domingo, 5 de abril de 2020

CORONAVIRUS. HABRÁ COSAS QUE NO SE PUEDAN HACER. PERO, ¿ASEGURAR LA COMIDA ABSOLUTAMENTE A TODOS LOS QUE LA NECESITEN NO ES POSIBLE?¿YA NO HAY ARROZ, CEBOLLAS, GARBANZOS, HARINA, LATAS DE CONSERVAS, JAMONES, AZUCAR, ACEITE, SAL, CHORIZO, LENTEJAS...? NO HAY UNIVERSIDADES PÚBLICAS QUE PUEDAN ORGANIZAR UN SISTEMA DE APROVISIONAMIENTO Y REPARTO? ¿NO HAY GENTE QUE SE PUEDA ENCARGAR DEL REPARTO? ESTO NO ES CUESTIÓN POLÍTICA DE PARTIDOS, SINO DE RESPONSABILIDAD SOCIAL. SI ESTO NO SE HUBIERA HECHO SE PUEDE EMPEZAR A HACER AHORA MISMO Y SI ESTO SE ESTUVIERA HACIENDO LA INFORMACIÓN PARA TRANQUILIZAR A LOS QUE LO NECESITEN ES MÁS QUE URGENTÍSIMA



Los abogados lanzan un SOS: “Muchos están siendo condenados al hambre”

  • De los 190.000 abogados en España, más de un 60% son mutualistas y no figuran en el Régimen Especial de los Trabajadores Autónomos (RETA)
  • Solo una veintena de los 83 colegios que existen en todo el país, como el de Álava o el de La Rioja, han decidido suspender el pago mensual a sus colegiados

CUARTO PODER.ES
05. 04.2020

Con la crisis del coronavirus, algunos despachos de abogados y asesorías dedicados al derecho laboral tienen más trabajo. Sin embargo, la inmensa mayoría de abogados y la totalidad de los procuradores han visto su labor interrumpida con la paralización de la actividad en los juzgados. Muchos de estos profesionales no tienen derecho a ningún tipo de prestación y “están siendo condenados al hambre”, denuncia el exdecano del Colegio de Abogados de Cartagena José Muelas.

De los 190.000 abogados en España, más de un 60% son mutualistas y no figuran en el Régimen Especial de los Trabajadores Autónomos (RETA), ya que la posibilidad de afiliarse al RETA no existió hasta 1995. Estos abogados que se han quedado sin trabajo debido al estado de alarma tampoco pueden acogerse a las medidas que el Gobierno ha decretado para los autónomos como la prestación por el cese de actividad o por el descenso de un 75% del volumen de su negocio como consecuencia de la epidemia del coronavirus.

Además, la mayoría de los afectados deben seguir pagando su cuota al Colegio de Abogados al que pertenezcan. Solo una veintena de los 83 colegios que existen en todo el país, como el de Álava o el de La Rioja, han decidido suspender el pago mensual a sus colegiados.

Los abogados laboralistas, que asesoran a empresas o se encargan de los numerosos Expedientes de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) que se dan en todo el país son “la ínfima minoría, no más de un 20%” de la totalidad de abogados del Estado. La gran mayoría se enfrenta a una situación que “puede tornarse dramática” si el Gobierno no toma ninguna medida, explica Muelas.

Especialmente delicada es la situación de las procuradoras y procuradores, sin ningún ingreso después de la paralización completa de su actividad. Algunos abogados pueden ocasionalmente tener que acudir a juicio, ya que el Ministerio de Justicia mantiene los trámites judiciales cuyo retraso pudieran causar “un perjuicio irreparable”. Esto incluye, por ejemplo, internamientos urgentes u homicidios. De todas maneras, estos son sucesos poco frecuentes.

Las medidas que piden

La presidenta del Consejo General de la Abogacía Española, Victoria Ortega, pidió esta semana al ministro de Justicia, Juan Carlos Campo, y a los consejeros de las Comunidades Autónomas que sumaran fuerzas para hacer llegar esta cuestión al área económica del Gobierno. Su petición ha sido “un trato igualitario” para todos los abogados, de forma que se reconozcan los mismos derechos a los mutualistas que a los autónomos.

Por su parte, Muelas también pide “la suspensión tanto de las cuotas de autónomos como las de los mutualistas”. Además, señala la necesidad de que el Gobierno emita un ruego a los Colegios de Abogados para que dejen de pasar la cuota de sus colegiados, o bien, modifique la ley para que el impago de la cuota no suponga la pérdida de la condición de abogado.

Además, el exdecano señala “la lamentable informatización” del sistema judicial español. En su opinión, España debería habilitar la realización de juicios telemáticos, una opción que ya ha habilitado Reino Unido y que serviría para llevar a cabo los juicios más sencillos. Esto beneficiaría a la ciudadanía en general, sostiene. “Si la justicia se para, los derechos de los ciudadanos se paran”, indica.

Otra demanda es el acceso de los abogados a la línea de crédito, aunque los préstamos del Instituto de Crédito Oficial (ICO) para los autónomos están obteniendo críticas por los elevados requisitos que impone la banca privada. Una opción para estos profesionales sería la habilitación de “préstamos blandos” o el pago de esta deuda con su trabajo como abogados de oficio durante los próximos años.

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CUANDO NOS DEJEMOS DE TONTADAS AL NEOLIBERALISMO LE LLAMAREMOS, EN GENERAL, MODO DE PRODUCCIÓN CAPITALISTA. CUANDO HAGAMOS ESO LOS TRABAJADORES (QUE SOMOS LA INMENSA MAYORÍA DE LA POBLACIÓN) TENDREMOS IDENTIFICADO QUÉ ES LO QUE HAY QUE CAMBIAR: EL MODO DE PRODUCCIÓN CAPITALISTA, ES DECIR, EL CAMBIO DE LAS RELACIONES DE EXPLOTACIÓN CAPITALISTAS (PARA MIS QUERIDAS FEMINISTAS DE POR ARRIBA Y POR ABAJO: DE ESAS RELACIONES SURGE ESO QUE LLAMÁIS "PATRIARCADO") PARA SUSTITUIRLAS POR RELACIONES DE COLABORACIÓN, QUE ESO ES EL SOCIALISMO Y NO ALFONSO GUERRA, FEIPE GONZÁLEZ, PEDRO SANCHEZ NI NIGÚN OTRO ASIMILADO O ALLEGADO. AUNQUE AHORA EL PROBLEMA URGENTE E INMEDIATO ES EL CORONAVIRUS. EL ANTÍDOTO DEL MIEDO NO ES LA VALENTÍA DEL SOY SOLDADO DE BRAVA LEGIÓN, SINO EL SABER. HAY QUE EMPEZAR A SABER, HAY QUE APROVECHAR EL TIEMPO DE CONFINAMIENTO PARA EMPEZAR A APRENDER



Las políticas económicas neoliberales matan. Hay que cambiarlas
 

 (El profesor Viçen Navarro / JOAN SANCHEZ)
rebelión
Fuentes: Público
04.04.2020

El impacto de la pandemia del coronavirus en el deterioro de la calidad de vida y bienestar de las poblaciones (y, muy en particular, de las clases populares), así como la respuesta de los Estados para intentar contenerla están afectando todas las dimensiones sociales, económicas, políticas y culturales de cada uno de los países impactados por este fenómeno. Poca gente podría haber imaginado hace solo cuatro meses que, hoy, casi una tercera parte de la población mundial estaría viviendo en condiciones de confinamiento, incluidas las tres cuartas partes de la población que viven en el mundo capitalista desarrollado. Y lo que es también extraordinario es que, como consecuencia de la pandemia y de las medidas tomadas contra ella, la economía mundial está sufriendo una crisis sin precedentes.

Como resultado de todo ello, es más que probable que la cultura económica del mundo post-pandemia sea diferente a la del mundo actual. Y uno de los cambios será (ya lo está siendo ahora) el gran descrédito de los dogmas que han orientado el pensamiento económico dominante en la época pre-pandemia –el neoliberalismo–, y cuya aplicación a través de la imposición de las políticas públicas (derivadas de tal dogma) está causando tanto sufrimiento. Dicho dogma (que continúa siendo dominante en los establishments político-mediáticos de la Unión Europea) ha mantenido la tesis de que el éxito de la actividad económica tenía que basarse en la austeridad del gasto público social, conseguida a base de recortes que han dejado a los países afectados por la pandemia sin los medios necesarios –como por ejemplo sanitarios y de servicios sociales– para protegerse frente a ella. No es sorprendente que, en general, aquellos países donde tales políticas neoliberales se han aplicado con mayor dureza sean hoy también los países donde el daño causado por la pandemia está siendo mayor (ver mi artículo «Las consecuencias del neoliberalismo en la pandemia actual», Público, 17.03.20). España, Italia y EEUU son claros ejemplos de ello. Son los países que tienen mayores índices de mortalidad debido a la pandemia hoy en el mundo, resultado en gran parte del debilitamiento de sus sectores sanitarios y sociales (así como otros esenciales), consecuencia del empobrecimiento del sector público y de la expansión del privado como resultado de las políticas de recortes del gasto público social llevadas a cabo por gobiernos conservadores, liberales y socioliberales. Es en estos tres países del mundo occidental donde está habiendo más muertes por coronavirus (en parte, debido a la gran escasez de respiradores) y donde hay un porcentaje mayor de profesionales y trabajadores del sector sanitario que han sido contagiados por el coronavirus, resultado de la escasez de material protector. Los datos hablan por sí mismos. Según datos de la Global Health Expenditure Database (de la Organización Mundial de la Salud), entre 2009 y 2017 el gasto público sanitario gubernamental como porcentaje del PIB descendió en España de un 6,4% a un 5,9%, y en Italia de un 7% a un 6,5%, mientras que en EEUU –punto de inspiración del modelo neoliberal– apenas creció de un 4,2% a un 4,5%, con una cobertura sanitaria muy limitada, con casi 30 millones de estadounidenses sin protección sanitaria; por otro lado, según datos de la OCDE, entre 2008 y 2016 España redujo sus camas hospitalarias por cada 1.000 habitantes de 3,2 a 2,97, Italia de 3,79 a 3,17 y los Estados Unidos de 3,13 a 2,77. Aquí en Catalunya, los recortes del gasto público sanitario fueron de los más acentuados en España y en la UE-15. Se recortaron 1.500 millones de euros, y se eliminaron 1.100 camas hospitalarias, reducciones que han afectado muy en particular a las clases populares, todo ello mientras se reducían los impuestos de sucesiones y de patrimonio para las clases de renta superior. Los recortes más acentuados fueron los realizados por el gobierno de Convergència (partido neoliberal), hoy JxCat, siendo presidente de la Generalitat de Catalunya el Sr. Artur Mas y Consejero de Sanidad el Sr. Boi Ruiz, presidente de la Patronal Sanitaria privada, cuyas primeras declaraciones como máxima autoridad de la sanidad pública catalana fueron animar a la población a que contratara un seguro de sanidad privado. Toda esta realidad quedó ocultada por el llamado «procés» independentista, dirigido por tal partido, cuyo apoyo procede mayoritariamente de las clases de renta superior y media superior.

El neoliberalismo mata

Repito, la evidencia de que los países en el Atlántico Norte que han sufrido más debido a la pandemia son aquellos que han aplicado con mayor severidad las políticas de austeridad, así como reformas laborales regresivas, tales como los tres citados (ver mi artículo en Público «Lo que se está ocultando en el debate sobre la pandemia«, 24.03.20) es abrumadora.

La respuesta de dichos países a la pandemia ha sido intentar cubrir las enormes deficiencias de sus sistema público sanitario a base de comprar material para curar a los enfermos y para proteger a los profesionales del sector, pues es en estos países donde hay mayor demanda para que se obtengan dichos materiales, pero esta alternativa está resultando ser, como era previsible, insuficiente, incluso para alcanzar los objetivos limitados definidos por sus gobiernos, importantes (como conseguir mascarillas para todos los profesionales y trabajadores de los sectores esenciales), pero, repito, insuficientes, pues la medida correcta sería conseguir mascarillas para toda la población. La OMS, por fin, ha admitido que los países que han tenido más éxito para controlar la pandemia han sido aquellos, como Corea del Sur, donde las mascarillas fueron utilizadas por toda la población (así como los guantes) a fin de protegerse del contagio.

Es urgente cambiar el tipo de producción económica en el país

La primera respuesta de estos países a tales déficits ha sido, pues, intentar resolver la demanda por la vía mercantil, es decir, comprar los materiales en el mercado internacional, donde estamos viendo que hay una gran saturación provocada por una carencia global de tales productos, motivo por el cual sus precios se han disparado, alcanzando cifras astronómicas. Y como un signo del deterioro de tal mercado, se han establecido malas prácticas de todo tipo, incluyendo la devolución masiva de productos defectuosos ya adquiridos, tales como mascarillas (hecho que ha ocurrido con autoridades públicas en EEUU, España, Italia, Países Bajos y otros países importadores de dichos productos), provenientes en su mayoría de fábricas (muchas de ellas, ilegales) en China. Y, para complicar más las cosas, dentro de los mismos países importadores, varias autoridades a distintos niveles (sean CCAA en España, regiones en Italia o Estados en EEUU) han estado compitiendo entre ellas para conseguir cuanto antes estos materiales tan necesarios, competición que ha ido en contra de los intereses de los compradores y a favor de los intereses de los proveedores.

La enorme insuficiencia de este mecanismo mercantil está creando una protesta popular muy extendida, exigiendo a los Estados que cambien sus prioridades y resuelvan esta escasez de otras maneras. Ello explica la creciente presión para que haya una transformación profunda del sistema productivo industrial, dando prioridad al bien común sobre cualquier otra consideración, exigencia que puede tener un impacto enorme en el orden político y económico de estos países. Existe ya una creciente demanda popular (que se refleja en el aplauso diario de las 8 de la tarde en honor de los profesionales y trabajadores sanitarios de todos estos países –EEUU, España e Italia– que están arriesgando sus vidas para salvar las vidas de los enfermos de coronavirus) para exigir a las autoridades públicas que antepongan el bien común a todo lo demás, haciendo lo posible e imposible para obtener tales materiales. Así, estamos viendo ya cómo en Italia, bajo la presión popular, hay cambios en las políticas públicas exigiendo, por ejemplo, a industrias textiles del país que sustituyan la fabricación de vestidos de alta costura (destinados a la población de renta superior) por la producción de mascarillas, batas y otras prendas que se necesitan urgentemente entre los trabajadores y profesionales de la sanidad y de los servicios sociales, así como de otros servicios esenciales. Y en EEUU, bajo los poderes del Estado federal, la industria automovilística (y, muy en especial, General Motors) está sustituyendo la producción de coches por la producción de ventiladores, que pueden significar la diferencia entre la vida o la muerte para los enfermos graves de coronavirus en aquel país.

Ha sido la presión popular canalizada entre otros por el gobernador del Estado de Nueva York (el estado con más afectados de EEUU), Andrew Cuomo, lo que ha forzado al presidente Trump a utilizar la Ley de Alarma General para forzar a la industria manufacturera, incluyendo la automovilística, a producir dichos respiradores. El presidente Trump, representante de la ultraderecha neoliberal y el más acérrimo enemigo del Estado federal, se ha visto forzado a tomar esas decisiones debido, como digo, a la presión popular, unas medidas a las que se había opuesto en un principio argumentando, predeciblemente, que dicha intervención estatal transformaría EEUU en un país como Cuba o Venezuela, argumentos que se volvieron en su contra cuando el gobernador de Nueva York le respondió que el tema a discutir no era «intervención del estado federal sí o no», sino el «objetivo de tal intervención», pues EEUU es el país con mayor intervención federal en el desarrollo económico del país, intervención que se realiza a través del enorme gasto militar, incrementado todavía más por el presidente Trump, el cual ha utilizado la máxima ley de alarma en múltiples ocasiones para forzar al sector industrial a que produzca primordialmente para responder a las necesidades del establishment militar. Con el argumento de que el gobierno federal no debía intervenir para forzar al sector industrial a producir productos que prevendrían la muerte de ciudadanos, Trump mostraba de una manera clara su visión de lo que más le importa. Como lo acusó Cuomo, prefería más proteger los intereses del establishment militar y las grandes empresas de defensa que los intereses de la ciudadanía. La creciente popularidad de un movimiento social que se está expandiendo rápidamente en el país ha forzado a Trump a cambiar su estrategia, favoreciendo el intervencionismo federal en el sector industrial con finalidades sociales. Sería deseable que algo semejante ocurriera en España.

La importancia del bien común sobre el particular

Todos estos hechos muestran cómo, gracias a la presión popular, los Estados están tomando mayor protagonismo, interviniendo activamente en la reconversión industrial, anteponiendo el bien común a cualquier interés particular minoritario. Esta petición se está extendiendo a otros sectores, expresando un gran hartazgo popular contra las políticas neoliberales y los intereses económicos y financieros que las han promovido, y también contra los economistas a su servicio y su excesiva influencia sobre el Estado y sobre los medios de información y comunicación. Es por esta razón que el intento, en España, de  aprovechar el enorme sufrimiento ciudadano para intentar desgastar al gobierno de coalición de izquierdas que están haciendo los partidos conservadores (como el PP en España) o neoliberales (como Vox, Ciudadanos o JxCat), presentándose como los grandes defensores de la ciudadanía frente al gobierno, acusándolo de incompetente, es de un cinismo extremo, pues fueron ellos –y sus políticas de austeridad- los que causaron la indefensión de la población, debilitando los servicios públicos. La rebaja de impuestos a las rentas superiores, la privatización de los servicios públicos y los recortes del gasto público sanitario y social son los que causaron el exceso de mortalidad (mucho mayor que en otros países). Estos partidos políticos han sido responsables de la situación extrema a la que se ha llegado en este país. El gobierno de coalición ha abierto un nuevo capítulo de esperanza. Pero se requieren pasos más radicales, pues la tragedia es enorme. Y es ahí donde se debería redefinir la relación entre lo público y lo privado para priorizar lo primero sobre lo segundo, a fin de conseguir el bien común por encima de cualquier otra consideración. El gobierno de coalición ha estado tomando medidas de gran importancia, que se irán extendiendo como resultado de la presión popular, que siempre verá lo público y no lo privado como la mejor garantía para su salud, calidad de vida y bienestar. El orden económico actual, que prioriza lo privado sobre lo público, ha perdido toda la credibilidad, pues comparte la responsabilidad de que haya una mortalidad tan alta en este país. Así de claro.

Vicenç Navarro ha sido Catedrático de Economía Aplicada en la Universidad de Barcelona. Actualmente es Catedrático de Ciencias Políticas y Sociales, Universidad Pompeu Fabra (Barcelona, España). Ha sido también profesor de Políticas Públicas en The Johns Hopkins University (Baltimore, EEUU) donde ha impartido docencia durante 48 años. Dirige el Programa en Políticas Públicas y Sociales patrocinado conjuntamente por la Universidad Pompeu Fabra y The Johns Hopkins University. Dirige también el Observatorio Social de España. Es uno de los investigadores españoles más citados en la literatura científica internacional en ciencias sociales. http://www.vnavarro.org/


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CORONAVIRUS. NADA CLARO QUE SU ORIGEN FUERA CHINA



Contagio: el ‘paciente cero’ surgió de Estados Unidos.



DIARIO OCTUBRE / 18.03.2020

 
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Estados Unidos está enfrascado en una guerra abierta con China, que no es sólo comercial. La desestabilización de Hong Kong fue sólo un pequeño aperitivo y no escatiman medios. Ahora le ha tocado el turno al coronavirus, una campaña mucho más imaginativa.

Trump repite que el coronavirus es “Made in China” y que el país asiático es una amenaza para Estados Unidos.

El Secretario de Estado Mike Pompeo lo llama el “coronavirus de Wuhan” y la intoxicación (la mediática) no se cansa de repetir que China ha propagado el “virus de Wuhan” por el mundo.

Los chinos han replicado de una manera insólita y nada diplomática, devolviendo la pelota a Estados Unidos, pero lo realmente interesante es que aliados de Estados Unidos en el Extremo Oriente, como Japón, le dan la razón.

En febrero la cadena japonesa Asahi News afirmó que, en efecto, el coronavirus se originó en Estados Unidos y no en China, y que algunos de los 14.000 muertos en Estados Unidos atribuidos a la gripe estacional fueron causados por el coronavirus (1).

No obstante, lo más sorprendente llegó el 12 de marzo, cuando la tesis china fue confirmada por Robert Redfield, director de los CDC (2), durante una declaración ante el Comité de Supervisión de la Cámara de Representantes que está grabada y se puede ver en internet (3).
Redfield, nombrado por Trump, admitió que algunos casos diagnosticados de gripe estacional en Estados Unidos podrían tener su origen en el coronavirus, según los análisis póstumos que han llevado a cabo.

Recientemente Estados Unidos padeció más de 200 casos de fibrosis pulmonar que acabaron en muerte debido a la incapacidad de los enfermos para respirar.

Algunas estimaciones consideran que el brote de coronavirus puede haber comenzado antes de lo esperado, posiblemente en septiembre del año pasado.

La declaración del director de los CDC (2) ha redundado en apoyo de la tesis china que sitúa el foco infeccioso en Estados Unidos, pero a ningún periodista del mundo se le ocurrirá jamás hablar de un “virus gringo”.

(1) http://en.people.cn/n3/2020/0223/c90000-9661026.html
(2) Las siglas CDC se refieren a los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, una institución sanitaria estadounidense dedicada a las infecciones y la salud ambiental.
(3) https://www.c-span.org/video/?c4860650/user-clip-diagnosed-flu-covid-19

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