jueves, 18 de noviembre de 2021

La ‘equidad intergeneracional’, otra trampa más. [¡Jubilata… Aquí jubilata! Repito, aquí jubilata (y añado, con pensión que no es asquerosamente asquerosa del todo, que me da para vivir) lanzando/estampando S.O.S. contra la tapia del corral que tengo (que quién me dice a mí que por h o b, o por j, o por k, ko, ku y una M, no me puede escuchar, que los hay mucho más duros de oído). Atención, jóvenes/jóvenas, míos/mías, que, que qué otra cosa podéis esperar más que zorrerías de las zorras que guardan el gallinero. Repito (hombre, por lo menos léase lo anterior y no me haga repetir lo ya dicho, que al final me van a llamar pesao). Corto y cierro.]

 

La ‘equidad intergeneracional’, otra trampa más 

KAOSENLARED / Por Unidad COESPE



LA “EQUIDAD INTERGENERACIONAL”, OTRA TRAMPA MÁS

El lunes día 15 de noviembre se ha anunciado un acuerdo -otro más- entre el gobierno del PSOE-UP, con el ministro-banquero Escrivá, y las direcciones de UGT y CCOO, para intentar poner cara y ojos a eso que tan eufemísticamente vienen a llamar “equidad intergeneracional” en materia de pensiones.

Pretendidamente eso es en sustitución del “factor de sostenibilidad”, aquel recorte de Rajoy que ahora dicen derogar. Pero mucho nos tememos que, más allá de la propaganda, no tengamos muchas razones para aplaudirlo:

1. Empezaremos por negar la mayor. Toda esta operación se hace en un contexto de un debate lleno de falsedades: la principal, pero no la única, es que el Sistema Público de Pensiones es insostenible, para atender las pensiones en el futuro inmediato. Veamos: a) En el mismo seno del Pacto de Toledo se ha reconocido que cada año se cargan indebidamente 23.000 millones de euros. b) El propio Tribunal de Cuentas tasó una deuda del Estado con la Seguridad Social de 103.000 millones de euros en solamente cuatro años investigados. c) En un estudio de Economistas Frente a la Crisis (que nunca fue desmentido) se eleva el saqueo acumulado, a través de los gastos impropios cargados a la Seguridad Social, en cerca de 500.000 millones. Concluyamos, por tanto, que si se dejan de cargar los gastos impropios, y se devuelve lo robado, las arcas de la Seguridad Social dan para pagar pensiones públicas dignas, para todas y todos, incluyendo todas las generaciónes “babyboomer”.

2. En cuanto al acuerdo en sí, en principio suena razonable que se opte por aumentar los ingresos de la Seguridad Social, en vez de recortar las pensiones. Pero ese incremento de las cotizaciones sociales (no nos olvidemos que son salario indirecto de la gente trabajadora) en 0,6 puntos podría ser positivo, si el acuerdo no tuviera una segunda parte, anunciada pero no concretada, que viene a decir que, si esto no basta (que, si no se cumple lo propuesto en el punto anterior, no bastará) se negociarán en el futuro nuevos recortes de las pensiones. El paripé de la oposición empresarial sólo anuncia que ejercerán presión para que todo esto se detraiga del salario directo, a través de la negociación colectiva (con tan dóciles interlocutores), y que al final el grueso de la factura la paguen los de siempre.

3. La gente mayor no comulgamos fácilmente con ruedas de molino. Esos mismos “agentes sociales” no solamente carecen de legitimidad para negociar en materia de pensiones (nadie los ha votado para ello) sino que en las últimas semanas nos han hecho la enésima trampa de auténticos trileros delante de nuestras narices: anunciaron a bombo y platillo el incremento de las pensiones “según el IPC”, y a la primera de cambio su fórmula tramposa nos hará perder este mismo año un 3% de la capacidad adquisitiva de nuestras pensiones. Escrivá hace palidecer a Fátima Báñez, que no se hubiera atrevido a tanto, porque no lo hubiéramos consentido. No consintamos tampoco la reforma de Escrivá:

¡NI RECORTES, NI PRIVATIZACIÓN!
GOBIERNE QUIEN GOBIERNE, LAS PENSIONES Y LOS DERECHOS SE DEFIENDEN

Unidad COESPE

17 de noviembre de 2021

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Chile, entre la rebelión popular, las elecciones y una Constituyente descafeinada. [Que te lo vengo diciendo, mi muy querido y elemental Watson, Guasón o Guason y que ya me estás cansando, hijo. Que a la barrila le podemos llamar como más nos guste, pero que como no haya despierte general de la inmensa mayoría de la población que somos los trabajadores las cosas seguirán igual. Seguir igual significa estar cada día peor porque los castañetes del capital necesitan cada vez más, y este más castañero es precisamente el más de descastañamiento que se nos hace a los trabajadores. Una nueva Constitución, por supuesto que sí, pero una nueva Constitución cuando la hagamos los trabajadores para defender nuestros intereses que son los intereses inmensamente mayoritarios de toda a sociedad, incluidos castañetes y los subcastañetes que son sus servidores. ¿Y de movilización, manifestaciones y protestas sociales, qué? Hombre, pues que dieciocho mil cuatrocientas dieseis por segundo, mejor, pero que mucho mejor que una. Pero claro, con su cosa, con la cosilla esa de que cada movilización, manifestación o protesta se transforme en poder político efectivo por y para la defensa de los intereses de la inmensa mayoría de la población que siempre son contrarios a la castañería del capital. Watson, que te veo venir, que no hace falta que me digas que eso es un sueño, por favor, tenme un respeto, no me tengas por tan simple. Esto no es un sueño majo amigo querido y elemental Watson. Esto no llega ni a sueño, así que lo vamos a dejar en que esto es el planteamiento previo que hace falta antes de liarse a soñar (¿Majo qué vas a conseguir sin organización política previa y estable?). Lo que si es dormidera total, y ahí estoy contigo a partir un piñón, es pretender erradicar los problemas que presenta la vida real a todos los trabajadores con solo y solo sólo y más solo y solo no sea que se me vaya a olvidar esto de solo, mediante la simple redacción de una nueva Constitución]


A dos años de la rebelión popular, todo indica que gane quien gane en las presidenciales, Chile seguirá bajo las leyes del mercado, gracias a una nueva Constitución que avalará su argumentario.


Chile, entre la rebelión popular, las elecciones y una Constituyente descafeinada

Marcos Roitman

El Viejo Topo

18 noviembre, 2021 



La rebelión popular de octubre de 2019 marca el punto de inflexión en la política chilena. Su mayor éxito, lograr la convocatoria de un proceso constituyente que hoy se dirime entre el desencanto y la frustración. No olvidemos que el llamamiento fue hecho a regañadientes por los partidos del orden y su nuevo aliado el Frente Amplio, cuya cara es Gabriel Boric. El 15 de noviembre de 2019 firmaron el pacto por la paz y una nueva Constitución definiendo los límites sobre los cuales podría transitar la nueva Carta Magna. Una redacción capaz de mantener en pie el edificio neoliberal. Para lograrlo, se exigiría una mayoría de dos tercios de los convencionales para dar el visto a cada artículo propuesto. Así, bastaría un tercio de los delegados para rechazar una propuesta rupturista de los principios neoliberales. Las votaciones para la convención arrojaron unos resultados sorprendentes. La derecha obtuvo menos de un tercio de representantes, viéndose la posibilidad de formar consensos progresistas para romper el pacto de la traición. Pero la ilusión se ha ido al traste. Las alianzas en la convención recompusieron el cuadro. Lo impensable se hizo realidad. Los pactos se reditaron cuando los convencionales votaron su reglamento interno y mantener el quórum de los dos tercios. Así, la derecha, la ex concertación, el Frente Amplio, independientes no neutrales, logran el control real y cierran el paso a una redacción con efectos reales para la ciudadanía. Se podrán reconocer derechos, pero la economía de mercado pondrá límites al gasto público y de paso no permitirá la inversión en sanidad, vivienda, educación. Por otro lado, ni pensar que los convencionales determinen que las riquezas del país no puedan ser vendidas a extranjeros. Las trasnacionales tendrán carta blanca para explotar los yacimientos de cobre, litio y de paso repatriar sus beneficios vía tratados de libre comercio. La Constituyente camina desoyendo las voces que dieron lugar a la rebelión popular.

La rebelión plantea preguntas que a dos años siguen sin respuesta. La movilización no ha cuajado en un proyecto. La crítica a la corrupción, a los partidos políticos, a la represión del pueblo mapuche, al patriarcado, contra la violencia de género, el cambio climático, la privatización de la educación, la sanidad, la desigualdad social no ha sido suficiente para construir una alternativa; seguramente no era su objetivo. Pero la protesta, debió ser un punto de partida. Tal vez, las esperanzas se centraron en esa candidatura de independientes a la convención constituyente La Lista del Pueblo. Tuvo 24 constituyentes, hoy no existe. Se disolvió víctima de los males que combatía. El personalismo, la corrupción, la mentira, las malas artes políticas.

Las protestas en estos dos años, han tenido una constante, el grado de violencia con el cual se han empleado las fuerzas armadas y de carabineros contra los manifestantes. La gravedad de sus actuaciones se acrecienta. El uso indiscriminado del material antidisturbios ha significado decenas de muertos, lesiones oculares, violaciones y miles de detenidos. El Estado chileno no ha tenido límites para ejercer la represión. El mantenimiento del Estado de excepción, la militarización del Wallmapu, la aparición de paramilitares contratados por las empresas madereras para acosar e intimidar al pueblo mapuche, son los síntomas de la degradación y la perdida de legitimidad del gobierno. A pesar de ello, las protestas se han mantenido en medio de la pandemia. No es sólo Santiago, se desarrollan huelgas, paros de sanitarios, profesores, estudiantes, estibadores, pescadores, movimiento feminista y pueblos originarios. Es en toda su geografía.

La celebración de la rebelión popular busca mantener el sentido que llevó a millones de chilenos a tomar las calles clamando el fin de la Constitución pinochetista y una sociedad más justa. Hoy se suma a lo dicho, la demanda de libertad para los presos políticos detenidos durante la rebelión popular de 2019. Mientras, el partido del orden y sus nuevos aliados debaten sobre las elecciones presidenciales del 21 de noviembre, cuyos índices de abstención superan 50 por ciento. A pesar de ello, todo parece indicar que Gabriel Boric, candidato de Apruebo Dignidad y miembro del Frente Amplio, ocupará una plaza. Lo que se cuestiona es quién lo acompañará en segunda vuelta. La derecha se divide entre Sichel y el nazifascista José Antonio Kast. Por otro lado, está la democristiana Yasna Provoste, quien cuenta con apoyos entre las clases medias y sectores empresariales. En esta disyuntiva, es posible que una parte de la derecha apoye a Provoste para una segunda vuelta. En conclusión, a dos años de la rebelión popular, gane quien gane en las presidenciales, Chile seguirá bajo las leyes del mercado, gracias a una nueva Constitución que avalará su argumentario.

Artículo publicado originalmente en La Jornada.

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Un día con el diablo, fragmento a color (3) 1945. Cantinflas.