miércoles, 18 de octubre de 2023

Judíos de EEUU piden el fin del genocidio en Gaza

 

Judíos de EEUU piden el fin del genocidio en Gaza

 

TERCERAINFORMACION / 17.10.2023

Cientos judíos estadounidenses, delante de Casa Blanca, pidieron al presidente Biden que deje de apoyar a Israel en su planeado genocidio en Gaza.



Los manifestantes instaron a la Administración estadounidense, presidida por Joe Biden, a presionar al gabinete del primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, para que declare un inmediato alto de fuego con los palestinos.

“IfNotNow” y “Jewish Voice for Peace”, dos grupos izquierdistas judíos con sede en EE.UU., organizaron la manifestación antisraelí que celebró el lunes ante la sede presidencial de EE.UU. en Washington D.C.

Los manifestantes judíos acusaron Israel de planear un “genocidio” y subrayaron que el objetivo de su protesta era poner un fin al apoyo de EE.UU. al régimen de Israel, al que describieron como “sistema de apartheid”.

En la congregación resaltaron pancartas en las que se podía leer frases como “Mi dolor no es tu arma”, “Palestina libre” y “Detengan el genocidio en Gaza”.

“Estamos aquí para decirle al presidente Biden, como comandante en jefe del ejército más poderoso del mundo, que debe hacer todo lo que esté a su alcance para exigir un alto el fuego, exigir una reducción de las tensiones, liberar a los rehenes israelíes y abordar las circunstancias subyacentes que nos han llevado a esta pesadilla” declaró Eva Borgwardt, directora política de “IfNotNow”.

Además, los coordinadores de esta protesta anunciaron que están preparados para llevar a cabo actos de desobediencia civil que afecten a los políticos estadounidenses y también amenazaron con bloquear las entradas de Casa de Gobierno.   

Durante esta manifestación, más de 30 participantes fueron detenidos por la policía, conforme publicó la cadena estadounidense ABCNews.

Desde el comienzo de los ataques del régimen de Israel a Gaza, se han multiplicado las manifestaciones por todo el mundo, como en VenezuelaChilePerú Argentina, para expresar solidaridad con Palestina ante los indiscriminados ataques y bloqueo total de Israel.

msr/ncl/mkh

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La niñez en Palestina: resistencia e identidad

 


La niñez en Palestina: resistencia e identidad


Publicado el 18 de octubre de 2023 / Por Palestina Libre

 KAOSENLARED

La infancia asoma a la vida con el dolor hecho carne. No son juegos donde se aprieta un botón y se mueve un ejército. La sangre que corrió por los kibutz israelíes en estos días quedó en las manos de Hamas. Que no es el pueblo palestino cotidiano que busca desde hace décadas sobrevivir y resistir. En medio de la decisión de las grandes potencias que se alinean detrás de Israel y no miran a los ojos de la niñez.


Por Martina Kaniuka

Enseñamos vida. “Nosotros enseñamos vida, señor/Nosotros los palestinos enseñamos vida después que ellos, hayan ocupado el último cielo”. Rafeef Ziadah, poeta, periodista y activista por los derechos humanos libanesa de ascendencia palestina, respondió así a la pregunta que le hizo un periodista, mientras Gaza (entre diciembre del 2008 y enero del 2009) era regada con fósforo desde aviones israelitas.

El ataque llegó a través de un micrófono, en forma de acusación  y se le clavó directo en las fibras de la resistencia. “¿No crees que todo estaría bien si simplemente dejáis de enseñar a vuestros hijos a odiar?, preguntó el periodista. “Nosotros enseñamos vida, señor”, respondió Rafeef, eligiendo contestar pronunciando bien las palabras, dibujando en la boca su mejor sonrisa y sosteniendo, como un prendedor afilado en su pecho, la más autóctona de las costumbres palestinas: la del duro ejercicio de vivir resistiendo.

Rafeef, como la mayoría de las infancias en Palestina, nació en un campo de refugiados. De familia de refugiados palestinos en el Líbano, es la tercera generación que sobrevive al apartheid que Israel lleva en su tierra desde la “limpieza étnica” de la Nakba (catástrofe en árabe) en 1948. Tuvo la suerte de poder migrar, y vivió la mayor parte de su infancia como una golondrina, deportada entre países que, por su origen, se negaban a darle la ciudadanía. “Ilegal” decían los papeles en cada sitio donde su familia intentaba formar un hogar. “Palestina” supo y sabe ella, desde que nació. Escribe desde pequeña y a sus 44 años sabe que la poesía la salvó: poder proferir ese alarido bárbaro por los tejados -y oficinas de la burocracia migratoria- del mundo, escribir esos gritos en un cuarto oscuro, que dicen que existen.

Ya cuentan siete las generaciones que han nacido en campamentos de refugiados. Este 2023, la ONG Save the Children ha denunciado que es el año con más niños muertos a manos de la ocupación israelí en Cisjordania.  Yusef, un niño entrevistado el año pasado por la organización, figura entre los muertos. En 2022 Yusef contaba que su sueño era “mirar cualquier cosa de camino a la escuela, como pájaros y plantas. Quiero ver las cosas que siempre imagino. No quiero oler gas o ver a soldados por todas partes. No quiero tener miedo de salir a la calle. No quiero que mi madre tenga miedo a que pueda resultar herido o que pasee por las calles buscándome por temor a que los soldados israelíes me hayan herido”, dijo.

Niñez en Palestina

Siempre estoy enferma, no sé, no puedo hacer nada, ya ves todo esto, empieza diciendo mientras señala los restos de un edificio bombardeado.  “¿Qué esperas que haga? ¿Arreglarlo? Sólo tengo 10 años”. Nadine muestra su impotencia al mundo frente a la injusticia que invade su tierra y explica que le gustaría ayudar: “Ya no puedo lidiar con esto. Sólo quiero ser médico o cualquier cosa para ayudar a mi gente, pero no puedo. Sólo soy una niña. Ni siquiera sé qué hacer. Me asusto, pero no tanto. Haría cualquier cosa por mi gente, pero no sé qué hacer. Sólo tengo 10 años. Cuando veo todo esto, literalmente lloro todos los días. Me digo a mí misma: ¿por qué nos merecemos esto? ¿qué hemos hecho para que esto ocurra?”.

Sin respuestas, Nadine cuenta a cámara su sueño de ser médica, para curar a su pueblo. El video es de 2021. No lo sabemos pero, es probable que Nadine sea hoy una de las entre 500 y 700* niños que son detenidos y encarcelados al año por el ejército israelí: en los últimos 20 años han sido capturados más de diez mil. Más de diez mil niños son detenidos para ser encarcelados por el único delito de nacer palestinos.

Ser niño en Palestina es habitar uno de los 19 campos de refugiados y vivir bajo un régimen de apartheid, impuesto por Israel desde 1967, en su propia tierra.  Es abrazar la libertad como bandera y horizonte bajo la vigilancia de los puestos de control y el muro ilegal. Es no poder circular para asistir a la escuela. Es nacer en los puestos de control militares y estar sometidos a constantes violaciones del derecho internacional. Ser niño es trabajar en familia para cosechar frutos que serán robados, es crecer en la tierra donde cementan el agua para que mueran de sed y los recursos naturales son saqueados.  Significa que Israel se reserve el derecho a impedir el viaje a otros países o recibir visitas de amistades o familia.

Ser niño en Gaza es sumar a los juegos el cuidado de heridos por bombardeos y habitar ruinas, imaginando palacios. Las infancias palestinas padecen desnutrición y anemia y viven con angustia las deficientes condiciones higiénicas.  El desplazamiento y hacinamiento aumenta las probabilidades en mujeres y niñas de ser agredidas sexualmente. Ser niño en Palestina supone vivir discriminado, bajo leyes racistas como la Ley del Estado Nación Judío, sin posibilidad de reagrupación familiar ni ciudadanía.

Ser niño en Palestina es luchar contra la indiferencia de un mundo que elige borrar su historia, para alinearse detrás del capital.  Pero ser niño, ser niña en Palestina es también haber crecido con la fuerza de quienes empujan hasta hacer crecer ese verano invencible en el pecho, con la firmeza y la dulzura de los que, sin necesitar demasiado, se pintan con la fuerza de la lucha y la rebeldía, otro cielo donde lo que desparrama el viento no son cohetes, misiles y balas, sino los colores de su identidad hecha bandera.

Ser niño en Palestina es festejar cumpleaños entre escombros que fueron hogar, es correr el sentido del miedo, y desafiarlo hasta convivir con él y domesticarlo y convertirlo en una mascota para abrazar con sus seres queridos, con la conciencia de los que aprendieron que cada segundo puede ser el último.

Es resistir, para volver a enseñar esa lección histórica de vida y resistencia que escriben desde hace 75 años: esa que protagonizan firmes, con determinación y fuerza, ante la impavidez de un mundo que hace caso omiso a las reiteradas violaciones de derechos humanos que Israel comete en la ocupación de su tierra.

 

Fuente original: PalestinaLibre.Org

Fuente secundaria remitida a Kaosenlared para su publicación: Pelota de Trapo

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El salvajismo de la guerra contra el pueblo palestino

 

Sin justicia no hay paz. Las acciones de Hamás son reprobables, pero los crímenes que comete Israel lo son mucho más. Y no hay que olvidar que según el derecho internacional, la lucha armada contra una potencia ocupante no es ilegal.


El salvajismo de la guerra contra el pueblo palestino


Vijay Prashad

El Viejo Topo

18 octubre, 2023 

 


¿Quién sabe cuántos civiles palestinos habrán muerto para cuando se publique este artículo? Entre los cadáveres que no podrán ser trasladados a un hospital o a una morgue, porque no hay gasolina ni electricidad, habrá un gran número de niños y niñas. Se habrán escondido en sus casas, escuchando el sonido de los bombarderos F-16 israelíes acercándose cada vez más, las explosiones avanzando hacia ellos como un enjambre de hormigas rojas en persecución. Se habrán tapado los oídos con las manos, agazapados con sus padres en sus oscuras salas de estar, esperando, esperando a que la inevitable bomba golpee su hogar. Para cuando los equipos de rescate lleguen hasta ellos bajo las montañas de escombros, sus cuerpos habrán quedado irreconocibles, y sus familias llorarán mientras se desentierran prendas familiares o enseres domésticos. Así es el tormento de los palestinos que viven en Gaza.

Un amigo en Gaza –que tiene un hijo de 17 años– me dijo la primera noche de este reciente periodo de bombardeos israelíes que su hijo había vivido al menos diez grandes ataques israelíes contra los palestinos de Gaza. Mientras hablábamos, hicimos una lista de algunas de las guerras que podíamos recordar (dado que se trata de guerras de Israel, utilizamos los nombres del ejército israelí para sus ataques contra Gaza):

–Operación Lluvias de Verano (junio de 2006)

–Operación Nubes de Otoño (octubre-noviembre de 2006)

–Operación Invierno Caliente (febrero-marzo de 2008)

–Operación Plomo Fundido (diciembre de 2008-enero de 2009)

–Operación Eco que corre (marzo de 2012)

–Operación Pilar de Nube (noviembre de 2012)

–Operación Borde Protector (julio-agosto de 2014)

–Operación Cinturón Negro (noviembre de 2019)

–Operación Amanecer (agosto de 2022)

–Operación Escudo y Flecha (mayo de 2023)

Cada uno de estos ataques pulveriza las mínimas infraestructuras que permanecen intactas en Gaza y golpea duramente a la población civil palestina. El Ministerio de Sanidad de Gaza registra las muertes y bajas civiles, pero los israelíes y sus cómplices occidentales hacen caso omiso de ellas. Cuando se intensificaron los bombardeos actuales, el periodista Muhammad Smiry dijo: “Puede que esta vez no sobrevivamos”. La preocupación de Smiry no es aislada. Cada vez que Israel envía sus aviones de caza y misiles, la muerte y la destrucción son de una proporción inimaginable. Esta vez, con una invasión a gran escala, la destrucción será de una dimensión nunca vista.

La ruina de Gaza

Gaza es una ruina poblada por casi dos millones de personas. Tras el horrible bombardeo israelí de Gaza en 2014, Naciones Unidas informó de que “la gente duerme literalmente entre los escombros; los niños han muerto de hipotermia”. Se ha escrito una variación de esta frase después de cada uno de estos bombardeos y se seguirá escribiendo cuando este por fin llegue a su fin.

En 2004, el Director de Seguridad Nacional de Israel, Giora Eiland, dijo que Gaza es un “enorme campo de concentración”. Este “enorme campo de concentración” se erigió en 1948, cuando la política de limpieza étnica del recién creado Estado israelí expulsó a los palestinos a campos de refugiados, incluido el de Gaza. Dos años después, la inteligencia israelí informó de que los refugiados de Gaza habían sido “condenados a la extinción total”. Esa sentencia no ha cambiado en los 73 años transcurridos. A pesar de la retirada oficial de los colonos y las tropas israelíes en 2005, Israel sigue siendo la potencia ocupante de la región al sellar las fronteras terrestres y marítimas de la Franja de Gaza. Israel decide lo que entra en Gaza y utiliza ese poder para estrangular periódicamente a la población.

Politicidio

Cuando los palestinos de Gaza intentaron elegir a sus propios dirigentes en enero de 2006, Hamás –formado en la primera Intifada (levantamiento) de 1987 en Gaza– ganó las elecciones. La victoria de Hamás (Movimiento de Resistencia Islámica) fue condenada por los israelíes y Occidente, que decidieron utilizar la fuerza armada para anular los resultados electorales. La Operación Lluvias de Verano y la Operación Nubes de Otoño sumergieron a los palestinos en una nueva dinámica: bombardeos puntuales como castigo colectivo por haber elegido a Hamás en las elecciones legislativas. A Gaza nunca se le permitió un proceso político, de hecho, nunca se le permitió conformar ningún tipo de autoridad política que hablara en nombre del pueblo. Israel ha intentado con la fuerza erradicar la vida política de Gaza y forzar al pueblo a una situación en la que el conflicto armado se convierta en permanente. Cuando los palestinos llevaron a cabo una Gran Marcha del Retorno no violenta en 2019, el ejército israelí respondió con una fuerza bruta que asesinó a doscientas personas. Cuando a una protesta no violenta se responde con la fuerza, resulta difícil convencer a la gente de que siga por ese camino y no tome las armas.

A medida que este conflicto adquiere aires de permanencia, la frustración de la política palestina pasa de la imposibilidad de negociar a la necesidad de la violencia armada. No queda abierta ninguna otra vía. La dirección política palestina, o bien ha sido atada por la Unión Europea y los Estados Unidos, alejándose así de las aspiraciones populares, o bien –si sigue reflejando esas aspiraciones– ha sido enviada a una de las muchas y duras prisiones de Israel (cuatro de cada diez hombres palestinos están o han estado en prisión, mientras que los líderes de la mayoría de los partidos de izquierda pasan allí largos periodos bajo órdenes de “detención administrativa”). El sociólogo israelí Baruch Kimmerling ha afirmado que la política israelí hacia los palestinos ha dado lugar a un “politicidio”, la destrucción deliberada de los procesos políticos palestinos. La única vía que queda abierta es la lucha armada.

De hecho, según el derecho internacional, la lucha armada contra una potencia ocupante no es ilegal. Hay muchos convenios internacionales y resoluciones de las Naciones Unidas que afirman el derecho de autodeterminación: entre ellos, el Protocolo Adicional 1 de los Convenios de Ginebra de 1949, la Resolución 3314 (1974) de la Asamblea General de la ONU y la Resolución 37/43 (1982) de la Asamblea General de la ONU. La resolución de 1982 “reafirma la legitimidad de la lucha de los pueblos por la independencia, la integridad territorial, la unidad nacional y la liberación de la dominación colonial y extranjera y de la ocupación extranjera por todos los medios disponibles, incluida la lucha armada”. No podría haber una declaración más contundente que sancione legalmente la lucha armada contra una ocupación ilegal.

¿Por qué ataca Hamás a Israel? Porque la naturaleza de la ocupación israelí ha impuesto una gramática política a la relación entre palestinos e israelíes. De hecho, cada vez que se produce un modesto avance en las conversaciones – a menudo con la mediación de Qatar – entre Hamás y el Gobierno israelí, esas conversaciones son silenciadas por el sonido de los aviones de combate israelíes.

Crímenes de guerra

Cada vez que estos cazas israelíes martillean Gaza, los líderes de los países occidentales se alinean metronómicamente para anunciar que “están con Israel” y que “Israel tiene derecho a defenderse”. Esta última afirmación –sobre que Israel tiene derecho a defenderse– es jurídicamente errónea. En 1967, las fuerzas israelíes cruzaron las “líneas verdes” israelíes de 1948 y se apoderaron de Jerusalén Este, Gaza y Cisjordania. La Resolución 242 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas pedía la “retirada de las fuerzas armadas [israelíes] de los territorios ocupados en el reciente conflicto”. El uso del término “ocupados” no es inocente. El artículo 42 del Reglamento de La Haya (1907) establece que un “territorio se considera ocupado cuando está efectivamente puesto bajo la autoridad del ejército hostil”. La Cuarta Convención de Ginebra obliga a la potencia ocupante a responsabilizarse del bienestar de quienes han sido ocupados, la mayoría de las obligaciones violadas por el gobierno israelí.

De hecho, en lo que respecta a Gaza desde 2005, los altos cargos israelíes no han utilizado el lenguaje de la autodefensa. Han hablado en el lenguaje del castigo colectivo. En los prolegómenos de los bombardeos en curso, el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, dijo: “Hemos decidido detener la transferencia de electricidad, combustible y mercancías a Gaza”. Su ministro de Defensa, Yoav Gallant, le siguió diciendo: “He ordenado un asedio total a la Franja de Gaza. No habrá electricidad, ni alimentos, ni combustible, todo está cerrado”. Después, el ministro de Energía israelí, Israel Katz, dijo: “He dado instrucciones para que se corte inmediatamente el suministro de agua de Israel a Gaza”. Tras cumplir estas amenazas, han sellado Gaza –incluso bombardeando el paso fronterizo de Rafah con Egipto– y han encerrado la vida de dos millones de personas. En el lenguaje de las Convenciones de Ginebra, esto es un “castigo colectivo”, que constituye un crimen de guerra. La Corte Penal Internacional abrió una investigación sobre los crímenes de guerra israelíes en 2021, pero no pudo avanzar ni siquiera para recabar información.

Los niños se apiñan en sus habitaciones a la espera de las bombas, se sientan a oscuras porque no hay electricidad y esperan –con la garganta reseca y el vientre hambriento– el final. Tras el bombardeo israelí de 2014, Umm Amjad Shalah habló de su hijo Salman, de 10 años. El niño no dejaba ir a su madre, aterrorizado por el ruido de las explosiones y la muerte a su alrededor. “A veces grita muy fuerte”, dice. “Casi parece que se ríe a carcajadas”.

Fuente: Globetrotter.

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