Paro del transporte: Lo que
hay detrás y sus consecuencias
Rebelion / España
01/04/2022
Fuentes: Ganas
de escribir
La derecha política y patronal apoya el paro del transporte limitándose a
reclamar que el Gobierno dé ayudas a los transportistas. Un procedimiento que,
lejos de salvar al sector, va a reforzar la crisis que padece. Y, por cierto,
totalmente contrario a las políticas de defensa del mercado y la competencia
que dicen defender los «liberales» de Vox, PP, Ciudadanos o la CEOE.
Es fácil
entender por qué el planteamiento mayoritario que se hace en esta huelga y lo
que se pide va a hundir todavía más en la precariedad a miles de pequeñas
empresas y transportistas autónomos.
Lo primero a
tener presente es que el sector del transporte de mercancías por carretera en
España es muy heterogéneo. En él hay grandes empresas y plataformas logísticas
que son muy competitivas y tienen capacidad efectiva para absorber las subidas
de costes que pudieran producirse, aprovechando su tamaño, amplia demanda y
gran productividad. Si suben costes, como está sucediendo ahora, incluso pueden
aprovechar la situación para aumentar sus márgenes de beneficio.
Junto a esos
grandes transportistas hay otros miles de pequeños que, por el contrario, viven
continuamente al límite. No pueden operar tantas horas como los grandes, ni
tienen acceso a una gama tan amplia y rentable de clientes y cuando son
subcontratados se ven obligados a aceptar sin rechistar las condiciones que les
imponen. A poco que empeoren las condiciones, porque baje la demanda o suban
los costes, muchos de ellos entran sin remedio en pérdidas.
Hay una segunda
circunstancia relevante de la que a nadie le gusta hablar pero que hay que
señalar con claridad. Guste o no, la realidad del sector del transporte de
mercancías por carretera en España es que está sobredimensionado, en todos los
sentidos. Desde el punto de vista más general, porque tiene un peso
desproporcionado en relación con otros medios, como el ferrocarril, lo cual
supone costes agregados e ineficiencias muy elevadas para el conjunto de la
economía; es decir, para todos los hogares, empresas y administraciones
públicas. Por otro lado, el sector está plagado de empresas que, de no ser por
la regulación existente y las ayudas públicas, nunca hubieran entrado en él,
sencillamente, porque su dimensión y estructura de costes les impedirían ser
rentables.
Dos razones
pueden explicar que eso haya ocurrido. Una es que los sucesivos gobiernos han
sido incapaces de enfrentarse con realismo al sector para evitar el peligro
político que siempre lleva consigo su paralización, pues afecta a toda la
economía. Otra, tan decisiva o más que la anterior, es que las grandes empresas
y plataformas logísticas están interesadas en que haya exceso de oferta de
transporte porque así se imponen salarios y costes más bajos, e incluso precios
más reducidos si hace falta, porque a ellas sí les darían beneficios gracias a
sus márgenes más elevados.
En estos
momentos, desde hace meses en realidad, estamos viviendo una auténtica tormenta
perfecta. La demanda de servicios de transporte apenas crece o incluso
disminuye como consecuencia de la pandemia, del bloqueo general de la oferta y
de los cambios en las pautas de consumo. Y, aunque en algunas actividades haya
comenzado a incrementarse, no lo ha hecho lo suficiente como para dar negocio y
rentabilidad suficientes a todas las empresas y transportistas del mercado. Y,
para colmo, los costes de combustible se han disparado, como es bien sabido.
En esta
situación es materialmente imposible que sobrevivan los miles de transportistas
que están, como he dicho antes, en el filo de la navaja.
Ahora bien. ¿La
solución a estos problemas es aumentar sin cesar las ayudas a todo el sector
por igual y seguir permitiendo o incluso favoreciendo el exceso de oferta que
inevitablemente va unido a precariedad y pérdidas para las empresas y autónomos
menos competitivos? A mí me parece que eso es una auténtica barbaridad. Por un
lado, hará todavía más rentables a quienes ya lo son de por sí, incluso con las
bárbaras subidas de costes actuales. Por otro, simplemente prolongará la agonía
de quienes, digámoslo con sinceridad, debieran salir del mercado y, muchos más,
cuando la transición energética que inevitablemente se avecina hará crónica la
subida de costes. Limitarse a dar más ayudas para que todo siga como estaba
solo servirá para aumentar la ineficiente sobredimensión del sector, bajar la
productividad y extender la precariedad ya de por sí muy grande.
Las
administraciones públicas (las gobernadas por el PSOE y el PP) se han dedicado,
con una mano, a evitar que el mercado haga lo que puede hacer bien (consolidar
a las empresas eficientes y buscar el equilibrio entre la oferta y la demanda)
y, con la otra, a dar cada día más poder a las grandes empresas y plataformas
que se benefician de eso para obtener beneficios extraordinarios.
A corto plazo,
de inmediato, hay que ayudar con carácter excepcional, porque excepcional es la
situación en la que se encuentra el transporte. Pero eso no se puede hacer
tirando el dinero. Y tirar el dinero es seguir manteniendo cada vez más
actividades económicas a base de regalías, privilegios, ayudas y subvenciones,
sin discriminar y sin evaluar sus efectos. No se puede acudir constantemente a
la ayuda pública para generar ingresos y resolver los problemas de nuestro
aparato productivo y, en general, de la vida social. Y eso no lo digo solo
ahora, en relación con el paro del transporte, sino con carácter general.
Las ayudas
inmediatas al transporte deben ser diversificadas y han de acompañarse de la
reconversión del sector con proyectos de reestructuración que creen más
actividad y riqueza y no la destruyan. Claro que para eso hace falta disponer
de una estrategia de regeneración productiva a medio y largo plazo de la que
carece la izquierda que nos gobierna, y de una oposición cuyo comportamiento no
sea como el que tiene, solo dedicado a derribar al adversario por cualquier
medio y sin reparar en el coste que eso tenga para España en su conjunto.
El
planteamiento mayoritario que hay detrás del paro patronal que estamos viviendo
es tan falso como un euro de cartón piedra. Si de verdad se quisieran
solucionar los males del sector se pondrían todos ellos sobre la mesa,
empezando por el comportamiento de quienes lo dominan, y se propondrían
soluciones que impidieran en el futuro volver a sufrirlos, en lugar de reforzar
las causas que los provocan.
Supongan por un
momento los miles de pequeñas empresas y transportistas que apoyan el paro que
este tiene éxito y derriba al gobierno de Pedro Sánchez: ¿de verdad creen que
eso iba a limitar el poder de las grandes plataformas y empresas que les vienen
imponiendo las condiciones de penuria en las que están ahora? ¿De dónde iba a
sacar Vox o el PP el dinero público para darles más ayudas, si lo que proponen
es reducir los impuestos de quienes más tienen y reducir el gasto público?
Parece mentira
que se estén dejando engañar y se metan en un camino que solo puede llevar a
que salgan con más privilegios y poder los causantes de la precariedad y de los
problemas que tienen. ¿O es que acaso pueden creer que un paro tan carísimo
como este lo financia la patronal por el gusto de ayudar ahora a quienes llevan
años explotando y negándole el pan y la sal?
Fuente: https://juantorreslopez.com/paro-del-transporte-lo-que-hay-detras-y-sus-consecuencias/
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