El criminal bloqueo económico, comercial y financiero de Estados Unidos afecta a todo en Cuba. Pero no lo es todo. Otros factores también cuentan en los malestares y fatigas por las tremendas dificultades de la vida cotidiana.
Cuba: vivir, pensar y luchar en una coyuntura compleja
El Viejo Topo
19.07.2021
La historia es todo el tiempo, pero hay momentos de definiciones, donde la historia condensa sus contradicciones y los acontecimientos se precipitan, a veces en el sentido del progreso, a veces en el sentido del retroceso. Son múltiples los factores que dan lugar a esos instantes. Lo mejor es vivirlos con la mayor conciencia de lo que está pasando y poner los esfuerzos propios a contribuir para que la vorágine se mueva en la dirección que se cree correcta: ese es el desafío de los seres humanos comprometidos con un determinado sentido de la historia. Cada quien carga con la responsabilidad y consecuencia de sus acciones.
Hace tiempo
muchos venimos insistiendo en la urgente necesidad de avanzar en los cambios
que necesita Cuba y que finalmente dejaron de ser propuestas encerradas en
polémicos textos académicos para, no en su totalidad pero sí en su esencia,
convertirse en acuerdos de la sociedad y del partido de gobierno. Ahí están la
nueva Constitución y el documento de la Conceptualización, para sólo citar dos
textos cumbres. Darle total vida a estos acuerdos magnos es una necesidad aún
en medio de la tremenda complejidad del momento actual y del tiempo que se ha
perdido.
Por mi parte he
expresado en varios textos, entre otras, las dos siguiente ideas: 1) los
cambios necesarios (mil veces expuestos y debatidos) son incluso un asunto de
seguridad nacional 2) el tiempo es una variable crítica.
Como demuestran
los acontecimientos recientes, la situación es muy compleja y el impacto de la
pandemia deja márgenes de acción más estrechos. Pero a pesar de esto y del
bloqueo genocida hay que actuar con imaginación, con audacia, con flexibilidad
y con firmeza. Si alguien afirma que no hay recursos para tales cambios la
respuesta es que precisamente (entre otras cosas) para obtener recursos es
necesario avanzar en los cambios.
Una de las claves
principales de la situación actual está en la economía. El sistema económico
actual es obsoleto, limita las capacidades productivas de la sociedad y debe
ser reformado. Ya esta es una verdad tan admitida (al menos formalmente) como
antes fue rechazada, pero el avance y la integralidad de la reforma aún es
insuficiente. No hay duda de que hay fuerzas internas e intereses conservadores
que se le oponen, el propio Presidente de la República lo ha expresado con
énfasis de una forma u otra en más de una ocasión.
Sin embargo, el
problema cuya raíz está en la economía no se reduce a esta y cada vez menos. Es
necesario comprender los malestares de la gente, fatigadas por las tremendas
dificultades de la vida cotidiana más allá de las causas que las provocan, acentuadas
principal y sistemáticamente por una agresión que se hace cada vez más evidente
y notoria. Incrementar esos malestares es el eje de esa agresión a la que se
somete al país.
El bloqueo
económico, comercial y financiero del gobierno de los Estados Unidos no es
todo, pero el bloqueo afecta todo, tiene un carácter genocida, criminal y
oportunista y viniendo de un poder tan inmenso y en medio de situación tan
compleja como la actual con la pandemia da resultados. ¿Acaso no es eso lo que
busca? ¿No es para eso que existe? ¿No es buscando eso que se mantiene? O sea,
agudizar al máximo posible todas las dificultades, generalizar los malestares y
convertir la crisis económica en una crisis política que termine con el
“régimen” para colocar otro sistema dócil a los intereses externos. Eso es así,
pero no es que nadie lo invente o imagine, así está descrito y declarado en la
política desde su comienzo hace ya seis décadas. El desafío fue ese, y se logró
neutralizarlo en su propósito mayor. Ese desafío hoy sigue siendo el mismo,
ahora en circunstancias que por muchas razones son más complejas.
Las simultáneas
protestas públicas en diferentes lugares del país del día 11 de julio son sin
duda parte de una articulación de acciones contra el gobierno. Las costuras se
ven por todas partes, pero se asientan en malestares reales, objetivos, en la
situación de dificultades cotidianas y escaseces de todo tipo, aunque estas
sean en gran medida provocadas y en otra también resultado de insuficiencias
propias. Sería un error hacer una lectura simplista o unilateral de tales
acontecimientos. Agresión hay y fuerte, perversa; errores e insuficiencias
propias también y no son pocas.
Como expresé
antes, el momento exige imaginación, audacia, flexibilidad y firmeza, sentido
político. Escuchar y dialogar con todo el que tenga sentido dialogar a la vez
que no dar ni un milímetro de espacio a la reacción proimperialista.
También es
preciso ser autocríticos. Insisto en que el bloqueo lo afecta todo, pero no es
todo. Hay retrasos y parálisis que se pagan ahora, creo que es necesario
comprender esto con honestidad y sentido crítico.
Con éxito ha
logrado Cuba una proeza extraordinaria frente a la tremenda pandemia que golpea
en todas partes. Sus científicos han creado vacunas efectivas, trabajando en
las peores condiciones que se puedan imaginar, han sido prácticamente
laboratorios en una trinchera, sin disponer de los mínimos recursos que posee
cualquier científico en el mundo. Un país que ha logrado eso no se puede
subestimar, como antes logró otras tantas cosas.
Sin embargo,
como demuestran los acontecimientos, no basta. La pandemia se ha expandido por
delante del efecto de las vacunas, en algunos lugares del país de manera
exponencial. Se le ha enfrentado con lo que se tiene, pero se han visto salas
de hospital repletas, con pacientes incómodos. Creo que en la medida de lo
posible hay que continuar colocando todos los recursos disponibles, con los
balances necesarios, en función de esto. La provincia de Matanzas, por ejemplo,
una de las más afectadas, es también una de las que tiene la planta hotelera
más amplia del país. Podrían emplearse una parte de esos hoteles como
hospitales temporales para los enfermos sin costo alguno, sin suspender
totalmente el turismo con los cuidados del caso; por declaración reciente de la
dirección del gobierno sabemos que esto ha comenzado a implementarse.
De otra parte,
sin darle el más mínimo espacio a la demagógica y cínica “ayuda” promovida por
los mismos que apoyan el bloqueo, se podría convocar a una aún mayor
solidaridad internacional a un mundo que le debe moralmente tanto a Cuba.
También, creo,
se podrían buscar novedosos negocios para elevar sustancialmente el nivel de
abastecimiento de las (ojalá que temporales) tiendas en MLC (Moneda Libremente
Convertible) a cambio de mantener un razonable nivel de abastecimiento en las
tiendas en Moneda Nacional, sobre todo de comida y productos de primera
necesidad. No existirán, por ejemplo, empresas chinas enormes interesadas en
acceder a un mercado interno en Cuba que como se ha visto posee divisas,
entregándoles temporalmente las tiendas en MLC y a cambio de esas ganancias
abastezcan el mercado en MN, dejando además un margen de ingresos adicionales a
la economía nacional. Si hay ganancias y pagos asegurados, que nadie dude de
que estarán allí las empresas y garantizan el abastecimiento, además del lógico
interés geopolítico.
También, creo
que la situación exige un cambio táctico en la actual política de inversiones,
de hoteles a producción e importación de alimentos y medicinas. Si hubiera
razones que impiden un movimiento así ¿cuáles son? Y lo más importante,
continuar sin pausa y con prisa la reforma económica, ya discutida hasta la
saciedad. La reforma no sólo permitirá producir más, también permitirá incluir más.
Hay que hacerlo
todo, atender la pandemia, avanzar firmemente en la reforma y defender la
seguridad del país. La solución no puede ser parcial, es integral, a lo
estratégico de la transformación hay que integrar las urgencias de la
coyuntura; difícil y complejo es, imposible no.
Ahora y a
propósito una digresión: como hemos visto en estos días debido a su aniversario
se ha hablado bastante del discurso de Fidel conocido como palabras a los
intelectuales pronunciado en el año 1961. Por supuesto que todo hecho histórico
debe ser analizado en sus circunstancias específicas, aunque también en sus
trascendencias, esas que van más allá de su tiempo. En este sentido, quiero
expresar mi opinión de que aquellas palabras no iban dirigidas exclusivamente a
la intelectualidad y a la definición de la política cultural. Creo que se trata
de un discurso político referido al proceso revolucionario en general, con una
lección importante para la política y para la política ideológica toda: “sólo
renunciar a lo incorregiblemente contrarrevolucionario” yo añadiría a lo
incorregiblemente proimperialista. “Dentro de la revolución todo, contra la
revolución nada” y otras definiciones que expresan un sentido político amplio,
sin estrecheces ni extremismos ideológicos, que buscan darle al proceso
revolucionario la base de consenso popular más amplia posible. Por supuesto que
también expresó el derecho de la revolución a defenderse y con ella a defender
la soberanía del país.
Sin embargo
hemos visto más de una vez, a lo largo del tiempo y sobretodo recientemente, la
promoción, aún en medios oficiales, de una retórica excluyente, de a rajatabla,
de definiciones estrechas que agreden lo que debería ser la base amplia del
proceso de cambios, el cierre y el estigma a cualquier posición mínimamente
crítica (portadoras de razón o sin ella y muchas veces con razón) pero que de
cualquier manera son parte legítima de lo que opina la sociedad, incluida esa
parte amplia de ella que no es incorregiblemente contrarrevolucionaria ni
proimperialista, ni siquiera pro capitalista. Considero que este no es un
detalle menor, el consenso es imprescindible para la viabilidad de cualquier
revolución pero mucho más para la cubana, ubicada en una isla pequeña, sin
suficientes recursos, sin importantes alianzas internacionales y vecina de un
poder hostil y monstruoso (por su tamaño y por su conducta). Ese consenso le es
tan necesario como el oxígeno a la vida y el consenso no se forja a
martillazos, mucho más con las complejidades del mundo contemporáneo, con nuevas
generaciones en edad política, después de la onda expansiva del desastre del
socialismo en Europa, del impacto manipulador de las redes, etc.
Junto a la
disposición de combatir intelectual y físicamente frente a la agresión perversa
y asimétrica que se le hace al país, es necesaria también la apertura al
diálogo más amplio, más inclusivo, más constructivo, más autocritico cuando sea
necesario. No confundir la soberbia con la firmeza, ni la prepotencia con la
fuerza legítima que se posee.
Desde el punto
de vista de las ideas está más que demostrado que no hay certezas totales, si
para algo ha servido el derrumbe del socialismo europeo ha sido para eso.
¿Hemos aprendido la lección? Es una pregunta que debemos hacernos todos los
días. Tenemos solo algunas certezas fundamentales: que la soberanía de la
nación es irrenunciable, que la justicia social es un valor absolutamente
propio de una revolución “si es verdadera”, que un sistema económico que
favorezca el desarrollo, el progreso y el bienestar material es imprescindible,
de lo contrario la revolución no pasaría de ser una quimera sin futuro; que, en
el caso de Cuba, el socialismo es la única alternativa que puede garantizar
todo lo anterior, que debemos basar la acción en nuestra propia historia, hasta
por ahí las certezas. Todo lo demás, quiere decir el aterrizaje, las vías, las
formas, las rutas, las políticas para el alcance de todo esto forma parte de
las incertidumbres que se deben enfrentar, que se deben debatir, que se deben
resolver, sin dogmas, desde la inclusión, desde la comprensión, desde el
sentido crítico. Insisto en que la soberbia y la prepotencia, hijas además de
la ignorancia y el aldeanismo, poco ayudan en ese camino, es más ayudan pero en
el sentido contrario.
Estoy de
acuerdo en que hay momentos de definiciones donde se debe ser claro en qué
lugar se está y con quien se está; o para decirlo de otra manera, en qué lugar
o con quienes jamás se estará. Es el dilema que se ha planteado Cuba por siglos
desde épocas del anexionismo “ancestral”, hasta el anexionismo “moderno” y
“posmoderno” siempre minoritario pero que todavía sobrevive y hasta cobra
fuerzas del otro lado del estrecho con sus lamentables expresiones locales.
Recursos financieros no faltan para fomentarlo. Creo que en eso no debe haber
ni confusión ni ambigüedades, es preciso conocer la historia.
Creo que lo
sucedido recientemente es un llamado de atención, hay que defender la
soberanía, pero hay sobre todo que reflexionar para continuar por donde se debe
y se puede avanzar, incluir todo lo incluible. Todo dentro del proyecto de
nación (soberanía, justicia social, desarrollo económico y democrático), nada
contra el proyecto de nación.
La geografía y
la historia han colocado a nuestro pequeño archipiélago en un lugar muy difícil
para consolidar su proyecto nacional; lo viene haciendo desde el Siglo XIX
contra el viento y la marea. Lo que se ha avanzado es un trecho enorme,
sorprendente, pero el camino aún no ha terminado, ni es irreversible. Ahí están
los desafíos. Esta generación, la mayoría de esta generación, lo mejor de esta
generación, debe estar a esa altura, es mucho lo que está en juego.
Fuente: Blog Cuba y la economía
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