viernes, 28 de agosto de 2020

Soldadito español, soldadito valiente. Eso era antes, cuando Carmen Sevilla iba a cantarles a los soldados españoles de las quintas, en guerra en Sidi Ifni a mediados del siglo pasado. Ahora se es soldadito de la OTAN, más de ¡Sí, Señor...! ¡No, Señor...! ¡Pa´rriba, Señor...! ¡Pa´bajo, Señor...!, o sea, con más ok de por medio. Y, ahora que sale en la conversación, soldadito español, soldadito de la OTAN, ¿sabes que los no soldaditos españoles, o sea, los trabajadores, los que no estamos soldados, que estamos enteros, pagamos anualmente al jefe de la OTAN más del 1,5% de toda la riqueza que producen todos los trabajadores en un año en España? Si no lo sabes no pasa nada, soldadito español, soldadito de la OTAN, que esto no es un examen para subir en el escalafón, pero de las empresas y empresarios que se dan al prive mediante las acciones de la OTAN, eso sí que lo sabrás, digo yo. Porque como no sepas ni para qué jefe trabajas la cosa ya es seria, porque como se tuerza la cosa capaz eres de emprenderla contra mí que soy quien te esta pagando. Ganas me dan de dejar de pagar la financiación de las guerras de la OTAN, fíjate lo que te digo.


No es decisión del Gobierno, se lo ordena la OTAN; España retirará la mayoría de sus tropas de Irak y Afganistán



INSURGENTE ORG. / 10/06/2020

España ha hecho público a través de varios medios de confianza el comienzo de la retirada inmediata de las fuerzas militares desplegadas en Irak y Afganistán –alrededor de 550 y 70 efectivos, respectivamente– por orden de la OTAN. O lo que es lo mismo, por orden de Estados Unidos. Es el principio del fin. Un evento histórico –el final del Vietnam del siglo XXI para la OTAN, Estados Unidos y sus ‘aliados’ atlánticos– que ha sido anunciado en una noticia-telegrama sin ninguna trascendencia mediática.

La noticia, además, muestra sin ningún tipo de filtro ni velo la realidad actual de España: su sometimiento absoluto a los intereses y designios de Estados Unidos y de la OTAN. De hecho, en el cuerpo de la noticia se afirma lo siguiente:

«España sacará a sus efectivos destinados en Irak y en Afganistán, pero no por decisión del Gobierno, sino a petición de la OTAN, en una operación de «acomodación en la ubicación», pero la operación que desempañaban las tropas españolas en estos dos países continuará en función de las directrices de la Alianza, aseguran fuentes gubernamentales».

En otros medios afines al Gobierno y que se suelen ser usados para filtraciones, como El País, se matizaba que antes de finalizar el año las tropas españolas abandonarían por completo Afganistán y quedarían reducidas a un contingente muy pequeño en Irak, aunque todo depende de las decisiones que pueda tomar al respecto Estados Unidos. De hecho, España actualmente está englobada en una misión internacional liderada por Irak, Operación Inherent Resolve, en lugar de en la misión de la OTAN (NATO MISSION IRAK, NM-I).

Es decir, el propio Gobierno español admite públicamente y en varios medios que la decisión de retirar la mayoría de las tropas en estos países no es suya y que, en cualquier caso, hará lo que la OTAN le ordene. La independencia de España –y su soberanía– lapidada públicamente en varias noticias sin que medie asombro ni escándalo. Solo normalidad.

De 8 a 10 billones de dólares

El susurro de los grandes medios de comunicación, españoles e internacionales, y la total ausencia de reflexión sobre las intervenciones militares occidentales en Irak y Afganistán, que ya tocan a su fin, y sus consecuencias contrastan tanto con las cifras que ofrecen ambos conflictos como por la trascendencia de ambas intervenciones.

Las cifras económicas son absolutamente demoledoras. Solo Estados Unidos ha gastado de forma directa en Irak 1,3 billones de dólares, que podrían llegar a ser 3 billones de dólares, y de forma indirecta –pago a veteranos de guerra, por ejemplo– unos 4,6 billones de dólares. Es decir, la Guerra de Irak ha costado a Estados Unidos un mínimo de 6 billones de dólares, que bien pudieran ser 8 billones de dólares. A los que habría que añadir 2,4 billones de dólares gastados en Afganistán y Pakistán –en 2019 el Pentágono estimaba un gasto directo en Afganistán de 776.000 millones de dólares–. Total, la factura de la Guerra contra el Terror que, según Bush, costaría 50.000 millones de dólares, alcanza unas cifras realmente terroríficas: de 8 a 10 billones de dólares. Incluso atendiendo a las estimaciones más bajas, estas son superiores a los 5 billones de dólares, el PIB de toda América Latina y El Caribe en 2018.

Invasiones mortales

El dinero siempre deja un rastro, es casi imposible esconderlo, al menos si se tiene verdadera voluntad de encontrarlo. En cambio, los cadáveres son mucho más difíciles de registrar, no están en los balances contables de las empresas ni en los libros presupuestarios gubernamentales. Y por lo general no importan a casi nadie.

Además, el rastro de la muerte puede borrarse y si cuentas con medios de comunicación sin escrúpulos, como los occidentales, no resulta difícil limpiar la sangre de la escena del crimen. Esta obscenidad mediática es la que ha provocado, entre otras cuestiones, que las cifras de muertos, tanto en la invasión de Irak como en la de Afganistán, hayan sido un tétrico festival de muerte. Las cifras varían para ambos conflictos entre 1 y 3,6 millones de fallecidos, unos dos tercios en Irak y un tercio en Afganistán. Por lo que, a día de hoy, es casi imposible saber la cifra exacta.

El Estado Islámico, los talibanes y… la democracia

Las consecuencias de la Guerra contra el Terror harían palidecer a la opinión pública occidental de recibir la misma atención mediática que un gran evento deportivo: no se encontraron las armas de destrucción masivaOsama Bin Laden no fue hallado en Afganistán, sino en Pakistán, y fue asesinado en el momento en el que políticamente más interesaba; Irak y Afganistán no solo no se democratizaron ni dejaron de ser «refugio de terroristas», sino que en Irak surgió el Estado Islámico, al que todavía se le combate y que llegó a extenderse hasta Siria con el apoyo de Occidente, y los talibanes tienen tal poder en Afganistán que hasta Estados Unidos ha pactado recientemente con ellos la retirada total de efectivos en 2021, así como la eliminación de sanciones y la liberación de prisioneros.

Una rendición incondicional para conmemorar la Guerra contra el Terror: una mentira histórica, un error colosal y un fracaso estrepitoso que ha costado millones de muertos y billones de dólares.

En España, la guerra de Irak dejó, en cifras oficiales, 260 millones de euros y nueve muertos; y la guerra de Afganistán costó 3.500 millones de euros, incluidas las ayudas, y 100 muertos. Cifras muy inferiores a otras estimaciones quizás más cercanas a la realidad, pero, aun así, demasiado relevantes como para que una retirada total de tropas españolas en Irak y Afganistán haya pasado tan desapercibida por los medios de comunicación españoles. Casi 4.000 millones de euros y 110 muertos merecían algo más que una noticia-telegrama. Sin embargo, no causa asombro alguno la ausencia de una mínima reflexión al respecto, no obstante, los medios de comunicación españoles son los menos fiables de Europa para la Universidad de Oxford.

(Luis Gonzalo Segura / RT)

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En Chile los trabajadores se van enterando. Son menos dados al eso de aquí te espera comiendo un huevo mirando a las nubes haber si cae la solución mágica a sus problemas. Son más de la organización social, de la mojadura del culo, porque claro, con el culito seco no se espantan las hambres ni llega el trabajo, es más, ni siquiera se logra el alargue de la pensión para llegar a final de mes. Pero no es mala cosa, por alguna punta hay que empezar.


El único camino es la organización con perspectiva anticapitalista

El desempleo azota a la clase trabajadora

Fuentes: Rebelión
27.08.2020

Ya son más de 2.600.000 trabajadores y trabajadoras quienes han perdido el trabajo o no han encontrado alguno durante la actual crisis capitalista que se desarrolla desde hace más de una década a escala global y que hoy es profundizada por la pandemia del coronavirus y que nos ha golpeado duro como clase trabajadora.
Hace meses los organismos representantes del imperialismo y que dictan las políticas globales y actúan como gendarmes protegiendo los intereses del capital monopólico han adelantado el negro escenario por el cual atraviesa la fuerza de trabajo a nivel mundial y que desde luego también las y los trabajadores en nuestro país.
Desde la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) ya adelantaron dos escenarios, uno de ellos contempla un segundo brote de contagios y nuevos confinamientos y cuarentenas antes de que finalice el 2020; en este escenario la actividad económica a escala global se desplomaría un 7,6% y la tasa de desempleo OCDE llegaría a un 10%. A su vez, la Organización Internacional del Trabajo, OIT y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, CEPAL a través de la Nota Técnica N°1 declara que el PIB de la región (América latina y el Caribe) tendrá este año un decrecimiento del 5.3% y que se producirá un aumento del desempleo con 11.5 millones de nuevos desempleados. Esto produciría un aumento de la pobreza en 28.7 millones de personas y la pobreza extrema en 15.9 millones. Además, se prevé que la disminución de horas de trabajo a causa de la crisis capitalista y la pandemia es equiparable a la pérdida de 305 millones de puestos de trabajo en tiempo completo.
En el caso de Chile, los datos entregados por el Gobierno a través del INE y por diferentes centros de estudio de la Universidad de Chile y Universidad Católica, grafican en parte la catástrofe que vivimos y que de acuerdo a los propios anuncios del gobierno de Piñera y sus ministros no tiene pronta solución, por el contrario la promesa de generación de unos cuantos miles de empleos no es comparable a las verdaderas necesidades de trabajo de cerca de 3 millones de trabajadores y trabajadoras cesantes.
El Instituto Nacional de Estadísticas (INE) informo que el desempleo subió al 12,2% en el trimestre abril-junio y anotó nuevamente su nivel más alto en la última década; En la Región Metropolitana, la tasa de desocupación del trimestre abril-junio de 2020 fue 12,8%, registrando un alza de 5,4% en doce meses.
La población fuera de la fuerza de trabajo se expandió 31,6%, influida por personas que en su mayoría no estaban buscando un empleo, pero estaban disponibles para trabajar, conformando la denominada fuerza de trabajo potencial, y por los inactivos habituales.
Por otro lado, la Ley de Protección al Empleo, (ocupados ausentes), que representaron el 18,1% del total de ocupados, equivale a 801.800 trabajadores y trabajadoras, las cuales de acuerdo a las propias de declaraciones de los carteles empresariales serán despedidos luego del término de la aplicación de esta ley.
La reducción de los ocupados, impactó fuertemente en los sectores como el comercio (-24,0%), construcción (-30,6%), alojamiento y servicio de comidas (-48,5%).
La tasa de ocupación informal alcanzó 22,3%; Según sector económico, el descenso de los ocupados informales se observa, principalmente en el comercio (-38,3%) y alojamiento y servicio de comidas (-62,3%).
El estudio Empleo-Covid19 del Centro de Encuestas UC reveló que más de 2,1 millones de puestos de trabajo se han perdido en los últimos meses debido a la crisis económica y la emergencia sanitaria.
El sondeo muestra que a fines de junio existía un total de 6.793.000 personas ocupadas, lo que representa un 24% menos de lo que había hace 12 meses. Lo anterior significa que se ha perdido uno de cada cuatro empleos en el país desde el inicio de la crisis sanitaria.
Con esto, la tasa de empleo, es decir, la cantidad de personas ocupadas dentro del total de la población en edad de trabajar, llegó a un 43%. Por primera vez desde los registros que parten en 1986, la cantidad de personas en el mercado laboral es menor a las personas en edad de trabajar que están fuera del mercado.
La tasa de desempleo para fines de junio de acuerdo a este instrumento es de 11,5%, tres décimas porcentuales sobre lo informado en mayo. En tanto, la mayor desocupación se encuentra en el segmento etario de entre 15 y 24 años, donde el 25,4% está desempleado.
Por otro lado, el Centro de Microdatos de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Chile, (Encuesta de Ocupación y Desocupación, EOD), la que reveló que el desempleo en el Gran Santiago llegó a un 14,1% en el mes de junio. Los sectores más afectados por la cesantía, que registra niveles históricos en el mes de junio, son la construcción (28,8%), la industria manufacturera (14,8%) y el comercio (13,6%).
Esta tasa equivale a 436.308 personas desocupadas en la capital. Esta cifra se encuentra sobre el promedio de los últimos 20 años (9,5%) y de los últimos 10 años (7,6%).
En este escenario, también aumentó la cantidad de personas que se restan del mercado laboral, por lo tanto, disminuyó la tasa de participación que en 12 meses pasó de 63,1% a 54,3%.
El estudio contabilizó 2.612.000 personas inactivas, de las cuales 400 mil no buscaron empleo debido a la pandemia, a pesar de que estaban disponibles para trabajar, que probablemente fue por el cuidado de hijos e hijas.
Como Asociación Intersindical de Trabajadoras y Trabajadores Clasistas, AIT, rechazamos que seamos las y los propios trabajadores con nuestros recursos y ahorros los que financiemos nuestras miserias, por otro lado, requerimos medidas que beneficien directamente a nuestra clase y no a los grandes empresarios como lo ha hecho hasta la fecha el gobierno patronal. Exigimos que el estado y la burguesía nacional e imperialista generen las condiciones materiales para primero que todo suspender los despidos, reincorporar a las y los trabajadores desvinculados durante este periodo y además a quienes se les ha implementado la ley de protección al empleo.
Por otro lado, exigir la realización de inversiones para el empleo, en la línea de la generación de trabajos productivos y que, además, permitan incorporar en condiciones dignas de trabajo y protección social a todas y todos los trabajadores cesantes, contemplando un sueldo mínimo de $500.000, un sistema de seguridad social solidario que contemple pensión, salud y salud laboral, la condonación de deudas de cuentas por servicios básicos, vivienda y educación, entre otros.
Las y los trabajadores cesantes se deben organizar a través de sindicatos y comités de cesantes y de forma colectiva movilizarse por demandar puestos de trabajo en condiciones dignas y con sueldos decentes que permitan sortear de mejor manera la crisis del capitalismo y así en conjunto con otras organizaciones de trabajadores y trabajadores luchar por Pan, Trabajo, Salud y Techo.
¡¡¡Que la crisis la paguen los ricos!!!


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Ya sabemos que privatizar es el eufemismo de te estoy robando, Contreras, que no te enteras. Otra cosa es que me entre por una oreja y me salga por la otra. ¿Pero cómo es posible que un sólo trabajador viva mal hoy, cuando jamás en la historia hubo tantos medios materiales e inmateriales para poder disfrutar en la actualidad?



«Privatización de la sanidad: de las causas o los síntomas»



JUAN ANTONIO GÓMEZ LIÉBANA. 
INSRGENTE.ORG
 /29/06/2020

La medicina occidental, por algunos denominada “medicina hegemónica”, actúa fundamentalmente sobre los síntomas de las enfermedades, en una carrera por reducir las manifestaciones morbosas de la enfermedad, lo cual es meritorio si no fuera porque se olvida, a propósito, de llevar a cabo las acciones para actuar contra las causas para que la enfermedad no llegue a desarrollarse.

En la misma línea, resulta tremendamente significativo que tras las decenas de miles de muertos del coronavirus, ningún medio “progresista” haya realizado un mínimo esfuerzo de acercamiento a la realidad para establecer como pudo ocurrir que el sistema sanitario en diversos puntos del estado, colapsara o se acercara al colapso, provocando la mayor masacre de ancianos en el estado español desde la época de las hambrunas posteriores a la guerra civil. Es decir, para identificar las causas y los responsables.[1]

Desconocimiento no puede ser, más bien intereses cruzados. Es por tanto curioso que no se analice el papel de las leyes que permiten la privatización del sistema. Y por tanto la derivación de ingentes cantidades de dinero desde los bolsillos públicos a los de los inversores de los fondos de capital riesgo, que rigen buena parte de los centros sanitarios y sociosanitarios del estado. Desde los de las empresas del IBEX, algunas convenientemente posicionadas en el negocio sanitario [2], hasta los acólitos cercanos al gobierno bipartito, para quienes no se debe de hablar de esto. Bien porque “ayuda a la extrema derecha”, o porque ahora no es el momento, como incluso sostienen algunos apologetas el anticapitalismo light. Nada más lejos de la realidad. Conocer los elementos que provocaron la destrucción del sistema sanitario nos puede dar pistas para una eventual reconstrucción.

Este silencio viene de lejos. Allá por 2005, destacados periodistas de El País, fueron informados en tiempo y forma del plan de Esperanza Aguirre para poner patas arriba la sanidad madrileña a través de la Ley 15/97. Tras escuchar y ver los documentos que lo probaban, los periodistas en cuestión se negaron a sacar ni una palabra sobre el asunto, allanando el camino a lo que vendría después.

De 2005 a 2012 se sucedieron decenas de movilizaciones con decenas de miles de manifestantes en ellas, contra la privatización y por la derogación de la Ley 15/97…que no fueron recogidas por ningún medio de (des)información. Curiosamente la cadena pública alemana ARD si cubrió dichas manifestaciones, mientras periodistas españoles y la izquierda institucional miraban para otro lado.

En 2009, tras decenas de manifestaciones, fundamentalmente de usuarios (los trabajadores sanitarios estaban en otra cosa), se presentaron 500.000 firmas en el Congreso de los Diputados solicitando la derogación de la Ley 15/97, a lo que el partido gobernante, con Zapatero a la cabeza, respondió con el silencio. Y sus profetas afirmaron que reclamar la derogación que permitía que Florentino Pérez o fondos de capital riesgo ubicados en paraísos fiscales pasasen a gestionar hospitales de Madrid, era algo antediluviano. Es cierto, la ley es del siglo pasado. Y la ley establece que cualquier centro sanitario o socio-sanitario del estado pueda ser gestionado y explotado por cualquier empresa privada, lo que no permitía la Ley General de Sanidad.

Hubo que llegar a 2012, tras la eclosión del 15 M, para que los trabajadores sanitarios cayeran en la cuenta de que en los años anteriores, de 2005 a 2012, es decir, durante 8 años, se habían adjudicado, delante de sus narices, 12 hospitales a empresas privadas por décadas, mientras se cerraban centenares de camas en sus centros. También que se hubiera desmantelado la salud pública de la región; que se hubieran privatizado laboratorios públicos; que se desmontasen las áreas sanitarias y se introdujera el área única para que el dinero siguiera al paciente; que se privatizara el servicio de citas médicas; que se redujeran las plantillas de todas las categorías; que se incrementaran los conciertos con centros privados, etc., para que naciera, tarde está claro, la marea blanca. Podríamos afirmar que tuvieron una muy deficiente visión clínica. En aquel momento, como ya advertimos, la privatización gozaba de muy buena salud (por desgracia) [3].

Hoy parece que se vuelven a cometer los mismos errores del pasado. Obviando las proclamas de la extrema derecha, el “progresismo” se ha puesto anteojeras dobles. Proclama la reconstrucción del SNS, la vuelta al día previo a la crisis, sin analizar por qué el sistema colapsó y por qué los fondos de capital riesgo controlan buena parte del sistema sanitario. Su discurso es enternecedor: todo vino del cielo, fue un castigo divino, no hay causas ni responsables (más allá del papel del PP). Como si la cotización en bolsa de las empresas ,que huyendo de la burbuja inmobiliaria de la pasada década y se posicionaron en el ámbito sanitario, fuera gratuita. Como si todo no fuera resultado de una ley muy simple que une a gobierno y oposición, la Ley 15/97, que abrió el sistema sanitario público a los especuladores de todos los colores. Por eso, tras el éxito de las movilizaciones estatales del pasado 20 de junio, continuaremos en las calles con compañeras y compañeros de todo el estado, porque nos va la vida en ello.

Notas:
1. Los centros socio sanitarios presentan unas tasas de ganancia que van del 20% al 50% , y entre los que destacan empresas como ACS, Domusvi, Orpea, Vitalia Home….algunas participadas por fondos de capital riesgo como CVC también posicionados en los hospitales de Madrid. Empresas fondos de inversión presentaban cuentas donde el peso de los gastos de personal eran el 50% [de los ingresos]
2. https://blog.bankinter.com/economia/-/noticia/2019/11/5/empresas-ibex35. ACS, Banco Sabadell e Indra han tenido o tienen intereses en la sanidad privatizada.

Juan Antonio Gómez Liébana. CAS Madrid.

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