Abdelfattah fue
secretario general del partido Balad. Ese partido forma parte de la Lista
Conjunta de varios partidos árabe-israelíes en la oposición en el parlamento
israelí. No plantea la solución de los dos estados sino de uno con libertad
para todos.
Los dos estados no son la solución
El Viejo Topo
3 diciembre, 2023
ISRAEL Y PALESTINA: GENOCIDIO Y LA ILUSIÓN DE LOS DOS ESTADOS
Hablar de una solución de dos Estados es absurdo mientras el régimen israelí, respaldado por Estados Unidos, siga exterminando a los palestinos de Gaza.
Para muchos palestinos, hablar de una solución de dos Estados, o de cualquier
otra resolución política al actual conflicto colonial, suena a lujo, dada la
urgente necesidad de salvar a 2,3 millones de personas en Gaza del ataque
masivo de Israel.
Detener la guerra genocida de Israel es una prioridad absoluta para el pueblo
palestino y para todas las personas con conciencia. Por ello, los nuevos
discursos del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, sobre la ilusión de los
dos Estados son poco más que una distracción de las atrocidades sin precedentes
que está perpetrando Israel, con el respaldo de Washington.
La reavivada retórica estadounidense sobre este tema, enmarcada como una visión
que se perseguirá al día siguiente de que termine la guerra genocida, está
condicionada a la consecución del plan militar de Israel para expulsar a Hamás
de Gaza, sin importar cuántos civiles mueran o sean desplazados a la fuerza en
el proceso, o cuánta devastación se desate en el territorio.
Estamos pasando de una fase en la que el mantra de la solución de los dos
Estados se ha utilizado para encubrir la colonización israelí de Cisjordania y
Jerusalén Este, a otra que implica el exterminio de palestinos en Gaza, que se
ha convertido en el mayor campo de concentración al aire libre del mundo.
Todo ello justificado por la necesidad de eliminar el supuesto mayor obstáculo
para la paz.
Resulta absurdo unir dos trayectorias tan contradictorias: una que habla de paz
y otra que implica el proceso continuo de exterminio de un grupo de personas
que supuestamente se beneficiarán del proceso de paz.
Pero semejante propuesta no es en absoluto desconocida en el contexto de la
historia de Estados Unidos, que comenzó con el exterminio de la población
indígena y se extendió a Irak y Afganistán en el siglo XXI. Se trata de un
diseño, basado en la suposición de que éste es un momento oportuno para seguir
adelante con un plan cuyo principal objetivo es garantizar la seguridad de
Israel y reconstruir las alianzas regionales de Washington.
¿REAL CAMBIO DE POLÍTICA?
La Administración estadounidense, aturdida por la operación de Hamás al estilo «conmoción y pavor», quiere aprovechar la creciente debilidad del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, dada su incapacidad para defender a sus propios ciudadanos y desmantelar a Hamás, con el fin de que Israel y la Autoridad Palestina (AP) vuelvan a la mesa de negociaciones.
Pero, ¿qué significa realmente invocar la solución de los dos Estados tras
tantos años de abandono y la consiguiente destrucción y sufrimiento infligidos
a un pueblo colonizado? ¿Se traducirá en un cambio real de la política
estadounidense?
¿Y sigue siendo la solución de los dos Estados una opción seria o viable, dado
el arraigado proyecto de los colonos en Cisjordania y Jerusalén Este ocupadas,
y el creciente fanatismo y la tendencia al fascismo exacerbados por la guerra
actual? ¿Es la versión de Washington de la solución de dos Estados la misma a
la que aspiran los dirigentes palestinos, y está dispuesto Estados Unidos a
ejercer una presión real sobre Israel?
La atmósfera reinante en medio de la guerra de Gaza y el repunte del odio entre
palestinos e israelíes son extremadamente desalentadores. Es difícil estimar
cuánto se ha profundizado la división, o si cualquier conversación sobre una
solución política que ofrezca siquiera un mínimo de derechos al pueblo
palestino es siquiera relevante en estos tiempos.
Es probable que la sociedad israelí salga de esta guerra con una voluntad aún
menor de aceptar cualquier compromiso con los palestinos, especialmente desde
que el régimen israelí ha enmarcado el ataque del 7 de octubre como algo
desconectado de las graves injusticias históricas que ha infligido a los
palestinos.
Peor aún ha sido la removilización de la sociedad israelí, engañada para que
apoye una mentalidad descaradamente genocida arraigada en la ideología
sionista. Las políticas coloniales de Israel deshumanizan al pueblo palestino,
y la eliminación de la cultura y la historia palestinas desde 1948 se considera
el cumplimiento de una promesa divina o un imperativo nacional.
En los últimos
años, parte de la sociedad israelí y de los principales medios de comunicación
se han vuelto cada vez más racistas e insensibles al sufrimiento palestino. Por
eso los palestinos han intensificado su lucha de resistencia, a pesar de tener
que hacer enormes sacrificios. Esta lucha por la justicia, la descolonización y
la liberación no terminará nunca; por eso los palestinos de Gaza se niegan a
abandonar su patria, incluso después de 16 años de cruel asedio israelí.
INTERMEDIARIO PARCIAL
Incluso después de que termine la guerra actual, el conflicto más amplio continuará mientras no haya una solución justa. Cuando esta ronda de enfrentamientos amaine, comenzará la diplomacia, pero este proceso será difícil y prolongado, y un gran desafío para los palestinos, porque Estados Unidos nunca ha sido un intermediario imparcial.
Si Israel consigue debilitar a Hamás y apartarlo del poder en Gaza, como
pretende, Estados Unidos tendrá que garantizar la sustitución del gobierno
israelí de extrema derecha por una administración dispuesta a tratar con la
Autoridad Palestina, que ha estado actuando como subcontratista de la ocupación
israelí.
Pero es difícil prever un verdadero cambio en la postura de Israel respecto a
los derechos de los palestinos, en medio de las inminentes luchas internas por
una prevista revisión judicial, que probablemente se exacerbarán tras el
fracaso masivo de Netanyahu el 7 de octubre. Un cambio de este tipo sólo se
producirá tras una presión interna continuada, a saber, la contrarresistencia
palestina y progresista, y una auténtica presión internacional.
Los palestinos saldrán de esta guerra habiendo soportado otra horrible
catástrofe humanitaria, de una magnitud sin precedentes desde la Nakba de 1948.
Sin embargo, gracias a su resistencia y a su notable firmeza, también habrán
logrado importantes avances en términos de apoyo y simpatía por su causa en todo
el mundo, sobre todo en los países occidentales cuyos gobiernos apoyaron
vergonzosamente la guerra genocida de Israel.
La posición de Israel en el mundo se ha visto aún más socavada, sus mentiras y
mitos han quedado en gran medida derribados. Ha surgido una nueva generación
con una nueva conciencia y conocimiento de la justicia de la causa palestina.
Esta generación más joven seguirá cuestionando a sus gobiernos por sus
fracasos, su imperialismo y su complicidad con los crímenes de guerra.
El mundo está siendo testigo de otra oleada de políticas alternativas de base,
centradas en la justicia, la liberación y la igualdad. Los líderes y activistas
de este movimiento global en constante expansión ven la lucha palestina como
una extensión de sus propias batallas por la justicia en casa.
Los palestinos volverán a enfrentarse al reto de cómo unirse y aprovechar estos
logros. La mayoría de los palestinos ya no creen en la solución de los dos
Estados, pues el régimen sionista ha demostrado en repetidas ocasiones sus
intenciones genocidas y colonizadoras. El lema «Palestina será libre del río al
mar» se convertirá en parte integrante del discurso palestino, y los intentos
de criminalizarlo fracasarán.
No se trata de un lema genocida, sino de un noble objetivo que reclama la
liberación de los palestinos del brutal apartheid y la liberación de la
sociedad israelí del sionismo, permitiendo que tanto palestinos como judíos
vivan juntos en una entidad igualitaria.
Artículo
seleccionado por Carlos Valmaseda para la Miscelánea de Salvador López Arnal
Fuente: https://www.middleeasteye.net/