La guerra de Israel en Gaza es
uno de los peores crímenes de la historia
Rebelion
09/08/2025
Fuentes: Jacobin [Imagen: entrega de alimentos en la ciudad de Gaza el 2 de agosto de 2025 (Abdalhkem Abu Riash / Anadolu vía Getty Images)]
Traducido para Rebelión por Paco Muñoz de Bustillo
La guerra de Israel en Gaza combina una tasa de mortalidad asombrosamente
alta, una violencia estremecedora contra la infancia, una destrucción física
sin precedentes y, ahora, una hambruna provocada histórica. El mundo,
objetivamente hablando, nunca ha visto algo así.
Para intentar
comprender lo mal que están las cosas en Gaza, tienes que pensar en todas las
personas con las que creciste y a quienes llegaste a conocer: tu madre, tu padre
y tus hermanos, pero también tus abuelos, tías, tíos, primos; los amigos con
que jugabas cuando eras niño y los amigos de amigos que conociste desde
entonces; tus vecinos, tus compañeros de la escuela, el comerciante con el que
compartiste una broma o el dueño del restaurante que te apreciaba y siempre te
daba algo extra con tu pedido.
Ahora imagina
que todos han desaparecido. Quizás murieron en ataques aéreos; así murió
toda tu familia, sepultada bajo los escombros de tu casa con
tus hermanos, tus padres, tu abuela, tu perro, dejándoos con vida,
milagrosamente, solo a ti y a tu hermana menor. En un instante, todo el mundo
que conoces desaparece, y lo mismo ocurre con tus vecinos y amigos. Ellos
también están muertos, junto con sus familias, y si alguno sobrevivió no lo
sabrás, porque tienes que irte de allí.
Durante el
siguiente año y medio, tú y tu hermanita tenéis que desplazaros tres veces más,
montando tiendas de campaña improvisadas y abandonándolas para caminar
kilómetros y kilómetros hasta la siguiente «zona segura», aunque has oído que
también las bombardean. La muerte está por todas partes y pasas horas
intentando encontrar comida o agua potable cada día para mantener con vida a tu
hermana pequeña, quien, mientras tanto, ha perdido ambas piernas en otro
bombardeo al que tú sobreviviste, y cuya mano sujetaste mientras se las
amputaban porque los hospitales se habían quedado sin anestesia.
No sabes qué ha
pasado con la mayoría de las personas que conociste en tu vida, o lo que es
peor, a veces lo descubres. Pero al cabo de un año el lugar donde creciste ya
no existe: la calidez familiar de tu hogar, la escuela donde pasaste tu
infancia, la universidad donde te graduaste, las calles por las que montabas en
bicicleta, los lugares donde jugabas de pequeño, las casas de tus amigos donde
celebrabas cumpleaños, el lugar donde fuiste a tu primera cita; todo ha
desaparecido, reemplazado por una interminable extensión gris de ruinas carbonizadas.
Ahora ha llegado la hambruna y llevas días sin comer. Has oído que disparan en los puestos de socorro, pero tu hermanita está muy enferma y se ha convertido en un esqueleto, así que no tienes más remedio que acudir allí. Mientras te abres paso entre la multitud sudorosa y desesperada de gente como tú que pide un saco de harina, oyes disparos y caes al suelo. Tus últimos pensamientos son para tu hermanita hambrienta y para quién la cuidará ahora.
Los palestinos
continúan regresando a las ruinas del refugio del campo de refugiados de
Nuseirat, en ciudad de Gaza. 23 de enero de 2025 (Ashraf Amra / Analou via
Getty Images)
Esta no es una
historia real, no es algo que le ocurrió a una persona específica. Pero sí
describe —como verán, en términos más bien suaves, si cabe— las consecuencias
reales que han sufrido las personas y la sociedad de Gaza durante los últimos
casi dos años.
Dos meses
después del inicio de la guerra, Jacobin advirtió que,
acorde con la montaña de hechos, cifras y testimonios horrorosos recogidos, lo
que estábamos presenciando en Gaza no era «solo otra guerra terrible», sino
algo completamente diferente. Han pasado diecinueve meses desde entonces, y
ahora está más claro que nunca que lo que Israel ha hecho en Gaza es
—objetivamente, según las cifras— una de las peores cosas que cualquier grupo
de seres humanos ha hecho a otro grupo de seres humanos en la historia moderna.
Un hito de crueldad tras otro
Las palabras
«sin precedentes» y «el peor de la historia» se escuchan con frecuencia en
Gaza, generalmente en boca de funcionarios, médicos, cooperantes, expertos y
otras personas que han dedicado su carrera a observar algunas de las peores
zonas de guerra de la historia de la humanidad. Estos calificativos están
respaldados por las cifras.
Apenas tres meses después del inicio de la guerra, la tasa promedio de mortalidad a manos del ejército israelí, de 250 muertes diarias, ya era peor que la de cualquier conflicto armado importante de este siglo, incluyendo Ucrania, Irak y Yemen. La siguiente en importancia, la notoriamente sangrienta guerra civil siria, tuvo una tasa de 96,5 muertes diarias, menos de la mitad. Para encontrar un conflicto cuyos primeros cien días fueran tan mortíferos como el de Gaza, hay que remontarse al genocidio de Ruanda en 1994. Los demás conflictos no se acercan ni de lejos.
Una columna de
humo se alza sobre los edificios destruidos en el norte de la Franja de Gaza el
13 de enero de 2025 (Menahem Kahana / AFP via Getty Images)
Desde entonces,
la tasa de mortalidad se ha “desacelerado”, aunque en realidad esto sea así
solo porque la
destrucción sistemática de los hospitales de Gaza por parte de Israel ha dificultado el seguimiento del
número de muertos. Sin embargo, si utilizamos la cifra oficial de muertos a 30
de julio (que ha superado los
60.000 y es casi seguro una subestimación drástica),
aún tenemos una tasa de mortalidad de 91 gazatíes por día, más alta que la de
todas las guerras excepto la de Siria. Como señaló Peter
Beinart , esto también significa que cada día mueren más palestinos que las
personas asesinadas en algunas de las masacres más famosas de la historia,
incidentes que conmocionaron la conciencia colectiva del mundo y desencadenaron
un cambio radical en las políticas y las actitudes: masacres como la de
Sharpeville en Sudáfrica (69 muertos) o el Domingo Sangriento en Irlanda del
Norte (26 muertos).
Pero ni
siquiera se trata solo de la magnitud de la matanza, sino de quiénes están
siendo asesinados. Después de un año, el número de linajes familiares que
habían sido completamente exterminados —borrados
del registro civil de Gaza, sin un solo pariente vivo y con el apellido
familiar desaparecido permanentemente— era de 902. Se trata de la cifra más
baja de múltiples estimaciones.
Casi 3.500 familias tenían solo dos miembros supervivientes, mientras que 1.364
tenían solo uno. En ocasiones Israel ha asesinado a
tres o cuatro generaciones de una misma familia en un solo
ataque aéreo . Esto ha sucedido en otras guerras ,
pero ni remotamente a esta escala.
Israel ha
asesinado a una proporción excepcionalmente
alta de civiles. Para septiembre de 2024, cuando el número de
muertos era mucho menor que el actual, ya habían
muerto más mujeres y niños que en el mismo período de cualquier
otro conflicto de las dos últimas décadas.
Tomemos una
estimación extremadamente conservadora, que excluye los cuerpos que aún no han
sido identificados y acepta la absurda afirmación de
Israel de que ha matado a 20.000 combatientes de Hamás (lo que, de ser cierto,
significaría que casi todos los hombres que ha matado eran de Hamás). Al 30 de
julio, eso situaría el número de mujeres, niños, ancianos y hombres no
pertenecientes a Hamás muertos en el 64% del total de
muertos en Gaza . Esta gran subestimación aún situaría a Gaza
por encima de la mayoría de los peores
conflictos de los últimos setenta años en términos del
porcentaje de no combatientes muertos —incluidos Vietnam, las guerras de
Yugoslavia, Siria y Yemen— y muy por encima del promedio del 50% que
prevaleció en las guerras de los siglos XVIII al XX.
La violencia
infligida a los niños en particular ha
sido extraordinaria. Apenas cuatro meses después del inicio del genocidio, Gaza
tenía, con diferencia, la peor tasa de
muertes infantiles de cualquier conflicto reciente: casi diez veces la de Siria
y cuarenta y cinco veces la de Yemen. Al 30 de julio, esa tasa era de un
niño muerto cada hora o, como lo explicó el director ejecutivo de
UNICEF, «una clase entera de niños muertos todos los días durante casi dos años».
Eso incluye a miles de
bebés y niños menores de dos años. Cuando el pasado junio el Ministerio de
Salud de Gaza publicó una
lista actualizada y detallada de todas las personas muertas en la guerra,
ordenadas del más joven al más viejo, se necesitaron once páginas y 486 nombres
para encontrar al primer niño mayor de seis meses.
Tres meses
después del inicio de la guerra, un promedio de más de diez niños al día habían
perdido una o ambas piernas en Gaza, que ahora alberga a
más niños amputados per cápita que cualquier otro lugar del mundo. Debido al
asedio de Israel, muchas,
si no la mayoría, de esas amputaciones de realizaron sin anestesia. Algunos de
estos niños se encuentran entre los más de 17.000 huérfanos
creados por la guerra. Se ha tenido que acuñar un término completamente nuevo
para esta guerra: WCNSF, siglas que en inglés significan Niño Herido Sin
Familia Sobreviviente, debido a lo habitual que se ha vuelto dicho fenómeno en
esta guerra. Los médicos visitantes han informado que estos
niños, que tienen lesiones profundas y nadie para cuidar de ellos, solo desean
morir.
La evidencia
muestra que los niños de Gaza han sido blancos deliberados del sadismo.
Hay multitud de informes de profesionales
de la salud a lo largo de más de un año que
cuentan haber tratado a
niños que habían recibido disparos deliberados en la cabeza, el
cuello, el pecho y los testículos, diciendo que parecía que los soldados
israelíes los estaban utilizando como «práctica de tiro». Los soldados israelíes
han utilizado a
niños pequeños como escudos humanos, y cientos de niños de Gaza han sido
arrestados y detenidos en cárceles israelíes, siendo muchos de ellos torturados. Esto se suma a
la tortura regular y generalizada de los adultos de Gaza
detenidos, docenas de
los cuales han muerto bajo una tortura que ha incluido el uso de descargas eléctricas, perros de
ataque y una violencia
sexual tan extrema que dejó a las víctimas hospitalizadas .
Ahora, con el 100% de la población enfrentándose a una inseguridad alimentaria aguda, el número de muertes en Gaza, y en particular de niños, está a punto de dispararse aún más. Un experto sobre el tema ha afirmado que «desde la Segunda Guerra Mundial no hay ningún caso de hambruna tan minuciosamente planificada y controlada», y que ya se ha cobrado oficialmente decenas de vidas, otro recuento por debajo de la cifra real que podría representar tan solo el 10% del total.
Palestinos
desplazados de los refugios de Beit Hanoun llegan a Jabalia, al norte de la
Franja de Gaza el 12 de noviembre de 2024 (Omar al-Qattaa / AFP via Getty
Images)
Miles de niños
han superado el
punto de no retorno y morirán o quedarán con discapacidades permanentes en las
próximas semanas y meses. El director de emergencias del Programa Mundial de
Alimentos de la ONU ha declarado que
“no se puede comparar con nada que hayamos visto en este siglo”, tan solo
con hambrunas del siglo XX de hace decenas de años.
Se trata de
otro hito de inusitada crueldad en la guerra de Israel, mientras su ejército ha
seguido masacrando cada día a docenas de palestinos con bombas y balas.
Devastación física sin precedentes
Pero no es solo
la matanza masiva lo que distingue a Gaza. Es la magnitud de su devastación
física, que supone una inmensa y sistemática campaña de destrucción dirigida
contra toda estructura e institución que posibilite la vida organizada en el
enclave.
Para febrero de
2025, el 92 % de
las viviendas de Gaza habían resultado dañadas o destruidas, y dos tercios del
total de viviendas del territorio quedaron destruidas. Según
Naciones Unidas, esta destrucción “sin precedentes” no se había
visto desde la Segunda Guerra Mundial y su restauración tardaría al menos
quince años si la guerra terminara de inmediato, y esto lo afirmó hace catorce
meses.
En tan solo un
mes, debido al asedio israelí que impidió el suministro de electricidad y
combustible a Gaza, sus cinco plantas de tratamiento de aguas residuales y la
mayoría de sus estaciones de bombeo de aguas residuales fueron
cerradas , lo que provocó que las aguas residuales sin tratar
contaminaran las aguas costeras, el suelo y el agua dulce. Después de un
año, el 70 % de
sus plantas de agua y saneamiento resultaron dañadas o destruidas. En junio
pasado, solo el 49 % de
sus instalaciones de producción de agua potable seguían funcionando.
Hemos tenido
que emplear términos que rara vez o nunca habíamos oído antes para describir lo
que ha sido dañado o destruido en Gaza: “urbicidio”,
para el 92% de
las carreteras principales y el 70% de todas
las estructuras ; “escolasticidio”,
para el 90% de
las escuelas y universidades de Gaza; “domicidio”,
para la mayoría de
los hogares que han sufrido la destrucción total; “ecocidio”,
para lo que la ONU llamó el
daño “sin precedentes” y posiblemente “irreversible” a sus ecosistemas
naturales.
Ese ecocidio incluye, a partir de abril de 2025 , daños al 83 % de las tierras de cultivo de Gaza y la muerte del 95 % de su ganado vacuno y de aproximadamente dos quintas partes de sus ovejas y cabras. El norte de Gaza, dos terceras partes de cuyo territorio estaba formado por tierras agrícolas, se ha convertido en un páramo. Junto con el bombardeo de su único molino de trigo, el cierre de todas sus panaderías, la destrucción del 72 % de su flota pesquera y el cierre general de su sector pesquero, representa la aniquilación de la capacidad de Gaza para alimentarse, ahora y en el futuro.
Funeral de
Hossam Shabat, periodista palestino asesinado el 24 de marzo de 2025 en Gaza
(Ahmed Al-Arini / Anadolu vía Getty Images)
También ha
tenido el efecto perverso de hacer que los gazatíes dependan casi
por completo de la ayuda, a la que Israel ha convertido en lo
que un ex boina verde que trabajó allí describió como «trampas
mortales», donde un promedio de dos
docenas de palestinos mueren al día al ser atacados deliberadamente con fuego real mientras esperan
comida . Este también es un espectáculo sin precedentes.
Más de la mitad de los
sitios de patrimonio cultural de Gaza y un tercio de
sus mezquitas han sido dañados o destruidos, aunque algunas estimaciones
son mucho más
altas. Eso incluye los dos edificios más antiguos de la franja: la
sagrada y centenaria Gran Mezquita
de Omari, casi totalmente destruida en un ataque aéreo; y los Baños
Samaritanos, construidos por una antigua comunidad que se dice desciende
de las tribus bíblicas de Israel y que los israelíes modernos bombardearon y
arrasaron. La destrucción de artefactos culturales por parte de grupos como los
talibanes y el ISIS fue un pilar clave para argumentar que eran una amenaza
global peligrosa, mientras que la destrucción de la cultura judía por parte de
los nazis se considera, incluso por parte del
Museo Conmemorativo del Holocausto de EE.UU. parte fundamental
de su esfuerzo general por exterminar a los judíos de Europa.
El ataque de
Israel al sector sanitario de Gaza ha sido particularmente brutal. Al
menos el 94 % de
los hospitales de Gaza han resultado dañados o destruidos, y el último hospital
plenamente operativo del territorio quedó parcialmente destruido el
pasado abril. Casi la mitad ya no funciona. Esto equivale aproximadamente a
nueve años de guerra en Yemen (50 % sin
funcionar) y es significativamente superior a Siria (37 %),
Ucrania (37,5 %)
e Irak (7% parcialmente
destruido en la invasión de 2003).
Los hospitales,
al igual que los sitios de patrimonio cultural y las escuelas, están protegidos
en tiempos de guerra, y los ataques contra ellos se consideran tan inadmisibles
que, cuando la administración Obama bombardeó accidentalmente
un hospital afgano en 2015, el Pentágono buscó desesperadamente una excusa, se
iniciaron tres investigaciones, el presidente se disculpó personalmente
y 16 personas fueron sancionadas.
Fue un escándalo mundial de gran magnitud.
Israel, por el
contrario, ha admitido y
justificado sus cientos de
ataques deliberados contra hospitales, al igual que lo ha hecho con sus ataques
a escuelas y lugares
religiosos .
Los
trabajadores sanitarios también están protegidos; sin embargo, en dos meses,
Israel ha asesinado a
más trabajadores sanitarios en Gaza que en todos los conflictos del
mundo en un solo año desde 2016. Esa cifra ha
aumentado aún más desde
entonces. Incluso en el extremo inferior de las estimaciones, los 557
trabajadores sanitarios asesinados en
Gaza entre el 7 de octubre de 2023 y el 30 de julio de 2025 representan poco
más de un tercio del total de
trabajadores sanitarios asesinados a nivel mundial durante
los ocho años previos a la guerra. Esto se suma a los cientos de
trabajadores sanitarios secuestrados por soldados israelíes, algunos de los cuales fueron torturados hasta la
muerte.
En vísperas del
primer año de guerra, Israel bombardeó,
en promedio, un punto de distribución de ayuda y un almacén cada quince días,
una escuela y un hospital cada cuatro días, una tienda de campaña y otro
refugio temporal cada diecisiete horas, y una casa cada cuatro horas. Como
resultado, Israel ha acumulado un récord tras otro en términos de muertes: el
mayor número de trabajadores
sanitarios asesinados en al menos una década, el mayor número de personal de la ONU asesinado
en la historia, la guerra más mortífera para los
trabajadores humanitarios jamás registrada y
la más mortífera de la historia para los
periodistas : más reporteros asesinados que
en las últimas siete grandes guerras con participación estadounidense juntas ,
incluyendo las dos Guerras Mundiales y la Guerra de Secesión.
Bombardeos a una escala incomprensible
Gran parte de esto se debe a lo que ha sido una campaña de bombardeos inusualmente intensa e indiscriminada.
Vista aérea de
la destrucción generalizada tras la entrada en vigor del acuerdo de alto el
fuego en la Franja de Gaza el 21 de enero de 2025. (Mahmoud Sleem / Anadolu vía
Getty Images)
Según
las estimaciones más bajas , desde el
inicio de la guerra Israel ha lanzado más de 70.000 toneladas de bombas sobre
Gaza. Esto equivale aproximadamente
a seis bombardeos como el de Hiroshima en un área de menos de la mitad del
tamaño de Hiroshima, pero con seis veces su población. El período más intenso
de bombardeos se produjo en los primeros tres meses, cuando Israel lanzó 25.000 toneladas de
explosivos, equivalentes a aproximadamente dos bombas como la de Hiroshima,
para febrero de 2024.
En la práctica,
Israel destruyó el norte de Gaza a una escala similar a la de ciudades alemanas
como Dresde, Hamburgo y Colonia en tan solo seis
semanas . Para el tercer mes de la guerra, Israel había destruido más
edificios (33%) en Gaza que los aliados en las zonas urbanas alemanas (10%) en
tres años. El historiador militar estadounidense Robert Pape, autor de un libro
fundamental sobre el poder aéreo en el siglo XX, calificó a Gaza, ya en ese
momento, como «una de las campañas de castigo civil más intensas de la
historia», que «se sitúa cómodamente en el primer puesto de las campañas de
bombardeo más devastadoras de la historia».
Tan solo en
este período inicial, investigadores y expertos calcularon que
la destrucción de Gaza superó cualquier caso moderno sinónimo de destrucción
total: Alepo en Siria, Mariúpol en Ucrania, Mosul en Irak y Grozni en
Chechenia, que en su día fue declarada por
la ONU «la ciudad más destruida del planeta». En cuanto al «ritmo de los
bombardeos», un investigador que ha cartografiado los daños en diversas guerras
declaró en diciembre de 2023: «No hay nada que se pueda comparar a esta
destrucción en un período tan corto». Dieciocho meses después, el profesor
emérito de Bradford, Paul Rogers, autor de numerosos libros sobre la guerra
moderna, declaró que la
devastación de Gaza por parte de Israel no tuvo parangón en la era posterior a
la Segunda Guerra Mundial, y solo es comparable con el bombardeo incendiario de
Tokio en esa guerra.
Esto no es
sorprendente si tenemos en cuenta la ferocidad de los bombardeos de Gaza, en
particular durante los tres primeros meses de la guerra, cuando la destrucción
alcanzó su ritmo más
rápido. Las 25.000 toneladas de bombas lanzadas sobre Gaza solo en
los tres primeros meses son mucho más que las
lanzadas por los aliados en los bombardeos de
Hamburgo (9.000 toneladas) y Dresde (3.900 toneladas), que el
propio Museo Nacional de la Segunda Guerra Mundial de Estados Unidos describe
como «apocalípticos». También fue mayor que las que lanzaron los nazis sobre
Londres durante los ocho meses del Blitz (18.300 toneladas).
Los 22.000
ataques que Israel reportó haber llevado a cabo en menos de dos
meses superaron a los 13.598 que la coalición liderada por Estados Unidos llevó a cabo durante
más de cuatro años contra ISIS en Irak: 60% más ataques aéreos, en el 4% del
tiempo, en un área de menos de una milésima parte del tamaño. También superó
los más de 17.000 ataques contra Siria en este mismo período de tiempo, un país
aproximadamente quinientas veces el tamaño de Gaza. En aquel entonces, la
destrucción causada por esta operación, denominada Resolución Inherente, fue
descrita como una «guerra de
aniquilación«, «difícil de
comprender» y «Stalingrado«,
en referencia a la famosa y brutal batalla
de la Segunda Guerra Mundial.
En tan solo
los primeros cinco días, Israel se jactó de
haber lanzado 6.000 bombas sobre Gaza. Para ponerlo en perspectiva, la mayor
cantidad de bombas lanzadas por
Estados Unidos sobre Afganistán en un solo año fue de unas
7.000, aproximadamente la misma cantidad que la OTAN lanzó sobre Libia
durante ocho meses en 2011. De hecho, entre 2013 y 2018,
Estados Unidos no lanzó más de
4.400 bombas sobre Afganistán, un país casi 1.800 veces más grande que Gaza. El
número de bombas lanzadas en la Operación Resolución Inherente contra el ISIS
en un solo mes solo superó las 5.000 en una ocasión.
En tan solo dos
meses, Israel había lanzado un
total de 29.000 proyectiles, cifra que, según el director de Airwars, es «significativamente
superior a la observada en cualquier otro conflicto, al menos en los últimos
veinte años». Una excepción es Irak, donde se un número similar de bombas
durante el primer mes de «Conmoción y Pavor» en 2003, pero cuya superficie es
mucho mayor. De hecho, fue bastante superior a la cantidad total de bombas que
Estados Unidos lanzó en
todo el mundo durante todo 2016 , y superior a la
cifra «sin
precedentes» que Donald Trump lanzó en todo el mundo en sus primeros
seis meses de mandato.
Con un ritmo de casi quinientas bombas diarias, esta intensidad de bombardeo supera con creces el promedio diario estadounidense de 46 bombas lanzadas en todas las zonas de guerra durante los últimos veinte años. También superó los bombardeos masivos de Rusia en Ucrania este año: el promedio diario de drones, misiles y bombas planeadoras lanzadas por Rusia el pasado julio asciende a 367, y la mayoría de ellas fueron interceptadas por armas defensivas que los gazatíes no tienen.
Un menor de
Gaza, el único superviviente de su familia asesinada en un ataque aéreo israelí
en el campo de refugiados de Jabalia, llora junto a los cuerpos de sus
familiares el 12 de octubre de 2024. (Omar al-Qatta / AFP vía Getty Images)
Todo esto por
sí solo habría sido suficientemente letal. Pero Israel también ha recurrido a
una cantidad excepcionalmente grande de los explosivos más destructivos e
indiscriminados para llevar a cabo esta campaña de bombardeos. Entre el 40% y el
45% de sus primeros dos meses de ataques aéreos utilizaron
bombas «tontas» no guiadas, una tasa que un experto en armas del Pentágono
calificó de «impactante» en el contexto de lo que se supone es una democracia
liberal en el siglo XXI.
Si bien Estados
Unidos ha recurrido con
mayor frecuencia a bombas de 227 kilos desde Vietnam (fue la bomba más
potente utilizada contra
ISIS en Mosul y Raqqa, por ejemplo), las bombas de 454 y 900 kilos
constituyeron el 90% de
las municiones que Israel utilizó en Gaza durante las dos primeras semanas de
la guerra. Israel ha lanzado estas
últimas, que pueden matar o herir a personas en un radio de más de 300 metros y
dejar cráteres gigantes en el suelo, sobre supuestas «zonas seguras«:
un mercado abarrotado, un campo de
refugiados , edificios residenciales y dentro del alcance
de hospitales .
No hay palabras
En cierto
sentido, no importa si las autoridades israelíes hacen todo esto
intencionalmente (aunque sin duda lo hacen)
ni si la guerra se considera genocidio (aunque sin duda lo es). Como queda claro
incluso con un simple vistazo a estos datos y cifras, lo que Israel le está
haciendo a Gaza, defínase como se defina, es intolerable y atroz desde una
perspectiva histórica.
Hay otras
guerras que han tenido un mayor
número de muertos o incluso una mayor
proporción de civiles muertos. Hay otros países donde
se han lanzado más explosivos. Otros gobiernos han asesinado a más
niños y los han torturado sádicamente.
Otros países han
sido destruidos físicamente y contaminados ambientalmente de forma similar.
Otras guerras han
visto morir a personal sanitario y humanitario, y hospitales destruidos.
Hay otros
conflictos que han provocado hambrunas deliberadamente.
Lo que
distingue a Gaza no es solo que contenga todas estas
características y más, sino que se encuentra entre las peores, si no es la peor,
de todas ellas desde hace décadas, e incluso a veces en toda la historia. Hay
una razón por la que quienes han dedicado su carrera a vivir, combatir,
observar, realizar trabajo humanitario e investigar conflictos insisten en
que nunca han
visto algo tan terrible como lo que ocurre en Gaza: porque lo
que presenciamos en Gaza no es solo otro suceso triste y terrible en algún
lugar remoto del mundo, sino algo cruel e inhumano sin
precedentes, incluso en considerando la magnitud de esos sucesos
terribles.
Lo que hemos
presenciado y seguimos presenciando es la aniquilación de una sociedad de dos
millones de personas. Cada faceta de la civilización moderna, así como los
elementos más elementales necesarios incluso para la subsistencia básica de una
comunidad humana, ha sido destruida deliberadamente y casi por completo por el
ejército israelí en Gaza. Y ahora presenciamos la muerte masiva, gradual pero
acelerada, de quienes antaño vivieron allí, mediante una combinación de
hambruna, enfermedades y asesinatos.
Branko Marcetic es redactor de Jacobin y
autor deYesterday’s Man: The Case Against Joe Biden.
Fuente: https://jacobin.com/2025/08/israel-gaza-worst-crimes-ever