lunes, 1 de noviembre de 2021

¿Qué hay detrás de la Reforma de Pensiones? ¿Qué hay detrás de la Reforma de Pensiones? [Pero cuate de mi vida y mi corazón, por el amor de Dios, no me vengas ahora con que no te llevo diciendo, ha tiempo, querido, que aquí hay tomate. Vamos a ver si nos vamos entendiendo. El dinero de las pensiones, el paquetón de millones de dinero de las pensiones es nuestro, de los trabajadores. O sea, que no es del Lucero del Alba, sino nuestro, de los trabajadores, de la eco especie que nada más parirlos sus respectivas madres, como quien dice, se lían a trabajar, oyes, y que ya no paran los tíos-tías de trabajar hasta casi la hora de su muerte. Por favor, seriedad, que estos son palabras mayores. Cómo se me pueden poner a pensar que me estoy refiriendo a Santiago Abascal que a mí todavía no me ha hecho nada, si yo estoy hablando de trabajadores. Se prosigue: pues bien, con el dinero de las pensiones propiedad de los trabajadores, la micro sin eco especie de los que pasan por ser sus representantes (¡joder, es que hay gente para todo! Así yo no sé dónde vamos a llegar) con la bombilla verde que se les enciende en mitad de la frente practicando la democracia representativa y se me ponen a mangonear en el pasto de Toledo con el dinero de las pensiones de los trabajadores, con la noble y leal intención de dejarlos en unas condiciones de vida de mierda para meterlo en los bolsillos del gran capitán y hacerlos todavía más grandes capitanes, o sea, para que manden más todavía. Y para que vean que yo tengo mi corazoncito y no todo lo que destilo es pura mala leche contra cuatro cabrones/cabronas y comparsas respectivas, todo lo anterior denlo por no leído para que no pierdan más el tiempo, porque yo lo único que quería decir es que nuestros representantes políticos, los de la democracia representativa, nos roban y roban y vuelven a robar, los peces en el agua larí, larí, lará. Feliz Navidad, para que no se me adelante el Corte Inglés].

 

Descubriendo sus sesgos y falsedades, los autores del artículo analizan el anteproyecto de ley con que se pretende reformar el sistema público de pensiones. El gobierno cede ante los dictados de la Unión Europea, que actúan como un ariete usado por determinados intereses económicos.


¿Qué hay detrás de la Reforma de Pensiones?

 

Eduardo Luque

El Viejo Topo

1 noviembre, 2021 

 

Descubriendo sus sesgos y falsedades, los autores del artículo analizan el anteproyecto de ley con que se pretende reformar el sistema público de pensiones. El gobierno cede ante los dictados de la Unión Europea, que actúan como un ariete usado por determinados intereses económicos.

Han tardado casi nueve meses cuando prometieron que lo harían en tres: las dificultades para asegurar la mayoría parlamentaria y la movilización del movimiento pensionista están poniendo las cosas difíciles. Las pensiones son uno de los grandes debates sociales y el gobierno muestra una vez más que no está a la altura. La diferencia entre lo que se proclama y lo que se legisla es cada vez mayor. El anteproyecto de Reforma de Pensiones enviado al parlamento viene acompañado (por obligación legal) de una memoria cuyo título es tan largo como flacos son sus argumentos: “Memoria del análisis de impacto normativo del anteproyecto de ley de garantía del poder adquisitivo de las pensiones y de otras medidas de refuerzo de la sostenibilidad financiera y social del sistema público de pensiones”.

Ha sido un documento casi secreto, presentado a hurtadillas, vergonzante y hecho público por imperativo legal; publicado un viernes, el último día laborable de julio, cuando todo el mundo piensa en las vacaciones. Revela el miedo a la reacción social. Es un mal documento, con datos parciales y una metodología de análisis más que cuestionable. Bajo una aparente “cientificidad”, en lugar de datos contrastados se emiten una y otra vez juicios de valor. Es un informe hecho con el “método Procusto”; es decir, el informe tiene que ofrecer unos determinados resultados fijados con anterioridad, y los cálculos se adaptan a este objetivo. Por esa razón el documento se ha publicitado de forma casi clandestina. La última frase del documento (y que resume la flaqueza teórica sobre la que se asienta también el Anteproyecto de ley) es lapidaria al afirmar que “[…] se considera que la disposición no debe ser sometida a evaluación por sus resultados” (p.50). Es decir, apoyándose en las modificaciones legales impulsadas por el gobierno Rajoy en 2017, se impide la evaluación de este proyecto. No se hacen responsables de sus cálculos ni de sus previsiones en un tema tan importante. Esperábamos –ahora sabemos que lo hacíamos en vano– que la memoria y el anteproyecto que se deriva estuvieran sostenidos por evidencias científicas.

Desde el inicio, el documento revela su sesgo neoliberal. Sus padres son los organismos internacionales al servicio de los grandes grupos de poder. Los datos proceden del denominado Ageing Working Group (AWG), o lo que es lo mismo, el Grupo de Trabajo sobre Envejecimiento (p.23). En este grupo de trabajo participan organismos como el FMI, la OCDE o el Banco Mundial, organizaciones que promueven la privatización de las pensiones públicas. Curiosamente, el documento admite que las proyecciones de la Unión Europea sobre el aumento del costo de las pensiones estaban sesgadas en exceso (p.21). No creemos que sea un error estadístico, no se ha rectificado. Es una conclusión buscada forzando los datos. Ese argumento, el costo insostenible de las pensiones y su crisis inminente, ha servido para iniciar la campaña en contra de las pensiones públicas. Ésta cristalizó en 2019 en el Plan Paneuropeo de Pensiones Privadas. Tras esos fracasos en sus proyecciones económicas, esos mismos personajes ahora hacen predicciones del comportamiento del gasto en pensiones ¡para el 2070! (p.22) Los mismos que son incapaces de acertar en las previsiones de inflación a un mes vista se atreven a predecir la evolución del costo de pensiones respecto al PIB ¡dentro de 50 años! Repetimos, es un documento sesgado y manipulado que pretende justificar unos determinados recortes.

Como es habitual se explayan en las partes positivas como es el tema de la subida del IPC según la inflación (p.20); aunque no se blindan las pensiones como exigía la Coordinadora Estatal por la Defensa del Sistema Público de Pensiones (COESPE). Se estará al albur de los gobiernos cada cinco años, cuando se revisen los datos (p.8). Para justificarse se compara la apuesta del PP (subida del 0,2%) que hubiera significado una pérdida del poder adquisitivo de las pensiones entre el 30-50%. Aunque se deja entrever que el objetivo de esta reforma es el mismo que la anterior; recortar las pensiones prolongado la vida laboral y penalizando las pensiones anticipadas. Reconoce paradójicamente que la situación actual es controlable (p.21) y añade otro elemento importante, nos informa en la misma página que la Unión Europea admitió que sus cálculos sobre el costo de las pensiones eran equivocados. En ningún momento el documento hace “propósito de enmienda ni acto de contrición”. Igual pasa con la tan cacareada derogación del factor de sostenibilidad que queda sustituido por el “mecanismo de solidaridad intergeneracional” que comenzará a operar en 2027 (p.11), otro parámetro a dilucidar en los próximos meses. Es sorprendente, y no es nada halagüeño, que este mecanismo sea aprobado en estos meses y en cambio se demore su aplicación seis años.

En otro orden de cosas, el documento sorprende por su pobreza argumentativa. Hablar de que la jubilación anticipada reduce el tiempo de actividad laboral (p.23) y que hay un descenso en el nivel de cotizaciones es algo tan obvio que produce vergüenza ajena. detrás de estas afirmaciones hay ideas preconcebidas que, como en una pulsión freudiana, salen a la luz. El redactor pretende justificar el progresivo acercamiento de la edad de jubilación teórica a la real. Para ello, se propone prolongar hasta los 70 años la edad de jubilación en una primera fase para situarla posteriormente en los 74 (p.22). Para alcanzar esas conclusiones, en lugar de estudiar las múltiples variables que intervienen (emigración, aumento de la productividad, incremento en la riqueza del país, incorporación de la mujer al mundo laboral…) solo se contemplan algunas, las que convienen.

El objetivo es tergiversar el concepto de contributividad (la contributividad que da derecho a una prestación) tan repetido en el Pacto de Toledo, introduciendo la idea de la solidaridad (como dádiva o regalo). Los trabajadores con largas carreras de cotización han hecho una gran “contribución” durante muchos años y tienen derecho a un reconocimiento justo de su pensión. El redactor pretende, al carecer de argumentos sólidos, enfrentar a los trabajadores entre sí, al comparar la pensión media de los jubilados que lo hicieron de forma anticipada (1.638,72 euros) con aquellos otros que tienen una jubilación ordinaria (1.211,41 euros). Se comparan melones con castañas, y de ese modo se pretende presentar a esos trabajadores como insolidarios y privilegiados. La pensión media de los jubilados que lo hacen de forma anticipada es fruto de su base de cotización; es decir de lo aportado cada mes durante muchos años. No tiene nada que ver con los coeficientes reductores. El sesgo se evidencia aún más porque no quieren comparar lo que cobran los jubilados de forma anticipada con los jubilados de clases pasivas (profesores, policías locales, Ertzaintza…) sin coeficientes reductores, que perciben unos 2.098€ brutos.

Por medio de un ejercicio de prestidigitación se aumenta más la confusión, ahora mezclando la brecha de género con los coeficientes reductores (p.31); nuevamente melones y castañas. A este paso la brecha de género será responsable de esas jubilaciones anticipadas. En otro ejercicio más de ocultamiento, nos quedamos sin saber qué estudio o estudios, en cuáles universidades y quiénes son los autores que justifican la propuesta y los criterios de equidad seguidos para aplicar esos coeficientes (pp.26 y ss.) En definitiva ¿Por qué se utilizan esos coeficientes y no otros?

Se pretende que el elemento central del documento pase lo más desapercibido posible, y ese aspecto central es la creación de la Agencia Estatal de la Administración de la Seguridad Social (p.16). Hasta ahora la recaudación y los procesos derivados eran gestionados por un ente público. El Ministerio de Hacienda, además de ser un organismo estatal, está sometido a escrutinio a través del parlamento. Con la creación de la Agencia, que nadie entiende su necesidad, se intuye el inicio de un proceso de privatización acelerada: en adelante será un organismo de colaboración pública/privada quien recaude y distribuya. El interés de las mutuas o bancos en este campo es enorme. Puesto que sabemos que los consorcios públicos/privados de sanidad o educación son la base del proceso de privatización de los servicios públicos, presumimos que el objetivo es el mismo en el caso de las pensiones.

Para atizar más leña en la hoguera de la confusión se utiliza como año de cálculo el 2020. Un año atípico por efecto del COVID-19; que provocó que decenas de miles de trabajadores pasaran a cobrar a través de ERTES. Al transcurrir a través de una situación excepcional e inédita, El año pasado, el 2020, tiene efectos distorsionadores muy importante en las estadísticas. Debería hacerse, por lógica, un análisis sobre los datos en su serie histórica, cosa que no se realiza.

A todo esto, el contexto europeo es la gran excusa. Desde las primeras páginas las referencias a Europa son continuas. ¿Cómo se legisla contra los pensionistas? La Unión Europea ordena y el ejecutivo obedece sumisamente; pero cuando es hora de aplicar la Carta Europea sobre salario mínimo, se tardan ¡20 años en hacerla efectiva! En el documento se hacen reiteradas comparaciones con otros países de la comunidad sin tener en cuenta los contextos, ni se facilita información concreta de lo que representan en cada Estado los diferentes coeficientes reductores o las penalizaciones.

El documento refleja su sesgo neoliberal en muchas páginas al asimilar el concepto de pensión, sea anticipada o no, al concepto de gasto. Pero, además, se cometen errores que pudieran parecer de estudiante si no fuera porque parecen premeditados. Se olvida, seguramente de forma intencionada, que los importes que se perciben están gravados por el IRPF, y, por tanto, aumentan los ingresos de hacienda. Igualmente, olvida que unos niveles más altos de pensiones aumentan el consumo interno promoviendo mayor actividad económica y mejores niveles de empleo, con lo que se promueve la incorporación de los jóvenes al mundo laboral reduciendo el paro juvenil y aumentando las cotizaciones. Asimismo, la jubilación, sea anticipada o no, disminuye el coste de las bajas laborales (directamente ligadas a la edad), por no hablar del incremento de la productividad por efecto de la adaptación a las nuevas tecnologías productivas.

De mientras, aunque en el anteproyecto de ley se hace referencia a los “gastos impropios”, nada se nos dice de cuándo serán restituidas esas cantidades. Solo el Tribunal de cuentas las sitúa en 103.800 millones de euros, pero la cifra real es muy superior; razón por la cual exigimos una Auditoria de las cuentas de la Seguridad Social. Así pues, frente a tanto despropósito solo cabe seguir gritando: ¡gobierne quien gobierne las pensiones se defienden!

– Por Eduardo Luque y Ramón Franquesa

Artículo publicado en el número 406 de El Viejo Topo.

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Portugal envía un mensaje claro y diáfano a la izquierda española. Portugal envía un mensaje claro y diáfano a la izquierda española. [Por izquierda limpia de polvo y paja los trabajadores deberíamos entender todo lo que tienda en la práctica a mejorar las condiciones de vida de la inmensa mayoría de la población. Y todo lo que no sea esto, furrufalla semántica, se diga lo que se diga y se ponga quien se ponga una camiseta comercial con la fotografía del Che, por cierto, fomentada por Coca Cola, gorra incluida. Los trabajadores constituimos la inmensa mayoría de la población, aquí y en cualquier otra parte del mundo mundial. Que los trabajadores tenemos que lograr una mayoría significativa en el Congreso de los Diputados ofrece pocas dudas. Hay que lograrla, pero sabiendo (que esto sí es discutible que lo sepamos) que no tenemos ningún sistema político democrático, sino un sistema basado en la “democracia representativa”. Pariente mío, por favor, que no es lo mismo joder que estar jodiendo ni es lo mismo comer que estar comiendo ni lo mismo trabajar que estar trabajando. Si a la democracia representativa imperante aquí, allá y acullá, la rascamos una mijitilla la pintura y la palabrería de la que se reviste para dar el pego democrático, pronto se ve que constituye el seguro de la salvaguarda de los intereses de los grandes capitales, porque impide de forma legal, y aceptada por una mayoría significativa de la sociedad (que aquí está el problema, cuñao), que no se realice ningún cambio efectivo para mejorar las condiciones de vida de los trabajadores, o sea, que no se logre nada efectivo que mejore las condiciones de vida de la inmensa mayoría de la población. Siendo esto así (¿o es que no es así, cuñao?) es necesaria la mayoría amplia de izquierdas (no por la diferencia de dos, tres o nueve diputados) en el Congreso porque es en él donde se legisla. Pero para que lo legislado se pueda aplicar en la práctica a favor de los intereses de los trabajadores (por ejemplo, cuñao: que la banca devuelva al Estado los miles de millones de euros que se ha llevado en forma de regalo que le han hecho los gobiernos del PP y del PSOE y que no devolverá porque el sistema de democracia representativa le ampara legalmente) hace falta la fuerza política efectiva y permanente que representaría la organización efectiva y real de los trabajadores, y esta organización, que tendremos cuando la tengamos, tiene que estar fuera del Congreso para garantizar que lo que acuerde el Congreso a favor de los trabajadores tenga todas las garantías de su aplicación práctica, porque la vida es un ejercicio práctico, y no la bandada de gorriones en vuelo que dicen que me van a dar (que un trabajador no es únicamente un tío vestido con un mono azul, cuñao, que lo es también otro tío y otra tía vestidos con bata blanca en un laboratorio, o un profesor, o un escardador de arroz o un mecánico de bicicletas, o una escardadora de arroz o una mecánica de bicicletas –que no se me pasa por alto, cuñao, que yo estoy puesto en esto del lenguaje inclusivo-, en fin, trabajador es cualquier persona que con su esfuerzo personal aporte algo positivo a la sociedad, incluyendo lógicamente, a las mujeres que sin salir ni haber salido nunca de sus casas a ningún trabajo asalariado preparan el puchero. Cuñao, ¿te has puesto a pensar alguna vez en un trabajo más importante y útil para la sociedad que el necesario para la preparación de un puchero?). El motor del cambio social está en la organización efectiva de los trabajadores (no representativa y pare usted de contar) y además constituye el seguro contra los golpes de Estado a los que invariablemente recurren los grandes capitales cuando en el Congreso, incluidos los que están basados en la democracia representativa, se toman acuerdos que no son del gusto de un señor presidente del Consejo de administración de un gran banco y algunas banquetas y manchurretas varias]

 

Portugal envía un mensaje claro y diáfano a la izquierda española

 

Por Iñigo Sáenz de Ugarte

29/10/2021 

Rebelion  /| España

Fuentes: El Diario

En España pocas veces se mira hacia el oeste, es decir hacia Portugal. En los últimos años, la izquierda ha encontrado motivos para hacerlo. Antes de que la moción de censura llevara a Pedro Sánchez al poder en 2018, en ese país se había marcado el camino con un pacto de los socialistas portugueses con los dos partidos que están a su izquierda. Uno de ellos, el partido comunista, nunca se sintió muy cercano a los socialdemócratas. Pero al final se consiguió un acuerdo parlamentario en el que ambas partes dieron un ejemplo de pragmatismo. El primer ministro, António Costa, intentaría reducir el déficit presupuestario, mientras que los socios lo apoyarían en la Asamblea a cambio de medidas que mitigaran el coste social.

El modelo portugués ha durado casi seis años. El Bloque de Izquierda (BE), con 19 escaños, y el Partido Comunista (PCP), con doce, votaron el miércoles en contra de los presupuestos presentados por Costa, lo que supone el fin del Gobierno. El presidente de Portugal, el conservador Marcelo Rebelo de Sousa, ya había anunciado que convocaría elecciones anticipadas en los próximos meses si las cuentas no salían adelante. Es muy posible que las urnas no ofrezcan un veredicto muy diferente al actual y que el PS –ahora con 108 escaños sobre 230– continúe como partido más votado, pero con una salvedad. La extrema derecha se convertirá en uno de los principales grupos de la Cámara.

Da la impresión de que España y Portugal transitan por rumbos similares. La duda ahora es si se repetirá aquí lo que acaba de suceder allí. El Gobierno de Pedro Sánchez se encuentra en la misma tesitura. Ofrece unos presupuestos expansivos gracias a la previsión de la llegada de los fondos europeos, pero sus socios le piden más y que cumpla las promesas sobre varias reformas legislativas. Para sumar otro tema común de debate, el BE y el PCP también exigían una reforma laboral y el PS prefería dejar las cosas como están por temor a la reacción en Bruselas.

Costa había ofrecido un aumento de 40 euros en el salario mínimo hasta alcanzar los 705 euros mensuales, así como un incremento del gasto en sanidad de 700 millones. Eran ofertas moderadas, coherentes con la insistencia de Costa en mantener la disciplina fiscal, pero insuficientes para sus aliados. La pandemia provocó en 2020 una caída del 8,4% en el PIB, la mayor sufrida desde los años treinta. La previsión para este año, que probablemente se verá revisada a la baja como en otros países europeos, es de un crecimiento del 4,8%.

Los socialistas se quedaron a ocho escaños de la mayoría absoluta en las elecciones de 2019. Muchos sospechan que el partido de Costa no se siente alarmado por la posibilidad del fin anticipado de la legislatura. La última encuesta de hace solo unos días no les garantiza mucho margen para sus aspiraciones. Les ofrece un 38%, dos puntos más que en 2019, mientras que el principal partido de la derecha, el PSD, se queda a diez puntos de distancia. El Bloco de Esquerda pierde la mitad de sus votos con el 5,1%. La coalición que encabezan los comunistas se mantiene en números similares con un 5,6%.

La gran diferencia con respecto a hace solo dos años es la irrupción de Chega, el partido de extrema derecha, que tuvo solo un diputado entonces y que ahora podría convertirse en la tercera fuerza política con un 9,2%. Es otro elemento que juega en paralelo a la situación de España y que supondría una baza propagandística que Vox intentará aprovechar.

Las elecciones aún no tienen fecha. Los medios portugueses creen que lo más probable es que sean entre mediados y finales de enero.

Los seis años de Gobierno de Costa no deben entenderse como un periodo único. Hasta las elecciones de 2019, hubo un acuerdo firmado entre el PS y sus dos aliados. Los socialistas mejoraron los resultados en esos comicios y decidieron manejarse en solitario en el Gobierno con acuerdos puntuales. Es decir, al revés de lo ocurrido en España.

La estrategia del PS no ha funcionado en relación a la votación que no se podía perder, la de los presupuestos, en el momento en que hay que gestionar la recuperación económica. Las recientes elecciones municipales, en las que perdió la alcaldía de Lisboa, ya fueron un aviso de que correr hacia las urnas no es una apuesta muy inteligente en un momento en que los electorados no han terminado de superar el castigo de la pandemia y de sus consecuencias económicas. Como se ha visto en Alemania, pueden reaccionar de forma inesperada.

Cuando Costa llegó al poder a finales de 2015, la derecha portuguesa calificó de «geringonça» (un artilugio mal montado) su pacto con el BE y el PCP. Al final, lo que ha sido una chapuza ha sido la incapacidad de alcanzar un acuerdo presupuestario que permita completar la legislatura después de haber gestionado la primera llegada de los fondos de la UE. Los partidos del Gobierno de coalición en España y sus aliados parlamentarios pueden tomar nota de lo que ha sucedido en Portugal. Lo mismo les conviene esta vez alejarse un poco del modelo portugués.

Fuente: https://www.eldiario.es/politica/portugal-envia-mensaje-claro-diafano-izquierda-espanola_129_8436959.html

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