacerla volar por el aire. La cuestión está dada por las relaciones sociales en que los avances tecnológicos ocurren; sin embargo, las actuales tendencias de la tecnología (mundo digital, inteligencia artificial) no solo cuestionan sobre cómo el capitalismo dominante las implementará, sino también sobre el sujeto a que están dando lugar.

 

Está claro que en el mundo que se abrió con el capitalismo desde hace ya un par de siglos, todo adelanto en las herramientas -la navegación a vela, la máquina de vapor, el ferrocarril, la producción en serie, la electricidad, las comunicaciones masivas, la informática, la robótica- ha favorecido siempre a la clase dominante. Toda mejora en los instrumentos de trabajo y de vida cotidiana, si bien llega como beneficio con cuentagotas a las grandes mayorías populares, favorece en principio, y fundamentalmente, a los grupos hegemónicos, dueños de los medios de producción. Las tecnologías que se vienen disparando desde fines del siglo pasado, potenciadas de un modo fabuloso por los encierros a que forzó la pandemia de Covid-19 (inteligencia artificial adaptativa, metaverso, internet de las cosas con tecnología 5G, internet descentralizado (Web3), superapps, realidad aumentada, plataformas en la nube especializadas por sector) abrieron paso en forma tajante a algo que ya venía preformándose: todo es “a distancia”, virtual: teletrabajo, teleconferencias, compras por internet, educación en línea, sexo por aplicaciones, esparcimiento virtual en 3D…. Todo este fabuloso instrumental tecnológico a disposición de la humanidad -o de ciertos grupos, porque hay muchísima gente que sigue viviendo en el subdesarrollo comparativo, que no tiene aún ni siquiera acceso a energía eléctrica- ¿está creando un nuevo sujeto?

¿Cuál es la imagen del ciudadano de a pie que se va construyendo hoy, no solo para la producción, sino para todas las actividades humanas (estudio, diversión, tareas domésticas, vida sexual)? Un sujeto sentado ante una pantalla.

 

Se ha dicho (Cabrera, 2022) que “Con las restricciones del contacto humano [que provocó la pandemia y que van quedando incorporadas en la “nueva normalidad”] hay pérdidas importantes [en el proceso de subjetivación], pero que no se visibilizan suficientemente con los avances de la posmodernidad, que tienen que ver con el dominio de la inteligencia artificial, y la digitalización de la vida. En consecuencia, funcionar con un contacto humano mediatizado o muy restringido representa un duelo cultural”.

 

¿Estamos ante un nuevo sujeto humano o ante nuevas subjetividades? Argumentado desde distintos lugares teóricos (marxismo y psicoanálisis) no puede decirse que estemos ante la “muerte” del sujeto sino, en todo caso, ante una reconfiguración, un estilo nuevo. Hay modalidades globales del capitalismo como sistema que imponen un sujeto nuevo, un sujeto que se adecua a esa realidad sociopolítica, económica, tecnológica; pero las subjetividades del ser humano, en su estructura, en su esencia, siguen más o menos iguales.

 

Definitivamente, sí hay un duelo en relación a muchas formas de la interrelación humana conocida hasta ahora (por ejemplo: el sexo fue siempre de “carne y hueso”, presencial. ¿Se reemplazará con sexo remoto a través de lentes tridimensionales y pants con sensores para contactarse con una pareja que puede estar en las antípodas del globo terráqueo?) Pareciera que vamos hacia un nuevo sujeto y una nueva forma de conocer, de transmitir ideas y sentimientos, de actuar en el mundo. Todo eso cambia radicalmente, pero la subjetividad no.

El “hombre nuevo” levantado años atrás en el socialismo era una brillante idea romántica. Hay que formar un nuevo ser humano, pero eso no se da por un acto voluntario. Ese hombre nuevo era un hombre “bueno”, con una enorme voluntad. Mas no se puede ser “buena gente” y solidarios por decreto. Vemos que el socialismo no crea eso automáticamente: el modelado de una nueva subjetividad es un proceso sumamente complejo, arduo. En todo caso esa nueva subjetividad, ese hombre nuevo se podrá crear si hay un nuevo ámbito global, un marco político social, cultural, civilizatorio en su sentido más amplio. Se podrá dar luego de muchas generaciones, que moldearían nuevas modalidades de relacionamiento.

 

Lo que vemos es que, más allá de buenas voluntades, el machismo, el racismo, el autoritarismo, el centralismo, todas eso que podríamos llamar “lacras” (concepto a discutir, por cierto), no desaparecen por decreto. El actual presidente de Rusia, Vladimir Putin, fue formado en la ortodoxia marxista, siendo todo un cuadro del Partico Comunista de la Unión Soviética; y hoy, luego de haber apoyado el bombardeo del Kremlin con el que se dio por terminado el socialismo, representa intereses de un rapaz capitalismo no distinto al de las potencias occidentales. ¿Qué significa eso? Que los cambios profundos en la subjetividad necesitan muchas generaciones. El hombre nuevo fue una idea encomiable, pero que no podía prosperar rápidamente en una nueva sociedad que se comenzó a edificar, porque la gente de izquierda, los comunistas, los revolucionarios, son producto de la construcción de un sujeto centrado todavía en el autoritarismo, en la propiedad privada, el patriarcado. Todo eso por decreto, por voluntad, no se cambia. Construir una nueva subjetividad es algo más profundo. Tampoco lo consigue mecánicamente esta nueva cultura digital a la que ahora estamos asistiendo. ¿O sí?

El mundo que se nos viene

 

Hay una idea interesante en Freud, que no era un comunista precisamente, pero resultó un subversivo, un revolucionario en sentido ético en el campo de las ideas, expresada un par de años después de la revolución rusa de 1917, al observar ese proceso. Considerando que ahí se da un nuevo marco cultural, pensaba -no sin razón- que de allí, quizá en un futuro, podría salir un nuevo sujeto, no tan atado a su neurosis, más libre quizá. Conclusión: si existe un contexto social nuevo, de ese fermento puede surgir un sujeto nuevo.

 

El mundo que estamos viviendo ahora, escenario post pandemia donde el distanciamiento social se hizo norma, introdujo profundos cambios llegados para quedarse. Es este mundo digitalizado el que cada vez gana más terreno estableciéndose como hegemónico, aunque haya regiones del planeta donde todavía persiste el arado de bueyes o se utiliza la leña como principal combustible, atado a supersticiones milenarias mágico-animistas. El mundo está pasando a ser, con grandes diferencias aún entre distintos países, un mundo digital, marcado en forma creciente por las comunicaciones velocísimas y la inteligencia artificial.

 

No hay progreso”, pudo decir Lacan. Esto debe entenderse en el sentido que las pasiones humanas, el deseo, la relación con el poder, se mantienen. Lo que vimos de las experiencias socialistas, al menos hasta ahora, lo confirma. Cambia lo político-social: hay avance, hay progreso en la forma en que se arman las sociedades: ya no hay esclavismo, aunque siga habiendo explotación de la clase trabajadora. Ya no hay cinturón de castidad, aunque perdure el patriarcado. “En el Medioevo me hubieran quemado a mí; ahora los nazis queman mis libros. ¡Hemos progresado!”, pudo decir sarcástico Freud cuando marchaba al exilio. Pero entonces lo subjetivo, ese sujeto deseante que somos, ¿será que cambia tanto por el uso del celular o de la computadora, por las aplicaciones de citas o por una lente tridimensional de realidad virtual? Estos cambios sociales-económicos-tecnológicos no afectan forzosamente nuestra subjetividad. Con todas estas transformaciones procedimentales ¿somos “mejores” o “peores” seres humanos? (pregunta torpemente planteada así). ¿Amamos más o amamos menos de esta manera?, ¿se ama más a los juguetes sexuales que a la gente de carne y hueso? Lo que sí es evidente es que vamos entrando en un mundo donde la relación interhumana se problematiza. ¿Ya no habrá sindicatos entonces? ¿Gente en la calle manifestando? ¿Todo se hará en el metaverso?

 

Toda la parafernalia tecnológica que instaura el mundo digital, de momento al menos en los marcos del capitalismo dominante, no sirve en absoluto para fomentar ninguna liberación. Habrá que establecer otro marco social para que esas herramientas sirvan a la causa humana. Los robots podrían hacernos trabajar menos dejándonos más tiempo libre para otros disfrutes; la realidad es muy otra: gente queda desocupada, los precios de los productos no bajan y las diferencias económicas entre los que más tienen y los desposeídos se agigantan.

No es posible demostrar que con esta cultura digital que se va imponiendo, con una inteligencia artificial que parece saberlo todo y nos asiste en todo (ahí están los chatbots, por ejemplos) nos tornemos más fríos en términos humanos, despersonalizados, distantes; lo que sí es evidente es que nos transforman, o intentan transformar, en más manipulados.

 

Las tecnologías solas no modifican el proyecto humano en términos subjetivos. A veces pareciera que tienen vida independiente. Se inventaron el robot o la computadora, prodigios de inteligencia artificial, pero no sabemos los alcances finales de eso, si podrán terminar manejando a la especie humana, o si eso no puede pasar de ciencia ficción. En la película “2001: Odisea del espacio”, de Stanley Kubrick, la inteligencia artificial finalmente es más inteligente que la humana y termina suplantando al ser humano. Si vemos a éste desde una perspectiva freudiana, de compulsión a la repetición y pulsión de muerte, sí parece que nos podríamos estar acercando al final de la civilización, por la catástrofe medioambiental en curso o la posibilidad real de guerra nuclear devastadora.

 

El socialismo es una esperanza para lograr un ser humano distinto, quizá no más bueno y bondadoso, sino con ordenamientos sociales más solidarios, superando el individualismo hedonista que se ha ido construyendo con el capitalismo consumista. Se pueden crear condiciones para que las relaciones humanas sean menos monstruosas y se salga del “homo homini lupus”. Si son relaciones de poder las que construyen al ser humano, si eso es parte del drama que nos constituye, puede apostarse por crear relaciones nuevas. Las tecnologías actuales podrían facilitarlo; hoy, como están dirigidas, no lo parece.

La cuestión está en si todo esto nos está convirtiendo en robots o no, si en términos de subjetividad es peligroso o no. El peligro está en la implementación que los poderes dominantes hacen de esto, porque la gente, que en lo sustancial como seres humanos no ha cambiado, sigue protestando, teniendo momentos de felicidad y momentos de angustia, miedos y aspiraciones. Todo indica que las fantasías y temores humanos fundamentales no difieren en lo básico, y aunque hay diferencias de clase, no pareciera haber diferencias en la estructura psicológica profunda, entre el sujeto de hace décadas, o siglos, y el actual. Si algo debe espantarnos es la implementación que se hace de este mecanismo tecnológico global.

 

Marcelo Colussi

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“El 30 de enero quemaremos las cartas que el ministro Escrivá ha enviado al colectivo pensionista” (cast/cat) [España]

 


“El 30 de enero quemaremos las cartas que el ministro Escrivá ha enviado al colectivo pensionista” (cast/cat)


Publicado el 27 de enero de 2023 / Por Comunicados

KAOSENLARED

 El próximo lunes 30 de enero, la Marea Pensionista de Catalunya sustituirá la tradicional concentración semanal de la Pl. Universidad de las 10 por la mañana por una manifestación que saldrá de esta plaza hasta la Tesorería General de la Seguridad Social, calle Aragón, 273 de Barcelona.

El objetivo es reclamar que el Tribunal de Cuentas haga la auditoría de las cuentas de la Seguridad Social para saber donde han ido a parar el dinero de nuestras cotizaciones.

Así mismo, aprovecharemos la ocasión para quemar las cartas que el ministro Escrivá ha enviado a las personas pensionistas para reclamar la satisfacción de nuestras reivindicaciones, en particular el incremento de las pensiones mínimas hasta el SMI y acabar con la brecha de género.



¡Queremos la auditoría de las cuentas de la Seguridad Social, ya!
La Coordinadora de las Mareas de Pensionistas de Catalunya se manifestará el próximo 30 de enero ante la Tesorería General de la Seguridad Social, calle Aragó, 273, de Barcelona.

A las 10 horas nos concentraremos en la plaza Universidad y desde allí nos dirigiremos a la sede de la Tesorería para reclamar el cumplimiento de la Ley 21/2021, aprobada por el Congreso de Diputados (BOE-A-2021-21652 Ley 21/2021, de 28 de diciembre, de garantía del poder adquisitivo de las pensiones y de otras medidas de refuerzo de la sostenibilidad financiera y social del sistema público de pensiones).

Pese a esta aprobación, hasta ahora el Tribunal de Cuentas del Estado no ha recibido ninguna orden para poder realizar la auditoría necesaria para aclarar dónde han ido a parar el dinero de la Seguridad Social.

Por eso, la Coordinadora hemos considerado necesario reclamar el cumplimiento de éste acuerdo.

En el mismo acto, y ya a las puertas de la Tesorería de la Seguridad Social, quemaremos las cartas enviadas por el ministro Escrivá a todas las personas pensionistas como protesta por no atender nuestras reivindicaciones que, entre otras cosas, reclamamos el incremento de las pensiones mínimas según el salario mínimo interprofesional y acabar con la brecha de género.

Marea Pensionista de Catalunya
Barcelona, ​​25 de enero de 2023


(Cat)

Volem l’auditoria dels comptes de la Seguretat Social, ja!
La Coordinadora de les Marees de Pensionistes de Catalunya es manifestarà el pròxim 30 de gener davant la Tresoreria General de la Seguretat Social, carrer Aragó, 273, de Barcelona.
A les 10 hores ens concentrarem a la plaça Universitat i des d’allí ens dirigirem a la seu de la Tresoreria per reclamar el compliment de la Llei 21/2021, aprovada pel Congrés de Diputats (BOE-A-2021-21652 Ley 21/2021, de 28 de diciembre, de garantía del poder adquisitivo de las pensiones y de otras medidas de refuerzo de la sostenibilidad financiera y social del sistema público de pensiones).
Malgrat aquesta aprovació, fins ara el Tribunal de Comptes de l’Estat no ha rebut cap ordre per poder realitzar l’auditoria necessària per aclarir on han anat a parar els diners de la Seguretat Social.
Per això, la Coordinadora hem considerat necessari reclamar el compliment d’aquest acord.
En el mateix acte, i ja a les portes de la Tresoreria de la Seguretat Social, cremarem les cartes enviades pel ministre Escrivà a totes les persones pensionistes com a protesta per no atendre les nostres reivindicacions que, entre altres coses, reclamem l’increment de les pensions mínimes segons el salari mínim interprofessional i acabar amb al bretxa de gènere.

Marea Pensionista de Catalunya
Barcelona, 25 de gener de 2023

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¿Quién gobierna en el mundo? Parte I

 

Nos preguntamos: ¿quién gobierna realmente el mundo? ¿Cuáles son los mecanismos que permiten a los poderosos aunar criterios y coordinar sus acciones? Aquí presentamos la primera parte de un artículo –la segunda, mañana– que trata de responder a esas preguntas.


¿Quién gobierna en el mundo? 

Parte I


Roberto Pecchioli

El Viejo Topo

28 enero, 2023 

 


Mientras tomábamos un café, un amigo nos hizo la pregunta del billón: ¿Quién gobierna el mundo? Agregó que no quería una respuesta compleja y que le interesaba saber nombres y apellidos. Amplio y arduo programa, respondiendo a una pregunta que nos ha mantenido inclinados sobre libros durante años; más difícil aún señalar a las personas físicas en una época en la que el poder –más oligárquico y cerrado que nunca– tiene una dimensión reticular, en la que cada articulación, cada anillo está íntimamente ligado en una tela de araña que, sin embargo, tiene un centro que puede ser identificado

Le repetimos a nuestro amigo un concepto expresado por Giano Accame, gran periodista y finísimo intelectual: mandan aquellos de los que no se pueden decir cosas malas. Parece una broma –o una evasión de la respuesta– y en cambio es el primer paso para llegar a la verdad. En todo medio –todos tenemos experiencia– hay alguien (persona, grupo, camarilla, grupo de intereses) de quien no se puede hablar mal, so pena de represalias, discriminación, castigo. Así funciona el mundo, arriba y abajo, a pesar de las almas bellas. Podemos entonces formular un primer nivel de respuesta: mandan aquellos que pueden hacer que su voluntad se convierta en ley o en sentido común –aplicando sanciones a los que transgreden o discrepan– y son capaces primero de desacreditar, luego de prohibir,

No es, todavía, una respuesta. Otro nivel de reflexión es negativo: ¿quién no manda, es decir, quién, de hecho y de derecho, no puede ejercer poder?

Aquí el tamiz se hace más espeso y excluye una inmensa cantidad de sujetos: los pueblos, los pobres, los sin bienes y sin educación, la inmensa mayoría de los seres humanos, pero también gran parte de los estados teóricamente independientes que representan a las naciones, las civilizaciones y los pueblos del mundo. La respuesta se vuelve menos opaca. Mandar, es decir decidir, gobernar, dictar disposiciones que deben ser obligatoriamente cumplidas o impuestas, significa no reconocer –de hecho o de derecho– autoridades superiores: la antigua fórmula latina de auctoritas –o potestas– superiorem non recongnoscens .

Por lo tanto, parece evidente que las instituciones públicas, empezando por los estados nacionales, ya no mandan. Algunos ejemplos relacionados con Italia: las leyes de la Unión Europea –promulgadas en forma de reglamentos– y toda la legislación comunitaria no solo son definitivas y de aplicación inmediata, sino que también derogan cualquier disposición nacional contraria. Lo más sorprendente es que va pesar de la disposición constitucional que atribuye la soberanía al pueblo (italiano)– fue la misma jurisdicción, con sentencias específicas, la que se despojó de la potestas para establecer la superioridad del derecho comunitario, conocido no solo como acervo, norma, sino también como conquista adquirida de una vez por todas.

La República ya no tiene un poder legislativo autónomo: la constitución es una hoja de papel o un libro de sueños. Niccolò Machiavelli, fundador de la ciencia política, creía que los cimientos de la soberanía estatal eran el ejército y la moneda. Nadie puede negar que nuestras fuerzas armadas [italianas, aunque no solo] están dirigidas por los mandos de la OTAN, cuya cumbre está en los EE.UU. A través de la cobertura atlántica, Estados Unidos posee al menos cien bases militares en Italia, algunas de las cuales están equipadas con armas atómicas que están fuera del control italiano. Todas son jurídicamente extraterritoriales y los delitos militares no pueden ser perseguidos, como lo sabe cualquiera que intentó en vano detener a los aviadores estadounidenses que destruyeron el teleférico Cermis en Cavalese, con bajas y daños. Discutir no, digamos, la pertenencia a la OTAN, sino sus términos, está sustancialmente prohibido en Italia y coloca a quienes intentan salir al debate político al borde de la criminalización. Esto sería suficiente para desesperar a Maquiavelo.

Lo peor, sin embargo, es la inexistencia de soberanía monetaria, es decir, control privado y extranjero de la emisión y circulación del dinero legal. El bastón de mando está en manos de quienes crean dinero de la nada, atribuyéndose la propiedad a sí mismos: los banqueros. La primacía del dinero sobre la dimensión pública ha sido conquistada por los «mercados», seudónimo del poder financiero de unos pocos gigantes, con la creación de bancos centrales de los que se han hecho con el control, apropiándose de la principal fuente de mando: la emisión de dinero. Falsos organismos públicos para disfrazar su naturaleza de gigantescos poderes privados en manos de los señores del dinero, los bancos centrales están controlados por la cúpula de las finanzas internacionales y disfrutan de privilegios e inmunidades bien ocultos al público en general.

El truco no es solo la difícil comprensión del concepto de acuñación como creación ex nihilo, sino la difusión de una ideología económica y financiera presentada como una ciencia exacta, aunque arcana en sus fundamentos, en base a la cual solo las «autoridades monetarias», otro nombre del arte de los señores privados de dinero, tienen las habilidades, la capacidad y la experiencia para crear, distribuir y dirigir los flujos monetarios. De ahí la pretensión de independencia (es decir, omnipotencia y ausencia de control) del sistema de banco central, que, según sus estatutos aprobados por el Estado, «no puede solicitar ni recibir consejos o instrucciones», fórmula acrobática para poner el derecho al servicio de lo que desean.

¿Quién se atreve a decir cosas malas de los «mercados», tótems y tabúes de nuestro tiempo? Mucho menos de los bancos centrales, cuyos mitificados centros de estudio destilan un indiscutible saber casi esotérico, una dogmática no muy distinta a la de la Iglesia del pasado. Además, para quedarse en casa, la mayoría de los compatriotas no saben que el Banco de Italia (hoy un simple miembro del BCE) miente desde el mismo nombre: no solo no es público, como sugiere el nombre, sino que ni siquiera es italiano, ya que sus accionistas, modestamente conocidos como participantes, son en su mayoría instituciones privadas controladas por bancos extranjeros, empezando por Unicredit e Intesa-San Paolo.

Mayer Amschel Rothschild, el hombre que creó el inmenso poder de la dinastía que lleva su nombre, una de las monarquías hereditarias sin corona que dominan el mundo, dijo una vez: permítanme emitir y controlar la moneda de una nación y no me importará quién hace sus leyes. ¿Quién se atreve a criticar al sistema bancario y financiero, dueño de los mercados intocables, custodios de poderes arcanos y conocimientos iniciáticos? Los mercados, afirma una vulgata indiscutible, votan todos los días y quieren la santa «estabilidad», es decir, un sistema inmóvil que se perpetúe.

Obvio: mandan ellos y las críticas, los ataques, el rencor popular, son apropiadamente desviados hacia los gobiernos y los políticos, directores generales pro tempore del poder financiero. El voto popular «libre y universal» es una ficción, una farsa para los ingenuos. El poder del dinero vacía las democracias: ¿quién crees que gana –sin importar programas y consignas– entre un partido o candidato con fondos y otro sin ellos? ¿Y quién tiene más dinero para arrojar a la competencia drogada que aquellos que la crean con un golpe de pluma, un clic en el teclado de la megacomputadora?

Y, sin embargo, si bien es posible, a menudo instigado y dirigido por otros, atacar a políticos, ejecutores de órdenes superiores, camareros y pinches de los llamados «poderes fácticos», casi nadie ataca a las intangibles «autoridades monetarias», los bancos sistema, los mercados soberanos y las oligarquías financieras que pagan la orquesta y deciden la música.

Otra lección de Accame sobre identificar quién es el jefe se refiere a quién pagamos impuestos, de una forma u otra. Teóricamente, al estado. En realidad, gran parte del dinero que legalmente nos roban se destina a pagar la deuda pública, o mejor dicho, los intereses que la gravan. De hecho, a pesar de la expropiación aguas arriba, es decir, la soberanía monetaria conferida al sistema financiero privado y la gigantesca contabilidad falsa relacionada, Italia ha tenido un saldo primario (la diferencia entre ingresos y gastos) que ha sido positivo desde la década de 1990, mientras que la deuda pública sigue aumentando debido a los intereses, extorsionados con fraude de deuda, adeudados a quienes asumieron la propiedad inicial del dinero. El interés pagado al sistema usurero en los últimos treinta años es casi igual a la totalidad de la deuda acumulada.

Napoleón, que también exportó con armas la revolución francesa burguesa y mercantil, decía: “cuando un gobierno depende del dinero de los banqueros, son éstos, y no el gobierno, los que controlan la situación, ya que la mano que da está por encima de la mano que recibe”. Y el general corso tenía el ejército y el estado… Un gran político y legislador, Thomas Jefferson, padre de la constitución americana, luchó con todas sus fuerzas contra el poder financiero que extendía sus garras sobre la nueva nación. “Creo que, para nuestra libertad, las instituciones bancarias representan un peligro mayor que los ejércitos. Si los ciudadanos estadounidenses les permitieran controlar la emisión de moneda, los bancos les quitarían todas sus propiedades hasta que sus hijos se despertaran sin hogar.”

El sistema financiero es una oligarquía «extractiva», en el sentido de que extrae la riqueza de los pueblos y ciudadanos de a pie para llevársela a sí mismo, un drenaje ascendente que todo lo devora. Un ejemplo es la reciente ley de la UE, deseada por los grupos de presión financieros e industriales convertidos por interés en una equívoca ideología verde, que expropiará de facto la casa si no se implementan costosas innovaciones de «energía». Quien no lo haga –tras endeudarse con los usureros de siempre– tendrá que vender por un centavo su propiedad a los hiperpropietarios, que intentan convencer de que no tener nada es la felicidad suprema, que sin embargo eluden. Destacados filántropos.

En Italia hay un impuesto más, una extracción extra: el dinero de protección que pagan las actividades económicas a las mafias. Quien puede recaudar impuestos manda y, naturalmente, no le gusta que hablen mal de él. Es peligroso luchar contra las mafias, pero también revelar el poder del sistema financiero y el engaño histórico de la deuda con la que aprieta cada día la soga al cuello de Estados, pueblos e individuos. Por no hablar de la dificultad de hablar mal de otra extracción en nuestro perjuicio, el engaño del dinero electrónico. Más allá de cualquier consideración relacionada con la libertad y la vigilancia, pocos mencionan la inmensa ganancia de millones de comisiones, incluso pequeñas y mínimas, aplicadas a nuestras transacciones. Los beneficiarios son los habituales, y es a ellos a quienes pagamos un impuesto adicional.

Un sabio amigo de origen campesino repetía: si no pagas con lino, pagas con lana; las víctimas siempre somos los que no mandamos.

Sin embargo, para construir un antagonismo es necesario identificar los rostros de los responsables. La vaga e impersonal respuesta de que el mundo –y por supuesto Italia– está en manos de la oligarquía financiera no satisface y no significa mucho a los ojos de la gente, víctima de juegos de manos, mentiras y un refinado psíquico y mediático bombardeo al cerebro reptiliano y al área límbica, instintiva del cerebro. Además, es una verdad parcial. El poder es ramificado y muy refinado: no se puede liquidar con una acusación únicamente contra el sistema financiero. La dominación tiene muchos riachuelos y reglas que son capaces de determinar opiniones, visiones del mundo, las palabras para expresarlas, las agendas a seguir en la economía, en la política, en la sociedad y en la vida cotidiana, en los gustos y en la cultura en sentido amplio. Una vez más, son aquellos de quienes está prohibido, inconveniente y peligroso decir su mal. Hablaremos de ello en la segunda parte de este trabajo, con la temeraria promesa de no autocensurarnos.

Fuente: EreticaMente.

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