jueves, 25 de julio de 2024
Camino a la guerra
El mundo está convulso.
Occidente prosigue su caída, y gesticula alimentando las guerras. Pero la
transformación en marcha es imparable, y solo el holocausto nuclear puede
detenerla. Ya se han repartido las cartas. Hagan juego, señores.
Camino a la guerra
De Francesco Cappello
El Viejo Topo
Mundo 25 julio, 2024
La transición en curso hacia un nuevo mundo ahora sólo puede detenerse mediante una guerra global
El viejo mundo
ya no funciona ni desde el punto de vista de la seguridad global ni desde el
punto de vista económico y de sostenibilidad de las economías extractivas
neoliberales. Se basa en la hegemonía unipolar de los EE.UU. que, con sus
vasallos europeos por un lado y los orientales (Australia, Japón, Corea del
Sur, Filipinas) por el otro, intentan frenar la reorganización de las relaciones
entre países en las que los BRICS ampliados tienen un enorme potencial de
expansión. El 80% del mundo ahora orbita alrededor de los BRICS+.
Estados Unidos utiliza a Israel, a los países de la OTAN y a la UE
El viejo mundo,
dominado por los EE.UU., intenta frenar, con la amenaza militar y la violencia
de las armas, la afirmación del mundo multipolar. El resultado buscado consiste
en la desestabilización de varias zonas críticas del planeta: desde el corazón
de Europa, en Ucrania, utilizada como plataforma de guerra contra la Federación
Rusa, hasta Oriente Medio, donde se encuentra el instrumento de preservación
del viejo orden occidental –Israel–, hasta el Mar de China Meridional, donde se
utiliza con el mismo fin la disputa artificial sobre la isla de Taiwán.
Dinámicas similares se están produciendo en el continente africano, que se está
liberando de la segunda colonización francesa y estadounidense y en el
continente sudamericano, donde Argentina desempeña el papel de instrumento
reaccionario para el uso y consumo de la vieja dominación estadounidense.
Con la
expansión de la OTAN hacia el Este hasta las fronteras de la Federación Rusa,
que incluye el deseo de incorporar a Ucrania, se ha violado el
principio de indivisibilidad de la seguridad según el cual la seguridad de unos
no puede lograrse a expensas de la de otros. El acto final de esta locura
atlantista fue la inclusión de Finlandia y Suecia. Finlandia comparte casi
1.400 kilómetros de frontera con Rusia. Como resultado, se ha provocado el
colapso del sistema de seguridad euroatlántico, que debe reconstruirse
lo antes posible. En otras palabras, la amenaza a Europa, lejos de provenir de
la Federación Rusa, deriva, muy claramente ahora, de su servidumbre al sistema
de dominación angloamericano, un yugo que la arrastra cada vez más rápidamente
hacia un abismo, un callejón sin salida.
Estados Unidos
esperaba, tal vez, que acercar su infraestructura militar a las fronteras de
Rusia pudiera hacerse con impunidad, sin recibir una respuesta simétrica en forma
de misiles cerca de Estados Unidos, para restablecer la disuasión nuclear. Y
esto es exactamente lo que ha ocurrido recientemente frente a las costas de
Florida y Cuba, donde la Armada rusa ha consolidado un despliegue militar
permanente, a 60 millas de la costa de Florida, que coloca a los Estados Unidos
bajo fuego nuclear. Esto ocurrió para restablecer la disuasión nuclear después
de que Estados Unidos, a través de Ucrania, atacara y dañara dos sistemas rusos
de radar de alerta temprana nuclear a escala intercontinental.
En ambos bandos
están ahora frente a una guerra existencial que nadie,
por razones opuestas, puede permitirse perder. Al estar enfrentadas las mayores
potencias atómicas del planeta, esto significa que todo está en juego, que está
en juego la existencia de todo y la existencia de todos nosotros.
Rusia es una
potencia nuclear. Les gustaría desmantelarla y colonizarla económicamente
saqueando sus recursos, como lograron hacer con Yeltsin durante una década.
Desde el principio, la Federación Rusa declaró que si se enfrentara
abiertamente a las fuerzas de Estados Unidos y la OTAN no dudaría en recurrir
al uso de armas nucleares si fuera esta la única forma de defenderse. En la
práctica, para evitar una respuesta nuclear, debemos esperar que Rusia salga
siempre victoriosa en el campo de batalla…
Se vuelve así
fundamental la ofensiva diplomática ruso-china, consistente en el llamamiento
a construir una nueva arquitectura de seguridad internacional sin dominación
occidental1, que
restablezca el respeto al derecho internacional, una idea extremadamente
popular en los cansados países del Sur del mundo con relaciones
políticas, comerciales y económicas desiguales, sin que haya ningún respeto por su soberanía y las
civilizaciones culturales a las que pertenecen.
Los orígenes geoeconómicos del conflicto
Estados Unidos
está experimentando un crecimiento de su deuda pública y
de su deuda externa insostenible en las condiciones
geopolíticas actuales, especialmente debido al proceso de desdolarización en
curso. La primera asciende ya a 34,5 billones de dólares, lo
que representa el 129% del PIB nacional. Su ritmo de
crecimiento es vertiginoso. De hecho, la Reserva Federal ha tenido que aumentar
los tipos de interés para hacer más atractivos los bonos del gobierno
estadounidense, que cada vez tienen menos demanda en el mundo (en su lugar la
gente prefiere comprar oro y otras cosas) con la consecuencia inevitable de que
la necesaria refinanciación a tipos superiores al coste de la deuda pública, el
servicio de la deuda, es decir, los intereses a pagar a los acreedores, está
aumentando exponencialmente. Actualmente ascienden aproximadamente a un billón
de dólares al año, ¡casi tres mil millones de dólares al día!
Y he aquí un
aspecto fundamental relacionado con el conflicto en curso: China, el mayor
tenedor extranjero de títulos del Tesoro de Estados Unidos, ha ralentizado sus
compras en los últimos años y, de hecho, se encuentra más bien deshaciéndose de
esos títulos adquiridos anteriormente vendiéndolos. Japón y algunos países
europeos como Irlanda y Bélgica hacen lo mismo, en distintos grados. Todo esto
ocurre a pesar del freno a esta tendencia que representa la continua subida de
tipos (aunque con efectos secundarios evidentes, entre ellos la ralentización
del crecimiento económico, las recientes crisis bancarias, etc.) que promete una
remuneración más generosa de los títulos de deuda a los compradores. La Reserva
Federal insiste en hacer más atractiva la remuneración de los préstamos que
sigue pidiendo al resto del mundo pero su promesa es cada vez menos creíble.
La deuda
externa de Estados Unidos (la suma de todas las deudas
que el gobierno de Estados Unidos tiene con acreedores extranjeros), cercana
a los 20 billones de dólares, ha superado el 80% del PIB. En
particular, Estados Unidos importa desde hace algún tiempo mucho más de lo que
exporta. De hecho, Estados Unidos ha tenido una balanza comercial
deficitaria, ininterrumpidamente, desde 1975. El desequilibrio es
un hecho estructural que se produjo después de la intervención de Nixon en
1971, que transformó el dólar en moneda fiduciaria (en el sentido bíblico de
creación monetaria ilimitada: fiat lux et lux fuit). Hasta
entonces, el equilibrio de la balanza de pagos estaba garantizado por el hecho
de que la deuda exterior estadounidense podía cobrarse a los países acreedores
en oro. Los países con los que Estados Unidos estaba endeudado tenían, por
tanto, derecho a solicitar la extinción de su crédito en oro. Sin embargo, el
oro de las reservas estadounidenses no era suficiente para las necesidades de
las transacciones comerciales en rápido crecimiento de la época, de ahí la
decisión de 1971 que hizo posible la creación monetaria ilimitada,
independientemente de la existencia de un equivalente en oro.
En el pasado,
el dólar, fortalecido por su continua demanda en los mercados internacionales,
ha hecho que los productos estadounidenses sean más caros para los compradores
extranjeros, mientras que las importaciones, con un dólar fuerte, se vuelven
más asequibles para los consumidores estadounidenses, que así podían permitirse
un alto nivel de consumo de productos extranjeros.
El dólar,
impuesto al mundo como moneda internacional, mientras por un lado permite a los
EE.UU. importar sin preocuparse por exportar un equivalente en bienes,
producidos internamente, a otros países, ha tenido como resultado el abandono
progresivo de la economía real; en la práctica, todo esto ha llevado a una
proporción cada vez menor de la producción manufacturera, de modo que muchos
bienes que antes se producían internamente ahora necesariamente tienen que importarse. Esta
desindustrialización resultante del progresivo abandono de la economía real se
ha correspondido con una creciente financiarización de la economía. Una
disociación real entre economía real y finanzas. Se ha consolidado la idea de
que con dinero se puede ganar dinero.
La primera
alarma sobre la insostenibilidad a largo plazo de la desindustrialización y la
financiarización surgió con la crisis de 2007/2008.
Hoy, Estados
Unidos intenta actuar volviendo a invertir en la economía real y en la reindustrialización,
recurriendo a programas de inversión que apalancan la deuda pública, apoyados
por sucesivas sesiones de flexibilización cuantitativa, inauguradas
por la crisis de 2007, que han permitido a la economía financiera economía para
sobrevivir, y también mediante la compra de títulos de deuda pública por parte
de grandes fondos de inversión (los tres grandes: Blackrock, Vanguard, State
Street), capaces de acumular ahorros a escala global con los que apuntalar el
sistema económico financiero, comprando los títulos de deuda y dando oxígeno al
dólar, no sabemos por cuánto tiempo más.
Al igual que
Estados Unidos, otros países están muy endeudados en el exterior; son Francia y
el Reino Unido, como es lógico, partidarios acérrimos que alimentan los
conflictos en curso.
Sin embargo,
vivir por encima de los propios medios, como afirman hacer los países
deficitarios al endeudarse, no es posible indefinidamente.
En el pasado,
Estados Unidos podía permitirse el privilegio de acumular enormes déficits sin
que el dólar pudiera devaluarse porque su valor se mantenía alto por la demanda
forzada de dólares por parte de otros países obligados a utilizarlos para
realizar sus compras en los mercados internacionales. Hoy, sin embargo, se
están probando alternativas al uso del dólar, que de hecho ha
disminuido un 20% en los últimos años. Paradójicamente, su uso se ve cada vez
más obstaculizado por el mismo proteccionismo occidental agresivo que ahora
pretende limitar su comercio al patio trasero occidental. Este
proteccionismo agresivo hacia países con los que tenemos relaciones económicas
hostiles se llama friend
apuntalamiento o allyshoring . En otras palabras, aquellos
países que adoptan el friend apuntalamiento optan por importar únicamente del
círculo de países considerados amigos y trasladar sus actividades productivas
(reubicaciones) únicamente a aquellos países con los que comparten valores
políticos y estrategias geopolíticas comunes. Sólo se hacen negocios con
amigos, incluso a costa de la desglobalización de la economía.
La génesis de las políticas de amistad
Los países
deudores corresponden a los países acreedores. Entre los considerados hostiles,
China ocupa el primer lugar, al igual que la propia Federación Rusa y algunos
países árabes. El inevitable conflicto entre países deudores y
acreedores estalló cuando estos últimos afirmaron que gastarían su superávit ya
no financiando la deuda estadounidense comprando títulos estadounidenses, sino
invirtiéndolos en la construcción de infraestructuras comerciales a escala
global. Consideremos, a modo de ejemplo, el caso de la nueva
Ruta de la Seda china y el corredor ruso Norte-Sur que
desde San Petersburgo, pasando por el Mar Caspio e Irán, llega a la India.
Además, infraestructuras de este tamaño socavan el poder talasocrático
estadounidense. Incluso el deseo legítimo de comprar importantes
activos industriales (puertos, centros de producción, etc.) a los países
occidentales, por parte de los países acreedores, es impedido y
obstaculizado por todos los medios, siendo un presagio de la
pérdida de dominio por parte del viejo orden unipolar occidental, a favor de
los países acreedores, que sólo pueden contrarrestarse eficazmente recurriendo
a la amenaza de la fuerza militar y, de hecho, al uso
planificado de la fuerza militar.
Proteccionismo agresivo
Las sanciones,
los aranceles, la incautación y el congelamiento de las reservas de divisas
rusas han provocado la reducción de las relaciones con
el mundo oriental. Rápidamente condujeron a la división del
mundo en bloques cada vez menos comunicantes y a la aceleración del fin de la
globalización tal como la conocemos y del modelo neoliberal relacionado que
había recobrado fuerza después de la segunda mitad de los años setenta.
Como se
mencionó anteriormente, existe un deseo sustancial de reubicar el excedente
oriental (hay muchos países que venden valores occidentales y compran oro) en
inversiones en infraestructura en el espacio BRICS en continua expansión, en
Medio Oriente, África, América del Sur y recientemente en el espacio europeo,
en Serbia2 y Hungría3, donde China,
por ejemplo, también pretende construir fábricas para la producción de coches
eléctricos y baterías de alta tecnología, evitando así las medidas
proteccionistas europeas (Hungría es un país de la Unión) que están tratando de
salvar sus inversiones en el mismo sector, conscientes de que los productos
chinos son ahora de mayor calidad y precios mucho más bajos que sus homólogos
europeos.
Hay que añadir
que el sistema de producción europeo se ve fuertemente penalizado por los
elevados costes de las materias primas, incluida la energía, debido a las
sanciones impuestas a Rusia por los EE.UU. y que, a la inversa, China ha sabido
aprovecharse de ello aumentando enormemente su comercio en el sector energético
con la Federación Rusa.
Occidente está
en grandes dificultades con China. No puede permitirse el lujo de considerarlo
un «rival sistémico» y exigirle que deje de colaborar con su socio estratégico,
Rusia, porque abandonar a China como socio comercial implicaría renunciar a
casi 800 mil millones de dólares de comercio y esto conduciría a una caída aún
más rápida de la economía europea.
De las grandes farmacéuticas a las grandes armas y al gas licuado
estadounidense
Estados Unidos,
en un intento de reequilibrar su balanza de pagos, ha impuesto a la Unión
Europea, entre otras cosas, sus exportaciones de armas y su producción de gas
licuado (GNL). El gas licuado estadounidense es de cuatro a cinco
veces más caro que el gas licuado ruso, aumento que Europa ha tenido que
soportar. Además, ha tenido que soportar los costos de infraestructura
relacionados con el cambio del gas ruso, lo que hace que su suministro sea
mucho menor. No es casualidad que hoy en Europa estemos siendo testigos de una
disminución de la producción industrial y de un proceso conexo de
deslocalización y/o desindustrialización.
El proceso de
afianzamiento de Occidente en general, en comparación con el
surgimiento de un nuevo mundo que se está reorganizando para independizarse de
las instituciones occidentales, también está acelerando la
desdolarización en curso, incluida la construcción de una nueva moneda BRICS.
El poder del
dólar impuesto al mundo había permitido hasta ahora a Estados Unidos
disponer de una fuente de liquidez prácticamente ilimitada al
servicio de su hegemonía imperial. Imprimiendo dólares según fuera
necesario (lo que invariablemente habría devaluado la moneda de cualquier otro
país que hubiera adoptado el mismo método) pudieron construir el ejército más
poderoso del mundo. Desempeñaron el papel hegemónico de financiadores de la
ayuda internacional y de las inversiones extranjeras, etc. Supieron permitirse
«dar» sin gastar, pareciendo generosos sin carecer de nada, en un intento de
enmascarar la violencia obscena de 75 años de su «paz» en la que, según
diversas estimaciones de los historiadores, provocaron de 20 a 30 millones de
víctimas, lo que se multiplicaría por 10 si se incluyeran los heridos en el
recuento.
El ataque a
Rusia por parte de los EE.UU., en el espacio europeo, tenía como objetivo impedir
esa virtuosa y creciente unión político-económica entre Europa y la Federación
Rusa, capaz, según los temores angloamericanos más atávicos, de
oscurecer el vínculo unipolar. La hegemonía estadounidense tuvo el efecto de
empujar a la Federación Rusa hacia China, dándole la espalda a Occidente. En
las intenciones de la potencia hegemónica occidental, el desmantelamiento de
Rusia y su colonización económica tendrían además como objetivo obstaculizar el
crecimiento impetuoso de China, haciéndola carecer de materias primas que en
gran medida le llegan de la Federación Rusa.
De este modo,
la globalización neoliberal ha sido literalmente destrozada. Los bloqueos
en el comercio mundial y la relativa desdolarización que sigue
corren ahora el riesgo de socavar los cimientos mismos del
neoliberalismo global y con ellos su guerra y sus instituciones económicas, con el riesgo de que dichos bloqueos sean
trágicamente considerados como una forma de salir de la trampa en la que
Occidente se metió al no aceptar el fin del orden de Yalta y la consiguiente,
necesaria y drástica reducción de la hegemonía unipolar de los EE.UU., ejercida
a partir del colapso de la URSS.
En 1944 había
plena conciencia de lo necesario que era, después de que el mundo había sufrido
dos guerras mundiales y se enfrentaba a un modelo de organización
socioeconómica alternativa al occidental, como el soviético, llegar
a una reforma del sistema sistema de pagos internacional al imponer la
intercambiabilidad del dólar por el oro. Esto habría servido para
evitar grandes superávits y los correspondientes déficits irremediables, que
invariablemente conducen a tensiones que llevan a conflictos entre países cuyo
resultado invariablemente produce la «solución» militar.
Hoy existirían
todas las condiciones externas para recomendar un nuevo Bretton Woods, con el
aguijón de los BRICS+ reemplazando al de la URSS, en lugar de buscar la
colaboración con el Sur Global, tal vez antes de que la guerra pueda
experimentar una nueva expansión fatal…
UNIDAD. La revolución pasa de la liquidez a la compensación
Es la nueva
moneda que se está construyendo en el mundo BRICS+. Desde los primeros rumores
no debería ser una moneda emitida por el banco central de ningún país sino
una moneda internacional en forma de una simple unidad de cuenta que
finalmente supere el actual paradigma de liquidez que provoca las actuales
patologías que padece el sistema de pagos internacional. Acoger uno
estructuralmente diferente, basado en la COMPENSACIÓN –como
propuso en su momento, en 1944, en Bretton Woods, JLM Keynes–, capaz de poner
fin simultáneamente al dinero de la deuda (usura), al poder del señoreaje, a la
acumulación, a los mercados abusivos de las finanzas especulativas
internacionales, y a esos desequilibrios en las balanzas comerciales y de pagos
que conducen a enormes déficits por un lado y superávits por el otro.
En la adopción
del paradigma de limpieza, la esperanza de construir un mundo estructuralmente
más justo y colaborativo, un mundo sin guerras.
Notas
1. El nuevo sistema de seguridad euroasiático propuesto por el presidente
ruso Vladimir Putin fue el punto central de la discusión en la última
cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS).
Putin destacó la importancia de priorizar la seguridad dentro de la OCS,
afirmando que “se tomó la decisión de transformar la estructura antiterrorista
regional de la OCS en un centro universal encargado de responder a toda la gama
de amenazas a la seguridad”, mediante la creación de una arquitectura de
seguridad, abierta a “todos los países euroasiáticos que deseen participar”,
incluidos “los países europeos y la OTAN”. También destacó, entre otras cosas,
lo crucial que es establecer alternativas a los mecanismos económicos
controlados por Occidente, ampliar el uso de monedas nacionales y establecer
sistemas de pago independientes, y desarrollar corredores de transporte
internacional en Eurasia.
2. Serbia ha firmado un acuerdo sobre un “futuro compartido” con China y
tiene la intención de fortalecer el comercio mutuo en yuanes.
3. En una rueda de prensa conjunta con Xi el 9 de mayo, Viktor Orban
anunció que China invertirá 6.400 millones de florines (16.500 millones de
euros) en el crecimiento tecnológico e industrial de Hungría.
Fuente: Seminare donande
¿Y si gana Trump?
¿Y si gana Trump?
Por Marc
Vandepitte
Rebelion
| 25/07/2024 |
Fuentes: Rebelión
Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos
Las posibilidades de reelección de Trump han aumentado vertiginosamente
tras el intento de asesinato. ¿Qué podemos esperar de un segundo mandato de
Trump?
En cualquier
caso, será (incluso) más duro que en su primer mandato. En 2016 Donald Trump
era todavía siendo un absoluto outsider, alguien al margen de la
clase dirigente, sin experiencia de gobierno, sin un plan detallado y sin una
red de apoyo en Washington o dentro del partido republicano. Los altos cargos y
legisladores de la corriente de centro-derecha de su partido frenaron sus ambiciones más agresivas.
Mientras tanto
ha rehecho totalmente a su imagen el aparato del partido. Esta vez tiene
un plan bien elaborado y podrá confiar en
un grupo de partidarios experimentados y muy leales.
Ofrecemos un
panorama de los acontecimientos que son de temer.
En el ámbito interno
1. Toma de poder
Trump quiere
poder gobernar sin ser molestado y limitar cualquier resistencia por parte del
aparato estatal, para lo que quiere purgar las más altas esferas de dicho
aparato estatal. Tiene previsto despedir a unos 50.000 funcionarios y exigir a todos
los empleados federales una prueba de lealtad.
Los altos
cargos del Pentágono temen que Trump nombre a
personas autoritarias para los puestos más altos del servicio de inteligencia y
del ejército, y que incluso trate de poner a los oficiales de menor rango del
ejército favorables a Trump en contra de los altos mandos del ejército. Trump
ya se había pronunciado en el pasado a favor de utilizar a las tropas contra
alborotadores o manifestantes.
Como ocurrió en
su primer mandato, nombrará a la mayor cantidad posible de jueces
complacientes. Quiere controlar las agencias independientes y tiene intención
de suprimir las subvenciones en caso necesario.
2. Culto a la violencia
Trump es la personificación
de la impunidad con los 91 cargos criminales que hay contra
él. Su lenguaje brutal y provocador fomenta un culto a la violencia. En
2016 afirmó: «Aunque me detuviera en medio de la
Quinta Avenida y disparara a alguien, no perdería votantes».
Sus ideas de
extrema derecha encuentran eco en una base de apoyo radicalizada. Actualmente
uno de cada cinco ciudadanos estadounidenses cree que la violencia puede ser necesaria para
volver a encarrilar al país. Las milicias armadas tuvieron cada vez más
presencia en su primer mandato. Se calcula que actualmente hay cientos de grupos paramilitares activos
en Estados Unidos, algunos de ellos fuertemente armados. En total cuentan con
unos 50.000 miembros. En el último año de su
mandato hubo unos 500 incidentes de intimidación o de
violencia provocados por civiles armados, en su mayoría supremacistas blancos y
otros extremistas de derecha. La mitad de esa violencia fue contra personas que
se manifestaban, lo que recuerda a las bandas fascistas de la década de 1930.
Si Trump
resulta reelegido, estas milicias se sentirán empoderadas y se harán oír aún
más. La violencia a gran escala es inminente. Ciertamente, lo que falta no son
armas: hay aproximadamente 44 millones de rifles militares
semiautomáticos del tipo del rifle del que salió el disparo contra Trump el
sábado pasado.
Es sabido que
la policía estadounidense tiene un largo historial de ayudar a neonazis y a extremistas de
derecha. Además, Trump ha anunciado que en el futuro pretende servirse del
ejército contra personas que se manifiesten y contra personas migrantes.
También está considerando movilizar a las tropas federal es en ciudades
controladas por los demócratas.
3. Persecución de sus oponentes
El expresidente
Donald Trump afirma que si resulta elegido este otoño, está dispuesto a procesar a sus enemigos políticos. Piensa
en Hillary Clinton, Joe Biden y su familia,
entre otros. Como presidente, tendrá potestad para llevar a cabo esas
represalias legales. Puede ordenar al Departamento de Justicia que investigue y
procese a sus rivales, y se podrá despedir a los funcionarios que se nieguen.
Además de a los
adversarios políticos, también planea procesar a periodistas.
Normalmente, el
sistema jurídico estadounidense ofrece algunas salvaguardias contra los
procesamientos políticos, pero eso requiere que los fiscales, el FBI y otros
organismos mantengan su independencia, y que los jurados y los jueces no
participen en esos procesamientos políticos. La cuestión es si, dado el control
que tiene Trump sobre el poder judicial y la profunda polarización de la
sociedad, esto seguirá ocurriendo.
El mero hecho
de expresar esas amenazas daña gravemente al estado de derecho y hace casi
imposible que la política funcione normalmente. También mina la confianza en la
integridad del sistema de justicia penal. Si Trump realmente utiliza al aparato
judicial contra sus oponentes políticos por pura venganza, degradará su país a
la categoría de república bananera.
4. Una política reaccionaria
No se puede
decir que el pasado político de Joe Biden sea progresista, pero en caso de que
Trump sea reelegido, su política será mucho más reaccionaria que la de su
predecesor, incluidos los ámbitos de la migración, los derechos de la mujer, la
seguridad social y el clima.
Si gana las
elecciones en noviembre, Donald Trump planea emprender la mayor deportación masiva de personas
inmigrantes indocumentadas de la historia de Estados Unidos. Pretende construir
campos de detención masivos a lo largo de la frontera sur y completar el muro
fronterizo. También quiere prohibir la entrada a Estados Unidos de personas
procedentes de determinados países de mayoría musulmana.
Un segundo
gobierno Trump pondría aún más en peligro el acceso al aborto y los derechos
reproductivos en todo el país. Trump ha afirmado en varias ocasiones que iba a
permitir a los estados restringir cuanto quisieran el derecho al aborto, incluida la detección de
los embarazos.
Trump quiere
abolir la Affordable Care Act [Ley de Asistencia
Sanitaria Asequible, esto es el seguro médico] que se introdujo bajo el mandato
de Obama (el llamado Obamacare).
Es muy probable
que Trump acabe con el apoyo de Biden a las industrias ecológicas y favorezca
las energías fósiles. Ha prometido ampliar las perforaciones de petróleo y gas en
el país desde su primer día en el cargo. La vuelta de Trump es un desastre para
el clima y el planeta.
Política exterior
1. ¡Es China, estúpido!
Trump coincide
con Biden en que China es el principal rival cuyo ascenso se debe sabotear
tanto como posible. Pero Trump quiere ser más duro que su rival político. Para
enfrentarse completamente a China, Estados Unidos deber ser menos activo en Europa y Oriente Medio y
poder liberar así más recursos que destinar a Asia. Por ello la guerra en
Ucrania debe acabar lo antes posible y Europa debe ocuparse más de su propia
seguridad. El recién nombrado compañero de candidatura de Trump, J.D.
Vance, no podría estar más de acuerdo.
Un segundo
mandato de Trump llevará a debilitar la OTAN o incluso a que Estados Unidos se retire
de la alianza. También podría significar el fin de Occidente como organizador ideológico de la escena
mundial, todo lo cual no es malo en sí mismo. Pero con Trump al timón, está
cada vez más cerca un choque entre ambos titanes y eso es todo menos positivo.
2. Gaza
Quizá Netanyahu
deje que la guerra continúe hasta que Trump vuelva a la Casa Blanca y entonces
desaparecerá la ligera presión que ahora tiene por parte de su principal
respaldo y proveedor de armas.
Por razones
electorales y consideraciones diplomáticas, Biden ha frenado «un poco» a
Israel. A Trump no le preocupan lo más mínimo esas consideraciones. Una parte
importante de su electorado está formada por cristianos evangélicos de derecha
que apoyan incondicionalmente al Estado sionista. Y le tiene sin cuidado el
posible aislamiento diplomático.
Trump se describe a sí mismo como «el mejor
presidente de la historia de Israel». Durante su primer mandato reconoció
Jerusalén como capital indivisa de Israel y los Altos del Golán como territorio
israelí. También suprimió la financiación de las agencias de la ONU que apoyan
a los refugiados y refugiadas palestinas.
Con un segundo
mandato de Trump las fuerzas de extrema derecha de Israel se sentirán
reforzadas y a Israel le preocupará menos la comunidad internacional.
3. Belicismo
Trump está
partidario de un sistema de defensa contundente. En la cumbre de la OTAN
celebrada en Bruselas en julio de 2018 urgió a los aliados no solo a cumplir el
objetivo del 2%, sino, en última instancia, a aumentar su gasto de defensa
hasta el 4% de su PIB. Actualmente Estados
Unidos gasta el 2.9% de su PIB en armamento.
El control de
armamento corre peligro de deteriorarse todavía más. En su primer mandato Trump
retiró a Estados Unidos de varios tratados de control de armamento. Es
poco probable que un gobierno Trump renueve el Tratado New Start, que
limita los misiles de largo alcance y expira en 2026 (1).
Como muestra la
lista de Ben Norton, el primer gobierno Trump fue
bastante beligerante. Su gobierno estaba repleto de halcones
de la guerra; por ejemplo, John Bolton, el artífice de la guerra
contra Iraq, fue su Asesor de Seguridad Nacional. Un nuevo gobierno Trump no
augura nada bueno para países como Cuba, Nicaragua o Irán, y menos aún para la
paz mundial.
«Ben Norton:
Como presidente, Trump fue un fiel aliado del Estado profundo estadounidense:
mató al general iraní Soleimani, emprendió el golpe y la fallida invasión de
Venezuela, supervisó el golpe de Bolivia, respaldó el intento de golpe en
Nicaragua, se jactó de robar el petróleo sirio, continuó la guerra de
Afganstán, aumentó la guerra contra Yemen»
4. Política económica
Trump
planea reanudar sus guerras comerciales. Pretende
imponer un arancel general del 10% a todos los productos importados, incluidos
los procedentes de Europa.
Prevé un
arancel del 60% a todos los artículos chinos, una medida sin precedentes y
particularmente drástica. Provocará una auténtica guerra comercial entre las
dos mayores potencias económicas y aumentará la tensión entre ambos países,
además de arrastrar también a otros países, lo que podría tener un efecto
desestabilizador en el comercio mundial.
Prepara
reducciones de impuestos de hasta 40.000 dólares para los hogares más ricos,
que se financiarán aumentando los aranceles a las importaciones y con otras
medidas. A consecuencia de ello, una familia media pagará unos 1.500 dólares
más al año por productos de primera necesidad, como la gasolina y artículos
importados.
Síntoma de una crisis profunda
Es increíble
que un canalla incompetente y fraudulento como Trump pueda ser el candidato
presidencial de un país tan poderoso y desarrollado. Más grave aún es que un
personaje así tenga muchas posibilidades de ser reelegido.
A finales del
año pasado The Economist publicó
el siguiente titular: «Donald Trump supone el mayor peligro para el mundo en
2024». Es cierto, puede que pronto tengamos a un personaje hitleriano (2) a los
mandos de un gigantesco arsenal nuclear.
Una persona
como Trum demuestra lo mucho que ha caído el país. Pero Trump en sí no es el
problema, en J.D. Vance tiene al menos un sucesor cuanto menos igual de
peligroso. Trump es un síntoma de una profunda crisis social.
Una preocupante
enorme proporción de la población estadounidense aparentemente está tan
desesperada que busca un líder fuerte, aunque diga las mayores incongruencias e
incluso vaya en contra de sus propios intereses personales.
No hay que ir a
buscar muy lejos esa desesperación. El país más rico del mundo es al mismo
tiempo un gran cementerio social. El 58% de las y los ciudadanos vive al
día. A menudo la gente tiene que tener dos o tres trabajos para no caer en la
pobreza.
Aproximadamente 130 millones de estadounidenses (el
40%) no tiene suficiente dinero en el banco para cubrir una urgencia de 400
dólares. 80 millones de ciudadanos, el 25% de
la población, retrasa el tratamiento de una enfermedad grave debido a su coste.
En ningún otro
lugar del mundo occidental es tan grande como aquí la brecha entre ricos y
pobres. El 0.1% de los ricos posee tanta riqueza
como el 90% de los de abajo. Los tres hombres más ricos poseen incluso
tanto como la mitad de la población.
La desigualdad
social siempre ha ido acompañada de violencia. Cada 15 minutos muere una persona por
disparos de arma de fuego. Cada año se producen más de un millón de delitos,
entre los que se incluyen asesinatos, violaciones, robos y agresiones graves.
El inaceptable
malestar social en un país tan rico inevitablemente se traduce en falta de
confianza en la política. Solo una pequeña minoría sigue teniendo fe en sus
dirigentes políticos. En los últimos diez años la confianza en el gobierno
federal ha fluctuado entre apenas un 15% y un 20%. También disminuye la
confianza en otras instituciones.
Trump aprovecha
inteligentemente esa desconfianza presentándose siempre como un outsider.
Aunque proviene de la capa superior de la población, siempre se posiciona como
un antisistema y arremete contra la casta política, los medios de comunicación,
los científicos y los intelectuales. Su lenguaje rudo y vulgar encaja
perfectamente con ello.
Por desgracia,
es un fenómeno que no ocurre solo en Estados Unidos. La extrema derecha está en
auge en gran parte del mundo. El capitalismo está sumido en una profunda crisis. Es muy discutible que
se pueda reformar este sistema y si no el momento de resetearlo. Es de esperar
que con el tiempo aprendamos suficientes lecciones de la historia.
Fuentes:
– If Trump wins
– Europe should brace itself for Trump
– What if Trump Wins Again
– Project 2025: A wish list for a Trump presidency,
explained
– How MAGA Republicans plan to make Donald Trump’s
second term count
– How Far Trump Would Go
– Project 2025: A wish list for a Trump presidency,
explained
– Donald Trump is NOT a ‘threat to the deep state’. Here
is his warmongering record
Notas:
(1) Cuando en
2023 Occidente suministró armas pesadas a Ucrania, Putin suspendió
temporalmente el Tratado START. Según él, Washington planeaba reanudar las pruebas nucleares.
(2) El propio
J.D. Vance, su compañero de candidatura, fue quien comparó a Trump con Hitler
en en 2016.
Texto
original: https://www.dewereldmorgen.be/artikel/2024/07/17/wat-als-trump-wint/
Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su
integridad y mencionar al autor, a la traductora y Rebelión como fuente de la
traducción.
14 organizaciones palestinas, incluidas Hamás y la marxista FPLP, acuerdan en China la unidad de acción
14 organizaciones palestinas,
incluidas Hamás y la marxista FPLP, acuerdan en China la unidad de acción
INSURGENTE.ORG / 25.07.2024
Catorce grupos palestinos, entre ells las históricamente enfrentadas Hamás y Fatah, firmaron un acuerdo en la cumbre de reconciliación en China que incluye formar “un Gobierno de unidad nacional temporal” con autoridad sobre todos los territorios palestinos (Gaza, Cisjordania y Jerusalén Este), según un comunicado emitido por Hamás.
Este Gobierno se
formaría bajo el consenso de las 14 organizaciones palestinas firmantes y la
decisión del presidente, y se regiría por la Ley Básica Palestina, según el
texto.
Así lo acordaron los
grupos, entre los que se incluyen también la Yihad Islámica, el Frente Popular
para la Liberación de Palestina (PFLP) o el Frente Democrático para la
Liberación de Palestina (DFLP), para “unificar los esfuerzos nacionales” que
pongan fin a la guerra en Gaza y la agresión (israelí).
“Las facciones
palestinas dan la bienvenida a la opinión de la Corte Internacional de Justicia
(CIJ), que confirmó la ilegalidad de la presencia, ocupación y asentamiento”
israelí en Cisjordania y Jerusalén este, recoge el comunicado de Hamás en su
apertura.
El viernes, la CIJ
calificó como “ilegal” la ocupación israelí en estos territorios palestinos a
la vez que el Estado hebreo se otorgaba poderes administrativos en la “zona B”
de Cisjordania, hasta entonces completamente administrada por la Autoridad
Palestina.
Los firmantes se
comprometieron a mantener la implementación de estos acuerdos “para acabar con
la división” entre ellas, que se lograron gracias al rol mediante de Egipto,
Algeria, China y Rusia.
Entre los objetivos
comunes planteados se encuentra el establecimiento de un Estado palestino
independiente con capital en Jerusalén (un propósito que los grupos ya
sostenían de forma individual) acorde a las resoluciones internacionales,
especialmente a la 181 y 2334.
La primera, de 1947, es
la que designaba la partición de Palestina en un Estado árabe, otro judío y una
parte bajo administración internacional; mientras que la segunda, de 2016,
constituye la declaración como “ilegal” por parte de la ONU del establecimiento
de asentamientos israelíes en territorios palestinos ocupados.
Las facciones
revindicaron “el derecho del pueblo palestino a resistir a la ocupación” de
acuerdo al derecho internacional, Naciones Unidas y el derecho a la
autodeterminación, así como a “resistir y frustrar” los intentos israelíes de
desplazar a la población palestina.
El último punto al que
hace alusión Hamás es al compromiso común de los grupos para tratar de poner
fin al “bárbaro asedio” de Gaza y Cisjordania, así como asegurar la entrada de
ayuda humanitaria y médica “sin restricciones ni condiciones”.
Estos acuerdos
constituyen un nuevo intento de reconciliación entre las facciones,
especialmente entre la islamista Hamás y la secular Fatah, enfrentadas desde
2007.
Entonces, Hamás echó a
Fatah a la fuerza de Gaza tras el fracaso de un gobierno de unidad nacional
surgido después de que los islamistas triunfaran en las legislativas el año
anterior.
Desde la fractura, los
últimos años ha habido varios intentos de diálogo infructuosos entre Fatah, que
controla la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Hamás y otros grupos como la
Yihad Islámica.
A través de la ANP, los
seculares gobiernan en Cisjordania, donde su poder se ve cada vez más limitado
ante el avance de la ocupación israelí, que este año ha declarado como
estatales más de 2.300 hectáreas del enclave, batiendo todos los récords.
Además, la ANP y el presidente, Mahmud Abás, son cada
vez más impopulares en el territorio, acusados de nepotismo, autoritarismo y
corrupción.