Mariano Rajoy después de alentar
y animar por sms a Luis Bárcenas, un genio y figura del PP en la contabilidad
b, c, h y j del mismo partido, reconoció haber mejorado mucho en el susodicho
manejo del msm. No aclaró si la tal mejoría se debía a que al ser cazado en sus
comunicaciones intimas con delincuentes, habría re alineado sus códigos de
contacto, o bien ya no se comunicaba con ellos por estricta imposibilidad
material, dado que un buen ramillete del alto personal que fue o son todavía
del PP están declarando en el juzgado, y no es de recibo que se tenga que
intervenir un interrogatorio porque mariano Rajoy llame al interrogado para animarlo,
como hizo con Bárcenas, o para desanimarlo.
Nos hemos enterado que Mariano
Rajoy, dice él, tiene un tractor, que por lo visto no es amarillo, y que este
tractor se lo va a dejar al Aitor, un zagal con el que se quiere amigar, para
que este se provea del grano que le pidió a Rajoy. O sea, que este Mariano,
además de robar el dinero de las pensiones para entregárselo a los bancos; un
traidor a la patria, por haberla vendido (junto con Zapatero) al capital
extranjero, mediante la modificación del artículo 135 de la Constitución y
haber dejado que tropas extranjeras, que se pasan el tiempo guerreando, anden
por suelo español como Pedro por Morón de la Frontera, resulta que, también es
un embustero, porque de qué va a tener el Tío Mariano un tractor escondido en
la tribuna de oradores del Congreso para dejárselo al Aitor.
Si Mariano Rajoy hubiera dicho: “tengo
un tractor amarillo, saca el guiski Cheli, que vamo a formá un guateque”,
pues, sí. Esto habría tenido pase. ¿Pero un tractor de esos de trabajar…? Vamos,
vamos, Mariano que no somos unos pardillos.
Y le preguntaba Mariano Rajoy al innombrable
creador de todos los males patrios, pasados presentes y futuros (cuando
gobiernen juntos en España Stalín, Maduro, Chaves, El Che, Fidel Castro, Evo
Morales, Marx, Rafael Correa y como artista invitado, el chico de la Portera):
Y qué pasaría, si usted, señor encoletado, que no tiene más que coleta,
estuviera aquí en la tribuna de oradores, pidiendo por el amor de Dios que lo hicieran
presidente, y ahí fuera (refiriéndose a la manifestación convocada en los
aledaños del Congreso, para protestar por las consecuencias del puturrú de fuá
que ha organizado Felipe González y Susana Díaz, para que se diera con la
cabeza en el suelo el Secretario general del PSOE –que no quería ni en pintura
a Rajoy- a fin de que Marianico el Corto
sea el presi del gobierno de España, con permiso de la troika) estuvieran unas
moscas cojoneras manifestándose con el sonsonte de “Rajoy, contra la
corrupción, democracia”. ¿Acaso, señor Coletas, usted no representa ni a los
suyos que están ahí fuera, dale que te pego con el que te conocemos, Mariano,
que no nos engañas?
Como no sabemos qué pasaría si en
vez de estar uno en la tribuna de oradores rogándole a Dios que por lo que más
quiera salga presidente estuviera otro, es una tontería perder tiempo
dilucidando que podría pasar.
Lo que sí sabemos es de la
somanta de palos que le pegaron al ex ministro de Zapatero, señor Bono, cuando
asistía a una manifestación en la que participaba el PP a título benefactor
político de ésa manifestación, y quizá por esta razón a
Mariano-Aguirre-Casado-Hernando presupongan a los demás lo que ellos llevan
dentro.
* * *
(En 2005 al PP le gustaba más la calle que a un submarino y grifo de agua)
LOS MANIFESTANTES COREARON GRITOS CONTRA EL GOBIERNO Y A FAVOR DE PP
Carlos E. Cué /El País
Madrid 23 ENE 2005
La manifestación que discurrió ayer entre la plaza de Cibeles y la Puerta
del Sol de Madrid en apoyo a las víctimas del terrorismo, a la que asistieron 35.000
personas, según la policía, derivó en insultos al Gobierno y al PSOE, en la
petición de dimisión del comisionado del Gobierno para las víctimas, Gregorio
Peces-Barba, y en gritos a favor del PP y la unidad de España. Poco antes de
llegar al kilómetro cero de la capital, el ministro de Defensa, José Bono, fue
agredido e insultado por un grupo de manifestantes y tuvo que abandonar la
marcha.
Poco antes de las 17.00 arrancó la
manifestación silenciosa convocada por la Asociación de Víctimas del Terrorismo
(AVT). En la cabecera, por delante de una pancarta que rezaba "Memoria,
dignidad y justicia con las víctimas del terrorismo", marchaban decenas de
familiares de víctimas y afectados. Varios metros por detrás, caminaba el
ministro de Defensa, acompañado de la eurodiputada socialista Rosa Díez. A su
paso ya fue insultado por varios manifestantes. Era el anticipo de lo que
vendría unos metros más allá, donde fue vapuleado, insultado e incluso golpeado
con una bandera de España.
En torno al ministro se concentró un nutrido grupo de personas, que le
llamaron "asesino, pelota, demagogo, apóstata y mentiroso". Según los
testigos de la agresión, varias personas le propinaron empujones y puñetazos
hasta que sus guardaespaldas, la policía y miembros de la organización lograron
sacarlo de la multitud. Incluso varios manifestantes llegaron a enzarzarse
entre ellos por el incidente. Rosa Díez, que abandonó con el ministro la
concentración entre lágrimas, lamentó lo sucedido.
La AVT reprochó a Bono que no anunciase su asistencia: ¿Cómo se le ocurre
venir sin avisar?". Su presidente, Francisco José Alcaraz, tras la lectura
del manifesto en el que pidió el endurecimiento de las penas para los
terroristas y "que no se utilice a las víctimas como moneda de
cambio", condenó los incidentes y mostró su "indignación y
decepción". También el popular Ángel Acebes la condenó: "La actuación
de unos pocos intolerantes no pueden desvirtuar el gran éxito de una manifestación".
Bono señaló más tarde a EL PAÍS: "Han estado durante 20 minutos
empujándome por todas partes y algunos me han golpeado. Me he llevado un buen
puñetazo en las costillas. En España son muy pocos, pero allí eran muchos.
Desde la época de Franco, jamás había sentido en una manifestación que me
podían agredir. Si no está allí la policía... los escoltas han hecho lo que han
podido, pero era mucha gente, de todo tipo, también señoras que me insultaban y
me llamaban apóstata, defensor de los maricones, asesino. He llegado a estar
preocupado por mi hijo, sobre todo por la imagen que le quedará. No tengo
cardenales, pero me han dado muchos golpes por la espalda, porque la policía
protegía el frente". Bono añadió: "En ningún otro país puede acabar
una manifestación contra la violencia de forma violenta. Algunos me
defendieron, pero la mayoría me insultaba. Yo había acudido para honrar la
memoria de los muertos y testimoniar a los asesinos que no van a vencer nunca.
Antes tendrán que matarnos a los amantes de la libertad". Ana María Vidal
Abarca, presidenta de la Fundación Víctimas del Terrorismo, abandonó la
manifestación cuando vio la agresión a Bono.
Los aplausos y gritos de ánimo que recibió la cabecera de la manifestación
se tornaron en un coro de insultos al paso de la segunda pancarta
("Comprometidos con las víctimas del terrorismo"). Tras ella
caminaban los representantes políticos: en el centro, la presidenta de la
Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, que caminó varios metros agarrada del
brazo del ministro de Administraciones Públicas, Jordi Sevilla, y del
socialista Rafael Simancas; el secretario general del PP, Ángel Acebes, el
secretario de Justicia del PP, Ignacio Astarloa, el ex ministro Miguel Arias
Cañete y el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón.
Durante la hora y media de la marcha, la caras de unos y de otros
reflejaban su estado de ánimo ante la deriva que había tomado la marcha. El más
serio, Jordi Sevilla, también el más vapuleado. Aguantó los improperios contra
él y recogió también los que se lanzaban a otros miembros del Gobierno, sobre
todo al presidente José Luis Rodríguez Zapatero. Mientras, Aguirre y Acebes no
perdieron la sonrisa en ningún momento. Durante la marcha se oyeron consignas
como "¿Dónde está ZP?", "Peces Barba, dimisión", "Sinvergüenzas",
"España unida, jamás será vencida", "Con asesinos no se
negocia", "mentirosos, demagogos"; y "Acebes no
mintió", "Acebes, Acebes", "Viva Esperanza". Los
insultos personales incluso eran reprimidos por algunos miembros de la
organización: "Señora, por favor, un respeto".
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