No es decisión del Gobierno, se lo ordena la OTAN;
España retirará la mayoría de sus tropas de Irak y Afganistán
INSURGENTE
ORG. / 10/06/2020
España ha hecho público
a través de varios medios de confianza el comienzo de la retirada inmediata de
las fuerzas militares desplegadas en Irak y Afganistán –alrededor de 550 y 70
efectivos, respectivamente– por orden de la OTAN. O lo que es lo mismo, por
orden de Estados Unidos. Es el principio del fin. Un evento histórico –el final
del Vietnam del siglo XXI para la OTAN, Estados Unidos
y sus ‘aliados’ atlánticos– que ha sido anunciado en una noticia-telegrama sin
ninguna trascendencia mediática.
La noticia, además,
muestra sin ningún tipo de filtro ni velo la realidad actual de España: su sometimiento absoluto a los intereses y designios de Estados
Unidos y de la OTAN. De hecho, en el cuerpo de la noticia se afirma lo siguiente:
«España sacará a sus
efectivos destinados en Irak y en Afganistán, pero no por decisión del
Gobierno, sino a petición de la OTAN, en una operación de «acomodación en
la ubicación», pero la operación que desempañaban las tropas españolas en estos
dos países continuará en función de las directrices de la Alianza, aseguran
fuentes gubernamentales».
En otros medios afines
al Gobierno y que se suelen ser usados para filtraciones, como El País,
se matizaba que antes de finalizar el año las tropas
españolas abandonarían por completo Afganistán y quedarían reducidas a un
contingente muy pequeño en Irak, aunque todo depende de las decisiones que
pueda tomar al respecto Estados Unidos. De hecho, España actualmente está
englobada en una misión internacional liderada por Irak, Operación Inherent Resolve, en lugar de en la misión de la OTAN
(NATO MISSION IRAK, NM-I).
Es decir, el propio
Gobierno español admite públicamente y en varios medios que la decisión de
retirar la mayoría de las tropas en estos países no es suya y que, en cualquier
caso, hará lo que la OTAN le ordene. La independencia de España –y su
soberanía– lapidada públicamente en varias noticias sin que medie asombro ni
escándalo. Solo normalidad.
De 8
a 10 billones de dólares
El susurro de los
grandes medios de comunicación, españoles e internacionales, y la total
ausencia de reflexión sobre las intervenciones militares occidentales en Irak y
Afganistán, que ya tocan a su fin, y sus consecuencias contrastan tanto con las
cifras que ofrecen ambos conflictos como por la trascendencia de ambas
intervenciones.
Las cifras económicas
son absolutamente demoledoras. Solo Estados Unidos ha gastado de
forma directa en Irak 1,3 billones de dólares, que podrían llegar a
ser 3 billones de dólares, y de forma indirecta –pago a veteranos de guerra,
por ejemplo– unos 4,6 billones de dólares. Es decir, la Guerra de Irak ha costado a Estados Unidos un mínimo de 6
billones de dólares, que bien pudieran ser 8 billones de dólares. A
los que habría que añadir 2,4 billones de dólares gastados en Afganistán y
Pakistán –en 2019 el Pentágono estimaba un gasto directo en Afganistán de
776.000 millones de dólares–. Total, la factura de la Guerra contra el Terror que, según Bush, costaría
50.000 millones de dólares, alcanza unas cifras realmente terroríficas: de 8 a
10 billones de dólares. Incluso atendiendo a las estimaciones más bajas, estas
son superiores a los 5 billones de dólares, el PIB de toda
América Latina y El Caribe en 2018.
Invasiones
mortales
El dinero siempre deja
un rastro, es casi imposible esconderlo, al menos si se tiene verdadera
voluntad de encontrarlo. En cambio, los cadáveres son mucho más difíciles de
registrar, no están en los balances contables de las empresas ni en los libros
presupuestarios gubernamentales. Y por lo general no importan a casi nadie.
Además, el rastro de la
muerte puede borrarse y si cuentas con medios de comunicación sin escrúpulos,
como los occidentales, no resulta difícil limpiar la sangre de la escena del
crimen. Esta obscenidad mediática es la que ha provocado, entre otras
cuestiones, que las cifras de muertos, tanto en la invasión de Irak como en la
de Afganistán, hayan sido un tétrico festival de muerte. Las cifras varían para ambos conflictos entre 1 y 3,6 millones de
fallecidos, unos dos tercios en Irak y un tercio en Afganistán. Por
lo que, a día de hoy, es casi imposible saber la cifra exacta.
El
Estado Islámico, los talibanes y… la democracia
Las consecuencias de
la Guerra contra el Terror harían palidecer a la
opinión pública occidental de recibir la misma atención mediática que un gran
evento deportivo: no se encontraron las armas de destrucción
masiva; Osama Bin Laden no fue hallado
en Afganistán, sino en Pakistán, y fue asesinado en el momento en el
que políticamente más interesaba; Irak y Afganistán no solo no se
democratizaron ni dejaron de ser «refugio de terroristas», sino que en Irak surgió el Estado Islámico, al que todavía se le
combate y que llegó a extenderse hasta Siria con el apoyo de Occidente, y los talibanes tienen tal poder en Afganistán que hasta Estados
Unidos ha pactado recientemente con ellos la retirada total de
efectivos en 2021, así como la eliminación de sanciones y la liberación de
prisioneros.
Una rendición
incondicional para conmemorar la Guerra contra el Terror:
una mentira histórica, un error colosal y un fracaso estrepitoso que ha costado
millones de muertos y billones de dólares.
En España, la guerra de
Irak dejó, en cifras oficiales, 260 millones de euros y nueve muertos; y la guerra
de Afganistán costó 3.500 millones de euros, incluidas las ayudas, y 100
muertos. Cifras muy inferiores a otras estimaciones quizás más cercanas a la
realidad, pero, aun así, demasiado relevantes como para que una retirada total
de tropas españolas en Irak y Afganistán haya pasado tan desapercibida por los
medios de comunicación españoles. Casi 4.000 millones de euros y 110 muertos
merecían algo más que una noticia-telegrama. Sin embargo, no causa asombro
alguno la ausencia de una mínima reflexión al respecto, no obstante, los medios
de comunicación españoles son los menos fiables de Europa para la
Universidad de Oxford.
(Luis Gonzalo Segura /
RT)
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