lunes, 6 de abril de 2020

Y, COMO LOS TRABAJADORES NO SABEMOS LO QUE TENEMOS QE HACER, PUES NO LO HACEMOS, PERO ESO SÍ, APLAUDIMOS LO QUE NOS ANULA COMO PERSONAS A LA ESPERA DE QUE LLUEVA HACIA ARRIBA



Pactos de La Moncloa 2020: contra las generaciones futuras


Kaosenlared
 Abr 6, 2020

Durante el segundo semestre de 1977 España nadaba entre tres aguas. Padecía los estertores del posfranquismo, estrenaba un gobierno democrático y aún carecía de una constitución homologable a las de Europa occidental. El 15 de julio, un partido de tránsfugas, la Unión de Centro Democrático (UCD), había ganado las primeras elecciones libres desde 1936 y recuperaba como presidente del gobierno a Adolfo Suarez, el último secretario general del Movimiento. Los españoles, convocados a las urnas solo dos años después de la muerte de Franco, se habían decantado por un continuismo de nueva planta. Entronizaban al máximo responsable del partido único de la dictadura, desoyendo las tímidas llamadas a la ruptura de las fuerzas de la oposición de izquierda. Era el inicio de la transición, aunque todavía quedaba camino hasta llegar al consenso.

Como tantas otras veces en nuestra historia reciente, la economía empujó el cambio que la política de partidos por sí sola no podía. Con los primeros coletazos de la crisis energética del 73, provocada por el súbito encarecimiento del precio del petróleo, los poderes fácticos y los institucionales empezaron a temer que la coyuntura pifiara lo que inopinadamente acababan de sentenciar los comicios. En la memoria de muchos estaba el recuerdo de lo sucedido en 1931, cuando las réplicas tectónicas del crac del 29 convirtieron unas elecciones municipales en un plebiscito contra la monarquía y de soslayo alumbrara la Segunda República. Además, en la vecina Portugal el ejército se había unido al pueblo para acabar con el régimen oprobioso de Oliveira Salazar, que junto con el Caudillo eran los últimos vestigios fascistas del viejo continente.

Con esa zozobra compartida (un gobierno con una cuestionada legitimidad de origen y una oposición sin legitimidad real de ejercicio) se diseñó la teoría de la <<correlación de debilidades>> que permitió a los contendientes escenificar una vuelco ideológico salvando la cara. Quienes detentaban el poder sabían que tenían los pies de barro. La iniciativa en las calles les era adversa, como demostraban las estadísticas sobre las manifestaciones y protestas. Solo en 1976 hubo 1.438 días de huelga por cada mil trabajadores, siendo la media en la Comunidad Económica Europea (CEE) de 390. Por otro lado, socialistas y comunistas, las dos formaciones que integraban la alternativa al sistema a través de la Junta Democrática y de la Platajunta, respectivamente, no desconocían que la policía y las fuerzas armadas defenderían el legado de Franco designando a Juan Carlos I como su sucesor a título de Rey

De ahí que El País, el diario más influyente de la nueva etapa inicialmente patrocinado por el franquista Manuel Fraga, nada más conocerse los resultados del 15-J lanzara todo su argumentario en pos de un gran acuerdo entre españoles que superara las diferencias de las dos Españas (Juan Luis Cebrián, Un pacto nacional. 16 de junio de 1977). Arriados los diques ideológicos del proyecto rupturista por otro de índole reformista, unos y otros convinieron en la necesidad de mostrar a la opinión pública que intereses superiores aconsejaban trocar las lanzas en cañas. Un sendero, de simple armisticio primero y de recíproca aquiescencia después, que llevó a los principales dirigentes de la izquierda al rescate del régimen después de intercambiarse concesiones mutuas como ornato (aceptación de la monarquía juancarlista por Santiago Carrillo como compensación por la legalización del PCE; y demolición controlada del aparato del viejo socialismo empoderando como nuevo líder a Isidoro, el Felipe González de <<la clandestinidad>>, en el Congreso de Suresnes con el apoyo de la poderosa socialdemocracia alemana).

Todo eso se puso negro sobre blanco en los Pactos de La Moncloa, firmados el 25 de octubre de 1977, un año antes de que se aprobara en referéndum la Constitución. El acuerdo marco fue suscrito por los líderes de los partidos con representación parlamentaria y, posteriormente, por la Unión General de Trabajadores (UGT) y Comisiones Obreras (CCOO), después de vencer las reticencias de sectores laborales que consideraban lo firmado como una claudicación del sindicalismo de clase y la desmovilización del movimiento obrero (como denunciara la Confederación Nacional del Trabajo (CNT), la histórica centrar anarcosindicalista, que saludó la afrenta con una gran huelga de gasolineras en Catalunya). Las cifras macro que excusaban aquel consenso contra natura eran: una inflación del 30%; un paro de 3,75%; y un déficit del sector exterior cercano al 3,5%.

Los Pactos de La Moncloa supusieron de hecho una constitución económica que nunca fue sometida al refrendo de la ciudadanía. Como tampoco lo serían otros acuerdos menos generalistas pero igualmente trascendentales en cuanto a su impacto en la vida de la población. Como el que llevó en 2010 a la reforma exprés del artículo 135 de la C.E., a fin de blindar las políticas de ajustes y recortes perpetradas para gestionar la crisis financiera. Entre el <<Plan de Estabilidad>> de antaño y la << Ley de Estabilidad Presupuestaria y Sostenibilidad Financiera>> de hogaño, hay algo más que una afinidad semántica. Como recuerda la hemeroteca, aquellos pactos (en plural) se cumplimentaron más en lo que afectaba a la modernización de la economía de libre mercado que en lo que concernía al ámbito social. Así, mientras se contuvo la inflación, gracias sobre todo a la limitación salarial acordada, el paro no dejó de crecer, trepando hasta el 17,9% cinco años más tarde.

Ahora la emergencia no viene de facilitar la mutación de una dictadura a una democracia, sino de paliar los efectos destructivos de una pandemia que ha llevado a la hibernación de la economía y al confinamiento de la gente por mor del estado de alarma decretado por el gobierno. Y de nuevo, España es obtusamente diferente. Si entonces se daba la espalda a la salida radical dada en Portugal y Grecia, ahora un gobierno de coalición <<rotundamente progresista>> plantea unos nuevos Pactos de la Moncloa sin parangón en el contexto internacional. Ningún otro país de nuestro entorno ha pedido <<parar el reloj>> del juego democrático para lidiar con el Covid-19. Es un formato de nuestra exclusividad y responsabilidad. Solo que, por una vez y sin que sirva de precedente, la historia se repite como farsa. El plácet que el Ejecutivo de la nación solicita del resto de los interlocutores sociales, lo hace un líder que llegó al poder al grito de <<no, es no>> cuando se planteó la posibilidad de un gobierno de integración nacional. En claro, rotundo y arrogante rechazo de cualquier consenso con la oposición. Pero como no hay dos sin tres, nuevamente esa <<correlación de debilidades>> que induce al <<donde dije digo…>> se oficializa 24 horas después de que el intelectual orgánico de Ferraz pidiera una reedición de los Pactos de La Moncloa a través del consejo de otro director del rotativo (Joaquín Estefanía, El compromiso histórico español. 3 de abril de 2020).

El sábado 4 de marzo, mientras España se convertía en el primer país de Europa por afectados, muertos al día y sanitarios contagiados (según los dudosos registros oficiales), míster <<lo que haga falta, donde haga falta y cuando haga falta>> comunicaba al país la prórroga del confinamiento hasta el 25 de abril como poco. Y advertía: <<Es evidente que la economía española se va a tener que endeudar. Vamos a detraer recursos a las nuevas generaciones >>. Con el prorrogado sacrificio de la juventud sin futuro tras el austericidio anterior, Sánchez confirmaba su visión tierraplanista del Covid-19 planificando por encima de sus capacidades.

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EXIGENCIA AL GOBIERNO DE UNA RENTA BÁSICA DE CUARENTENA (¿CÓMO SE GASTA Y QUIÉN ESTÁ RECIBIENDO EL DINERO DE LOS 200 MIL MILLONES PRESUPUESTADOS PARA LA LUCHA CONTRA EL CORONAVIRUS. HAY QUE APOYAR ESTA REIVINDICACIÓN TAMBIÉN POR LOS QUE TENGAMOS LA DESPENSA LLENA, PORQUE SE PUEDE QUEDAR VACÍA DE AQUÍ A POCO)



Queremos hechos, no propaganda: Exigimos una Renta Básica de Cuarentena YA!


Kaosenlared
Abr 5, 2020

En las últimas semanas hemos remitido en varias ocasiones solicitudes de reunión al Gobierno, tanto al Ministerio de Inclusion como a la Vicepresidencia de Asuntos Sociales. En el primer caso no se han dignado siquiera contestarnos y en el segundo no han llegado a concretar ninguna fecha de reunión.

A la vista de los anuncios y esbozos de propuesta que han hecho públicos los representantes del Gobierno ante los medios de comunicación, desde la Marea Básica contra el paro y la precariedad queremos manifestar lo siguiente:

1. Denunciamos el silencio administrativo o el ninguneo de la Marea Básica, un movimiento con derecho de participación en las políticas sociales en torno a sus reivindicaciones. Somos el movimiento que nació a raíz de la ILP por la Renta Básica (Universal, individual, incondicional y suficiente), presentada ante la Junta Electoral Central entre los años 2014 y 2015, iniciativa que reunió más de 120.000 firmas. Y,  junto a la Renta Básica, durante los últimos años hemos venido reivindicando el cumplimiento de la Carta Social Europea. En marzo de 2018, tras una marcha de 16 días, entregamos un documento de 5 puntos a los grupos parlamentarios del PSOE  y de UNIDAS PODEMOS. Entonces, en la oposición, no parece que tuvieran tantas inconvenientes ni problemas de agenda para atendernos.

2. Exigimos una renta básica de cuarentena ya, más aún en las circunstancias de confinamiento y estado de alarma que nos encontramos.

Una renta mínima como la que está planteando el Gobierno no sólo es absolutamente insuficiente sino que, de confirmarse lo anunciado, va a dejar fuera a millones de personas, sin ninguna cobertura de ingresos. Una buena parte de la población que irá en aumento inevitablemente debido a la crisis sociosanitaria que estamos viviendo y el desastre económico que se nos viene encima quedará excluida.

El sistema de rentas mínimas actual es un absoluto fracaso, que redunda en lo que se ha denominado la trampa de la pobreza, es decir la trampa masiva a las y los pobres.

Conocemos por experiencia las inercias, las trabas burocráticas y administrativas para solicitarla o tramitarla y la falta de cobertura a millones de personas que la necesitan y que ya están muy próximas o inmersas en un grave riesgo de exclusión.

Esa situación se ve agravada bajo  el confinamiento durante el estado de alarma. Muchas personas están sufriendo sanciones o agresiones por las autoridades de manera desproporcionada, por visitar a un familiar o estirar un poco las piernas… ¿Acaso creen que cientos de miles de multas pueden servir para abordar el desastre económico que tenemos encima?

Mucho nos tememos que además estas medidas puedan provocar también muchas víctimas -incluso mortales- por desprotección social.

El encierro no es igual para todas. Exigimos medidas urgentes como la renta básica de cuarentena ya, además de recordarles que, en un país que se llama democrático, no es de recibo desoír a los movimientos sociales que le plantean sus reivindicaciones en el ejercicio de su legítimo derecho a la participación. 

Por lo expuesto, la Marea Básica reitera su exigencia de interlocución inmediata con el Gobierno así como la adopción urgente de medidas que atajen la exclusión social creciente de millones de personas.

ES URGENTE y VIABLE IMPLANTAR UNA RENTA BÁSICA DE CUARENTENA YA

Madrid, 4 de abril, de 2020

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¿CUANDO HABRÁ QUE EMPEZAR LOS ESTUDIOS DE SEROPREVALENCIA DEL CORONAVIRUS EN ESPAÑA?



¿Cuándo habrá que empezar los estudios de seroprevalencia del coronavirus en España?
 

Terceraindormación.es
05/04/2020 

Para estimar el número de infectados por COVID-19 lo ideal es realizar análisis masivos a una muestra representativa de la población, pero no ahora, sino cuando puedan aportar un balance real. “Un estudio serológico es como una fotografía, hay que hacerla en el momento adecuado”, explica Jesús Castilla, investigador del CIBER de Epidemiología y Salud Pública.



Muchas personas están ya adquiriendo inmunidad y, para futuras reintroducciones del virus, ya no se infectarían / Adobe Stock 

Los estudios de seroprevalencia dan información sobre la proporción de una población que posee anticuerpos frente a un virus, o generados con vacunas o después de una infección natural. Hacer un estudio de este tipo resolvería una de las cuestiones más controvertidas en la crisis del coronavirus: ¿a cuántas personas ha infectado el SARS-COV-2 en España?

Jesús Castilla Catalán, experto del Consorcio de Investigación Biomédica en Red de Epidemiología y Salud Pública (CIBERESP) y del Instituto de Investigación Sanitaria de Navarra (IdiSNA), explica por qué de momento no se están llevando a cabo en nuestro país esos estudios sobre la COVID-19.

En la fase aguda de una infección no es el método más útil. Además, en fases muy precoces podría dar falsos negativos. En este momento los estudios de seroprevalencia no aportan nada que no haga la PCR, más indicada para la situación de contagiosidad que interesa detectar ahora mismo”, afirma.

Estos sondeos son útiles para la toma de decisiones políticas sobre la prevención y el control de enfermedades. Por ejemplo, al evaluar el éxito de los programas de vacunación o para conocer la magnitud de un contagio masivo.

“No hay que tomarlos como una medida urgente. Una encuesta serológica es como una fotografía. Si estás fotografiando algo que se mueve muy rápido, la imagen te dirá dónde estabas antes, pero no dónde estás hora. La clave está en ver el momento adecuado y planificarlo bien”, añade.

Entonces, ¿cuándo serían útiles estos trabajos? “Un buen momento podrá ser cuando esta onda o entrada del virus vaya a acabar o esté finalizada. Porque cuando la infección ya ha pasado, las pruebas de PCR son negativas y no sirven para decir si esa persona tuvo coronavirus o no. Ahí es cuando entra la serología para tener un balance real de lo que ha pasado en la población”.

Castilla añade cómo, en el actual pico de infecciones en el que nos encontramos, está habiendo muchos casos de cierta gravedad y numerosas muertes, pero se está inmunizando mucha población.

“Los hospitalizados, los pacientes de las UCIs y los fallecidos son la parte negativa; pero la positiva es el desarrollo de inmunidad. Uno es el precio que hemos pagado y, el otro, lo que hemos conseguido”.

“Muchas personas están ya adquiriendo protección y, para futuras reintroducciones del virus, ya no se afectarán. Así, la circulación en la población de la infección en una posible segunda onda podría ser mucho menor que en esta”, indica.

Justamente la serología podría responder a cómo de grave sería esa posible segunda onda en función del número de personas que han desarrollado anticuerpos. “Si se trata de un porcentaje grande, la segunda onda sería bastante menor que la primera”, sentencia Castilla.
Los test de serología también son útiles para evaluar las vacunas. “Podría ocurrir que no todas las personas que pasan la enfermedad o que se vacunen desarrollen protección. Y la respuesta serológica sería una forma de evaluar la eficacia de una vacuna antes de usarla”, asegura.

¿Siete millones de infectados en España?

La pasada semana el Imperial College de Londres ha publicado un estudio sobre la letalidad y el número de contagios en distintos países de Europa de la COVID-19. Entre sus datos más polémicos para España, está la proyección de los 7 millones de personas infectadas y las 16.000 muertes evitadas por las medidas de confinamiento.

Al valorar los porcentajes de este reciente trabajo, Castilla estima la experiencia de los investigadores de la institución británica en enfermedades transmisibles, pero reconoce posibles limitaciones para recopilar todos los datos.

“Se trata de estimaciones. Pueden no ser exactas, pero encuentro bastan lógicos los resultados que salen según la vigilancia y casuística que tenemos. Es posible que los datos que hace públicos cada país no tengan la misma calidad o criterios, pero la metodología me parece científicamente correcta”.

“En España parece que ha habido una circulación muy amplia, que parte está confirmada y una gran parte no”, insiste. “Por eso, el dato de los 7 millones de contagiados no es alarmante. Desde el momento en que no se pudo hacer la contención en origen, durante 2020 esta infección la íbamos a pasar”.

Sin embargo, las cifras oficiales mantienen que se acaba de alcanzar el millón de infectados en todo el mundo…

Creo que el millón de casos reales ya se superó en China antes de que llegase a Europa. La estadística tiene limitaciones y solo se ha focalizado sobre casos confirmados. Y sabemos que estos son solo una pequeña parte de la totalidad.

Con respecto a las cifras de España, hay que tener claro que en nuestro país tenemos muy buena vigilancia. Se quiere notificar todo y se corre el riesgo de parecer que estamos peor. No obstante, puede haber países en los que se haya tomado menos empeño en hacer pruebas y recoger bien los datos, pero que tengan lo mismo que nosotros.

Por ejemplo, en los estudios europeos sobre la gripe en los que participamos desde el Complejo Hospitalario de Navarra (CHN), somos el centro de toda Europa que aporta más casos confirmados. Más que los hospitales grandes de París, Roma o toda Alemania.

¿Tiene eso alguna lógica? Lo hemos visto durante varios años, y lo único que puede pasar es que aquí se diagnostica y se confirma más. Me imagino que con la COVID-19 está ocurriendo lo mismo.


Jesús Castilla, tercero por la izquierda, del Instituto de Salud Pública y Laboral de Navarra. / ISPLN

¿El virus volverá a extenderse con rapidez cuando las medidas se levanten?

Esa es la duda que tenemos y es justo lo que responderán los estudios de seroprevalencia: cuánta población se ha inmunizado y cuánto queda. En este último mes el virus ha entrado en una población que partía de cero, por lo que ha producido un pico de casos. Pero si la siguiente vez hay una parte ya protegida, la entrada será más pequeña.

Además, probablemente los que se han inmunizado son una parte clave de la población –como sanitarios–, y en la siguiente onda el problema de la escasez de personal se reducirá. Entonces esta segunda onda no se comportaría como un brote tan masivo sino como pequeños brotes más focalizados que, si bien pueden ocasionar casos graves o defunciones, no provocaría la saturación del sistema sanitario.

Según el estudio, las medidas de contención funcionan y deben mantenerse.
En realidad, las medidas de contención lo que han hecho es que la situación pueda ser más manejable. En una cultura como la nuestra, si no hubiera habido contención se hubiera generado una situación todavía peor.

¿Cuánto deberían durar estas medidas?

En mi opinión, el objetivo no tendría que ser eliminar la circulación porque lo que haríamos sería tener un periodo de tregua pero, a lo largo del año, con el tiempo nos iríamos relajando y antes o después volvería a reintroducirse el virus, lo que generaría otra segunda onda también grande.

Quizás para el sistema sanitario y para la economía del país pueda ser más manejable mantener un nivel de circulación que sea compatible con una vida algo más normal, pero sin excesos ni grandes aglomeraciones.

La contención para conseguir la transmisión 0 es muy sacrificada, y no sabemos lo prolongada que tendría que ser. Es más, si en cualquier momento lo dejas puede tardar muy poco en reactivarse.

Entonces usted aboga por una vuelta poco a poco de la normalidad…

Sí, poniendo los esfuerzos en los sitios críticos, como los centros sanitarios, donde se podría hacer la mayor parte de la atención asistencial por teléfono; y seleccionar aquellas actividades que pueden ser menos problemáticas. Por ejemplo, no es lo mismo salir a la calle a pasear que asistir a una gran fiesta; el primero apenas podría generar algún contagio aislado, pero el segundo sí podría llevar a una propagación multitudinaria.

Por último, debemos asumir que la infección siga circulando porque será en ese proceso cuando se genere inmunidad. Y eso nos interesa ya que este año no va a haber vacuna.
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