El coronavirus destapa la olla
Pocos
acontecimientos en el mundo han sido difundidos tan profusamente y han sido
escuchados por casi la totalidad de la población mundial. Las noticias sobre la
pandemia del coronavirus, covid-19, se han convertido en la telenovela de la
especie humana.
Día a día damos
seguimiento a las estadísticas fatales, que han ido presionando a los
gobiernos, uno a uno, en la medida de su racionalidad, a adoptar medidas cada
vez más estrictas para inmovilizar a la población, con la pretensión de
inmovilizar y detener al virus. Pero al inmovilizar a las personas, la
situación toma otra dimensión, pues al no asistir los trabajadores a la
producción, los medios de producción por sí solos no sirven para nada, -lo
venimos diciendo desde la época de Marx- y entonces el problema que se origina
como una emergencia sanitaria, se pone el ropaje de una crisis económica, y es
ésta la preocupación fundamental de la burguesía, de las transnacionales y de
los gobiernos capitalistas que las representan.
En estas
condiciones, las leyes de la economía política marxista, surgen como el ave
fénix, desde las supuestas cenizas, para demostrar que están vivas y vigentes.
El coronavirus no ha hecho más que destapar la olla del sistema capitalista y
mostrar lo que se viene cocinando hace más de dos siglos. Siempre han faltado
hospitales, camas, medicinas, salud, empleo, vivienda, trabajo, alimentos,
siempre la vida ha sido inhumana para la mayoría, ahora solo se pone en
evidencia esa realidad, y exclusivamente por el temor al contagio, por el miedo
generalizado.
La ley
económica fundamental del sistema capitalista, es la ley de la plusvalía, la
ley marxista de la plusvalía, no el disparate del economista burgués Rafael
Correa, que en sus delirios hablaba de que las casa y terrenos producen
plusvalía. De ser así, la burguesía no tendría que preocuparse porque la
producción esté paralizada por el corona virus, no importaría que la cuarentena
dure 6 meses o un año o más, porque los inmuebles estarían produciendo la
ambicionada plusvalía, que los empresarios la denominan ganancia, para encubrir
la explotación a los trabajadores. Pero si no hay trabajadores trabajando, no
ganan nada, no se crea plusvalía, no se crea riqueza.
La pandemia del
coronavirus covid-19, es la demostración fehaciente, de que sólo los obreros, o
en palabras exactas la fuerza de trabajo de ellos, es la única fuente creadora
de plusvalía o creadora de más valor, de un nuevo valor. Las máquinas por sí
solas no crean nada, solo se oxidan, y los edificios tampoco, sólo se
deterioran. Todo lo que han amasado los capitalistas, no sirve para nada si no
hay obreros trabajando, que quede claro de una vez para siempre.
Todo lo que se
produce en el sistema capitalista, está destinado al mercado para obtener
“ganancias”, no producen alimentos para los que tienen hambre sino para los que
tienen dinero; no producen medicinas pensando en tu salud, sino en el dinero
que ello les proporciona, y cuando estamos sanos ellos inventan o crean la
enfermedad para luego vendernos los medicamentos, entonces los medicamentos no
son para los enfermos, sino para los que tienen dinero, y así desde un alfiler
o una aguja, hasta un tráiler, desde una casa hasta un edificio, tienen como
objetivo, la que se denomina reproducción ampliada del capital, esto es
invirtiendo cada vez una parte de la plusvalía, en nuevos medios de producción
y más fuerza de trabajo, esto es que una parte de la plusvalía se convierte en
nuevo capital, y cada vez se va ampliando la producción y con ello se va
incrementado la riqueza solamente de los dueños de esos medios de producción y
los que la producen se mantienen en la miseria.
Es evidente
que, en los momentos actuales, al limitarse la presencia de los trabajadores en
las fábricas, se ha restringido la producción y disminuirá temporalmente, o se
estancará temporalmente la obtención de plusvalía y eso producirá
necesariamente un estancamiento en la reproducción ampliada del capital. En
otras palabras, los empresarios no podrán seguir incrementando sus ganancias,
temporalmente, porque se le ha quitado el pie al acelerador del proceso productivo,
que ellos están acostumbrados a pisarlo más a fondo cada vez, este momento no
pueden hacerlo. Pero lo harán cuando la emergencia pase.
Al restringirse
la producción, los empresarios tendrán la posibilidad económica de sobrevivir
holgadamente un tiempo, por las ganancias acumuladas en diferentes formas,
incluidos ahorros y depósitos en cuentas bancarias, aunque sea aquello que
tenían guardado para ampliar el próximo proceso productivo, podría ser
utilizado para el consumo personal de la burguesía y sus familias. No así lo
que sucede con los obreros, que solamente viven de su salario, cuyo monto cubre
apenas para las necesidades básicas mínimas, del día a día, sin que nunca
exista una capacidad de ahorro, menos aún los millones de subocupados y
desocupados, que en el caso del Ecuador son 3 millones con empleo digno según
lo denominan, y más de 5 millones entre subempleados y desempleados; según
fuentes oficiales la relación es de cerca del 40% con empleo digno y más del
60% en el desempleo y subempleo, porcentajes que no difieren mucho en cada uno
de los demás países capitalistas del mundo. Son éstos los más golpeados como
siempre.
Pero la
catástrofe a la que estamos asistiendo en calidad de actores, no se inicia con
el aparecimiento del virus, sino que ya existía en todo el planeta, y el virus
sólo ha destapado la olla de grillos en la que estábamos viviendo. Ahora se
dice que no estábamos preparados, que ningún país estaba preparado, pero no es
un problema de países, sino en general del sistema capitalista mundial, porque
su preocupación, su objetivo y razón de existir, es la producción infinita de
ganancias, es la obtención de cientos de miles de millones de dólares en manos
de unos pocos, en tanto que millones de seres humanos disponen de uno o de dos
dólares diarios, para atender sus más mínimas y elementales necesidades.
Todavía no
están claros, posiblemente nunca lo estén, las causas y el origen del
aparecimiento del virus, si fue accidental o intencionado, ni quiénes son sus
padres o creadores, pero si se puede advertir a quién convenía en la
desenfrenada carrera por la hegemonía mundial, quién tiene la costumbre de
intimidar a los pueblos, de amenazar a sus economías y a sus dignatarios, de
inventar supuestas amenazas para justificar guerras de agresión a pequeñas
naciones, o el magnicidio y el asesinato de dirigentes sociales y políticos de
cualquier lugar del mundo, que aparezcan discordantes con los intereses
imperialistas.
Toda la
programación capitalista mundial para hacer dinero en el mes de marzo, se ha
caído, no hay espectáculos, no hay negocios, no hay cruceros, no hay fábricas
produciendo, las ciudades están en receso, bajó la contaminación, se detuvieron
las máquinas de hacer y acumular riquezas, porque los trabajadores no las ponen
en funcionamiento, en razón de que están cumpliendo con el “quédate en casa”,
por decisiones gubernamentales, aunque con el descontento de los dueños de los
medios de producción, pero en ésta ocasión si se trata de vida o muerte.
Es evidente que
los intereses capitalistas están golpeados, y también es evidente los
criminales criterios y deseos de muchos de ellos, pues a algunos se les cayó la
máscara y la mascarilla, y expresaron como lo hizo el vicegobernador de Texas,
Dan Patrick: “Los abuelos deberían sacrificarse y dejarse morir para salvar la
economía”, o lo expresado por la Directora Gerente del Fondo Monetario
Internacional, FMI, Christine Lagarde, de que: “Los ancianos viven
demasiado y eso
es un riesgo para la economía global. Tenemos que hacer algo y YA”. Al parecer
lo hicieron y lo están haciendo, a confesión de parte, relevo de pruebas, dicen
los abogados.
Esas
declaraciones fascistas, son la expresión de los intereses de clase de la
burguesía imperialista, no importa la vida de los viejos, de los ancianos, de
los pensionistas y jubilados, porque a ellos ya no se les puede explotar, de
los viejos ya no se puede obtener plusvalía, en consecuencia, ya no somos
funcionales al sistema capitalista y no hay razón de que sigamos con vida; que
coincidencia que el virus termina con la vida especialmente de los adultos
mayores. Sí le ponen un poco de atención a la vida de los que pueden trabajar,
a la fuerza laboral susceptible de ser explotada y potencialmente de producir
plusvalía, para engordar los bolsillos de los explotadores y para incrementar
desmedidamente las arcas de las empresas transnacionales.
Pero los
abuelos que deberían sacrificarse según el vicegobernador de Texas, y los
ancianos que viven demasiado según la Directora del Fondo Monetario
Internacional, no son ni los abuelos ni los ancianos de la burguesía, los que
deben morir son los abuelos y los ancianos de los sectores populares, de los
obreros y trabajadores; y no solamente lo dicen, vienen aplicando políticas en
ese sentido en todo el mundo, estableciendo una mayor edad para jubilarse,
incrementando el número de años durante los cuales se debe aportar, elevando
los porcentajes de aportación mensual a la seguridad social, privatizando la
seguridad social, pues el objetivo es hacernos trabajar hasta el último día de
nuestras vidas, es un desperdicio pagar pensiones jubilares, el que no produce
debe morir; esta amenaza no es solo a los ya jubilados, la amenaza es para
todos, pues el tiempo vuela, y los trabajadores de ahora son los jubilados de
mañana, a quienes se pretende eliminar este derecho y mejor para ellos, si de
una vez se elimina el derecho a la vida. Si podrían, establecerían que los
obreros mueran al día siguiente de su jubilación.
Los discursos
sobre la preocupación de los gobiernos capitalistas y los políticos de la
burguesía, por los adultos mayores, las declaraciones de las Naciones Unidas,
no son más que fuegos artificiales, para entretener mientras se aplican
políticas y prácticas en contra de los grupos más vulnerables de la población.
Si fuera
posible vendernos a los adultos mayores en cuerpo y espíritu, no dudarían en
vendernos con tal de hacer dinero. Por eso es que los pensionistas y jubilados
conscientes, continuamos luchando por nuestros derechos, al amparo de la Unión
Internacional de Sindicatos de Pensionistas y Jubilados, de la Federación
Sindical Mundial, la UIS de PyJ de la FSM.
Hablan de una
crisis, pero en ésta ocasión se trata de una crisis por la paralización parcial
de la producción, al tiempo que el sistema capitalista vive en reiteradas
crisis, una tras otra, pues son crisis cíclicas, periódicas, de
sobreproducción, hay demasiadas mercancías y no hay con qué comprarlas. La
actual crisis se sumará a las crisis cíclicas, profundizando las
contradicciones propias del sistema capitalista, incrementando la miseria y
evidenciando la obsolescencia del sistema y la necesidad ineludible de
cambiarlo, más allá de ganarle la batalla a la pandemia.
Lisímaco
Velasco.
Secretario de Propaganda
UIS de PyJ de la FSM
31/03/2020
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