jueves, 30 de diciembre de 2021

La teoría queer y el anarquismo

 

El movimiento queer tiene mucho que ver con el llamado post-anarquismo. Comparten presupuestos importantes, como la posibilidad de vivir sin una autoridad inmutable y sin relaciones de dominación.


La teoría queer y el anarquismo


Capi Vidal

El Viejo Topo

30 diciembre, 2021 



Con este artículo, repasamos someramente lo que ha supuesto en los últimos 30 años la teoría queer, con su permanente crítica de la construcción de una identidad sexual ajustada a lo que se considera normalidad social, ya que considera que en ella intervienen factores muy complejos a tener en en cuenta, y su innegable vínculo con un anarquismo siempre propiciador de que las minorías posean sus propios mecanismos de expresión

El término queer viene a significar en inglés «raro» o «extraño», pero que también se utiliza para referirse de modo despectivo a alguien diferente («maricón» si se refiere a alguien gay, pero puede usarse para alguien simplemente con una conducta que se considera fuera de lo normal). La teoría queer, que tiene mucho que ver con la posmodernidad, considera que las identidades sexuales son en realidad construcciones sociales, por lo que no puede hablarse de que se encuentren instaladas en la naturaleza humana; se rechazan entonces las categorías universales e inamovibles (hombre, mujer, heterosexual, homosexual, transexual…), ya que parten de considerar lo heterosexual como lo aceptable y todo lo demás como anómalo. Por lo tanto, la teoría queer parte de cuestionar una sexualidad dominante que observa la realidad en términos duales enfrentados (hombre/mujer, heterosexual/homosexual…), propiciando mecanismos reguladores de lo que considera normal (lo heteronormativo) e ignorando la complejidad de los factores que intervienen en la construcción de la identidad sexual, donde lo político es también importante. En cualquier caso, la teoría queer recoge diversas interpretaciones de una sexualidad que observa como diversa, por lo que es importante comprender su complejidad; se trata, tanto de una crítica radical de la cultura imperante, pero también todo un movimiento social reivindicativo y emancipatorio, que se inicia en la década de los 80 del siglo XX. Hay así una doble vertiente: la teórica y la activista. Es importante que se comprenda la teoría queer como rabiosamente posmoderna, ya que realiza una permanente crítica a todo lo quiere entenderse como natural e inamovible.


Como hemos dicho, el término queer tiene en el lenguaje un uso peyorativo, estigmatizador y excluyente; el componente social tenía una gran importancia, ya que las personas que no se ajustaban a los cánones de la burguesía eran los más perjudicados e incluso aquellos homosexuales que adquirían cierto estatus se convertían en parte del engranaje del sistema para discriminar a otros (lesbianas, transexuales, negros…). Es más, hay quien considera que la teoría queer nace precisamente contra esa especie de «identidad gay» cada vez más extendida, que buscaba la respetabilidad y la normalización con valores obviamente conservadores como es la institución del matrimonio. Así, puede considerarse que el movimiento queer nace como respuesta a una doble exclusión: la que llevó a cabo la predominante en la sociedad, la normalizadora de lo heterosexual, pero también la que practicó una llamada «identidad gay», que igualmente se estaba imponiendo, contra aquellos movimientos radicales y antisistema que ponían en peligro su propia integración y legitimación dentro de la sociedad.

De esta manera, el concepto queer se despojó de toda connotación despectiva y adquirió su propio discurso reivindicativo propiciador de la diversidad. Como no podía ser de otra manera, encontramos a un anarquista como uno de los responsables de que el término queer adquiera unos tintes subversivos y reivindicativos dando la vuelta al significado tradicional de ‘raro’, ‘extraño’ o ‘sospechoso’; se trata de Paul Goodman y su obra de 1969 The Politics of Being Queer. El movimiento queer tiene mucho que ver con el anarquismo, siempre preocupado por el reconocimiento de las minorías, excluidos a nivel económico y social, pero también con la dificultad para dotarse de sus propios mecanismos de identidad con el fin de expresarse activamente. Al igual que en las ideas anarquistas, en las teoría queer se propicia permanentemente la crítica, no se da nada por sentado ni se pretenden verdades definitivas; la identidad no es algo dado para siempre, algo estático, sino que se encuentra en constante movimiento. Recapitulando, la teoría queer considera que las categorías sexuales no son estables ni pueden unificarse fácilmente, piensa que la identidad sexual puede encontrarse en permanente cambio, ya que depende de circunstancias sociales muy concretas (se encuentra, por así decirlo, en constante construcción), y que los criterios para establecer las categorías sexuales deben ser cuestionados y refutados.

El vínculo entre lo queer y lo ácrata es obvio, ya que comparten presupuestos importantes como es la posibilidad de vivir sin una autoridad inmutable y sin relaciones de dominación. Si hay quien ha considerado que la reflexión queer ha puesto excesivo énfasis en la identidad personal y en el individualismo, ignorando algunas injusticias sociales, tal reproche no puede hacérsele al anarquismo cuyo objetivo es siempre la emancipación colectiva, aunque teniendo en cuenta siempre la libertad individual (pero no es simplemente «una forma radical de individualismo», tal y como sostienen algunos de sus críticos, algo que demuestra una notable ignorancia). El anarquismo, precisamente, trata de tener en cuenta todas las formas de discriminación, por lo que puede aportar a la teoría queer una ampliación de lo que se consideran excluidos sociales y una notable comprensión de lo que son las injusticias sociales de diverso tipo. Aunque no somos amigos de colocar prefijos y epítetos al anarquismo, sí hay que aceptar que la teoría queer tiene mucho que ver con el llamado posanarquismo. Los problemas que pueden surgir con la teoría queer, que recordemos nace asumiendo los presupuestos de la modernidad, son los propios de quien establece una separación radical entre anarquismo clásico y posanarquismo. Entre esas premisas ya inaceptables para la posmodernidad se encuentra la imposibilidad de establecer categorías universales, entre las que se encontraría también una teoría ética, algo precisamente objeto de crítica contra lo queer por parte de algunos autores. Aceptando esta permanente crítica a establecer un modo de comportarse universal, válido para todos los seres humanos del planeta, sí hay que conocer y validar el rico corpus anarquista para establecer relaciones sociales solidarias y cooperativas; tal vez, pueda verse como paradigmas locales con aspiraciones de ser universales, sin que intervenga mecanismo autoritario alguno. Eso es, también, anarquismo.

Texto publicado en el blog del autor Reflexiones desde Anarres.

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Despliegue militar de la OTAN en Georgia es una "linea roja" para Moscú ...

Se destinan recursos a la militarización en un contexto que requiere respuestas sanitarias, humanitarias y medioambientales. [Ahora que tenemos tiempo vamos a contar mentiras: la riqueza la crea el capital –¡Chúpense esa! No me negarán que las sé echar gordas y redondas. Quietos paraos, que va otra: las guerras las crea, prepara y organiza el trabajador para beneficio propio jodiendo al sunsum corda y matando al primero que se menee si preciso fuera o fuese. Y esta qué, con su tintintin y todo-.Pues, eso, como les venía diciendo que los trabajadores españoles –obsérvese que para nada he mencionado al Rey ni nadie de su familia, porque yo lo único que he dicho ha sido “trabajadores”, así que no empecemos ya jodiendo la marrana y mezclando una cosa con otra- produjeron en España y en el año pasado (PIB) una riqueza valorada en 16.121.948 millones de leandrines -1 leandrín = 1.000.000 de euros- de los cuales pagaron los trabajadores españoles a la OTAN para la guerra, bocadillos de calamares, bombas de pie, bombas de mano y tal (siempre que tal explote) el 1,5% del PIB, esto es, la cantidad introspectiva mareante y achicharrante de 16.829 millones de leandrines -igual, igual que antes, 1 leandrín = 1.000.000 de euros. Entienda el lector que estamos hablando de la seguridad preta del Estado en plan peliagudo secreto oficial, lo que nos lleva a tener que hablar en clave, enmascarando así muy hábilmente el valor euro con el factor leandrín para que el enemigo no se entere de la misa la mitad, no sea qué, porque es que oiganme, del enemigo no te puedes fiar. De esos sustituyentes políticos que dicen ser los representantes de la representación democrática del toco mocho, ni un pelo. No te puedes fiar ni un pelo. Lo que yo les diga, que en esto del espionaje y del tuli parlamento cifrado yo sé lo que me digo-. Y llegados a este punto huelga decirlo (pero yo lo voy a decir de todos modos, porque una huelga es una huelga. Y una huelga general con dirección política para acabar con el cachondeo de los cachondeos dejando la riqueza en manos de quienes crean la riqueza –los trabajadores-, ¡peazo huelga, tío!- que todo esto que vengo diciendo es un Cuento, y si quieren más seña, un Cuento de Navidad. ¿Se van enterando ya por qué el Ratoncito Pérez que es el protagonista de este Cuento se hacen cada vez más rico sin trabajar al tiempo que los trabajadores, que trabajan hoy más que ayer pero menos que mañana se hacen cada vez más pobres y viven cada ver peor y lo que te tengo que rondar Morena?]

 

Se destinan recursos a la militarización en un contexto que requiere respuestas sanitarias, humanitarias y medioambientales

 

Kaosenlared /Estado Español / Por admin


 

El Estado español continúa destinando recursos a la militarización en un contexto en el que la seguridad requiere respuestas sanitarias, humanitarias y medioambientales

  • Un nuevo informe del Centre Delàs d’Estudis per la Pau analiza los niveles de militarización de los ámbitos político, humanitario, educativo y de distintos territorios del Estado español.

El Centre Delàs d’Estudis per la Pau publica un nuevo informe en el que analiza de qué maneras el militarismo permea en diversos espacios políticos, sociales, educativos y territoriales en el Estado español. El análisis contrapone el nivel de militarización de estos distintos ámbitos de la sociedad ante el contexto actual de crisis sanitaria, económica y ecosocial.

“Muestra de esta forma en que la doctrina militarista permea en nuestras sociedades ha sido la crisis sanitaria de la Covid-19. A pesar de tratarse de un asunto de seguridad sanitaria se ha construido toda una narrativa de guerra a su alrededor, desplazando el discurso del ámbito de la seguridad humana al de la seguridad militar, incluso llegando a visibilizar a los militares como agentes activos frente a la crisis sanitaria, a pesar de ser los sectores sanitarios y de la investigación científica los que presentaban plenas facultades, y por tanto, el verdadero papel protagonista, para hacer frente a la situación”, apunta Ainhoa Ruiz, investigadora del Centre Delàs d’Estudis per la Pau y editora del informe.

Y es que, a pesar de que la Directiva de Defensa Nacional señala actualmente entre las principales amenazas a nuestra sociedad problemáticas globales como el cambio climático, las pandemias, las migraciones o la vulnerabilidad energética; el análisis realizado muestra cómo desde las instituciones se fomenta una seguridad militarista basada en el impulso de la industria armamentista, de la dimensión y recursos de las Fuerzas Armadas y del gasto militar en los presupuestos del Estado. “Estos gastos de un presupuesto militarizado, junto con unas Fuerzas Armadas sobredimensionadas, no sirven para abordar las verdaderas amenazas a la seguridad que presenta la población y que la misma Directiva de Defensa Nacional señala, ante las que los ejércitos tienen poco que hacer”, concluye el análisis.

La publicación analiza también cómo el militarismo permea en diversos ámbitos de nuestras sociedades “en una búsqueda de legitimación del aparato militar, de sus estructuras y de determinadas políticas que lo mantienen”. En relación a la militarización de lo humanitario, el informe analiza la militarización de los servicios de protección civil a través de la Unidad Militar de Emergencias (UME). Destacan algunos datos como que en 2019 la UME hizo 64 intervenciones, 0,017 por cabeza de sus más de 3.500 miembros, con un presupuesto de unos 150 millones de euros anuales en todo el Estado español; el mismo año, solo en Barcelona, 607 bomberos y bomberas hicieron casi 21.000 salidas, 34,5 por cabeza, con un presupuesto tres veces menor. En relación a la militarización de las migraciones y del espacio fronterizo, concluye que los tres espacios fronterizos del Estado español presentan un nivel alto de militarización mediante el despliegue de las Fuerzas Armadas, Policía Nacional y Guardia Civil, siendo Ceuta y Melilla las Comunidades Autónomas con más presencia de estos en todo el Estado en relación con la población del territorio (ambas presentan un despliegue de un 4,9% seguidas de lejos por Aragón con 1,1).

Sobre la militarización de la educación y el lenguaje, el análisis muestra que la práctica totalidad de las universidades españolas, tanto públicas como privadas, tienen suscritos acuerdos y convenios de colaboración con el Ministerio de Defensa. En los últimos años, en los ámbitos de prácticas académicas o actividades docentes, actos y eventos se han dado, al menos, 101 convenios, en un total de 17 Comunidades Autónomas de 19. Por otro lado, el Ministerio de Defensa llega de dos formas a los espacios educativos; primero, creando contenidos curriculares, como son el caso de los años 2007 y 2011, años en que se crearon libros para trabajar el concepto de Defensa desde una perspectiva militar en las aulas y, en el año 2015, con la Ley 36/2015 de Seguridad Nacional que introdujo a las comunidades docentes como espacios referentes para introducir la “Cultura de Seguridad Nacional”. Segundo, con la organización de actividades extracurriculares, como muestra el ejemplo del concurso “Carta a un militar”.

El informe también analiza el nivel de militarización de algunos territorios del Estado español, como es el caso de Andalucía, la Comunidad Autónoma con más presencia de efectivos de las Fuerzas Armadas con 24.121 en 2020, a las que se suman las unidades que tienen estacionadas EEUU y Reino Unido en bases militares en la región. O el caso de Canarias, que se sitúa en el ranking de grandes bases militares archipelágicas del mundo, auspiciadas por la OTAN, junto a Chipre, Guantánamo y Pearl Harbour, debido a su interés geopolítico. Debido a ello, cuenta con un cuerpo de seguridad por cada 116 habitantes, y un militar por cada 145 habitantes, mientras que sólo se dispone de una psicóloga por cada 17.000 personas.

Podéis descargar el resumen ejecutivo y el informe completo en castellano y en catalán aquí.

Por Centre Delas d Estudis per a la Pau

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