viernes, 4 de agosto de 2023

Níger es el cuarto país del Sahel que tiene un levantamiento militar antioccidental

 

Níger es el cuarto país del Sahel que tiene un levantamiento militar antioccidental

 

Por Vijay Prashad 


Rebelion

| 04/08/2023 


Fuentes: Resumen Latinoamericano [Foto: Soldados de las Fuerzas Armadas de Níger durante el ejercicio militar conjunto Flintlock Agadez en 2018]


El país se une a Mali, Burkina Faso y Guinea en la rebelión contra el dominio occidental en el Sahel africano.

A las 3 de la madrugada del 26 de julio de 2023 la guardia presidencial de Níger detuvo al presidente Mohamed Bazoum en Niamey, la capital del país. Las tropas, dirigidas por el general de brigada Abdourahmane Tchiani, cerraron las fronteras del país y declararon el toque de queda. El golpe fue condenado inmediatamente por la Comunidad Económica de los Estados de África Occidental, la Unión Africana y la Unión Europea. Tanto Francia como Estados Unidos, que tienen bases militares en Níger, dijeron que seguían de cerca la situación. Un enfrentamiento entre el ejército, que se había posicionado a favor de Bazoum, y la guardia presidencial amenazó la capital, pero pronto se resolvió. El 27 de julio, el general del ejército Abdou Sidikou Issa emitió un comunicado en el que afirmaba aceptar la situación para “evitar un enfrentamiento mortal entre las diferentes fuerzas que […] podría provocar un baño de sangre”. El 28 de julio, el general de brigada Tchiani se presentó en televisión para anunciar que era el nuevo presidente del Consejo Nacional para la Salvaguarda de la Patria (Conseil National pour la Sauvegarde de la Patrie o CNSP).

El levantamiento de Níger se produce tras otros similares en Mali (agosto de 2020 y mayo de 2021), Burkina Faso (enero de 2022 y septiembre de 2022) y Guinea (septiembre de 2021). Cada uno de estos golpes fue liderado por militares enfadados por la presencia de tropas francesas y estadounidenses y las continuas crisis económicas infligidas a sus países. Esta región de África -el Sahel- se ha enfrentado a una cascada de crisis: la desecación de la tierra como consecuencia de la catástrofe climática, el aumento de la militancia islamista debido a la guerra de la OTAN en Libia en 2011, el auge de las redes de contrabando para traficar con armas, personas y drogas a través del desierto, la apropiación de los recursos naturales -incluidos el uranio y el oro- por parte de empresas occidentales que simplemente no han pagado lo suficiente por estas riquezas, y el atrincheramiento de las fuerzas militares occidentales mediante la construcción de bases y las acciones impunes de sus ejércitos.

Dos días después del levantamiento, el Consejo Nacional de Salvaguarda de la Patria (CNSP) anunció los nombres de los diez oficiales que lo dirigirán. Proceden de todas las fuerzas armadas, desde el Ejército (general Mohamed Toumba) hasta el Ejército del Aire (coronel mayor Amadou Abouramane), pasando por la Policía Nacional (general adjunto Assahaba Ebankawel). Ya está claro que uno de los miembros más influyentes del CNSP es el general Salifou Mody, antiguo jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas y líder del Consejo Supremo para la Restauración de la Democracia, que dirigió el golpe de Estado de febrero de 2010 contra el presidente Mamadou Tandja y que gobernó Níger hasta que el predecesor de Bazoum, Mahamadou Issoufou, ganó las elecciones presidenciales de 2011. Durante el mandato de Issoufou, el gobierno estadounidense construyó en Agadez la mayor base de aviones no tripulados del mundo y las fuerzas especiales francesas acuartelaron la ciudad de Irlit en nombre de la empresa minera de uranio Orano (antes parte de Areva).

Es importante señalar que el general Salifou Mody es considerado un miembro influyente del CNSP dado su ascendiente sobre el Ejército y sus contactos internacionales. El 28 de febrero de 2023, Mody se reunió con el jefe del Estado Mayor Conjunto estadounidense, el general Mark Milley, durante la Conferencia de Jefes de Defensa Africanos, celebrada en Roma, para hablar de “la estabilidad regional, incluida la cooperación antiterrorista y la lucha continua contra el extremismo violento en la región”. El 9 de marzo, Mody visitó Malí para reunirse con el coronel Assimi Goïta y el Jefe del Estado Mayor del Ejército maliense, general Oumar Diarra, con el fin de reforzar la cooperación militar entre Níger y Malí. Pocos días después, el 16 de marzo, el Secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, visitó Níger para reunirse con Bazoum. En lo que muchos en Níger percibieron como un alejamiento de Mody, éste fue nombrado el 1 de junio embajador de Níger en Emiratos Árabes Unidos. Se dice que Mody, en Niamey, es la voz que habla al oído del general de brigada Tchiani, jefe de Estado en funciones.

Corrupción y Occidente

Una fuente muy bien informada en Níger nos dice que la razón por la que los militares actuaron contra Bazoum es que “es un corrupto, un peón de Francia. Los nigerinos estaban hartos de él y de su banda. Están deteniendo a los miembros del sistema derrocado, que malversaron fondos públicos, muchos de los cuales se han refugiado en embajadas extranjeras”. La cuestión de la corrupción planea sobre Níger, un país con uno de los yacimientos de uranio más lucrativos del mundo. La “corrupción” de la que se habla en Níger no se refiere a pequeños sobornos a funcionarios del gobierno, sino a toda una estructura – desarrollada durante la dominación colonial francesa – que impide a Níger establecer la soberanía sobre sus materias primas y su desarrollo.

En el centro de la “corrupción” se encuentra la denominada empresa conjunta entre Níger y Francia llamada Société des mines de l’Aïr (Somaïr), que posee y explota el sector del uranio en el país. Sorprendentemente, el 85% de Somaïr pertenece a la Comisión Francesa de Energía Atómica y a otras dos empresas francesas, mientras que sólo el 15% pertenece al gobierno de Níger. Níger produce más del 5% del uranio mundial, pero su uranio es de muy alta calidad. La mitad de los ingresos de exportación de Níger proceden de las ventas de uranio, petróleo y oro. Una de cada tres bombillas en Francia funciona con uranio de Níger, mientras que el 42% de la población del país africano vive por debajo del umbral de pobreza. Los nigerinos llevan décadas viendo cómo su riqueza se les escapa de las manos. Como muestra de la debilidad del gobierno, en la última década Níger ha perdido más de 906 millones de dólares en sólo 10 casos de arbitraje presentados por empresas multinacionales ante el Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones y la Cámara de Comercio Internacional.

Mapa: Países africanos que han sufrido golpes de Estado antioccidentales en los últimos años: Guinea, Mali, Burkina Faso y ahora Níger. (Imagen: OperaMundi / maps.stamen)


Francia dejó de utilizar el franco en 2002, cuando pasó al sistema del euro. Sin embargo, catorce antiguas colonias francesas han seguido utilizando la Communauté Financiére Africaine (CFA) como moneda, lo que proporciona a Francia inmensas ventajas (el 50% de las reservas de estos países deben mantenerse en el Tesoro francés y las devaluaciones francesas de la CFA -como en 1994- tienen efectos catastróficos para los países que la utilizan). En 2015, el presidente de Chad, Idriss Déby Itno, afirmó que el CFA “tira de las economías africanas hacia abajo” y que “ha llegado el momento de romper la cuerda que impide el desarrollo de África”. Actualmente se habla en todo el Sahel no solo de retirar las tropas francesas -como ha ocurrido en Burkina Faso y Mali-, sino también de romper el control económico de Francia sobre la región.

El nuevo no alineamiento

En la Cumbre Rusia-África 2023, celebrada en julio, el presidente de Burkina Faso, Ibrahim Traoré, lució una boina roja que recordaba al uniforme del asesinado líder socialista de su país, Thomas Sankara. Traoré reaccionó con dureza a la condena de los golpes militares en el Sahel, y también a la reciente visita de una delegación de la Unión Africana a su país. “Un esclavo que no se rebela no merece piedad”, afirmó. “La Unión Africana debe dejar de condenar a los africanos que deciden luchar contra sus propios regímenes títeres de Occidente”.

En febrero Burkina Faso acogió una reunión en la que participaron los gobiernos de Malí y Guinea. En el orden del día figura la creación de una nueva federación de estos Estados. Es probable que se invite a Níger a estas conversaciones.

Artículo original Brasil de Fato.

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Decrecimiento planificado / 1 [Términos marxistas: Plusvalía; Proceso de trabajo; Tasa de ganancia; Capital constante. ¿Podría decirnos por un casual el señor Hernan E. Daly, dónde aparece la vaguedad dialéctica de estos conceptos importantes de la teoría marxista, como muy requete gratuitamente afirma? Y ya que estamos, rogarle al señor John Bellamy Foster si, por ventura, o por h o por b, él conoce el objeto de estudio específico y el método propio de trabajo de la Ecología para poderla considerar ciencia? Y, que tal, hombre, que tal. ¿Y si ahora habláramos de economía política?, de economía capitalista no (que este es un tipo de economía como otro cualquiera, y que además ni es natural y mucho menos único ni tiene existencia desde los primeros tiempos de la humanidad), como medio de subsistencia y desarrollo pleno de todas las facultades y potencialidades del ser humano (las espirituales también, también), que yo digo ser humano y no objeto mercancía para producir. Ser humano tal y como lo concibe Marx en sus escritos de Economía y Filosofía, que tampoco tiene tanto misterio la cosa, y además es un texto facilón para la lectura. O sea, que con leerlo bastaría.]]

 

El número de verano de la revista Monthly Review está dedicado íntegramente al «Decrecimiento planificado: ecosocialismo y desarrollo humano sostenible». Debido a su longitud, aquí se reproduce dividido en partes que se publican en días sucesivos


Decrecimiento planificado / 1

 

John Bellamy Foster

El Viejo Topo

4 agosto, 2023 

 


Todos los conceptos importantes son dialécticamente vagos en los márgenes.

Herman E. Daly

La palabra decrecimiento designa una familia de planteamientos político-económicos que, ante la aceleración de la crisis ecológica planetaria actual, rechazan el crecimiento económico ilimitado y exponencial como definición del progreso humano. Abandonar el crecimiento económico en las sociedades ricas significa pasar a una formación neta de capital cero. Con el desarrollo tecnológico continuo y la mejora de las capacidades humanas, la mera inversión de sustitución es capaz de promover avances cualitativos constantes en la producción de las sociedades industriales maduras, al tiempo que elimina las condiciones de explotación laboral y reduce las horas de trabajo. Junto con la redistribución global del excedente social y la reducción del despilfarro, esto permitiría grandes mejoras en la vida de la mayoría de las personas. El decrecimiento, que se dirige específicamente a los sectores más opulentos de la población mundial, se orienta así a la mejora de las condiciones de vida de la inmensa mayoría, manteniendo al mismo tiempo las condiciones medioambientales de existencia y promoviendo un desarrollo humano sostenible.

La ciencia ha establecido sin lugar a dudas que, en la actual «economía mundializada», es necesario operar dentro de un presupuesto global del Sistema Tierra con respecto al rendimiento físico permisible. Sin embargo, en lugar de constituir un obstáculo insuperable para el desarrollo humano, esto puede verse como el inicio de toda una nueva etapa de civilización ecológica basada en la creación de una sociedad de igualdad sustantiva y sostenibilidad ecológica, o ecosocialismo. El decrecimiento, en este sentido, no tiene como objetivo la austeridad, sino encontrar un «camino próspero hacia abajo» desde nuestro actual mundo extractivista, derrochador, ecológicamente insostenible, mal desarrollado, explotador y desigual, jerárquico y clasista . El gasto en combustibles fósiles, armamento, jets privados, vehículos deportivos utilitarios, segundas residencias y publicidad tendría que recortarse para dejar espacio al crecimiento en áreas como la agricultura regenerativa, la producción de alimentos, la vivienda digna, la energía limpia, la atención sanitaria accesible, la educación universal, el bienestar comunitario, el transporte público, la conectividad digital y otras áreas relacionadas con la producción ecológica y las necesidades sociales.

Cuando se idearon los primeros sistemas de contabilidad de la renta nacional en la época de la Segunda Guerra Mundial, todos los aumentos de la renta, independientemente de su origen, se calificaron de crecimiento económico. El Producto Interior Bruto, o PIB, se convirtió en la principal medida del progreso humano. Sin embargo, gran parte de esto era cuestionable desde un punto de vista social y ecológico más amplio. Según el sistema imperante de contabilidad nacional, todo lo que proporciona «valor añadido», de acuerdo con el proceso de valorización capitalista, representa «crecimiento». Esto incluye cosas como los gastos de guerra; la producción de productos derrochadores y tóxicos; el consumo de lujo por parte de los muy ricos; el marketing (que abarca la investigación de la motivación, la orientación, la publicidad y la promoción de ventas); la sustitución del consumo social por el privado, como en la sustitución del automóvil privado por el transporte público; la expropiación de los bienes comunes; los gastos de las empresas para aumentar la explotación de los trabajadores; los costes legales relacionados con la administración, el control y la mejora de la propiedad privada; las actividades antisindicales de la dirección de las empresas; el llamado sistema de justicia penal; el aumento de los costes farmacéuticos y de los seguros; el empleo en el sector financiero; el gasto militar; e incluso las actividades delictivas. La extracción máxima de recursos naturales se considera crucial para un crecimiento económico rápido, ya que aprovecha el «regalo gratuito» de la naturaleza al capital.

Por el contrario, la producción no comercial y de subsistencia llevada a cabo en todo el mundo; el trabajo doméstico realizado principalmente por mujeres; los numerosos gastos para el crecimiento y el desarrollo humanos (considerados relativamente improductivos); la conservación del medio ambiente; y las reducciones de la toxicidad de la producción se consideraron «inútiles» o se les asignó un valor disminuido, ya que no mejoran la productividad ni promueven directamente el valor económico.

Hoy en día, la tragedia elemental de todo esto está a nuestro alrededor. Ahora se percibe ampliamente que el crecimiento económico, basado en la acumulación incesante de capital, es la causa principal de la destrucción de la Tierra como lugar seguro para la humanidad. La crisis del Sistema Tierra es evidente en el cruce de los límites planetarios relacionados con el cambio climático, la acidificación de los océanos, la destrucción de la capa de ozono, la extinción de especies, la alteración de los ciclos del nitrógeno y el fósforo, la pérdida de la cubierta vegetal (incluidos los bosques), el agotamiento del agua dulce, la carga de aerosoles y las nuevas entidades (como los productos químicos sintéticos, la radiación nuclear y los organismos modificados genéticamente). El impulso de la acumulación de capital está generando así una «crisis de habitabilidad» para la humanidad en este siglo.

El consenso científico mundial, representado por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) de las Naciones Unidas, ha establecido que la temperatura media mundial debe mantenerse este siglo por debajo de un aumento de 1,5 °C con respecto a los niveles preindustriales –o bien, con un nivel de riesgo desproporcionadamente mayor, «muy por debajo» de un aumento de 2 °C– para que la desestabilización del clima no amenace con una catástrofe absoluta al entrar en acción los mecanismos de retroalimentación positiva. En el Sexto Informe de Evaluación del IPCC (AR6, publicado en sus distintas partes a lo largo de 2021-23), el escenario más optimista es el de un aumento de la temperatura media mundial a finales de siglo por debajo de 1,5 °C con respecto a los niveles preindustriales. Esto requiere que no se cruce el límite de 1,5°C hasta 2040, aumentando una décima de grado hasta 1,6°C, para luego descender hacia finales de siglo hasta un aumento de 1,4°C. Todo esto se basa en la premisa de alcanzar cero emisiones netas de carbono (de hecho, cero reales) en 2050, lo que da una probabilidad del cincuenta por ciento de que no se supere el límite de temperatura climática.

Sin embargo, según el destacado climatólogo Kevin Anderson, del Centro Tyndall para la Investigación del Cambio Climático, este escenario ya está desfasado. Ahora es necesario, según las propias cifras del IPCC, alcanzar el punto de cero emisiones de dióxido de carbono en 2040, para tener la misma probabilidad del 50% de evitar un aumento de 1,5 °C. «Empezando ahora», escribió Anderson en marzo de 2023,

para no sobrepasar los 1,5 ºC de calentamiento se requiere una reducción interanual de las emisiones del 11%, que desciende a cerca del 5% para los 2 ºC. Sin embargo, estas tasas medias mundiales ignoran el concepto básico de equidad, central en todas las negociaciones de la ONU sobre el clima, que concede a las «partes que son países en desarrollo» un poco más de tiempo para descarbonizarse. Si se tiene en cuenta la equidad, la mayoría de los países «desarrollados» deben alcanzar un nivel cero de emisiones de CO2 entre 2030 y 2035, y los países en desarrollo deben seguir su ejemplo hasta una década más tarde. Cualquier retraso reducirá aún más estos plazos.

La Organización Meteorológica Mundial indicó en mayo de 2023 que existe un 66% de probabilidades de que la temperatura media anual cercana a la superficie del planeta supere temporalmente un aumento de 1,5 °C con respecto a los niveles preindustriales durante «al menos» un año de aquí a 2027.

Los escenarios existentes del IPCC forman parte de un proceso conservador, diseñado para ajustarse a los requisitos previos de la economía capitalista, que incorpora el crecimiento económico continuado en los países ricos a todos los escenarios, al tiempo que excluye cualquier cambio sustancial en las relaciones sociales. El único recurso en el que se basan estos modelos climáticos es la suposición de cambios tecnológicos inducidos por los precios. Así pues, los escenarios existentes dependen necesariamente en gran medida de tecnologías de emisiones negativas, como la bioenergía y la captura y retención de carbono (BECCS) y la captura directa de carbono en el aire (DAC), que actualmente no existen a escala y no pueden implantarse en el plazo previsto, al tiempo que presentan enormes riesgos ecológicos en sí mismas. Este énfasis en tecnologías esencialmente inexistentes y de por sí destructivas para el medio ambiente (dadas sus enormes necesidades de tierra, agua y energía) ha sido cuestionado por científicos del propio IPCC. Así, en el Resumen para responsables de políticas original para el informe de mitigación, parte 3 del IE6, los científicos autores del informe coincidían en que tales tecnologías no son viables en un plazo razonable y sugerían que las soluciones de bajo consumo energético basadas en la movilización popular podrían ofrecer la mejor esperanza para llevar a cabo las transformaciones ecológicas masivas que ahora se requieren. Todo esto, sin embargo, quedó excluido del Resumen para responsables de políticas publicado finalmente por decisión de los gobiernos, como parte del proceso normal del IPCC, que permite censurar a los científicos.

Las soluciones tecnológicas inducidas por los precios, que permitirían un crecimiento económico continuado y la perpetuación de las relaciones sociales actuales, no existen en nada parecido a la escala y el ritmo necesarios. Por lo tanto, se necesitan grandes cambios socioeconómicos en el modo de producción y consumo, en contra de la hegemonía político-económica reinante. «Tres décadas de autocomplacencia», escribe Anderson, «han hecho que la tecnología por sí sola no pueda ahora reducir las emisiones con suficiente rapidez». Así pues, existe una necesidad drástica de soluciones de bajo consumo energético basadas en cambios en las relaciones de producción y consumo que también aborden las profundas desigualdades. Las reducciones necesarias de las emisiones «sólo son posibles reasignando la capacidad productiva de la sociedad, en lugar de permitir el lujo privado de unos pocos y la austeridad para todos los demás, hacia una prosperidad pública más amplia y la suficiencia privada». Para la mayoría de las personas, la lucha contra el cambio climático reportará múltiples beneficios, desde una vivienda asequible hasta un empleo seguro. Pero para aquellos pocos de nosotros que nos hemos beneficiado desproporcionadamente del statu quo», insiste Anderson, «significa una profunda reducción de la cantidad de energía que utilizamos y de las cosas que acumulamos».

Un enfoque de decrecimiento/desacumulación que cuestione la sociedad acumulativa y la primacía del crecimiento económico es crucial en este caso. El aprovisionamiento social de las necesidades humanas y la reducción drástica de las desigualdades son partes esenciales de un cambio hacia una transformación de la economía de bajo consumo energético y la eliminación de formas y escalas de producción ecológicamente destructivas. De este modo, la vida de la mayoría de las personas puede mejorar tanto económica como ecológicamente. Sin embargo, para lograrlo es necesario ir en contra de la lógica del capitalismo y de la mitología de un sistema de mercado autorregulado. Una transformación tan radical sólo puede lograrse introduciendo niveles significativos de planificación económica y social, a través de la cual, si se lleva a su máxima expresión, los productores asociados trabajarían juntos de forma racional para regular el proceso de trabajo y producción que rige el metabolismo social de la humanidad y la naturaleza en su conjunto.

El socialismo clásico del siglo XIX, en la obra de Karl Marx y Friedrich Engels, vio la necesidad de la institución de la planificación colectiva como respuesta a las contradicciones ecológicas y sociales del capitalismo, además de las económicas. El análisis de Engels insistía en la necesidad de una planificación socialista para superar la fractura ecológica entre la ciudad y el campo, mientras que la teoría de la fractura metabólica de Marx, que operaba a un nivel más general, insistía en la necesidad de un desarrollo humano sostenible.

La planificación ha sido crucial para todas las economías, tanto capitalistas como socialistas, en tiempos de guerra. Las grandes empresas monopolísticas han instituido por su cuenta lo que el economista John Kenneth Galbraith denominó un «sistema de planificación», aunque en gran medida dentro de los conglomerados multinacionales, y no entre ellos. Sin embargo, la ideología dominante considera que la planificación económica es antagónica al mercado capitalista y, tras el triunfo del capitalismo en la Guerra Fría y la desaparición de la Unión Soviética, se ha prohibido su debate público, declarándola inviable y una forma de despotismo.

Esta situación está cambiando rápidamente. Como ha señalado recientemente el economista francés Jacques Sapir, «el plan y la planificación vuelven a estar de moda» debido a las contradicciones internas y externas del sistema de mercado capitalista . Ahora está claro que, sin el retorno de la planificación y la regulación ambiental-estatal de la economía en un contexto de decrecimiento/desacumulación de capital, no hay ninguna posibilidad de abordar con éxito la actual emergencia planetaria y garantizar la continuación de la sociedad industrializada y la supervivencia de la población humana.

[Continúa en el Topo Express siguiente]

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El periodista Gonzalo Lira desaparece tras denunciar torturas en prisión e intentar huir de Ucrania

 

El periodista Gonzalo Lira desaparece tras denunciar torturas en prisión e intentar huir de Ucrania

 

 

El bloguero chileno-estadounidense, detenido en relación con sus críticas a Kiev, se proponía cruzar la frontera con Hungría para solicitar allí asilo político.

 

YouTube / Gonzalo Lira — Again


El periodista y bloguero chileno-estadounidense Gonzalo Lira, que reapareció este lunes en las redes y denunció ser objeto de torturas en una cárcel ucraniana mientras esperaba la celebración de un juicio en su contra por su actividad como periodista crítico con Kiev, ha desaparecido cuando intentaba abandonar el territorio de Ucrania.

 

Una fuente de RT en inglés confirmó la desaparición de Lira, quien señaló en una serie de publicaciones en sus redes que su objetivo era cruzar la frontera y solicitar asilo político en Hungría. Por su parte, el analista político Mark Sleboda comentó al canal que el bloguero fue detenido por guardias fronterizos de Ucrania y que, desde entonces, se desconoce su paradero.

“Puedo afirmar que Gonzalo Lira, buscado por el régimen de Kiev por el delito de criticarlo (también conocido como ‘libertad de expresión’), intentó escapar del régimen del Golpe de Kiev, apoyado por Occidente, a través de la frontera ucraniana hacia Hungría, donde pretendía solicitar asilo político. Puedo afirmar, además, que a Gonzalo Lira se le impidió cruzar en el lado ucraniano de la frontera y que desde entonces se encuentra desaparecido, ya por más de 24 horas”, indicó Sleboda la mañana del martes.

En sus redes sociales, el periodista, que pasó tres meses encarcelado tras ser arrestado en mayo por el Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU), advertía en su cuenta de Twitter (ahora X) que si no logra cruzar la frontera le “hará desaparecer” el Gobierno del presidente Vladímir Zelenski por su “delito” de “hacer vídeos críticos con Occidente y su régimen sustituto de Kiev”.

Lira denunció también que las condiciones de la fianza pasaban por llevar una tobillera electrónica y no abandonar la ciudad de Járkov. Sin embargo, las autoridades ucranianas no le colocaron el dispositivo de rastreo y le devolvieron sus pasaportes y otros documentos. “Me dicen que no me vaya, pero dejan la puerta abierta. Quizá, me estén tendiendo una trampa para justificar que me encierren en un campo de trabajo”, tuiteó.

El periodista supuso también que, tras no presentarse en una audiencia judicial en Járkov, Kiev emitiría una orden de detención internacional en su contra, si bien tenía la esperanza de que Hungría no le entregaría. “Si no tienen noticias mías en las próximas 12 horas, ¡ayúdenme! Voy de camino a un campo de trabajo“, escribió Lira en la última de sus publicaciones disponibles hasta ahora.

FUENTE: actualidad.rt.com

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Mali, Burkina Faso, Guinea y Níger crean un frente antiimperialista en África Occidental

 

Mali, Burkina Faso, Guinea y Níger crean un frente antiimperialista en África Occidental

 

DIARIO OCTUBRE / agosto 3, 2023

 

Se forma así el bloque antiimperialista en África Occidental que incluiría Malí, Burkina Faso, Guinea y Níger. Los ojos de toda la población africana están actualmente clavados en este bloque que actualmente representa la esperanza para la liberación de África del yugo del neocolonialismo.


Si la CEDEAO y otros organismos africanos se doblegan a la voluntad de París y Washington, oponiéndose a Níger, se está formando un poderoso bloque de resistencia antiimperialista.

Los vecinos de Níger, a saber, Malí, Burkina Faso y Guinea Conakry, han mostrado su apoyo inquebrantable al pueblo de Níger.

Los Gobiernos de Transición de Burkina Faso y la República de Malí expresan su fraternal solidaridad con el hermano pueblo de Níger tras las conclusiones de las cumbres extraordinarias de la Comunidad Económica de los Estados de África Occidental (CEDEAO) y la Unión Económica y Monetaria de África Occidental (UEMOA) celebradas el 30 de julio de 2023 en Abuja sobre la situación política en Níger.

En este comunicado de prensa, los Gobiernos de Transición de Burkina Faso y Malí se posicionaron sobre varios puntos:

Saludan la decisión responsable del pueblo de Níger de tomar su destino en sus propias manos y asumir plenamente su soberanía frente a la historia.

Los dos gobiernos denuncian enérgicamente la persistencia de las organizaciones regionales en imponer sanciones que sólo agravan el sufrimiento de las poblaciones y amenazan el espíritu del panafricanismo.

Al negarse a aplicar tales sanciones ilegales, ilegítimas e inhumanas contra el pueblo y las autoridades de Níger, Burkina Faso y Malí se oponen a estas medidas coercitivas.

Advierten contra cualquier intervención militar contra Níger, enfatizando que esto sería percibido como una declaración de guerra contra Burkina Faso y Malí.

Los gobiernos advierten que cualquier acción militar en Níger resultaría en su retiro de ECOWAS y la adopción de medidas de autodefensa en apoyo de las fuerzas armadas y el pueblo de Níger.

Subrayan las desastrosas consecuencias que podría tener una intervención militar, advirtiendo contra una desestabilización de toda la región, como sucedió tras la intervención unilateral de la OTAN en Libia, que ha fomentado la expansión del terrorismo en el Sahel y África Occidental.

Los Gobiernos de Transición de Burkina Faso y Malí expresan su indignación y sorpresa ante la inacción e indiferencia de ciertos líderes políticos de África Occidental que favorecen el uso de las fuerzas armadas para restablecer el orden constitucional en un país soberano, mientras abandonan a los Estados y pueblos que han sido víctimas del terrorismo durante una década.

Por lo tanto, hacen un llamamiento a las fuerzas vivas para que estén listas y movilizadas para apoyar al pueblo de Níger en estas horas oscuras del panafricanismo.

Por lo tanto, se declara la guerra contra el imperialismo.

Es importante enfatizar que Malí se reserva el derecho de usar la autodefensa en caso de agresión externa y tiene capacidades militares modernas, incluidos aviones de guerra, cazas, drones militares y vehículos blindados. El ejército de Malí ha ganado experiencia en la guerra asimétrica y convencional y es reconocido por su disciplina y nivel de entrenamiento.

Guinea anunció el lunes por la noche, en un comunicado de prensa firmado por el Comité Nacional de Concentración para el Desarrollo (CNRD), Guinea se niega “a aplicar estas sanciones ilegítimas e inhumanas contra el pueblo hermano y las autoridades de Níger, e insta a la CEDEAO a recuperar mejores sentimientos”.

De hecho, Conakry considera que “las medidas de sanciones recomendadas por la CEDEAO, incluida la intervención militar”, son una opción que no puede “ser una solución al problema actual” y más bien conducirían a “un desastre humano cuyas consecuencias podrían ir más allá de las fronteras de Níger”.

“El CNRD subraya que una intervención militar contra Níger conduciría de facto a la dislocación de la CEDEAO” y se desvincula formalmente de las “sanciones adoptadas y las amenazas formuladas durante la cumbre del 30 de julio de 2023” en Abuja y que “no comprometen de ninguna manera a la República de Guinea”.

Mientras Malí y Burkina Faso emitieron un comunicado de prensa conjunto, distanciándose claramente de la posición de la CEDEAO e incluso afirmando que “cualquier intervención militar” en Níger sería considerada “una declaración de guerra”, Guinea subraya que los tres países “aspiran a más reconocimiento y respeto de su soberanía”.

“En un momento en que las poblaciones jóvenes de la región de la CEDEAO están experimentando un drama humano en el Mediterráneo, la preocupación de los líderes de la subregión debería orientarse más hacia las cuestiones socioeconómicas estratégicas para el logro de sus aspiraciones que hacia investigar el destino de los presidentes depuestos”, finalmente señala el comunicado de prensa firmado de la mano del general de brigada Ibrahima Sory Bangoura.

En cuanto a ECOWAS, es fuertemente criticado porque interviene en los asuntos internos de los estados miembros soberanos en beneficio de los países occidentales. Según los informes, algunos líderes africanos están tratando de romper los límites constitucionales para asegurar un tercer mandato en el poder, lo que va en contra de las leyes de sus países, y nadie ha interferido en los asuntos internos de estos. Francia también es criticada por su implicación en los asuntos africanos, apoyando a algunos de estos líderes.

Por su parte, el Consejo Militar de Níger declaró el cese inmediato de las exportaciones de uranio y oro a Francia. El país es el cuarto mayor productor de uranio del mundo y desempeña un papel crucial en el suministro de uranio para la generación de energía en Francia.

En 2021, suministró casi el 25 % de todas las importaciones de uranio de la Unión Europea, ayudando a suministrar electricidad a millones de hogares franceses. La empresa francesa Orano ha estado involucrada en la extracción de uranio en Níger desde 1970, y alrededor del 35% del uranio utilizado en los reactores franceses proviene de Níger.

Malí y Burkina Faso cuentan con el apoyo de otras potencias, como Rusia o Irán, por su oposición al imperialismo. Las amenazas de sanciones e intervención militar solo fortalecen este bloque antiimperialista.

Se forma así el bloque antiimperialista en África Occidental que incluiría Malí, Burkina Faso, Guinea y Níger. Los ojos de toda la población africana están actualmente clavados en este bloque que actualmente representa la esperanza para la liberación de África del yugo del neocolonialismo.

Fuente: Press TV + Al-Manar en español

FUENTE: sana.sy

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La portada más escueta de la Historia de insurgente.org: «Seis palabras que resumen lo que ocurre en Níger»

 

La portada más escueta de la Historia de insurgente.org: «Seis palabras que resumen lo que ocurre en Níger»

El imperialismo no puede dejar caer esta perla de las materias primas. El uranio natural (Niger es el tercer país del mundo en producirlo) se usa para fabricar uranio enriquecido, y éste se usa para fabricar combustible para plantas de energía nuclear, donde Francia es potencia mundial.

 

Insurgente.org / 04.08.2023

 


(Se podría describir lo que es el imperialismo, el papel de Francia y EE.UU, pero hemos resumido. Un resumen que es común a otras realidades).

 

Uranio

Petróleo

Oro

Sal

Fosfatos

Carbón

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Transformaciones en el capitalismo de la información

 

 

Transformaciones en el capitalismo de la información



Pablo Davalos

TERCERA INFORMACION

02.08.2023


La teoría económica moderna parte de la categoría de “equilibrio general” como una condición necesaria para la comprensión del funcionamiento de la economía. Sin embargo, existen ahora fenómenos económicos que son irreductibles al equilibrio general. Las corporaciones de la sociedad de la información definen su estructura de precios por fuera de toda consideración del equilibrio general. Esto ha generado dos fenómenos que son incompatibles con la teoría económica moderna: de un lado hay corporaciones que han endogenizado la demanda, es decir, han convertido a los consumidores en vectores de su propio modelo de negocios; y, de otro, han exogenizado la oferta, es decir, se han desprendido de todo proceso productivo. Para hacerlo se necesitan de condiciones de posibilidad previas, esas condiciones son políticas y tienen que ver con la desarticulación política a los trabajadores, con las medidas de austeridad y con el debilitamiento del Estado, entre otras. Esto conduce a que la estructura social sobre la cual se definen los precios en la sociedad de la información y por fuera del equilibrio general, sea política, lo que conlleva al retorno de la economía política.

El marco teórico del mainstream de la economía moderna

El neoliberalismo transformó de manera radical el concepto de “mercado”. De ser un espacio social destinado al intercambio entre vendedores y compradores a partir de un sistema de precios, el neoliberalismo lo transformó en una esfera de regulación social y validación de decisiones políticas. Para el neoliberalismo el mercado no solo permite el encuentro entre oferta y demanda, sino que, además, ratifica a la sociedad en sus decisiones políticas y su capacidad de regularse a sí misma.

La construcción de instituciones sociales que siempre se habían relacionado con la ley, la justicia y la costumbre, ahora ceden el paso a la racionalidad económica del mercado porque se asume que los criterios de eficiencia y la racionalidad solamente pueden ser expresados y validados desde el mercado, de ahí que se afirme que todas las instituciones sociales sean económicas y que todo cambio histórico de la humanidad, en realidad, se debería a los cambios en los precios relativos.

Sin embargo, la teoría económica clásica, es decir, el pensamiento que proviene de Adam Smith, David Ricardo y Karl Marx, entre los más importantes, siempre había integrado el mercado a la producción y, a su vez, la producción al trabajo y a la división del trabajo. Marx, de su parte, nunca asimiló la producción al mercado sino que había integrado al mercado como la esfera que realizaba el valor que, de su parte, se había generado en la producción. El mercado, en tanto circulación del valor, nunca crea valor: lo realiza. La única excepción que Marx previó fue aquella del transporte de mercancías.

Para que el mercado se transforme en algo más que un espacio de compra y venta y se convierta en un regulador de toda la sociedad, que incluye a sus decisiones políticas, era necesario una amputación teórica radical: separarlo de la producción. Este proceso se realizó a fines del siglo XIX y se construyó a lo largo del siglo XX con la denominada teoría económica moderna.

De esta manera, el eje de toda la discusión económica asume al mercado como algo más que un concepto económico, en realidad lo considera como regulador social. La producción de mercancías se convierte en un asunto técnico y se desplaza hacia la administración de empresas y la microeconomía. Así, se efectúa un proceso inverso a aquel de la economía clásica: se transforma a la producción en una determinación de la circulación (el mercado).

El valor de las mercancías tendría que ver, en efecto, con el mercado como el locus desde el cual los consumidores asignan el valor a partir de sus decisiones supuestamente racionales, autónomas y libres en un contexto de libre concurrencia. Los consumidores se acercan a la mercancía y deciden adquirirla en función de un concepto que tiene un fuerte componente metafísico: las preferencias reveladas. Esos seres humanos convertidos en una determinación de la mercancía (un fenómeno que ya había sido advertido por Marx en el análisis de la alienación y en el fetichismo de la mercancía), se transforman, para la teoría económica moderna, en homo economicus.

De todos los conceptos económicos elaborados en el siglo XIX, quizá aquel de equilibrio económico sea uno de los más importantes no solo por sus implicaciones económicas sino incluso por sus consecuencias políticas y metafísicas. El equilibrio de mercado, para la economía moderna, implica una utilización racional de recursos escasos y la máxima satisfacción tanto para los consumidores como para los productores, lo que conduce a la sociedad a una realización de sí misma. El equilibrio económico es ese punto metafísico en donde coinciden la supuesta utilidad del homo economicus y la rentabilidad de los empresarios y en donde la sociedad también alcanza el máximo nivel de racionalidad posible con un sistema de precios dado y a partir de recursos escasos. El equilibrio económico petrifica a la historia y hace imposible pensar en cualquier transformación social.

El concepto de equilibrio general fue formulado por Leon Walras a fines del siglo XIX. Se construye metodológicamente el encuentro entre dos fuerzas casi naturales (oferta y demanda) que, al coincidir, se anulan mutuamente y dejan en su punto máximo la función de utilidad para compradores y vendedores. Ese punto máximo, la teoría económica moderna, lo denomina margen.

En la oferta constan todos los bienes y servicios realizados por los productores con una dotación inicial de factores (tierra (o naturaleza), trabajo y capital (incluye tecnología y gestión)), que buscan el máximo posible de rentabilidad para su inversión. En la demanda, en cambio, están los consumidores que, en tanto homo economicus, son plenamente racionales en cuanto a sus gustos y preferencias, y que pueden discriminar de forma racional aquellos bienes y servicios que maximizan su utilidad con la restricción del ingreso disponible.

Para la oferta y la demanda, el precio constituye una información que les permite tomar decisiones que se consideran racionales. Todas esas decisiones que se toman de manera libre, autónoma y soberana en el mercado conducen, finalmente, al equilibrio general de toda la sociedad.

El concepto de equilibrio de mercado, que Marx consideraba un concepto vulgar porque no permitía ninguna comprensión del capitalismo en tanto sistema económico, por supuesto que ha cuestionado desde diferentes visiones y marcos teóricos; sin embargo, la construcción del mainstream implica y supone la invisibilización de sus críticos.

La noción de equilibrio general de la economía es el punto nodal de todo el discurso económico del siglo XX y también del siglo XXI. Se asume como una posición de principio epistemológico sobre la cual descansa toda la analítica de la economía moderna. Si este principio epistemológico se cae, se derrumba todo el edificio conceptual construido sobre él. Por ello no hay cabida para ninguna forma de reinterpretar, criticar, cuestionar o siquiera poner en debate la noción de equilibrio general.

Aunque sumario, pero este es el marco general que subyace a la teoría económica moderna y su enfoque de equilibrio general. Se llama equilibrio general porque en él coinciden, a saber, los tres mercados más importantes: el mercado de trabajo, el mercado de capitales y el mercado de bienes y servicios. Toda posición que mueva a los precios de sus posiciones de equilibrio implica distorsiones que no tienen nada que ver con el mercado sino con fuerzas exógenas a él, porque el mercado, se supone, llega de forma natural y espontánea al equilibrio en función de su capacidad de autorregulación. En este enfoque de la teoría económica moderna, quien puede desplazar a la economía de sus posiciones de equilibrio general es, habitualmente, el Estado.

Ahora bien, no quiero sumarme a las críticas del concepto de equilibrio general de mercado y, menos aún a la crítica al marco epistemológico del neoliberalismo, que son múltiples, vastas e importantes sino, más bien, ponerlo en otra perspectiva y que tiene que ver con la posibilidad de que la demanda de mercado pueda ser endogenizada por las empresas mientras que, al mismo tiempo, estas empresas puedan exogenizar la oferta, lo que daría lugar a la anulación práctica del equilibrio económico o, en todo caso, a una posición bastante alejada de las prescripciones teóricas del discurso actual de la economía.

En otros términos, hay un contexto en el cual existen determinadas empresas con tal capacidad de dominar al mercado que pueden conocer casi con exactitud a la demanda, mientras que, al mismo tiempo, deciden dejar de producir los bienes y servicios que tradicionalmente comercializaban y, no obstante, mantienen una posición de dominancia de mercado sobre esos bienes que ya no producen directamente. Para estas empresas, la oferta y la demanda ya no son fuerzas ciegas que llevan al equilibrio general sino más bien determinaciones de su propio modelo de negocios. Ellas definen e imponen sus precios por fuera de toda consideración de equilibrio de mercado, competencia, racionalidad de los consumidores, preferencias reveladas, en fin.

Si esto es así entonces el equilibrio general, definitivamente, adquiere otra significación. ¿Cuál es esa nueva significación? Y ¿cómo la oferta y la demanda pasan a convertirse en determinaciones de cierto tipo de empresas? ¿Qué significa que estas empresas (o, si se quiere, corporaciones) puedan endogenizar la demanda y, al mismo tiempo, exogenizar la oferta? Si anulan al equilibrio ¿qué pasa con la economía de mercado?

La endogenización de la demanda y exogenización de la oferta

Son cuestiones que tienen que ver con el desarrollo del capitalismo y las consecuencias sobre los sistemas de regulación del capitalismo de los avances tecnológicos y de la emergencia de la economía de la información. Son avances cuyos contornos se han perfilado a partir de la segunda década del siglo XXI y que dan cuenta de niveles de concentración y centralización del capital a niveles inéditos.

En un grado determinado de concentración y centralización y, al mismo tiempo, de desarrollo tecnológico y de especulación financiera, ciertas corporaciones tienen la capacidad de anular los efectos aleatorios y la incertidumbre de la oferta y la demanda, es decir, del mercado. Para esas empresas, el mercado es otra cosa que aquella de la descripción original del siglo XIX y XX. Es, ahora, un espacio que ellas controlan por entero y que forma parte de sus propias determinaciones. De límite externo ha devenido en determinación interna.

No se trata solamente de una posición de monopolio o de acuerdo colusorio del mercado sino de algo más profundo, más vasto y más complejo. Se trata de la forma por la cual un determinado grupo de corporaciones dejan de producir bienes y servicios y, al mismo tiempo, se dedican a producir patrones de comportamiento que implican administrar la demanda a voluntad.

Este proceso que empieza con la sociedad de la información, se consolida, amplía y profundiza con la masificación del uso de redes sociales, el incremento de las capacidades de conexión a internet, la irrupción de la inteligencia artificial, el abaratamiento y el fácil acceso de los dispositivos tecnológicos, entre ellos los teléfonos inteligentes, entre otros, son los que ahora permiten la conversión de la subjetividad humana como una determinación de la corporación para administrar la demanda a su antojo.

Creo que las nuevas tecnologías están logrando lo que a primera vista puede ser imposible: que las empresas puedan conocer de tal forma al consumidor que puedan registrarlo, inscribirlo y adecuarlo a sus propios modelos de negocios como un vector de su modelo de gestión. De esta manera, la demanda, al menos como la conocíamos y como se la había teorizado desde el siglo XIX, para estas corporaciones, desaparece en su formato original. La demanda de mercado es ahora, para ellas, una determinación que nace, se dispone, define y condiciona como un vector que ha sido previamente precisado y estructurado dentro de sus propios modelos de negocios.

A este proceso de endogenización de la demanda de mercado se suma otro: estas corporaciones se desprenden de la producción para concentrarse en la administración de las preferencias del consumidor. Es decir, la oferta se exogeniza de la empresa. La producción, en tanto espacio para la creación de bienes y servicios, sale de la esfera de la empresa. Así, estas corporaciones dejan de preocuparse de la producción y, más bien, se concentran en la administración de la demanda.

El desarrollo de las tecnologías de la información, con la expansión de las redes sociales, con el perfeccionamiento y rápida propagación de  la inteligencia artificial, con las capacidades de conectividad cada vez más exponenciales (las próximas redes 6G por ejemplo), y con el desarrollo de nuevas tecnologías, como es el caso de la computación cuántica y los enlaces cuánticos, las biotecnologías y las nanotecnologías, entre otros, otorgan a cierto grupo de corporaciones capacidades tecnológicas que son inéditas y que les conducen a alterar de forma importante la estructura misma de la economía.

Ahora pueden hacer algo que era imposible en el siglo XX: individualizar su producción sin perder sus economías de escala y llegar a tal conocimiento de la demanda que pueden generar patrones de comportamiento en los consumidores para inscribirlos dentro de sus propios modelos de gestión y de negocios.

Pero ¿cómo lo hacen? ¿De qué forma han logrado, de una parte, dejar de producir y, de otra, incidir sobre la subjetividad de los consumidores para administrarla a su conveniencia? Y, ¿qué consecuencias tiene esto para la teoría económica? O más bien, ¿qué tipo de teoría económica debería ocuparse de estos fenómenos? Esto nos lleva a una cuestión importante: ¿Hacia dónde va el capitalismo?

El mercado como espacio de incertidumbre: la regulación en el capitalismo

Una empresa se enfrenta siempre a un entorno de indeterminación e incertidumbre con respecto al mercado. Mientras que para la empresa la producción no guarda ningún misterio y puede planificar al detalle todos los procesos productivos, en cambio el mercado se le presenta con un enorme signo de interrogación.

Es por ello que las empresas han invertido tanto en el conocimiento, predicción y comprensión de las tendencias del mercado. Es por ello también que se han desarrollado campos analíticos como la neuro-economía y la economía del comportamiento, porque las empresas buscan intuir de la manera más cierta la forma por la cual se comportarán los mercados para poder reducir la incertidumbre, los gastos asociados a ella y, por ende, incrementar su rentabilidad.

Una de las formas arcaicas que tienen las empresas para domeñar los mercados es a partir de su  control directo, sea por la vía de los monopolios o los monopsonios, o por la vía de los acuerdos colusorios de mercado. Pero son controles exógenos al mercado. Son, en realidad, distorsiones al mercado y, por tanto, al equilibrio general. Es por eso que los textos de economía analizan de forma particular la formación de precios de los monopolios porque suponen alteraciones al equilibrio de mercado.

¿Qué pasaría si una empresa puede reducir casi a cero la incertidumbre del mercado sin distorsionarlo? En ese caso la empresa se confronta a un horizonte de certezas hacia el cual puede converger su producción. Sabe exactamente qué es lo que tiene que producir y para quién es esa producción. Fue esa transformación la que provocó el denominado “toyotismo” de la producción justo a tiempo en los años setenta del siglo pasado.

Pero el toyotismo no alteró la incertidumbre del mercado, simplemente la adecuó a las necesidades de las empresas. En vez de la producción en masa del fordismo, el toyotismo se ajustó a las exigencias de la demanda. Desde la demanda nacían las señales que se replicaban hacia toda la empresa. La demanda de mercado, en todo caso, siempre era un factor exógeno a la empresa.

Ahora bien, este modelo del toyotismo empieza a transformarse en la sociedad de la información. Las nuevas empresas endogenizan la demanda y, casi al mismo tiempo, exogenizan la producción. ¿Qué quiere decir esto? Que las empresas van un paso más allá del toyotismo. Ahora pueden conocer exactamente al consumidor. Y no se trata de un conocimiento ni marginal ni casual, sino amplio, riguroso y exhaustivo y a tal extremo que, incluso, llegan a conocerlo más allá de lo que el propio consumidor puede conocerse a sí mismo.

Para estas corporaciones de la sociedad de la información, los consumidores ya no representan ningún misterio. Estas corporaciones saben qué sienten, qué necesitan, qué les gusta, qué no les gusta, cómo distribuyen su tiempo, cuáles son sus filias, cuáles son sus paranoias, cuáles son sus excesos, cuáles son sus debilidades, etc.

Estas corporaciones tienen la posibilidad de desarrollar una especie de mapa cognitivo, afectivo, fisiológico e intelectual de todos y cada uno de sus consumidores reales y potenciales. Con ese mapa no solo que pueden ubicar su modelo de negocios sino también pueden generar señales imperceptibles sobre los patrones de conducta e interferir sobre ellos. Esto pone a estas corporaciones en otro nivel: de la incertidumbre del mercado ahora deben resolver el desafío de cómo interferir en los patrones de comportamiento del consumidor y transformarlos en vectores de su modelo de negocios.

De esta forma, la empresa endogeniza al consumidor. Lo transforma en una determinación de la propia empresa. Si la empresa tiene éxito puede crear una especie de reflejo condicionado o patrones de conducta condicionados que han sido diseñados desde la empresa.

Entonces, el desafío ya no consiste tanto en producir algo sino en endogenizar al consumidor dentro de la empresa y para ello se necesita de información. En efecto, la endogenización del consumidor no puede hacerse sin que el consumidor transfiera a las empresas todos sus datos personales, sus gustos, sus preferencias, sus dinámicas más vitales, los datos de su salud y fisiología, sus dudas más existenciales y sus proyectos de vida, de manera libre, voluntaria, sistemática, cotidiana y, además, gratuita. Es exactamente eso lo que hacen las redes sociales y las aplicaciones de internet. Son, literalmente, redes lanzadas hacia la subjetividad de las personas que, al caer en ellas, ponen en ellas toda su vida y, encima, lo hacen todo el tiempo y gratis.

Las corporaciones tienen información del número de pasos que ha dado una persona en un día determinado. De los circuitos urbanos o rurales que ha recorrido. De las compras que ha hecho. De su presión arterial y pulso cardíaco. De sus indicadores más importantes de su salud. De sus preferencias cotidianas. De su círculo social. De sus opiniones políticas. De su forma de conducir un coche. En fin.

En ese contexto, para estas corporaciones la producción, de forma paradójica, se convierte casi en un obstáculo porque le sustrae recursos de su objetivo más importante que es la endogenización del consumidor. Se trata de un proceso que lleva el fetichismo de la mercancía a un nivel más alto y que coloniza la subjetividad del consumidor de tal manera que el consumidor se convierte en una determinación de la empresa sin que tenga la más mínima idea de ello.

La empresa ya no solo produce un bien o un servicio, sino que también produce al consumidor de ese bien y de ese servicio.  Estas corporaciones lo pueden hacer porque conocen los patrones de comportamiento y preferencias de los consumidores, no como un dato general y que ha sido extrapolado de otras variables, sino como un dato real y que tiene que ver con la propia información que el consumidor ha colocado en sus redes sociales.

Pero el volumen de información es tan grande y las posibilidades de integrarlas de manera consistente es tan vasta que se necesitan recursos tecnológicos gigantescos para hacerlo. Es en esa dinámica que se genera la inteligencia artificial, como un algoritmo que tenga capacidades heurísticas y probabilísticas para poder manejar la información que los consumidores diariamente exponen en las redes sociales.

Me voy a valer de un ejemplo, como un marco heurístico, de lo que quiero decir. En el siglo XXI existe, sobre todo en las sociedades capitalistas más avanzadas, una especie de culto al cuerpo y a la imagen. El filósofo francés Michel Foucault las denominaba las tecnologías del yo y tienen que ver con las derivas biopolíticas del neoliberalismo. Ahora bien, esto conduce a que prácticas relativamente extrañas ahora formen parte de la cotidianidad de millones de personas en todo el mundo y sin las cuales no se sienten conformes consigo mismas y que han generado importantes modelos de negocios e industrias. Una de esas prácticas extrañas tiene que ver con los gimnasios y el trabajo sobre el cuerpo. Existen, en efecto, muchas industrias detrás de ese culto al cuerpo (farmacéuticas, ropa deportiva, aplicaciones, etc.). Pero de todas ellas, quisiera detenerme en las corporaciones de ropa deportiva como Nike, Puma o Adidas, entre otras.

Cada una de ellas, ha logrado influir sobre la subjetividad de millones de personas que se han convertido en usuarios permanentes de eventos deportivos y que adquieren una serie de gadgets, ropa deportiva y uso de aplicaciones que les obligan a cambiar sus rutinas diarias de vida. Este comportamiento de las personas, aparentemente autónomo, en realidad se integra a las necesidades de las corporaciones cuando ellas saben exactamente lo que piensan y sienten estas personas y los motivan a que adopten ciertos comportamientos, entre ellos, el uso del gimnasio (fitness) y sus rutinas (o el jogging).

Estas corporaciones, que han exogenizado la producción (actualmente ninguna de ellas fabrica ropa deportiva, ni zapatos deportivos ni nada en concreto en realidad), ahora se concentran en las conductas de las personas. Así, han experimentado un proceso de alteración que tiene que ver con las mutaciones del capitalismo: primero se transformaron en corporaciones dominantes gracias a su economía de escala; luego trasladaron su producción hacia subcontratistas gracias a la delocalización en zonas especiales de desarrollo económico, lo que les obligó a concentrarse en la gestión de la marca; y, finalmente, han vinculado la marca con patrones de comportamiento del consumidor para administrar la demanda.

De esta forma, la marca de la corporación es solo una interfaz para la intervención directa sobre la conducta. Se trata de influir sobre la conducta para provocarla a que asuma hábitos y costumbres que, en otras circunstancias, habrían sido imposibles. Así, logran movilizar millones de personas todo el tiempo a través de eventos deportivos, maratones, o jornadas extenuantes con los pretextos más variados pero que generan fenómenos sociales que han sido creados expresamente desde estas corporaciones.

Muchas personas quizá en algún momento de epifanía retornen a ver el ambiente del gimnasio, del fitness o del jogging y se pregunten “¿qué hago aquí?”, o “¿por qué estoy haciendo esto?”. Es solamente un relámpago de lucidez que alumbra el absurdo de su situación. No están ahí por motu propio. Están ahí porque han sido condicionados. Porque su propia subjetividad ha dejado de pertenecerles. Pero no lo saben. Se esfuerzan en el gimnasio hasta más allá de lo posible y transitan todo el día con ese cansancio que los obliga a tomar suplementos y drogas para mantenerse siempre en esa forma; así, establecen sus propios horarios de vida para robarle tiempo al descanso o a la recreación, y pasar en el gimnasio o en el jogging o en algo parecido, solamente por el culto al cuerpo: biopolítica pura. Todo ello revela una colonización de la subjetividad que va más allá de la alienación que describía Marx.

¿Cómo una corporación, como Nike por ejemplo, pasó de la producción de artículos deportivos a la gestión de la marca, y de ahí a la formación y administración de conductas? Quizá porque tienen a su disposición algo que no existía en el siglo XIX cuando se conformó la teoría de los mercados y del equilibrio general. Ahora tienen información real y permanente de todos y cada uno de los consumidores. Y se trata de un insumo abundante, gigantesco y que cada día crece más y que para estas corporaciones tiene un costo marginal nulo, es decir, es casi gratuito. Se trata de una mina de proporciones colosales que necesita de empresas de minería de esa información. El principal extractivismo del siglo XXI no es del petróleo, ni del oro, ni de ningún commodity. El principal extractivismo es la minería de datos. Es el extractivismo sobre la subjetividad de todos y cada uno de nosotros.

De esta forma, para estas corporaciones el mercado quiere decir otra cosa que aquello que define la teoría económica tradicional. Esta vez, el mercado no tiene nada que ver entre el encuentro del consumidor con su oferta. Ahora, son el espacio en el cual se produce la disputa sobre la conciencia de lo humano y la colonización de la subjetividad personal. Los consumidores dejan de ser impredecibles. Se convierten en vectores. Pero su dirección, en tanto vectores, no depende de ellos, sino de aquella que ha sido impregnada desde estas corporaciones.

Volvamos al caso de una de ellas. Nike por ejemplo. Hace ya varias décadas que Nike dejó de producir y empezó a descargar sobre sus subcontratistas las responsabilidades de la producción de ropa, zapatos y accesorios deportivos. El proceso previo fue la liberalización comercial que empezó en el año 1979 en China con las Zonas Especiales de Desarrollo Económico. Las empresas, cuando comprendieron que en esas Zonas de Desarrollo Económico que empezaron a proliferar en todo el sudeste asiático, les permitían reducir sus costos laborales, decidieron relocalizar y delocalizar sus líneas de producción. Nike es una de ellas. Pero Nike entendió rápidamente que no solo podía relocalizar su producción sino también exogenizarla, es decir, trasladar hacia terceros todas sus líneas de negocios relacionadas con la producción. Ahora Nike, strictu sensu, no produce ningún bien. Todos ellos han sido transferidos hacia empresas subcontratistas. Muchas de ellas están en esas zonas especiales de desarrollo económico del sudeste asiático aunque se han replicado por todo el mundo.

De esta forma, muchas empresas pasaron de la relocalización y delocalización al outsourcing. Así por ejemplo, Apple ha transferido a Foxconn, una empresa de Taiwan, la fabricación de todos sus productos.

Pero las empresas pueden exogenizar la producción y asegurarse de la propiedad intelectual de su marca gracias a los derechos de propiedad intelectual y sus instrumentos jurídicos internacionales que han sido avalados y reconocidos por los Estados a través de los acuerdos internacionales de inversión; el reconocimiento a los tribunales internacionales de justicia para controversias relacionadas con las inversiones, y gracias también a que los Estados consideran a la inversión extranjera directa la capacidad de determinación de la tecnología, la innovación y el empleo en sus propias economías.

En la exogenización de la producción en primera instancia la corporación se queda con la marca, de ahí la importancia del derecho a la propiedad intelectual y los tribunales de conciliación y arbitraje para diferencias relativas a inversiones. Son, de hecho, sus subcontratistas los que finalmente producen todo lo que estas corporaciones negocian. Pero esos subcontratistas, a su vez, tienen a su disposición una fuerza de trabajo abundante, barata y que, gracias a las zonas especiales de desarrollo económico, no tiene capacidad política de interferir en la producción porque tienen prohibida toda forma de sindicalización. Se produce así una situación paradójica: los trabajadores crecen a escala global pero, como clase obrera, prácticamente están anulados. Políticamente los obreros son irrelevantes.

Es una fuerza de trabajo precarizada a nivel global. La precarización laboral es el otro lado de la exogenización de la producción. La precarización es, en realidad, creada desde la anulación política de la clase obrera y, por ello, corresponde a una dinámica política. Sin embargo, para que la precarización se convierta en un vector clave de la producción globalizada es necesario evitar que el Estado intervenga sobre la sociedad, sobre todo a través de la regulación, control y política social. Al mismo tiempo es necesario que los derechos de los trabajadores se anulen políticamente. El Estado debe achicarse. Así, la exogenización de la producción es también un resultado de las políticas de austeridad que recortan al Estado y las políticas de des-sindicalización que destruyen la capacidad política de los trabajadores.

En ese contexto, las referencias teóricas de la economía se quedaron en el siglo XX. El equilibrio general no es ni funcional ni metodológicamente pertinente para comprender a las corporaciones del siglo XXI, sobre todo a aquellas que manejan, controlan y administran la demanda y la oferta.

El precio: un espacio de disputas políticas

Estos procesos de endogenización de la demanda y exogenización de la oferta suscitan una cuestión: ¿qué significación tienen para el equilibrio económico? Si el equilibrio económico, supuestamente, es el locus desde el cual se estructuran y definen los sistemas de precios globales, pero si ya no existen como fuerzas cuasi-naturales ni la oferta ni la demanda, entonces, ¿cómo se forman los precios en contextos de endogenización de la demanda y exogenización de la oferta? Por ejemplo, ¿por qué la suscripción al Chat GPT de OpenAI o Midjourney tiene ese precio y no otro? ¿De dónde y cómo se estructuró ese precio? ¿qué tienen que ver esos precios con la demanda, con las preferencias reveladas del consumidor, con el equilibrio general, con los costos marginales de producción? Lo mismo puede decirse con un vasto conjunto de aplicaciones de internet y sus precios.

Si en esos precios no existe la lógica del equilibrio entre oferta y demanda, porque parten de un precio que es inelástico y que ha sido impuesto por fuera de cualquier punto de encuentro entre oferta y demanda y, por tanto, sin relación alguna con la competencia de mercado, entonces ¿cómo se definen? ¿qué significación tienen para el capitalismo? ¿qué rutas abren para los procesos globales de acumulación de capital? ¿cómo se estructuran esos precios?

Esto nos lleva a una constatación: los precios de las corporaciones de la sociedad de la información se estructuran, establecen, definen e imponen por fuera de la racionalidad económica y sin relación alguna con el cálculo económico; porque se han formulado desde otras determinaciones que no tienen relación con la economía, al menos con aquella economía que describen y analizan los libros de texto y el discurso oficial de la economía moderna.

Los precios que se originan desde estas corporaciones de la sociedad de la información nada tienen que ver con la racionalidad económica del siglo XX. Esos precios expresan procesos relativamente novedosos como son la endogenización de la demanda y la exogenización de la oferta.

Si esos precios no nacen desde la economía, porque no tienen relación alguna con el equilibrio económico, ni las preferencias reveladas del consumidor, entre otras, entonces ¿cómo se definen? ¿cuál es su estructura más fundamental? Y una intuición clave es que los procesos más fundamentales que definen esos precios en realidad obedecen a fenómenos políticos y globales. Esos precios, a la larga y esencialmente son políticos. Dependen de circunstancias y procesos políticos concretos e históricamente determinados.

Para que los ciudadanos pongan su información personal en las redes se necesita de la desregulación a las corporaciones que administran esta información y esas redes. Para que estas empresas puedan realizar minería de datos (machine learning, big data, data science, etc.), también se necesita de desregulación y de asimetrías entre el poder de los ciudadanos y aquel de las corporaciones. ¿Qué poder regulador controla el uso de datos, por ejemplo, de Google? ¿Qué estructura legal regula el hecho que OpenAI haya usado a toda la humanidad literalmente como conejillo de Indias para sus programas de inteligencia artificial? ¿Qué instancias de control ético y moral pueden regular y controlar el uso de la información que utiliza Alexa?

Para que las corporaciones puedan colectar datos globales y administrarlos necesitan de la complicidad de los Estados, los sistemas jurídicos y los sistemas políticos a escala global. Para que se pueda exogenizar la oferta se necesita precarizar al trabajo y, para que esto ocurra, se necesita deconstruir y derrotar políticamente a la clase obrera y eso, por definición, es una tarea política. Para proteger los derechos de propiedad intelectual de las marcas se necesita que los Estados realicen convergencias normativas hacia las prescripciones hechas por estas corporaciones en los tratados de libre comercio o acuerdos internacionales de inversión que son instancias, de hecho, políticas y en las cuales no participa la sociedad.

En definitiva, la endogenización de la demanda y la exogenización de la oferta tienen sustratos políticos y, evidentemente, globales. Es desde esa trama de circunstancias políticas que se crean las condiciones de posibilidad para que estas corporaciones puedan definir sus precios prescindiendo del mercado y de los equilibrios de mercado y de toda la racionalidad económica del siglo XX. De esta manera, entramos en una etapa en la que los precios dejan de ser económicos para convertirse en determinaciones políticas. Los usuarios o consumidores nada pueden hacer contra este sistema de precios que ahora se convierte en una gigantesca aspiradora de rentas.

La principal significación del equilibrio económico en circunstancias en las que la demanda se ha endogenizado y la oferta se ha exogenizado es que, esta vez, los precios adquieren una consistencia fundamentalmente política y el equilibrio general de la economía se transforma en una categoría política de desequilibrio general entre ciudadanos y corporaciones. A mayor desequilibrio mayores rentas para estas corporaciones. Un desequilibrio que se mantiene, consolida y expande gracias al poder político de estas corporaciones y a la debilidad de los Estados, de la democracia y de la clase obrera.

Si esto es así, entonces la trama que sostiene a estos precios se confunde, imbrica y yuxtapone a los procesos productivos que aún conservan aquella trama que los define desde el siglo XIX. En esa mezcla, el capitalismo contamina todos los procesos productivos y los lleva, de grado o por fuerza, a esa lógica en la que los precios se definen desde la política. Son precios que deben dar cuenta de las circunstancias políticas que contribuyen a conformarlos, sostenerlos y consolidarlos, es decir, la política como relaciones de poder, como espacios de luchas, resistencias, violencia e imposiciones. Es el retorno de la economía política.

Endogenizar la demanda y exogenizar la oferta implica administrar políticamente los precios y eso supone administrar políticamente a la sociedad. La lucha política que se supone se inscribía en las coordenadas del sistema político, en realidad se define antes: en la economía política. Se trata, por tanto, de un vasto proceso político que le permite a las corporaciones asegurar y controlar las condiciones políticas desde las cuales se estructuran estos precios como vectores políticos.

Quizá sea por ello que un espacio ad hoc y contingente como el Foro de Davos, finalmente, sea más importante y trascendente que cualquier Asamblea de Naciones Unidas. Porque en el Foro de Davos se trazan las coordenadas políticas (y, sobre todo, geopolíticas) sobre las cuales van a actuar las corporaciones de la sociedad de la información y se definen las coordenadas de esas luchas políticas.

Esto pone en otro nivel la lucha por las reivindicaciones sociales. Si los precios ahora constan en la esfera de la política, entonces será la política quien imponga sus límites y trace sus posibilidades. Pero para ello es necesario que los trabajadores puedan abrir la política para la discusión de la economía de la información. Para hacerlo, los trabajadores necesitan capacidad política que, lamentablemente, por ahora no tienen. Quizá ese sea uno de los retos del futuro y de la nueva izquierda.

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