jueves, 19 de mayo de 2016

BRASIL, UN PAIS QUE NUNCA FUE GOBERNADO POR EL COMUNISTO INTERNACIONAL NI SOMETIDO POR LA TIRANIA DEL COLETAS




UN INCIPIENTE MOVIMIENTO JUVENIL LIDERA LA PROTESTA CONTRA ATEMER EN BRASIL



Rebelión
La Vanguardia
19.05.2016

Lo más sorprendente en Río de Janeiro tres días después de la polémica destitución de Dilma Rousseff es que los ganadores, los que participaron en las grandes protestas en Copacabana vestidos de amarillo y verde, han desaparecido sin apenas celebrar su victoria. En un condominio en el agradable distrito de Jardim Botânico, que había escenificado caceroladas ensordecedoras contra Dilma, la noticia del impeachment se recibió con un silencio que podría calificarse como culpable. El único vecino que salió al balcón a protestar el jueves era una mujer de unos 40 años que gritó con los aspavientos típicos de Brasil de estos días. “¡Golpistas! Yo trabajé con Temer. Vais a ver”.

Ya lo están viendo. Con siete de los ministros nombrados bajo investigación en el caso Lava Jato y un creacionista evangélico en el ministerio de Desarrollo, es difícil creer que este es el Gobierno que va a traer la transparencia y el buen gobierno a Brasil. No ayuda que a Temer le investiguen también. Tampoco ayuda la presencia del llamado rey de la soja como ministro de Agricultura, Blairo Maggi, responsable de la desforestación de inmensas áreas del estado de Mato Grosso y lobbista contra las medidas de prohibición de mano de obra esclava legisladas por Lula.

En la ciudad olímpica se palpan ya los recelos de verse identificado con el nuevo poder en Brasilia. O Globo, animador mediático del impeachment, que pretendía ser el diario de las clases creativas y la diversidad, se ha visto forzado a defender un Gobierno cuya composición demográfica parece más Qatar 2020 que Río 2016. “Orden y progreso” la consigna de la bandera nacional que Temer ha elegido para su Gobierno, suena al positivismo de una élite blanca y autoritaria que muchos pensaban ya caduca. Por si el virus del Zika no fuese suficiente para quitar el sueño a los responsables del marketing olímpico, The New York Times cuestiona la legitimidad del Gobierno y califica al Congreso que lo puso en poder como un “circo”. “No hay ganadores en este impeachment; las clases medias querían sacar a Dilma pero no pensaron ni un momento en quién vendría después”, dijo Silviu Barros, que acaba de ver tocar a un arpista catalán en el centro de Río.
 
La paradoja puede ser que el ganador sea el incipiente movimiento de protesta juvenil contra lo que se considera un golpe de estado institucional. Unos 10.000 manifestantes, la gran mayoría muy jóvenes, llenaron la plaza delante del ayuntamiento de Río de Janeiro el viernes. Coreaban eslóganes como “¡Golpistas, no pasarán!” y portaban pancartas que rezaban: “Desenchufar la red Globo” o “Esta es la víspera de la batalla”. Esta última la sujetaba un joven con máscara de Anonymous, quizás advirtiendo sobre posibles ataques de piratas informáticos contra los Juegos Olímpicos, un riesgo que ya preocupa a las fuerzas de seguridad, según el Instituto Igape, especializado en seguridad olímpica.

No pudo ser más fuerte el contraste entre la diversidad de la protesta y las imágenes proyectadas en las pantallas de los bares de la plaza del Gobierno monocromático en la aislada capital política de Brasilia. “Este Gobierno ni tiene mujeres, ni negros ni jóvenes pero no os preocupéis, aquí los tenemos de sobra y no daremos ni un día de paz a este Gobierno ilegítimo”, anunció Marcelo Freixo, nueva estrella de la izquierda carioca y posible candidato en las elecciones a la alcaldía de Río este año por el Partido Socialismo y Libertad.
Quizás gracias al sistema de cuotas universitarias implementadas bajo los gobiernos de Lula y Dilma existe ya una generación de jóvenes afrobrasileños presente en el nuevo movimiento anti golpe. “Este es un Gobierno de la élite blanca, yo como mujer negra veo la aristocracia rural de 1890 o anterior”, dijo Taiana Machías, de 22 años, estudiante de derecho. Hubo manifestaciones en todas las grandes ciudades y grupos de jóvenes interrumpieron los primeros actos de los flamantes ministros a gritos de “¡Fora Golpista!”.

Todo indica que este movimiento de protesta juvenil, liderado por algunos de los grupos que organizaron las protestas contra los deficientes servicios públicos en junio del 2013, puede complicar la vida de Temer. Tal vez, por eso, el nuevo presidente ha nombrado como ministro de Justicia al halcón Alexandre de Moraes, notorio como secretario de seguridad pública de São Paulo por utilizar tanquetas de fabricación israelí para aplastar las manifestaciones del Movimiento de Trabajadores sin Techo, así como para desalojar violentamente las escuelas ocupadas en la inmensa megalópolis paulista.

Sin embargo, existe una brecha generacional abismal en las reacciones a la destitución de Rousseff. “Mis padres de 50 y 60 años vivieron los años de la dictadura, hasta tienen amigos que sufrieron violencia a manos de los militares, pero están totalmente a favor de la destitución de Dilma”, se lamentó otro estudiante de derecho Daniel Araujo, que llevaba una camiseta que rezaba “ It is not ok” (no está bien).

El futuro del Gobierno de Michel Temer dependerá de si los jóvenes brasileños logran convencer a sus padres de que lo ocurrido en los último días no está ok.


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LA DECADENCIA DEL IMPERIO USA


Un poder imperial en la cuesta abajo
UN DESAFIO AL PODER DE ESTADOS UNIDOS (I)
 


Rebelión

TomDispatch

17.05.2016

 

1/5

 

Traducción del inglés para Rebelión de Carlos Riba García.

 

 

Los desafíos de 2016

Introducción de Tom Engelhardt

El otro día cogí un ajado ejemplar del estante “El lector de Chomsky” de mi biblioteca. Hojeando algunos ensayos de la época de la guerra de Vietnam que nombraba aquel libro en rustica publicado en 1987 recordé al joven Tom Engelhardt, que en la segunda mitad de los sesenta del siglo XX estaba realizando una sorprendente transformación: la que iba desde el sueño de servir a su gobierno hasta oponerse a él. Los escritos de Noam Chomsky tuvieron algo que ver con esa transformación. Me detuve en su escalofriante ensayo de 1970 After Pinkville, que recuerdo haberlo leído apenas se publicó (‘Pinkville’ [Villa Rosada], que connotaba la influencia comunista, era la expresión de la jerga militar utilizada para nombrar la aldea donde tuvo lugar la infame masacre de My Lay). No era el primer ensayo de Chomsky que leía. Este honor le podría corresponder a The Responsibility of Intellectuals [La responsabilidad de los intelectuales, en castellano, 1969], que él escribió en 1966 (“La responsabilidad de los intelectuales es hablar la verdad y poner al descubierto las mentiras, Lo menos que puede decirse de esto es que parece ser toda una perogrullada; sin embargo no lo es. Para el intelectual moderno no es algo tan obvio”).

After Pinkville todavía permanece muy vívido en mi conciencia, desde el momento en que una creciente sensación de horror provocada por una remota guerra estadounidense, que iba siendo cada vez menos ajena y más bruta,l me lanzó al activismo contra la guerra. Sus primeras frases continúan yendo al corazón de las cosas: “Es importante entender que la masacre de la población rural de Vietnam y su forzado desplazamiento no es un subproducto fortuito de la guerra. Antes bien, es la esencia misma de la estrategia de Estados Unidos”. Después de que él lo escribiera, Chomsky colocaría la matanza indiscriminada de unos 500 vietnamitas –hombres, mujeres y niños– en el penoso contexto de los mayores crímenes de la época. Tal vez sea notable que ninguno de ellos pareció ocasionar demasiada preocupación (en EEUU). Solo se trataba de la acción de una compañía de soldados medio locos que fue vista como un escándalo y una desgracia para Estados Unidos. Ciertamente, habría sido un escándalo nacional –si asumiéramos esa posibilidad– solo si hubieran sido llevados a los tribunales, aunque no lo fueran quienes habían creado y aceptado la atrocidad con la que aquellos habían contribuido con un detalle: apenas algunos centenares más de vietnamitas asesinados”.

Tantas décadas después, todo esto sigue siendo penosamente familiar. En parte debido a la naturaleza de nuestro momento mediático, continuamos absortos frente al televisor mirando los espantosos actos cometidos contra europeos y estadounidenses. Aun así, la ‘preocupación’ por lo que ha hecho Estados Unidos en nuestras lejanas guerras –desde el asesinato de civiles en bodas, funerales y ceremonias conmemorativas hasta la voladura de hospitales, secuestros e incluso el asesinato de prisioneros, los ataques con drones tan ‘quirúrgicos’ y ‘precisos’ que cientos de personan son asesinados a pesar de que hayan sido solo unos pocos los seleccionados oficialmente para morir– parece haber desaparecido en acción desde hace mucho tiempo. Al contrario de lo que fue en la época de la guerra de Vietnam, “nada de esto”, para citar a Chomsky, “parece que preocupe mucho”. Ciertamente.

No obstante, hay excepciones; permitidme que mencione una de ellas. Cincuenta años después, Noam Chomsky sigue escribiendo con la misma escalofriante elocuencia sobre la versión actualizada de la guerra contra el terror de esta pesadilla estadounidense. Su ‘preocupación’ no ha quedado atrás, algo que es imposible de dejar pasar en su nuevo libro, Who Rules the World? [¿Quién gobierna el mundo (N. del T.)], que se ocupa, entre otras cosas, de lo que en tiempos de la guerra de Vietnam podría haberse llamado ‘la arrogancia del poder’. En momento en que el avión de bombardeo preferido en Vietnam, el B-52, vuelve a ser utilizado en la guerra contra el Estado Islámico [en adelante, Daesh], él también ha vuelto a la acción. A continuación, la primera parte de un resumen de su libro sobre el poder de Estados Unidos y el mundo.

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Amos de la humanidad (Parte 1)*

Generalmente, cuando preguntamos “¿Quien gobierna el mundo?”, lo hacemos en el marco de la convención estándar de que los actores de los asuntos internacionales son países, sobre todo las grandes potencias y pensamos en sus decisiones y en la relación existente entre esas decisiones. Esto no está mal. Pero estaría mejor que recordáramos que este nivel de abstracción puede ser también muy engañoso.

Por supuesto, las naciones tienen una compleja estructura interna, y las opciones y las decisiones de sus líderes políticos están intensamente influidas por la concentración interna del poder, mientras que la población está a menudo marginada. Esto es así incluso en las sociedades más democráticas; obviamente, en las que no lo son. No podemos llegar a una comprensión realista de quién gobierna el mundo si ignoramos a los “amos de la humanidad”, como los llamó Adam Smith: en su tiempo, los comerciantes y los dueños de las fábricas de Inglaterra; en el nuestro, los conglomerados multinacionales, las mayores instituciones financieras, los imperios de la venta al por menor y otros por el estilo. Aun así, según Smith, también es sensato prestar atención a la “maldad máxima” a la que se consagran los “amos de la humanidad”: “Todo para nosotros y nada para el pueblo”, una doctrina también conocida como lucha de clases, una lucha cruda e incesante, frecuentemente unilateral, en gran parte en detrimento del pueblo del país del que se hable y del mundo.

En el orden global contemporáneo, las instituciones de los amos detentan un enorme poder, no solo en el escenario internacional sino también en el interior de su país, en las que confían para proteger su poder y proporcionar apoyo económico con una gran variedad de medios. Cuando pensamos en el papel de los amos de la humanidad, nos referimos a las prioridades del estado policial de este momento, como el Acuerdo TransPacífico (TPP) uno de los acuerdos reivindicativos de los derechos de los inversores mal llamados “de libre comercio” en la propaganda y los comentarios. Aparte de los cientos de abogados corporativos y los lobbistas que se ocupan de redactar los detalles decisivos, se negocian en secreto. El objetivo es su aprobación en el mejor estilo stalinista con procedimientos de ‘vía rápida’ diseñados para impedir la discusión y permitir solo la opción por sí o por no (o sea, sí). En general, sus diseñadores lo hacen bastante bien. El pueblo llano es algo meramente incidental, con las consecuencias que es posible anticipar.

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