La
globalización se requebraja, y con ello la hegemonía de EEUU, que ve cómo el
centro del mundo se desplaza de Occidente a Oriente. Enfrentarse a Rusia y
China, y someter a sus socios de la UE son sus obvios objetivos. Pero su
declive es ya evidente.
El declive económico de Estados Unidos y la
inestabilidad mundial
Fabrizio Russo
El Viejo Topo
27 septiembre, 2022
Amenazas a los pilares sobre los que se asienta EE.UU.
Estados Unidos
salió de la Segunda Guerra Mundial como la primera potencia económica y militar
del mundo. Unos setenta años después, el poder de Estados Unidos está en declive,
como consecuencia directa de décadas de políticas económicas neoliberales, del
gasto de enormes cantidades de dinero público en el ejército y de la
consecución de la “paridad” económico-militar con Rusia y China. Estas
políticas han erosionado la fuerza económica de Estados Unidos y están
socavando el papel del dólar como moneda de reserva mundial, pilares
fundamentales de su poder global. De hecho, todos los pilares que
sostienen el poder de Estados Unidos están ahora amenazados por décadas de
políticas económicas neoliberales imprudentes. El quid de la cuestión es la
conexión entre el continuo declive económico y social de EE.UU. y la UE
(colectivamente denominados «Occidente») y una política exterior estadounidense
cada vez más imprudente, así como el papel desempeñado por las corporaciones
mediáticas en la promoción de estas políticas al pueblo estadounidense y de la
UE frente al ascenso de Rusia, China junto con otros países del Sur global.
El papel de las empresas de comunicación
Primera
Enmienda de la Constitución de los Estados Unidos: «El Congreso no aprobará
ninguna ley que establezca una religiónoficial, o que prohíba el libre
ejercicio de la misma; o que coarte la libertad de expresión o de prensa; o el
derecho del pueblo a reunirse pacíficamente y a solicitar al gobierno la
conpensación de agravios».
Durante mucho
tiempo ha sido un lugar común que la prensa (también conocida proverbialmente
como «cuarto poder») en los Estados Unidos es «libre» e «independiente» y
«esencial para el funcionamiento de una sociedad libre», sirviendo como
«guardián» de las acciones y políticas del gobierno. Un papel, por tanto, vital
para proteger la «libertad» de los ciudadanos estadounidenses. Hace tiempo,
cuando nació el mito de Estados Unidos como campeón de la libertad, esto era
así. Por desgracia, hoy es diferente y, como suele ocurrir, las cosas no son
siempre lo que parecen.
En una reciente
entrevista con Brian Berletic, Mark Sleboda comentaba que «los medios de
comunicación occidentales se alinean con los deseos del ejecutivo, en
cuestiones de política exterior, en un grado que haría sonrojar a los
dictadores». Asumiendo que no hay duda de que los medios de comunicación occidentales
(léase «medios corporativos») promueven efectivamente la política exterior de
EE.UU., hay que añadir que no es el gobierno de EE.UU. el que formula estas
políticas, sino que es la élite gobernante la que las formula y desarrolla,
utilizando fundaciones y «think tanks» financiados por empresas, instituciones
académicas y políticos prominentes.
Los principales
son: el Consejo de Relaciones Exteriores (CFR), la Rand Corporation, la
Rockefeller Foundation, la American Heritage Foundation, el Atlantic Council,
Brookings, el Center for Strategic and International Studies (CSIS).
Instituciones académicas como la Kennedy School (Harvard), la Hoover
Institution (Stanford), la Walsh School of Foreign Service (Georgetown) y la
School of Advanced International Studies (Johns Hopkins) no solo aportan
«expertos» y funcionarios gubernamentales.
Una vez
formuladas, estas políticas son «vendidas» al público estadounidense por medios
de comunicación obedientes y uniformemente alineados. ¿Cómo? Bueno, algunos
detalles para deducir fácilmente: cerca del 90% de los medios de comunicación
estadounidenses están controlados por seis grandes empresas: Comcast, Walt
Disney, AT&T, Paramount Global, Sony y Fox, con una capitalización de
mercado combinada de unos 500.000 millones de dólares. Al igual que otras
grandes corporaciones, los conglomerados mediáticos tienen los mismos intereses
de clase que la élite financiera, es decir, promover políticas que aumenten el
poder y los beneficios de las empresas y mantener la hegemonía mundial de
Estados Unidos. Los llamados medios de comunicación «públicos», como la
National Public Radio (NPR) y la BBC en el Reino Unido, funcionan de forma
similar. Los medios de comunicación, que funcionan con una lógica corporativa,
están estrechamente integrados con los grandes intereses financieros, actuando
como «animadores» del Pentágono y de la política exterior estadounidense.
Por lo tanto,
no es de extrañar que los principales medios de comunicación, The New
York Times (NYT), The Wall St. Journal (WSJ), The
Washington Post (WaPo), etc. etc., sean poco más que una caja de
resonancia de la élite gobernante estadounidense y, por lo tanto, funcionen
principalmente como el «ministerio de propaganda» para los grandes intereses
financieros. Cualquier periodista, analista militar, alias «general de la
televisión», etc. que «se pase de la raya» –por ejemplo, diciendo la verdad
sobre la debacle militar a la que se enfrenta Ucrania, en medio de unos cuantos
éxitos bien orquestados– será severamente reprendido o se quedará sin trabajo.
Algunos ejemplos:
1) La CBS
publicó recientemente un documental en el que se afirma que solo el 30% de la
«ayuda militar» enviada a Ucrania llegó realmente. El vídeo fue retirado tras
las quejas del gobierno ucraniano.
2) David Sanger
(graduado en Harvard) es el corresponsal jefe en Washington del NYT y también
miembro del Consejo de Relaciones Exteriores (CFR), entre cuyos miembros se
encuentran ejecutivos de empresas, banqueros y otros representantes de la élite
gobernante.
3) David
Ignatius (graduado de Harvard) es columnista de asuntos exteriores del WaPo y
tiene estrechos vínculos con la comunidad de inteligencia, la CIA y el
Pentágono.
Sanger e
Ignatius actúan como expertos en el dominio global de Estados Unidos,
promoviendo el uso de la fuerza militar para apoyar los intereses
estadounidenses.
Cuando no se
sigue la línea de la empresa…………
4) Gary Webb
era un periodista que trabajaba para el San Jose Mercury News. En 1996, Webb
publicó una serie de artículos, «Dark Alliance», en los que describía cómo los
rebeldes nicaragüenses de la Contra, en estrecha colaboración con la CIA,
suministraban crack a la comunidad negra de Los Ángeles y utilizaban los
beneficios de estas ventas para comprar armas y derrocar al gobierno del Frente
Sandinista de Liberación Nacional de Daniel Ortega. Tras la publicación de la
serie Dark Alliance, la Corporación de Medios de Comunicación se puso
«histérica», denunciando a Webb y arruinando efectivamente su carrera; se
suicidó en 2004.
5) Julian
Assange – En 2010, Wikileaks, fundada por Julian Assange, publicó una serie de
filtraciones obtenidas por Chelsea Manning, una analista de inteligencia del
ejército estadounidense, que documentaban los crímenes de guerra de Estados
Unidos en Irak y Afganistán. Tras la publicación de estas filtraciones, el
gobierno estadounidense inició una investigación penal sobre WikiLeaks. En
2010, Suecia emitió una orden de detención contra Assange por cargos de
conducta sexual inapropiada. Para evitar la extradición, Assange se refugió en
la embajada de Ecuador en Londres. En 2019, Assange fue detenido por la policía
británica en la embajada de Ecuador y trasladado a Belmarsh, una prisión de
categoría A en Londres. Hasta entonces, Julian Assange no había sido acusado
formalmente.
EE.UU. ha
estado involucrado casi continuamente en conflictos militares abiertos y
encubiertos desde 1940, y como resultado, la guerra y la violencia asociada han
sido normalizadas e institucionalizadas por los medios de comunicación
«corporativos», hasta el punto de que estas políticas son fácilmente aceptadas
por un público estadounidense relativamente dócil e ignorante. Cuando los
gobiernos extranjeros que se consideran hostiles a los intereses corporativos
de Estados Unidos restringen la «libertad» de prensa, se les califica
inmediatamente de regímenes represivos/terroristas y de posibles candidatos a
un ataque directo y a un cambio de «régimen» por parte del Departamento de
Estado estadounidense. Parafraseando un dicho estadounidense: al parecer, lo que
es «bueno para la gallina» no es «bueno para el ganso». Como se ha señalado
anteriormente, cualquier periodista que amenace al imperio estadounidense se
arriesga a perder su trabajo, o peor aún, a ser encarcelado y/o a morir.
Aceleración del declive del capitalismo estadounidense en fase avanzada
Múltiples
factores han contribuido al declive del poder económico estadounidense. Entre
ellos, las políticas económicas, el gasto astronómico del dinero de los
contribuyentes en el ejército y la guerra, la inestabilidad social y el ascenso
del eje China-Rusia-Irán.
Políticas económicas
Desde mediados
de la década de 1970, los responsables políticos de Estados Unidos han aplicado
políticas económicas neoliberales: desregulación financiera, austeridad,
recortes fiscales para los ricos, ataques al trabajo y deslocalización del
mismo, lo que condujo al crecimiento masivo del sector FIRE de la economía,
compuesto por las finanzas, los seguros y el sector inmobiliario. Estas
políticas aceleraron la crisis financiera global (CFG) de 2007-2008, el mayor
choque financiero desde la Gran Depresión.
En lugar de
resolver los graves problemas estructurales que afronta el capitalismo
estadounidense y que crearon esta crisis, la FED ha utilizado el Tesoro como
una «hucha» de facto apoyada por los contribuyentes para apuntalar los mercados
de valores, los bonos, los precios reales excesivos de los bancos y los bienes
inmuebles, y [todavía] muchos bonos corporativos «insolventes». En perspectiva,
desde 2009 la Fed ha inyectado más de 40 billones de dólares en los mercados
financieros, aumentando así la riqueza de la élite financiera, el proverbial
«1%». No es de extrañar que los déficits del gobierno estadounidense hayan
aumentado unos 2 billones de dólares al año en los últimos cinco años,
superando actualmente los 30 billones de dólares. Esta cifra no incluye la
deuda de las administraciones locales, de las empresas ni de los consumidores.
Esto plantea la pregunta obvia: ¿hasta cuándo podrá la Fed continuar con este
comportamiento «orgiástico», imprimiendo dinero y aumentando la deuda?
Gasto militar y guerra
Desde el
principio, Estados Unidos se construyó sobre el robo y la violencia,
justificados por la religión «cristiana» y la «supremacía del hombre blanco».
El primer asentamiento británico permanente en Norteamérica se estableció en
Jamestown, Virginia, en 1607. Una década más tarde, los comerciantes de
esclavos holandeses introdujeron esclavos africanos. Durante los siguientes 250
años, el gobierno estadounidense seguiría robando tierras y reubicando/matando
a cerca del 90% de la población indígena. A mediados del siglo XIX, Estados
Unidos era la mayor economía del mundo, construida en gran parte sobre el
algodón producido por los esclavos negros. Avanzamos 150 años y observamos que,
Estados Unidos, ha estado casi continuamente en guerra desde 1940. El 11-S fue
un regalo del cielo para los militares: los contribuyentes estadounidenses
gastaron unos 21 billones de dólares (7,2 billones para los contratistas
militares) en la militarización posterior al 11-S. La dotación militar para
2023 supera los 760.000 millones de dólares. A pesar de esta generosidad de los
contribuyentes, el Pentágono no ha «ganado» una guerra desde 1945,
se vio obligado a salir de Afganistán después de gastar 2 billones de dólares,
y se enfrenta a inminentes debacles estratégicas en Irak, Siria, Libia, Yemen y
(probablemente) Ucrania. Esto ha mostrado claramente al resto del mundo los
límites del poder militar estadounidense. Lamentablemente, después de gastar tanto
capital financiero y humano, el Pentágono parece incapaz de salir de estos
conflictos porque hacerlo sería admitir su fracaso y, por extensión, su
debilidad militar. Esto subyace claramente en la decisión de Joe Biden de
retirar las tropas estadounidenses de Afganistán en 2021 y en la «reprimenda»
que ha recibido de las corporaciones mediáticas y del «pueblo» en el Congreso.
Caos político e inestabilidad social
A menudo oímos
que la sociedad estadounidense ha progresado hasta el punto de que el país
parece cada vez más ingobernable. De hecho, la sociedad estadounidense está
plagada de desigualdades económicas, racismo y violencia omnipresente. La clase
trabajadora estadounidense ha sido testigo del colapso de su nivel de vida,
resultado de décadas de políticas económicas neoliberales, que incluyen la
subcontratación de mano de obra, la austeridad, el estancamiento del
crecimiento de los ingresos y, desde la pandemia del Covid 19, la alta
inflación, reflejada en el aumento de los costes de alquiler, transporte,
energía, alimentos, atención médica y otras necesidades. Para ponerlo en
perspectiva, el 60% de los estadounidenses no tiene 500 dólares de ahorros, por
lo que una reparación costosa del coche, una emergencia médica o la pérdida del
empleo prácticamente equivalen a la ruina financiera. Al mismo tiempo, la
riqueza de los multimillonarios estadounidenses aumentó en cerca de un billón
de dólares durante la pandemia de Covid19.
Fortalecimiento de la oposición BRICS/OCS frente a EE.UU./OTAN
Por otra parte,
asistimos al continuo aumento del poder global y de la influencia de Rusia,
China y las naciones aliadas, en varios frentes, incluidos el organizativo, el
económico y el militar. Los BRICS y la Organización de Cooperación de Shanghái
(OCS) se están expandiendo. Los miembros originales del BRICS eran Brasil,
Rusia, India, China y Sudáfrica. Irán y Argentina han solicitado recientemente
su adhesión, mientras que Arabia Saudí, Turquía y Egipto se preparan para
solicitar su ingreso el próximo año. La OCS es la mayor institución económica
regional del mundo: abarca el 60% de Eurasia, con una población de más de 3.200
millones de personas y un PIB combinado de los Estados miembros que representa
aproximadamente el 25% del total mundial. Los intercambios comerciales entre
los Estados miembros de los BRICS y de la OCS se realizan cada vez más en
moneda local.
El sistema de
pago «Mir», operado por el Sistema Nacional de Pagos con Tarjeta de Rusia, es
un competidor directo de Visa y Mastercard y ya se acepta en toda la Federación
Rusa y en 13 países, entre ellos India, Turquía y Corea del Sur, y pronto se
utilizará en Irán. Los países del BRICS están desarrollando una moneda global
para el comercio internacional que competirá directamente con el dólar. Rusia
está desarrollando una nueva plataforma de comercio internacional de metales
preciosos: el Moscow World Standard (MWS). El Ministerio de Finanzas ruso
considera que esta nueva estructura internacional independiente «normalizará el
funcionamiento del sector de los metales preciosos» y servirá de alternativa a
la London Bullion Market Association (LBMA; https://www.lbma.org.uk),
que durante años ha sido acusada de manipular sistemáticamente el precio de
mercado de los metales preciosos para deprimir sus precios. En conjunto, estas
políticas están diseñadas para reducir significativamente la dependencia de las
economías de Rusia, China, India y otros países del Sur Global con respecto a
los EE.UU. y la UE y eliminar la dependencia del dólar estadounidense y del
sistema de la Sociedad para las Telecomunicaciones Financieras Interbancarias
Mundiales (SWIFT) en los pagos relacionados con el comercio internacional. Sin
duda, esto se hace en estrecha sincronía con la Iniciativa de la Franja y la
Ruta (BRI) de China, cuyo objetivo es conectar Asia con África y Europa a
través de redes terrestres y marítimas para mejorar la integración regional, aumentar
el comercio y estimular el crecimiento económico. Este proceso se aceleró con
la promulgación de las sanciones de EE.UU. y la UE contra Rusia, Irán y China
(por diferentes motivos).
En la última
década, el poder militar de Rusia, China e Irán se ha reforzado
considerablemente. El ejército ruso es líder mundial en sistemas de defensa
aérea y armas hipersónicas, que son «impermeables» a cualquier sistema de
defensa aérea desplegado actualmente por los Estados Unidos y la OTAN. En los
últimos 25 años, China ha modernizado sus fuerzas armadas, centrándose en la
Marina y la Fuerza Aérea. China ha desarrollado un sólido arsenal de misiles
que incluye misiles balísticos intercontinentales (ICBM). El Pentágono
considera ahora que China es una «fuerza militar formidable» y un «gran
desafío» para la Marina estadounidense en el Pacífico Occidental. La República
Islámica de Irán también ha desarrollado una formidable capacidad militar
defensiva, que sitúa a Irán entre los principales «agentes de poder» de la región.
El Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS) concluyó: «Irán
posee el mayor y más diverso arsenal de misiles de Oriente Medio, con miles de
misiles balísticos y de crucero, algunos capaces de alcanzar incluso a Israel y
el sureste de Europa». Irán ha advertido en repetidas ocasiones a EE.UU. y a la
OTAN que puede atacar las bases militares estadounidenses en la región,
incluida la base de Al Udeid en Qatar, la mayor base estadounidense en Oriente
Medio. Así, estamos asistiendo a una mayor asertividad del eje Rusia-China-Irán
en Siria, Ucrania y el Pacífico occidental. Una tendencia claramente confirmada
por el discurso del Presidente ruso Vladimir Putin en el Foro Económico
Internacional de San Petersburgo en junio, cuando declaró el fin de la «era del
mundo unipolar». El Pentágono se ve cada vez más desafiado por el eje
Rusia-China-Irán en Europa Oriental, Oriente Medio y el Pacífico Occidental.
Ucrania: otra debacle de Estados Unidos y la OTAN
Para conocer
los antecedentes históricos de Ucrania y sus relaciones con Rusia, recordemos
que es el segundo país más grande de Europa después de Rusia y ocupa una
posición estratégica en Europa del Este, compartiendo una frontera de unos
2.300 km con Rusia. En 2021, Ucrania tenía el segundo ejército más grande (unos
200.000 soldados), después de las fuerzas armadas rusas, en Europa y tiene el
poco envidiable récord de ser uno de los países más corruptos del mundo.
Históricamente, la población predominantemente rusófona de la región de Donbás,
en el este de Ucrania, siempre ha mantenido estrechos vínculos con Rusia.
En febrero de
2014 se produjo el golpe de Estado del Maidán, apoyado e «instado» por Estados
Unidos, que sustituyó al presidente democráticamente elegido, Víctor
Yanukóvich, por un político/economista/abogado de extrema derecha y fóbico con
Rusia, Arseniy Yatsenyuk. Por lo tanto, no es de extrañar que el gobierno
ucraniano estuviera pronto dominado por una alianza de organizaciones
fascistas/de extrema derecha, como Sector Derecho y Svoboda, y partidos
oligárquicos como Patria. Era de esperar, ya que estos grupos eran las
facciones más violentamente antirrusas de Ucrania y siguen siendo muy activos
en el gobierno y el ejército. Inmediatamente después del golpe, las Repúblicas
Populares de Donetsk y Luhansk declararon su independencia, iniciando la guerra
en el Donbás. Durante los ocho años siguientes, Estados Unidos y la OTAN
entrenarían a unos 100.000 soldados ucranianos y canalizarían miles de millones
de dólares en ayuda militar, que se utilizaron para equipar al ejército
ucraniano y fortificar las posiciones adyacentes a las repúblicas de Donetsk y
Luhansk. Este aumento de las fuerzas terrestres fue acompañado por un mayor
bombardeo de zonas residenciales en la región de Donbás por parte del ejército
ucraniano, preparando el terreno para una posible invasión de esta región. En
respuesta a la escalada de ataques de las fuerzas ucranianas, Rusia reconoció a
las Repúblicas Populares de Donetsk y Luhansk como Estados soberanos el 21 de
febrero de 2022, justo antes de la invasión rusa del 24 de febrero de 2022,
calificando esta campaña de operación militar especial (OME).
Frente a un
ejército ucraniano bien entrenado, bien equipado y atrincherado, las fuerzas
rusas han conseguido hacerse con el control de aproximadamente el 20% (~47.000
millas cuadradas) del sur de Ucrania y están expulsando gradualmente a las
fuerzas ucranianas de esta región. Este territorio contiene tierras agrícolas
de primera calidad ricas en recursos. Parece que Rusia ha planeado anexionarse
el territorio litoral que se extiende desde la región de Donetsk/Luhansk hasta
Odessa. Una vez que esto ocurra, cualquier futuro Estado ucraniano dejará de
tener una salida al mar y no tendrá acceso directo al Mar Negro, además de
perder un territorio económicamente valioso. El analista militar Andrei
Martyanov declaró que «Occidente, en conjunto, no tiene los medios materiales y
tecnológicos para luchar contra Rusia en Europa del Este sin perder
catastróficamente». Las armas occidentales han resultado ser, en su mayor
parte, nada más que artículos comerciales no diseñados para combatir la guerra
moderna, y de todos modos ninguna economía occidental, incluyendo la
estadounidense, tiene la capacidad de producirlas hoy en día en las cantidades necesarias».
Occidente en su
conjunto respondió a la invasión rusa bloqueando la apertura del gasoducto Nord
Stream 2, que iba a suministrar gas natural ruso directamente a Alemania,
impuso sanciones a las exportaciones energéticas rusas y desconectó a los
bancos rusos del sistema SWIFT. Para «asombro» de Estados Unidos y la OTAN
(¿dónde viven? ¿En Marte?), estas acciones provocaron un fuerte aumento de los
costes energéticos de la UE, al tiempo que fortalecieron –al menos a corto
plazo– la economía rusa. Sin embargo, The New York Times (NYT)
ha publicado recientemente un editorial en el que lamenta que, a pesar de las
sanciones occidentales, Rusia esté ganando más dinero que nunca con las
exportaciones de energía a China, India y otros países.
A pesar de la
constante condena de EE.UU. y la UE al SMO ruso en Ucrania, muchas naciones no
criticaron la guerra: solo 1/3 de los miembros de la ONU apoyaron una nueva
resolución antirrusa votada en agosto. Así, el descenso del apoyo internacional
a Ucrania, unido al éxito del SMO ruso, indica que es poco probable que el país
tenga sus fronteras actuales (antes del conflicto) en el futuro.
Observaciones finales
El declive del
capitalismo estadounidense está en marcha y se ha producido desde mediados de
la década de 1970, pero se ha acelerado con la CFG, la pandemia del Covid-19,
el cambio climático y el SMO ruso en Ucrania. Como es lógico, la élite
gobernante y sus representantes en Washington han respondido trasladando los
costes de este declive a los ciudadanos, que han visto caer en picado su nivel
de vida -con el aumento, incluso, de los sin techo-, han impuesto una
legislación reaccionaria como la criminalización del embarazo por parte del
Tribunal Supremo de Estados Unidos, han incrementado la violencia estatal contra
los trabajadores y la gente de color, al tiempo que han emprendido una política
exterior astronómicamente cara y temeraria. Parece que la élite gobernante ve
el eje Rusia-China-Irán como un obstáculo intolerable para el mantenimiento del
poder global de Estados Unidos, lo que se refleja en la guerra en curso en
Ucrania, que es efectivamente una guerra por delegación entre Estados Unidos y
Rusia.
Obviamente, las
sanciones impuestas por Estados Unidos a la energía rusa han hecho subir los
precios mundiales de la energía: los precios del gas natural en la UE son 14
veces superiores a la media de los últimos 10 años. Como resultado, el Reino
Unido y la UE corren el riesgo de quedarse sin cantidades suficientes de gas
natural para el invierno, mientras que la industria de la UE no podrá competir
con sus rivales de Asia, que se abastecen de energía rusa en condiciones mucho
más baratas.
La presencia
continuada de las tropas estadounidenses en Irak y Siria es un intento
desesperado de mantener el control sobre las reservas energéticas de Oriente
Medio. La imprudencia de esta ocupación se manifiesta en los continuos ataques
israelíes contra las fuerzas sirias e iraníes aliadas (ataques apoyados por
Israel y Estados Unidos), lo que aumenta las posibilidades de una guerra con
Irán, que puede escalar rápidamente, encendiendo potencialmente toda la región
del Golfo Pérsico. Por último, parece que Estados Unidos abandona la política
de «una sola China» que ha guiado las relaciones entre ambos países durante
casi cinco décadas y se dispone a reconocer a Taiwán como Estado
«independiente», una línea roja insuperable para la RPC. Sin duda, esta fue una
de las motivaciones para enviar a la presidenta de la Cámara de Representantes,
Nancy Pelosi, una persona con un patrimonio de más de 100 millones de dólares
de la «liberal» San Francisco, a visitar Taiwán. El Pentágono también está
animando activamente a Japón a armarse para una posible oposición a la
expansión china en la zona. Esto plantea la pregunta obvia: ¿ha aprendido Japón
algo de su derrota en la Segunda Guerra Mundial? Como señaló Glen Ford, los
hegemones no tienen «aliados», sólo tienen subordinados.
La decadencia
del capitalismo estadounidense tardío ha progresado hasta el punto de que la
propia supervivencia del imperio estadounidense depende ahora de la
interminable impresión de dinero para sostener los mercados financieros y el
ejército. Sin embargo, este hilo del que penden se está volviendo cada vez más
tenue, ya que la ronda «orgiástica» de impresión de dinero y deuda ha creado
burbujas gigantescas en todas las clases de activos – «todo en una burbuja», se
podría decir-, alimentando la inflación y amenazando con descarrilar el papel
del dólar como moneda de reserva mundial y la viabilidad del capitalismo occidental.
Teniendo en
cuenta el débil estado de las economías de EE.UU. y la UE, ¿qué incentivos
económicos tiene EE.UU. para animar a los países del Indo-Pacífico a reducir el
comercio con China? Obviamente, ¡este es un argumento que nació muerto! La
oligarquía gobernante es muy consciente del declive económico de EEUU y,
desesperada, intenta enfrentarse directamente al eje Rusia-China-Irán, que ha
alcanzado la paridad (¿superioridad?) económica y militar con EEUU/OTAN. Se
avecinan tiempos peligrosos y es necesario un alto grado de concienciación para
afrontarlos de forma correcta y provechosa.
Fuente: La Fionda.
*++