viernes, 1 de abril de 2022

Propaganda de guerra: Putin y la Memoria Histórica

 

Propaganda de guerra: Putin y la Memoria Histórica

 

DIARIO OCTUBRE / marzo 30, 2022

 


Alan Herchhoren.— Desde el comienzo de la operación especial rusa en Ucrania, se han empleado todo tipo de argumentos para justificar el apoyo al gobierno del neonazi Zelensky. El empleo de la propaganda de guerra mostrando al temible oso ruso frente a un pobre corderito ucraniano condiciona a la población para tomar partido en defensa del gobierno ucraniano, nacido las protestas democráticas del Euromaidán y que hoy, con los pocos medios que tiene, hace frente a un enemigo muy superior. El gobierno de Zelensky queda a la altura de los héroes macedonios frente a los malvados persas del rey Darío que pretendían invadir su nación.

La propaganda de guerra atlantista, otánica u occidental  tiende a personificar todos los males en un único individuo, para que la población sepa identificar a su enemigo. Cuando EEUU tuvo que intervenir en la Segunda Guerra Mundial contra el Eje (después de financiarlo), la propaganda se dirigió contra Hitler, Mussolini y el emperador Hiroito. Durante la Guerra Fría, la propaganda occidental se dirigió en personalizar sobre los líderes soviéticos y chinos.

Con la Revolución Cubana, Fidel Castro se convirtió en su objetivo. En los 80 y 90, el objetivo fue Yugoslavia. Cuando ocurrió el 11-S, el enemigo número uno de la Humanidad fue un saudí llamado Osama Ben Laden. Cuando en 2003 se invadió Iraq bajo la excusa de las “armas de destrucción masiva” que nunca se encontraron, el enemigo fue Sadam Hussein. Lo mismo ocurrió en 2011 cuando se invadió Libia con Gaddafi. Lo mismo más tarde en Siria con el presidente Bashar Al Assad.

Pero en el caso español se ha ido más allá, se ha querido tocar la fibra más sensible de una parte de la población. Bajo la comparación del gobierno Zelensky/ Frente Popular vs. Vladimir Putin/ Hitler, Mussolini y Franco, se dirige la opinión hacia el puerto que quiere este gobierno. Si eres un demócrata y defiendes un modelo republicano para España, tienes que estar con los ucranianos. Mira lo que pasó con la República por dejarlos abandonados…

Una afirmación simple a la vez que falsa que ha posicionado a una parte de la población española, sobre todo aquella que miró con esperanza la llegada del gobierno de UP- PSOE en 2019 (entre otras cosas, por su compromiso con la investigación de los crímenes del franquismo). Con esta propaganda, tenemos en el imaginario de la población un Franco (Putin) que quiere invadir un país y un gobierno democrático (Zelensky) que se defiende sólo con la ayuda de las democracias europeas. ¿Acaso no les enternece esta historia?

Desde hace varios años estudio la Guerra Civil en una región de la provincia de Guadalajara. Una región fría donde los fascistas la ocuparon con cierta rapidez y donde los campesinos que huyeron se organizaron en guerrillas para hacer frente a caciques y patrones que venían con el ejército golpista. Los primeros que vinieron a entrenar a estos campesinos de Molina de Aragón fue un grupo de soviéticosque no tenían ninguna relación con España: lo único que les unía era la solidaridad y la lucha contra el fascismo.

No vinieron las democracias occidentales a ayudar al sí elegido democráticamente gobierno del Frente Popular. Esas democracias que hoy sí ayudan a Ucrania armando y financiando batallones de neonazis bloquearon cualquier ayuda contra la República Española. Mientras los soviéticos sí enviaban armas y tropas al gobierno  legítimo, las democracias europeas ejecutaban un embargo en su contra. Mientras el embajador franquista en Londres era el Duque de Alba Jacobo Fitz-James Stuart y se reunía con toda la élite británica, el embajador republicano Pablo de Azcárate era ninguneado por el gobierno de Su Majestad. Mientras Francia permitió operar a los agentes franquistas en su territorio, los barcos soviéticos con armas para la República eran requisados por la autoridad francesa2 en Marsella o Toulon. Éstas son las democracias con las que se alinea España.

A día de hoy, 83 años después de terminada la guerra en España con la victoria de los fascistas y 77 de la victoria del Ejército Rojo sobre los nazis en Berlín podemos resumir que: 1) los soviéticos que vinieron a entrenar a campesinos españoles siguen siendo recordados en Rusia con todos los honores por su labor antifascista3. En Rusia no existe un Valle de los Caídos y, 2) que los que se levantaron en 1936 contra la penetración judeobolchevique y masónica traída por agentes de la Komintern y la III Internacional son los mismos que azuzan ahora el odio contra todo lo ruso. Se vistan del color que se vistan. Desde los diputados de VOX a los ministros de Unidas Podemos: todos se han mostrado a favor del envío de armas a batallones neonazis.

Los discursos de Franco y Serrano-Súñer culpando al comunismo y su penetración en España del caos y del hundimiento económico en postguerra, se han transformado en los discursos de Pedro Sánchez, Yolanda Díaz o Gabriel Rufián culpando a Putin de la subida de los carburantes, la subida de la luz o del paro de los camioneros.

La memoria histórica no puede convertirse en un instrumento para la guerra contra un pueblo hermano. Un pueblo que enterró en España a cientos de compañeros que lucharon contra el fascismo junto con nuestros abuelos. Un pueblo que sufrió en sus carnes la barbarie y perdió a 27 millones de personas. No caigamos en los argumentos banales y absurdos. En Ucrania gobiernan neonazis y quien se diga un defensor de la Memoria Histórica no puede estar del lado de fascistas, tiene que estar del lado de quienes liberan a los pueblos del fascismo.

[1La Brigadista de Elizaveta Parzhina, traductora y guerrillera soviética destinada a Zaorejas, frente del Alto Tajo (Guadalajara). En sus memorias, recuerda con mucho cariño su etapa en España y su paso por Guadalajara.

[2] Existen registros de que estos tanques requisados por el gobierno francés en 1938, acabaron siendo transferidos por el gobierno de Vichy y utilizados por el ejército alemán en el frente soviético.

[3] En el caso del destacamento que estuvo en el frente de Guadalajara, su mando más inmediato fue el osetio Haddji Umar Mamsurov al que se le recuerda en su ciudad natal de Vladikavkaz con un mural de varios metros y la bandera republicana de fondo. https://www.alamy.es/un-edificio-residencial-con-una-gran-imagen-pintada-de-khadzhi-colonel-general-umar-mamsurov-1903-1968-heroe-de-la-union-sovietica-uno-de-los-comandantes-clave-del-servicio-de-inteligencia-militar-sovietico-en-vladikavkaz-la-ciudad-cap

FUENTE: mpr21.info

 

Paro del transporte: Lo que hay detrás y sus consecuencias

 

Paro del transporte: Lo que hay detrás y sus consecuencias

 


Por Juan Torres López 

Rebelion / España

 01/04/2022 

Fuentes: Ganas de escribir

La derecha política y patronal apoya el paro del transporte limitándose a reclamar que el Gobierno dé ayudas a los transportistas. Un procedimiento que, lejos de salvar al sector, va a reforzar la crisis que padece. Y, por cierto, totalmente contrario a las políticas de defensa del mercado y la competencia que dicen defender los «liberales» de Vox, PP, Ciudadanos o la CEOE.

Es fácil entender por qué el planteamiento mayoritario que se hace en esta huelga y lo que se pide va a hundir todavía más en la precariedad a miles de pequeñas empresas y transportistas autónomos.

Lo primero a tener presente es que el sector del transporte de mercancías por carretera en España es muy heterogéneo. En él hay grandes empresas y plataformas logísticas que son muy competitivas y tienen capacidad efectiva para absorber las subidas de costes que pudieran producirse, aprovechando su tamaño, amplia demanda y gran productividad. Si suben costes, como está sucediendo ahora, incluso pueden aprovechar la situación para aumentar sus márgenes de beneficio.

Junto a esos grandes transportistas hay otros miles de pequeños que, por el contrario, viven continuamente al límite. No pueden operar tantas horas como los grandes, ni tienen acceso a una gama tan amplia y rentable de clientes y cuando son subcontratados se ven obligados a aceptar sin rechistar las condiciones que les imponen. A poco que empeoren las condiciones, porque baje la demanda o suban los costes, muchos de ellos entran sin remedio en pérdidas.

Hay una segunda circunstancia relevante de la que a nadie le gusta hablar pero que hay que señalar con claridad. Guste o no, la realidad del sector del transporte de mercancías por carretera en España es que está sobredimensionado, en todos los sentidos. Desde el punto de vista más general, porque tiene un peso desproporcionado en relación con otros medios, como el ferrocarril, lo cual supone costes agregados e ineficiencias muy elevadas para el conjunto de la economía; es decir, para todos los hogares, empresas y administraciones públicas. Por otro lado, el sector está plagado de empresas que, de no ser por la regulación existente y las ayudas públicas, nunca hubieran entrado en él, sencillamente, porque su dimensión y estructura de costes les impedirían ser rentables.

Dos razones pueden explicar que eso haya ocurrido. Una es que los sucesivos gobiernos han sido incapaces de enfrentarse con realismo al sector para evitar el peligro político que siempre lleva consigo su paralización, pues afecta a toda la economía. Otra, tan decisiva o más que la anterior, es que las grandes empresas y plataformas logísticas están interesadas en que haya exceso de oferta de transporte porque así se imponen salarios y costes más bajos, e incluso precios más reducidos si hace falta, porque a ellas sí les darían beneficios gracias a sus márgenes más elevados.

En estos momentos, desde hace meses en realidad, estamos viviendo una auténtica tormenta perfecta. La demanda de servicios de transporte apenas crece o incluso disminuye como consecuencia de la pandemia, del bloqueo general de la oferta y de los cambios en las pautas de consumo. Y, aunque en algunas actividades haya comenzado a incrementarse, no lo ha hecho lo suficiente como para dar negocio y rentabilidad suficientes a todas las empresas y transportistas del mercado. Y, para colmo, los costes de combustible se han disparado, como es bien sabido.

En esta situación es materialmente imposible que sobrevivan los miles de transportistas que están, como he dicho antes, en el filo de la navaja.

Ahora bien. ¿La solución a estos problemas es aumentar sin cesar las ayudas a todo el sector por igual y seguir permitiendo o incluso favoreciendo el exceso de oferta que inevitablemente va unido a precariedad y pérdidas para las empresas y autónomos menos competitivos? A mí me parece que eso es una auténtica barbaridad. Por un lado, hará todavía más rentables a quienes ya lo son de por sí, incluso con las bárbaras subidas de costes actuales. Por otro, simplemente prolongará la agonía de quienes, digámoslo con sinceridad, debieran salir del mercado y, muchos más, cuando la transición energética que inevitablemente se avecina hará crónica la subida de costes. Limitarse a dar más ayudas para que todo siga como estaba solo servirá para aumentar la ineficiente sobredimensión del sector, bajar la productividad y extender la precariedad ya de por sí muy grande.

Las administraciones públicas (las gobernadas por el PSOE y el PP) se han dedicado, con una mano, a evitar que el mercado haga lo que puede hacer bien (consolidar a las empresas eficientes y buscar el equilibrio entre la oferta y la demanda) y, con la otra, a dar cada día más poder a las grandes empresas y plataformas que se benefician de eso para obtener beneficios extraordinarios.

A corto plazo, de inmediato, hay que ayudar con carácter excepcional, porque excepcional es la situación en la que se encuentra el transporte. Pero eso no se puede hacer tirando el dinero. Y tirar el dinero es seguir manteniendo cada vez más actividades económicas a base de regalías, privilegios, ayudas y subvenciones, sin discriminar y sin evaluar sus efectos. No se puede acudir constantemente a la ayuda pública para generar ingresos y resolver los problemas de nuestro aparato productivo y, en general, de la vida social. Y eso no lo digo solo ahora, en relación con el paro del transporte, sino con carácter general.

Las ayudas inmediatas al transporte deben ser diversificadas y han de acompañarse de la reconversión del sector con proyectos de reestructuración que creen más actividad y riqueza y no la destruyan. Claro que para eso hace falta disponer de una estrategia de regeneración productiva a medio y largo plazo de la que carece la izquierda que nos gobierna, y de una oposición cuyo comportamiento no sea como el que tiene, solo dedicado a derribar al adversario por cualquier medio y sin reparar en el coste que eso tenga para España en su conjunto.

El planteamiento mayoritario que hay detrás del paro patronal que estamos viviendo es tan falso como un euro de cartón piedra. Si de verdad se quisieran solucionar los males del sector se pondrían todos ellos sobre la mesa, empezando por el comportamiento de quienes lo dominan, y se propondrían soluciones que impidieran en el futuro volver a sufrirlos, en lugar de reforzar las causas que los provocan.

Supongan por un momento los miles de pequeñas empresas y transportistas que apoyan el paro que este tiene éxito y derriba al gobierno de Pedro Sánchez: ¿de verdad creen que eso iba a limitar el poder de las grandes plataformas y empresas que les vienen imponiendo las condiciones de penuria en las que están ahora? ¿De dónde iba a sacar Vox o el PP el dinero público para darles más ayudas, si lo que proponen es reducir los impuestos de quienes más tienen y reducir el gasto público?

Parece mentira que se estén dejando engañar y se metan en un camino que solo puede llevar a que salgan con más privilegios y poder los causantes de la precariedad y de los problemas que tienen. ¿O es que acaso pueden creer que un paro tan carísimo como este lo financia la patronal por el gusto de ayudar ahora a quienes llevan años explotando y negándole el pan y la sal?

Fuente: https://juantorreslopez.com/paro-del-transporte-lo-que-hay-detras-y-sus-consecuencias/

 

Sobre la paz posible

 

La conmoción causada por la agresión rusa ha impulsado a la mayoría a vociferar pidiendo el envío de armas –y algunos de tropas– a Ucrania, imaginando –pues de pura imaginación se trata– que Ucrania por sí misma puede ganar la guerra, olvidando así lo verdaderamente importante: conseguir la paz.


Sobre la paz posible

 

Víctor M. Sánchez-

El Viejo Topo

1 abril, 2022 



La conmoción causada por la agresión rusa ha impulsado a la mayoría a vociferar pidiendo el envío de armas –y algunos de tropas– a Ucrania, imaginando –pues de pura imaginación se trata– que Ucrania por sí misma puede ganar la guerra, olvidando así lo verdaderamente importante: conseguir la paz.


1. Inflación de charlatanes, ausencia de Ciencia

Uno de los magníficos escritos de H. M. Enzesberger, titulado “La tribu de los charlatanes”, empezaba con una afirmación: “nuestra cultura sufre una inflación desmesurada” de charlatanes, por supuesto[1]. En estos momentos vivimos inmersos en una de esas hinchazones. Comprensible, pero de la que hay que sobreponerse cuanto antes para hacer las cosas con racionalidad.

Al margen de la brutalidad, uno de los elementos distintivos de la guerra de Ucrania actual ha sido la emergencia inmediata de un grupo numerosísimo de oradores ambulantes, que pasan de tertulia en tertulia sin haber leído una página sobre todo lo que se mueve alrededor de la Guerra y la Paz; menos aún del propio conflicto de Ucrania que tanto nos horroriza. Hacen ver que ellos sí se enteran de lo que pasa en el Mundo y ahí están para contarlo. Lo cierto es que, si se intenta buscar y rebuscar en las biografías de la inmensa mayoría de ellos –en especial de esos que ayer hablaban también sesudamente, pongamos, de las granjas intensivas de cerdos– se torna transparente enseguida que lo que hace que sepan tanto es el ignorante atrevimiento. Es el “Tomate, tomate” de las tertulias políticas habituales que, por desgracia, ahora orientan en la comprensión de la realidad internacional a un segmento relevante de la población en un asunto que es de vida o muerte y, por ello, nos interesa a todos racionalizar adecuadamente.

La política interna es una regla de tres simple y, hasta nos la podemos tomar a pitorreo, como se hace tan a menudo; la Política Mundial es una ecuación de cuarto grado, con elementos de física cuántica, en la que la sociedad se juega una Guerra total si se acumulan pequeños errores en la toma de decisiones políticas, como sucedió en la I Guerra Mundial. Se explica muy bien en The Sleepwalkers: How Europe Went to War in 1914, del historiador Christopher Clark (Sonámbulos, Galaxia Gutemberg, 2019). Una agregación paulatina de representaciones erradas de la realidad, malentendidos y señales equívocas acaban enfangando gradualmente a Europa en una guerra espantosa. Así que tu mente, en manos de todo aquel ruido, está irremediablemente perdida.

Si se declara fuego en un edificio de oficinas, lo que salva más vidas es respetar las reglas y protocolos de evacuación fijados por expertos, no seguir a los que más gritan y gesticulan, provocando una marabunta que bloquee las salidas. Hay fuego y sangre reales en Ucrania, y los políticos y la sociedad debieran obrar con la máxima prudencia para evitar que el desastre civil y militar, ahora inevitable, se acreciente. Hay que conjugar lo emocional con lo racional para alumbrar más rápidamente un camino hacia la paz y la libertad. Por este orden natural.

2. Vida y libertades humanas frente al misticismo numantino: la paz posible

Sin duda, la compasión es una de las emociones que nos hace humanos en un sentido positivo. Y toda la población de Ucrania la merece a raudales. Pero también necesita la esperanza de que pronto podrán volver a sus casas, las que queden en pie, y de que la solidaridad de la Europa occidental llegará inmediatamente para aliviar su situación y reconstruir las derruidas por la barbarie militar. Pero para retener esa esperanza hay que sobrevivir primero, y a este fin se orienta la obtención de un alto el fuego rápido y las negociaciones para una paz amarga, aunque paz al fin y al cabo, distinta a la de los cementerios, que permita soñar con un futuro mejor. Sin futuro, no hay ni esperanza ni libertad, solo desolación. Claro, la vida humana, por desgracia, no es solo amor y compasión.

Desde el Antiguo Testamento, sabemos que también la pasión humana nos conduce irreflenamente a la tentación por el mal. El incumplimiento de la Ley nos expulsó del Jardín del Edén para siempre; y el primogénito de los pecadores, Caín, del que venimos al parecer, nos legó un segundo pecado capital, el asesinato de Abel, su hermano. Incumplir leyes y asesinar son así también pasiones humanas originales negativas que, con los precarios conocimientos del Bien y del Mal que adquirimos tras aquel mordisquito bíblico, debemos evitar y, cuando no se consigue, expiar. Difícil tarea. Más aún si nos dejamos llevar por la inflación belicosa que se propaga por los Mass Media y en las redes, incluso entre colegas académicos. A los típicos rambos de café y salón se les han unido los de la tertulia televisiva y el wasap. Todo ese belicoso griterío de ocas, como lo llamaría Rubén Darío, en nada ayuda ahora al restablecimiento urgente de la paz, aunque sea precaria. Toda paz es precaria por definición, como la vida que se nos regala. Y luego, cada cosa por su orden. Paz primero y Libertad después. Sin lo primero nunca es posible lo segundo. O no es posible el tipo de libertad al que me refiero aquí; la de los vivos. No aquella que llama a liberar las almas de decenas de miles de personas de sus respectivos cuerpos; esa, en mi diccionario, está en la voz muerte y forma parte de las visiones místicas de la experiencia vital humana cuestionadas, justamente, por el médico de guerra Julien Offre de La Mettrie en su obra magistral Homme a machine (1748): afirmó que no se puede disociar el alma del cuerpo.

Las soluciones intuitivas y emocionales, o puramente oportunistas como las de P. Sánchez, especialmente en Política Mundial, conducen a situaciones peores que las que se quieren superar. Es peor el remedio que la enfermedad. Son todos esos castillos en el aire que dibujan los militares de salón que solo han visto la guerra en videojuegos o en el cine. Hay que taparse los oídos al estruendo de esa cultura violenta y escuchar lo más profundo de nuestra conciencia y razón. Lo que nos empuja a vivir más para ser más libres; no a odiar y matar para liberar el alma, aunque esto sea una reacción humana comprensible en la situación en que viven los ucranianos. En el mundo complejo de los Estados soberanos la mera coexistencia es lo más parecido a la paz. Y sin embargo es algo tan complejo y difícil de conseguir, que no ha habido un solo año en la historia de la Humanidad, desde los Anales de Mursili de circa 1356-1319 a. C. (A. Gótze, Die Annalen des Mursilis, Leipzig, 1933) hasta hoy, en el que no se hayan enfrentado bélicamente entidades soberanas territoriales, derramando la sangre de soldados y civiles.

Los hay que, sin embargo, llaman naîves o ilusos a los que se arriesgan a hacer discursos en favor de la paz, mientras hacen sonar su trompetería de guerra y de muerte. ¡Cuánta ignorancia antropológica! Toda guerra acaba con una paz, de uno u otro tipo, que es lo que buscan ambos contendientes, agresor y agredido; unos más desesperadamente que otros. Y ahora un discurso sobre la paz solo aspira a trazar la paz menos lesiva para Ucrania; no aspira ni diseña paraísos en la tierra, que tiende por naturaleza al Valle de Lágrimas. De hecho, los discursos sobre la paz sólo tienen sentido pleno durante las guerras, para acelerar la llegada de la mejor paz posible; y en tiempos de guerra los lanzaron gigantes como Isócrates (V-IV a.c), Jesucristo (s. I), Erasmo (s.XVI), Kant (s. XVIII) o, N. Angel (s. XX), entre otros. Este es uno más, aún muy defectuoso, minúsculo y modesto. Basta que sea útil para quien lo lea y le hayan hecho dudar sobres sus convicciones pacifistas en el caso concreto.

3. Inutilidad y efectos contraproducentes de las sanciones económicas colectivas

Entre los aspectos abordados a la ligera por el coro de engatusadores está su tratamiento de las sanciones económicas contra Rusia. La idea es muy primaria, para que cale hondo con facilidad: Rusia está recibiendo unas sanciones económicas (comerciales, financieras) tan fuertes que está a punto de tirar la toalla, noqueada en el rincón del Ring Mundial. Es falso. Eco falso. El Editorial Conjunto Occidental (ECO) propagandístico. Desde los estudios académicos serios (Hufbauer et al, Economic sanctions reconsidered, Peter Institute for International Economics, 2008; Janes Lee, Societies under siege: exploring how international economic sanctions (do not) work, Oxford University Press, 2015), los expertos indican que este tipo de medidas: a) No logran modificar la acción exterior del Gobierno castigado por ellas a corto plazo; b) Causan daño, sí, a la sociedad del Estado, aunque ésta se acomoda con el paso del tiempo (¡qué remedio!); c) Y, en realidad, todas han acabado invariablemente reforzando el poder político-económico afectado. Le empuja a restringir libertades públicas, reafirma su control de la economía y del espacio público, neutraliza con más facilidad la pluralidad política.

El ejemplo más ilustrativo es el de Cuba desde que EEUU le aplicó un embargo general en 1960. ¿Es acaso ahora más benévola que cuando empezaron a aplicar las sanciones? No, solo se ha conseguido reducir su esperanza a una vida digna; y su tejido socio-político vive en un coma permanente, porque su dependencia del Estado es ahora total.

En contraste, los mismos orates pasan por encima la sistematización correcta de las consecuencias que, a cambio del valor puramente simbólico de las sanciones del que piensan sacar provecho los políticos, vamos a tener que soportar en las próximas horas, días y meses, si no se para la guerra y se retiran pronto. De esto te tienes que informar como el barco que se encuentra sorpresivamente con un iceberg en alta mar. De sopetón, vas a cargar el depósito de gasolina, y chocas con él. Hombre, pues no. Allá los rusos con su brazo extirpado por las medidas coercitivas, a mi me preocupa más el pie o la mano que me cercenan. Es lo que me dolerá y es innecesario perderlo puesto que, pasado el efecto simbólico que anestesia el dolor, empeora nuestra situación, no mejora la de la Ucrania agredida, y nos gangrena socialmente y, me temo, políticamente. Crea pobreza, vamos. Serás más pobre. Mucho más pobre, y tu drama no saldrá en ningún lado. Quedará difuminado en estadísticas y datos agregados de inflación, decrecimiento o estanflación. Por ello, como los expertos saben de antemano que no afectará el curso de la guerra, las sanciones aplicadas hay que juzgarlas con otros criterios de racionalidad social, política y ética, y rechazarlas de plano.

Según la prestigiosa Economic Intelligences Unit (UK) estas son las consecuencias económicas de un alargamiento numantino de la guerra de Ucrania y de las sanciones que nos aplicaremos recíprocamente, puesto que donde las dan las toman; nosotros aplicaremos sanciones económicas, que tendrán un efecto negativo para Rusia y para nosotros; y también recibiremos las sanciones de Rusia, con el mismo efecto mutuo. Todas se habrán cumplido una a una cuando leas este artículo, escrito a finales de febrero:

a) Los precios de las materias primas se mantendrán elevados durante meses. Tantos como duren las sanciones, y algunos más. Es una de las consecuencias que ya sentimos. Se debe a que hay dificultades de suministros por la destrucción de la infraestructura física y las sanciones. Si se imponen prohibiciones a la exportación de hidrocarburos por Rusia, no solo se disparan los precios del petróleo y del gas, también los de los metales y los del grano por las necesidades energéticas para su producción. Cuando se estrecha un mercado, se encarece el producto afectado directamente y todos los conectados a él a través de la cadena de producción.

b) Como Rusia produce también metales básicos y nos los exporta (aluminio, titanio, paladio y níquel), todos estos subirán sus precios e impactarán negativamente en los sectores industriales que los utilizan, entre otros, la industria automotriz europea y española. Habrá cierres parciales de estas industrias por su encarecimiento o escasez.

c) Esta subida también se proyecta sobre los productos básicos agrícolas (trigo, maíz, cebada y colza) cuyos precios se dispararán, y todas las cadenas de alimentación o producción a las que contribuyan, humanas o animales. Aquí, la suma de Ucrania y Rusia representa más de una cuarta parte del comercio mundial de trigo. Las interrupciones de las rutas comerciales en el Mar Negro aumentan aún más la presión sobre los precios de los cereales Y será superior aún si este año baja la cosecha de Ucrania por la continuación de la Guerra y Rusia exporta hacia mercados no europeos las suyas. La campaña de siembra de esta primavera en Ucrania está en peligro severo. Se habrán interrumpido las tareas de preparación del campo y la compra y distribución de semillas.

d) Más en general, todas las cadenas de suministro quedarán afectadas y algunas se interrumpirán, lo que encarecerá muchos bienes y reducirá la producción de otros. Tanto las terrestres, como las aéreas y marítimas. Las sanciones financieras tienen impacto en las cadenas de suministro porque afectan mucho a la operatividad de las empresas comerciales y de transporte. La posible destrucción de algunas infraestructuras de transporte (especialmente los puertos de Ucrania) agravaría estos problemas. Otras quedarán paralizadas o muy reducidas sin necesidad de daños materiales. Hay rutas terrestres entre Asia y Europa que pasan por Rusia y Ucrania. La nueva “Ruta de la seda” se entorpece. El cierre recíproco de espacios aéreos acrecienta esa carestía.

e) Con todo ello, el paro en España aumentará –y debe ser de los más altos de la UE–, lo que junto con la inflación generalizada, aumenta la posibilidad de que se produzcan desórdenes internos por razones sociales en aquellos países más afectados por las consecuencias de las sanciones. No creo que nuestros transportistas puedan aguantar el aumento brutal de los costes del gasoil que por ahora nadie subvenciona. De ahí a la falta de abastecimiento de productos básicos en supermercados media un paso. Es una constante que suele acompañar a este tipo de situaciones, conforme a la experiencia histórica acumulada.

f) La situación, a corto y medio plazo, nos volverá también a nosotros más vulnerables a posibles injerencias externas y podría lesionar nuestra estabilidad política, forzando a decretar el estado de alarma, de excepción, o similares, o a comportarse como si estuvieran decretados. Los partidos políticos extremos subirán en las bolsas parlamentarias. Eso empobrecerá también la calidad de nuestra democracia.

Oirás pronto, si se continúa por esta senda, expresiones como “pactos de salarios”, “sacrificios sociales”, “congelación de pensiones”, “ahorro energético individual”, y otros eufemismos. Ahí están, también, los curiosos asaltos masivos a nuestra frontera Sur. No han sido aleatorios. E insisto, nuestro sufrimiento no alterará en nada la campaña militar de Rusia. Las medidas aplicadas por la UE y el Gobierno de P. Sánchez sólo tienen un efecto simbólico, el de calmar nuestra conciencia pensando que se hace algo útil para los ucranianos asediados. No es así. Lo que hacen es, en realidad, simplemente, tapar la incompetencia y errores de nuestra diplomacia europea y gubernativa.

4. Dudosa ética de las sanciones

Por ello, además de los motivos humanitarios, que siempre son los más determinantes –evitar más víctimas mortales, más desplazamientos internos y más refugiados–, y a los que me he referido en otros escritos[2], hay motivos económicos, sociales, políticos y éticos suplementarios que debieran empujar a la UE a trabajar sin denuedo por obtener un alto el fuego entre los beligerantes, agresor y agredido, en lugar de empujarlos a alargar la guerra con la venta de armamentos a Ucrania apelando a su derecho a la defensa o supervivencia.

Lo tiene. Pero si alguien se está ahogando en un lago, mejor lanzarle un salvavidas desde la orilla que tirarse al agua a rescatarlo sin saber nadar, aunque te pida a gritos que nades en su salvación y no comprenda tu falta de arrojo. E incluso si sabes nadar, mejor lanzar el salvavidas también si no has hecho cursillos de salvamento en el agua; y no los hemos hecho. Pero es peor que eso; el Editorial Conjunto Occidental ya te ha persuadido de que lo óptimo es arrojarles unas botas militares de hierro. Juzga tú mismo donde irá a parar el que se las ponga. Qué libertad le ofreces. Las medidas coercitivas impulsadas por la UE además de políticamente contraproducentes son éticamente dudosas, ambiguas e inconsistentes. También para la sociedad rusa.

Imponer a los ciudadanos rusos una sanción colectiva es éticamente injusto si decimos que la agresión internacional a Ucrania es “la guerra de Putin el autócrata”. Si Putin es el responsable único, a él solo, y a su cúpula de poder político-económico implicada en las decisiones, se debería dirigir el daño causado por las sanciones. En el mundo moderno las sanciones éticamente correctas son individuales (inteligentes), no colectivas (torpes); queda para el Antiguo Testamento eso de castigar a los hijos por los errores de los padres hasta la tercera y cuarta generación (Éxodo. 20:5; Deuteronomio. 5:1-11.)

Mantenerlas para que se subleven los sujetos a su poder y tomen al asalto la Plaza Roja de Moscú, como dicen también los opinadores y políticos europeos, es, además de un pensamiento mágico más, una retorsión a los civiles moralmente reprochable. ¡Vamos a hacerles pasar hambre, se indica con jolgorio! De nuevo me remito al caso de Cuba. Y aceptar, a su vez, que debemos laminar nuestro Estado de bienestar, ya muy malogrado tras dos megacrisis económicas consecutivas, es irracional, lo diga J. Borrell. Von der Leyen, P. Sánchez, J. Biden o el sursum corda. Castigamos a un tercero, cortándole el brazo, automutilándonos la mano.

Como individuos racionales, mejor rebelarse. La Democracia y los Derechos Humanos se crearon para que pudiéramos rechazar la sumisión a un poder absurdo e incompetente, aunque se le haya votado. Ninguno de nuestros oligarcas políticos europeos va a sufrir ni de refilón las medidas que nos obligan a aceptar como necesarias. Tampoco Putin.

Ellos celebran sus festejos internacionales de luxury believe class y la sociedad plebeya pone el sacrificio. Ellos harán sus “reuniones en la Cumbre”, adoptarán decisiones idiocias, y nosotros tendremos que pasar frío en casa para poder pagar el recibo de la luz. Tú y tus hijos enfermáis por el frío que produce apagar la calefacción que no puedes pagar. Ellos viajan en Jets y beben champagne en copas de cristal de murano. Te piden que lo hagas además “durante los próximos años”, mientras se desarrollan adecuadamente alternativas energéticas más caras. Ellos se subirán sus salarios de clase política bienpensante, “por el trabajo bien hecho”, nosotros veremos como la inflación se come nuestros ingresos y pequeños ahorros.

5. Sistema de Seguridad Colectiva de la ONU vs. dinámicas de Bloques militares

La brutalidad de la operación especial militar de agresión de Rusia contra Ucrania ha cubierto también un tupido velo sobre otro aspecto relevante del conflicto: la marginación del único Sistema de Seguridad Colectiva universal en vigor, la Carta de las Naciones Unidas (1945). No se han hecho respetar adecuadamente sus decisiones desde 2014 en el largo conflicto de Ucrania. Y este factor forma parte del problema. El art. 1.4 de la Carta de la ONU indica que es ésta, y no la OTAN o la UE, el “centro que armoniza los esfuerzos de las naciones por alcanzar estos propósitos comunes.” Fuera de la ONU no se armoniza, ni se pacifica, ni se gana seguridad colectiva internacional, sino que se tensionan las relaciones internacionales hasta que revientan con violencia, como prueba lo sucedido en Ucrania.

El 17 de febrero de 2015, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas aprobó la Resolución 2202 (2015) que daba la bienvenida y apoyaba explícitamente los Acuerdos de Minsk (2014-2015) como marco de solución de la controversia entre Ucrania y Rusia. El Gobierno ucranio de Zelensky, desde su toma de poder hasta el 30 de enero de 2022, al igual que todos los gobiernos ucranianos anteriores desde 2014-2015, fue afirmando públicamente que no tenían ninguna intención de respetarlo. Y, en efecto, así hicieron durante siete años consecutivos, sin grandes protestas de la UE. Sin embargo, los Acuerdos de Minsk eran un acuerdo internacional de paz plenamente vinculante para Ucrania que nunca estuvo a su disposición dejar de cumplir, puesto que estaba comprometido jurídicamente a ellos por su propia firma y políticamente por la resolución del Consejo de Seguridad que lo respaldaba. A la misma habrá que volver para recolocar a Rusia en la casilla negociadora.

Además, la Resolución A/ES-11/L.1 de la Asamblea General de la ONU, de 2 de marzo, que tanto consuelo ha traído porque condena la agresión de Rusia y pide que retiren sus tropas, no aprueba sanciones contra ésta; pide un alto el fuego; y en su punto 14 “insta a la inmediata resolución pacífica del conflicto entre la Federación de Rusia y Ucrania mediante el diálogo político, las negociaciones, la mediación y otros medios pacíficos”. Hay que cumplir así, el espíritu y la letra de la resolución, que refleja el mínimo común denominador existente en la ONU en estos momentos, y no quedarse solo con la parte que nos agrada. Otras propuestas de aplicar sanciones a Rusia fueron descartadas durante su redacción y debate.

La UE debe así atenerse al espíritu y la letra de la Carta, la reciente Resolución aprobada por la Asamblea General de la ONU, la más antigua del Consejo de Seguridad, y a sus propios tratados constitutivos, que cuando delimita sus funciones en materia de acción exterior y seguridad común afirma que “La acción de la Unión en la escena internacional se basará en… el respeto de los principios de la Carta de las Naciones Unidas” (22.1 y 22.2 c) TFUE).

Así, condenando la agresión de Rusia, tendría el deber de:

a) No enviar armas al conflicto, y retirar a la mayor brevedad de tiempo posible las sanciones financieras y comerciales que castiguen severamente a la población rusa, a la población española y a la población europea del Sur en general, para dejarlas circunscritas a Putin y su cúpula gubernativa, por el bien de la ciudadanía en general, que ni allí ni aquí ha decidido lanzarse a la guerra y, por ello, no es responsable de la misma. Además de que, empobreciendo a esa sociedad, se refuerza a Putin y su círculo decisorio interno, los que impulsan esta guerra de agresión.

Le estamos restando fuerzas a la sociedad rusa, inclusive a las partes de esa “oligarquía” más occidental que podría mover hacia una política exterior rusa diferente, y no lo contrario que es lo que quieren hacerte ver que se consigue al aplicar esas sanciones indiscriminadamente. Como muestran los datos del Yuri Levada Analitycal Center (https://www.levada.ru/en/ratings/), está aumentando el apoyo social a Putin en Rusia. Y no hay “una” oligarquía rusa; es múltiple y plural en su visión de Rusia y el Mundo: los hay globalistas y occidentalistas, pero también aislacionistas nacionalistas. La UE machaca a los primeros y deja intactos a los segundos.¿Cómo entonces influirán a Putin si pasan, empobrecidos, a ser irrelevantes?

b) Instar a ambas partes a aceptar un alto el fuego inmediato, que paralice la situación militar en el momento en que se encuentra ahora; y que facilite la celebración de negociaciones bilaterales o con mediador que se orienten hacia la salida de las tropas de Rusia del territorio de Ucrania, que no estaba bajo su tutela o dominio antes del inicio de la agresión; la neutralidad militar de toda Ucrania; y un arreglo temporal sobre Dombás y Crimea, que deje las espadas en alto sobre su soberanía –así será aunque el acuerdo final diga lo contrario, ex inuiria non ius oritur–, y que a la vez, impida ad calendas graecas que se vuelvan a cruzar violentamente las armas.

c) Y llevar a cabo lo único que la UE ha hecho y sabe hacer en cuestiones relativas a la paz y seguridad internacionales con eficiencia: prestar socorro a los refugiados y desplazados internos y prepararse para reconstruir Ucrania sobre bases económicas, militares y de seguridad más firmes a largo plazo, teniendo en cuenta que el Oso de la taiga, cuando vuelva a ella, seguirá vigilando para que nadie prenda antorchas cerca de su bosque. Ni cerillitas siquiera.

Lo digo especialmente, por los puristas sobrevenidos del Derecho Internacional. Hay que recordar que el art. 52 de la Carta de la ONU solo acepta la existencia de organizaciones regionales cuyo fin sea entender en los asuntos relativos al mantenimiento de la paz si sus actividades son compatibles con los propósitos y principios de la ONU. Es dudoso que esto se esté cumpliendo cuando el art. 53.1 de la CNU indica taxativamente que “no se aplicarán medidas coercitivas en virtud de acuerdos regionales o por organismos regionales sin autorización del Consejo de Seguridad”.

La UE carece de esta autorización en estos momentos y no la obtendrá. Esta autorización no es aplicable a la aplicación de sanciones económicas y financieras en asuntos relativos al mantenimiento de la paz, pero sí lo es al envío de armas a un escenario de guerra entre terceros estados, salvo que la UE esté formalmente en guerra con Rusia. Si fuera así, debería explicar con qué base jurídico-competencial ha alcanzado esa posición, puesto que carece explícitamente de tales atribuciones, lo que es una violación también del art. 5.1 TUE, algo que genera, ipso iure, una vulneración grave de la Constitución Española. En ella se fija con claridad que “Al Rey corresponde, previa autorización de las Cortes Generales, declarar la guerra…”. No se ha celebrado esa sesión en el Congreso ni hemos visto al Rey declarándonos beligerantes contra Rusia. Ni a nadie, por cierto. Y esa competencia jamás se trasladó a la UE a través del art. 93 de la Constitución Española.

6. La paz amarga es posible, como en tantas otras ocasiones…

“All novelty is but Oblivion”, decía Bacon (Essays, 1597). Desde la creación de la ONU (1945) ha habido muchas guerras y se han creado muchos espacios territorialmente problemáticos como el que emergerá de esta crisis. Entre otros los Territorios Ocupados de Palestina (1948), que siguen ocupados por Israel; la Isla de Taiwán (1949), por EEUU; el Sahara Occidental, por Marruecos; Chipre del Norte (1979) por Turquía; Kosovo (1999), por EEUU; Osetia del Sur y Abjasia (2009) por Rusia, etc.; y aún hay otros más antiguos como las Islas Malvinas, en disputa por su soberanía entre Gran Bretaña y Argentina; o el mismo Peñón de Gibraltar, cuya soberanía reclamamos a los británicos cada año desde el s. XVIII. Si lo que piden que ahora hagamos es realmente racional, justo, ético y necesario, propongo, para ser consistentes, aplicar medidas del mismo tipo al resto de Estados ocupantes ilegales previa agresión internacional en violación del Derecho. Lo demás es doblez pasada por altura de miras.

Así que, sí o sí, se va a sumar Ucrania al largo listado de desaguisados gravísimos de la Política Mundial creados desde 1945 y quizá, quizá, si se trabaja a futuro más en el seno de la diplomacia multilateral que representa la ONU, y menos en el fortalecimiento de alianzas militares regionales como la OTAN o la UE –que es en lo que quieren convertirla también, sin serlo ahora–, se pueden evitar otros a futuro y sacar muy lentamente del saco los acumulados para que la pus que supuran no reviente en el futuro, con las mismas consecuencias trágicas que hoy padece Ucrania.

Rusia ha cometido un acto de agresión internacional. Debe retirar sus tropas de Ucrania. Se puede alcanzar una solución diplomática en la senda de los Acuerdos de Minsk (2014-2015) que fueron respaldados por el CS de la ONU, aunque esta posibilidad se reduce cuanto más se alargue la guerra. Conviene declarar el territorio de Ucrania como espacio internacional militarmente neutral a través de una Resolución del Consejo de Seguridad de la ONU. La UE, sus miembros, y todos como seres humanos debemos hacer el mayor esfuerzo posible para prestar socorro humanitario a todos los refugiados y desplazados internos. La UE tiene un bagaje sobre el terreno encomiable para la reconstrucción de Ucrania, puesto que ha desarrollado con éxito decenas de misiones de paz y reconstrucción con esperanzadores “cascos blancos” de paz. Es su sitio, es nuestro europeísmo constitucional, el auténtico, y no aventuras militaristas redundantes a la que supone la OTAN.

Víctor M. Sánchez es Doctor en Derecho Internacional Público y CEO Byron Books, Huygens Editorial.

Notas:

[1] H. M. Enzesberger, Las máscaras de la razón, Círculo de Lectores.

[2] Artículos de prensa, “Una salida para Ucrania”, Crónica Global, 20 de marzo de 2014; «Estado de guerra», E-noticies, 7 de marzo de 2022; «ECO», en Economía Digital, de 10 de marzo de 2022.1995.

Fuente: Revista nº 411 – Abril 2022 de El Viejo Topo.

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Moscú califica de “inaceptable” cualquier despliegue de la OTAN en Asia Central. [¿A qué intereses responde y defiende la OTAN. Qué beneficios sociales proporciona la OTAN a la población española? ¿Los 14.000.000.000 (catorce mil millones) de euros, aproximadamente, que anualmente quita el gobierno español de servicios sociales a la población española para financiar a la OTAN qué beneficios aporta a toda la población española? Por lo menos esto lo deberíamos saber los trabajadores y jubilatas españoles, además de los autónomos y pequeños y medianos empresarios no ligados a los grandes capitales, no? Yo lo digo por eso de que la voluntad nacional reside en no sé qué.]

 

Moscú califica de “inaceptable” cualquier despliegue de la OTAN en Asia Central

DIARIO OCTUBRE / abril 1, 2022

 

Según el canciller ruso, la presencia militar de EE.UU. o de la Alianza Atlántica contradice los intereses de los países de la región en materia de seguridad.

Soldados estadounidenses cerca de un campamento militar en Arlamow, Polonia, 3 de marzo de 2022. | Wojtek Radwanski / AFP


Rusia considera “inaceptable” cualquier potencial despliegue militar de las fuerzas estadounidenses o de la OTAN en los países centroasiáticos, ha aseverado este jueves el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, durante la sesión plenaria de la reunión de los países vecinos de Afganistán, que contó con la participación de China, Irán, Pakistán, Tayikistán, Turkmenistán y Uzbekistán.

 

“Como ya hemos declarado, consideramos inaceptable el despliegue de cualquier infraestructura militar de los EE.UU y la OTAN y que haya afganos que los atiendan en el territorio de los estados vecinos, principalmente en Asia Central”, declaró Lavrov.

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En opinión del Gobierno ruso, “semejantes intenciones contradicen los intereses de nuestros estados en materia de seguridad y van en contra de los compromisos que derivan de los documentos de la carta de la Organización el Tratado de Seguridad Colectiva”, resumió el canciller.

Durante su discurso, Lavrov instó a tratar “con mucha cautela” los llamamientos para acoger a los refugiados afganos en los países vecinos y a sopesar las “posibles consecuencias negativas, que conllevan altos riesgos” antes de tomar la decisión. “Aunque estos planteamientos se presenten bajo nobles lemas humanitarios, no está de más una mayor vigilancia”, concluyó el ministro ruso.

FUENTE: actualidad.rt.com

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Escueta y contundente Nota de Prensa de la Embajada de Rusia en Madrid. [Cuando los y las; las y los que viven de la política municipal madrileña se dedican a emponzoñar la convivencia entre las personas y los pueblos en lugar de erradicar la corrupción propia que llega hasta las cejas y de tratar del bienestar de las personas como asunto prioritario]

 

Escueta y contundente Nota de Prensa de la Embajada de Rusia en Madrid

INSURGENTE.ORG /31 marzo 2022


 

El 8 de febrero de 2006 las autoridades de la capital española entregaron la Llave de Oro de la Villa al Presidente de la Federación de Rusia, Vladímir Putin, en el marco de su visita oficial a España. Los medios españoles en aquel entonces lo describieron de la siguiente manera: “Madrid no olvida la solidaridad del pueblo ruso con las víctimas del terror que irrumpió en la vida de nuestra ciudad una mañana de marzo”.

De tal modo fue expresado el reconocimiento al pueblo ruso por su apoyo fraternal a las víctimas del terrible atentado terrorista en la Estación de Atocha de Madrid el 11 de marzo de 2004.

El 29 de marzo de 2022 el Ayuntamiento de Madrid tomó decisión de retirar la distinción. Si el objetivo de esta acción era despojar a las víctimas del 11-M de la solidaridad del pueblo ruso, entonces no se ha logrado, porque los rusos fueron, son y serán solidarios con el pueblo español.

EMBAJAD DE RUSIA EN EL REINO DE ESPAÑA.

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