miércoles, 21 de julio de 2021

India también es Barrio de Bilbao, así como Bilbao es un Barrio de mi pueblo, Isla Mayor. [Y es que desde la crisis de 2008 el capitalismo no puede ofrecer más que un empeoramiento generalizado de las condiciones de vida de la inmensa mayoría de la población, de la de mi pueblo también. Moraleja, que los ojitos que Dios nos ha dado a los trabajadores son para mirar y ver la realidad]

 

INDIA

La situación de la movilización campesina

 

ACHIN VANAIK | DOWN TO EARTH

VientoSur

14 JULIO 2021

 


Las tres leyes de reforma agraria aprobadas a marchas forzadas en el Parlamento durante el confinamiento impuesto a raíz de la pandemia están en el origen de esta protesta. El Bharatiya Janata Party (BJP) de Modi insiste en que estas leyes son necesarias para modernizar un sistema de producción agraria arcaico y anticuado. La población campesina, sin embargo, considera con razón que el desmantelamiento de las regulaciones, de los controles de precios y de los compromisos en materia de contratos públicos son una amenaza para sus medios de subsistencia. Temen que la apertura del sector a las empresas del agronegocio y a los intereses financieros comporte una mayor polarización del régimen de propiedad de las tierras. Esto implicará a su vez el desplazamiento a gran escala del campesinado y de la clase trabajadora agraria a un sector informal que ya representa más del 90 % de la mano de obra total y que es incapaz de ofrecer un empleo o una remuneración suficientes.

La exigencia sostenida de derogación de las leyes

Desde finales de noviembre de 2020, centenares de miles de agricultores y agricultoras, procedentes en su mayoría de los Estados de Punyab, Haryana y del oeste de Uttar Pradesh, acampan en la periferia de Delhi, obstaculizando y bloqueando las principales vías de acceso a la capital. Al tiempo que rechazan los ofrecimientos del gobierno de suspender temporalmente las nuevas leyes, no han dejado de exigir su derogación.

El 26 de enero de este año, día de la República india, unas 500.000 personas desfilaron a lo largo de itinerarios que habían sido acordados previamente. Se trataba de simbolizar el hecho de que ese día es tan suyo como de los demás. No obstante, varios miles de personas lograron por sorpresa recorrer un itinerario no reservado ni planificado. Eran agricultores y agricultoras que se concentraron en el Fuerte Rojo, en el centro de Delhi. Se izó una bandera religiosa sij y hubo algunos choques entre manifestantes y la policía.

Narendra Modi rompió entonces su silencio para declarar que el incidente del Fuerte Rojo era un insulto al país e insistir en que las reformas seguirían su curso. La policía detuvo a cientos de manifestantes y denunció a periodistas que cubrían estos acontecimientos. Las autoridades bloquearon acto seguido los campamentos campesinos con alambradas, puntas de acero clavadas en el suelo y muros de hormigón. Sin embargo, cuando el gobierno de Uttar Pradesh amenazó con expulsar a la gente antes de la medianoche del 28 de febrero, miles de personas más acudieron a los lugares ocupados, primero de Uttar Pradesh, y después de Punyab y Haryana. En un momento crítico, justo cuando el gobierno tenía previsto emprender la ofensiva, la lucha campesina recibió un nuevo impulso potente. Las ocupaciones y la resistencia se mantienen hasta hoy.

Mirada retrospectiva sobre las grandes luchas obreras

¿Cómo valorar las posibilidades de victoria del movimiento campesino? Basta compararlo con la última movilización de amplitud similar: la huelga del sector textil de Bombay (Mumbai) en 1982-1983, en la que participaron 224.000 trabajadoras de las fábricas de la ciudad. Pararon el sector, reclamando un aumento salarial, la mejora de las condiciones de trabajo y la derogación de las leyes laborales restrictivas. Las leyes les negaban el derecho a afiliarse a otro sindicato, más combativo, dirigido por Datta Samant [dirigente sindical asociado inicialmente al Partido del Congreso; después se opuso frontalmente al mismo a raíz de su actividad sindical; fue asesinado en 1997], en vez del único sindicato reconocido oficialmente, el Rashtriya Mill Mazdoor Sangh. Dirigido por el Partido del Congreso y favorable a los propietarios, este sindicato integrado no había hecho casi nada por el personal asalariado.

La huelga de 1982-1983 fue sobre todo una reacción defensiva frente a unas condiciones terribles, y no tanto la expresión der una creciente conciencia de clase que pudiera modificar las relaciones de fuerzas entre el trabajo y el capital. A causa de la huelga se perdieron más de 58 millones de jornadas de trabajo, frente a los 29 millones de jornadas perdidas en el transcurso de la huelga de mineros británicos de 1984-1985. Sin embargo, a pesar de su fuerza numérica, las circunstancias objetivas no eran favorables a los trabajadores y trabajadoras del textil. La huelga se había convocado contra los propietarios de las empresas, grandes y medianas, e indirectamente contra el Estado.

Numerosos fabricantes pretendían transferir su producción a centros con telares eléctricos, situados a las afueras de la ciudad. Aspiraban a obtener una compensación sustancial por la venta de terrenos. A su vez, el gobierno del Estado de Maharashtra estaba interesado en desindustrializar la ciudad para convertirla en un centro comercial y financiero. La intransigencia del Estado reflejaba asimismo su conciencia de que toda concesión al sindicato encabezado por Datta Samant favorecería la combatividad de la mano de obra de los demás sectores industriales. Para el gobierno nacional de India, romper la huelga también encajaba en sus planes económicos más amplios. La evolución del país a una economía más abierta al capital mundial, con una mayor privatización de las empresas públicas y un sector de servicios en expansión, ya se había iniciado en la década de 1980, antes de la crisis económica de 1991, a menudo considerada un punto de inflexión decisivo en el giro neoliberal de India.

La lucha de Bombay fue heroica, pero estuvo aislada, a pesar de cierta simpatía que despertó entre la gente común de la ciudad. Le faltó tanto un apoyo sólido por parte de los demás sectores de la clase obrera como el respaldo interclasista. Las principales federaciones sindicales prefirieron aislarla por miedo a eventuales deserciones en sus filas a favor del sindicato de Datta Samant en caso de triunfar. Se habría producido un cambio más amplio si la huelga ferroviaria de 1974 hubiera resultado victoriosa. Esta huelga tuvo lugar en plena cresta de una ola más amplia de combatividad obrera en India. Se trataba de la mayor huelga jamás vista en el sector público hasta entonces, implicando a 1,7 millones de trabajadores y trabajadoras, el 70 % de la totalidad del personal asalariado en el ferrocarril. Los sindicatos la desconvocaron al cabo de veinte días de acción entre el 7 y el 28 de mayo de 1974. Las autoridades detuvieron a miles de personas, muchas de ellas suspendidas de empleo, y movilizaron a las fuerzas armadas para hacer circular los trenes.

La huelga ferroviaria comenzó cuando J.P. Narayan [1902-1979; dirigía la oposición a Indira Gandhi] lanzó un movimiento de masas. Narayan declaró que la juventud india sería el catalizador de una “Revolución total” contra la corrupción, los antagonismos de clase, de casta y de comunidad. Esta agitación se propagó en las zonas urbanas del norte de India. Se trataba del primer movimiento de masas de este tipo, contrario al Partido del Congreso desde la independencia de India, que reunió a la mayoría de los partidos de oposición. Esta agitación y la huelga de los ferrocarriles contribuyeron a que la dirigente del Partido del Congreso y primera ministra, Indira Gandhi, declarara el estado de emergencia, en junio de 1975, suspendiendo con ello las libertades fundamentales. El final del estado de emergencia y la derrota del Partido del Congreso en las elecciones de 1977 no comportaron un aumento de la combatividad de la clase obrera, pese a que surgieron movimientos sociales de diferentes tipos.

Entre estos últimos figura el movimiento autónomo de las mujeres, iniciado tras la violación colectiva, por parte de unos policías, de una muchacha indígena detenida en Mathura [Uttar Pradesh]. Condujo finalmente a la formación, en 1979, del Foro Contra la Violación –rebautizado Foro Contra la Opresión de las Mujeres– y, más tarde, a la inauguración en 1980 de una red nacional de organizaciones femeninas autónomas. También aparecieron grupos de defensa de las libertades civiles en diferentes provincias para defender los derechos humanos contra los abusos cometidos por el Estado u otros actores. Estas organizaciones trataron de construir redes nacionales en un contexto nuevo. Los tribunales, en todos los niveles del Estado indio, trataron entonces de expiar su pasividad durante el estado de emergencia de Indira Gandhi admitiendo a trámite toda clase de litigios de interés público.

La movilización campesina: balance de puntos fuertes y flaquezas

Para volver sobre la lucha campesina actual, el número de personas movilizadas ha alcanzado en diversos momentos el medio millón o más, pues hay movilizaciones a gran escala cada pocos días entre los lugares de ocupación y las aldeas. El periodo de bloqueo sostenido en las fronteras se mantiene ya desde hace cuatro meses. Si comparamos esta lucha con la huelga del textil de la década de 1980, veremos varias diferencias significativas.

La movilización del campesinado se dirige directamente contra el gobierno central de Narendra Modi –sin pasar por las administraciones de los Estados– e indirectamente contra las empresas de los diferentes sectores del agronegocio. Dado que el gobierno central es el principal oponente, esta lucha ha tenido una repercusión mucho más importante a escala nacional, despertando amplias simpatías en todo el país. Después de todo, cerca de la mitad de la población india trabaja directamente en la agricultura y los sectores conexos o en el suministro de bienes y servicios que dependen en gran medida de los ingresos de las familias campesinas.

La simpatía interprofesional es mucho mayor que en el caso de la huelga de trabajadoras del textil, ya que los agricultores y las agricultoras en huelga tienen lazos sociales con las fuerzas armadas, la policía y las burocracias gubernamentales de escalafones inferiores, sin olvidar a la gente trabajadora de las ciudades, desde los autónomos hasta las empleadas del hogar. Contrariamente a la experiencia de las trabajadoras del textil, esta movilización ha logrado poner al gobierno central un poco a la defensiva.

La composición social diferente del movimiento campesino también llama la atención. La acción no la impulsan quienes están desprovistos de los medios de producción o que podríamos calificar de miembros de la clase obrera clásica, como era el caso en la huelga de 1982-1983. Corre a cargo más bien del equivalente campesino a lo que a veces se denomina la pequeña burguesía. Esto no significa que la lucha no sea progresista, que sin duda lo es. En las décadas de 1970 y 1980, e incluso en la de 1990, los campesinos ricos dirigieron los movimientos del mundo rural y constituyeron una importante fuerza de apoyo a determinados partidos políticos regionales. No obstante, ante la creciente crisis agraria, al parecer se han producido tres cambios.

En primer lugar, el poder de los partidos regionales se ha erosionado. En segundo lugar, la capacidad de movilización y el liderazgo de estas capas más acomodadas han pasado a manos, en gran medida, de los pequeños y medianos agricultores organizados en sindicatos, en muchos casos dirigidos por fuerzas de izquierda, particularmente en Punyab. En tercer lugar, el aumento de la migración y la precariedad del trabajo en las capas inferiores y debilitadas del campesinado han hecho que este haya tomado conciencia del peligro que suponen las poderosas empresas agroindustriales, la pérdida de los contratos públicos y la desaparición del precio de apoyo mínimo.

Las posibilidades de éxito de este movimiento son desde luego mayores que las que tuvieron las trabajadoras del textil, por mucho que la victoria no esté ni mucho menos asegurada. Una diferencia importante es que numerosas trabajadoras del textil tuvieron que volver a sus pueblos en sus Estados de origen para sobrevivir, dejando atrás a una parte bastante más débil para buscar apoyo económico y la solidaridad, por medio de manifestaciones, huelgas relámpago, etc., de otros sectores industriales y de servicios de Bombay y del Estado de Maharashtra. En la lucha actual del campesinado, las líneas de comunicación, de reabastecimiento de material y de refuerzo numérico entre los sectores sociales que permanecen en las zonas agrícolas y los lugares de ocupación están mucho más cercanas y son más sólidas.

¿Puede, por tanto, vencer por sí solo? Ni siquiera una victoria implicaría una ruptura importante de la hegemonía del ala derecha del hindutva (nacionalismo hindú). Tampoco alteraría suficientemente la correlación de fuerzas en general entre el capital y el trabajo. Para ello hace falta una lucha colectiva mucho más prolongada y más amplia y la creación de una alternativa política nacional. Claro que si triunfa, el movimiento campesino detendrá durante bastante tiempo los impulsos neoliberales de las empresas agroindustriales en la agricultura india. Una derrota, en cambio, acelerará esta dinámica y consolidará todavía más los vínculos entre el BJP y el capital.

La clave no reside en la continuación de la ocupación ni en la organización de manifestaciones periódicas, de marchas y de actos de solidaridad, sino en una acción de huelga masiva. Esta forma de lucha mermaría directamente la autoridad del gobierno y afectaría a las grandes empresas que le apoyan allí donde más daño les hace, o sea, sus ingresos. Las federaciones sindicales centrales –con la salvedad, por supuesto, de la Bharatiya Mazdoor Sangh, controlada por el BJP– apoyan la lucha campesina y organizan actos de solidaridad. Sin embargo, estas federaciones están controladas por sus respectivos amos políticos, lo que dificulta la consecución de la unidad de base entre las fuerzas de trabajo. En efecto, la manera en que más de 40 sindicatos agrarios y otros organismos han logrado colaborar debería servir de lección para las federaciones sindicales.

09/06/2021

https://alencontre.org/asie/inde/inde-ou-va-la-lutte-des-agriculteurs.html

Traducción: viento sur

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Cuba: vivir, pensar y luchar en una coyuntura compleja (Pero seriamente).

 

El criminal bloqueo económico, comercial y financiero de Estados Unidos afecta a todo en Cuba. Pero no lo es todo. Otros factores también cuentan en los malestares y fatigas por las tremendas dificultades de la vida cotidiana.

Cuba: vivir, pensar y luchar en una coyuntura compleja

Julio Carranza

El Viejo Topo

19.07.2021

 


La historia es todo el tiempo, pero hay momentos de definiciones, donde la historia condensa sus contradicciones y los acontecimientos se precipitan, a veces en el sentido del progreso, a veces en el sentido del retroceso. Son múltiples los factores que dan lugar a esos instantes. Lo mejor es vivirlos con la mayor conciencia de lo que está pasando y poner los esfuerzos propios a contribuir para que la vorágine se mueva en la dirección que se cree correcta: ese es el desafío de los seres humanos comprometidos con un determinado sentido de la historia. Cada quien carga con la responsabilidad y consecuencia de sus acciones.

Hace tiempo muchos venimos insistiendo en la urgente necesidad de avanzar en los cambios que necesita Cuba y que finalmente dejaron de ser propuestas encerradas en polémicos textos académicos para, no en su totalidad pero sí en su esencia, convertirse en acuerdos de la sociedad y del partido de gobierno. Ahí están la nueva Constitución y el documento de la Conceptualización, para sólo citar dos textos cumbres. Darle total vida a estos acuerdos magnos es una necesidad aún en medio de la tremenda complejidad del momento actual y del tiempo que se ha perdido.

Por mi parte he expresado en varios textos, entre otras, las dos siguiente ideas: 1) los cambios necesarios (mil veces expuestos y debatidos) son incluso un asunto de seguridad nacional 2) el tiempo es una variable crítica.

Como demuestran los acontecimientos recientes, la situación es muy compleja y el impacto de la pandemia deja márgenes de acción más estrechos. Pero a pesar de esto y del bloqueo genocida hay que actuar con imaginación, con audacia, con flexibilidad y con firmeza. Si alguien afirma que no hay recursos para tales cambios la respuesta es que precisamente (entre otras cosas) para obtener recursos es necesario avanzar en los cambios.

Una de las claves principales de la situación actual está en la economía. El sistema económico actual es obsoleto, limita las capacidades productivas de la sociedad y debe ser reformado. Ya esta es una verdad tan admitida (al menos formalmente) como antes fue rechazada, pero el avance y la integralidad de la reforma aún es insuficiente. No hay duda de que hay fuerzas internas e intereses conservadores que se le oponen, el propio Presidente de la República lo ha expresado con énfasis de una forma u otra en más de una ocasión.

Sin embargo, el problema cuya raíz está en la economía no se reduce a esta y cada vez menos. Es necesario comprender los malestares de la gente, fatigadas por las tremendas dificultades de la vida cotidiana más allá de las causas que las provocan, acentuadas principal y sistemáticamente por una agresión que se hace cada vez más evidente y notoria. Incrementar esos malestares es el eje de esa agresión a la que se somete al país.

El bloqueo económico, comercial y financiero del gobierno de los Estados Unidos no es todo, pero el bloqueo afecta todo, tiene un carácter genocida, criminal y oportunista y viniendo de un poder tan inmenso y en medio de situación tan compleja como la actual con la pandemia da resultados. ¿Acaso no es eso lo que busca? ¿No es para eso que existe? ¿No es buscando eso que se mantiene? O sea, agudizar al máximo posible todas las dificultades, generalizar los malestares y convertir la crisis económica en una crisis política que termine con el “régimen” para colocar otro sistema dócil a los intereses externos. Eso es así, pero no es que nadie lo invente o imagine, así está descrito y declarado en la política desde su comienzo hace ya seis décadas. El desafío fue ese, y se logró neutralizarlo en su propósito mayor. Ese desafío hoy sigue siendo el mismo, ahora en circunstancias que por muchas razones son más complejas.

Las simultáneas protestas públicas en diferentes lugares del país del día 11 de julio son sin duda parte de una articulación de acciones contra el gobierno. Las costuras se ven por todas partes, pero se asientan en malestares reales, objetivos, en la situación de dificultades cotidianas y escaseces de todo tipo, aunque estas sean en gran medida provocadas y en otra también resultado de insuficiencias propias. Sería un error hacer una lectura simplista o unilateral de tales acontecimientos. Agresión hay y fuerte, perversa; errores e insuficiencias propias también y no son pocas.

Como expresé antes, el momento exige imaginación, audacia, flexibilidad y firmeza, sentido político. Escuchar y dialogar con todo el que tenga sentido dialogar a la vez que no dar ni un milímetro de espacio a la reacción proimperialista.

También es preciso ser autocríticos. Insisto en que el bloqueo lo afecta todo, pero no es todo. Hay retrasos y parálisis que se pagan ahora, creo que es necesario comprender esto con honestidad y sentido crítico.

Con éxito ha logrado Cuba una proeza extraordinaria frente a la tremenda pandemia que golpea en todas partes. Sus científicos han creado vacunas efectivas, trabajando en las peores condiciones que se puedan imaginar, han sido prácticamente laboratorios en una trinchera, sin disponer de los mínimos recursos que posee cualquier científico en el mundo. Un país que ha logrado eso no se puede subestimar, como antes logró otras tantas cosas.

Sin embargo, como demuestran los acontecimientos, no basta. La pandemia se ha expandido por delante del efecto de las vacunas, en algunos lugares del país de manera exponencial. Se le ha enfrentado con lo que se tiene, pero se han visto salas de hospital repletas, con pacientes incómodos. Creo que en la medida de lo posible hay que continuar colocando todos los recursos disponibles, con los balances necesarios, en función de esto. La provincia de Matanzas, por ejemplo, una de las más afectadas, es también una de las que tiene la planta hotelera más amplia del país. Podrían emplearse una parte de esos hoteles como hospitales temporales para los enfermos sin costo alguno, sin suspender totalmente el turismo con los cuidados del caso; por declaración reciente de la dirección del gobierno sabemos que esto ha comenzado a implementarse.

De otra parte, sin darle el más mínimo espacio a la demagógica y cínica “ayuda” promovida por los mismos que apoyan el bloqueo, se podría convocar a una aún mayor solidaridad internacional a un mundo que le debe moralmente tanto a Cuba.

También, creo, se podrían buscar novedosos negocios para elevar sustancialmente el nivel de abastecimiento de las (ojalá que temporales) tiendas en MLC (Moneda Libremente Convertible) a cambio de mantener un razonable nivel de abastecimiento en las tiendas en Moneda Nacional, sobre todo de comida y productos de primera necesidad. No existirán, por ejemplo, empresas chinas enormes interesadas en acceder a un mercado interno en Cuba que como se ha visto posee divisas, entregándoles temporalmente las tiendas en MLC y a cambio de esas ganancias abastezcan el mercado en MN, dejando además un margen de ingresos adicionales a la economía nacional. Si hay ganancias y pagos asegurados, que nadie dude de que estarán allí las empresas y garantizan el abastecimiento, además del lógico interés geopolítico.

También, creo que la situación exige un cambio táctico en la actual política de inversiones, de hoteles a producción e importación de alimentos y medicinas. Si hubiera razones que impiden un movimiento así ¿cuáles son? Y lo más importante, continuar sin pausa y con prisa la reforma económica, ya discutida hasta la saciedad. La reforma no sólo permitirá producir más, también permitirá incluir más.

Hay que hacerlo todo, atender la pandemia, avanzar firmemente en la reforma y defender la seguridad del país. La solución no puede ser parcial, es integral, a lo estratégico de la transformación hay que integrar las urgencias de la coyuntura; difícil y complejo es, imposible no.

Ahora y a propósito una digresión: como hemos visto en estos días debido a su aniversario se ha hablado bastante del discurso de Fidel conocido como palabras a los intelectuales pronunciado en el año 1961. Por supuesto que todo hecho histórico debe ser analizado en sus circunstancias específicas, aunque también en sus trascendencias, esas que van más allá de su tiempo. En este sentido, quiero expresar mi opinión de que aquellas palabras no iban dirigidas exclusivamente a la intelectualidad y a la definición de la política cultural. Creo que se trata de un discurso político referido al proceso revolucionario en general, con una lección importante para la política y para la política ideológica toda: “sólo renunciar a lo incorregiblemente contrarrevolucionario” yo añadiría a lo incorregiblemente proimperialista. “Dentro de la revolución todo, contra la revolución nada” y otras definiciones que expresan un sentido político amplio, sin estrecheces ni extremismos ideológicos, que buscan darle al proceso revolucionario la base de consenso popular más amplia posible. Por supuesto que también expresó el derecho de la revolución a defenderse y con ella a defender la soberanía del país.

Sin embargo hemos visto más de una vez, a lo largo del tiempo y sobretodo recientemente, la promoción, aún en medios oficiales, de una retórica excluyente, de a rajatabla, de definiciones estrechas que agreden lo que debería ser la base amplia del proceso de cambios, el cierre y el estigma a cualquier posición mínimamente crítica (portadoras de razón o sin ella y muchas veces con razón) pero que de cualquier manera son parte legítima de lo que opina la sociedad, incluida esa parte amplia de ella que no es incorregiblemente contrarrevolucionaria ni proimperialista, ni siquiera pro capitalista. Considero que este no es un detalle menor, el consenso es imprescindible para la viabilidad de cualquier revolución pero mucho más para la cubana, ubicada en una isla pequeña, sin suficientes recursos, sin importantes alianzas internacionales y vecina de un poder hostil y monstruoso (por su tamaño y por su conducta). Ese consenso le es tan necesario como el oxígeno a la vida y el consenso no se forja a martillazos, mucho más con las complejidades del mundo contemporáneo, con nuevas generaciones en edad política, después de la onda expansiva del desastre del socialismo en Europa, del impacto manipulador de las redes, etc.

Junto a la disposición de combatir intelectual y físicamente frente a la agresión perversa y asimétrica que se le hace al país, es necesaria también la apertura al diálogo más amplio, más inclusivo, más constructivo, más autocritico cuando sea necesario. No confundir la soberbia con la firmeza, ni la prepotencia con la fuerza legítima que se posee.

Desde el punto de vista de las ideas está más que demostrado que no hay certezas totales, si para algo ha servido el derrumbe del socialismo europeo ha sido para eso. ¿Hemos aprendido la lección? Es una pregunta que debemos hacernos todos los días. Tenemos solo algunas certezas fundamentales: que la soberanía de la nación es irrenunciable, que la justicia social es un valor absolutamente propio de una revolución “si es verdadera”, que un sistema económico que favorezca el desarrollo, el progreso y el bienestar material es imprescindible, de lo contrario la revolución no pasaría de ser una quimera sin futuro; que, en el caso de Cuba, el socialismo es la única alternativa que puede garantizar todo lo anterior, que debemos basar la acción en nuestra propia historia, hasta por ahí las certezas. Todo lo demás, quiere decir el aterrizaje, las vías, las formas, las rutas, las políticas para el alcance de todo esto forma parte de las incertidumbres que se deben enfrentar, que se deben debatir, que se deben resolver, sin dogmas, desde la inclusión, desde la comprensión, desde el sentido crítico. Insisto en que la soberbia y la prepotencia, hijas además de la ignorancia y el aldeanismo, poco ayudan en ese camino, es más ayudan pero en el sentido contrario.

Estoy de acuerdo en que hay momentos de definiciones donde se debe ser claro en qué lugar se está y con quien se está; o para decirlo de otra manera, en qué lugar o con quienes jamás se estará. Es el dilema que se ha planteado Cuba por siglos desde épocas del anexionismo “ancestral”, hasta el anexionismo “moderno” y “posmoderno” siempre minoritario pero que todavía sobrevive y hasta cobra fuerzas del otro lado del estrecho con sus lamentables expresiones locales. Recursos financieros no faltan para fomentarlo. Creo que en eso no debe haber ni confusión ni ambigüedades, es preciso conocer la historia.

Creo que lo sucedido recientemente es un llamado de atención, hay que defender la soberanía, pero hay sobre todo que reflexionar para continuar por donde se debe y se puede avanzar, incluir todo lo incluible. Todo dentro del proyecto de nación (soberanía, justicia social, desarrollo económico y democrático), nada contra el proyecto de nación.

La geografía y la historia han colocado a nuestro pequeño archipiélago en un lugar muy difícil para consolidar su proyecto nacional; lo viene haciendo desde el Siglo XIX contra el viento y la marea. Lo que se ha avanzado es un trecho enorme, sorprendente, pero el camino aún no ha terminado, ni es irreversible. Ahí están los desafíos. Esta generación, la mayoría de esta generación, lo mejor de esta generación, debe estar a esa altura, es mucho lo que está en juego.

Fuente: Blog Cuba y la economía

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