Género & Feminismo
El feminismo desde la
sociología de género
Rebelión
| 15/01/2021 |
Fuentes: http://www.xn--sociologainquieta-kvb.com
Un acercamiento teórico a la sociología del género
La sociología
de género es un campo académico dentro de la sociología, el
cual hace referencia al estudio de todas aquellas dimensiones sociales
relacionadas con la construcción social de género.
De esta manera,
es fundamental realizar una primera diferenciación sobre los conceptos de sexo
y género. El concepto de género hace referencia a los
aspectos psico-sociales que cada sociedad define o categoriza como masculino
o femenino.
Por otro lado,
el término sexo habla sobre las diferencias biológicas,
fisiológicas y cromosómicas existentes entre hombres y mujeres.
Son características con las que se nace, por tanto, comunes en todas las
sociedades humanas.
De este modo, la sociología de género y, en general, la perspectiva feminista, ponen especial atención sobre estos dos conceptos y desarrollan otros tantos como roles de género, estereotipos de género o patriarcado, los cuales, son utilizados para analizar la realidad social y las desigualdades sociales que tienen que hacer frente las mujeres o el colectivo LGTBI en las sociedades patriarcales.
La antropóloga cultural Gayle S.
Rubin habla en el museo de historia LGTB en San
Francisco 2012. Fuente: wikipedia.
Roles de género
Los roles
de género hacen referencia al conjunto de normas y
comportamientos sociales que una sociedad define como apropiadas
para hombres y mujeres.
Una de las
primeras definiciones sobre roles de género se le atribuye al
psicólogo neozelandés John Money:«El
término rol de género se usa para significar todas esas cosas que una persona
dice o hace para revelarse a sí misma como que tiene el estatus de niño u
hombre, niña o mujer, respectivamente. Incluye, pero no se limita a, la
sexualidad en el sentido del erotismo». John Money (1955).
De este modo,
los roles de genero varían según la historia y la cultura. En
muchas sociedades se expresan únicamente dos tipos de género (masculino o
femenino). Sin embargo, pueden existir más (ya que son una construcción social
y aunque están influenciados por el sexo biológico cada cultura puede crear sus
propias categorías sobre este). El término andrógino es un
claro ejemplo sobre esto, la androginia: Dicho de una persona
cuyos rasgos externos no corresponden definidamente con los propios de su
sexo» (RAE 2010), se ha propuesto por múltiples esferas académicas
como un tercer género.
Estereotipos de género
Podemos definir
los estereotipos como generalizaciones que hacen referencia a
los grupos sociales y que nos aproximan a sus características principales: los
rasgos personales que comparten, su comportamiento con otros grupos, etc.
De esta manera,
este tipo de clasificación nos permite situarnos y entender mejor el
entorno social. No obstante, tiene un aspecto negativo: produce una
imagen excesiva y uniforme sobre los componentes de un grupo, esto hace que se
olviden las diferencias individuales. También tiende a que exageremos las
diferencias entre grupos. Es decir, nos llevan a generalizaciones que
en ocasiones se alejan de la realidad de cada individuo o del
mismo grupo.
Por otra parte, relacionado con esta dimensión negativa de los estereotipos se encuentra el prejuicio. Se pueden definir los prejuicios como una valoración (positiva o negativa) de un grupo social y sus integrantes por formar parte de él. En los prejuicios se juzga en muchas ocasiones a través de las emociones o lo preconcebido y no por las acciones reales de las personas: sudaca, feminazi, maricón… serían palabras que connotan prejuicios negativos. Así podemos observar que los prejuicios negativos más comunes están relacionados en muchos casos con el género o el racismo.
Así pues, los
roles de género establecen lo que debe ser propio de un hombre y
lo que debe ser propio de una mujer, garantizando de esta
forma la creación de estereotipos. Los estereotipos de géneroasignan
e imponen ciertos valores y capacidades para lo masculino (fuerza
física, autonomía, decisión, valentía, competitividad, etc.), rasgos muy
relacionados con la producción y el ámbito público. Por otra parte, a
las mujeres se les atribuyen otras capacidades completamente diferentes,
más relacionadas con el ámbito privado (del hogar) la reproducción y los
cuidados (sensibilidad, sumisión, capacidad innata de los cuidados,
dependencia, delicadeza, etc.).
Los adjetivos
descritos en el párrafo anterior tan solo son ejemplificaciones generales, ya
que los roles de género son dinámicos y cambiantes. De esta manera,
a la vez que cambia el entorno sociocultural, lo que se le atribuye a lo
masculino y lo femenino también se modifica y se transforma.
En la
actualidad, en la mayoría de sociedades hemos observado que las mujeres
se han introducido de lleno en el mundo laboral, ya no se
restringen únicamente al espacio privado.
No obstante,
las responsabilidades de las mujeres para el ámbito del hogar no han
desaparecido y muchas de ellas tienen que lidiar con lo que se denomina “doble
carga”. Es decir, lidiar con las tareas del hogar sumado a las tareas
del trabajo remunerado, realizando una doble jornada.
La doble carga de trabajo hogar/trabajo remunerado y la corresponsabilidad del varón hacia el ámbito privado evoluciona
cada vez más, sin embargo, de manera lenta (hablamos de las sociedades
abiertamente igualitarias). Esta desigualdad en las cargas del trabajo
reproductivo genera desigualdades laborales y, en general, de acceso a la
independencia y recursos de todo tipo. De esta forma, es muy importante la
figura del estado del bienestar, siendo un mecanismo igualador de
esta problemática, ya que puede dotar de servicios públicos, de cuidados u
otras funciones, liberando así la carga femenina.
Patriarcado
El término
patriarcado es un concepto fundamental dentro de la sociología de
género y del feminismo. Este término hace referencia a un sistema
social o modelo de sociedad el cual se rige por la dominación
masculina.
En la teoría las “sociedades patriarcales puras” se caracterizarían por una organización social donde los hombres (patriarcas) tendrían el control y se encargarían de la protección sobre las mujeres y su grupo familiar (hijos e hijas).
La Iglesia
católica es considerada una institución religiosa de naturaleza
patriarcal.12 En la imagen, el Concilio
Vaticano II (1959),
uno de los eventos más importantes del siglo XX, con 2450
sacerdotes asistentes pero ni una mujer. Fuente: commons
wikimedia.
Asimismo, el
origen del patriarcado es un debate abierto dentro de la academia y en
el propio feminismo. Pues, aunque ciertas corrientes dentro del movimiento
feminista hacen referencia al “matriarcado originario”, es decir,
un modelo de sociedad donde el control y la organización social recaía en las
mujeres (sería el equivalente antagónico a un patriarcado puro) que desapareció
cuando el hombre se fue apropiando del fruto del trabajo de la mujer y su
capacidad reproductiva. Debemos apuntar que no existen evidencias
claras sobre esta teorización, que se acerca bastante a la dimensión de
lo mítico.
No obstante, a
partir de los años 1960 y 1970 muchas disciplinas como la
historia, la sociología o la antropología empezaron a formularse desde una
perspectiva feminista la siguiente cuestión ¿Dónde podemos encontrar el
origen de la opresión de los hombres hacia las mujeres en el seno de las
sociedades?
De esta manera,
muchas posiciones académicas argumentaban que la dominación sobre la
mujer había existido desde siempre (y que es constitutiva de las
sociedades humanas) y que, además, tenía una explicación biológica, psicológica
o ambas. Sin embargo, numerosas autoras sostenían y sostienen un planteamiento
diferente: el sistema de dominación social llamado patriarcado se
fue instaurando como la consecuencia de acontecimientos y procesos sociales
complejos, los cuales llevaron a la mujer a una posición de subordinación
frente al hombre.
Asimismo,
el debate sigue siendo actual, muchos estudios de género que
adoptan un punto de vista marxista señalan que el
origen de la dominación hacia la mujer proviene de un conjunto de
cambios económicos y sociales, los cuales están ligados al paso de la
propiedad colectiva o grupal a la propiedad privada, que se produjo
con el aumento de producción y la consecuencia de este (la generación de
excedente, la apropiación y la distribución del mismo). Estos acontecimientos
propiciaron el paso de la matrilocalidad a la patrilocalidad.
En definitiva,
la consecuencia de este punto de vista es claro: si el patriarcado
surge de una configuración histórica y, por tanto, no es constitutivo de las
sociedades humanas, existe la posibilidad de generar una sociedad no
patriarcal, la cual esté libre de la opresión de género.
Feminismo como concepto ¿Qué es el feminismo?
El feminismo es un concepto ampliamente aceptado en la
sociología y en general en las ciencias sociales. No obstante, ha
sufrido múltiples ataques y tergiversaciones de su significado por
parte de una reacción misógina (en gran
medida promovida por partidos o movimientos sociales conservadores o de
ultraderecha).
Dependiendo de
a quien se escuche hablar sobre feminismo la gente se puede encontrar
con respuestas totalmente dispares: desde que es “un movimiento que busca
poner a las mujeres por encima de los hombres” o que es un movimiento social
llevado a cabo por lunáticas o “feminazis”.
Realmente, el feminismo no tiene nada que ver con estas caracterizaciones
despectivas. Se puede definir como: la búsqueda de
igualdad de derechos entre mujeres y hombres. De esta manera, si nos vamos
a las definiciones técnicas, podemos encontrar varios puntos de vista desde los
que se puede definir las diferentes dimensiones que engloba el feminismo.
En primer
lugar, el feminismo es una idea o un conjunto de ideas que
buscan hacer frente a la discriminación y la opresión por
parte del sistema patriarcal hacia las mujeres y, en general, a todo aquel que
se vea amenazado o estigmatizado por
este.
En segundo
lugar, el feminismo es un movimiento social que gira en torno
a estas ideas de igualdad. Dentro de este movimiento social encontramos tanto
mujeres como hombres que entienden el mundo desde la perspectiva
feminista y usan la movilización social para intentar conseguir una
sociedad más justa e igualitaria.
El feminismo al
ser un movimiento social es también un movimiento histórico, el
cual tiene más de 100 años de historia:
La primera ola feminista se sitúa entre
el siglo XIX y principios del XX. Esta
primera movilización feminista reivindicaba el derecho a votar junto a otros
derechos fundamentales como el acceso a educación. En general, reclamaban
el acceso a los derechos civiles y políticos que tenían los
hombres.
Manifestación de sufragistas en Nueva York, 1912.
Fuente: Wikipedia |
La segunda
ola feminista se sitúa en la década de los años 1960 y 1970.
Este nuevo auge del movimiento puso en la palestra debates sobre la
desigualdad de la mujer en ámbitos como la sexualidad, la
familia, el trabajo los derechos productivos, la desigualdad frente a la ley,
etc. Su lema más conocido fue “lo personal
es político”; haciendo referencia a todas aquellas estructuras
de poder misóginas que se encontraban en la sociedad, dispuestas de
una manera sutil, pero que sometían a la mujer en el ámbito privado y público;
desde el trabajo doméstico hasta el trabajo laboral o la esfera social.
La tercera ola del feminismo, se sitúa en los años 1990. Dentro de esta se enmarcan muchas corrientes. No obstante, lo que más la caracteriza es la relación que hacen estas diferentes corrientes con otros ámbitos (etnia, geográfica, clase social…). Por tanto, la interseccionalidad es la característica de esta tercera ola, relacionando la dominación de las mujeres con otros ámbitos o variables de dominación.
En la actualidad, se habla sobre una cuarta ola feminista, sin embargo, deberemos esperar un tiempo para poder delimitar mejor sus características. No obstante, vemos una clara lucha por la libertad sexual(incluyendo al colectivo LGTBI) que está reivindicando sus derechos de una manera justa y modélica conjuntamente al movimiento feminista. También una gran concienciación sobre el derecho al aborto, la violencia de género, la sexualización de los cuerpos, la educación de los más pequeños y pequeñas, etc. Además, otro dato muy importante es la globalización del movimiento, existiendo reivindicaciones feministas por todos los continentes y naciones.
Acto por el Día
Internacional de la Mujer en Daca, Bangladés, el 8 de marzo
de 2005, organizado por el Centro Nacional de Trabajadoras. Fuente: https://commons.wikimedia.org/wiki/File:8marchrallydhaka_(55).JPG.
En definitiva, aunque muchos movimientos conservadores o reaccionarios como la ultraderecha dicen lo
contrario, el feminismo es un punto de unión, con sus
contradicciones y su margen de mejora (como todo), pero con un trasfondo justo
e inclusivo, pues siempre que un movimiento social busca la igualdad entre las
personas es un movimiento que debe apoyarse.
El feminismo no es una lucha únicamente de las mujeres, es un movimiento social que repercute en toda la sociedad y debe
comprometer también a los hombres. No debemos olvidar que todo sistema de
dominación sea de clase, raza o género nos repercute a todos y todas, nos
convierte en verdugos o víctimas y, en mi opinión, estas dos categorías jamás
deberían existir en una sociedad.
“Brindemos por las locas, por las inadaptadas por las rebeldes, por las
alborotadoras, por las que no encajan, por las que ven las cosas de una manera
diferente. No les gustan las reglas y no respetan el status-quo. Las puedes
citar, no estar de acuerdo con ellas, glorificarlas o vilipendiarlas. Pero lo que
no puedes hacer es ignorarlas. Porque cambian las cosas. Empujan adelante la
raza humana. Mientras algunos las vean como locas, nosotras vemos el genio.
Porque las mujeres que se creen tan locas como para pensar que pueden cambiar
el mundo son las que lo hacen” – Adaptación
feminista del fragmento de la novela: En el camino, Jack Kerouac (Estados
Unidos, 1922-1969)
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