martes, 30 de noviembre de 2021

Rusia alerta de riesgo de guerra con la OTAN en frontera con Ucrania. [Hay niños españoles, de aquí de España, lo que se dice de la misma España, que no están bien alimentados, y no es precisamente porque no existan alimentos. Esto necesita y tiene posible solución, pero no cantando soldatito español allá por la tierra mora ni la Internacional ni Susanita tenía un ratón. Existen cientos de miles de personas que después de trabajar durante te toda su vida como héroes al servicio de la Patria, porque no hay mejor servicio a la Patria que trabajar para aportar bienes a la sociedad y que han recibido por su abnegado y sacrificado servicio la Laureada de San Fernando de no tener lo suficiente para llegar a final de mes. Sí, sí, aquí, en la misma España. Los trabajadores, los que trabajan ganan cada vez menos. Oiga, que esto es de la misma España, ¿cuántas veces quiere que se lo repita? Todo esto y unas cuantas cosas más tienen y necesitan solución, que son las que hay que solucionar y es lo que quiere casi todo hijo de vecino, exceptuando los que viven a costa del costilla de los trabajadores y algunos trabajadores que viven con la cabeza en los pies y los pies en la cabeza. Lo que no necesitamos son guerras, que es lo que quieren y preparan los mismos (es que son los mismicos, los mismicos) que están empeorando cada día más las condiciones de vida de la inmensa mayoría de la población española. Oye, tú, mi querido Watson, Guason o Guasón, que no te enteras de lo que digo o qué. Pamí que eres durico de mollera, majo, te llames como te llames. Que si quieres yo te pongo otro nombre ahora mismo, que no es por nada, pero a mí eso se me da bien. Así que tú verás.]

 

Rusia alerta de riesgo de guerra con la OTAN en frontera con Ucrania

TERCERAINFORMACION / 29.11.2021

El embajador ruso en Londres, Andréi Kelin, advierte que la escalada de tensiones en la frontera ucraniana puede desencadenar un conflicto bélico entre Rusia y Occidente.



Existe el riesgo de guerra por errores de cálculo en nuestra frontera oriental, y esto es lo último que queremos. Necesitamos prevenir este tipo de escalada, si ocurre”, ha manifestado este domingo Kelin durante una entrevista concedida a la emisora británica Times Radio.

Asimismo, ha hecho hincapié en la necesidad de una desescalada total entre Rusia y el Reino Unido para prevenir una “guerra caliente”, pues ha considerado de suma importancia mantener negociaciones para evitar el aumento de las tensiones.

Al ser preguntado si Rusia responderá a los movimientos de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) hacia la frontera oriental de Ucrania, Kelin ha aclarado que esto será otra escalada de tensiones, aunque su país no planea incursionar en Ucrania.

Las tensiones entre Rusia y los países occidentales se han intensificado tras la reincorporación de Crimea a la Federación Rusa en 2014. Desde entonces, Washington y sus aliados de la Alianza Atlántica han aumentado su grueso militar en los Estados limítrofes con Rusia, so pretexto de lo que llaman “la amenaza rusa”.

Kiev y sus aliados occidentales, Estados Unidos en particular, denuncian en fechas recientes lo que llama una masiva acumulación militar de Rusia cerca de las fronteras de Ucrania. De hecho, acusan a Moscú de desplegar más de 90 000 tropas en la zona y provocar un ataque para principios de 2022 contra su vecino del oeste.

Pretextando todo eso, el bloque militar occidental ha trasladado miles de efectivos a los países bálticos y la región del mar Negro, zonas que están demasiado cerca de las fronteras rusas, lo que Moscú lo ve como una amenaza directa a su seguridad.

Rusia argumenta que el despliegue de unidades de su Ejército en la zona en cuestión responde a la necesidad de defensa y disuasión ante la amenaza de un posible ataque por parte de la OTAN y Ucrania.

mgh/ftn/mkh

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Inflación disparada: las pensiones perderán más del 3% de poder adquisitivo; los salarios, todavía más

 

Inflación disparada: las pensiones perderán más del 3% de poder adquisitivo; los salarios, todavía más 

KAOSENLARED 


Hoy se ha hecho pública el IPC oficial de noviembre, que ha sido del 
5’6%. Como la actualización de las pensiones para el año próximo no se guiarán por el IPC real sino por el IPC medio de este año hasta noviembre, según el pacto suscrito por CCOO y UGT con patronal y gobierno, las pensiones sólo se verán aumentadas en un 2’5%. La artimaña va a suponer para los pensionistas una pérdida de poder adquisitivo superior al 3%.

Además el citado acuerdo avalado por las direcciones de CCOO y UGT establece que el mecanismo de actualización de las pensiones se revisará cada cinco años, por lo que no está en absoluto asegurado que a esas pérdidas de poder adquisitivo, que algunos justificarán como circunstanciales, se sumen nuevas en un futuro próximo.

En relación al resto de la clase trabajadora, los salarios en convenio han crecido este año un 1’7%, por lo que la pérdida de poder adquisitivo de los asalariados se acercará previsiblemente al 4% en 2021, a la espera de conocer el dato del IPC de diciembre.

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El amigo fiel. Oscar Wilde

 

El 30 de noviembre de 1900 fallecía en París Oscar Wilde. Esteta, dramaturgo, presidiario en la intolerante y vengativa sociedad victoriana, dejó obras notables y un agudo ensayo con una singular y muy creativa argumentación en defensa del socialismo.


El amigo fiel


Oscar Wilde

El Viejo Topo

30 noviembre, 2021 



Una mañana, la vieja Rata de Agua sacó la cabeza fuera de su madriguera. Tenía los ojos claros, parecidos a dos gotas brillantes, unos bigotes grises muy tiesos y una cola larga, que parecía una larga cinta elástica negra. Los patitos nadaban en el estanque, como si fueran una bandada de canarios amarillos, y su madre, que tenía el plumaje blanquísimo y las patas realmente rojas, trataba de enseñarles a mantener la cabeza bajo el agua.

-Nunca podréis codearos con la alta sociedad, a menos que aprendáis a manteneros bajo el agua -les repetía machaconamente, mostrándoles de vez en cuando cómo se hacía.

Pero los patitos no prestaban atención; eran tan pequeños que no entendían las ventajas de pertenecer a la sociedad.

-¡Qué chiquillos más desobedientes! -gritó la vieja Rata de Agua-. Realmente merecen ser ahogados.

-¡Qué cosas dice usted! -respondió la Pata-. Nadie nace enseñado y a los padres no nos queda más remedio que tener paciencia.

-¡Ay! No sé nada de los sentimientos de los padres -dijo la Rata de Agua-. No soy madre de familia; en realidad nunca me he casado, ni tengo intención de hacerlo. El amor está bien, dentro de lo que cabe, pero la amistad es un sentimiento mucho más elevado. La verdad es que no creo que haya nada en el mundo más noble ni más raro que una amistad verdadera.

-Y dígame usted, por favor, ¿cuáles son, a su juicio, los deberes de un amigo fiel? -le preguntó un Pinzón Verde, que estaba posado encima de un sauce llorón muy cerca de allí, y que había oído la conversación.

-Sí, eso es justamente lo que yo quisiera saber -dijo la Pata mientras se alejaba nadando hasta la otra orilla del estanque y allí metía la cabeza en el agua, para dar buen ejemplo a sus pequeños.

-¡Qué pregunta más tonta! -exclamó la Rata de Agua-. Qué duda cabe de que, si un amigo mío es fiel, es porque me es fiel a mí.

-¿Y usted qué haría a cambio? -preguntó el pajarillo, que se columpiaba sobre una rama plateada batiendo sus diminutas alas.

-No te entiendo -le contestó la Rata de Agua.

-Deje que te cuente un cuento sobre eso -dijo el Pnzón.

-¿Es un cuento sobre mí? -preguntó la Rata de Agua- Porque, si lo es, estoy dispuesta a escucharlo. Me encantan los cuentos.

-Se le podría aplicar -contestó el Pinzón.

Y bajó volando del árbol y, posándose a la orilla del estanque, empezó a contar el cuento del Amigo Fiel.

-Erase una vez -comenzó a decir el Pinzón- un honrado muchacho, que se llamaba Hans.

-¿Era muy distinguido? -preguntó la Rata de Agua.

-No -contestó el Pinzón-. No creo que lo fuera, excepto por su buen corazón y su carilla redonda y simpática. Vivía solo, en una casa pequeñita y todo el día lo pasaba cuidando del jardín. No había jardín más bonito que el suyo en los alrededores: en él crecían minutisas y alhelíes, y pan y quesillo y campanillas blancas. Había rosas de Damasco y rosas amarillas y azafranes de oro y azul, y violetas moradas y blancas. La aguileña y la cardamina, la mejorana y la albahaca silvestre, la primavera y la flor de lis, el narciso y la clavellina brotaban y florecían unas tras otras, según pasaban los meses, de tal modo que siempre había cosas hermosas para la vista y exquisitos perfumes para el olfato.

El pequeño Hans tenía muchísimos amigos, pero el más fiel de todos era el grandote Hugo el Molinero. Tan leal le era el ricachón Hugo al pequeño Hans, que no pasaba nunca por su jardín sin inclinarse por encima de la tapia para arrancar un ramillete de flores, o un puñado de hierbas aromáticas, o sin llenarse los bolsillos de ciruelas y cerezas, si estaban maduras.

-Los amigos verdaderos deberían compartir todas las cosas -solía decir el Molinero.

Y pequeño Hans asentía y sonreía, muy orgulloso de tener un amigo con tan nobles ideas.

Aunque la verdad es que, a veces, a los vecinos les extrañaba que el rico Molinero nunca diera al pequeño Hans nada a cambio, a pesar de que tenía cien sacos de harina almacenados en el molino y seis vacas lecheras y un gran rebaño de ovejas de lana. Pero a Hans nunca se le pasaban por la cabeza estos pensamientos y nada le daba tanta satisfacción como escuchar las maravillosas cosas que el Molinero solía decir sobre la falta de egoísmo y la verdadera amistad.

El pequeño Hans trabajaba en su jardín. Durante la primavera, el verano y el otoño era muy feliz; pero llegaba el invierno y se encontraba con que no tenía ni fruta, ni flores que llevar al mercado, y sufría mucho por el frío y por el hambre. En ocasiones tenía que irse a la cama sin más cena que unas cuantas peras secas o algunas nueces duras. Y además, en invierno, estaba muy solo, ya que el Molinero nunca iba a visitarlo.

-No es conveniente que vaya a ver al pequeño Hans mientras haya nieve -decía el Molinero a su mujer-. Porque, cuando la gente tiene problemas, es preferible dejarla sola y no molestarla con visitas. Por lo menos, ésta es la idea que yo tengo de la amistad, y estoy convencido de que es lo correcto. Por lo tanto esperaré a que llegue la primavera y después le haré una visita y podrá darme una cesta llena de prímulas, y con ello será feliz.

-Eres muy considerado con todo el mundo -le decía su mujer, sentada en un cómodo sillón junto a un buen fuego de leña-, muy considerado. Da gusto oírte hablar de la amistad. Estoy segura de que ni un sacerdote diría las cosas tan bien como tú, y eso que vive en una casa de tres plantas y lleva un anillo de oro en el dedo meñique.

-¿Pero no podríamos invitar al pequeño Hans a que suba a vernos? -preguntó el hijo menor del Molinero? -Si el pobre está en apuros, le daré la mitad de mis gachas y le enseñaré mis conejitos blancos.

-¡Pero qué tonto eres! -exclamó el Molinero- Realmente no sé para qué te mando a la escuela, pues la verdad es que no aprendes nada. Mira, si el pequeño Hans viniera a casa y viera el fuego tan hermoso que tenemos y nuestra buena cena y nuestro hermoso barril de vino tinto, le daría envidia. Y la envidia es una cosa tremenda, capaz de echar a perder a cualquiera. Y yo no permitiré que se eche a perder el carácter de Hans. Soy su mejor amigo y siempre velaré por él, y que no caiga en tentación. Además, si Hans viniera a casa, podría pedirme prestado un poco de harina, y eso sí que no lo puedo hacer. Una cosa es la harina y otra la amistad, y no hay que confundirlas. Está claro que son dos palabras diferentes y significan cosas distintas. Eso lo sabe cualquiera.

-¡Pero qué bien hablas! -dijo la mujer del Molinero, sirviéndose un gran vaso de cerveza tibia-. Estoy medio amodorrada, como si estuviera en la iglesia.

-Mucha gente obra bien -prosiguió el Molinero-, pero muy poca habla bien, lo que nos demuestra que es mucho más difícil hablar que obrar; aunque también es mucho más elegante.

Y se quedó mirando con severidad, por encima de la mesa, a su hijo pequeño, que se sintió tan avergonzado que bajó la cabeza, se puso muy colorado y se echó a llorar encima de la merienda. Pero era tan joven que hay que disculparlo.

-¿Y así acaba el cuento? -preguntó la Rata de Agua.

-Claro que no -contestó el Pirizón- Así es como empieza.

-Pues entonces no está usted al día -le dijo la Rata de Agua-. Hoy los buenos narradores empiezan por el final, siguen por el principio y terminan por el medio. Así es el nuevo método. Se lo oí decir el otro día a un crítico, que ia paseando alrededor del estanque con un joven. Hablaba del asunto con todo detalle y estoy segura de que estaba en lo cierto, porque llevaba gafas azules, y era calvo, y, a cada observación que hacía el joven, le respondía: «¡Psss!» Pero le ruego que continúe usted con el cuento. Me encanta el Molinero. Yo también estoy lleno de hermosos sentimientos, de modo que tenemos muchas cosas en común.

-Pues bien -dijo el Pinzón, apoyándose ora en una patita ora en la otra-, tan pronto como acabó el invierno y las prímulas comenzaron a abrir sus pálidas estrellas amarillas, el Molinero le dijo a su mujer que iba a bajar a ver al pequeño Hans.

-¡Ay, qué buen corazón tienes! -le dijo su mujer-. ¡Siempre estás pensando en los demás! No te olvides de llevar la cesta grande para las flores.

Así que el Molinero sujetó las aspas del molino de viento con una gruesa cadena de hierro y bajó por la colina con la cesta en su brazo.

-Buenos días, pequeño Hans -dijo el Molinero.

-Buenos días -dijo Hans, apoyándose en la pala con una sonrisa de oreja a oreja.

-¿Y qué tal has pasado el invierno? -dijo el Molinero.

-Bueno, la verdad es que eres muy amable al preguntármelo, muy amable, sí, señor -exclamó Hans. Te diré que lo he pasado bastante mal, pero ya ha llegado la primavera y estoy muy contento, y todas mis flores están hechas una maravilla.

-Hemos hablado muchas veces de ti este invierno, Hans -dijo el Molinero-, y nos preguntábamos qué tal te iría.

 -Qué amables sois -dijo Hans- Y yo que me temía que me hubierais olvidado.

-Hans, me sorprendes -dijo el Molinero- Los amigos nunca olvidan. Eso es lo más maravilloso de la amistad, pero me temo que no seas capaz de entender la poesía de la vida. Y, a propósito, ¡qué bonitas están tus prímulas!

-Realmente están preciosas -dijo Hans-; y es una suerte para mí tener tantas. Voy a llevarlas al mercado y se las venderé a la hija del alcalde, y con el dinero que me dé compraré otra vez mi carretilla.

-¿Que comprarás de nuevo tu carretilla? ¡No mé irás a decir que la has vendido! ¡Qué cosa más tonta!

-La verdad es que no tuve más remedio que hacerlo dijo Hans. Pasé un invierno muy malo, y no tenía dinero ni para comprar pan. Así que primero vendí la bolonadura de plata de la chaqueta de los domingos, y luego vendí la cadena de plata y después la pipa grande, y por último la carretilla. Pero ahora voy a comprarlo todo otra vez.

-Hans -le dijo el Molinero-, voy a darte mi carretilla. No está en muy buen estado, porque le falta un lado y tiene rotos algunos radios de la rueda. Pero, a pesar de ello, voy a dártela. Ya sé que es una muestra de generosidad por mi parte y que muchísima gente pensará que soy tonto de remate por desprenderme de ella, pero es que yo no soy como los demás. Creo que la generosidad es la esencia de la amistad y, además, tengo una carretilla nueva. De modo que puedes estar tranquilo; te daré mi carretilla.

-Es muy generoso por tu parte -dijo el pequeño Hans, y su graciosa carita redonda resplandecía de alegría-. La puedo arreglar fáciImente, pues tengo un tablón en casa:

-¡Un tablón! -exclamó el Molinero- Pues eso es lo que necesito para arreglar el tejado del granero, que tiene un agujero muy grande y, si no lo tapo, el grano se va a mojar. ¡Es una suerte que me lo hayas dicho! Es sorprendente ver cómo una buena acción siempre genera otra. Yo te he dado mi carretilla y ahora tú me vas a dar una tabla. Por supuesto que la carretilla vale muchísimo más que la tabla, pero la auténtica amistad nunca se fija en cosas como ésas. Anda, haz el favor de traerla enseguida, que quiero ponerme a arreglar el granero hoy mismo.

-Voy corriendo -exclamó el pequeño Hans.

Y salió disparado hacia el cobertizo y sacó el tablón a rastras.

-No es una tabla muy grande -dijo el Molinero mirándola-. Y me temo que, después de que haya arreglado el granero, no sobrará nada para que arregles la carretilla. Claro que eso no es culpa mía. Bueno, y ahora que te he regalado la carretilla, estoy seguro de que te gustaría darme a cambio algunas flores. Aquí tienes la cesta, y procura llenarla hasta arriba.

-¿Hasta arriba? -dijo el pobre Hans, muy afligido, porque era una cesta grandísima y sabía que, si la llenaba, no le quedarían flores para llevar al mercado; y estaba ansioso por recuperar su botonadura de plata.

-Bueno, en realidad –dijo el Molinero-, como te he dado la carretilla, no creo que sea mucho pedirte un puñado de flores. Puede que esté equivocado, pero, para mí, la amistad, la verdadera amistad, ha de estar libre de cualquier tipo de egoísmo.

-Ay, mi querido amigo, mi mejor amigo -exclamó el pequeño Hans , todas las flores de mi jardín están a tu disposición. Prefiero mucho más ser digno de tu estima que recuperar la botonadura de plata.

Y salió disparado a coger todas sus lindas prímulas y llenó la cesta del Molinero.

-Adiós, pequeño Hans -le dijo el Molinero, mientras subía por la colina, con el tablón al hombro y la gran cesta en la mano.

-Adiós -respondió el pequeño Hans.

Y se puso a cavar tan contento, pues estaba encantado con la carretilla.

Al día siguiente estaba sujetando unas ramas de madreselva en el porche cuando oyó la voz del Molinero, que le llamaba desde el camino. Así que saltó de la escalera, cruzó corriendo el jardín y miró por encima de la tapia.

Allí estaba el Molinero con un gran saco de harina al hombro.

-Querido Hans -le dijo el Molinero-, ¿te importaría llevarme este saco de harina al mercado?

-Lo siento mucho -comentó Hans-, pero es que hoy estoy muy ocupado. Tengo que levantar todas las enredaderas, y regar las flores y atar la hierba.

-Bueno, pues, teniendo en cuenta que voy a regalarte mi carretilla, es bastante egoísta por tu parte negarte a hacerme este favor.

-Oh, no digas eso -exclamó el pequeño Hans-. No querría ser egoísta por nada del mundo.

Y entró corriendo en casa a buscar su gorra y se fue caminando al pueblo con el gran saco a sus espaldas.

Hacía mucho calor, y la carretera estaba cubierta de polvo y, antes de llegar al sexto mojón, Hans tuvo que sentarse a descansar. Sin embargo prosiguió muy animoso su camino, y llegó al mercado. Después de un rato, vendió el saco de harina a muy buen precio y regresó a casa inmediatamente, temeroso de que, si se le hacía tarde, pudiera encontrar a algún ladrón en el camino.

-Ha sido un día muy duro -se dijo Hans mientras se metía en la cama- Pero me alegro de no haber dicho que no al Molinero, porque es mi mejor amigo y, además, me va a dar su carretilla, A la mañana siguiente, muy temprano, el Molinero bajó a recoger el dinero del saco de harina, pero el pobre Hans estaba tan cansado, que todavía seguía en la cama.

-Válgame, Dios -dijo el Molinero-, qué perezoso eres. La verdad es que, teniendo en cuenta que voy a darte mi carretilla, podías trabajar con más ganas. La pereza es un pecado muy grave, y no me gusta que ninguno de mis amigos sea vago ni perezoso. No te parezca mal que te hable tan claro. Por supuesto que no se me ocurriría hacerlo si no fuera tu amigo. Pero eso es lo bueno de la amistad, que uno puede decir siempre lo que piensa. Cualquiera puede decir cosas amables e intentar alabar a los demás; pero un amigo verdadero siempre dice las cosas desagradables, y no le importa causar dolor. Es más, si es un verdadero amigo lo prefiere, porque sabe que está obrando bien.

-Lo siento mucho -dijo el pobre Hans frotándose los ojos, y quitándose el gorro de dormir-. Pero estaba tan cansado que quise quedarme un rato en la cama, escuchando el canto de los pájaros. ¿Sabes que trabajo mejor cuando he oído cantar a los pájaros?

-Bien, me alegro -dijo el Molinero, dándole una palmadita en la espalda-, porque, tan pronto estés vestido, quiero que subas conmigo al molino y me arregles el tejado del. granero.

El pobrecito Hans estaba deseando ponerse a trabajar en el jardín, porque hacía dos días que no regaba las flores, pero no quería decir que no al Molinero, que era tan amigo suyo.

-¿Crees que no sería muy buen amigo tuyo si te dijera que tengo mucho que hacer? preguntó con voz tímida y vergonzosa.

-Bueno, en realidad no creo que sea mucho pedirte, teniendo en cuenta que te voy a dar mi carretilla -le contestó el Molinero-. Pero, si no quieres, lo haré yo mismo.

-¡De ninguna manera! -exclamó Hans y, saltando de la cama, se vistió y subió al granero. Allí trabajó todo el día, y al anochecer fue el Molinero a ver cómo iba la obra.

-¿Has arreglado ya el agujero del tejado, Hans? -le preguntó el Molinero con voz alegre.

-Está completamente arreglado -contestó el pequeño Hans, mientras se bajaba de la escalera.

-¡Ay! No hay trabajo más agradable que el que se hace por los demás -dijo el Molinero.

-Realmente es un privilegio oírte hablar -respondió el pequeño Hans, sentándose y enjugándose e! sudor de la frente- Es un gran privilegio. Lo malo es que yo nunca tendré unas ideas tan bonitas como las tuyas.

-Ya verás cómo se te ocurren, si te empeñas -dijo el Molinero- De momento, tienes sólo la práctica de la amistad; algún día tendrás también la teoría.

-¿De verdad crees que la tendré? -preguntó el pequeño Hans.

-No tengo la menor duda -contestó el Molinero-. Pero ahora que ya has arreglado el tejado, deberías ir a casa a descansar, quiero que mañana me lleves las ovejas al monte.

El pobre Hans no se atrevió a replicar, y a la mañana siguiente, muy temprano, el Molinero le llevó sus ovejas cerca de la casa, y Hans se fue al monte con ellas. Le llevó todo el día subir y bajar del monte y, cuando regresó a casa, estaba tan cansado, que se quedó dormido en una silla y no se despertó hasta bien entrado el día.

-¡Qué bien lo voy a pasar trabajando el jardín!», se dijo Hans; e inmediatamente se puso a trabajar.

Pero cuándo por una cosa, cuándo por otra no había manera de dedicarse a las flores, pues siempre aparecía el Molinero a pedirle que fuera a hacerle algún recado, o que le ayudara en el molino. A veces el pobre Hans se ponía muy triste, pues temía que sus flores creyeran que se había olvidado de ellas; pero le consolaba el pensamiento de que el Molinero era su mejor amigo.

-Además -solía decir- va a darme su carretilla y eso es un acto de verdadera generosidad.

Así que el pequeño Hans seguía trabajando para el Molinero, y el Molinero seguía diciendo cosas hermosas sobre la amistad, que Hans anotaba en un cuadernito para poderlas leer por la noche, pues era un alumno muy aplicado.

Y sucedió que una noche estaba Hans sentado junto al hogar, cuando oyó un golpe seco en la puerta. Era una noche muy mala, y el viento soplaba y rugía alrededor de la casa con tanta fuerza, que al principio pensó que era sencillamente la tormenta. Pero enseguida se oyó un segundo golpe, y luego un tercero, más fuerte que los otros.

«Será algún pobre viajero», pensó Hans; y corrió a abrir la puerta.

Allí estaba el Molinero con un farol en una mano y un gran bastón en la otra.

-¡Querido Hans! -dijo el Molinero-. Tengo un grave problema. Mi hijo pequeño se ha caído de la escalera y está herido y voy en busca del médico. Pero vive tan lejos y está la noche tan mala, que se me acaba de ocurrir que sería mucho mejor que fueras tú en mi lugar. Ya sabes que voy a darte la carretilla, así que sería justo que a cambio hicieras algo por mí.

-Faltaría más -exclamó el pequeño Hans-. Considero un honor que acudas a mí. Ahora mismo me pongo en camino; pero préstame el farol, pues la noche está tan oscura que tengo miedo de que pueda caerme al canal.

-Lo siento mucho -le contestó el Molinero-, pero el farol es nuevo. Sería una gran pérdida, si le pasara algo.

-Bueno, no importa, ya me las arreglaré sin él -exclamó el pequeño Hans.

Descolgó su abrigo de piel, se puso su gorro de lana bien calentito, se enrolló una bufanda al cuello y salió en busca del médico.

¡Qué tormenta más espantosa! La noche era tan negra, que el pobre Hans casi no podía ver; y el viento era tan fuerte, que le costaba trabajo mantenerse en pie. Sin embargo era muy valiente, y después de haber caminado alrededor de tres horas llegó a casa del médico y llamó a la puerta.

-¿Quién es? -gritó el médico, asomando la cabeza por la ventana del dormitorio.

-Soy yo, el pequeño Hans.

-¿Y qué quieres, pequeño Hans?

-El hijo del Molinero se ha caído de una escalera, y está herido, y el Molinero dice que vaya usted enseguida.

-¡Está bien! -dijo el médico.

Pidió que le llevaran el caballo, las botas y el farol, bajó las escaleras y salió al trote hacia la casa del Molinero. Y el pequeño Hans le siguió con dificultad.

Pero la tormenta arreciaba cada vez más y la lluvia caía a torrentes y el pobre Hans no veía por dónde iba, ni era capaz de seguir la marcha del caballo. Al cabo de un rato se perdió y estuvo dando vueltas por el páramo, que era un lugar muy peligroso, lleno de hoyos muy profundos; y el pobrecito Hans cayó en uno de ellos y se ahogó. Unos cabreros encontraron su cuerpo flotando en una charca y se lo llevaron a casa.

Todo el mundo fue al funeral del pequeño Hans, porque era una persona muy conocida; y allí estaba el Molinero, presidiendo el duelo.

-Como yo era su mejor amigo, es justo que ocupe el sitio de honor -dijo el Molinero.

Y se puso a la cabeza del cortejo fúnebre envuelto en una capa negra muy larga y, de vez en cuando, se limpiaba los ojos con un gran pañuelo.

-Ha sido una gran pérdida para todos nosotros -dijo el herrero, cuando hubo terminado el entierro y todos estaban cómodamente sentados en la taberna, bebiendo ponche y comiendo pasteles.

-Una gran pérdida, al menos para mí -dijo el Molinero-, porque resulta que le había hecho el favor de regalarle mi carretilla, y ahora no sé qué hacer con ella. En casa me estorba y está en tal mal estado, que no creo que me den nada por ella, si quiero venderla. Pero, de ahora en adelante, tendré mucho cuidado en no volver a regalar nada. Hace uno un favor y mira cómo te lo pagan.

-¿Y luego qué? -dijo la Rata de agua, después de una larga pausa.

-Luego, nada. Éste es el final -dijo el Pinzón.

-Pero, ¿qué fue del Molinero? -preguntó la Rata de Agua.

-Realmente no lo sé, ni me importa, de eso estoy seguro -contestó el Pinzón.

-Entonces, es evidente que no tiene usted sentimientos -dijo la Rata de Agua.

-Me temo que no ha comprendido usted la moraleja del cuento -observó el Pinzón.

-¿La qué? -gritó la Rata de Agua.

-La moraleja.

-¡Quiere decir que ese cuento tenía moraleja!

-Pues sí -dijo el Pinzón.

-¡Bueno! -dijo la Rata de Agua muy enfadada-Pues debería habérmelo dicho antes de empezar. Y así me habría ahorrado escucharle. Y hasta le hubiera dicho igual que el crítico: «¡Psss!» Aunque aún estoy a tiempo de decírselo.

Y entonces le gritó muy fuerte: -«¡Psss!», hizo un movimiento brusco con la cola y se metió en su agujero.

-¿Qué le parece a usted la Rata de Agua? -preguntó la Pata, que llegó chapoteando unos minutos después-. Tiene muy buenas cualidades, pero yo, la verdad, es que tengo sentimientos maternales y no puedo ver a un solterón sin que se me salten las lágrimas.

-Siiento mucho haberle molestado -contestó el Pinzón-. El hecho es que le conté un cuento con moraleja.

-Ah, pues eso es siempre muy peligroso -dijo la Pata.

Y yo estoy de acuerdo con ella.

Fuente: Blog Ciudad Seva.

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lunes, 29 de noviembre de 2021

¿Por qué se arma Taiwán y cómo lo logra?

EEUU y aliados de OTAN sacan pecho ante Rusia, ahora en Mediterráneo. [Andaríamos más y mejor encaminados a la verdad si en vez de hablar EE.UU, OTAN, RUSIA, habláramos de los grandes grupos de capital dominantes en EE.UU, OTAN, RUSIA que andan en permanente disputas entre ellos poniendo en riesgo material para la vida a decenas de millones de personas, la mayoría trabajadoras, por asegurar mercados, ampliarlos, expoliar recursos y riquezas de países y Estados menos poderosos, porque ya me contaran ustedes que me puede quitar a mi otro trabajador americano, ruso o de cualquier otra parte del mundo. O que les puedo quitar yo a ellos. Punto. El año pasado, esto es, en el 2020 en España, los trabajadores, que son los que únicamente pueden crear riqueza con su trabajo crearon bienes y servicios por un valor un billón (con be de beee, beee, beeé) ciento veinti un mil novecientos cuarenta y ocho millones de euros, que con números se escribe así: 1.121.948.000.000 (que como se puede ver no es moco de pavo), y de esta cantidubidubidá cantidad de dinero, más del 1,5%, es decir, más de 11.219.480.000 millones de euros pagamos los trabajadores como contribución salerosa para el mantenimiento de la OTAN, que no es para la guerra como dicen algunos metepatas, asquerosos, rojos criminales marxistas come niños por la mañana temprano, que eso es lo que son. No, no. No les hagan caso, que estos marxistas no quieren más que enredar y joder la cosa para quitarle la bicicleta a quien tenga una. Son esos 11.219.480.000 de euros que se le quitan a los trabajadores para asegurar los beneficios a los cuatro (cuatra, que hay que utilizar lenguaje inclusivo/va) egoístas y malas bestias del capital dominante que no miran más que por su propia pelleja, como buenos animales que son, de la industria criminal militar. Y esto, no me digan que no, ya tiene otra pinta. Y, fueraparte lo dicho, que dirían en mi pueblo, Isla Mayor, ¿imaginan ustedes la barquichuela de la foto de abajo para matar convertida en triciclos-carritos de reparto de helados (fresa, chocolate y vainilla, ¡qué menos!) la cantidad de puestos de trabajo que podría crear y la felicidad que sería ver a todos los niños del mundo dándole chupetones a sus cucuruchos de helado por la calle más contentos que unas pascuas y dando más polculo que un palo de punta pro al ruidera que meterían? Por, supuesto, ni que decir tiene: niño que no se hubiera comido debidamente la comida niño que se quedaba sin helado. Lo siento mucho nene, el helado para después de la comida? ¿Imaginan una situación así? Pues, francamente, con una caterva de políticos/as como la que tenemos sin capacidad y diría que hasta sin dignidad personal, para resolver ni tan siquiera el problema de la alimentación de los niños (sí, sí, me refiero a España) pero al mismo tiempo con una capacidad infinita para crear problemas cada vez mayores y más graves, entre otros, la preparación de la guerra, sea por inconsciencia, incompetencia, servilismo, amor al dinero o por cualquier otra y con unas clases trabajadoras, por lo general, dadas a la bartola creyendo que todo esto va con el vecino y no con ellas, yo no alcanzo a imaginármelo, la verdad. ¡Y miren que le echo ganas para imaginármelo!]

 

EEUU y aliados de OTAN sacan pecho ante Rusia, ahora en Mediterráneo

DIARIO OCTUBRE / 28.11.2021


Un buque de asalto anfibio Mistral de la Armada francesa se ancla en las costas del país europeo.


Las maniobras, denominadas Polaris 21, organizadas por la Marina francesa, durarán hasta el 3 de diciembre, informó el sábado la agencia francesa de noticias AFP. Los ejercicios representan un importante despliegue de seis países aliados, en los cuales están involucrados unos 6000 militares occidentales.

En total, 25 navíos y 65 aviones divididos en dos bandos se enfrentarán en el Mediterráneo occidental, de las costas francesas hasta el sur de Cerdeña (Italia) y las islas Baleares (España). También hay dos barcos presentes en el océano Atlántico.

Los países occidentales se preparan para la vuelta a los enfrentamientos entre Estados, con combates entre fuerzas comparables a varios niveles: militar, diplomático, espacial, comercial, informático. Los ejercicios se producen en condiciones que Moscú ya ha advertido que la expansión de las actividades del bloque militar occidental cerca de las fronteras de Rusia es una “línea roja”.

¿Qué hay detrás de estas tensiones?

Las relaciones entre Rusia y el Occidente atraviesan un período de gran tensión, a tenor de una serie de cuestiones, incluidas la situación en Ucrania y la anexión de la estratégica península de Crimea a la Federación Rusa en 2014.

De hecho, Rusia denuncia que EE.UU. y sus aliados de la Organización del Tratado Atlántico Norte (OTAN) realizan actividades desestabilizadoras de manera activa y persistente cerca de las fronteras rusas, así como en el mar Mediterráneo, donde Rusia cuenta con bases militares en las costas de Siria.

FUENTE: hispantv.com

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Los regionalistas

 

Los regionalistas

 

Francisco Pi y Margall

El Viejo Topo

29 noviembre, 2021 



A juzgarlos por las bases que en Manresa discutieron y firmaron los  de Cataluña, son decididamente federales. Quieren autónomas las regiones, pero unidas por un poder central que las rija en todo lo que las sea común y las escude y defienda contra los demás pueblos.

Difieren mucho de nosotros; pero más por lo que callan que por lo que determinan. No se deciden ni por la monarquía ni por la República, no definen los derechos del individuo, no fijan las lindes que deben separar la región de la comarca ni la comarca del municipio.

Aun dentro de lo que afirman, distan de tener sobre ciertos puntos opinión formada: están porque continúen las relaciones con el Sumo Pontífice pero sin que sepan aún si se ha de sostener el real patronato o se ha de establecer la disciplina general de la Iglesia. No son demócra tas sino tradicionalistas y de aquí sus indecisiones.

En cuanto a derechos políticos, no tienen ideas claras sino sobre el de sufragio. Lo conceden sólo a los jefes de familia, y pretenden que se lo ejerza por categorías de trabajo, cosa que según ellos mismos, implica la más o menos completa reorganización de los gremios.

Se observan las mismas indecisiones sobre la organización del Estado. Quieren dirigida la región por Cortes que anualmente se reúnan en época determinada y lugar distinto y nombrasen a los individuos en  que deba residir el Poder ejecutivo, pero sin que digan si han de constituir una o dos Cámaras, ni expresen los elementos que hayan de componerlas. Siguen en cambio otra conducta, y esto nos parece extraño, con el Poder legislativo de la Nación, que confían a una sola Asamblea formada por representantes de las regiones. Quieren que en ella cuente cada región tres representantes de las regiones si es que no les permite más el número de los que la habiten.

Están, respecto a la nación, por una sola Asamblea; pero levantan sobre ella un poder superior que califican de supremo, un alto tribunal que ha de tener tantos magistrados como regiones. Aunque recuerda este poder la corte federal de la República de Venezuela a que nos referimos en otro lugar de este mismo número, es de mucha mayor autoridad, ya que se le pone por encima del Poder ejecutivo.

Lo más notable es que al hablar los regionalistas catalanes de los poderes nacionales, se olvidan por completo del judicial, cuando en todas las repúblicas con regiones autónomas se ha reconocido la necesidad de magistrados federales que diriman las contiendas entre individuos o personas jurídicas de regiones diversas.

Al Poder central le dan casi las mismas atribuciones que nosotros, pues si bien reivindican para la región el derecho de acuñar moneda es ejerciéndolo no sobre los tipos que la región estime convenientes, sino sobre los que haya fijado y fije la Unión Monetaria.

Sobre el Poder ejecutivo central tampoco dicen cómo se habrá de formarlo si sobre la monarquía prevalece la República. Allá en la región lo derivan de las Cortes: ¿querrán derivarlo aquí de la Asamblea?

Esta indeterminación en tantos puntos de importancia nace, a nuestro juicio, no sólo de la poca levadura democrática de los regionalistas, sino también de que no son un partido homogéneo, ni tienen aún bien definidos ni sus instituciones ni sus deseos. Es de sentir que, siendo federales, se empeñen en formar campo aparte y no adviertan que la tradición es mala consejera en tiempos donde la razón va siendo dueña y señora del mundo, y a causa de esta soberanía se desarrollan con tanta rapidez y energía los acontecimientos.

Examinaremos en otra ocasión estas bases. Hoy por hoy nos limitamos a darlas a conocer a nuestros lectores en lo que más fundamentalmente las constituye.

 

16 de abril de 1892

Fuente: Pi y Margall: Federalismo y República. Edición de Antonio Santamaría.

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domingo, 28 de noviembre de 2021

Hoy hace diez años moría Lucio Magri, exponente preclaro de la izquierda comunista italiana. Sus reflexiones sobre el Partido Comunista Italiano, el comunismo del s. XX y la identidad comunista constituyen un testimonio lúcido y esclarecedor.


Hoy hace diez años moría Lucio Magri, exponente preclaro de la izquierda comunista italiana. Sus reflexiones sobre el Partido Comunista Italiano, el comunismo del s. XX y la identidad comunista constituyen un testimonio lúcido y esclarecedor.


El genoma Gramsci

 


Lucio Magri

El Viejo Topo

28 noviembre, 2021 

En el momento de su despegue efectivo, el PCI recibía como herencia también una voz todavía en gran parte desconocida y ocultada por su adversario fascista, un recurso autónomo, los Cuadernos de la cárcel de Antonio Gramsci, un cerebro que había seguido pensando, una mina de ideas.

Sobre el pensamiento de Gramsci volveré una y otra vez para destacar elementos que quedaron siempre a la sombra en la elaboración y en la política del PCI y en cambio todavía, o mejor, sobre todo ahora, ofrecen ideas preciosas para una discusión sobre el presente, con una original lectura de la historia italiana, en su particularidad y al mismo tiempo en su valor general. Ahora me urge considerar la «fortuna» de Gramsci, es decir cómo, cuánto, y cuándo, él haya intervenido e incidido en la definición gradual de una identidad y de una estrategia específica del comunismo italiano, en un primer momento bajo persecución, luego a plena luz, y por último en declive, hasta su reducción a santón del antifascismo, ejemplo de moralidad, intelectual poliédrico. Hablar, más que de Gramsci, del gramscismo como genoma operante en una gran fuerza colectiva y en la cultura de un país.

Sus Cuadernos pedían una mediación que los hiciera comprensibles y dejaran huella más allá de un estrecho círculo de intelectuales. Las condiciones constrictivas de la cárcel y la censura que había que sortear, las enfermedades recurrentes, la parcialidad de las informaciones y de los textos a los cuales tenía acceso obligaban a Gramsci a emplear un lenguaje a menudo alusivo, a escribir en forma de notas, a iniciar reflexiones suspendidas y retomadas más tarde, formas que no habrían permitido a esos escritos alcanzar el objetivo que él mismo se proponía manteniendo el esfuerzo heroico de un cerebro que siguió pensando en soledad. No bastaba pues con un escrupuloso trabajo filológico que reprodujese fielmente cada uno de los fragmentos e interpretara su sentido. Se necesitaba, desde el principio, un arriesgado y progresivo intento de dilucidar los elementos esenciales y reconstruir un hilo conductor capaz de penetrar en vastas masas y también de obligar a los adversarios a tenerlo en cuenta. En suma, para devolverle a Gramsci el papel que había tenido, el jefe y promotor de una gran empresa política; y también reconocer a sus investigaciones teóricas el carácter, subrayado por él mismo, de una filosofía de la praxis.

Esta mediación existió, con efectos poderosos: Gramsci se ha convertido muy pronto, y lo ha seguido siendo, en un punto de referencia de la búsqueda político-cultural, en Italia y en el mundo, y no sólo entre los comunistas. Tal mediación ha sido efectuada no por un gran intelectual, o por una escuela, sino mediante una operación intencional promovida por Palmiro Togliatti y con la participación de un partido de masas. Peligrosa conservación de los Cuadernos, la progresiva publicación de una clasificación provisional de las notas en grandes temas, un estudio colectivo enérgicamente solicitado. La fábula reciente de que Togliatti habría entregado el cuidado de los Cuadernos a los archivos soviéticos para sacarlos de circulación, es un vuelco ridículo de la verdad, de la misma manera que es artificialmente exagerada la tesis de que su primera edición haya estado fuertemente censurada y manipulada, siendo por lo tanto desleal. Ciertamente el objetivo de Togliatti no fue sólo el de tributar un homenaje a un gran amigo, ni tan sólo el de brindar una contribución a la cultura italiana. Era un objetivo político en sentido fuerte; el de usar un gran pensamiento y una autoridad indiscutida para fundar una identidad nueva para el comunismo italiano. Algo parecido había ya ocurrido en el proceso de formación de la socialdemocracia alemana y la Segunda Internacional: Marx leído y difundido a través de Kautsky y en parte con el aval del viejo Engels. E implicaba el precio de una lectura restrictiva. El mismo Togliatti, poco antes de morir, lo reconoció cuando, en una reseña a la que no se le dio gran importancia, dijo en sustancia lo siguiente: nosotros, comunistas italianos, tenemos una deuda con Antonio Gramsci, hemos construido copiosamente sobre él nuestra identidad y nuestra estrategia, pero, para hacerlo así, lo hemos reducido a nuestra medida, a las necesidades de nuestra política, sacrificando lo que él pensaba «mucho más allá».

Cuando hablo de lectura restrictiva no me refiero tanto a manipulaciones o a censuras del texto, que muchos buscaron con tesón más tarde y que el ejemplar trabajo posterior de Valentino Gerratana demostró como un hecho de escasa trascendencia, cuanto a una sabia dirección, necesaria para la aparición inicial de las notas, en la larga cadencia de su publicación y en los comentarios que las acompañaban y las estimulaban. En todo esto no es difícil descubrir el límite impuesto y aceptado por el contexto de la época. En primer lugar, el esfuerzo, durante largo tiempo, de no hacer demasiado explícito todo cuanto Gramsci innovaba y modificaba con respecto al leninismo o entraba en conflicto con su versión estaliniana; en segundo lugar el esfuerzo de subrayar todo cuanto en Gramsci servía para la valorización de la continuidad lineal entre «revolución antifascista» y «democracia progresiva»; por último el aplazamiento de algunas temáticas pioneras, más o menos conscientemente, a tiempos más maduros.

De esta manera la atención se habría concentrado en torno a dos grandes temas. El primero, el Resurgimiento italiano como «revolución incompleta», por la eliminación de la cuestión agraria, y como «revolución pasiva» por la escasa participación de las masas y la marginación de las corrientes políticas y culturales más avanzadas democráticamente, y cuya salida era el compromiso entre renta parasitaria y burguesía. El segundo, o sea la relativa autonomía y el valor de la «superestructura», en discusión con el mecanicismo vulgar, introducido por medio de Bujarin también en la Tercera Internacional, y por lo tanto la mayor atención que tenía que dedicarse al papel de la intelectualidad, de los partidos políticos y de los aparatos estatales.

Temas leídos, no al azar, con una particular óptica interpretativa, inconscientemente selectiva. Por una parte al enfatizar lo que precisamente relacionaba a Gramsci con los Salvemini, los Dorso y los Gobetti (el atraso fatal del capitalismo harapiento y de la cultura nacional mojigata), pero dejando en la sombra la crítica del compromiso cavouriano y la rápida corrupción del Parlamento con el camaleonismo político, las ambigüedades del giolittismo[1], la polémica con el croccianismo, los venenos emergentes del nacionalismo, la «cuestión romana» como rémora aún no superada en la Iglesia, en suma, aquellos procesos parciales parciales y distorsionados de modernización que habrían llevado a la crisis del Estado liberal y al nacimiento del fascismo. Por otra parte, la justa reafirmación de la autonomía de la «superestructura» tendía a convertirse en una separación de la dinámica político-institucional de su base de clase y llevaba al historicismo marxista a convertirse en historicismo tout court.

Otros temas gramscianos permanecieron como marginales durante mucho tiempo en la reflexión teórica e ignorados en la política. Pienso en el escrito sobre Americanismo y fordismo, que anticipó aquello que mucho más tarde llegaría también a Italia, y que era visible, como veleidad, en la política fascista. O en la pasión juvenil de Gramsci por la experiencia consejista, completamente diferente de la rusa, que él mismo había dejado aparte, al descubrir sus límites, pero que, revisitada, habría ayudado no poco a interpretar la fase inminente de la Resistencia y, mucho más tarde, la aparición del movimiento de mayo del sesenta y ocho. Las consecuencias de este descubrimiento restringido del pensamiento de Gramsci no habrían sido solamente de carácter cultural, ni en el corto ni en el largo plazo. Son dos, en particular: la obstinación en no reconocer y analizar el alcance y la rapidez del proceso de modernización de la economía en Italia y en Europa; y la concepción del partido nuevo (partido de masas, ciertamente, capaz de «hacer política» y no solamente propaganda, educador de un pueblo, pero aún alejado del intelectual colectivo, interlocutor de los movimientos e instituciones desde abajo, promotor de una reforma cultural y moral que Gramsci consideraba importante en un país que había quedado indemne de la reforma religiosa).

En suma, por lo menos al inicio, la herencia gramsciana se ofrecía y era aceptada como fundamento de una alternativa intermedia entre la ortodoxia leninista y la socialdemocracia clásica, más que como una síntesis que superaba los límites de ambas posturas: el economicismo y el estalinismo. Un «genoma» que podía desarrollarse o simplemente actuar sobreviviendo, imponerse plenamente o deteriorarse. Lo veremos en acción. No obstante me parece que la interpretación que al comienzo emprendía Togliatti de Gramsci, no era ni abusiva ni inmotivada. No era abusiva porque el motor que mueve y caracteriza los Cuadernos es efectivamente la reflexión crítica y autocrítica sobre el fracaso de la revolución en los países occidentales (en la que, tanto él como Lenin, habían creído), sobre sus causas y consecuencias. Él fue el único que, entre los marxistas de su época, no se limitó a explicarla como la traición de los socialdemócratas, o por la debilidad y los errores de los comunistas: y al mismo tiempo, no sacó de ello la conclusión de que la Revolución rusa era inmadura y su consolidación en Estado un error. Buscó, en cambio, las causas más profundas por las que el modelo de la Revolución rusa no podía reproducirse en las sociedades avanzadas, pero era un bagaje necesario (y el leninismo era una contribución teórica admirable) para una revolución en Occidente con recorrido diferente y resultado más rico. De hecho todo su esfuerzo de pensamiento se apoyaba en dos fundamentos, que pueden resumirse en pocas frases. Primero, un análisis: «En Oriente el Estado lo era todo, la sociedad civil era primaria y gelatinosa; en Occidente, entre Estado y sociedad civil había un relación equilibrada y en los parpadeos del Estado se vislumbraba de inmediato una sólida estructura de la sociedad civil. El Estado era solamente una trinchera avanzada, tras la cual había una robusta cadena de fortalezas y baluartes». En segundo lugar un principio teórico, mencionado continuamente mediante una cita de Marx tomada del prefacio de Contribución a la crítica de la economía política: «Ninguna formación social desaparece antes de que se desarrollen todas las fuerzas productivas que caben dentro de ella, y jamás aparecen nuevas y más elevadas relaciones de producción antes de que las condiciones materiales para su existencia hayan madurado en el seno mismo de la sociedad».

La revolución es para Gramsci, por lo tanto, un largo proceso mundial, por etapas, en el que la conquista del poder estatal, aun siendo necesaria, interviene hasta cierto punto según las condiciones históricas, y en Occidente presupone, de todos modos, un largo trabajo de conquista de baluartes, la construcción de un bloque histórico entre clases diferentes, cada una portadora no sólo de intereses diferentes sino con raíces culturales y políticas propias. Entretanto, tal proceso social no es el resultado gradual y unívoco de una tendencia ya inscrita en el desarrollo capitalista y en la democracia, sino el producto de una voluntad organizada y consciente que interviene, de una nueva hegemonía política y cultural, de un nuevo tipo humano en formación progresiva.

No era abusivo, por lo tanto, el intento togliattiano de utilizar a Gramsci como anticipador y fundamento teórico del «partido nuevo» y del «camino italiano hacia el socialismo», en continuidad con el leninismo y con la socialdemocracia de los orígenes, pero diferenciado de ambos. Parte de un proceso histórico mundial avanzado y sostenido por la Revolución de octubre pero no es una imitación tardía de su modelo. No era abusivo, ni mucho menos inmotivado, porque nacía de grandes novedades que habían aparecido tras la redacción de los Cuadernos. La victoria sobre el fascismo se había alcanzado, el papel decisivo que Unión Soviética había desempeñado era reconocido, y habían participado movimientos de resistencia armada en muchos países de Europa oriental, occidental y meridional, estaban en marcha poderosos movimientos de liberación anticolonial y una revolución en China; todo esto obligaba al capitalismo a un compromiso y se abrían también en Occidente espacios para conquistas sociales y políticas de relieve. Sin embargo, la victoria se había conseguido a través de una alianza con Estados y fuerzas muy distintas, en Europa con gobiernos y liderazgos abiertamente conservadores; la resistencia armada, a diferencia de la primera posguerra, no mostraba indicios de prolongarse en una insurgencia popular y radical; emergía en el mundo, en los hechos aunque aún no en las directrices, la supremacía económica y militar de una nueva potencia a la que la guerra, en vez de desgastarla, había dejado intacta, y con la que se había concluido en Yalta un pacto para la posguerra que era no sólo un vínculo sino también una garantía.

Quien, como Gramsci, había ido más adelante en la búsqueda de un nuevo camino, no podía prever ninguna de estas dos novedades: ni en el impetuoso avance del comunismo en el mundo, ni la consolidación del capitalismo en Occidente. Incluso Trotsky, con su reconocida lucidez, poco antes de ser asesinado, previendo la inminencia de la guerra y aun habiendo dicho que había que ayudar a la Unión Soviética a resistir, había anotado: «Si de una nueva guerra mundial no se derivan una revolución en Europa y una subversión del poder en la URSS, tendremos que volver a pensarlo todo». Y precisamente esto habría hecho el mismo Gramsci, no sé decir de qué manera, si hubiese sobrevivido: reconocer el nuevo marco surgido históricamente, reconocer los límites impuestos por las relaciones de fuerza en el mundo y en Italia, movilizar todos los nuevos recursos para conservar y reforzar la propia identidad autónoma y comunista en una nueva «guerra de posiciones», para transformar, una posible nueva «revolución pasiva» en una nueva hegemonía, aquello en lo que —decía— los mazzinianos habían errado, o mejor dicho, no habían ni siquiera tratado de hacer en el Resurgimiento.

Esta reconstrucción de los «antecedentes», de los que no he sido partícipe ni testigo, que sólo he intentado, teniendo a la mano los libros y empleando el juicio de lo ya sucedido, no tiene nada de original o poco conocido; sin embargo, sirve para restaurar la verdad, para contrarrestar censuras y juicios corrientes hoy en día como idola fori[2]: desde este punto debe comenzar la reflexión acerca de la historia del comunismo italiano.

Notas

[1] Política llevada a cabo por Giovanni Giolitti que se basaba en una táctica parlamentaria de carácter clientelista, apropiada para asegurar la estabilidad del gobierno, y en tanteos para institucionalizar las formaciones políticas extremas (N. de T.).

[2] Para Bacon, según Vicente Gaos, los idola fori (ídolos del foro) son las supersticiones políticas que siguen imperando incluso después de que una crítica racional ha demostrado su falsedad (N. de T.).

Fuente: Segundo apartado del capítulo primero del libro de Lucio Magri El sastre de Ulm. El comunismo del siglo XX. Hechos y reflexiones.

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