La
extradición de Assange es otra pieza de la explicación controlada
Por Paul Craig Roberts
KAOS EN LA RED / Por Otros
medios
28.04.2022
Los gobiernos
corruptos de EE.UU. y Gran Bretaña, con la gran ayuda y complicidad de los
periodistas mainstream occidentales, han destruido la
protección del periodismo según la Primera Enmienda. La extradición de
Julian Assange a Estados Unidos para ser juzgado por espionaje señala el fin de
la prensa libre como método para exigir responsabilidades al gobierno. A
partir de ahora, cualquier periodista que publique una historia filtrada
desfavorable para el gobierno puede ser procesado como espía.Durante la guerra
de Vietnam, el gobierno estadounidense lo intentó con Daniel Ellsberg y
el New York Times, pero no pudo salirse con la suya. Pero los
tiempos han cambiado. El Ellsberg de hoy -Julian Assange- y el New
York Times de hoy -Wikileaks- son demonizados como espías al servicio
de la inteligencia extranjera.
The New York Times y The
Guardian, que publicaron parte del material de Wikileaks filtrado
supuestamente por Chelsea Manning, se libraron de ser procesados en el caso al
ponerse en contra de Assange y ayudar a Washington a demonizarlo. El
resto de los medios de comunicación mainstream se unieron,
incluyendo Wikipedia, que informa falsamente de la situación como lo hace con
la mayoría de los asuntos que se han convertido en controversias. Hoy
casi nadie conoce la verdadera historia.
Los problemas de
Assange comenzaron cuando dos mujeres suecas, atraídas por su celebridad, lo
llevaron a su casa. Una de las mujeres se preocupó por un episodio de
sexo sin protección y pidió a Assange que se tranquilizara haciéndose un test
de del SIDA. Él se negó tontamente. La mujer preguntó a la policía
si se le podía ordenar que se hiciera la prueba. Fue esta pregunta, y no
una acusación de violación por parte de ninguna de las mujeres, la que dio lugar
a la investigación policial por violación. La fiscalía sueca investigó y,
como no había cargos ni pruebas de violación, cerró el caso. Assange era
libre de salir de Suecia.
Se fue al Reino Unido.
Inexplicablemente, pero tal vez por la insistencia de Washington, otro fiscal
sueco logró reabrir la investigación cerrada y emitió una solicitud de
extradición para que Assange fuera devuelto a Suecia para ser
interrogado. No se presentaron cargos contra Assange.
Como a Assange se le
buscaba para interrogarle, no para acusarle de nada, la ley de extradición no
es aplicable. Pero Washington sabía que los tribunales británicos
responderían a la presión de Washington.
Al darse cuenta de que
no tenía ninguna protección bajo la ley ya que Washington puede anular la ley a
su antojo, Assange huyó a la embajada de Ecuador y se le dio asilo.
Residió en la embajada desde 2012 hasta 2019, cuando un cambio de gobierno en
Ecuador permitió a Washington comprar la retirada del asilo de Assange.
Mientras tanto, la segunda fiscal sueca había abandonado su investigación al no
existir pruebas. Pero ahora que Assange estaba en manos británicas,
Washington podía hacer que lo transfirieran a sus garras.
Desde 2019, Assange ha
estado retenido en el Reino Unido en unas condiciones que los activistas de
derechos humanos califican de tortura mientras se desarrollaban las audiencias
de extradición pro forma. Ayer [20 de abril], después de una década de
persecución y encarcelamiento de una u otra forma, el Reino Unido, un estado
títere estadounidense obediente, cumplió con las instrucciones de su amo y
aceptó extraditar a Assange a Estados Unidos para ser juzgado como espía por
ejercer los derechos de la prensa libre.
El caso, por supuesto,
no tiene nada que ver con el espionaje. El gobierno de Estados Unidos quiere
vengarse y ha pasado por encima de todas las leyes conocidas para
vengarse. A los ojos del gobierno, la publicación por parte de Wikileaks
de documentos oficiales que mostraban los crímenes de guerra de EE.UU. y el
engaño intencionado a los aliados de EE.UU. desafió el control de Washington
sobre las narrativas. Washington llegó a la conclusión de que no podía
operar en un mundo de libertad de prensa y optó por destruir la protección del
periodismo de la Primera Enmienda.
Los medios de comunicación
estadounidenses, británicos y occidentales participaron voluntariamente en la
destrucción de su derecho a informar. Posiblemente Assange vivirá lo
suficiente después de su condena, lo que dada su demonización es seguro, para
que su caso llegue al Tribunal Supremo de Estados Unidos y se anule su condena
por motivos constitucionales. Por otro lado, al igual que los tribunales
británicos responden a las presiones de Washington, también lo hacen los
tribunales estadounidenses. Al igual que el poder ejecutivo ha reducido
el Congreso de EE.UU. a una situación de casi impotencia, el gobierno federal
ha reducido la independencia y el valor del poder judicial. El propio
Tribunal Supremo se está politizando, como demuestra el último nombramiento.
En los Estados Unidos de hoy, los derechos, o quizás más precisamente los
derechos especiales, son las prerrogativas de las personas de color, y los
estadounidenses blancos sufren discriminación y disminución de los derechos
ante la ley en las admisiones universitarias, la contratación, la promoción, el
lavado de cerebro en la formación de sensibilidad, y en una serie de formas
adicionales.
Los Padres Fundadores
confiaban en una prensa libre protegida por la Primera Enmienda para exigir
responsabilidades al gobierno, al igual que confiaban en la separación de
poderes. Todas estas salvaguardias se han erosionado. La
consecuencia es que ahora nos enfrentamos a la tiranía de un gobierno que no
rinde cuentas y que puede controlar todas las explicaciones.
Fuente: Sin Permiso
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