Tenemos ante nuestros
ojos un genocidio, un nuevo holocausto… ¿no debemos tratar de ello en nuestras
aulas? Si la educación debe formar hombres y mujeres en los que predominen la
ética y la verdad, ¿podemos ignorar en las escuelas lo que está sucediendo en
Gaza?
Palestina en la educación
Rosa Cañadell
El Viejo Topo
15 febrero, 2024
Hace tres meses
escribí un artículo sobre “La escuela ante la barbarie”, escandalizada por lo
que estaba sucediendo en Gaza y tratando de convencer que era necesario que el
profesorado tratara el tema en el aula[1].
Después de
estos tres meses, más escandalizada aún por la magnitud de la masacre, vuelvo a
escribir, aunque ello implique repetirse. Porque es imprescindible no olvidar,
no callar, continuar denunciando, en todos los ámbitos, y también en la
escuela, en el instituto y en la Universidad. Y por ello, voy a insistir en
esta idea: ”No podemos dejar que las futuras generaciones crezcan
insensibles a lo que ocurre en nuestro país y en el resto del mundo. Que sean
conscientes de que todas y cada una de nosotros formamos parte de esta
humanidad y si queremos un futuro justo y en paz, será necesario trabajar para
conseguirlo”.
Cada día que
pasa hay más dolor, más niños y niñas masacrados, más persones inocentes
asesinados, más edificios calcinados, más hambre, más sed, más injusticia y más
crueldad. Y existe la tentación de terminar cansadas y angustiadas por tanta
barbarie y que dejemos de mirar y de hablar de ello. Y no nos lo podemos
permitir. Por ello voy a insistir en el mismo tema.
El filósofo
alemán Theodor Adorno en 1966, en su libro ““La educación después de Auschwitz”
afirmaba: “Cualquier debate sobre ideales de educación es vano e indiferente
en comparación con este: que Auschwitz no se repita.[2] Y durante
muchos años, generación tras generación, en la escuela, en el instituto y a
veces también, en la Universidad, se cumplía esta máxima. Todos las profesoras
y profesores, los maestros y maestras nos involucrábamos a fondo para hablar
del horror del Holocausto, y nuestros alumnos sabían más de la segunda guerra
mundial y de las barbaridades de Hitler, que de cualquier otro acontecimiento
histórico.
Ahora, sin
embargo, estamos ante otra barbarie histórica, un genocidio televisado en Gaza.
Por supuesto, no es el primer holocausto que se repite. Por desgracia tenemos
una larga lista de guerras y barbaridades desde que Hitler fue vencido.
Pero la guerra
de Israel contra Palestina no es una guerra cualquiera, no hay dos ejércitos
que batallan entre sí, con los “daños colaterales” que siempre aparecen. Ahora
hay un ejército que bombardea a una población desarmada, que mata civiles,
hombres, mujeres y niños, que destruye viviendas, Universidades, hospitales y
escuelas, que deja a los dos millones de personas que vivían en Gaza sin casa,
sin alimentos, sin agua y sin un lugar seguro donde cobijarse de las bombas. No
es el Holocausto, pero es tan grave como él. Y, sin embargo, parece que ahora
no es importante hablar de todo ello con nuestros niños/as y jóvenes.
Dicen, algunos,
que esto es “adoctrinar”. ¿Entonces, llevamos años y años adoctrinando, por
hablar del Holocausto y la necesidad de que no se repitiera?
Y ¿por qué es
importante hablar de lo que está sucediendo en Palestina?
Porque el
ataque de Israel abarca todos los aspectos de la vida de los habitantes de Gaza
y Cisjordania y, por supuesto, llega a la educación. Las cifras del genocidio
educativo son aterradoras, como lo indican datos, porque el objetivo, además de
matar seres humanos, es el de destruir cultura y valores, de destruir criaturas
y jóvenes y privarles de la posibilidad de la educación. A pesar de los
continuos bloqueos y ataques que llevan sufriendo desde hace años, Gaza tenía
un bajo índice de analfabetismo (del 0 o el 2% según las fuentes) y uno de los
niveles más altos de matrícula escolar en el mundo, con un 95% de niños y niñas
cursando la educación básica. Situación que va a ser imposible que continúe.
Los ataques
israelís han dejado a 625 mil alumnos sin escuela en Gaza; 90 mil
universitarios sin clase; el 60% de las escuelas y el 90% de las universidades
han sido destruidas; 94 profesores universitarios han sido asesinados, así como
más de 50 científicos y escritores. Sólo en los tres primeros meses del ataque
murieron 4.300 estudiantes y 231 maestros/as de educación básica. Otros 7.259
estudiantes y 619 profesores resultaron heridos. Todo ello implica que miles de
niños y niñas sufren traumas psicológicos, depresión, ansiedad, miedo, soledad,
impotencia y, desgraciadamente, todo hace pensar que ello puede derivar en un
gran deseo de venganza, en un futuro. Para muchos jóvenes palestinos, estudiar
era algo más que librarse un futuro, era la única ventana abierta al mundo.
Ahora solo les queda huir, si pueden, o unirse a la resistencia que,
probablemente, será el futuro de muchos de ellos.[3]
Las personas
que nos dedicamos y amamos la educación no podemos permanecer impasibles ni
callados ante lo que está sucediendo en Gaza. Debemos actualizar el mandato de
Adorno e informar a nuestros niños y jóvenes que, después de la segunda guerra
y del genocidio perpetrado por los Nazis, se han producido muchos más
holocaustos y que ahora tenemos uno ante nosotros. El hecho de ver en vivo y en
directo toda la barbarie que está cayendo sobre el pueblo palestino, añadido al
hecho de que nadie ha sido capaz de parar la masacre, hace más necesaria que
nunca una reflexión y una explicación. Los hechos nos interpelan como
educadoras y educadores y nos recuerdan nuestra obligación de educar en el
conocimiento de los problemas de la humanidad, en la reflexión crítica del
porqué de los acontecimientos y en la obligación moral de transmitir valores
humanos y solidarios. Por ello no podemos callar, nuestra práctica educativa
debe abarcar las cuestiones fundamentales del pasado y del presente.
La educación
por la paz, la educación por los derechos humanos, la educación para la
convivencia… son todos ellos mandatos de nuestro sistema educativo y están
presente en todos los currículums. Pero, ¿cómo educar para la paz y la defensa
de los derechos humanos, si nuestros jóvenes ven cada día como se conculcan
estos derechos en Palestina, con el beneplácito de los países “democráticos”,
como Estados Unidos y la Unión Europea?
Nuestro deber
es explicarles que los valores de inhumanidad de que hace gala Israel no deben
ser normalizados ni olvidados. Nuestro deber es explicar la historia de los dos
países y el conflicto que ha llevado a esta barbarie. Y, sobre todo, es
imprescindible que sean solidarios y sensibles ante el dolor humano de niños/as
y jóvenes como ellos y ellas.
Y sí, hay que
explicarles que las guerras no son justas, que siempre son por intereses de una
minoría, pero que siempre pagan la gran mayoría de los que tienen menos dinero
y menos poder. Hay que explicarles que Europa está cayendo en el error de ser
parcial porque sigue los mandatos de EEUU y que España continúa vendiendo y
comprando armas a Israel, que servirán para continuar matando y masacrando a
personas civiles.
Debemos
reflexionar conjuntamente con nuestros alumnos y alumnas sobre el papel de la
tecnología, muy positiva para algunos asuntos, pero totalmente letal cuando se
usa para matar. ¿Por qué ese culto a la tecnología al servicio de la muerte y
el dolor? ¿Por qué esta admiración ante la IA que ayuda a lanzar a diario
centenares de bombas inteligentes en aviones supersónicos? ¿Es este el
futuro que nos espera? ¿Deberíamos hacer algo para impedirlo? Y debemos
debatir con ellos y ellas por qué un pequeño país en el Occidente de Asia,
Israel, que solo cuenta con nueve millones de habitantes, puede matar, destruir,
aplastar a los palestinos con total impunidad. Por qué Europa sanciona a Putin
por la invasión de Ucrania, pero apoya a Israel en su invasión de Gaza y
Cisjordania. Por qué Europa, que reaccionó y se escandalizó con la barbarie de
los nazis, ahora está impasible ante esta nueva barbarie. Por qué el mundo
occidental está tan preocupado por la emergencia climática y se olvida que las
guerras y la destrucción que conllevan, además de las víctimas humanas, son lo
más anti-ecológico que existe. Y también deberíamos reflexionar sobre el futuro
que les espera a todos estos niños/as y jóvenes, que han visto morir a sus
padres o hermanos, que han perdido piernas o brazos y que han visto sus casas
convertidas en cenizas. Cómo será posible superar las secuelas físicas y
psíquicas y cómo podrán vivir sin odiar con fuerza a sus verdugos.
Todas estas
preguntas deberían formar parte de nuestras actividades pedagógicas en el aula,
si nos creemos, de verdad, que la educación tiene que desempeñar un papel
importante en la formación de los futuros ciudadanos y ciudadanas, despertando
su conciencia crítica para que sean capaces de implicarse en la construcción de
un futuro mejor.
Finalmente, y
no menos importante, es señalar que a pesar de toda la censura son miles y miles
las persones que en todo el mundo han salido a la calle para reclamar el fin de
este genocidio que Israel está infringiendo a los palestinos. Que, en todas
partes del mundo, se han organizado actos de protesta contra este genocidio y
en solidaridad con el pueblo palestino. Y que ellos y ellas pueden también
participar, yendo a las protestas, pintando murales, haciendo vídeos, visitando
a las compañeras (en Barcelona) que están en huelga de hambre, escribiendo
cartas a nuestros presidentes para que den apoyo a las denuncias
Internacionales que se están haciendo en distintos países, para que deje de
comprar y vender armes a Israel. Y pueden también hacer boicot a los productos
de Israel (McDonald’s, por ejemplo).
Y termino con
lo que ya dije hace tres meses: Es importante que los chicos y chicas
salgan del Instituto y la Universidad con la convicción de que es necesario
luchar contra todo tipo de violencias y que hay que defender los derechos
humanos, que no se acostumbren a que las guerras y las masacres son normales,
que no terminen insensibles ante el dolor ajeno y que sean capaces de
indignarse ante las injusticias y ante la violencia. Que se sientan solidarios
con las personas que sufren y tengan ganas de implicarse en detener todo tipo
de agresiones, guerras y violencias.
Éste debería
ser el mandato ético de todas las personas implicadas en la educación. Porque
no se trata de educar para que el día de mañana nuestros alumnos y alumnas se
“adapten” lo mejor posible a un mundo injusto, violento y lleno de injusticias
y desigualdades, sino para que tengan información y conocimientos que les
permitan entender cómo funciona el mundo y tengan elementos y voluntad de
mejorarlo.
Notas
[1] Cañadell, Rosa: “La escuela ante la barbarie” Diario de la Educación
. 8 noviembre 2023. https://eldiariodelaeducacion.com/2023/11/08/la-escuela-ante-la-barbarie/
[2] Theodor Adorno, “La educación después de Auschwitz”, en Consignas, Amorrortu
Editores, Buenos Aires, 1973.
[3] Vega, Renán. “La educación después del genocidio de Gaza” . Rebelión.
05/02/2024. https://rebelion.org/la-educacion-despues-del-genocidio-de-gaza/
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