domingo, 22 de agosto de 2021

El saldo de la actuación española en Afganistán: al menos 3.600 millones de euros y 27.000 militares desplegados

 

El saldo de la actuación española en Afganistán: al menos 3.600 millones de euros y 27.000 militares desplegados

En los 20 años de misión, España ha invertido millones de euros para la reconstrucción del Estado afgano, tanto en gasto militar como en ayudas de cooperación internacional.

Por Marta Casais Y Uxía Carral

KAOSENLARED

 22 Ago, 2021

La caída de Afganistán a manos de los talibanes el pasado 15 de agosto ha puesto en cuestión el éxito y el gasto de las misiones internacionales en la región, de las que España formó parte hasta este 2021. Con la salida de los últimos soldados españoles de Afganistán el pasado 13 de mayo se cerraba la Misión Resolute Support y se ponía fin a casi veinte años de cooperación española en el país.

Tras los atentados terroristas del 11-S, España se unió a la misión en Afganistán con las fuerzas de las Naciones Unidas. El 27 de diciembre de 2001, el Gobierno de José María Aznar ratificó la participación de 485 efectivos en la misión, en la recién creada ISAF (Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad).

Desde entonces, España ha invertido, al menos, 3.638 millones de euros en Afganistán. Este dato lo hemos obtenido sumando las cifras de gasto del Ministerio de Defensa hasta 2014, de 3.500 millones de euros, más lo calculado a partir de las comparecencias anuales de los respectivos ministros de defensa en la Comisión de Defensa en el Congreso. Newtral.es ha preguntado a Defensa por el gasto total de las misiones de España en Afganistán, pero desde el gabinete de prensa del Ministerio de Defensa no nos han dado una cifra global de la actuación.

Además de los recursos económicos, el país ha enviado más de 27.000 militares y personal de refuerzo, primero como parte de las fuerzas de las Naciones Unidas y luego bajo el mando de la OTAN.

[Defensa omite del presupuesto tres cuartas partes del gasto en misiones en el exterior]

España no especificó el gasto de Defensa en Afganistán hasta 2008

La Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad (ISAF, por sus siglas en inglés) es el nombre que se le dio a la coalición de fuerzas multinacionales que participó en la guerra de Afganistán entre 2001 y 2014. La ISAF, bajo el comando de la ONU, tenía como objetivo principal ayudar al gobierno interino afgano en la transición democrática y reconstrucción del país. La movilización de los primeros 485 efectivos españoles se aprobó en Consejo de Ministros el 27 de diciembre de 2001, y 350 se trasladaron al país en enero de 2002, según el comunicado de final de misión del Ministerio de Defensa.

De acuerdo con las comparecencias de los diferentes Ministros de Defensa en el Congreso, en 2011 se alcanzó el punto álgido de la implicación española en el país, con un presupuesto de 450 millones de euros. En este punto además es cuando se alcanzó la máxima presencia española en la zona, superando los 1.500 efectivos entre 2010 y 2011.

Los datos del gasto de Defensa destinado al inicio de la intervención no son tan claros. En los presupuestos de Defensa de 2002 se asignó una cuantía por todas las operaciones para el mantenimiento de la paz que ascendía a  60.100 euros, pero no se desglosan los costes por misión. Durante esos años, el Ministerio de Defensa tampoco señaló los costes de las misiones en Comisiones Parlamentarias.

Sin embargo, un informe del centro Dèlas, ha situado el gasto total de 1.191 millones de euros hasta el 2008, a partir de contestaciones a preguntas en el Congreso. Alejandro Pozo, autor del informe Alianza de Barbaries e investigador del centro Dèlas, apunta a Newtral.es que «en el 2002, España participaba simultáneamente en la Operación Libertad Duradera con EEUU y en la ISAF», y por tanto el informe las contempla como cifras globales.

Los presupuestos de Defensa mantuvieron la partida de 60.100 euros hasta 2005, cuando se incrementó el gasto en 18,3 millones de euros. A partir de ese año, España pasó a estar al mando de la base en Herat y se hizo cargo del equipo de reconstrucción provincial en Qala-i-Naw.

Misión Resolute Support: los años de entrenamiento a las fuerzas afganas

Planteada por la OTAN, la Misión Resolute Support comenzó en 2015, tras el fin de la misión de ISAF. Se planteó como una segunda etapa con el objetivo de asistir y asesorar a las instituciones afganas. Durante esta misión, España rebajó notablemente su presencia en el país, pasando de 1.478 efectivos en 2015 a 77 en 2016. La dotación económica proporcionada también se redujo de forma drástica, de los 119 millones de euros de 2015 a 4,7 millones de euros en 2016.

En los años posteriores, España ha ido aumentando el presupuesto destinado a la misión en Afganistán hasta alcanzar los 8 millones en 2021. También el contingente desplazado se ha incrementado este último año, doblando el número de efectivos (68 a principios de 2020 y 159 en 2021).

Sin embargo, Estados Unidos anunció el pasado 14 de abril que retiraría sus tropas antes del aniversario de los atentados del 11S. A este movimiento, la OTAN respondió declarando que los 10.000 soldados que permanecían en Afganistán también abandonarían el país a partir del 1 de mayo.

Un mes después, el 13 de mayo, España recibió al último destacamento desplazado en territorio afgano. De esta manera, se pone fin a veinte años de misiones en Afganistán, en las que 104 españoles perdieron la vida. La mayoría de los fallecidos (62) tuvieron lugar en el accidente del avión Yak-42, que se estrelló en Turquía el 25 mayo de 2003, según recoge el Ministerio en su memoria sobre las misiones en Afganistán.

Contribuciones de la Agencia Española de Cooperación Internacional 

Además de la aportación a las alianzas internacionales, durante los primeros compases de la guerra en Afganistán, España realizó varias contribuciones a ONGs y misiones humanitarias a través de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID). Rafael Rodríguez-Ponga, el secretario general de la Agencia en 2002, expuso en comparecencia en el Congreso las cuantías que se destinaron a estas misiones. Entre 2001 a 2003, se invirtieron 6 millones de euros en este tipo de misiones, con partidas destinadas a Médicos sin Fronteras, Cáritas o ACNUR.

El gasto de España en el desarrollo de Afganistán siguió creciendo hasta alcanzar en el periodo 2006-2010 los 150 millones. Esta candidad fue acordada en la Conferencia de Donantes de Londres, según El Conflicto de Afganistán, un documento publicado en 2009 por el Ministerio de Defensa.

Fondo Fiduciario del Ejército Nacional Afgano

El fondo, fundado en 2007 por la OTAN, se construyó para financiar el coste de transportes y equipos donados por los países de la ISAF al Ejército Nacional Afgano. En los años siguientes se amplió para poder seguir financiando al ejército a largo plazo. En la cumbre de Chicago en 2012, las fuerzas aliadas reformaron el fondo para hacer las transacciones más flexibles y transparentes. La iniciativa sigue en activo hasta 2024 y ya cuenta con fondos para este 2021. El gasto de España en el fondo de Afganistán ha sido de un total de 5.427.000 dólares, de acuerdo a los informes de la OTAN. Sobre este tipo de fondos, Pozo apunta que son una parte «pequeña» del presupuesto que luego se hace efectivo en Afganistán. «El grueso de lo que se ha dado son contribuciones bilaterales de cada país», añade.

 

Fuentes

Fuente: Newtral

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El Real Madrid y los negocios del fútbol. [¡Gooool, goool, gool! Que digo que ha sido gol, colegui. Que ha sido un derechazo que ha entrado por la escuadra derecha como nueve sacos grandes llenos de millones de euros, y que nada, que aquí esperando a ver si cae la pirula de la solución en esta liga que empieza: 2021 - y hasta que el cuerpo aguante o llegue el despertar]

 

El Real Madrid y los negocios del fútbol

Así construyó Florentino Pérez su imperio del mal

 

Por Eoghan Gilmartin

Rebelion

 21/08/2021 

 


Fuentes: Jacobin [Foto: Cristiano Ronaldo recibiendo su cuarto trofeo Bota de Oro en 2015 de manos de Florentino Pérez en Madrid (Gonzalo Arroyo Moreno / Getty Images)

Traducido para Rebelión por Paco Muñoz de Bustillo

El presidente del Real Madrid Florentino Pérez no es solo uno de los principales promotores del chapucero intento frustrado de Superliga Europea, también es un capitalista salvaje que se ha aprovechado de la externalización y la privatización a costa del público español

Florentino Pérez no está acostumbrado a perder, a no ser que el gobierno acuda a su rescate para suavizar la caída. El multimillonario presidente del Real Madrid ha sido la principal fuerza impulsora del chapucero intento frustrado por crear la Superliga Europea de fútbol. Asociado a la Agencia de Valores española Key Capital Partners, pensaba negociar con JP Morgan Chase los 5.000 millones de euros necesarios para financiar la iniciativa y asegurar la participación inicial de otros 14 clubs de élite de España, Inglaterra e Italia.

“El fútbol debe evolucionar, como todo en la vida”, afirmó Pérez a principios de este año en una de las escasas entrevistas que concede –justificando su poder sin precedente al señalar la caída de audiencia de las retransmisiones televisivas y la creciente deuda de los clubs, que en el caso del Real Madrid y del Barcelona CF asciende a 900 millones de euros.

“Esto es una pirámide, porque si los grandes clubs tienen dinero hay dinero para todos”, continuó diciendo Pérez desplegando su trillado discurso neoliberal del efecto goteo en economía. Pero no tuvo en cuenta la magnitud de la revuelta que provocaría en los aficionados de toda Europa, que obligó a los “seis grandes” clubs de primera división a anunciar su retirada del proyecto de Superliga tan solo tres días después de su anuncio, dejando al Real Madrid y al Barcelona solos en la iniciativa y haciendo pedazos el viejo sueño de Florentino.

La reacción ante el cínico negocio, cuyo objetivo era concentrar aún más los ingresos por la retrasmisión de partidos y la publicidad en manos de un puñado de clubs de élite, fue mucho más apagada en España que en cualquier otro lugar, lo que en parte muestra el grado de influencia de Florentino entre las élites políticas y mediáticas nacionales.

Dentro de los periódicos españoles, solo El País publicó un editorial en el que condenaba en tono moderado la iniciativa. El primer ministro del PSOE, Pedro Sánchez, evitó hacer comentarios públicos, aunque su gobierno emitió un comunicado rechazando la propuesta. No obstante, poco después #FlorentinoDimision era tendencia en las redes sociales españolas, mientras los sondeos mostraban la oposición de una considerable mayoría de los aficionados del Real Madrid a los planes de su presidente.

Si la controversia desatada por la Superliga ha situado a Florentino Pérez en el foco internacional, en España su nombre lleva tiempo asociado a un incontrolado poder económico. Pocas personas encarnan mejor que él el régimen capitalista de amiguetes del Estado español: un oligarca que cuenta con los favores del Estado, cuyo imperio de la construcción ha sido posible gracias al acceso a gigantescos contratos públicos y a la externalización de los servicios sociales, todo ello al tiempo que se implementaba una política fiscal y una solidaridad cívica que beneficia a los ricos. Más allá del fútbol, su legado duradero es haber desempeñado un papel de vanguardia en la reconstrucción de la economía y del Estado español aprovechando tres decenios de neoliberalización salvaje.

El dominio de la construcción

Florentino Pérez ha dirigido la constructora española ACS desde su fundación en 1997 –con el apoyo financiero inicial de los Albertos y de la familia March (ambos grupos con estrechos vínculos con el franquismo, en especial esta última, que fue clave en la financiación del golpe de Estado de Franco en 1936). En las décadas posteriores, ACS se convirtió en uno de los conglomerados empresariales más importantes del mundo, el mayor en términos de ingresos internacionales generados fuera del territorio original de la compañía.

Como otras empresas españolas de construcción e infraestructuras, ACS se transformó en un actor global gracias a la generosidad del Estado en los años del boom urbanístico en España, anteriores a la crisis de 2008. Cuando fue elegido primer ministro en 1996, José María Aznar inició una reordenación del capitalismo español mediante una ola de privatizaciones, la ampliación de los mercados de capital nacionales y la configuración de un nuevo motor de crecimiento para la economía basado en las finanzas y la construcción.

Pero, como explica el sociólogo Rubén Juste en su libro IBEX 35, no se trató tan solo de poner en marcha una agenda reformista favorable al mercado. La ambición de Aznar era asegurar una hegemonía permanente para su proyecto de Estado, que continuara “a largo plazo, más allá de su presencia física en el gobierno”.

Con dicho objetivo, siguió una doble estrategia: por un lado buscó generar un amplio consenso social en torno a un modelo que prometía viviendas en propiedad y prosperidad individual para todos al tiempo que organizaba un nuevo bloque dirigente dentro de la clase capitalista, que estaría centrado y dependería del patrocinio del Partido Popular (PP). Para los conglomerados de la construcción, en concreto, este clientelismo suponía el acceso a dos recursos esenciales: los contratos públicos y la disponibilidad de crédito (mediante las cajas de ahorro regionales controladas por los políticos).

En el caso de Florentino Pérez, los grandes proyectos de obras públicas (autopistas, aeropuertos y red de ferrocarril de alta velocidad) emprendidos por el PP fueron una fuente de ingresos clave para ACS. Al mismo tiempo Caja Madrid (bajo la dirección del lugarteniente de Aznar, Miguel Blesa) financiaba todo, desde la compra de millones de acciones de ACS (convirtiéndose en el principal accionista de la compañía) hasta los fichajes estrella del Real Madrid, incluyendo el controvertido préstamo de 76 millones de euros al club en el auge de la crisis financiera en 2009 para comprar a Cristiano Ronaldo. En aquel momento los créditos estaban congelados para la mayor parte de las pequeñas y medianas empresas.

Ninguna otra compañía se ha beneficiado más de la externalización y  mercantilización de los servicios en España en las últimas tres décadas que la empresa Clece, la división de servicios de ACS. Con los años, Clece se ha apoderado de la gestión de guarderías públicas, limpieza de hospitales y servicios de cáterin, refugios para indigentes y mujeres maltratadas, limpieza de calles y recolección de basuras, centros de día para discapacitados, residencias de ancianos, así como el empleo de miles de cuidadores en su gestión de los servicios municipales de ayuda a domicilio de ciudades como Madrid y Barcelona. Su modelo de negocio es evidente: sacrificar las condiciones de trabajo –de los empleados predominantemente femeninos– y la calidad de los servicios públicos básicos para conseguir los máximos beneficios.

El Real Madrid como arma

En 2003, cuando Aznar encaraba su último año como presidente de gobierno, cinco de cada diez empresas constructoras con la máxima capitalización bursátil en Europa eran españolas, y ACS lideraba el conjunto. En una economía cada vez más desindustrializada, la construcción era un campo en el cual España podía proyectar internacionalmente su poder, al igual que el fútbol. Y con Florentino, una y otro estaban interconectados hasta formar una fuerza irresistible y el palco presidencial del estadio Bernabéu se convirtió en uno de los centros de poder e influencia de Madrid.

“El Real Madrid es una marca de España que está por encima del gobierno [nacional]”, se comenta que Florentino dijo a la política socialista Matilde Fernández, una máxima que podría generalizarse a la vista de cómo considera su propia posición en la cúspide de la clase dirigente del país. En teoría, el Real Madrid es un club controlado por los aficionados, propiedad de más de 80.000 socios, pero una cláusula estipula que cualquier candidato a la presidencia debe depositar un fondo de garantía por valor del 15 por ciento del presupuesto del club, lo que ha permitido a Florentino dominar sobre este los últimos veinte años.

En ocasiones es difícil distinguir el interés de sus negocios personales y el del club. Según investigaciones de un buen número de periodistas y economistas, la marca Real Madrid parece haber desempeñado un papel importante a la hora de asegurar contratos públicos para ACS en el extranjero; algunos de los principales fichajes internacionales del club, como el colombiano James Rodríguez, el mexicano Javier Hernández o el portero costarricense Keylor Navas, han coincidido con el periodo en que ACS ganaba contratos de construcción por valor de cientos de millones de dólares de sus respectivos gobiernos nacionales.

En todo caso, probablemente la transacción más controvertida en la que participó Florentino como presidente fuera la venta en 2001 del campo de entrenamiento del Real Madrid para levantar en sus terrenos el nuevo distrito financiero de Madrid. Para Florentino fue un negocio lleno de ventajas: a él le permitiría liquidar la creciente deuda del club con los 500 millones de euros que sacó del trato mientras que ACS se quedaría con buena parte de los enormes contratos de construcción del proyecto.

Pero esta operación transformaría radicalmente la ciudad al profundizar las desigualdades geográficas existentes en la capital entre el norte rico y el sur proletario. Además fue necesario recalificar una inmensa zona recreativa cercana al centro de la ciudad (que había sido cedida al club por la dictadura franquista) para permitir su uso empresarial.

Aunque varias administraciones habían resistido la presión ejercida por el club durante decenios, los estrechos lazos de Florentino con los gobiernos regional y local del PP le ayudaron a forzar la recalificación del suelo en cuestión de meses, tras hacerse cargo de la presidencia del club en 2000, lo que le proporcionó un dinero caído del cielo que le permitiría financiar a sus grandes fichajes, o “galácticos”.

“No se puede transformar la ciudad solo para pagar las deudas [de un club de fútbol]”, insistía Matilde Fernández cuando era portavoz del Partido Socialista en la Comunidad Autónoma de Madrid. “Estamos hablando de una figura muy poderosa que pretende saltarse la planificación urbana negociada democráticamente para beneficiar sus intereses particulares”. El veterano periodista deportivo José María García va aún más lejos al describir la operación como “el mayor escándalo deportivo desde el regreso de la democracia”, al tiempo que señalaba que los terrenos públicos habían sido transferidos al club sobre la base de que serían utilizados para “fines no comerciales”.

El centro de negocios sin alma dominado por cuatro gigantescos rascacielos, que están entre los mayores edificios de Europa, ha alterado radicalmente el tejido urbano de la ciudad.

Los conspiradores

Antes incluso de que el estallido de la burbuja inmobiliaria en 2008 hiciera añicos las bases populares del modelo de crecimiento anterior al crac financiero en España, las formas de corrupción y nepotismo que dicha burbuja había generado estaban erosionando las instituciones públicas del Estado. El escritor y parlamentario por Podemos Manolo Monereo calificó memorablemente el tipo de gobernanza de amiguetes típico de España como la trama, analizando cómo, además de la corrupción descarada, una amplia red de favores políticos, puertas giratorias y lealtades de clase compartidas vinculan estrechamente al PP y al PSOE con los agentes económicos estratégicos como los magnates de la construcción.

Un régimen económico como el descrito coloca a oligarcas como Florentino Pérez en una posición casi intocable. “Florentino nunca pierde”, puede leerse en un titular sobre el veredicto que el Tribunal Supremo dictó en noviembre pasado responsabilizando al Estado de la deuda de 1.300 millones de euros a los bancos españoles por el fallido proyecto de gas Castor, una enorme asociación público-privada con ACS.

Algo similar ocurrió con un informe publicado por el Ayuntamiento de Madrid, cuando Manuela Carmena era su alcaldesa, que destapó miles de millones de euros pagados innecesariamente por el sobrecoste de contratos públicos con las principales compañías constructoras. En relación con la remodelación de la autovía de circunvalación de Madrid, la M-30, de la cual ACS era una de las tres principales constructoras, el informe descubrió “sobrecostes carentes de certificado o cualquier documento que los justificara y el pago de millones de euros en infraestructuras y servicios de mantenimiento inexistentes o que nunca fueron completados”. Con un presupuesto inicial de 2.500 millones de euros, el coste final duplicó con creces la cantidad prevista, situándose en 6.500 millones.

La saga de la Superliga ha desencadenado un interesante debate internacional sobre el desmesurado poder del deporte ajeno al control democrático, y su fracaso ha asestado un importante golpe al hipercomercializado modelo del fútbol de clubs impulsado por sus multimillonarios propietarios. En España, no obstante, Florentino Pérez y el afianzado bloque de poder económico que representa siguen estando por encima del control democrático.

Fuente: https://jacobinmag.com/2021/06/spain-real-madrid-floentino-perez-football-privatization-european-super-league

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