Venezuela
Apagón y reestructuración capitalista
19/03/2019 |
Norman Antonio Boscán
Venezuela vivió durante los últimos días un apagón
generalizado en todo el territorio nacional que afectó la telefonía, el
expendio de gasolina, suministro de agua potable, el funcionamiento de
los puntos electrónicos para el pago con tarjetas de crédito y débito,
así como el flujo de dinero por el cierre de bancos y cajeros
electrónicos. La mayoría de negocios cerraron y las mercancías eran
vendidas en dólares a un sobreprecio de más del 1000 %.
Quienes habían comprado comida para más de un mes, con el propósito
de proteger sus ingresos de los efectos devastadoras de la
hiperinflación, vieron echarse a perder sus reservas de carnes,
verduras, quesos y otros alimentos ante la imposibilidad de conservarlas
en frio. La bolsa de hielo de un tamaño de 50 cm era vendida durante
esos días en el mercado a un costo de 15 dólares la unidad. Los
electrodomésticos comenzaban a sufrir los embates de los cambios de
voltaje propios de los intentos por restablecer el fluido eléctrico.
Los servicios de terapia intensiva, diálisis, operaciones de
emergencia hospitalaria se vieron seriamente afectados por el prolongado
apagón. El expendio de medicamentos sufrió el impacto de las
limitaciones en los mecanismos de venta y la especulación se evidenció
en esta área.
Los rumores de alzamiento militar, insurrección de los barrios o
pobladas descontentas se generalizaron, con versiones para cada uno de
los sectores en pugna. El rumor boca a boca, expresaba los deseos de
cada uno de los actores en conflicto. Mientras los opositores al proceso
bolivariano inflaban el rumor de movimientos cívicos militares contra
el gobierno de Maduro, los simpatizantes del gobierno señalaban que los
barrios enfurecidos irían a las urbanizaciones de los ricos a saldar cuentas
por los efectos del apagón en su cotidianidad, enseres y pequeñas
propiedades. Pero, a pesar de los rumores, nada de ello ocurrió; saqueos
aislados en Valencia y Maracaibo (las dos ciudades más importantes
después de Caracas), mostraban el despertar de hechos vandálicos
despolitizados.
La polarización es evidente. No hay espacio político en este momento
para una tercera fuerza distinta a las dos existentes. Pero el campo no
está unificado, ni en el chavismo-madurismo, ni en la oposición. En las
fuerzas sociales del gobierno cada vez es más evidente una distinción
entre Chavismo y Madurismo; por un lado están los Chavistas No
Maduristas con un odio creciente a la derecha, quienes ante la falta de
dirección política que los exprese se mantienen en las filas del
Madurismo; mientras que por otro lado, el Madurismo duro se
divide entre los simpatizantes de Maduro y los que comienzan a ver a
Diosdado Cabello como su líder alternativo, siendo este último sector
cada vez más irreflexivo e intolerante ante cualquier crítica. En las
fuerzas de la oposición las representaciones políticas del viejo modo
burgués tratan de agruparse para volver a construir la hegemonía ante la
creciente influencia del sector proclive a una reestructuración
burguesa liderada por el capital trasnacional. Guaidó sigue liderando,
pero si no consigue una pronta resolución a favor del sector que
representa puede encontrar cuestionamientos decisivos a su liderazgo en
el interior de la oposición. La mayoría de los trabajadores y sectores
populares que siguen apuntalando una salida anticapitalista, continúan
apoyando a Maduro por ahora, mientras logran ser un sector con estructura organizativa y capacidad de influir en la correlación de fuerzas.
Los trabajadores, la clase obrera y los sectores populares
Quienes más han sufrido los efectos de la hiperinflación (superior al
millón por ciento anual) han sido los y las trabajadores. El salario
básico es de solo 6 dólares norteamericanos mensuales y un profesional
con altas responsabilidades de gestión solo alcanza los 20 dólares
mensuales. El máximo de retiro de dinero efectivo que pueden dispensar
cajeros y bancos es de 3000 bolívares diarios, es decir, un dólar,
mientras un kilo de carne de res tiene un costo de 7.800 bolívares.
Si una trabajadora o empleado va todos los días a su sitio de empleo
el salario solo le alcanzaría para sufragar el transporte, razón por la
cual hoy la ausencia laboral es algo permitido en Venezuela. Uno o dos
días de cumplimiento de horario laboral a la semana resultan más que
suficientes para que una institución o empresa no se quede sin
trabajadores.
Salarios en bolívares devaluados (1 dólar cuesta 3000 bolívares) y
precios dolarizados, es el desencuentro dramático al que se ve
enfrentada la clase trabajadora. Ello ha motivado a que más de dos
millones de profesionales y trabajadores hayan emigrado a otros países
de la región, buscando estabilidad laboral y tratando de recuperar el
poder adquisitivo de sus salarios. Dentro de la inmigración hay
opositores y chavistas.
El propio apagón eléctrico tuvo su impacto más profundo en las
condiciones de vida y cotidianidad de quienes viven del trabajo,
evidenciando una vez que la actual crisis la sufren con mayor peso los y
las trabajadoras.
La pregunta inexplicable para muchos analistas que no han venido a
Venezuela es ¿Por qué no se produce un estallido social en medio de
estas condiciones? Ello no ocurre por cuatro factores; el primero, por
el acumulado de agenda social desplegado entre 1999 y 2014 que generó
una democratización de las condiciones de vida de la población más
vulnerable como no había ocurrido en la historia republicana. Segundo,
por la continuación y profundización de la agenda social durante el
gobierno de Maduro, especialmente los llamados CLAP (Comité Local de
Abastecimiento y Producción), los bonos en dinero depositados
periódicamente en las cuentas de las y los trabajadores, y el bajo costo
de servicios públicos y combustible. Tercero, por la torpeza de la
derecha política, quien promete eliminar la agenda social, obligar a los
beneficiarios de vivienda de interés social a cero costos (más de dos
millones de hogares) a pagarlas al precio del mercado inmobiliario del
presente, así como revertir las pensiones universales (más de cinco
millones), gratuidad de la educación, entre otros. Cuarto, por la falta
de organizaciones revolucionarias con influencia de masas que planteen
alternativas radicales ante la actual situación.
El fantasma de la negociación recorre las calles
Después de varios días sin electricidad, todo vuelve progresivamente a la normalidad.
La cuerda se tensa a tal punto, que el cansancio de la mayoría de la
población es evidente y, en las calles se comienza a hablar de posibles
desenlaces a esta situación. La mayoría habla de una inminente
negociación mientras no faltan quienes hablan de insurrección contra el
capital o contra el madurismo.
¿Cuáles son los escenarios que se manejan en las calles sobre la
negociación? Primero, un acuerdo del sector del capital trasnacional
liderado por Guiadó /Leopoldo López y María Corina Machado con la
fracción del gobierno liderada por Maduro, que implicaría amnistía e
inmunidad para el uso de capitales del sector de la burguesía
Bolivariana que el segundo representa. Este acuerdo involucraría la
renovación del CNE, la convocatoria a nuevas elecciones generales con
Diosdado Cabello como Candidato Presidencial del Chavismo-Madurismo. De
perder las elecciones, el PSUV que entonces sería de Diosdado,
representaría los intereses de la burguesía Bolivariana e intentaría
servir de muro de contención social ante la eventual rebeldía social que
implicaría la aplicación de un paquete del Fondo Monetario
Internacional.
Segundo, una negociación mediada por la burguesía trasnacional y el
Pentágono, entre Guaidó/López y Diosdado Cabello que dejara fuera del
acuerdo al Madurismo y a las fracciones burguesas representadas por AD 1/, COPEI 2/, MAS 3/, ABP 4/, UNT 5/,
entre otros. Esta negociación tendría como eje narrativo el desembarco
firme del capital trasnacional bajo la conducción del binomio
Guaidó-López, dejándole algunas migajas al Diosdadismo que pasaría a
cumplir el rol de burguesía nacional y de partido policlasista de contención.
Tercero, una negociación directa del Pentágono y el capital
trasnacional con el Madurismo, que dejara fuera de la esfera del poder
al Diosdadismo pero también a buena parte de las representaciones
políticas de la burguesía tradicional venezolana. En este caso, la
cohabitación y redistribución del poder se haría con Guaidó y Leopoldo
López quienes representan al capital trasnacional y quienes serían la
oposición hegemónica en este periodo y accederían al poder en las
elecciones de 2024.
Cuarto, el rumor de reuniones entre ex altos funcionarios del Chavismo (ex ministros especialmente) con Primero Justicia 6/(Capriles) y Voluntad Popular 7/(Leopoldo/Guaidó) para abrir paso a una salida negociada a la crisis con la vieja burguesía nacionalista surgida entre 1936-1998. Según esos rumores, estas iniciativas secretas generan tensiones en distintas instancias opositoras despolarizadas,
como las expresadas en la Intersindical (sindicatos patronales, de
derecha y ultra izquierda), así como en algunas plataformas opositoras
de la cual forman parte los citados ex funcionarios. El común
identificador de este sector es el odio personalizado contra la figura
de Maduro que les lleva a explorar cualquier salida más allá de una
posición política clara.
Estas posibilidades de negociación de las cuales se habla sin tabúes
ni desparpajo en las calles, bien han podido ser filtradas con
propósitos exploratorios o son el resultado de inteligencia social.
Todos estos escenarios de negociación tienen como común identificador el
hecho de desconocer el proceso de politización y empoderamiento de la
ciudadanía ocurrida durante los últimos veinte años. Ya en otro artículo
nos concentraremos solo en el tema de los límites de la negociación y
sus vericuetos.
La agresión imperialista
Para el imaginario popular las posibilidades de invasión extranjera
parecieran haberse diluido, a pesar que la derecha venezolana sigue
hablando de autorizar a través de la Asamblea Nacional (AN) de Guaidó el
ingreso de tropas foráneas al territorio nacional. Por ahora nos
interesa destacar que en los barrios y urbanizaciones se comienza a
hablar que los gringos le dieron la espalda a Guaidó porque éste había
prometido un levantamiento popular desde el 23F, lo cual no ocurrió ni
pareciera vislumbrarse en el horizonte.
El antiimperialismo une a la izquierda revolucionaria mundial. Sin
embargo, este antiimperialismo no deja a un lado las críticas a las
políticas de conciliación de clase del gobierno de Maduro, así como al
creciente autoritarismo del madurismo alimentado por concepciones neo estalinistas. El tic-tac del
ocaso del apoyo de las fuerzas revolucionarias mundiales comienza a
presionar un giro a la izquierda del proceso bolivariano o el Madurismo
se quedará solo con el apoyo de las corrientes ortodoxas minoritarias en
el panorama mundial.
Sin embargo, no considero que la amenaza de intervención militar haya
cesado. Todo pareciera indicar que en una nueva ofensiva para la
transición negociada, ya no con el garrote imperialista sino con la
zanahoria de los demócratas y en la cual serían protagonistas la
socialdemocracia internacional, la familia Clinton, Bernie Sanders, y la
izquierda titubeante al estilo de la dirección mayoritaria de Podemos,
está por llegar. De fracasar esta nueva ofensiva negociadora, es muy
probable que se reabran las posibilidades de una intervención militar.
El mayor problema en este sentido pareciera tenerlo una ultra
izquierda incapaz de valorar que el anti imperialismo de la población
venezolana, es también crítico del Madurismo y que un sector importante
de este sector está a la espera de una nueva correlación de fuerzas que
permita su emergencia para un giro a la izquierda. Al no ser este sector
del Chavismo un factor con vocación de suicidio político, ello hace que la ultra izquierda no lo pueda ver o la desprecie con el argumento de gobierneros.
Lo cierto es que las únicas posibilidades de radicalización
revolucionaria en Venezuela en este momento, subyacen al interior del
chavismo revolucionario que está invisibilizado en el Chavismo-Madurismo
y, fundamentalmente en sus conexiones con los sectores organizados de
la población.
Este sector no es un deseo metafísico, sino que se evidencia en
expresiones populares que cada vez se convierten más en colectivas, las
cuales señalan que antes que las tropas invasoras toquen el
territorio patrio y tengamos que enfrentarlos, iremos por las cabezas de
los ricos para que ellos sean los primeros caídos en esta guerra;
evidenciándose no solo una politización social sino una creciente
conciencia de clase respecto a la urgencia de radicalización
anticapitalista.
Explicaciones que son solo medias verdades para complacer a un sector u otro
Volviendo sobre el apagón eléctrico, el gobierno habla de un sabotaje
informático y de pulsaciones electromagnéticas para caotizar las
cabeceras de generación y distribución eléctrica. Ello estaría siendo
ejecutado por tecnología satelital de punta con el apoyo de una fuerza
de pie sobre el terreno conformada por mercenarios y actores políticos
nacionales. Sería una acción coordinada por EE UU. La oposición habla de
fallas por parte del gobierno de Nicolás Maduro en el mantenimiento y
reposición de equipos en obsolescencia programada de la industria
eléctrica. Para la oposición la corrupción es una causa de la
desinversión en el sector.
Así como la oposición venía hablando de un eminente caos en los
servicios públicos, lo cual pareciera corroborar que estaban enterados
previamente de una acción de sabotaje en curso por parte de fuerzas
extranjeras, por otra parte, desde hace más de tres años, en reuniones
en las directivas de CANTV 8/, Corpelec 9/y
el Metro de Caracas, se mencionaba el inminente colapso parcial y
progresivo de muchos servicios públicos, debido a la carencia de divisas
para adquirir partes, repuestos y componentes tecnológicos 10/.
Ello hace pensar en una combinación de factores conspirativos y de
incapacidad para evitar el colapso que se evidenció en la semana del
apagón.
Mientras el gobierno mostró flancos en sus estrategias preventivas y
de defensa estratégica, la oposición liderada por Guaidó/López al no
haber logrado el derrumbe del gobierno de Maduro ha generado una caída
brusca en la esperanza de sus bases respecto a una transición en el
corto plazo. El deterioro de la situación política nacional sigue siendo
el rasgo distintivo, así como el creciente hastío de la población con
los efectos de la crisis de gobernabilidad.
El Apagón en el marco de la reestructuración capitalista en ciernes y la negociación política en curso
Como explicaba en mi anterior artículo (Claves para entender lo que pasa en Venezuela 11/>),
la actual etapa de la lucha de clases y restructuración burguesa en
Venezuela se inicia en 1983 con seis elementos claves: a) caída de los
precios petróleos cuyo efecto se descargó sobre los hombros de la clase
trabajadora y sectores populares; b) reestructuración capitalista
mundial presentada bajo el formato de globalización que demandaba una
subordinación e integración de las burguesías nacionales al capital
trasnacional, lo cual no se ha podido lograr ni con los intentos de CAP
(1988-1992) ni de Chávez (1999-2002 /2003-2012), ni Maduro (2013-2018);
c) la derrota de la experiencia soviética que generó un pragmatismo sin
norte estratégico en buena parte de las izquierdas venezolanas; d) la
inexistencia de una organización revolucionaria y un proyecto político
amplio que lidere las masas hacia el socialismo en el periodo 1983-2019;
e) el surgimiento del Chavismo que representó para todos los factores
la posibilidad de salir de la crisis iniciada en 1983; f) la coaptación
histórica del movimiento social tanto en la cuarta como en la quinta
república.
En Venezuela, el imaginario y desarrollo del capitalismo está
asociado a la renta petrolera, el enriquecimiento de los capitalistas a
través de las importaciones de partes, productos, bienes, alimentos y
medicinas, así como a la incapacidad para entender los cambios que deben
operar los capitalistas criollos para garantizar estabilidad y
desarrollo tanto en el modo de producción como en la gobernabilidad en
la actual etapa (1983-2019). Esto ha impedido la integración de
capitales nacionales con el capital trasnacional derivado de la tercera
revolución industrial y su integración dinámica a la nueva fase de
acumulación capitalista asociada a esta vuelta de tuerca tecnológica.
Esto se expresa en hechos muy concretos, por ejemplo, a pesar del
surgimiento de nuevos materiales y metales (1950-1980) y, la caída de la
demanda del hierro a escala mundial que conllevaron al cierre de las
siderúrgicas como la de Lieja (Bélgica) y Monterrey (México), en
Venezuela, por el contrario, se ha mantenido subsidiada esta industria
para fortalecer el capital nacional protegido por el Estado. Y es que
las burguesías venezolanas (de la cuarta y quinta república) se han
estructurado y entienden solo bajo el proteccionismo del Estado,
teniendo una incapacidad de origen para competir en el mercado global
como lo demanda desde los ochenta el capital trasnacional. Las
siderúrgicas existentes han tenido que innovar sus equipos y procesos
incorporando las innovaciones tecnológicas derivadas de la tercera
revolución industrial. Este fenómeno es parecido en otros sectores y no
solo en el plano industrial, abarcando los campos de las comunicaciones,
medicina, educación, entre otros, proceso que está detenido desde hace
décadas en Venezuela.
Ni Capriles ni Chávez-Maduro expresaron disposición real a esta
apertura demandada por el capital trasnacional. Por el contrario, en los
últimos años surgió una nueva burguesía bajo el proteccionismo del
Estado como había surgido la burguesía del periodo 1936-1998. Solo
Guaidó y Leopoldo López, a través de su programa de gobierno
(2019) y del libro sobre Política Energética (2017), respectivamente,
han mostrado signos de entender y disposición para actuar conforme a los
mandatos del capital trasnacional. Por ello, el apoyo de los países
imperialistas y sus acólitos a la presidencia interina de Guaidó, porque la valoran como una salida capitalista ideal a la crisis iniciada en 1983.
En ese marco, el apagón de la semana pasada refuerza la tesis en los
capitalistas y la oposición venezolana de la inminente necesidad de
abrir las puertas de par en par a la inversión internacional a gran
escala, dentro de una reestructuración intensiva liderada por el capital
trasnacional. Hoy toda la oposición, al unísono, habla de la urgencia
de abrirle las puertas al capitalismo global y comienza a debatir cómo
integrarse a esta dinámica como socios minoritarios. El apagón no era
para derrocar la Maduro, sino para profundizar el deterioro de su imagen
y construir hegemonía sobre la supremacía del capital trasnacional, lo
cual fue logrado.
Ahora, la negociación para la solución a la crisis política en Venezuela cuenta como nuevo incluido al sentido común
del capital trasnacional, algo que hasta ahora le había resultado
esquivo al centro de reestructuración capitalista mundial. Lo que no
terminan de tener en cuenta quienes festejan este salto cualitativo
es que la mayoría de los trabajadores están dispuestos a enfrentar de
manera combativa, los efectos de esta reestructuración en el mundo del
trabajo. Por ello, en nuestro próximo artículo volveremos sobre el tema
de la negociación, mientras comenzamos a trabajar las caracterizaciones
de los principales actores nacionales de la negociación.
Norman Antonio Boscán es analista político
Notas:
1/ AD: Acción Democrática, principal partido Socialdemócrata venezolano quien lideró la revolución democrática burguesa de 1958.
2/ COPEI:
Partido Socialcristiano que participó junto a AD y URD en el Pacto De
Punto Fijo que expresó el acuerdo de gobernabilidad de la revolución
democrático burguesa (1958-1998
3/ MAS:
Movimiento Al Socialismo, partido de centro izquierda, afiliado a la
socialdemocracia internacional, que surgió de una división del PCV a
finales de los sesenta del siglo XX. El MAS se convirtió en el factor de
gobernabilidad a la izquierda del sistema
4/ ABP:
Alianza Al Bravo Pueblo, pequeña organización socialdemócrata,
escindida de AD, liderada por el auto exiliado Antonio Ledezma quien
trabaja abiertamente por una invasión imperialista a Venezuela.
5/ UNT:
Un Nuevo Tiempo, partido escindido de AD el cual es liderado por el
candidato presidencial Manuel Rosales. Se rumora que después de un corto
auto exilio pactó con el gobierno en algunos aspectos
6/ Primero
Justicia es un partido político que se define como liberal, pero que en
realidad es neoliberal y de ultra derecha. Es liderado por Capriles y
Borges (en el auto exilio)
7/ Partido
Político de ultraderecha escindido de Primero Justicia. Representa
abiertamente los intereses del capital trasnacional en Venezuela. Es
liderado por Leopoldo López preso por el intento de insurrección
denominado “La Salida” a comienzos de 2017 y, por Guaido, auto
proclamado Presidente de Venezuela
8/ Compañía Anónima Nacional Teléfonos de Venezuela
9/ Corporación eléctrica estatal
10/ la
burguesía venezolana interesada en enriqucerse con la importación nunca
se preocupó por la conformación de un parque industrial y tecnológico
importante. Esto ocurrió tanto con la burguesía generada en el periodo
1936-1998 como con la que fue surgiendo en el periodo 2003-2019.
11/ https://www.vientosur.info/spip.php?article14640*++