lunes, 3 de marzo de 2014

UCRANIA TAMBIÉN ESTÁ A LA VUELTA DE LA ESQUINA



El cuaderno de Kiev. Un diario desde el 19 hasta el 24 de febrero
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La Vanguardia
Sociología crítica
2014/02/27

Domingo 23-  En la Laura de Kíev. El movimiento de la Plaza de la Independencia de Kíev, el Maidán, tiene un gran apoyo popular en la capital ucraniana de cuatro millones de habitantes. La gente de la plaza y diversos expertos dicen que el movimiento cuenta con un apoyo de hasta el 70% en la ciudad. Lejos de la plaza la temperatura de ese apoyo baja manifiestamente en el termómetro popular. Frente a las opiniones del Maidán, las de la gente que circula este domingo por la  Laura de Kíev, uno de los lugares santos de la religión ortodoxa, son mucho más matizadas. Tampoco representan al conjunto de la ciudad, de la misma forma en que Kíev no representa al conjunto de Ucrania, pero dan una idea de una realidad mucho más compleja, matizada y diversa de lo que se sugiere.  Declarado patrimonio de la Humanidad por la Unesco, el monasterio se adscribe al Patriarcado de Moscú. Es muy significativo que incluso aquí se recojan opiniones favorables al movimiento, aunque no sean mayoritarias.

Todo empezó en este lugar, sobre este meandro del Dniepr, en el siglo IX. La Rus de Kíev fue el primer estado ruso, patrimonio común de rusos, bielorrusos y ucranianos. Históricamente Rusia comenzó en Ucrania. Abordamos a la gente; opinión sobre el Maidán, responsabilidades por la sangre derramada y expectativas:

(Igor, unos 45 años. No declara profesión)

“Estoy en contra del Maidán pero (el presidente) Yanukovich ha sido el responsable de permitir que la situación llegara a estos extremos. Detrás de todo esto están los magnates. Hay que unir a todos los eslavos porque de lo contrario se derramará aún más sangre y los resultados serán nefastos. Rusos, bielorrusos y ucranianos  somos pueblos hermanos y eso está muy por encima de la política. No se trata de Putin y Lukashenko, se trata del pueblo, de todo lo que nos une por los siglos.

“Me asombra la actitud de los políticos occidentales. Apoyaron a gente criminal como (el presidente georgiano) Shakashvili que bombardeó con sistemas de artillería en salvas a la población civil de Tsjinvali (Osetia del Sur) sin decir ni pío. Con Timoshenko no cambiará nada, es la peor posibilidad, los magnates de siempre vuelven a repartirse el poder. El pueblo no tendrá nada qué ver. Se cambia unos magnates por otros. Estoy por el renacimiento nacional de Ucrania y por su unidad, pero las tendencias de las regiones del Oeste son muy peligrosas, un nacionalismo de tipo fascista”.
(Larisa, pedagoga unos 35 años)

“Apoyo el Maidán, pero lo que ha pasado ha sido muy malo. Ha muerto gente. El pueblo necesita paz y tranquilidad. ¿Quién es responsable de las muertes? Todos son culpables. Vemos el futuro con pesimismo, porque no hay unidad, todos se acusan entre sí. Ayer hubo jornada de duelo, rezamos porque Dios nos dé buenos dirigentes que se ocupen de la población. Nadie quiere una guerra”.
(Gregori y Tatiana, madre e hijo, ella contable, él masajista)

“Estamos en contra del Maidán, por eso hemos venido hoy a rezar”, dice la madre. ¿Quién tiene la culpa?, “Occidente, especialmente América”, dice el hijo. “Y la Unión Europea”, añade la madre.  El futuro: “hay un mandamiento bíblico que dice que no matarás a tu hermano”. “El país se va a dividir”.
(Valentina y Sergei, jubilados)

“Naturalmente que estamos a favor del Maidán.  Hace tiempo que había que hacer algo. El responsable por el derramamiento de sangre es aquel que tenía posibilidades e instrumentos para evitarlo: el gobierno corrupto. ¿Hacia donde va el país?, esperemos que a Europa, dice ella. “Hacia un mayor estado de derecho,  por lo menos hay una gran esperanza en que se vaya hacia algo mejor”, dice él.
(Pareja joven, Vladimir y Vika. Él profesor de educación física, ella esteticien)

“La valoración es ambigua. En Maidán hay cosas positivas y negativas. La violencia ha sido muy negativa y los responsables por el derramamiento de sangre no están claros. ¿Quién está detrás de los francotiradores? Es algo sobre lo que no hay manera de aclararse. La división del país sería un desastre, esperemos que se evite”.

(Aleksandr, paleta, unos 25 años)

“Estoy a favor del Maidán, pero no necesitamos ninguna Europa, ni tampoco a Rusia; nosotros solos. Los culpables de la violencia son quienes estaban detrás de ella. Nadie lo sabe con exactitud, pero  el pueblo lo aclarará.”

- Peregrinaje dominical a Mezhigorie, residencia del presidente huido de Ucrania en los alrededores de Kíev. La víspera, la televisión del magnate atlantista Piotr Paroshenko (su nombre suena como primer ministro) ha mostrado imágenes de la casa. Se busca una narrativa a la Ceaucescu, pero no se ha encontrado ni el retrete de oro de este dictador que ganó en 2010 unas elecciones limpias cuando era el político más popular del país, ni el armario de los zapatos de Imelda Marcos.

La casa no tiene nada de particular más allá del habitual mal gusto de los nuevos ricos de Eurasia; mucho dorado de Valencia, unas jaulas con animales en el recinto, estanques, una botella de champagne (ni siquiera francés) en el mueble bar de la sala de sesiones y otras banalidades. El lugar ni siquiera era propiedad de Yanukovich. Forma parte del patrimonio del Estado y el Presidente, que es un millonario, se lo acondicionó. Pero las imágenes de la tele son demoledoras: esta riqueza habla de un desenfreno choricero para el que no hay pan ni en el granero de Europa que es Ucrania. Lo poco que le podía quedar de prestigio a Yanukovich tras las violencias de esta semana se ha ido definitivamente al garete con estas imágenes. La noticia de que el recinto estaba abierto ha excitado el morbo popular: la gente ha venido de excursión en masa a fisgar desde la capital y provincias. En los accesos al lugar se forman enormes atascos de tráfico.

La obligada escenificación mediática de estas ambiguas revoluciones tampoco fue redonda anteanoche en la plaza. En lugar de a un Nelson Mandela la “revolución” ucraniana tiene a…Yulia Timoshenko en silla de ruedas (¿la necesita, o es comedia?) y con trenzas. Timoshenko llegó en avión privado desde  el hospital penitenciario de Jarkov en el que estaba encerrada por corrupción. Justo para el telediario. Su presencia y su discurso atraen a unas 50.000 personas, pero en la plaza no hay ni rastro de pasión. No es aclamada. En su entorno y en su partido, ya hay claros codazos de rivalidad. Viene de dos años de cárcel pero ya gobernó este país. Y la gente se acuerda. Timoshenko quiere entrar en la OTAN y se lleva bien con Putin, interesante combinación. Al día siguiente, junto al edificio del Parlamento, se organiza un piquete de protesta con carteles, con las fotos de Timoshenko y su adversario, el presidente huido, unidas por el signo de igual y unas flechas que ilustran el intercambio de figuras. “La gente no ha muerto por esto”. “Transparencia”, se pide. La escenificación habitual de una revolución diáfana ha pinchado manifiestamente en Ucrania.

-  En Crimea algunos incidentes menores junto al ayuntamiento de Kerch, con colocación de la bandera rusa en el ayuntamiento. Más de 20.000 manifestantes anti Maidán en un mitin en Sebastopol, ciudad de todas las glorias militares rusas que forma parte de Crimea y por extensión de Ucrania. Luto en el entierro de dos de los muchos policías que han muerto a tiros en Kíev. Gran manifestación en Odesa (varias decenas de miles) al grito de “Odesa, ciudad heroica” (por su resistencia contra los nazis) y “El fascismo no pasará”.
La península “forma parte de las regiones del país que no están de acuerdo con lo ocurrido en la capital y que contienen un conflicto que puede llegar a ser muy peligroso”, me dice Ievgen Kurmashov, uno de los expertos del Instituto Gorshenin de Kiev. En la península conquistada por Catalina II al turco que Nikita Jrushov regaló caprichosamente a Ucrania en los años sesenta, el “escenario de Abjazia” (Georgia) es posible, dice Kurmashov: las autoridades locales piden a Rusia que anexione el territorio. “No hace falta ni una intervención militar: la flota rusa del Mar Negro ya está allá (en régimen de alquiler)”, señala el experto. En el peor escenario, una escisión del ejército ucraniano sería catastrófica, “la decisión sobre a qué bando apoyar recaería sobre los mandos locales, lo que podría crear una situación peligrosísima”, dice Kurmashov que está francamente alarmado.

- Revancha contra la lengua rusa. El parlamento ucraniano anula la ley que regula la cooficialidad de la lengua rusa, vigente desde hace dos años en la mitad oriental del país y que fue clave en la victoria electoral del huido y depuesto presidente saliente, Viktor Yanukovich, en las elecciones de 2010. La decisión, sumamente desestabilizadora, afecta a los derechos básicos de millones de ucranianos de habla rusa, y contribuirá a los preocupantes procesos de cisma y división que los cambios políticos han abierto en el país.
El 26,6% de los más de 45 millones de ucranianos declaran el ruso como lengua materna en el último censo disponible. En zonas históricamente rusas y de gran población rusa ese porcentaje es mayoritario, por encima del 60% en Crimea. Ucrania contiene además minorías que hablan otras 17 lenguas, entre ellas las más importantes el rumano y el húngaro.

La ley que se ha  derogado permitió a los gobiernos locales y regionales dar estatuto de cooficialidad a todas esas lenguas allí donde fueran usadas por más del 10% de la población. Había entrado en vigor en agosto de 2012 y desde entonces ha sido aplicada con gran éxito a favor de la lengua rusa en cinco regiones y nueve grandes ciudades del país, y en otras ciudades y localidades en beneficio del rumano (moldavo) y el magiar. Ha sido anulada por 232 votos sobre los 334 diputados registrados en la sesión, es decir por un margen mucho menos mayoritario que las otras decisiones votadas en la cámara al amparo del cambio político que ha desarbolado al Partido de las Regiones, que era el más numeroso de la cámara y representaba mayoritariamente a la mayoría ucraniana más vinculada a Rusia. La Casa Blanca aplaudió ayer  el “trabajo constructivo” del nuevo parlamento de Kíev.

La cámara, que ha cambiado de constitución y anteayer destituyó al Presidente Yanukovich, ha elegido como “presidente en funciones” al nuevo jefe del parlamento, Aleksandr Túrchikov,  brazo derecho de la rival de Yanukovich, Yulia Timoshenko.

En su primera declaración Túrchikov describió como “catastrófica” la situación económica de Ucrania, cuyo PIB (113 millardos de dólares) está por debajo del nivel de 1992 y su reparto per cápita muy por debajo del de 1989 y con un extremo nivel de desigualdad.

En ese contexto, desde Bruselas, el FMI, Estados Unidos y diversos gobiernos europeos, se habló ayer de “ayudas económicas” para Ucrania. Tanto el comisario europeo Olli Rehn, como el secretario del tesoro estadounidense, Jack Lew mencionaron “condiciones” y “reformas necesarias” que el país debería emprender a cambio de tales ayudas, que no tienen cifra. La última vez que se barajó una cifra para Ucrania fue en boca de la canciller Angela Merkel, el martes pasado en Berlín. Merkel mencionó “600 millones de euros”. Ucrania destinará este año 7.900 millones de dólares al pago de su deuda.

Una masiva ayuda económica europea estabilizaría muchos problemas de Ucrania, pero la Unión Europea, que no ha sido capaz de movilizar un Plan Marshall para los miembros de su zona euro en el sur de Europa, aún lo hará menos con Ucrania. Moscú, que aprobó un paquete de 15.000 millones de dólares, además de una rebaja en el precio del gas equivalente a 2.000 millones anuales, ha puesto la medida en suspenso hasta que se aclare la situación. El país se enfrenta un delicado e imprevisible periodo de turbulencias.

Mientras en diversas regiones y ciudades del Este de Ucrania se registraron incidentes y enfrentamientos de poca envergadura, en Kíev la jornada dominical ha sido tranquila. Decenas de miles de ciudadanos circularon por la Plaza de la Independencia, el Maidán, poniendo flores en memoria de las más de 80 personas muertas en la semana. La policía sigue ausente del centro de la ciudad. Las sedes del gobierno, el parlamento y la presidencia están vigiladas por las fuerzas paramilitares de la oposición triunfante. En lo que en esta parte del mundo se conoce como “narodnoye gulianie” (paseo popular), centenares de familias, parejas y grupos informales se fotografiaban en los escenarios de las batallas campales  de los últimos días. El singular centro de esta bella y amable ciudad, está lleno de edificios calcinados, barricadas, adoquines extraídos de la calzada y de montañas de basura y neumáticos para alimentar los incendios que han hecho posible esta mezcla de revuelta popular y golpe de estado apadrinado por Occidente.

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