viernes, 9 de julio de 2010

LA NOCHE

SOS PARA BOROBIA, SORIA


URGENTE DIFUNDIR!!!!!!! PELIGRO MINA DE BOROBIA -SORIA - España.

Para impedir que el espolio se legalice por la Junta de Castilla y León , con el Beneplácito de la Confederación Hidrográfica del rio Ebro.

Concentración: día 9 de julio 19/30h
en las puertas de la CHE- Paseo de Sagasta- Zaragoza

Está en peligro el gran acuífero que alberga la Sierra de Tablado 1800m de altitud y los ríos MANUBLES ARANDA E ISUELA y RIBOTA que nacen en la sierra o se nutren del acuífero, y transcurren por Aragón.Así como los cultivos y los riegos de más de 30 pueblos de Soria y Aragón

Convocan y apoyan las Plataformas, grupos ecologistas, Sindicato CGT de Aragón y Rioja,........otros por confirmar. ........
ANA Carrera-miembro de la Plataforma en defensa del Agua y el Suelo-
Os pido apoyo.........
Necesitamos muchas miradas y manos hermanas que señalen y miren a los responsables con nombres y apellidos...........

"POR LA DEDENSA DEL AGUA Y EL SUELO, BOROBIA MINA NO "

CARTA DE FEDERICO ENGELS A FRANZ MEHRING

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(Federíco Rngels)

Con esto se halla relacionado también el necio modo de ver los ideólogos: como negamos un desarrollo histórico independiente a las distintas esferas ideológicas, que desempeñan un papel en la historia, les negamos también todo efecto histórico. Este modo de ver se basa en una representación vulgar antidialéctica de la causa y el efecto de acciones y reacciones.
Que un factor histórico, una vez alumbrado por otros hechos, que son en última instancia hechos económicos, repercute a su vez sobre lo que le rodea e incluso sobre sus propias causas, es cosa que olvidan, a veces muy intencionadamente, esos caballeros, como, por ejemplo, Barth al hablar del estamento sacerdotal y la religión, pág. 475 de su obra de usted. Me ha gustado mucho su manera de ajustarle las cuentas a ese sujeto, cuya banalidad supera todo lo imaginable. ¡Y a un individuo como ése se le nombra profesor de historia en Leipzig! Debo decir que el viejo Wachsmuth, también muy cerrado de mollera, aunque mucho más sensible ante los hechos, era un tipo muy diferente.

Por lo demás, sólo puedo decir del libro lo mismo que dije en repetidas ocasiones acerca de los artículos cuando aparecieron en "Neue Zeit" [4]: hasta la fecha es la mejor exposición de la génesis del Estado prusiano; yo diría incluso que es la única buena, pues en la mayoría de los casos muestra acertadamente todas las concatenaciones, hasta en los menores detalles. Siento únicamente que no haya abarcado usted de primer intento todo el desarrollo ulterior hasta Bismarck, aunque tengo la secreta esperanza de que lo hará en otra ocasión, presentando un cuadro completo y coherente, empezando por el elector Federico Guillermo y terminando por el viejo Guillermo [5]. Ya tiene usted hecha la labor preliminar, y hasta podemos decir que, por lo menos en las cuestiones fundamentales, esa labor es casi definitiva. Y hay que hacerlo antes de que se derrumbe todo el viejo edificio. La destrucción de las leyendas monárquico-patrióticas no es una condición absolutamente indispensable para derrocar esa misma monarquía que sirve para encubrir la dominación de clase (pues, en Alemania, la república pura o burguesa es una etapa que ha caducado sin haber tenido tiempo de nacer), pero es, a pesar de todo, uno de los resortes más eficaces para lograr ese derrocamiento.

De hacerlo, dispondrá usted de más espacio y de mayores oportunidades para presentar la historia local de Prusia como una parte del triste destino de toda Alemania. Este es el punto en el que usted y yo discrepamos en cuanto a la interpretación de las causas del fraccionamiento de Alemania y del fracaso sufrido por la revolución burguesa alemana del siglo XVI. Si tengo ocasión de volver a redactar el prefacio histórico a mi "Guerra campesina" --y confío en que eso habrá de ocurrir el próximo invierno--, podré desarrollar allí estas cuestiones. No es que considere erróneas las causas que usted aduce, pero yo expongo otras, además de ésas, y las agrupo en forma algo distinta.

Al estudiar la historia de Alemania --una historia de continuas desventuras--, siempre he hallado que la comparación con los correspondientes períodos de la historia de Francia es lo único capaz de proporcionarnos una medida exacta, pues allí ocurría precisamente lo contrario de lo que sucede en nuestro país. Allí, la formación del Estado nacional a partir de los disjectis membris [6] del Estado feudal, en el preciso momento en que nuestro país se hallaba en la máxima decadencia. Allí, una lógica objetiva excepcional en el curso de todo el proceso, mientras que en nuestro país se produce un desbarajuste cada vez más funesto.
Allí, en la Edad Media, la invasión extranjera corre a cargo del conquistador inglés, que toma partido a favor de la nacionalidad provenzal, en contra de la nacionalidad del norte de Francia. Las guerras contra Inglaterra son una especie de Guerra de los Treinta Años [7], pero que terminan con la expulsión de los invasores extranjeros y con el sometimiento del

Sur por el Norte. Luego viene la lucha del poder central contra el vasallo borgoñón [8], apoyado por sus posesiones del extranjero y cuyo papel corresponde al de Brandenburgo-Prusia; pero esta lucha termina con el triunfo del poder central y remata la formación del Estado nacional. Y precisamente en este momento, el Estado nacional se derrumba definitivamente en nuestro país (si es que el «reino alemán» dentro del Sacro Imperio Romano [9] puede ser llamado Estado nacional) y comienza el despojo en gran escala de las tierras alemanas. Esta comparación constituye un gran oprobio para los alemanes, pero, precisamente por eso, es tanto más instructiva; y desde que nuestros obreros han vuelto a poner a Alemania en el proscenio del movimiento histórico, nos es más fácil soportar esa ignominia del pasado.

Un rasgo distintivo muy especial del desarrollo de Alemania es que ninguna de las dos partes que terminaron por repartirse todo el país es puramente alemana. Las dos son colonias establecidas en tierras eslavas conquistadas: Austria es una colonia bávara, y Brandenburgo, una colonia sajona; y el poder que ambas han adquirido dentro de Alemania se lo deben exclusivamente al apoyo de posesiones extranjeras, no alemanas: Austria se apoyó en Hungría (sin hablar ya de Bohemia), y Brandenburgo, en Prusia. Nada de eso ocurrió en la frontera occidental, que era la más amenazada. La defensa de Alemania frente a los daneses en la frontera norte fue encomendada a los mismos daneses; y era tan poco lo que había que defender en la frontera sur, que los encargados de guardarla, los suizos, ¡lograron separarse ellos mismos de Alemania!

Pero veo que me he dejado llevar por toda clase de razonamientos. Sírvale por lo menos toda esta palabrería como testimonio del vivo interés que ha despertado en mí su obra.

Una vez más acepte la cordial gratitud y saludos de su

F. Engels.
Se publica de acuerdo con el manuscrito.

Traducido del alemán.

[1] El artículo de Mehring "Über den historischen Materialismus" («Sobre el materialismo histórico») fue publicado en 1893, como apéndice a su libro "La leyenda sobre Lessing".[
2] Trátase del libro de P. Barth "Die Geschichtsphilosophie Hegels und Hegelianer bis auf Marx und Hartmann" («Filosofía de la historia de Hegel y de los hegelianos hasta Marx y Hartmann») publicado en Leipzig en 1890.


[3] Literalmente: después de la fiesta, o sea, con tardanza. (N. de la Edit.)
[4] "Die Neue Zeit" («Tiempos nuevos»); revista teórica de la socialdemocracia alemana, aparecía en Stuttgart de 1883 a 1923. De 1885 a 1894 publicó varios artículos de F. Engels.
[5] Guillermo I. (N. de la Edit.)
[6] Miembros dispersos. (N. de la Edit.)
[7] La guerra de los Treinta años (1618-1648): guerra europea provocada por la lucha entre los protestantes y católicos. Alemania fue el teatro principal de esta lucha, objeto de saqueo militar y de pretensiones anexionistas de los participantes en la guerra. Esta se acabó en 1648 con la paz de Westfalia que refrendó el fraccionamiento político de Alemania.
[8] Carlos el Temerario. (N. de la Edit.)
[9] Sacro Imperio Romano Germánico: imperio medieval, fundado en 962, que abarcaba el territorio de Alemania y, en parte, de Italia. Más tarde formaban parte del Imperio también algunas tierras de Francia, Bohemia, Austria, Países Bajos, Suiza y otros países. El Imperio no fue un Estado centralizado y representaba una unión poco sólida de principados feudales y ciudades libres, que reconocían el poder supremo del emperador. El Imperio dejó de existir en 1806, cuando, a consecuencia de la derrota en la guerra contra Francia, los Habsburgos se vieron obligados a renunciar al título de los emperadores del Sacro Imperio Romano. Para volver al comienzo apriete aquí.

Fuente: Marx & Engels, Obras Escogidas en tres tomos (Editorial Progreso, Moscú,
1974). Esta edición: Marxists Internet Archive, marzo de 2001.

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