Los engaños del PSOE y la incompetencia de UP, una
oportunidad perdida y un peligro para España
Rebelión
Nueva Tribuna
29.08.2019
Las últimas elecciones
generales proporcionaron un resultado bastante claro: el bloque de la derecha (
PP, Cs y Vox ) no tenía posibilidad alguna de gobernar mientras que el PSOE
ganó claramente. Sin embargo, el partido socialista no obtuvo escaños
suficientes para formar gobierno sin depender de otras fuerzas. Bien de
Ciudadanos , para disponer entre ambos de mayoría absoluta, o de Unidas Podemos
, para recabar conjuntamente apoyos complementarios puesto que los dos juntos
no sumaban mayoría suficiente.
Los problemas
comenzaron con un error de planteamiento democrático esencial. Como ha escrito Javier Pérez Royo,
los partidos se enfrentaron a la investidura como si fuese un punto de llegada,
un objetivo en sí mismo, en lugar de lo que debe ser, un punto de partida. No
basta con tener votos para ser investido, sino que hay que seguir teniéndolos
después para sacar adelante día a día la política del gobierno.
Ciudadanos
manifestó su negativa más rotunda, para gobernar o simplemente para apoyar con
su abstención la investidura de Pedro Sánchez. Y Unidas Podemos, por su lado,
exigía tener una amplia presencia en el gobierno que se constituyera después
para apoyarla.
Algunos
dirigentes del PSOE y máximos responsables del gobierno ni siquiera han dudado
en manipular documentos, en faltar a la verdad o en actuar con una evidente
falta de principios, ofreciéndose a gobernar con el apoyo de cualquiera, para
hacer por tanto cualquier tipo de política con tal de mantenerse en el gobierno
Inicialmente,
el PSOE no engañó a nadie y manifestó lo que había expresado en la campaña
electoral, que su deseo era formar un gobierno monocolor, si acaso contando con
algunas personalidades independientes que le permitieran presentarlo como de un
perfil más allá del socialista y colindante o incluso muy próximo al de Unidas
Podemos.
Pero esta
última fuerza, también sin engañar a nadie, se reafirmó en su criterio de no
satisfacer ese deseo del PSOE y la situación se empantanó.
El resultado ha
sido que ninguno de los dos grandes polos de la izquierda española ha sabido
afrontar un problema que no tiene solución sin ponerse una en el lugar de la
otra y sin renunciar las dos a parte de su preferencia particular. Es decir,
justo lo que hay que hacer para poder gobernar y transformar sociedades
diversas y complejas como la nuestra.
El PSOE
renunciaba a la realidad presente de la investidura por mirar a un futuro que
intuía lleno de problemas si incluía en el gobierno a dirigentes de UP que
considera tan inexpertos como poco leales. Pensaba, seguramente con razón, que
tendría dificultades para abordar los llamados «asuntos de Estado», como el que
planteará muy pronto la sentencia del procés, la estrategia en Europa o la
relación con las compañías eléctricas y los bancos que siempre tratan de
determinar lo que se hace y lo que no se hace en la política española. Los
dirigentes de Unidas Podemos, por el contrario, no pensaron en el futuro y
-quizá para disimular con el éxito de su entrada en el gobierno su continuado
declive electoral- dejaron de lado las consecuencias que, para una fuerza
política que se proclama «anti-régimen», con toda seguridad tendría el formar
parte de gobierno de un PSOE que (según se denuncia constantemente desde
Podemos) hace suyos los compromisos «de Estado» y los intereses «de la casta» y
de los grandes poderes fácticos.
Sin poder
lograr lo que deseaba, el PSOE puso en marcha una estrategia que no tenía otro
objetivo que transmitir la idea (construir el relato lo llaman ahora) de que
Pedro Sánchez hacía todo lo que estaba en su mano para garantizar la
estabilidad y evitar unas elecciones que todo el mundo considera -con razón-
como un gran fracaso de nuestro sistema político de representación. Con ese
objetivo, por una parte reclamó el apoyo al Partido Popular y a Ciudadanos , en
contra de los principios que en su día le llevaron a abandonar el escaño y
sabiendo que nunca iba a darse. Y, por la otra, realizó todo tipo de
triquiñuelas para hacer creer que estaba ofreciendo a Unidas Podemos una
verdadera oferta de gobierno conjunto cuando en realidad le presentaba
caramelos envenenados, propuestas estúpidas o francamente deshonestas (como hacer
creer que el problema ideológico o político a la hora de formar gobierno con
otro partido es sólo la persona de su máximo responsable y no la de su segunda,
con la que comparte mucho más que plenamente su estrategia y que, para colmo,
es todavía más inexperta en materia de gestión y de gobierno).
El PSOE reclamó
el apoyo incondicional de Unidas Podemos y cuando no lo tuvo, como era lógico,
no ha tenido otro afán que mostrar (con razón o sin ella, que para el caso es
lo mismo) que sólo Unidas Podemos -otra vez, como en 2015- será responsable de
que no se pueda formar gobierno y de que vuelva a haber elecciones en
noviembre. Y para ello, algunos dirigentes del PSOE y máximos responsables del
gobierno ni siquiera han dudado en manipular documentos, en faltar a la verdad
o en actuar con una evidente falta de principios, ofreciéndose a gobernar con
el apoyo de cualquiera, a la izquierda o a la derecha, para hacer por tanto
cualquier tipo de política con tal de mantenerse en el gobierno.
El PSOE estaba
en su derecho, fue coherente y seguramente hacía bien (a la vista del
comportamiento de los dirigentes de Unidas Podemos) cuando afirmó que no
deseaba someterse a la hipoteca de un gobierno en el que estuvieran presentes
los máximos dirigentes de un partido que le come terreno electoral y que está
lleno de incoherencias y conflictos internos. Pero ha cometido un engaño detrás
de otro cuando ha ido ofreciendo alternativas que no lo eran y que no
perseguían nada más que el rechazo de UP para poder hacerle responsable del
fracaso conjunto.
Pero si los
dirigentes del PSOE no parece que hayan actuado con honestidad, los de Unidas
Podemos han mostrado un infantilismo y una incompetencia nuca vista antes en la
política española (si se excluye el caso paralelo de Ciudadanos que es peor,
puesto que, en lugar de haber sido acosados por los medios y los grandes
poderes fácticos, como le ha ocurrido a Podemos, han tenido su total apoyo).
La única
explicación posible de la torpeza de los dirigentes de Podemos radica en su
falta de experiencia profesional y vital, en sus trayectorias personales muy
alejadas de las de la gente corriente que día a día negocia, cede, pierde y
gana y llega a acuerdos con personas de ideas o intereses diferentes. O por la
influencia de una ideología que no se lleva bien con la diversidad o la
transversalidad, como demuestra que hayan ido abandonando Podemos quienes
defendían formas de acercase y hablarle a la sociedad basadas en esos valores.
Han sido
ingenuos creyendo que en la política el poder se determina en función
matemática del resultado electoral, y al no valorar las consecuencias a medio
plazo de formar parte de un gobierno que no puede admitir bicefalias, y cuya
estrategia iba a ser necesariamente diseñada y dirigida por un partido comprometido
con los intereses del Estado y de los grandes poderes económicos.
Además, si es
normal que un PSOE que en realidad no quiere llegar a acuerdos con Podemos
ataque a sus dirigentes (como hizo Pedro Sánchez con Iglesias ), es muy
infantil dedicarse (como hace Podemos cada dos por tres) a descalificar
continuamente a quien le está pidiendo que lo admita como socio, y no ser
consciente de que autoerigirse en el validador de la virtud del PSOE no es
precisamente lo adecuado si de verdad busca cooperar con él y le reclama ir de
la mano en el gobierno.
Han mostrado a
la sociedad que las izquierdas son incapaces de entenderse y que no saben
trascender de su interés particular, que las formas que utilizan para dialogar
son desagradables y marcadas por una mala uva que a la gente no le gusta que
tenga quien aspira a gobernarla
Unidas Podemos
no ha sido consciente de que, incluso aunque el PSOE de verdad quisiera un
gobierno como el que ofreció, tendría muchas presiones exteriores para
formarlo, de modo que lo más conveniente para lograrlo sería el apoyo y la
comprensión y no el someterlo a una tensión permanente. Y sus dirigentes han
estado completamente tontos, si de verdad querían estar en el gobierno, cuando
no aceptaron los ministerios que Pedro Sánchez les puso sobre la mesa. Una
presencia ciertamente limitada desde el punto de vista del poder efectivo pero
muy significativa y valiosa por la extraordinaria relevancia simbólica y
política que supone que una fuerza política como Podemos esté en un gobierno de
la Unión Europea. ¡ A saber lo que habría inventado el PSOE, para evitar el
acuerdo, si Pablo Iglesias llega a aceptar la oferta !
Ahora dudo de
que todo este desastre tenga arreglo.
Me parece que
el problema más grave no es la dificultad para articular un acuerdo que permita
sacar adelante la investidura o incluso poner en marcha un gobierno que tome
medidas de regeneración política y recuperación económica y social. Quizá lo
peor sea que el PSOE y Unidas Podemos han hecho que cada día sea más difícil
que la sociedad de la gente corriente se sienta identificada con su forma de
hablarse y de hacer política. Han mostrado a la sociedad que las izquierdas son
incapaces de entenderse y que no saben trascender de su interés particular, que
las formas que utilizan para dialogar son desagradables y marcadas por una mala
uva que a la gente no le gusta que tenga quien aspira a gobernarla. El clima,
el contexto, las sensaciones, los pálpitos son, casi siempre, tanto o más
importantes que los meros acuerdos formales para transformar la realidad. Y eso
es lo que los dirigentes del PSOE y de Unidas Podemos han hecho añicos.
Yo me niego a
entrar a valorar quién ha sido más irresponsable, peor intencionado y más torpe
o maleducado que el otro. Imagino que eso se manifestará en las próximas
elecciones si definitivamente se vuelven a convocar. Lo que me parece decisivo
es que era imprescindible llegar a un acuerdo para poner en marcha medidas que
necesita la inmensa mayoría de la sociedad española y muy en particular la
gente más desfavorecida, y que no han sido capaces de conseguirlo. Los dos
partidos me han defraudado y los dos creo que han traicionado los intereses de
quienes dicen defender.
Hace unas
semanas escribí un artículo mostrando que
venían tiempos difíciles y una nueva crisis pero que, a diferencia de la
anterior, podría proporcionar buenas oportunidades a España si sabía aprovecharlas.
Un gobierno de progreso podría estar trabajando ya en esa línea pero, en lugar
de eso, los líderes de las izquierdas se han dedicado a enfrentarse para ver
quién está por encima del otro. Unos dicen promover un proyecto feminista y los
otros se definen en femenino, pero a la postre actúan como dos machos agresivos
defendiendo un territorio que en realidad no es suyo.
Lamento
decirlo, pero mi opinión es que el PSOE y Unidas Podemos (insisto en que me da
igual el grado o la proporción exacta de responsabilidad de cada uno) no sólo
nos han defraudado sino que, para colmo, están poniendo en peligro a España.
Hacer frente a una situación como la que viene con un gobierno en funciones es
una barbaridad que nos puede poner en una situación muy, muy difícil y
peligrosa.
Como dije
antes, a estas alturas no creo que haya solución y Casado y los demás líderes
de la derecha deben estar gozando de la irresponsabilidad e incapacidad de las
izquierdas españolas. El clima de desafecto, de desencuentro y de confrontación
al que se ha llegado va a causar estragos porque hará muy difícil la
complicidad social que necesita cualquier gobierno, suponiendo, claro está, que
llegara a formarse, ahora o después de unas próximas elecciones. Si la política
tuviera algo que ver con la vida civil, por llamarla de algún modo, o con las
empresas, quienes han fracasado en esta ronda de negociaciones deberían haber
dejado ya sus puestos. Con Pedro Sánchez, Pablo Iglesias, Echenique o Carmen
Calvo… al mando de las naves no me parece que haya mucho arreglo a la situación
en la que estamos.
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