En Madrid, la hostelería supone el 7% del PIB. Se cuenta con unos 31.000 bares que dan trabajo a unas 208.000 personas. ¿Quiénes son los propietarios? La “vida a la madrileña” resulta ser un eslabón importante en la cadena del capital internacional.
Tras la resaca
©DAVID
F. SABADELL
El Viejo Topo
11 mayo, 2021
En el 18
Brumario de Luis Bonaparte, Marx se pregunta cuáles son las condiciones que
permiten que un personaje mediocre y grotesco como Luis Napoleón Bonaparte pase
a representar el papel de héroe. Aplicado a nuestra experiencia reciente,
equivale a preguntarse qué hace que un personaje mediocre y grosero como Isabel
Diaz Ayuso arrase en las elecciones en Madrid.
Para responder
a esta pregunta, Marx desarrolla un análisis minucioso de la historia de
Francia entre 1848, año de las revoluciones de febrero y junio, y 1852 cuando
Bonaparte da su famoso golpe de estado que le convierte en emperador, el famoso
18 Brumario (2 de diciembre).
No os
preocupéis, no pretendo emular su hazaña y contar lo ocurrido en los últimos
años. Su lectura solo me sirve de inspiración para identificar algunos procesos
parecidos o análogos. Desde el momento de su acceso al poder como vencedor en
las elecciones de diciembre de 1848, una vez ahogada la revolución, Bonaparte
se dedica a laminar el Parlamento, a hacerlo inoperante. En nuestro caso,
Ayuso, que no venció en las últimas elecciones, pero consiguió la Presidencia
con la ayuda de Ciudadanos y Vox, no se ha centrado en la Asamblea de Madrid,
que ha dejado a su inercia, sino que se ha dedicado a golpear al gobierno central
con ataques sistemáticos y deslealtades continuas. La CAM ha votado
constantemente contra las medidas aprobadas por el Gobierno de la nación y
contra todas las decisiones del Comité interministerial de Sanidad. Ha hecho de
su capa un sayo, tomando decisiones como los cierres por zonas básicas de salud
que nadie se encargaba de verificar. En cuanto al cierre perimetral, le daba
igual no imponerlo, las Comunidades limítrofes le hacían el trabajo puesto que
si bien se podía salir de Madrid no se podía entrar en ninguna de ellas. De
este modo se podía defender el que no se estaban imponiendo restricciones a la
movilidad que, sin embargo, actuaban de facto.
Pero vayamos a
la medida estrella: el mantenimiento de los bares. ¿A quién ha beneficiado esta
medida? Sin duda, a sus propietarios y solo secundariamente a sus
trabajadores/as. Además de a los consumidores/as. Y me pregunto: ¿es un sector
tan esencial para protegerlo cueste lo que cueste? Sin duda que los afectados
estarán profundamente agradecidos, pero ¿su peso en la economía de la región es
tan descomunal que contrarreste el peligro que ha supuesto mantenerlos
abiertos?
En Madrid, la hostelería supone el 7% del PIB. Se cuenta con unos 31.000 bares que dan trabajo a unas 208.000 personas. ¿Quiénes son los propietarios? Solo por citar un caso mencionaremos a Beer&Food, que cuenta con más de 400 locales en todo el país, entre ellos Gambrinus y Tony Roma’s. Aparte de sus locales, este grupo se ha especializado en comida a domicilio, siendo sus gestores grandes defensores de las cocinas industriales instaladas en los barrios, las famosas cocinas fantasma que el Ayuntamiento está protegiendo. Curiosamente, estos gestores, si bien no ponen problemas para recibir subvenciones y ayudas, se quejan de los altos alquileres de sus locales. Hay un extraño acuerdo entre su deseo de hacer caja y su renuencia a pagar los alquileres, incluso poniendo en marcha acciones judiciales. Otros de sus dardos los dirigen contra Deliveroo o Glovo por los precios abusivos de los servicios que les prestan. En Madrid, además del ya citado, existen otros grupos potentes como McDonalds, Burger King y Telepizza, Restalia, Comess Group, Eat Out Group, etc. El sector de la restauración no tiene pues ya nada que ver con el bar Manolo sino que es un sector capitalista en el máximo sentido de la palabra, con un fuerte crecimiento y con conflictos internos dignos de los viejos enfrentamientos entre la burguesía industrial y la terrateniente.
También es un sector con una alta concentración. Según publicaba Cinco Días en
2017, “una decena de grupos controlan más de 4.400 restaurantes”; en ellos
están muy presentes los fondos de capital riesgo. Los informes del sector dan
datos según los cuales la facturación logra doblar la inversión. Además, es un sector
muy internacionalizado: solo dos de las once empresas más importantes tienen un
accionariado 100% español. O sea que la “vida a la madrileña” resulta ser un
eslabón importante en la cadena del capital internacional. ¡Quién lo iba a
decir! Me pregunto si es creíble que un sector tan boyante no pudiera soportar
las pérdidas ocasionadas por la covid-19 hasta el punto de que estaban a punto
de arruinarse y había que salvarles, como a los bancos, esta vez con un punto
de singularidad madrileña.
Y bien, ahora
que ha ganado ¿a quién va a defender la Presidenta de la Comunidad: a los
dueños de los locales, a los dueños de las cadenas de restauración, a los
nacionales o a los internacionales, a los trabajadores y trabajadoras de los
mismos, a los consumidores dado el aumento de los precios, a los viandantes que
pierden las calles llenas de terrazas, a las grandes plataformas de
distribución o solo a las de los restauradores, a las cocinas fantasma o a los
niños de los colegios afectados por ellas? Preguntas sin respuesta. La libertad
de “hago lo que me da la gana” no aclara nada, aunque tenga la virtud de que
cada quien piense que es a él o a ella a quien está defendiendo.
Otra cuestión
que me asalta en esta pantomima en que se han convertido las elecciones autonómicas
es el contraste entre la responsabilidad del voto y el déficit de información
con el que este se ejerce. La prensa no ha hecho ningún esfuerzo en analizar
las propuestas ni en favorecer los debates. Todo se ha reducido a espectáculo,
cuánto más bronco mejor.
Como los campesinos franceses en la época de Luis Bonaparte, nos hemos convertido en una masa de individuos/as poco informadas y apelotonadas como “las patatas en un saco de patatas”. ¿Sabemos quién ha pagado la campaña?, ¿habrán sido los restauradores?, ¿es solo cuestión de imagen y publicidad o hay otro Correa asomando la oreja? Por ejemplo, nadie ha reparado que en los mismos días de campaña se está viendo todavía el juicio de Bárcenas, ¿todo ese ruido habrá servido para taparlo?, ¿los millones que van a llegar a Génova 13 podrán tapar el agujero de la sede y hacer olvidar la contabilidad B con la que se construyó? Cuando lo sepamos ya será demasiado tarde.
No conozco mejor ejercicio de desinformación que esta campaña. Y no critico a
los curritos/as. Hay quien ha defendido su curro, algunos su negocio y otros
muchos su diversión. Y otros que se han tragado el pack entero
y sin masticar. Pero Ayuso no está sola; detrás está, entre otros, todo ese
mundo de la restauración y sus inversiones millonarias. Y está Miguel Ángel
Rodríguez. Y la FAES y Aznar. Menos mal que a Trump lograron echarle que, de no
ser así, levantaría cabeza una reedición del trío de las Azores. Demasiado lío
para una ciudadanía cansada.
Texto publicado originalmente en El Salto.
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