Desenmascarando
los costos ocultos del modelo agrícola actual
Publicado el 6 de marzo de 2024 / Por Jesús María
Veci de la Fuente / KAOSENLARED
Introducción
La insostenibilidad de los
sistemas agroalimentarios es un tema candente en el panorama global. ¿Qué hay
detrás de los precios que pagamos por los alimentos que consumimos? ¿Cuáles son
los costos que permanecen ocultos a simple vista pero que tienen un impacto
significativo en nuestra sociedad y medio ambiente?
Un reciente análisis
llevado a cabo en 154 países ha arrojado luz sobre estos costos ocultos,
proporcionando estimaciones que nos obligan a repensar la manera en que
concebimos y valoramos nuestros sistemas agroalimentarios.
Los costos ocultos
cuantificados a nivel mundial, incluyendo impactos ambientales, sociales y
sanitarios, se estimaron en aproximadamente 12,7 billones de dólares en paridad
de poder adquisitivo (PPA) en 2020. Esta cifra equivale a casi el 10 % del
producto interno bruto mundial en términos de PPA.
La magnitud de estos costos
es alarmante. Incluso teniendo en cuenta la incertidumbre, existe una alta
probabilidad de que superen los 10 billones de dólares PPA en 2020. Esto
subraya la urgencia de tener en cuenta estos costos al tomar decisiones para
transformar nuestros sistemas agroalimentarios.
Es interesante observar que
el 73 % de los costos ocultos cuantificados en 2020 estaban relacionados con
hábitos alimenticios que conducen a la obesidad y enfermedades no
transmisibles, lo que resulta en pérdidas de productividad laboral. Además, los
costos ocultos ambientales de la agricultura representan más del 20 % de los
costos totales, equivalente a casi un tercio del valor añadido agrícola.
Desde una perspectiva
social, se estima que los ingresos de la población moderadamente pobre que
trabaja en los sistemas agroalimentarios deben aumentar significativamente para
reducir la inseguridad alimentaria y la subalimentación.
Es fundamental comprender
que los costos ocultos de los sistemas agroalimentarios no son uniformes en
todos los países. Por ejemplo, en los países de ingresos bajos, estos costos
suponen una carga mucho mayor en relación con los ingresos nacionales que en
los países de ingresos medianos o altos.
Estos hallazgos subrayan la
necesidad de considerar los costos ocultos ambientales, sociales y sanitarios
al evaluar la sostenibilidad de nuestros sistemas agroalimentarios. Aunque
enfrentamos desafíos significativos, también nos brindan una oportunidad para
reorientar nuestras políticas y acciones hacia un futuro más saludable y
sostenible para todos.
En nuestra búsqueda de
alimentar a una población global en constante crecimiento, el modelo agrícola
actual ha generado una serie de costos ambientales, sociales y de salud que
deben ser examinados con detenimiento. Estos costos no solo se manifiestan en
términos tangibles, sino que también tienen consecuencias profundas y a menudo
ocultas que afectan la sostenibilidad de nuestros sistemas alimentarios y la
salud de nuestro planeta y sus habitantes.
1.
Pérdida de Biodiversidad y Funcionalidad
Ecosistémica: La pérdida de biodiversidad es mucho más que la desaparición
de especies individuales; es la erosión de la función y la resiliencia de los
sistemas naturales que sostienen la vida en la Tierra. Los ecosistemas
saludables dependen de una diversidad de especies interconectadas para llevar a
cabo una amplia gama de funciones vitales, desde la polinización de cultivos
hasta la purificación del agua y la regulación del clima. La pérdida de
biodiversidad compromete estas funciones críticas, lo que socava la estabilidad
y la capacidad de recuperación de los ecosistemas frente a las perturbaciones. En
última instancia, la degradación de la biodiversidad agrava los desafíos
ambientales y aumenta la vulnerabilidad de las comunidades humanas que dependen
de estos servicios ecosistémicos.
2. Costos
para la Salud: La salud humana está estrechamente ligada a la salud de los
sistemas alimentarios y ambientales en los que dependemos. La exposición
crónica a pesticidas y agroquímicos utilizados en la agricultura moderna está
asociada con una serie de problemas de salud, que van desde enfermedades
respiratorias y dermatológicas hasta trastornos neurológicos y cáncer. Además,
la tendencia hacia la monocultura y la producción intensiva de cultivos
comerciales ha llevado a la pérdida de diversidad dietética y a la prevalencia
de alimentos altamente procesados y deficientes en nutrientes. Esto ha
contribuido a una epidemia global de malnutrición, donde la obesidad y las
enfermedades relacionadas con la dieta coexisten con la desnutrición y la falta
de acceso a alimentos saludables.
La Crisis
Alimentaria Global en el Horizonte
En la actualidad, estamos
siendo testigos de una disminución preocupante en las cosechas en todo el mundo
debido a la creciente incidencia del cambio climático. Los eventos climáticos
extremos, como sequías, inundaciones y olas de calor, están alterando los
patrones climáticos y amenazando la producción agrícola en regiones clave de
todo el planeta. Esta disrupción en la oferta de alimentos ya está teniendo un
impacto en la seguridad alimentaria global y podría desencadenar una crisis
alimentaria aguda si no se aborda de manera urgente y efectiva.
Hacia un
Modelo Alimentario más Sostenible y Localizado
Para abordar estos desafíos
apremiantes, es fundamental reevaluar y transformar nuestros sistemas
alimentarios hacia modelos más sostenibles y localizados. Esto implica fomentar
la diversificación de cultivos, apoyar a los agricultores locales, promover los
mercados agrícolas regionales y reducir nuestra dependencia de la importación
de alimentos. Al fortalecer la resiliencia de nuestras comunidades locales y
restaurar la salud de nuestros ecosistemas, podemos construir un futuro más
saludable y sostenible para todos.
Costos
Ocultos
Ambientales
Los costos ocultos del
modelo agrícola actual son tan profundos como invisibles. Nos enfrentamos a
desafíos ambientales que amenazan la sostenibilidad de nuestros sistemas
alimentarios y la salud de nuestros ecosistemas.
La pérdida de servicios
ecosistémicos es un ejemplo destacado. A menudo subestimamos el valor de los
servicios gratuitos proporcionados por la naturaleza, como la polinización ,el
control de plagas y el almacenaje de aguas superficiales y su depuración
natural. Estos servicios, esenciales para la producción agrícola, están en
peligro debido a la pérdida de biodiversidad y la degradación del suelo.
La deforestación, impulsada
por la expansión agrícola, es otra consecuencia invisible pero devastadora. La
pérdida de hábitats naturales amenaza la supervivencia de innumerables especies
y desestabiliza los ciclos hidrológicos locales.
Sociales
Los aspectos sociales del
modelo agrícola actual también merecen atención. La desigualdad en el acceso a
la tierra y los recursos agrava la pobreza rural y perpetúa las brechas
socioeconómicas.
La exclusión de las
comunidades locales en la toma de decisiones agrícolas lleva a políticas que no
reflejan las necesidades reales de quienes dependen de la tierra para su
sustento. Esta falta de participación democrática socava la autonomía de las
comunidades y genera tensiones sociales.
La migración forzada y la
pérdida de cohesión social en las zonas rurales son preocupaciones crecientes.
La industrialización agrícola desplaza prácticas agrícolas tradicionales y altera
el tejido social de las comunidades rurales, dejando a muchas personas sin
hogar ni comunidad.
Salud
Los impactos en la salud
asociados con el modelo agrícola actual son significativos y multifacéticos. La
exposición a pesticidas y agroquímicos está vinculada a una serie de
enfermedades crónicas, desde cáncer hasta trastornos respiratorios.
Además, los hábitos
alimenticios poco saludables promovidos por la producción de alimentos
altamente procesados contribuyen a la obesidad, la diabetes tipo 2 y enfermedades
cardiovasculares. Estas enfermedades crónicas no solo representan una carga
económica para los sistemas de salud, sino que también disminuyen la calidad de
vida de las personas y la productividad laboral. La operación mayor de
Marketing es llamarla “Seguridad Alimentaria” Cuando la alimentación derivada
del sistema Agroindustrial es una de las mayores productoras de enfermedades y
las leyes solo tratan de legislar la utilización del modelo productivo químico
agroindustrial.
Para abordar los costos reales
y ocultos del modelo agrícola actual, debemos adoptar un enfoque integral que
reconozca la interconexión entre la salud humana, la sostenibilidad ambiental y
la equidad social. Promover sistemas alimentarios sostenibles, que valoren y
protejan los recursos naturales.
El modelo agrícola actual,
presenta una serie de deficiencias fundamentales que amenazan su sostenibilidad
a largo plazo. Estas fallas deben ser abordadas de manera urgente para
garantizar la seguridad alimentaria, la equidad social y la salud ambiental.
1.
Dependencia de Insumos Externos: El modelo
agrícola actual se basa en una dependencia excesiva de agroquímicos,
fertilizantes y semillas modificadas genéticamente. Esta dependencia conlleva
riesgos ambientales, como la contaminación del suelo y el agua, y económicos,
ya que los costos de estos insumos pueden ser una carga financiera para los
agricultores. Además, la dependencia de semillas transgénicas plantea
preocupaciones sobre la pérdida de diversidad genética y el control corporativo
sobre el suministro de semillas.
2. Monocultivos
y Pérdida de Biodiversidad: La proliferación de monocultivos a gran escala
está causando una pérdida alarmante de biodiversidad. Esta pérdida no solo
afecta la estabilidad de los ecosistemas, sino que también reduce la
resiliencia de los sistemas agrícolas frente a plagas, enfermedades y eventos
climáticos extremos. Además, la degradación del suelo asociada con los
monocultivos disminuye la productividad agrícola a largo plazo y aumenta la
dependencia de fertilizantes y agroquímicos.
3. Concentración
de Tierras y Recursos: La tendencia hacia la concentración de tierras en
manos de grandes empresas agroindustriales está desplazando a millones de
pequeños agricultores y marginando a las comunidades locales. Esto no solo
contribuye a la pérdida de diversidad agrícola y conocimientos tradicionales,
sino que también aumenta la dependencia de los agricultores de los sistemas de
producción industrializados. Además, la sobreexplotación de los recursos
naturales por parte de grandes explotaciones agrícolas está comprometiendo la
capacidad de los ecosistemas para proporcionar servicios vitales y exacerbando
las disparidades socioeconómicas entre las comunidades rurales.
El modelo agrícola actual
enfrenta una serie de desafíos significativos, pero quizás el más apremiante de
todos es su falta de adaptación al cambio climático. Este fenómeno global está
alterando los patrones climáticos tradicionales, desencadenando eventos
extremos como sequías, inundaciones, olas de calor y tormentas más intensas y
frecuentes. Estos cambios climáticos representan una amenaza directa para la
seguridad alimentaria y la sostenibilidad de la agricultura en todo el mundo.
La falta de adaptación al
cambio climático se manifiesta de varias maneras en el modelo agrícola actual:
Vulnerabilidad
de los Cultivos
Las variaciones en las
temperaturas y los patrones de lluvia afectan la productividad y la calidad de
los cultivos. Las sequías prolongadas pueden reducir drásticamente los
rendimientos agrícolas, mientras que las inundaciones pueden destruir cosechas
enteras. Además, el aumento de las temperaturas puede alterar los ciclos de
crecimiento de las plantas y aumentar la incidencia de plagas y enfermedades.
Disminución
de la Disponibilidad de Agua
El cambio climático está
exacerbando la escasez de agua en muchas regiones agrícolas, afectando la
disponibilidad de agua para riego y consumo humano. La disminución de los
recursos hídricos limita la capacidad de los agricultores para mantener sus
cultivos y puede llevar a conflictos por el agua entre diferentes usuarios,
incluidos agricultores, comunidades locales y ecosistemas naturales.
Incremento
de la Incertidumbre
La variabilidad climática y
los eventos extremos generan una mayor incertidumbre para los agricultores,
dificultando la planificación de las siembras, la gestión de riesgos y la toma
de decisiones relacionadas con la agricultura. Esta incertidumbre puede
aumentar la vulnerabilidad de los agricultores, especialmente aquellos que
dependen de la agricultura de subsistencia y tienen recursos limitados para adaptarse
a los cambios climáticos.
Pérdida
de Biodiversidad y Degradación del Suelo
El cambio climático también
está contribuyendo a la pérdida de biodiversidad y la degradación del suelo, lo
que afecta la capacidad de los ecosistemas para proporcionar servicios vitales
para la agricultura, como la polinización, la fertilidad del suelo y la
regulación del clima local. La pérdida de biodiversidad agrava la
vulnerabilidad de los sistemas agrícolas y reduce su resiliencia frente a los
impactos climáticos adversos.
Es fundamental que el
modelo agrícola actual se adapte de manera efectiva al cambio climático. Esto
requiere la implementación de prácticas agrícolas sostenibles que mejoren la
resiliencia de los sistemas agrícolas, la conservación y restauración de ecosistemas
naturales, y la promoción de políticas que fomenten la mitigación y la
adaptación al cambio climático en el sector agrícola.
El
Peligro de la Dependencia Global en el Sistema Alimentario
Además de los desafíos
ambientales y económicos mencionados anteriormente, es crucial abordar el
peligro inherente a la dependencia global en el sistema alimentario moderno.
Este modelo se caracteriza por la producción y distribución de alimentos a
larga distancia, a menudo desde regiones distantes hasta los centros urbanos
densamente poblados. Aunque este enfoque puede parecer eficiente en términos
económicos a corto plazo, plantea una serie de riesgos y vulnerabilidades
significativas a largo plazo.
Vulnerabilidad
ante Perturbaciones Globales
La dependencia de la
importación de alimentos de otras regiones o países aumenta la vulnerabilidad
de una nación ante perturbaciones globales, como crisis políticas, conflictos
armados, desastres naturales y problemas logísticos. Cualquier interrupción en
la cadena de suministro, ya sea debido a problemas climáticos extremos,
interrupciones en el transporte marítimo o bloqueos comerciales, puede tener un
impacto inmediato en la disponibilidad y accesibilidad de alimentos para la
población.
Riesgo
Climático y Energético
El transporte de alimentos
a larga distancia implica un alto consumo de energía, principalmente en forma
de combustibles fósiles. Este modelo es altamente dependiente de una
infraestructura de transporte global, que a su vez depende de combustibles no
renovables. La vulnerabilidad de esta cadena de suministro se ve exacerbada por
el cambio climático, que puede causar eventos extremos como tormentas,
inundaciones o sequías que interrumpen los flujos de alimentos y aumentan los
costos de transporte.
Impacto
Ambiental
El transporte de alimentos
a larga distancia contribuye significativamente a las emisiones de gases de
efecto invernadero y al cambio climático. Los viajes de larga distancia en
camiones, barcos y aviones generan grandes cantidades de CO2 y otros contaminantes
atmosféricos, lo que agrava aún más los problemas ambientales asociados con el
modelo agrícola actual. Además, la producción intensiva de alimentos en grandes
monocultivos para la exportación a menudo implica el uso excesivo de
agroquímicos y la degradación del suelo, lo que amplifica los impactos
negativos en los ecosistemas locales.
Pérdida
de Resiliencia Local
La dependencia de alimentos
importados puede socavar la capacidad de una región para desarrollar sistemas
alimentarios resilientes y sostenibles a nivel local. Al centrarse en la
importación de alimentos, las comunidades pueden descuidar la producción local
y la diversificación de cultivos, lo que las deja vulnerables a la escasez de
alimentos y a la inestabilidad en el suministro en caso de crisis.
Ante estos riesgos y
desafíos, es imperativo promover la soberanía alimentaria y la producción local
como pilares fundamentales de un sistema alimentario más sostenible y
resiliente. Esto implica fomentar la diversificación de cultivos, apoyar a los
agricultores locales, promover los mercados agrícolas locales y regionales, y
reducir la dependencia de la importación de alimentos. Solo mediante la
creación de sistemas alimentarios más descentralizados y adaptados a las
condiciones locales podemos garantizar la seguridad alimentaria y el bienestar
de las comunidades en un mundo cada vez más interconectado y cambiante.
Causas de
la insostenibilidad del modelo Agroindustrial
El modelo agrícola actual
enfrenta una serie de desafíos significativos que contribuyen a su
insostenibilidad y a la contaminación ambiental. Entre las principales causas
se encuentran:
1.
Uso Excesivo de Agroquímicos: El empleo masivo de
pesticidas y fertilizantes en la agricultura moderna es una fuente importante
de contaminación ambiental y degradación del suelo. La cantidad de pesticidas
utilizados a nivel mundial ha aumentado de manera alarmante, con consecuencias
devastadoras para la salud humana y los ecosistemas. Además de los impactos
negativos en la salud humana, estos productos químicos pueden contaminar las
fuentes de agua subterránea y superficial, afectando la biodiversidad y la
calidad del agua.
2. Deforestación
y Pérdida de Hábitat: La expansión de monocultivos y la conversión de
tierras forestales para la agricultura han contribuido significativamente a la
deforestación y pérdida de hábitat en todo el mundo. Esta pérdida de bosques no
solo contribuye al cambio climático al liberar grandes cantidades de carbono
almacenado, sino que también reduce la biodiversidad y la capacidad del suelo
para sostener la vida vegetal y animal.
3. Cambio
Climático: La agricultura industrializada es uno de los principales
impulsores del cambio climático debido a la deforestación, el uso de
combustibles fósiles y la gestión inadecuada del suelo. Estos factores
contribuyen a la liberación de gases de efecto invernadero, exacerbando el
calentamiento global y sus impactos asociados, como eventos climáticos extremos
y cambios en los patrones de precipitación.
4. Monocultivos
y Pérdida de Biodiversidad: La expansión de monocultivos a gran escala
conlleva la pérdida de biodiversidad y la simplificación de los paisajes
agrícolas. Esto aumenta la exposición de los cultivos a plagas y enfermedades,
lo que a su vez aumenta la dependencia de pesticidas y agroquímicos. La pérdida
de biodiversidad agrava la inestabilidad de los sistemas alimentarios y reduce
su capacidad para adaptarse a condiciones cambiantes.
5. Dependencia
de Insumos Externos: La agricultura moderna depende en gran medida de
insumos externos como semillas transgénicas, fertilizantes y pesticidas. Esta
dependencia aumenta la vulnerabilidad de los agricultores a las fluctuaciones
del mercado y contribuye a la degradación ambiental debido al uso
indiscriminado de productos químicos y la pérdida de diversidad genética.
El modelo agrícola actual
enfrenta una serie de desafíos críticos que ponen en duda su viabilidad a largo
plazo. Las causas de contaminación y degradación ambiental, junto con los
costos ocultos asociados con su mantenimiento, nos indican claramente que este
modelo es insostenible en su forma actual. Es importante reconocer que su
supervivencia se debe en gran medida a los altos niveles de subsidios que
recibe, lo que distorsiona su verdadero impacto económico y ambiental.
Los costos ocultos, como la
contaminación del agua y del suelo, la pérdida de biodiversidad, los impactos
en la salud humana y la contribución al cambio climático, son externalidades
que no están reflejadas en el precio final de los productos agrícolas. Estos
costos, en última instancia, recaen en la sociedad en general y en las
generaciones futuras, lo que hace que el modelo actual sea económicamente
inviable y moralmente cuestionable.
Es evidente que se necesita
una transformación urgente hacia un modelo agroalimentario más sostenible,
localizado y prioritario. Esta reconversión debe abordar no solo la eficiencia
económica, sino también la equidad social y la salud ambiental. Es esencial
priorizar la producción local y regional de alimentos, fomentando sistemas
agrícolas que sean resilientes, diversificados y respetuosos con el medio
ambiente.
En la actualidad, con la
crisis energética y climática que ya está aquí, la necesidad de estructurar
nuevos modelos alimentarios es más urgente que nunca. La dependencia de
combustibles fósiles en la agricultura industrial y la vulnerabilidad de los
sistemas alimentarios ante los impactos del cambio climático son motivos
suficientes para actuar con determinación y visión de futuro.
La transición hacia un
modelo agroalimentario más sostenible no es solo una opción, sino una necesidad
imperativa. Debemos aprovechar esta oportunidad para replantear nuestro enfoque
hacia la producción de alimentos, priorizando la resiliencia, la biodiversidad
y la justicia alimentaria. Solo de esta manera podremos garantizar la seguridad
alimentaria y el bienestar de las generaciones presentes y futuras en un mundo
cada vez más desafiante y cambiante.
Reconsiderando
el Subsistema Alimentario: Integración y Sostenibilidad
Es imperativo replantear
nuestra percepción del subsistema alimentario como una entidad independiente
dentro de un sistema mayor. Desde la óptica neoliberal, hemos tendido a
segmentar y tratar cada subsistema, ya sea agrícola, financiero o industrial,
como entidades aisladas con sus propias reglas y dinámicas. Sin embargo, esta
visión fragmentada ha llevado a una desconexión con la realidad de que todos
estos subsistemas están intrínsecamente entrelazados, y que, en última
instancia, el supersistema financiero suele dominar y dictar las reglas del
juego.
La base fundamental de la
insostenibilidad en el sistema agroindustrial radica en su enfoque hacia un
proceso industrial desvinculado de la realidad de que la agricultura es parte
de un sistema vivo y autorregulado que se sostiene con los insumos que genera
la biosfera. Cuando introducimos insumos externos para maximizar las
producciones, desequilibramos este sistema natural, y en lugar de aumentar su
productividad, lo que logramos es su desestabilización y pérdida de
funcionalidad.
Este paradigma centrado en
la maximización del rendimiento y la rentabilidad a corto plazo ha llevado a la
sobreexplotación de recursos naturales, la pérdida de biodiversidad y la
degradación del suelo, entre otros problemas ambientales y sociales. Además, ha
contribuido a una creciente dependencia de insumos externos, como fertilizantes
químicos y pesticidas, que no solo tienen un impacto negativo en el medio
ambiente, sino que también generan costos sociales y de salud significativos.
Para lograr la
sostenibilidad en el sistema alimentario, es fundamental adoptar un enfoque
holístico e integrado que reconozca la interdependencia de todos los subsistemas
y que busque restaurar el equilibrio perdido. Esto implica:
1.
Reconectar con la Naturaleza: Volverse a conectar
con los principios de la agroecología y la permacultura, que valoran y trabajan
con los procesos naturales en lugar de tratar de controlarlos o manipularlos.
Esto implica prácticas agrícolas que promuevan la diversidad de cultivos, la
rotación de cultivos, el manejo integrado de plagas y la conservación del
suelo.
2. Promover
la Soberanía Alimentaria: Apoyar sistemas alimentarios locales y regionales
que fomenten la autonomía y la diversidad cultural. Esto incluye el apoyo a los
agricultores familiares, el desarrollo de mercados locales y la promoción de la
producción y el consumo de alimentos locales y de temporada.
3. Reconsiderar
el Rol del Sector Financiero: Redefinir el papel del sector financiero
para que apoye la transición hacia sistemas alimentarios sostenibles en lugar
de perpetuar prácticas insostenibles. Esto implica el desarrollo de
instrumentos financieros que recompensen las prácticas agrícolas sostenibles y
promuevan la inversión en agricultura regenerativa.
Al adoptar este enfoque
integrado y sistémico, podemos trabajar hacia un sistema alimentario más
resiliente, equitativo y sostenible que satisfaga las necesidades del presente
sin comprometer las de las futuras generaciones.
Imagen de
portada: Los mercados, una tradición más que viva – Detalles de la licencia – Autor: Diego
Delso – Derechos de autor: CC-BY-SA 3.0
Jesús
María Veci de la Fuente para Kaosenlared
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