jueves, 13 de enero de 2022

Nuevos documentos revelan presiones de Aznar al CNI para imputar el 11M a ETA. [¿Pero no eran empresas de seguridad privada de Mayor Oreja o de sus familiares, dirigente pura raza patria del PP, de la más prístina estirpe del cristianismo de a rogar por Dios, las encargadas de velar por los cargos públicos amenazados por ETA en el País Vasco, cuyos gastos corrían al 50% con dinerales del gobierno vasco y el otro 50% con otros dinerales del gobierno central, según acuerdo del presidente de gobierno de la época, José María Aznar, Josmari para los amigos, y el entonces presidente del gobierno vasco Arzalluz, cuyo Azalluz acuso públicamente a Mayor Oreja de haberse enriquecido mediante la custodia y guarda de los políticos vascos amenazados por ETA, querellándose el sepulcro blanqueado de Mayor Oreja contra Arzalluz por tamaña verdad, querella que perdió, porque Dios que es justo y todo lo ve y todo lo sabe así lo quiso mediante las correspondientes sentencias de los jueces pertinentes que le sirvieron de brazo ejecutor? Y a ver si ahora me va a salir un respondón diciendo que Dios no lo puede todo porque me lo enderezo rápidamente dándole el santo y seña y a ellos la Legión mediante aviso militarmente cifrado (que aquí no te puedes fiar ni de tu padre) a los jefes de VOX de que rojo a la vista para que me le pongan cuarto y mitad de dura querella también por la vía rápida, que no estamos aquí para tontadas, que yo cuando me pongo me pongo. Y lo que me temía, hombre. Pues no resulta que ahora se me ha ido el santo al cielo y no sé que viva gritar. Pero bueno, me da igual. A mí no me achica nadie: ¡¡¡Viva!!!]

 

 Nuevos documentos revelan presiones de Aznar al CNI para imputar el 11M a ETA

 

Rebelion / España

12/01/2022 

Fuentes: Naiz [Foto: Protestas en las sedes del PP por los atentados del 11M (RTVE)]

Un documento que ha hecho público el exministro José Bono confirma que el Gobierno de José María Aznar presionó a los servicios de inteligencia para que mantuvieran la tesis de que ETA había sido la autora de los atentados registrados en Madrid el 11 de marzo de 2004.

José Bono, que fue ministro de Defensa desde abril de 2004 hasta diciembre de 2006 –cuando pasó a ser presidente del Congreso de los Diputados–, ha decidido legar su archivo documental a la Fundación Pablo Iglesias, que lo ha puesto a disposición del público a partir de este lunes.  Uno de esos documentos, que ha difundido la Cadena Ser, es una nota remitida a Bono por Alberto Sáiz, que acababa de ser nombrado director del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) tras las elecciones del 14 de marzo de 2004 que llevaron a La Moncloa a José Luis Rodríguez Zapatero.

En esta nota, que adjuntamos a este artículo, Sáiz hace referencia a los atentados registrados en Madrid el 11 de marzo de aquel año. Más concretamente, se dirige a Bono para confirmarle por escrito, «tal y como me pides», «lo esencial sobre el 11M» que le había comentado su predecesor al frente del CNI, Jorge Dezcallar, al hacer el relevo en el cargo.

«Me pidieron desde Moncloa que dijera que ETA era la autora del atentado y yo lo hice pero con la cautela de añadir ‘con toda probabilidad’», comentó Dezcallar, según relata Sáiz.

El máximo responsable de los servicios de inteligencia cuando ocurrieron los ataques del 11M consideraba que mantener esa tesis «fue un error» y, aludiendo al Gobierno de José María Aznar, añadió que «ellos lo alargaron hasta el día de las elecciones, cuando ya tenían en su poder la furgoneta, la cinta del Corán y habían detenido a tres árabes».

Dezcallar se refería a las pruebas y detenciones que habían practicado ya las fuerzas y cuerpos de seguridad que echaban por tierra la tesis de la autoría de ETA. Una información que, según dijo a Sáiz, al CNI le fue llegando «con retraso».

Confirma el relato que hizo Dezcallar en 2015

Dezcallar fue el primer civil en dirigir el Centro Superior de Información de la Defensa (Cesid, que durante su mandato pasó a denoninarse CNI) y fue desginado para el cargo en 2001 por el entonces presidente español, José María Aznar.

En una entrevista publicada por ‘El Periódico’ en octubre de 2015, el propio Dezcallar ya apuntó en la misma dirección que se recoge en la nota difundida ahora por Bono: «Aznar me pidió desmentir que el CNI no seguía la pista de ETA».

No obstante, asumió que, aunque su «instinto» le decía que se trataba de «un ataque islamista», en su primera conversación telefónica con Aznar le comentó: «Presidente, creo que es ETA». En la segunda, aquel 11 de marzo, fue menos claro: ««No me preguntes porque la investigación la lleva la Policía y estoy fuera de juego». Y en la tercera expresó su cambio de opinión: «Este asunto huele a islamista que apesta».

En esta entrevista, Dezcallar aseguró que entre el 11 y el 16 de marzo no fue convocado a ninguna reunión. No obstante, precisó que logró que el ministro de Interior, Ángel Acebes, le recibiera el sábado día 13, a las cuatro de la tarde, y que este no le contó nada de las detenciones de los presuntos yihadistas.

Y completó el relato de aquellas horas previas a la jornada electoral explicando que, cuando llegó a su despacho, el portavoz de la Moncloa, Alfredo Timermans, le dijo que Aznar quería que saliera en TVE para desmentir a la SER, que para entonces había informado de que el CNI había abandonado la pista de ETA. Dezcallar se negó, hizo «un comunicado que no gustó a nadie» y por la noche tuvo «una tensa charla con Aznar».

Nota del director de CNI sobre el 11 M

Fuente: https://www.naiz.eus/es/info/noticia/20220110/nuevos-documentos-revelan-presiones-de-aznar-al-cni-para-imputar-el-11m-a-eta

 

 

La subida de los precios de las materias primas. Una visión marxista de la cuestión.

 

La subida de los precios de las materias primas. Una visión marxista de la cuestión.

 

DIARIO OCTUBRE / enero 13, 2022

 


Kike Parra.— La escalada generalizada de precios, y en concreto de las materias primas y la energía en el mundo, (la madera un 120 %, la piedra más de un 60 %, el cobre aproximadamente 60 %, el PVC y otros materiales plásticos un 47 %, el aluminio un 41 %, etc..) está poniendo en jaque la recuperación económica sobre la que la burguesía había puesto todas sus esperanzas post-pandémicas

Lamentablemente la situación sanitaria aún no se ha solventado, sino todo lo contrario y la “recuperación”, está mostrando nuevos escollos que la economía vulgar, tal y como Marx la acuñó, no ha sido capaz de prever, y ni tan siquiera de explicar correctamente.

Las corrientes económicas hegemónicas, monetaristas y keynesianas concluyen a posteriori que la crisis energética, los problemas en la cadena de suministro y el aumento de la demanda, gracias al ahorro acumulado, han tensionado las leyes de la oferta y la demanda y que la escasez relativa de las materias primas ha alzado los precios y como consecuencia, también los productos de consumo, para cuya fabricación son extraídos de la madre naturaleza.

La explicación, pareciera correcta, pero incurre en errores de base, y sobre todo, es incapaz de prever el futuro inmediato.

La superioridad analítica del marxismo nos da una explicación más cierta a la subida de los precios.

Autores como G. Carchedi y Michael Roberts, tomando como base la teoría del valor, proponen una teoría marxista de la inflación y sitúan entre otros factores, que los precios suben o bajan en relación a la masa de valor (capital variable y del plusvalor), es decir; tanto de los salarios como de las ganancias empresariales, algo que crece muy lentamente desde los años 80. Desde entonces, se viene produciendo un incremento modesto de los precios gracias a la implementación de políticas monetarias, incrementando su oferta.

La consecuencia de la baja rentabilidad ha sido que las inversiones empresariales se han ido marchando hacia posiciones especulativas en lugar de la esfera productiva. Ya no salen a cuenta las cada vez más altas inversiones en comparación con lo que se recoge.

Y es aquí, en la falta de oferta donde está el actual problema de la subida de precios y no en el incremento de la demanda, cosa difícil de entender ante una clase obrera empobrecida que debe esforzarse en la compra de alimentos y electricidad encarecidos.

Marx señalaría que el tiempo de trabajo social necesario en la producción de materias primas, tras la reanudación productiva, después del parón por la pandemia, es inferior al requerido y que por lo tanto, los precios suben, distorsionando así, temporalmente, la ley del valor-trabajo. (Algo que la economía “oficial” formula como la ley de la oferta y la demanda)

Volviendo a tirar de marxismo, esta situación de subidas y altos precios, se alargará hasta que los capitales fluyan, atraídos por la alta rentabilidad temporal, hacia la extracción y fabricación de materias primas, llegando a la perecuación de los beneficios. Esto va a tardar un tiempo, por lo que los precios seguirán subiendo.

La escasez de determinados productos, sobre todo los relacionados con la energía, el cambio hacia las renovables y el abandono de las “energías clásicas”, las reservas estratégicas de los países productores ante los conflictos generados por las pugnas interimperialistas, también están incidiendo sobre el incremento de precios.

Los expertos hablan de un posible periodo de estancamiento a la vez que inflacionario (estanflación) y las medidas que se pueden poner en marcha, (políticas sobre los intereses) junto con el nivel de gasto, puede llevarnos en un futuro próximo a una nueva crisis del sector financiero y por lógica a una agudización de la crisis estructural del capitalismo.

Son las contradicciones insalvables del capitalismo que se exacerban con el paso del tiempo.

FUENTE: unidadylucha.es

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Eveline

 

Tal día como hoy en 1941 moría en Zúrich el gran escritor irlandés James Joyce. Uno de los principales artífices de la profunda renovación de las técnicas narrativas a inicios del s. XX, lo recordamos con este cuento incluido en Dublineses.


Eveline

James Joyce

El Viejo Topo

13 enero, 2022 

 


Sentada ante la ventana, miraba cómo la noche invadía la avenida. Su cabeza se apoyaba contra las cortinas de la ventana, y tenía en la nariz el olor de la polvorienta cretona. Estaba cansada.

Pasaba poca gente: el hombre de la última casa pasó rumbo a su hogar, oyó el repiqueteo de sus pasos en el pavimento de hormigón y luego los oyó crujir sobre el sendero de grava que se extendía frente a las nuevas casas rojas. Antes había allí un campo, en el que ellos acostumbraban jugar con otros niños. Después, un hombre de Belfast compró el campo y construyó casas en él: casas de ladrillos brillantes y techos relucientes, y no pequeñas y oscuras como las otras. Los niños de la avenida solían jugar juntos en aquel campo; los Devine, los Water, los Dunn, el pequeño lisiado Keogh, ella, sus hermanos y hermanas. Sin embargo, Ernest jamás jugaba: era demasiado grande. Su padre solía echarlos del campo con su bastón de ciruelo silvestre; pero por lo general el pequeño Keogh era quien montaba guardia y avisaba cuando el padre se acercaba. Pese a todo, parecían haber sido bastante felices en aquella época. Su padre no era tan malo entonces, y, además, su madre vivía. Hacía mucho tiempo de aquello. Ella, sus hermanos y hermanas se habían transformado en adultos; la madre había muerto. Tizzie Dunn había muerto también, y los Water regresaron a Inglaterra. Todo cambia. Ahora ella se aprestaba a irse también, a dejar su hogar.

¡Su hogar! Miró a su alrededor, repasando todos los objetos familiares que durante tantos años había limpiado de polvo una vez por semana, mientras se preguntaba de dónde provendría tanto polvo. Tal vez no volvería a ver todos aquellos objetos familiares, de los cuales jamás hubiera supuesto verse separada. Y sin embargo, en todos aquellos años, nunca había averiguado el nombre del sacerdote cuya foto amarillenta colgaba de la pared, sobre el viejo armonio roto, y junto al grabado en colores de las promesas hechas a la beata Margaret Mary Alacoque. El sacerdote había sido compañero de colegio de su padre. Cada vez que éste mostraba la fotografía a su visitante, agregaba de paso:

-En la actualidad está en Melbourne.

Ella había consentido en partir, en dejar su hogar. ¿Era prudente? Trató de sopesar todas las implicaciones de la pregunta. De una u otra forma, en su hogar tenía techo y comida, y la gente a quien había conocido durante toda su existencia. Por supuesto que tenía que trabajar mucho, tanto en la casa como en su empleo. ¿Qué dirían de ella en la tienda, cuando supieran que se había ido con un hombre? Pensarían tal vez que era una tonta, y su lugar sería cubierto por medio de un anuncio. La señorita Gavan se alegraría. Siempre le había tenido un poco de tirria y lo había demostrado en especial cuando alguien escuchaba.

-Señorita Hill, ¿no ve que estas damas están esperando?

-Muéstrese despierta, señorita Hill, por favor.

No lloraría mucho por tener que dejar la tienda.

Pero en su nuevo hogar, en un país lejano y desconocido, no sería así. Luego se casaría; ella, Eveline. Entonces la gente la miraría con respeto. No sería tratada como lo había sido su madre. Aún ahora, y aunque ya tenía más de 19 años, a veces se sentía en peligro ante la violencia de su padre. Ella sabía que eso era lo que le había producido palpitaciones. Mientras fueron niños, su padre nunca la maltrató, como acostumbraba a hacerlo con Harry y Ernest, porque era una niña; pero después había comenzado a amenazarla y a decir que se ocupaba de ella sólo por el recuerdo de su madre. Y en el presente ella no tenía quién la protegiera: Ernest había muerto, y Harry, que se dedicaba a decorar iglesias, estaba casi siempre en algún punto distante del país. Además, las invariables disputas por dinero de los sábados por la noche comenzaban a fastidiarla sobre manera. Ella siempre aportaba todas sus entradas -siete chelines- y Harry enviaba sin falta lo que podía; el problema era obtener algo de su padre. Éste la acusaba de malgastar el dinero, decía que no tenía cabeza y que no le daría el dinero que había ganado con dificultad para que ella lo tirara por las calles; y muchas otras cosas, porque generalmente él se portaba muy mal los sábados por la noche. Terminaba por darle el dinero y preguntarle si no pensaba hacer las compras para el almuerzo del domingo. Entonces ella debía salir corriendo para hacer las compras, mientras sujetaba con fuerza su bolso negro abriéndose paso entre la multitud, para luego regresar a casa tarde y agobiada bajo su carga de provisiones. Le había dado mucho trabajo atender la casa y hacer que los dos niños que habían sido dejados a su cuidado fueran a la escuela regularmente y comieran con la misma regularidad. Era un trabajo pesado -una vida dura-, pero ahora que estaba a punto de partir no le parecía ésa una vida del todo indeseable.

Iba a ensayar otra vida; Frank era muy bueno; viril y generoso. Ella se iría con él en el barco de la noche, para ser su mujer y para vivir juntos en Buenos Aires, donde él tenía un hogar que aguardaba. Recordaba muy bien la primera vez que lo había visto; había alquilado una habitación en una casa de la calle principal; y ella solía hacer frecuentes visitas a la familia que vivía allí. Parecía que hubieran transcurrido sólo pocas semanas. Él estaba en la puerta de la verja, con su gorra de visera echada sobre la nuca, y el pelo le caía sobre el rostro bronceado. Así se conocieron. Él acostumbraba encontrarla a la salida de la tienda todas las tardes, y la acompañaba hasta su casa. La llevó a ver La Niña Bohemia, y ella se sintió endiosada al sentarse junto a él en las butacas más caras del teatro. Él tenía gran afición por la música y cantaba bastante bien. La gente sabía que estaban en relaciones y, cuando él cantaba la canción de la muchacha que ama a un marino, ella se sentía siempre agradablemente confusa. Él, en broma, la llamaba “Poppens” (amapola). Al principio, para ella resultó emocionante tener un amigo, y luego él comenzó a gustarle. Conocía relatos de países distantes. había comenzado como grumete por una libra mensual en un barco de la Altan Lines que iba al Canadá. Le nombró los barcos en los que había trabajado y enumeró las diversas compañías. Había navegado a través del estrecho de Magallanes, y relató anécdotas de los terribles indios patagones; tuvo suerte en Buenos Aires, dijo, y sólo había vuelto a su patria para pasar las vacaciones. Naturalmente, el padre de ella se enteró, y le prohibió, terminantemente, continuar tales relaciones.

-Conozco a esos marineros… -dijo.

Un día, su padre discutió con Frank, y después de eso ella tuvo que encontrarse en secreto con su enamorado.

La tarde se oscurecía en la avenida. La blancura de las dos cartas que tenía sobre el regazo se iba desvaneciendo. Una de las cartas era para Harry. Su padre había envejecido últimamente, según había notado; la extrañaría. A veces se portaba muy bien. No hacía mucho, una vez que ella debió permanecer en cama durante un día, él le había leído en voz alta una historia de fantasmas y le había preparado tostadas sobre el fuego. Otro día, cuando su madre aún vivía, fueron a merendar a la colina de Howth. Recordaba a su padre poniéndose el sombrero de la madre para hacer reír a los niños.

El tiempo transcurría, pero ella continuaba sentada junto a la ventana con la cabeza apoyada en la cortina, aspirando el olor de la polvorienta cretona. Lejos, en la avenida, podía oír un organillo callejero. Conocía la melodía. Era extraño que justo esa noche volviera para recordarle la promesa hecha a su madre: la de atender la casa mientras pudiera. Recordó la última noche de enfermedad de su madre; estaba en el cerrado y oscuro cuarto situado del otro lado del vestíbulo, y había oído afuera una melancólica canción italiana. Dieron al organillo seis peniques para que se alejara. Recordó la exclamación de su padre, cuando volvió al cuarto de la enferma.

-¡Malditos italianos! ¡Ni siquiera aquí nos dejan en paz!

Mientras meditaba, la lastimosa visión de la vida de su madre trazaba una huella en la esencia misma de su propio ser; aquella vida de sacrificios intrascendentes que desembocó en la locura final. Se estremeció mientras oía otra vez la voz de su madre repitiendo una y otra vez, con estúpida insistencia, las voces irlandesas:

-¡Derevaun Seraun! ¡Derevaun Seraun!

Se puso de pie con súbito impulso de terror. ¡Escapar, debía escapar! Frank la salvaría. Él le daría vida, tal vez amor también. Pero deseaba vivir. ¿Por qué había de ser desgraciada? Tenía derecho a ser feliz. Frank la tomaría en sus brazos, la estrecharía en sus brazos. La salvaría.

***

Estaba en medio de la movediza multitud, en el muelle del North Wall. Él la tenía de la mano, y ella sabía que él le hablaba, que le decía con insistencia algo acerca del pasaje. El muelle estaba lleno de soldados con mochilas pardas. A través de las abiertas puertas de los galpones, entrevió la masa negra del barco, inmóvil junto al muelle y con los ojos de buey iluminados. No respondió. Sentía sus mejillas pálidas y frías y, desde un abismo de angustia, rogaba a Dios que la guiara, que le señalara su deber. El barco lanzó una larga pitada fúnebre en la niebla. Si se iba, mañana estaría en el mar, con Frank, rumbo a Buenos Aires. Sus pasajes habían sido reservados. ¿Podía volverse atrás, después de todo lo que Frank había hecho por ella? La angustia le produjo náuseas, y siguió moviendo los labios en silenciosa y ferviente plegaria. Sonó una campana, que le estremeció el corazón. Sintió que él la tomaba de la mano.

-¡Ven!

Todos los mares del mundo se agitaron alrededor de su corazón. Él la conducía hacia ellos, la ahogaría. Se tomó con ambas manos de la verja de hierro.

-¡Ven!

¡No! ¡No! ¡No! Imposible. Sus manos se aferraron al hierro, frenéticamente. Desde el medio de los mares que agitaban su corazón, lanzó un grito de angustia.

-¡Eveline! ¡Evy!

Él se precipitó detrás de la barrera y le gritó que lo siguiera. La gente le chilló para que él continuara caminando, pero Frank seguía llamándola. Ella volvió su pálida cara hacia él, pasiva, como animal desamparado. Sus ojos no le dieron ningún signo de amor, ni de adiós, ni de reconocimiento.

Este cuento es uno de los quince relatos de James Joyce que forman parte de su libro Dublineses, escrito en 1906 y que no consiguió  editor para su publicación hasta 1914.

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Enviado de Putin en USA deja estupefacto a Biden!!