La CIA descataloga los documentos de
su colaboración con intelectuales
"progresistas"
https://www.lahaine.org/mundo.php/la-cia-descataloga-los-documentos/ 29/06/2017 :: EE.UU.
La CIA consideró la nueva hornada de intelectuales
"posmarxistas" como la más rentable para su batalla ideológica contra
el socialismo. Parece una paradoja, pero han sido de nuevo los archivos de los
servicios secretos occidentales los que se han encargado de sacar a la luz el
miserable papel jugado por un sector de la intelectualidad
"progresista" occidental en el curso de la guerra fría. Cuenta el
historiador argentino Pablo Pozzi, en un artículo recientemente publicado (http://lahaine.org/fG9y), que una vez más ha sido la aportación de documentos
desclasificados por la Agencia Central de Inteligencia (CIA), la que ha vuelto
a poner en tela de juicio la integridad y respetabilidad de un número de
intelectuales, que se auto ubicaban en la izquierda francesa de las décadas de
los 50,60 y 70 del pasado siglo.
El documento de la CIA está
encabezado por un llamativo título: «Francia: la defección de los intelectuales
de izquierda». En el documento en cuestión se describe con todo lujo de
detalles cómo debe proceder la Inteligencia estadounidense para la captación de
intelectuales de "izquierdas".
En esta ocasión, han sido los
servicios de la Inteligencia norteamericana los que han asumido como suyo, el
papel de dar a conocer algunas de las funciones ejecutadas durante la
"guerra fría", por unos intelectuales a los que no pocos tenian por
"progresistas e independientes".
LA
"LIBRETITA" DE GEORGE ORWELL
La indiscreta revelación de los auténticos
nombres de los Judas, así como de la cuantificación de los denarios que
cobraron, no fue obra exclusivamente de la Agencia norteamericana. Desde hace
ya años, la inteligencia británica - el M16, concretamente - dio también a
conocer los servicios prestados por algunos de sus colaboradores más estrechos.
Tal fue el caso de un miserable "chivato", que tenía como principal
afición ir anotando en una libretita de tapas negras, los nombres de aquellos
intelectuales británicos y estadounidenses que él consideraba "compañeros
de viaje, testaferros del comunismo o simpatizantes". Hasta 125 nombres de
escritores y artistas llegó a contener la "libretita” este despreciable
delator. En su lista figuraban desde John Steimbeck a Charles Chaplin, pasando
por Orson Wells y Bernard Show. El soplón fue nada menos que el todavía
admirado escritor británico Georges Orwell.
El autor de "Rebelión en la
granja", además de recibir el apoyo de todo tipo de recursos económicos
por parte de la CIA, simultaneaba sus inconfesables canonjías con la delación
detallada y sistemática de aquellos intelectuales que se negaban a plegarse a
los designios ideológicos de los intereses de los EEUU. Ha sido preciso que
transcurrieran más de 50 años para que lográramos conocer la oculta afición de este
alcahuete.
MICHEL
FOUCAULT, JACQUES DERRIDA Y JACQUES LACAN
Es cierto que no todos los
servidores directos o indirectos de la CIA, procedieron como George Orwell,
aunque como él fueran igualmente receptores de la ayuda encubierta de la
Agencia. El documento ahora desclasificado se refiere particularmente a los
intelectuales aglutinados alrededor de la Revista Annales, la Ecole des Hautes
Etudes y a personajes como Michel Foucault, Jacques Derrida y Jacques Lacan.
Pero, no obstante, los procedimientos sugeridos por la CIA a sus agentes fue
una práctica habitual de esa institución del espionaje estadounidense a lo
largo de años.
El documento en cuestión indica,
además, cuáles deben ser las tácticas y estrategias para generar un ambiente
intelectual antimarxista a partir de influenciar a los intelectuales
posmarxistas y a los críticos del Partido Comunista francés.
La CIA constata en su análisis que «durante
las protestas de mayo-junio de 1968 [...] muchos estudiantes marxistas miraban
hacia el PCF para liderazgo y la proclamación de un gobierno provisional, pero
la dirección del Partido Comunista Francés trató de aplacar la revuelta obrera
y denunció a los estudiantes como anarquistas».
Fue a partir de ese momento cuando
apareció en Francia la corriente llamada de los «Nuevos Filósofos» que,
desilusionados con la izquierda, «rechazaron su alianza con el PCF, el
socialismo francés, y las premisas básicas del marxismo».
La cuestión es que la CIA
consideraba a la nueva hornada de intelectuales "posmarxistas" como
más rentables para sus propósitos en su batalla ideológica contra el
socialismo, que aquellos otros sectores de la intelectualidad francesa, como
Raymond Aron, que habían perdido su prestigio por su indisimulado apoyo al
fascismo durante la Segunda Guerra Mundial.
MARC BLOCH,
LUCIEN FEBVRE Y FERNAND BRAUDEL
No ocurría lo mismo con aquellos
otros intelectuales, considerados como "demócratas" e, incluso, como
"marxistas independientes". Estos últimos resultaron ser
infinitamente más útiles en su crítica al comunismo que la antigua
intelectualidad gala, ampliamente desprestigiada y enfangada por sus
compromisos con el gobierno de Petain y su colaboración con los nazis.
Con toda clarividencia, el documento
de la CIA -cuyo original adjuntamos a este artículo - constata un hecho
realmente significativo, que recoge Pablo Pozzi del documento descatalogado:
«Entre los historiadores franceses
de la posguerra, la influyente escuela vinculada con Marc Bloch, Lucien Febvre
y Fernand Braudel ha avasallado a los historiadores tradicionales marxistas. La
escuela de Annales, como es conocida por su principal publicación, ha dado
vuelta la investigación histórica francesa, principalmente desafiando primero,
y rechazando después, las teorías marxistas del desarrollo histórico. Si bien
muchos de sus exponentes pretenden que están dentro "de la tradición
marxista", la realidad es que solo utilizan el marxismo como un punto
crítico de partida [...] para concluir que las nociones marxistas sobre la
estructura del pasado -de relaciones sociales, del patrón de los hechos, y de
su influencia en el largo plazo- son simplistas e inválidas.»
«En el campo de la antropología, la
influencia de la escuela estructuralista vinculada con Claude Lévi Strauss,
Foucault y otros, ha cumplido esencialmente la misma función. [...] creemos sea
probable que su demolición de la influencia marxista en las ciencias sociales
perdure como una contribución profunda tanto en Francia como en Europa
Occidental.»
No deja de resultar curioso que el
documento de la CIA, ahora descatalogado, agradezca de paso a Foucault y a Lévi
Straussque "recuerden las sangrientas tradiciones de la Revolución
Francesa» y que el objetivo de los movimientos revolucionarios no era tanto la
profunda transformación social y cultural de una sociedad, sino más bien el
poder. Consecuentemente , según el documento, la teoría francesa posmarxista
realizó una contribución inapreciable al programa cultural de la CIA que intentaba
mover a los intelectuales de izquierda hacia la derecha, mientras
desacreditaban el antiimperialismo y el anti capitalismo, permitiendo la
creación de un ambiente intelectual donde sus proyectos podían ser llevados a
cabo sin ser molestados por un serio escrutinio intelectual.
La verdad es que el documento que
nos está sirviendo de referencia, no es novedoso. Ya la investigadora británica
Francesa Stonor Saunders indicó en su voluminoso y documentado libro "La
CIA y la Guerra Fría Cultural" (http://lahaine.org/eZ59), cuáles eran las armas que la inteligencia
norteamericana utilizaba en su batalla ideológica en contra del socialismo. La
propia Stonor Saunders indicaba que la CIA tenía más preferencia por los
"marxistas" reconvertidos que por aquellos intelectuales
caracterizados por su conservadurismo ideológico o por sus posiciones políticas
derechistas
Y otro dato interesante. La
promoción pública de este tipo de intelectuales contó siempre con abundantes
recursos económicos, compromisos editoriales, medios de comunicación y
dignidades académicas, casi todos ellos cocinados en los laboratorios de la
CIA.
El documento describe cómo fue que
las obras de personajes como André Glucksmann y Bernard Henri Levy, llegaran a
convertirse en auténticos best sellers mundiales. La Agencia de inteligencia
norteamericana adquirió, por ejemplo, miles de ejemplares de las obras de
Hannah Arendt, Milovan Djilas, y Isaiah Berlin para su posterior promoción.
Cuenta Pozzi en su artículo que las
citadas regalías fueron completadas con viajes, becas, subsidios, y una
cantidad importante de seminarios internacionales destinados a promover tanto
la visión de Annales como el estructuralismo de Claude Lévi Strauss.
Pablo Pozzi concluye que cuando los
intelectuales de izquierda no encontraban recursos para hacer avanzar o
publicar sus investigaciones, se les trataba de forzar a aceptar el orden
establecido, a través de la adopción de modas intelectuales hegemónicas, que
les permitiera la posibilidad de encontrar un empleo. En opinión de Pozzi, el
resultado de esta componenda fue el debilitamiento del pensamiento de
izquierdas.
Pero, transcurridas décadas después
de aquellos pasajes bochornosos de la historia de la intelectualidad
"progresista" europea, ¿alguien se atrevería a asegurar que aquello solo
fue un trágico recuerdo del pasado.
canarias-semanal.org
Texto completo
en: https://www.lahaine.org/fH0x
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