sábado, 19 de octubre de 2019

CATALUÑA: ¿EL OBJETO DE LA LEY ES GARANTIZAR EL BIENESTAR DE LA POBLACIÓN O EL CAUSAR EL DESORDEN PÚBLICO EN BENEFICIO DE LOS SINVERGÜENZAS?



Catalunya
La rebelión del Tribunal Supremo



Ana Almirón Mengíbar y Francisco Miguel Fernández Caparrós
vientosur
16.10.2019

Desde la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía (APDHA) hemos seguido de cerca el juicio al procés de Catalunya. Bien participando directamente como observadores en el mismo, bien recabando la opinión de especialistas en derecho y reflexionando con preocupación al respecto, pero con la certeza de que en ese proceso judicial no solo se juzgaban a representantes políticos catalanes, sino que también -o sobre todo- estaban en juego los derechos fundamentales que son patrimonio de toda persona.

Lo que siguen son las primeras impresiones tras leer la sentencia publicada por el Tribunal Supremo este lunes. En este sentido, si el delito de rebelión recogido en el artículo 472 de nuestro Código Penal es, según la concepción que el propio tribunal arroja en la sentencia, la puesta en riesgo “del núcleo esencial del sistema democrático que la Constitución instaura y garantiza”, entonces quien se ha declarado en rebeldía ha sido la Sala Segunda del Tribunal Supremo al violentar, del modo en que lo ha hecho, el núcleo de nuestro ordenamiento jurídico que no es otro que los derechos fundamentales.

Una sentencia desproporcionada

Desde el principio del proceso hemos mostrado nuestra preocupación por las vulneraciones que se podían producir durante la instrucción y enjuiciamiento del mismo, tal y como mostramos en una declaración publicada en mayo de este año [1]. Pocos meses más tarde, en Cuarto Poder [2], exigíamos una sentencia justa que respetase los principios constitutivos de nuestro ordenamiento jurídico, tales como la presunción de inocencia o la proporcionalidad de las penas.

Además de las más que cuestionables actuaciones llevadas a cabo por la Sala Segunda del Tribunal Supremo (como dictar sentencia justo antes de la fecha en que el Tribunal de Justicia de la Unión Europea resolviera la cuestión prejudicial planteada por el propio tribunal o la filtración a la prensa de que los presos catalanes serían finalmente condenados por sedición y malversación de fondos públicos), uno de los mayores motivos de preocupación es la desproporción existente entre los hechos probados y las penas impuestas. Como ha remarcado Joaquín Urías [3], “resulta muy difícil de entender que se castigue con tantos años de cárcel unos hechos que se parecen demasiado a la desobediencia o, a lo sumo, a la resistencia a la autoridad”.

Los actos de protesta como sedición

“No se han criminalizado, por tanto, actos de protesta” afirma el Tribunal Supremo en la página 245 de la sentencia. “Todo lo que sea mostrar -razona a continuación la Sala Segunda del Supremo- la discrepancia frente a las leyes, incluso del máximo rango jurídico, frente a decisiones judiciales, sea cual sea el nivel del órgano del que emanan esas órdenes o mandatos, propugnar su modificación, denunciar sus puntos débiles, incluso, con críticas descarnadas o subidas de tono, agrias y descalificadoras, está al abrigo del derecho a la protesta o a la disidencia”.

La sedición, explica el Tribunal Supremo en la siguiente página, es “ontológicamente distinta” y esa diferencia cualitativa entre protesta y sedición radica en que la primera “no puede mutar -arguye en la página 283- en un exótico derecho al impedimento físico a los agentes de la autoridad a dar cumplimiento a un mandato judicial, y a hacerlo de una forma generalizada en toda la extensión de una comunidad autónoma en la que por un día queda suspendida la ejecución de una orden judicial”.

A pesar del extravagante argumento, el razonamiento de la sala no establece ninguna diferencia ontológica o cualitativa entre protesta y sedición sino que, muy al contrario, la difumina por completo. Ese ejercicio de estiramiento que se ha aplicado al delito de sedición ha transformado la concepción inicial que mantuvo la jueza instructora: se ha pasado de considerar la sedición como una “rebelión en pequeño” o “de segundo grado” para contemplarla como un acto multitudinario de desobediencia dentro de un territorio. En este sentido mostramos nuestra máxima preocupación por una sentencia que permite equiparar el ejercicio de derechos fundamentales con un acto sedicioso, también en estos términos se ha expresado la PAH[4].

La elusión del juez ordinario y la quiebra del principio de legalidad

En otro de los análisis de la sentencia[5], el profesor Pérez Royo explica cómo la acusación de rebelión, a pesar de no ser la pena finalmente impuesta, ha desempeñado una triple función. En primer lugar, esa acusación activada por Fiscalía ha permitido justificar de manera en extremo forzada la competencia del tribunal que debía conocer los hechos que no era otro que el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña. En segundo lugar, ha permitido imponer unas medidas cautelares durísimas y, por último, ha servido como telón de fondo de la transmutación de la desobediencia en un delito de sedición, aunque ello haya supuesto, como muy bien ha apuntado Jordi Nieva-Fenoll[6], “una desautorización tremenda a la Fiscalía y al magistrado instructor, así como un reconocimiento de la ilegitimidad flagrante de la suspensión de cargos públicos de los presos”.

En relación con las acusaciones que pusieron en marcha procedimiento que comentamos, en el año 2017 más de cien profesores de Derecho Penal [7] solicitaron que la instrucción del caso se realizase “con observancia estricta de nuestras leyes penales y procesales y respetando en forma exigente el principio de legalidad, de obligatorio cumplimiento en este ámbito”. Un año después, esos mismos profesores lanzaron un segundo manifiesto [8] en el que mostraban serias dudas sobre la posibilidad de considerar los hechos del 20 de septiembre y del 1 de octubre de 2017 como constitutivos de un delito de rebelión -acusación sostenida por el Ministerio Fiscal- o de sedición -acusación sostenida por la Abogacía del Estado-.

Quienes firmaron ese documento, titulado de forma premonitoria “La banalización de los delitos de rebelión y sedición”, alegaban la imposibilidad de aplicar cualquiera de los dos delitos al no observarse, por un lado, la violencia que exige la rebelión ni, por otro, “indicio alguno de que los imputados hayan inducido, provocado o protagonizado ningún alzamiento tumultuario con la finalidad de evitar el cumplimiento de la ley”. Como ya hemos visto, el fallo de la sentencia ha seguido la línea argumental planteada por la Abogacía del Estado.

Sin embargo, la fundamentación jurídica de la condena por sedición, en lugar de determinar con exactitud y de forma concreta la responsabilidad penal de los líderes políticos encausados a partir de los hechos probados, invoca unas categorías penales ancladas el siglo XIX, como agudamente ha apuntado el profesor de Derecho penal Manuel Maroto [9]. A nuestro modo de ver, esta forma de razonar es extremadamente preocupante en tanto que reaviva un tipo penal que sin lugar a dudas debería estar derogado desde hace décadas. Por eso, en contra de la valoración de la Sala Segunda, sostenemos que la aplicación de la sedición de una manera tan elástica afecta de lleno al derecho de manifestación.

En conclusión, reformulando el razonamiento del Alto Tribunal, se podría decir que no se han criminalizado actos de protesta porque desde ahora los actos de protesta pueden ser tipificados como sedición, lo que supone una contundente rebelión contra el núcleo del ordenamiento jurídico.

cuartopoder.es 16/10/2019
Notas

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ELOGIO DEL TUMULTO




Rebelión
Interferencias
19.10.2019

15M, conflicto independentista... Nuestra democracia tiene fobia al conflicto y sin embargo el conflicto es fuente de toda vitalidad y justicia social.


"De los tumultos surgieron en Roma todas las buenas leyes" (Maquiavelo)

¿Cuál es la principal aportación de Maquiavelo al pensamiento político? Según el filósofo francés Claude Lefort, es la idea de división social. No hay armonía en ningún sitio, toda sociedad se encuentra dividida entre los Grandes que quieren dominar y el pueblo que rechaza ser dominado. Entre ambos hay desunión, tumulto y conflicto. La vitalidad y la justicia de cualquier sociedad se juega siempre en la disposición que da a esa división insuperable.

¿Será el conflicto absorbido, sofocado o tendrá alguna vía abierta para desplegarse? De la respuesta a esta pregunta se deducen según Maquiavelo-Lefort los tipos de organización social: el principado, en el cual las instituciones están por encima de la sociedad y se protegen de sus agitaciones; la república, en la cual la ley se deja afectar por el conflicto y se transforma para darle una respuesta; la anarquía, donde el conflicto no tiene ninguna respuesta y corre el riesgo de pudrirse o convertirse en guerra civil.

En la primera opción, la ley es propiedad de los Grandes y su avidez de poder y riqueza no encuentra ningún freno, la sociedad queda sometida. En la segunda, la rapacidad de los Grandes encuentra un límite, el conflicto del pueblo logra modificar las leyes establecidas, su deseo de no ser gobernados se inscribe en derecho (la creación del tribuno de la plebe en Roma, por ejemplo). En la tercera, la situación se detiene, se estanca o se pudre al no encontrar ninguna forma de elaboración.

Pueblo es lo que no quiere ser dominado. La república es la imposición de la cosa pública al partido de los ricos. Sólo el tumulto, el conflicto que viene de abajo, da lugar a la generación de nuevas leyes y a la libertad política; es el mayor factor de cambio histórico.

Nuestra organización social no se parece en nada a una república, sino que encaja perfectamente con la definición del principado. Pretende ignorar que hay división entre dominantes y dominados, entre gobernantes y gobernados, es ciega al hecho de que siempre hay división, que la división es insuperable. Piensa la arquitectura institucional como una "solución" y un "sistema armónico" donde cada cosa tiene su lugar y su función establecida por siempre jamás: la gente vota, los partidos legislan, la Constitución marca las reglas de juego de la vida en común, los gobernantes disponen y los gobernados acatan.

¿Y si desacatan? Ningún conflicto tiene razón de ser: es un disfuncionamiento, una anomalía, una locura irracional, algo que no debería ser y que no pasaría "si el pueblo entendiese" (la complejidad de la situación, las exigencias de Bruselas, la necesidad de expresarse en los cauces de la ley, etc.). Un poco de pedagogía, vía antidisturbios o tribunal supremo, servirán para explicarle bien las cosas.

Tres ejemplos
 
Lo llaman democracia pero no lo es. Lo nuestro es más bien un sistema cerrado y al servicio de las exigencias de explotación y poder de los Grandes, una oligarquía con algunos mecanismos internos (pocos) de control recíproco entre los oligarcas, una cultura consensual que tiene verdadera fobia y pavor al conflicto, esto es, al motor de la vitalidad social y de la justicia, un poder elevado sobre la gente común que no se deja afectar o transformar por las reivindicaciones populares.

Algunos ejemplos recientes:

-cuando el rechazo de cómo somos gobernados se expresó en el 15M, el conflicto abierto no afectó para nada a las estructuras de poder ni se tradujo en ninguna ley (ni siquiera la razonabilísima propuesta de ley sobre la vivienda de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca apoyada en miles de firmas y consenso social). El 15M fue reprimido por una parte a través de cargas policiales, heridos y detenidos, sistemas de penalización administrativa vía multas, procesos penales, hasta la ley mordaza finalmente que considera delito gestos activistas básicos como testimoniar sobre la brutalidad policial o circular convocatorias.

Por otra parte, el conflicto fue absorbido por vías de cooptación más sutiles: una cierta incorporación por parte de los políticos de algunas palabras, algunos gestos, algunas demandas, pero sin afectación alguna, sin que esa "integración" supusiese cambio real alguno. Puro maquillaje, cosmética, gestos simbólicos disociados de cambios materiales. Ninguna modificación sustancial en el ámbito institucional. Sólo nuevos condimentos para el "relato" político: símbolos, guiños comunicativos, retóricas y algunos detalles menores (transparencia, primarias).

Sofocando (vía represión o cooptación) el conflicto propuesto por el 15M, se perdió una oportunidad de reinventar nuestra democracia (que no lo es). Los problemas señalados por el 15M no se elaboraron creativamente, simplemente se han congelado y ahora se pudren. Hasta el próximo tumulto.

-el 1 de octubre de 2017, dos millones de personas acuden a votar en un referéndum simbólico por la independencia. Es un gesto de desobediencia que llama la atención sobre la extensión de malestar con respecto a un tipo de encaje territorial, a un tipo de democracia de muy baja intensidad. No se trata simplemente de una cuestión nacional, nacionalista o identitaria, es algo evidente para quien tenga oídos y los use para escuchar. Se expresa ahí un rechazo del sistema político español, hay un deseo de otra situación, de otras reglas de juego, de una república, etc. La respuesta es… ninguna. La represión del 1 de octubre primero, la judicialización de la política después.

Según Maquiavelo, si la vida de Roma fue larga y justas muchas de sus leyes se debió a que la sociedad y la institución era permeable al conflicto. En nuestra sociedad la ley -un instrumento para la vida en común- se convierte en un fetiche sagrado, es decir que no se puede profanar, es decir que no se puede tocar. Al revés, en su nombre se pone fin a todo lo que interrumpe el orden.

Sofocando el conflicto abierto el 1 de octubre, se cierra una oportunidad de reinventar el encaje territorial, las reglas de juego de la convivencia, las hechuras mismas del Estado y el significado mismo de España, algo que no sólo se desea en Catalunya. El conflicto que no encuentra ninguna respuesta o forma de elaboración se pudre, amenaza convertirse en conflicto horizontal entre la propia gente de abajo.

-un tercer ejemplo que no me resisto a poner aunque sea de otra índole: el caso de Podemos. Los líderes de Podemos nos han abrasado los oídos desde su aparición con sus lecturas tan sabias sobre Maquiavelo. Pero, ¿qué encontraban en Maquiavelo? Lo más banal: que lo político es una técnica, que el poder lo es todo, la separación entre moral y política, el juego de tronos (ganar o morir). Ni rastro de la idea más fecunda del florentino: dar espacio a lo que disiente, la fecundidad del conflicto. Todo lo contrario, en un proceso alucinante y un tiempo récord, se ha laminado y expulsado a todos los que pensaban distinto ¡y todo ello sin quitarse el 15M de la boca! La misma cultura política de fobia a la división.

Resultado: se pierde la oportunidad de reinventar la forma-partido y lo que queda de Podemos es una cosa homogénea, por tanto rígida, por tanto débil, por tanto en vías de extinción. A falta de un verdadero balance autocrítico, encarnado, con efectos y no sólo retórico, Íñigo Errejón va por el mismo camino.

Sin conflicto, ni vitalidad ni justicia 
 
Tanto a izquierda como a derecha, "el gobierno es permanentemente enemigo del cambio". La derecha odia con todas sus fuerzas (casi físicamente) cualquier anomalía: desde los manteros hasta las casas okupadas pasando por toda expresión popular ingobernable. La izquierda por su parte tiende a la hipocresía: su sueño -el sueño más que evidente de Pedro Sánchez por ejemplo- es gobernar como la derecha pero con los votos (y la legitimidad) de la izquierda. Y la Nueva Política, por su parte, fetichiza las nociones de "orden" y "estabilidad" como si se pudiese imponer la cosa pública al partido de los ricos (que es trasversal a todos los partidos) sin ningún conflicto o inestabilidad de por medio.

Unos y otros hablan del Estado del bienestar, pero olvidan que este fue justamente un efecto de la división social y la capacidad de conflicto de la gente de abajo. En medio de condiciones muy duras, las luchas obreras consiguieron la reducción de la jornada de trabajo, el aumento de salario, derechos sociales, etc. Nada de armonía, uno se divide en dos: hay patrones y hay obreros, el tumulto se expresa como lucha de clases y el "reformismo" es justamente la plasticidad de la ley en su regulación. Todo eso -con los infinitos claroscuros de la dialéctica entre lucha e integracion de los que no nos vamos a ocupar aquí- ya no existe. El sistema no reconoce la división social, ahora somos todos "empresarios de nosotros mismos". El neoliberalismo desmantela todas las mediaciones que respondían creativamente al conflicto y ya no hay espacio alguno para el resto popular ingobernable. El capitalismo hoy se ha desbocado por ausencia de conflicto.

Si nuestra democracia es tan raquítica y suscita tan poco entusiasmo se debe precisamente a esto: no se deja afectar por los tumultos de abajo, no quiere saber nada de la energía del demos, es incapaz de ninguna fluidez o plasticidad instituyente a no ser que lo pida el Banco Central, convierte lo que es producto y herramienta (la ley) en el factor determinante y primero. El Estado de Derecho, que nació para poner límites a la arbitrariedad del poder, se convierte hoy en un sistema cerrado y sacralizado, enemigo de toda energía instituyente. No nos hemos librado aún de la teología en política.

Desafectada, a esa democracia se la puede llevar el viento, el viento de cualquier "posfascismo" actual. Pero la responsabilidad cae toda del lado de quienes han sostenido una concepción puramente consensual de la democracia.

¿Hay esperanza? Ninguna, mientras seamos pueblo iluso, creyendo que las cosas cambian solas, por la gracia de políticos buenos o de las astucias de la razón en la historia. Alguna, si somos pueblo negativo y desconfiado, pueblo-plebe. "Es una opinión plebeya y un punto de vista negativo suponerle al gobierno una mala voluntad" (Hegel). Es justo el punto de vista que necesitamos, todo el rato. La plebe es justamente el pueblo cuando se hace valer, el que grita "no nos representan", el que sabe que las leyes justas son siempre fruto del tumulto y las ganas de libertad de abajo.

La democracia no es una sociedad armónica o armonizada (tampoco bajo los modelos utópicos de la autogestión o la democracia digital), sino la sociedad que abre paso al conflicto, una sociedad efervescente y abierta al cambio que subordina lo instituido a lo instituyente, esa sociedad que experimentando la inestabilidad consigue obtener la mayor estabilidad, en la que cualquiera (y no sólo los que monopolizan la cosa pública) puede hablar, actuar y ser tenido en cuenta, la sociedad donde la pregunta por la vida buena y la justicia se mantiene abierta, donde la ley es puesta en juego por el conflicto sin ser exactamente su producto. Democracia es sostener la división social, la posibilidad infinita de la división.

En "Mientras dure la guerra", la última película de Amenábar, el personaje de Franco explica su decisión de alargar la guerra en la necesidad de exterminar al otro. "Si no en dos días estaremos en las mismas, los españoles siempre están a la gresca". Es el espíritu de cruzada que aún pervive: hay que suprimir el mal. Pero no se trata de cambiar el franquismo por el imperio de la ley sacralizada e intocable, sino justamente de aprender a convivir con la gresca y elaborarla. Así y sólo así enterraríamos de una vez por todas los restos del dictador. Hay que romper la representación dominante que ve en la división y el conflicto el principio de la decadencia y el declive. El mal es el acicate del bien, de los tumultos surgieron en Roma todas las buenas leyes.

"La república es superior a todos los demás regímenes: se presta al movimiento" (Lefort-Maquiavelo).

Gracias por las conversaciones a Diego, a Hugo, a las amigas del taller de los lunes.
Referencias:

Maquiavelo: lecturas de lo político, Claude Lefort, Trotta.
Claude Lefort, la inquietud de la política, Edgar Straehle, Gedisa.
La democracia contra el Estado, Miguel Abensour, Colihué.

Fuente: http://www.eldiario.es/interferencias/Elogio-tumulto_6_953014711.html

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PENSIONISTAS, HAY QUE DAR UN PASITO MÁS: ORGANIZACIÓN POLÍTICA PROPIA DIRIGIDA POR PENSIONISTAS, QUE NO SEA UNA CHORICERA TIPO PSOE, PP Y NOVOS ADVENEDIZOS DEL CHUPI CHUPO DE LA POLÍTICA, PARA QUE LOS ESFUERZOS DE LAS MARCHAS Y MANIFESTACIONES NO QUEDE NI EN SACO ROTO NI EN LOS BOLSILLOS DE UN TULI TULI DE LA POLITICA. LAS PENSIONES ES DINERO NUESTRO, NO HAY QUE OLVIDARLO

Los rostros y las historias detrás de la movilización de pensionistas de todo el país

  • Este miércoles los jubilados de todo el país han vuelto a plantarse frente a la Cámara Baja para recordar que pretenden ir hasta el final con sus reivindicaciones

Han llegado desde lejos al corazón mismo del país. Una distancia de cientos de kilómetros, recorridos a pie desde Bilbao y Rota (Cádiz) por los más osados, para exigir la sostenibilidad y continuidad del sistema público de pensiones. Eran muchos miles de pensionistas y estaban dispuestos a difundir dos mensajes principales: que no se rendirán hasta ver como el Gobierno blinda las pensiones acorde a la subida del IPC y que su lucha es, sobre todo, por el bien de las siguientes generaciones, quienes corren el riesgo de que no se les garantice una pensión digna en el futuro.
La movilización de este miércoles en Madrid ha sido una jornada histórica por la confluencia de las mareas de pensionistas de todo el país, pero los pensionistas llevan movilizándose más de dos años. Durante todo este tiempo han ido creciendo como setas las 270 plataformas de todo el país que forman parte de la Coordinadora Estatal de Defensa del Sistema Público de Pensiones (COESPE). Los mayores de 60 años han dicho basta: sirvieron de colchón a sus familias durante la crisis, enfrentando el copago sanitario y la pérdida de poder adquisitivo de sus pensiones. Ya no están dispuestos a tolerar más.
La subida del 0,25% que les ofreció el Gobierno de Mariano Rajoy era “una mierda”, dejaron claro en uno de sus primeros lemas y, el hecho de que el expresidente no escuchara lo suficiente sus demandas, contribuyó a su debilitamiento. Poco después de la movilización feminista de 2017, los pensionistas pillaron por sorpresa a las autoridades del Congreso de los Diputados y lograron quebrar el cordón policial. Las imágenes de su desafío dieron la vuelta al país. Además, durante todo este tiempo los pensionistas vascos han sostenido en el tiempo su movilización, con protestas cada lunes.
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Este miércoles los jubilados de todo el país han vuelto a plantarse frente a la Cámara Baja para entregar sus demandas y recordar que pretenden ir hasta el final con sus reivindicaciones.
Mariano, 79 años (Vallecas, Madrid) ha trabajado toda la vida en la construcción, sin contar con que a los 8 o 9 años ya andaba con el ganado de su familia en su natal Extremadura. “Mi infancia fue peor que la de esos niños que vemos ahora del tercer mundo”, cuenta. Después de una vida de sacrificio, su jubilación tampoco ha sido lo tranquila que debería. “Hemos tenido unas pensiones de miseria, que no se podía vivir con ellas”, critica señalando sobre todo al PP. “Si no hay movilización no se consigue nada, así que seguiremos en la lucha”.


Maricarmen y Salvador, 62 años y 71 años (Tenerife). Este matrimonio de artistas se ha dedicado a ofrecer espectáculos de magia para los turistas que visitan su isla, pero ahora se preocupan por que tanto ellos como sus hijos puedan disfrutar de unas pensiones dignas. “Hay que blindar las pensiones para que sean un derecho constitucional, y no dependan del vaivén de quienes nos gobierna”, explican. También quieren que las pensiones se garanticen en los Presupuestos Generales del Estado.


Antonio, 66 años (Almería). “Hemos venido a defender las pensiones y la igualdad de las mismas. No hay derecho a que se deje de cobrar el 50% de ellas por viuedad”, defiende este portavoz de la Plataforma de Pensionistas de Almería. Después de llevar trabajando desde los 15 años explica que perdió el 18% de su retribución por jubilarse a los 61 años. “Fue como una condena de cárcel”, cuenta.

Antonio (izq)
Ascensión, 63 años (Almansa), ha trabajado toda su vida en una fábrica de zapatos, como la mayoría de compañeros que han venido a Madrid con ella. A las 5 de la madrugada tomaron un bus para venir a Madrid a exigir lo que les corresponde. “Que no nos bajen más las pensiones, que cada día nos quitan más, y que nos suban lo que nos han quitado”, reivindica.
pensionistas
Ascensión (centro).
Javier, 63 años (Langreo, Asturias). “La gente joven es la que tendría que estar aquí”, dice rodeado de miles de pensionistas este asturiano de la cuenca minera que, asegura, no ha dejado de luchar en toda su vida. “Los jóvenes tendríais que atar los playeros y poneros a luchar. Nosotros podremos cobrar más o menos, pero vosotros os vais a quedar a dos velas”, insiste.

pensionistas

Las "Marchas por la libertad" en su segunda jornada hacia Barcelona. ESTO PASABA HOY EN CATALUÑA, AUNQUE ALGUNOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN DESTACABAN MÁS LOS ACTOS DE VIOLENCIA

CATALUÑA. NO SON CUATRO GATOS


Yo no soy ni catalán ni independentista, pero si soy partidario de que sea la gente que vive en un sitio la que decida como quiere vivir en ese sitio. Los catalenes que quieren la independencia no son cuatro gatos, pero aunque fueran cuatro gatos tendrían todo el derecho del mundo a manifestar sus deseos de serlo. Si se quieren independizar, en primer lugar lo deben decidir ellos. Y si la mayoría de ellos lo decidieran, lo que hay que hacer es echar cuentas, y decirles mirad: durante todo el tiempo que habés estado perteneciendo al Estado español, por la mano de obras española que se fue a vivir a Cataluña, le debéis al Estado español tanto; por las infraestrucuras que tenéis: carreteras, ferrocarriles, canales para riegos, etc., debéis tanto; en Castellón y Huesca hay que poner fronteras que cuestan tanto..., Seguridad Social del Estado español no váis a tener; vuestros equipos de futbol no jugarán en la Liga española; quedaréis excluidos de la Unión Europea; se os pondrá un arancel por los productos que vendáis en España, etc., etc., etc. Se llega a un acuerdo, el Estado español se garantiza el cobro de todo lo que nos debéis y a ser buenos vecinos, como Dios manda.  

Para comenzar las relaciones vecinales y como prueba de amistad, con respecto a los presos políticos catales se tienen que volver a juzgar única y exlusivamente por los delitos comunes que hayan podido cometer, exonerándolos de toda cuestión política, y en contra partida, los catalanes entregarán a la justicia española al señor Puyol y su familia para que puedan ser juzgados por todo lo robado, en sus diferentes conceptos, al Estado español, donde cumplirá la condena correspondiente, sin ninguan tontada de tío páseme usted el río.

Y ya como cosa interna del Estado español, tiene que sentar en el banquillo de los acusados para que respondan penal y pecuniariamente por haber contribuido al destrozo del solar patrio, a los dos Reyes, a todos los presidentes de gobiernos habidos, incluido a Pedro Sánchez, jueces, legisladores, policias y a toda la caterva de mandos, submandos y periodistas adjunta que a ello haya contribuido.

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Catalunya. Al grito de «Independencia» y reivindicando a los presos políticos llegan a Barcelona las multitudinarias «Marchas por la libertad» 

TERCERAINFORMACIÓN/Redacción
18/10/2019
Éxito de la huelga general por la sentencia: comercio y empresas cerradas y grandes vías cortadas.


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Un viernes con sensación de domingo en Catalunya. Sólo las Marxes per la Llibertat rompen el silencio, y hacen vía hacia Barcelona para asistir a la manifestación de las cinco de la tarde, el acto central de la huelga. Un día de huelga general de calles cortadas, vías bloqueadas, empresas cerradas, estudiantes en la calle y pocos sitios donde ir a comprar.

La CUP convoca a seguir desbordando plazas y calles para repudiar la sentencia a los independentistas presos

Comunicado

Desde la Candidatura de Unidad Popular (CUP) apoyamos, participamos y promovemos las múltiples convocatorias de asambleas populares abiertas surgidas estos días desde la autoorganización popular en tantos barrios, villas y pueblos. Unas asambleas que recogen lo mejor de aquellos días de septiembre y octubre de hace dos años, cuando la gente nos dimos cuenta del poder que teníamos. Si nos quieren fuera de las plazas y las calles, encontrémonos con nuestras vecinas en las plazas y en las calles. Si nos quieren desmovilizados, movilizémonos. Si nos quieren obedientes, desobedecer. Si nos quieren solas y asustadas, juntamos seleccionados para que el miedo no nos paralice.

Animamos a potenciar y participar de todas aquellas iniciativas movilizadoras de respuesta a la sentencia en clave de defensa de los derechos colectivos. Si no nos dejan gobernar lo que afecta nuestras vidas, seremos ingobernables. Ejercemos nuestro derecho a manifestación, nuestro derecho a la protesta y nuestro derecho a la desobediencia civil.

Intensifiquemos una batalla ideológica partes. El régimen reformado en 1978 quiere acelerar y concluir una segunda reforma del régimen que le dé estabilidad para varios años: una reforma a la que no creemos que sea ajena la ola de criminalizaciones masivas al movimiento popular independentista y soberanista; y un reforma por la que el régimen necesita de pactos con actores de este país que, desde un supuesto independentismo retórico y apelando a un (falso) pragmatismo rupturista, querrán confundirnos porque acabamos atrapadas en un telaraña que haga inviable cualquier proyecto rupturista en los próximos años. Con esta voluntad, probablemente, tanto diálogo y indultos irán teniendo un protagonismo creciente alimentados por quien promueve la vía pactista. Ante este intento de cierre del régimen, es fundamental que:

La autodeterminación se mantenga en el centro del debate político, como ariete que enmienda a la totalidad del aparato de Estado -monarquía, constitución, IBEX35, Tribunal Supremo / Audiencia Nacional- y en las instituciones de la UE.

Exista una ofensiva para que la amnistía – colectiva que afecta a todas las personas represaliadas (presas, exiliadas, investigadas) y que anula el delito (no lo perdona) – se convierta en un marco alternativo al de los indultos -individuales, les otorga el rey, suponen pedir perdón de facto y renunciar a la autodeterminación-. La amnistía debe ir de la mano de la reivindicación del derecho a la autodeterminación.

Recordemos que serán necesarios uno, dos, tres … muchos 1 de octubre. Hay que reivindicar la legitimidad de la desobediencia civil y la desobediencia institucional, pues son marcos políticos que, combinados con la organización popular en la calle, suponen una conquista de derechos desde la lógica de la autotutela colectiva. Con el 1 de octubre como esquema político de referencia, podemos repetir la lógica en todos los campos en los que el marco legal suponga una limitación para el acceso a los derechos políticos, civiles y sociales.

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