jueves, 20 de agosto de 2020

Sobre los mosquitos y el virus del Nilo en Andalucía


Las siete claves del virus del Nilo Occidental: qué es, qué lo transmite y cómo evitarlo
José Luis Zafra /Agencia sinc
Terecerainframción
15.08.2020

Tras el brote de casos de meningoencefalitis provocados por el virus del Nilo Occidental en Andalucía han surgido diversas incógnitas, en particular sobre las especies de mosquitos implicadas. Culex perexiguus y Culex pipiens, autóctonas de España, son los principales vectores de este virus, que reside en muchas aves e infecta a caballos y humanos. El Aedes japonicus, aunque tiene capacidad de transmitirlo, no está en el sur de España ni parece ser el responsable del brote de esta semana.

El mosquito Culex pipiens, principal vector del virus del Nilo Occidental junto al Culex perexiguus. / AfroBrazilian / Wikimedia

La Consejería de Salud de la Junta de Andalucía confirmó este jueves la existencia de doce casos de meningoencefalitis provocada por el virus del Nilo Occidental en los municipios sevillanos de Coria del Río y La Puebla del Río, situados en las marismas del Guadalquivir.

Este virus (WNV, por sus siglas en inglés) es un agente infeccioso del género Flavivirus, que es también responsable de otras enfermedades como la fiebre amarilla, el dengue y el Zika. Se descubrió en la década de los 40 del siglo pasado, en la cuenca ugandesa del Nilo Occidental, y fue identificado más tarde en Egipto (1942) e India (1953), según detalla Manuel Peinado en The Conversation.

Estas son algunas claves a destacar de este agente patógeno que ha generado esta semana un brote de casos en Andalucía.

¿Qué mosquito transmite este virus?

El responsable de Entomología de Mosquito Alert y miembro del Servicio de Control de Mosquitos del Consell Comarcal del Baix Llobregat, Roger Eritja, explica a SINC que los vectores más habituales de este virus en el sur de España son el Culex perexiguus y el Culex pipiens, este último más conocido como mosquito común y uno de los enemigos de las noches de verano de los humanos.

“[El mosquito común] es el vector principal. Está en las habitaciones, pica de noche, espera que la gente se vaya a dormir y revolotean, estropean el sueño y pican”, detalla este experto, agregando que en España hay un total de 62 especies autóctonas de las que muchas tienen capacidad de transmitir el WNV. “Pero en Andalucía, los vectores son el perexiguus y el pipiens”, aclara.

Eritja advierte que se está identificando erróneamente al Aede japonicus o mosquito japonés como el responsable de estos casos de WNV. Aunque sí es cierto que puede transmitir el virus, este insecto no se encuentra en el sur de España, aparte de que en Andalucía “ya hay especies suficientes para transmitirlo sin necesitar de ninguna especie exótica”.

Esta especie, identificada por Mosquito Alert hace dos años en Asturias, se encuentra principalmente en bosques caducifolios de zonas húmedas frescas de montaña, “lo cual tiene muy poco sentido encontrarlo en el sur. Es como pensar que hay jirafas en el Pirineo”, ejemplifica.

¿Qué enfermedades puede provocar el WNV?

El virus del Nilo Occidental puede producir una infección a humanos, caballos y otros mamíferos. Según la Organización Mundial de la Salud, el virus no presenta síntomas en un 80 % de las personas infectadas. El 20 % restante puede desarrollar la fiebre del Nilo Occidental, una enfermedad que se caracteriza por fiebre, cansancio, dolores de cabeza y corporales, náuseas, vómitos y en menor medida erupciones cutáneas en el tronco y agrandamiento de ganglios linfáticos. El periodo de incubación suele durar entre tres y 14 días.

En los casos más graves, que se dan en una de cada 150 personas infectadas, se puede desarrollar una enfermedad neuroinvasora, como la encefalitis, meningitis o poliomielitis del Nilo Occidental. Los síntomas de esta última son dolores de cabeza, fiebre alta, rigidez de nuca, estupor, desorientación, coma, temblores, convulsiones, debilidad muscular y parálisis.

Aunque estas afecciones pueden presentarse en personas de cualquier edad, los mayores de 50 años y personas con inmunodeficiencia tienen mayor riesgo.

¿Cómo se transmite a las personas?

El WNV es un virus de las aves, principales reservorios y también víctimas de las enfermedades que provoca, “con una importante mortalidad y a veces de forma súbita”, detalla Eritja.

Así, los mosquitos vectores adquieren el virus picando a las aves para, posteriormente, atacar a humanos y en menor medida a caballos, completando así la transmisión. Estos pájaros, agrega el experto, pueden ser autóctonos y traer el virus en su migración.

¿Pueden los humanos contagiar el WNV?

El entomólogo aclara que el virus, una vez llega a una persona –o a un caballo–, se encuentra con un callejón sin salida: “Ninguno de ellos resulta infectivo, ni siquiera con un mosquito de por medio”, subraya.

Por lo tanto, un mosquito que pica a una persona enferma no adquirirá suficientes virus para transmitir a otra persona que puede picar después, al tiempo que ni los humanos –ni los caballos– tienen capacidad para transmitirse el virus entre sí.

¿Qué condiciones son óptimas para transmitir el virus?

Tanto los mosquitos como los virus son sensibles a las condiciones ambientales, esto es, a las temperaturas: “Este tipo de eventos se van a dar en verano, por mucho que haya mosquitos en invierno en alguna zona”, afirma Eritja.

Así, lo que necesita el WNV para transmitirse es: una gran cantidad de aves, que estas porten una suficiente carga de virus y un importante número de mosquitos para que, por probabilidad, puedan ser vectores de este virus a los humanos.

El investigador de la Estación Biológica de Doñana (EBD-CSIC) y especialista en WNV, Jordi Figuerola, ha apuntado en una entrevista a la Agencia EFE que, durante los meses de confinamiento por la pandemia de coronavirus y gracias a las abundantes lluvias primaverales en Andalucía, las poblaciones de mosquitos transmisores de este virus han podido aumentar de manera inusual.

Roger Eritja, además de ver muy favorable esta hipótesis y otorgarle “credibilidad total” al experto de Doñana, recalca que desde Mosquito Alert están observando qué influencia tiene la disminución de la movilidad humana en la dispersión de los mosquitos, como el Aedes albopictus o mosquito tigre.

Por otro lado, cree que durante los meses de confinamiento los focos de cría que la gente puede tener en su segunda residencia –a la que estaba prohibida acudir durante los meses de fuerte aislamiento nacional– habrían quedado desatendidos, aumentando así las poblaciones de mosquitos en verano.

¿Se puede prevenir o tratar?

El tratamiento para el WNV en humanos consiste en mitigar los síntomas, sin que haya medicamentos o antivirales específicos para la enfermedad.

No hay una vacuna humana para el virus, aunque sí se han elaborado vacunas veterinarias para los caballos. La mejor prevención ante el virus es evitar las picaduras de mosquito.

¿Cómo evitar las picaduras?

El método más eficaz para luchar contra el mosquito común es limitar su población antes de alcanzar su etapa adulta, que es cuando los insectos tienen la capacidad de picar. “Desde que apareció nuestro servicio [Control de Mosquitos del Baix Llobregat] en 1983, se hace un control con insecticidas a gran escala en el campo con buenos resultados”, señala este experto, agregando que esta es una tarea que está normalmente asignada a la administración local, pese a ser un problema que desborda el ámbito municipal.

Si esto ya no es posible, la prevención pasa por la protección con mosquiteras o repelentes. La Organización Mundial de la Salud (OMS), por su parte, agrega a estas recomendaciones el uso de ropas de color claro, prendas de manga larga y pantalón y evitar actividades al aire libre en las horas de más picor de mosquitos, es decir por la noche.


*++


Eso es lo jodido de la izquierda, que como la honradez, empieza por uno mismo (si es que empieza)



Telarañas en la izquierda

Por Manuel Cabieses Donoso / Chile
Rebelión
13/08/2020 
Fuentes:

La Izquierda chilena –y también la de más allá- necesita poner al día su programa, métodos de acción y referentes ideológicos para convertirse en alternativa de poder. El plumero revolucionario debería ser implacable con las telarañas del dogmatismo y con el polvo del oportunismo.
La lucha revolucionaria de nuestros días tiene un sesgo marcadamente cultural.  Debe derribar la contracultura del capitalismo y su ariete, el consumismo, que es hegemónica. Los golpes recibidos en ese terreno han sido muy duros. Son los caminos que nunca más se deben recorrer.
Un traspiés mayúsculo fue asimilar conceptos antagónicos: socialismo con estatismo. Socialismo es sinónimo de poder popular, de libertad y democracia; estatismo, en cambio, es la concentración del poder y  la dictadura de una oligarquía burocrática. Socialismo es libertad y estímulo de capacidades e iniciativas que concurran al bien común. El estatismo, en su forma extrema, levanta muros de contención a las aptitudes individuales e ignora –cuando no persigue- las diferencias filosóficas, religiosas y de género.
El propósito socialista de nuestra época es crear condiciones sociales, económicas y políticas que permitan a las masas conquistar posiciones más sólidas para avanzar hacia objetivos superiores.
La molicie intelectual provocó la muerte de muchos partidos de Izquierda. El cambio de época obligaba a estrujar las neuronas y someterse a dura autocrítica para reestructurar el ideario socialista. La ideología revolucionaria requiere de nuevos programas y consignas, otros discursos e instrumentos de propaganda, distintos métodos de acción, formas orgánicas y tácticas de lucha. Vivimos la época de la inteligencia artificial, no la del ferrocarril y el telégrafo de los precursores ni de las cúpulas dirigentes del pasado más reciente. Se necesitan nuevas ideas para reactivar las turbinas revolucionarias.
El mundo asiste a la agonía del  capitalismo pero no necesariamente a su desaparición. El capitalismo -lo ha demostrado- puede tener muchas muertes y otras tantas resurrecciones. Incluso mutar en  versiones mafiosas en sociedades que vivieron décadas de “socialismo real”.
Los proyectos socialistas deben incluir líneas de construcción que no se tuvieron en cuenta o subvaloraron en el pasado. El de hoy debe ser un proyecto de amplia mayoría y no solo de vanguardias. En Chile aprendimos al costo de miles de vidas que no basta una victoria electoral del 37%, que obliga aceptar tutorías políticas para acceder al gobierno. Hoy la absoluta mayoría es determinante. En 1970 éramos un país de 9 millones. Hoy somos casi 19 millones. En el plebiscito de octubre por una nueva Constitución tendrán derecho a voto casi 15 millones. En la dimensión de esa realidad -y del mundo que cambió de época- hay que trabajar el proyecto socialista.
Lo fundamental siempre será la acumulación de conciencia y organización. Pero los reveses sufridos indican que de manera simultánea hay que construir las defensas de la sociedad socialista que nace. La soberanía alimentaria y el aseguramiento de insumos médicos, por ejemplo, son vitales. Como también lo es un ejército identificado con el proceso de cambios.
Postergar la actualización ideológica y orgánica del socialismo, es regalar tiempo al capitalismo para que -todavía más salvaje- supere su crisis. Lo demuestra el resurgimiento del racismo, característica endémica de la “cultura” nacional, que no sólo afecta al pueblo mapuche sino también a los inmigrantes y a las capas sociales más pobres y explotadas del país. El racismo, la militarización, las bandas de matones de la derecha en La Araucanía y las amenazas de los camioneros, reeditan episodios de los años 70 y son señales de lo que ocurriría si la Izquierda continúa ausente o relegando sus debates al aire viciado del Parlamento.
Vivimos una   profunda deslegitimación de las instituciones del capitalismo. El «peso de la noche», sin embargo, tiende a imponer salidas de consenso cupular. El precario andamiaje de la institucionalidad permite sostener la recomposición transitoria del modelo. Por eso el desfile de prematuras candidaturas presidenciales y la radicación de la política en la más desprestigiada de las instituciones.
Eso hace aún más urgente el bosquejo de una alternativa socialista. El plebiscito de octubre es una coyuntura favorable. Hay que intentar un amplio movimiento de participación cívica. Rebasar las limitaciones y trampas del plebiscito y convertirlo en una verdadera Asamblea Constituyente, como es voluntad del pueblo. Esto significaría un salto de calidad en la lucha anti oligárquica y una expectativa mejor para la Izquierda.
Desempolvar el proyecto socialista es tarea de todos. La vía es reagruparse para construir futuro. Una propuesta en tal sentido es el «movimiento de los girasoles” que hace unos años planteó Raúl Pellegrin Arias, un arquitecto de larga militancia comunista, padre del Comandante José Miguel del Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR). Lo analizaremos en un próximo artículo.
*++