En Níger, el
gobierno que derrocó al títere aliado de Francia, Mohammed Bazoum, continúa una
histórica lucha anticolonial después de las Independencias. La Alianza de
Estados del Sahel es una cooperación regional por la soberanía que abre las
puertas a otros socios como Rusia y China.
Níger bajo una perspectiva histórica anticolonial
Alex Anfruns
El Viejo Topo
2 enero, 2024
Antes de
analizar el caso de Níger y la Alianza de Estados del Sahel es preciso recordar
brevemente la Historia de las luchas anticoloniales. Es cierto, esta nueva
generación panafricana no ha nacido de la nada. Se inscribe en una larga
trayectoria de luchas anticoloniales. Desde la Conferencia de Berlín a
finales del siglo XIX, las potencias europeas trataron de repartirse el pastel
que representaba el continente africano, porque en aquel entonces ya tenían
puesta la mira en sus recursos formidables. Las sociedades africanas habían
sido desestructuradas durante siglos, en especial mediante la esclavitud, y la
colonización francesa estaba muy consolidada en Argelia. Había planes de
colonizar otras regiones: la situación era lo que Lenin analizó como el “Imperialismo,
estadio supremo del capitalismo”. En aquella época, al final de
la Primera Guerra Mundial, las potencias europeas que salieron victoriosas se
repartieron las colonias.
Pero no
esperaban que la lucha anticolonial impusiera una resistencia mayor, tan fuerte
que llegó a impactar incluso en las sociedades europeas. Aquella resistencia
contra la colonización del norte de Marruecos, en particular en la Guerra
del Rif, se produjo en Francia y también en España. Se produjeron
manifestaciones de oposición ante el envío de tropas españolas. Además,
Abdelkrim Al Khattabi lideró una resistencia muy fuerte contra la ocupación,
contra la colonización española. Un acontecimiento decisivo fue la Batalla de
Annual, que sucedió en agosto de 1921. Aunque desde el punto de vista
eurocéntrico se conozca como “el Desastre de Annual”, si adoptamos el punto de
vista africano fue un claro ejemplo de victoria anticolonial. Y también fue una
lección de que los pueblos africanos podían organizarse, innovando en la
estrategia para vencer a las tropas coloniales. Aquella victoria trastocó las
cosas hasta el punto de que Francia tuviera que venir en socorro a quien era su
competidor, el vecino colonizador que ejercía el Protectorado español en el
Norte de Marruecos. ¡Tuvieron que aliarse para derrotar al líder de la
guerrilla rifeña!
Luego, después
de la Segunda Guerra Mundial, se pasó a otra fase. Cuando se habla de la Liberación del
ocupante, del nazismo que ocupó Francia, no se valoran en su justa medida y a
menudo ni se recuerda a los combatientes norteafricanos o de otros países
africanos colonizados. En realidad, la participación de los soldados de las
regiones que fueron colonizadas fue bastante importante. Pero su reconocimiento
tras la Liberación no estuvo a la altura. Sobre todo, es muy importante tener
en cuenta que una vez que se dio la Liberación en mayo de 1945 hubo
inmediatamente una represión muy fuerte en las colonias francesas, es decir, en
los espacios que estaban siendo colonizados, como Argelia o Madagascar,
produciéndose miles de víctimas. Efectivamente, quienes creían que Francia representaba
el progreso frente a la barbarie del nazismo, se despertaron en una realidad
muy diferente. Todavía hoy, en Setif, Argelia, aquellas masacres están siendo
recordadas con mucha fuerza. Así que, ¿qué sucedió después de la Segunda
Guerra Mundial? ¡Pues que la lucha anticolonial siguió!
Esa lucha dio
nacimiento al Frente de Liberación Nacional (FLN) argelino en noviembre de
1954, que fue la materialización de décadas de sufrimiento del pueblo argelino
bajo la colonización. Los crímenes del colonialismo deben ser traídos a la
memoria, porque se salen completamente de la concepción de lo que es la
humanidad, porque el colonialismo es brutal: lo fue y lo sigue siendo como lo
estamos viendo en otros escenarios. Es algo que debe ser denunciado y recordado.
Hubo la resistencia anticolonial del Frente de Liberación Nacional argelino
hasta que consiguió derrotar el colonialismo francés en 1962. Así culminó la
progresiva desaparición del imperio francés, que junto al imperio británico
habían estado configurando la realidad políticamente a nivel mundial. En aquel
entonces desde 1946 se produjo también la Guerra de Indochina, que como sabemos
se prolongó en la de Vietnam hasta 1975. Fue una continuidad entre el
colonizador francés y quien iba luego a tomar el relevo, el imperio
estadounidense.
Volvamos a la
cuestión de las independencias africanas. Es cierto que fue en Guinea donde el
líder sindicalista Sekou Touré le dio una bofetada histórica, estratosférica, a
los planes de Francia. Touré dijo que “No”. No quería sumarse a los planes de
la Comunidad francesa, que era el plan neocolonial después de las
Independencias. Es decir, “No” al plan de establecer unas independencias
puramente nominales, o formales. Y no era simplemente una percepción suya.
Sékou Touré no fue el único que rechazó la Independencia sometida a acuerdos
neocoloniales, sino que había la misma conciencia en otros lugares de África
del Oeste, en particular en Níger, que es el caso que yo estudio en mi libro (“Níger:
¿Otro golpe de Estado o la Revolución panafricana?”). Efectivamente,
Djibo Bakary era un líder de la región y también tenía previsto rechazar los
acuerdos neocoloniales en Níger.
A veces, cuando
se habla de neocolonialismo, cierto discurso de propaganda lo presenta como si
fuera algo artificial, como si fuera pura retórica. No, nada de eso. Aquellos
acuerdos coloniales tenían un significado muy preciso. En mi libro analizo un
documento que se llama los acuerdos de Defensa 1960-1961, que vale la pena
citar por su interés. Fueron acuerdos suscritos entre Francia y los nuevos
Estados africanos: “Las partes contratantes deciden cooperar en el
ámbito de los materiales de defensa: hidrocarburos líquidos y gaseosos, uranio,
torio, litio, berilio, sus minerales y compuestos”. Sin embargo, eso
no era solo a nivel de cooperación, a nivel de la defensa, en realidad se
estaba estableciendo una relación de privilegio en la venta de las materias
primas estratégicas hacia el antiguo amo colonial que era Francia. Es decir,
dejaban a los nuevos países dependientes, con las manos y los pies atados por
completo. Además, se limitaba la exportación. Se prohibía que se exportase a
otros países, es decir, se impedía la cooperación libre de los nuevos Estados
africanos con otros socios. Evidentemente, en aquella época debían estar
pensando en la Unión Soviética, en el bloque llamado socialista. Se trataba más
bien de atraerlos hacia el mundo capitalista.
Como decía
Djibo Bakary, el líder de Níger que tenía previsto seguir los pasos de Sekou
Touré, aquel plan estaba “impregnado de imperialismo”. En
realidad, Francia saboteó completamente aquella resistencia anticolonial,
especialmente distribuyendo masas de dinero. Y también enviando tropas que
venían desde Argel hasta Niamey, tropas francesas, pero también africanas, que
habían participado en la represión brutal en Argelia. Así que el referéndum que
en aquella época pudo haber dado a Níger una situación de verdadera
independencia fue saboteado. El resultado fue el “Sí” mediante la injerencia
francesa, una injerencia que está documentada por un historiador holandés que
se llama Klas Van Rawel –y también por Tomas Borrell–, quienes explican cómo
fue un escrutinio completamente trucado. Eso provocó que 40.000 campesinos de
Níger huyeran hacia Nigeria. Y provocó también varios años de muertes y dramas
en Níger, puesto que hubo una lucha armada que se desató en aquella época, que
fue finalmente derrotada hacia mediados de la década de 1960.
Pasemos a los
años 70: lo que sucedió en Níger a finales de la década anterior fue el
descubrimiento del yacimiento de uranio, que era –y sigue siendo– una materia
prima estratégica que le interesaba mucho a Francia. En Níger, desde principios
de los años 70 hasta 1979, la explotación de uranio se multiplicó desde el 9%
hasta el 70% de las exportaciones. Ahora bien, la cuestión es: ¿Qué representó
la explotación del uranio para la economía y para los pueblos de Níger? Bueno,
en aquella época hubo una tentativa de reforzar el papel del Estado, se crearon
algunas empresas nacionales públicas. Los ingresos por el uranio pudieron haber
beneficiado a los pueblos… sin embargo, cuando en 1974 el régimen de Diori
trató de renegociar el precio del uranio, sufrió un golpe militar. Entonces en
aquel momento ya se impidió a Níger poder hacer uso de aquellos ingresos,
puesto que estamos hablando de una materia prima con mucho valor. Se le impidió
a Níger desarrollarse, porque cuando estamos hablando de la cuestión del
desarrollo en África, siempre hay que tener en cuenta esta relación entre la
explotación de los recursos y la injerencia. Si analizamos bien la historia,
vamos a ver diferentes momentos de la historia en la cual se han repetido estas
injerencias.
Después del
fracaso de aquella tentativa de renegociar el precio del uranio, los años 80
fueron los de la deuda. Se trató de imponer unas políticas de desmantelamiento
del Estado a través del Fondo Monetario Internacional, que el capitalismo
impuso por la relación de fuerzas que había. Se trataba de que se redujera lo
que se considera “el gasto público” de los Estados, desde el punto de vista del
capitalismo. Y aquella fue la historia en los años 80, que no permitió avanzar
a muchos países en la soberanía y el desarrollo. A principios de los años 90
hubo un proceso de participación democrática en Níger, como consecuencia de las
luchas que se dieron contra las políticas económicas del FMI. Son luchas
sociales que han sido silenciadas; se conocen poco, y habría que estudiarlas
más. En 1991 hubo una vuelta a una forma de democracia. Sin embargo, se quedó
más que nada en palabras, porque en aquella década las políticas
neoliberales del FMI continuaron sin ser cuestionadas realmente. Así que hubo
un proceso que se puede trazar claramente, que consistió en desmantelar el
Estado. Y con ello, impedir la voluntad de los nigerinos de poder tener
servicios de calidad, con lo cual el pueblo podría salir de una situación de
miseria.
Ahora quisiera
citar algunas cifras de Níger, donde las cifras actuales de extrema pobreza son
de alrededor del 42%. Cuando ponemos esto en relación con la explotación del
uranio y de otras materias primas en este país y en esta zona, no podemos
evitar hacernos la pregunta: ¿Cómo puede ser? ¿Cómo puede ser que, con tanta riqueza,
con un nivel de exportaciones tan importante, esto no se traduzca en una mejora
de la población, de la situación de las personas? Ya que, a pesar de tener sus
empresas públicas, estas han estado sometidas a un proceso de desmantelamiento
de privatización. Primero, la electricidad: si hablamos del servicio de la
electricidad en Níger, no se llega al 10% de la población con acceso a la
electricidad. Y eso se reduce en las zonas rurales, porque la electricidad no
llega ni siquiera al 1% en las zonas rurales. Segundo, el agua: es otro recurso
en Níger, que Níger tiene potencialmente debido al paso del río Níger, que es
el tercero en importancia en África. Bueno, el acceso al agua ha estado al 85%
en manos privadas. Esto ha sido hasta hace poco: el 51% le pertenecía a Veolia,
empresa multinacional francesa. Y luego 34% estaba en manos de actores privados
nigerinos. Es decir, que una vez más el acceso al agua no era algo garantizado.
Tercero, las comunicaciones. Si ponemos el ejemplo de la red ferroviaria, una
vez más encontramos a un actor conocido, el Grupo Bolloré, que es una
multinacional francesa que, por cierto, ha sido condenada por la Corte Suprema
de Benín, el país al sur de Níger porque hubo un proyecto transfronterizo de
red ferroviaria que le interesaba a los franceses… Sin embargo, en Benín se
condenó a Bolloré porque no se había gestionado ese contrato de manera legal.
Además de un
capítulo que es una investigación sobre los efectos de la privatización en el
pueblo nigerino, en mi libro también hay otro capítulo que analiza la historia
desde el punto de vista de las materias primas, es decir, de los grandes
intereses económicos. Por un lado, está la lucha de clases que,
por razones históricas, las luchas sociales no pudieron detener la ofensiva
neoliberal contra los servicios públicos. Y por otro lado están los grandes
proyectos de infraestructura y la historia que cuentan las materias primas. Hay
que partir del hecho de que estos 3 países, Malí, Níger y Burkina Faso, tienen
todavía una débil diversificación de la economía. En el caso de Mali, hasta
hace poco el oro alcanzaba la cifra del 75% del ingreso nacional por exportaciones.
Solamente una materia prima como el oro. Además, en gran parte son economías
todavía informales de alrededor del 60%. Yo afirmo que el sector secundario ha
sido destruido, ya que ha habido planes que han dado este resultado. ¿Cómo
dirán que no se han podido crear las condiciones para crear la industria? En
realidad, ha sido la voluntad de actores como el FMI y de la antigua potencia
colonial. No, no podemos entender que 60 años después de las
Independencias no se haya industrializado esta región. Algunos
responderán simplemente con alguna idea fantasiosa de que los pueblos africanos
no pueden o no sean capaces de hacerlo. No, no es así. Y eso lo demuestro en mi
libro al hablar del otro tipo de cooperación que existió con la Unión
Soviética y que ahora Rusia está reactivando.
Pero volvamos a
la cuestión de las materias primas. En Níger está el río Níger, tercero en
importancia en África. Hay un proyecto de infraestructura, la presa
hidráulica de Kandadji, que fue concebido hace décadas para reducir la
dependencia en materia energética de Níger. Con él, se multiplicaría por 2 la
producción eléctrica. Sin embargo, no ha habido la voluntad o la capacidad de
poner en marcha ese proyecto por intereses que habría que analizar con detalle.
Este hecho pone en entredicho la cooperación que ha sido dominante desde la
Independencia, es decir, la cooperación con Francia o con los países europeos.
No se comprende que proyectos de infraestructura de desarrollo tan importantes
no se hayan materializado todavía. Seguramente ahora se podrán materializar,
una vez que países como Níger, Burkina Faso, Mali han echado a la
antigua potencia, confirmando que ejercía una injerencia en el Sahel
contraria a sus intereses. Ya se están anunciando diferentes pasos en esa
dirección. Entre los proyectos importantes no solo está la presa, sino también
está el descubrimiento de petróleo, puesto que Níger no disponía de
este recurso hasta hace poco. Fue a partir del Gobierno de Mamadou Tandja
–quien fue derrocado por un golpe militar, no por casualidad–, cuando hubo la
voluntad clara de diversificar los socios de Níger para avanzar en la
explotación del petróleo. Desde el 2009-2010 se creó esta conciencia de que los
yacimientos de petróleo podrían darle ingresos significativos a Níger. La exportación
del petróleo de Níger estaba prevista que fuese a través de Benín, a través del
que sería “el mayor oleoducto de África”. Representaría un
ingreso de alrededor de más de 4,000 millones de dólares, lo cual es 1/4 parte
del producto interior bruto.
Es evidente que
hay un problema si vemos que Níger tiene formidables recursos, y que al mismo
tiempo ha sido uno de los países más empobrecidos del planeta hasta ahora. Mi
libro nace de esa realidad, de poner en relación esos dos elementos, y tratar
de que el lector me acompañe en mi hipótesis. Me pregunto ¿Por qué? ¿Cuál es la
relación entre esos dos elementos? Entre la extrema pobreza del 42% en un país
como Níger y esos recursos tan formidables, por ejemplo, es uno de los
principales productores de uranio a nivel mundial. Estamos hablando de una
materia prima estratégica que permite a un país como Francia presentarse como
“soberano” en el plano energético gracias a sus centrales nucleares. Hay una
relación entre esos dos factores que yo califico como una relación en la cual
hay cómplices y culpables.
El actual
Gobierno del Consejo Nacional por la Salvaguardia de la Patria (CNSP)
que llegó al poder el 26/07/2023 derrocando al títere aliado de Francia,
Mohammed Bazoum, ha llegado con la voluntad de inscribirse en una lucha
histórica, una lucha anticolonial después de las Independencias. El
neocolonialismo es una realidad, y lo que ahora se está materializando, a
través de la Alianza de Estados del Sahel, es una cooperación
regional que abre las puertas a otros socios como Rusia y China.
Contrariamente
a lo que afirma la propaganda de la OTAN, o la propaganda de los medios
hegemónicos… según ese punto de vista, tanto Rusia como China serían “los
nuevos colonizadores”. Mi libro también da argumentos contra esa idea. En
primer lugar, si no ha habido desarrollo hasta el día de hoy en estos países
africanos, a pesar de tener tantos recursos, ha sido por dos factores. Uno es
la corrupción, evidentemente. Ahora las nuevas autoridades nigerinas han creado
un organismo de lucha contra la corrupción (COLDEFF) y –además
de las personas que han huido el país– ya se están sacando e investigando todos
los asuntos de delincuencia económica y fiscal que ha habido estos años. La
otra razón que analizo proviene de una conversación que tuve con el antiguo
consejero presidencial de Uganda. Ha sido un hombre que ha trabajado con las
comunidades campesinas en diferentes países africanos como Zimbabwe. Se ha
especializado en cuestiones del desarrollo, ha escrito un libro que se llama El
comercio es la guerra. Es un autor ugandés de origen hindú llamado
Yash Tandon, quien explica algo que considero muy importante. Un factor es la
corrupción, pero el otro es el que analiza Tandon. Se trata del tipo de
cooperación que había sido privilegiado históricamente, que, en lugar de
favorecerla, impedía la transferencia tecnológica a nivel mundial. El derecho
al desarrollo de los países del sur es una cuestión importante. Su derecho a
poder tener libertad de crear y desarrollar su propia tecnología. No es
sencillo de resolver, puesto que existe el problema de las patentes que han
sido progresivamente introducidas por el entramado de actores del
neocolonialismo. Yash Tandon explica que una cooperación diferente fue posible
en el pasado. La Unión Soviética, por ejemplo, permitió una transferencia
tecnológica sin patentes. De esa manera se podía imitar la tecnología, y es así
como hubo un proceso de industrialización en algunos países africanos, que
luego fue interrumpido por la ofensiva neoliberal. La historia de las
relaciones soviéticas con el continente africano nos permite comprender mejor
la actualidad.
Hace poco se ha
firmado un proyecto de cooperación entre la Universidad de San Petersburgo en
Rusia y 42 universidades africanas. Es una cooperación ruso africana,
cuyo objetivo es precisamente la capacitación de los estudiantes africanos en
cuestiones de desarrollo y tecnología. Así que cuando oigan esa propaganda que
dice que Rusia y China sería nuevos colonizadores, habría que responder en base
a un análisis de los hechos con detalle. Tanto Rusia como China no están detrás
de estos países manejando los hilos, sino que están a su lado, apoyándoles en
la lucha por su soberanía.
Evidentemente,
en las relaciones internacionales lo que priman son los intereses. Pero existe
la posibilidad de que esos intereses se basen también en un respeto mutuo, en
la medida de lo posible. Sin ser ingenuos, los países africanos que están en
una nueva dinámica de integración regional panafricana, tienen esta conciencia y
esta idea clara: son conscientes de que la situación de “nueva Guerra
Fría” les ofrece nuevas posibilidades. Primero, resolver por sus
propios medios el problema de la seguridad en la en la zona, en la triple
frontera. Segundo, la Alianza de Estados del Sahel no solo
contempla una alianza a nivel militar defensiva, lo cual es algo crucial, sino
que también plantea el desarrollo de una unión monetaria y económica.
Y eso significa que estamos ante un momento histórico del panafricanismo.
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