El borrador del Sexto Informe de Evaluación del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas (IPCC) es contundente: con los datos actuales, lo peor está por llegar. Es la hora de comprometerse y luchar.
TOPOEXPRESS
¡El momento de luchar es ahora!
El Viejo Topo
7 septiembre,
2021
«La vida en la
Tierra puede recuperarse de un cambio climático importante evolucionando hacia
nuevas especies y creando nuevos ecosistemas. La humanidad no”.
Eso es lo que
dice el borrador del informe del IPCC (6º informe de evaluación, que
normalmente se espera para febrero de 2022).
El texto es
inequívoco en cuanto al umbral de peligro que no se debe cruzar: ir más allá de
1,5°C conllevará «consecuencias progresivamente graves, durante siglos, y a
veces irreversibles». Entre otros fenómenos, la dislocación de las capas de
hielo de Groenlandia y la Antártida sería irreversible a escala histórica. Sin
embargo, la desaparición de los glaciares amenazados en estas regiones (para
algunos glaciólogos, el proceso ya ha comenzado y no se detendrá) provocaría un
aumento del nivel de los océanos en unos 13 metros en los próximos siglos.
«Lo peor está por llegar»
El acuerdo de
París fijó el objetivo de «mantener el calentamiento muy por debajo de los 2 ºC
y continuar los esfuerzos para no superar los 1,5 ºC». Los expertos del IPCC no
están satisfechos con esta fórmula ambigua. Según el texto, deberíamos
quedarnos muy por debajo de 1,5°C; de hecho, «incluso a 1,5°C, las condiciones
de vida cambiarán más allá de la capacidad de adaptación de algunos
organismos», se lee en el informe. A modo de recordatorio, el aumento medio de
la temperatura con respecto a la era preindustrial es ya de 1,1°C y la
Organización Meteorológica Mundial advierte que, al ritmo actual de emisiones,
existe un riesgo del 40% de que la superación del umbral de 1,5°C en un año se
de en 2025.
“Lo peor está
por llegar», escribe el IPCC, «con implicaciones para la vida de nuestros hijos
y nietos mucho más que para la nuestra». Si no se adoptan medidas antiliberales
radicales, en diez años 130 millones de personas más caerán en la pobreza
extrema. Con 2°C de calentamiento, el número de personas hambrientas aumentará
en 80 millones para 2050, y cientos de millones de personas en las ciudades
costeras sufrirán inundaciones más frecuentes, lo que provocará una mayor
migración. Incluso con 1,5°C, el número de habitantes urbanos expuestos a la
escasez de agua aumentará en 350 millones para 2050.
Hay que repetirlo
una y otra vez: los pobres y los países pobres serán los más afectados por la
intensificación del desastre. El proyecto de informe señala que «se espera que
por encima de los 2°C los costes de adaptación para África aumenten en decenas
de miles de millones de dólares al año». ¿Quién pagará? A modo de recordatorio,
más de diez años después de la COP de Cancún (2010), los países ricos todavía
no han cumplido su promesa de pagar 100.000 millones de dólares anuales al
fondo climático destinado a ayudar a los países del Sur global. Este es uno de
los puntos conflictivos de las negociaciones de cara a la COP 26, prevista para
finales de año en Glasgow. Así, lentamente, con la discreción cuidadosamente
mantenida por el personal financiero y político, se está preparando un crimen
contra la humanidad sin precedentes. Un crimen contra los pobres, que no tienen
casi ninguna responsabilidad en el cambio climático.
¡Es hora de luchar!
El texto
filtrado a la prensa no es el borrador del informe propiamente dicho, sino el
borrador del Resumen para Responsables Políticos. La práctica habitual del IPCC
-un organismo intergubernamental, no lo olvidemos- es que este resumen sea
objeto de negociaciones -a menudo feroces- entre los científicos que redactaron
el informe completo y los representantes de los Estados. Parece probable que
quienes filtraron el documento lo hicieron para que el texto original circule
antes de que los representantes de los Estados impongan la suavización o
eliminación de las formulaciones más alarmantes. Esta hipótesis es muy
probable, porque el lobby capitalista de los combustibles fósiles lleva décadas
esforzándose por negar o minimizar el peligro y dispone de poderosos resortes
políticos (por ejemplo, China y Arabia Saudí han conseguido que la prensa y las
ONG no asistan a los debates preparatorios de la COP 26). La filtración es, por
tanto, una doble señal de alarma: por un lado, sobre la extrema gravedad de la
situación objetiva; por otro, sobre el peligro de que la versión final oculte
en parte esta extrema gravedad a la opinión mundial.
Sea como fuere,
no hay que escurrir el bulto: más que nunca, los movimientos sociales deben
hacer sonar la alarma con toda su fuerza y movilizarse lo más ampliamente
posible para obligar a los Estados a adoptar inmediatamente las medidas
radicales indispensables para estabilizar el calentamiento muy por debajo de
1,5°C, basadas en la justicia social y la justicia Norte-Sur (respeto estricto
del principio de «responsabilidad común pero diferenciada»). Sin juego de
manos, sin rebasamiento temporal, sin recurrir a tecnologías de
aprendiz de brujo y desplegando únicamente medidas compatibles con la
protección imperativa de la biodiversidad.
«Cero emisiones netas», una política criminal
Pero seamos
claros: este no es en absoluto el escenario que traman los gobiernos cuando nos
prometen la «neutralidad del carbono» (o «cero emisiones netas»)[1] para
2050. En el mejor de los casos, estos gobiernos preparan un escenario de
«rebasamiento temporal» de 1,5°C con el incremento de las «tecnologías bajas en
carbono» (nombre en clave de la energía nuclear) y el despliegue de las
llamadas «tecnologías de emisiones negativas». Aunque la mayoría de estas
tecnologías sólo están en fase de prototipo o de prueba, se nos hace creer que
enfriarán el planeta eliminando enormes cantidades de CO2 de la
atmósfera en la segunda mitad del siglo y almacenándolo bajo tierra. En
realidad, estos escenarios de ciencia-ficción sólo pretenden mantener intacta
la vaca sagrada del crecimiento capitalista y proteger los beneficios de los
principales responsables del desaguisado: las multinacionales del petróleo, del
carbón, del gas y de la agroindustria.
El reciente
informe de la Agencia Internacional de la Energía (AIE) sobre «emisiones netas
cero» señala el camino de esta política criminal. De hecho, según la AIE, para
esperar alcanzar las «emisiones netas cero» en 2050 sin tocar el crecimiento,
necesitaríamos: duplicar el número de centrales nucleares; aceptar que una
quinta parte de la energía mundial siga procediendo de la quema de combustibles
fósiles, que emiten 7,6Gt de CO2/año; capturar y almacenar esas
7,6Gt de CO2 bajo tierra cada año en depósitos geológicos (cuya
estanqueidad no puede garantizarse); dedicar 410 millones de hectáreas al
monocultivo de biomasa energética (¡lo que equivale a un tercio de la
superficie agrícola en cultivo permanente!); duplicar el número de grandes
presas; destruir todo -incluso la Luna- para monopolizar las «tierras raras»
indispensables para las «tecnologías verdes», etc.
Con variantes,
es esta insana política productivista la que aplican los países y grupos de
países que ahora se precipitan hacia el capitalismo verde… Su
objetivo no es salvar el planeta, sino ofrecer a los capitalistas la mayor
cuota posible de mercado de las nuevas tecnologías, la mayor cuota posible de
beneficios… ¿Es necesario señalar que esto implica también, para atraer
a los inversores, continuar con las políticas neoliberales de destrucción
de los derechos sociales y democráticos?
Ecolo-groen, portadores de agua del capitalismo verde
La voluntad
declarada del gobierno belga de salir de la energía nuclear no debe inducir a
error: efectivamente, actúa en este marco neoliberal del capitalismo
verde. Utilizar las centrales de gas para compensar las centrales nucleares
es un crimen contra el clima y un insulto a las decenas de miles de jóvenes que
se manifestaron en nuestro país en respuesta al llamamiento de Greta Thunberg.
Ofrecer millones de euros a las multinacionales de la energía que construirán
estas centrales inútiles y dañinas es un insulto a los cientos de miles de
trabajadores sometidos a una asfixiante austeridad salarial. Capturar el CO2 producido
por estas centrales y enterrarlo en los acuíferos del Mar del Norte (¿a costa
de quién?) es tan irresponsable con las generaciones futuras como enterrar los
residuos nucleares en capas geológicas profundas, como en Bure (en Francia) o
en otros lugares. Y la compra de derechos de emisión, de la «compensación
de carbono en el Sur global es tan colonialista como el saqueo directo
de los recursos de estos países en la época de Leopoldo II y sus sucesores.
Lo que
necesitamos es otra política. Una política social y ecológica que rompa con
este crecimiento capitalista que genera tanta desigualdad y destrucción… que
genera y generará aún más desigualdad y destrucción. El productivismo es un
callejón sin salida. Ya es hora, para nosotros y sobre todo para nuestros
hijos, de derribar los muros que nos impiden inventar otro futuro, uno que
valga la pena vivir. La manera de vivir mejor, de vivir bien-Buen vivir, el
camino hacia un futuro posible y deseable es producir menos, consumir menos,
transportar menos, compartir más y cuidar. Compartir la riqueza, el trabajo
necesario, el tiempo y el espacio, a escala planetaria; cuidar a los humanos, a
los no humanos y a los ecosistemas, a escala planetaria. O abrimos este camino
anticapitalista a través de nuestras luchas, de la articulación de nuestras
luchas, o seguiremos hundiéndonos en la oscuridad de una terrible catástrofe.
El 10 de
octubre tendrá lugar en Bruselas una gran manifestación por el clima. Reunamos
todas las fuerzas, todos los colectivos, todos los individuos -feministas,
sindicalistas, antirracistas, ecologistas- que estén dispuestos a dirigirla en
esta dirección.
Nota:
[1] Ver https://www.elviejotopo.com/topoexpress/aie-perro-guardian-de-los-fosiles/
Fuente: Gauche Anticapitaliste. Traducido
por Viento Sur.