miércoles, 31 de marzo de 2021

LA POLITIZACIÓN DE LA PANDEMIA POR PARTE DE LAS DERECHAS EN ESPAÑA (¿Qué algoritmo utilizará Facebook para no permitir que desde este Blog, El Ojo Atípico, no se pueda compartir ningún artículo, ni siquiera a mi propia cuenta de facebook? ¿Tal flojedad intelectual tiene el sistema que cualquier idea lo puede hacer tambalear?)

 

LA POLITIZACIÓN DE LA PANDEMIA POR PARTE DE LAS DERECHAS EN ESPAÑA

 


Viçen Navarro

Artículo publicado en el diario Público

 3 de agosto de 2020

A principios de mayo recibí una invitación de la presidencia de la comisión para la Reconstrucción Social y Económica de las Cortes españolas para expresar mi opinión, como experto en políticas públicas y sociales, sobre cómo salir de la enorme crisis económica y social que existe en España como resultado de la expansión de la pandemia. Dicha invitación me llegó estando yo en Baltimore, EEUU, donde suelo dar un curso cada año en la Johns Hopkins University durante la primavera. Pero nunca pensé que una pandemia se propagaría rápidamente en España y pronto también en EEUU. Los vuelos transatlánticos se paralizaron y se impusieron cuarentenas a ambos lados del Atlántico Norte para los viajeros. Ante esta inesperada coyuntura, solicité que se me permitiera hacer la presentación por videoconferencia o, en caso contrario, que pudiera enviar mi testimonio por escrito y/o por vídeo, lo cual se me permitió (adjunto mi presentación oral y la presentación escrita de mi discurso). No se me permitió, sin embargo, que pudiera estar presente vía online y pudiera responder a las preguntas u observaciones de los diputados que asistían a mi presentación. Esto último me extrañó, pues durante mi larga carrera profesional he hecho -como experto- muchas presentaciones por videoconferencia en muchos parlamentos de muchos países, las cuales incluían la posibilidad de intercambiar opiniones o expandir mi presentación con los parlamentarios. Lamento que el parlamento español tuviera esta limitación al no poder estar presente físicamente en la sala.

El vídeo funcionó bien, y se pudo entender bien. Pero lo que siguió fue una experiencia nueva y excepcional, inesperada para mí, y que nunca antes había experimentado. Me sorprendió por la agresividad y hostilidad hacia mi presentación, manifestada por el diputado José María Figaredo Álvarez-Sala, del grupo parlamentario de Vox, que afirmó 116 que mi presentación era “absolutamente surrealista”, “una absoluta falacia”, promoviendo “tesis comunistas”, con una “tesis absolutamente falsa”, entre una larga retahíla de insultos. Y por si esas descalificaciones no bastaran, la normativa de la cámara no permitía que yo pudiera contestarlas. Es más, tal diputado incluso intentó que mi presentación no constara en el acta de la comisión. ¡Fue toda una experiencia! He asesorado a muchísimos gobiernos y parlamentos a lo largo de mi vida profesional, y nunca había visto una respuesta semejante.

Francamente, me dolió, pues, después de todo, se trataba del parlamento de mi país, parlamento que, a pesar de sus limitaciones y deficiencias, debería ser reflejo de un sistema democrático por el cual mi familia y yo luchamos muchísimo, durante la dictadura, para hacerlo posible, sufriendo una dura represión que marcó nuestras vidas. Para mí era un momento emotivamente importante: me encontraba virtualmente en este parlamento (lo cual tenía un especial significado), por el cual tantos españoles habíamos luchado tanto, pero, a la vez, estaba siendo insultado, en el mismo parlamento, por un personaje de un partido de ultraderecha cuya ideología me recordaba a algunos elementos esenciales de la ideología de aquel régimen dictatorial. De todos los insultos hubo uno que no me tomé como tal, pues era y es un honor para mí haber participado, en los años cincuenta y sesenta, en la resistencia antifranquista, liderada por el Partido Comunista. E insultó además a mi familia, cuyos miembros aglutinaban muchas sensibilidades de izquierdas, incluyendo comunistas, personas que se distinguieron por su sacrificio en defensa de la democracia y por el establecimiento de un parlamento en el que un personaje como tal individuo pudiera incluso insultarnos.

Respuesta a las supuestas falsedades

Paso ahora a rebatir sus argumentos. Y es una lástima que utilizara ese tono agresivo, pues podría haberse establecido un debate (cosa que no me fue permitida) para proveer información que hubiera permitido profundizar en el tema. En mi presentación indiqué que muchos de los datos que presenté procedían de un estudio realizado por el JHU-UPF Public Policy Center, patrocinado por la Universitat Pompeu Fabra y la Johns Hopkins University, que analizaba la respuesta gubernamental a la pandemia por parte de los117 países a los dos lados del Atlántico Norte. Y en tal estudio vimos que los Estados que han podido responder mejor a la problemática sanitaria creada por la pandemia han sido aquellos que tienen un mayor desarrollo de su Estado del Bienestar, y muy en particular de sus servicios sanitarios y sociales, un desarrollo medido, entre otros indicadores, por el nivel de gasto y de gestión pública. De ahí que los países escandinavos hayan tenido una mortalidad por coronavirus menor que la de los países que, como España e Italia, tienen unos Estados del Bienestar poco financiados, caracterizados por una presencia muy amplia de los servicios privados en detrimento de los públicos. Puesto que las políticas de austeridad de gasto público, aplicadas mediante los recortes, fueron llevadas a cabo primordialmente por los gobiernos de partidos derechas, ahora representantes de tales espacios políticos han puesto el grito en el cielo, intentando mostrar que el bajo gasto público no ha sido la causa de la enorme mortalidad, pues, como indicó el diputado de Vox, otros países como Taiwán y Corea del Sur tienen un gasto público incluso menor y, aun así, han tenido una menor mortalidad por coronavirus.

Pero el hecho de que algunos países asiáticos hayan tenido éxito a pesar de tener un gasto público menor, no implica que en España e Italia la escasez de recursos no haya sido una causa muy importante de su incapacidad para responder frente a la pandemia. En estos y otros países asiáticos hay otros factores existentes como, por ejemplo, la experiencia adquirida por su frecuente exposición a las epidemias o el uso generalizado de medidas protectoras como las mascarillas contra enfermedades víricas como la gripe, que han mitigado el daño causado por la escasez de recursos en la sanidad pública. De ahí que en nuestro estudio nos centráramos en países de semejante nivel de desarrollo y de una cultura parecida, como los son los de Europa Occidental y América del Norte. Es importante que en estudios internacionales de esta naturaleza nos centremos en las características de cada país para entender la evolución de la pandemia. Y es ahí donde encontramos evidencia de que el desbordamiento e incapacidad mostrados por el sistema sanitario español frente a la pandemia estuvo relacionado con el hecho de que los recursos que tenía tal sistema no eran suficientes, siendo ello una de las mayores causas de la elevada mortalidad debida al coronavirus. Varios indicadores señalan la veracidad de esta hipótesis. Uno es el elevadísimo porcentaje de personal sanitario infectado (debido, en gran parte, a la falta de materia protector), de los más altos en los países a ambos lados del Atlántico Norte, situación que ocurrió también en los servicios de atención a las 118 personas con dependencia, como las residencias de ancianos, donde el personal careció de tales materiales protectores (añadiéndose, en este último caso, unas condiciones laborales precarias). Tal déficit de recursos y de personal, así como de material como ventiladores, forzó a adoptar “protocolos de triaje salvajes” que claramente discriminaron a las personas mayores, siendo su elevada mortalidad (sobre todo, en las residencias privadas de ancianos) una consecuencia de tal escasez.

Todos estos datos son ignorados por los responsables de los “recortes del gasto público”, que se realizaron para reducir el déficit público (e indirectamente para facilitar el aumento de los servicios privados), centrándose, en cambio, en criticar las políticas desarrolladas por el nuevo gobierno de coalición (PSOE-UP), denunciándolos (con una enorme hostilidad característica de las derechas extremas y de las extremas derechas) como responsables de tan elevada mortalidad, como consecuencia de un retraso en tomar medidas más contundentes. Este argumento ignora que otros países europeos respondieron más tarde que España y, en cambio, al disponer de más recursos, pudieron atajar mejor la pandemia.

Las fuerzas conservadoras responsables de los recortes y de la excesiva privatización de los servicios públicos son ahora responsables de obstaculizar la respuesta a la pandemia

 Otro ejemplo de mi supuesta falta de credibilidad fue que el diputado de Vox negó que España fuera uno de los países con más gasto sanitario privado. Miren los datos de la OCDE y verán que así es si nos comparamos con los países de tal comunidad de naciones. España es, junto con Portugal, el que tiene un gasto privado mayor (España 1.015 dólares per cápita, y Portugal 1.191 dólares per cápita). Estados Unidos, al otro lado del Atlántico, tiene un gasto privado mayor (1.628 dólares per cápita), pero en la mayoría de los países de la UE-15 dicho gasto es menor al español: Reino Unido (953 dólares per cápita), Grecia (931 dólares per cápita) o Francia (843 dólares per cápita) son ejemplos de lo que digo. Estos datos son calculados, como debe hacerse en todos los estudios de políticas públicas comparadas, con dólares estandarizados, es decir, que su valor ha sido adaptado al nivel de vida de cada país para homologar el valor de su capacidad adquisitiva.

Pero en los estudios que hemos realizado, otro factor que en el caso de Italia y España (y también hoy de EEUU) ha contribuido a la elevada mortalidad es la gran descentralización de sus servicios nacionales de salud, que ha hecho difícil una respuesta a nivel de todo el país. Prueba de ello es que cuando las comunidades autónomas en España han recobrado su capacidad de gestión, la mortalidad elevada ha reaparecido. España tiene diecisiete servicios de salud (tantos como comunidades autónomas), todos ellos subfinanciados y con una gran variedad de capacidades y competencias. Y en el caso de EEUU, la falta de liderazgo de la administración Trump ha sido otra de las principales causas de su elevadísima mortalidad. El factor político juega, pues, en todos estos países, un papel clave. La politización de la pandemia, evitando que el gobierno central deba o pueda liderar la respuesta a ella en una situación tan excepcional, tal y como ha ocurrido en EEUU (donde el presidente Trump no ha liderado una respuesta federal a la pandemia) y en España (donde las derechas no han querido -por fines partidistas- que se diera una respuesta centralizada), ha dificultado la resolución del problema. La agresividad de las derechas en España frente a esta respuesta generalizada acorde con las evidencias científicas es un indicador de ello.

En una situación en la que la pandemia ha adquirido una dimensión tan globalizada es un gran error creerse que pueda resolverse solo a nivel autonómico o municipal. Ni que decir tiene que los gobiernos autonómicos y municipales deben tener un gran protagonismo en las decisiones y la gestión de las medidas necesarias para responder a la pandemia. Pero en las áreas de salud pública, sanidad y servicios sociales, es fundamental que, en países de gran movilidad interna e internacional, se desarrollen políticas para todo el territorio, con la autoridad para implementarlas fruto de un consenso entre las fuerzas políticas, guiadas en este caso por el asesoramiento científico. La falta de colaboración de las derechas en España está afectando negativamente a la resolución de un gravísimo problema sanitario, salubrista y social. Su hostilidad, claramente expuesta por el personaje de Vox frente a mi presentación, es un indicador más de ello.

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martes, 30 de marzo de 2021

ANTE LAS ÚLTIMAS MANIOBRAS POLÍTICAS (Partido de los Trabajadores de España)

 

ANTE LAS ÚLTIMAS MANIOBRAS POLÍTICAS  


Partido de los Trabajadores de España (pte-ort)

El Partido de los Trabajadores de España (PTE), ante los últimos movimientos estratégicos de los partidos políticos parlamentarios, quiere manifestar lo siguiente:

1º.Que el PTE, considera que las maniobras del PSOE en la presentación junto a Cs de las mociones de censura en Murcia, Castilla y León y Madrid, suponen la confirmación del “ninguneo” que viene manteniendo hacia Pablo Iglesias en los últimos meses y que concluyen con esta estrategia, para alejar a Unidas Podemos de los pactos de Gobierno y dejar clara su condición de partido socialdemócrata, al que le viene mejor aliarse con partidos liberales y de derecha que con partidos más en la esfera de izquierdas (como podríamos considerar a Podemos y a Izquierda Unida). Por tanto, las declaraciones del PSOE de que “estas maniobras de censuras” se tratan de acciones políticas para “desplazar” al PP del poder en esas comunidades, las consideramos falsas.

Su inicio de pactos con Cs, a espaldas de sus socios de investidura que el PSOE sabe no aceptarían, bien pudiese abarca también la pretensión de acercarse indirectamente al PP, por lo que no descartamos que, se esté fraguando una sustitución del pacto de investidura (PSOE, PODE[1]MOS ERC, BNG, PNV, Compromís, Teruel Existe Y Nueva Canarias), por una mayoría parlamentaria distinta: PSOE Cs y PP, con el apoyo de otras fuerzas conservadoras del parlamento.

No obstante, mientras que esta nueva estrategia del PSOE toma cuerpo, no hemos dudado que el PSOE haya seguido “haciendo el juego” a Unidas Podemos y haya aceptado a Yolanda Diaz, actual ministra de Trabajo como su nueva vicepresidenta, aunque la haya relegado a “tercera” y la incorporación de Ione Belarra, actual secretaria de Estado de Agenda 2030, como ministra de Derechos Sociales, el futuro dirá por cuánto tiempo.

2º. Que el PTE considera que la decisión de Pablo Iglesias de presentarse a las elecciones Autonómica de Madrid, consensuada con IU, el resto de ministros y los parlamentarios de UP, tiene dos objetivos:

Primero, la creación de un “Gobierno de Coalición” entre PSOE y Unidas Podemos en la Comunidad de Madrid, para lo cual pactará con el PSOE que éstos (PSOE) vayan a captar votos de Cs y del PP, mientras que UP se centrará en captar votos de la izquierda indecisa y abstencionista, tras fracasar su intento de coalición con Mas Madrid.

Y Segundo, que Unidas Podemos supere la barrera del 5%, ahora en peligro y que según la coalición solo es posible con la presencia de un “peso pesado” en las listas, como es el caso de Pablo Iglesias, aunque se nos antoja poco creíble, que un vicepresidente del gobierno, abandone su cargo, para presentarse a unas elecciones que bien le pueden suponer su “harakiri” político y que difícilmente las puede ganar, ¿habrá otros intereses ocultos que desconocemos?

El PTE no puede alegrarse por este posible pacto para un “Gobierno de Coalición” madrileño, porque, aunque pueda suponer parar a la derecha (PP y Cs), pues no creemos que lo haga con la extrema derecha (VOX) pues con toda probabilidad, será quien salga beneficiada de estas nuevas elecciones, por la división actual de la derecha (PP Y Cs), y de la izquierda (PSOE, UP y Mas Madrid.)

Y aunque estas nuevas elecciones supongan avanzar en ciertas mejoras sociales, nos tememos que se quedarán cortas, pues no es lo que real[1]mente necesitan las clases populares de Madrid, ya que no dudamos que muchas de las medidas que se necesiten, serán frenadas por el PSOE, como sucede en el Gobierno del Estado.

Y aunque estas nuevas elecciones supongan avanzar en ciertas mejoras sociales, nos tememos que se quedarán cortas, pues no es lo que real[1]mente necesitan las clases populares de Madrid, ya que no dudamos que muchas de las medidas que se necesiten, serán frenadas por el PSOE, como sucede en el Gobierno del Estado.

El PTE piensa que, en este justo momento, la estrategia de Pablo Iglesias es un error político y estratégico, ya que puede pasar una gran factura política y de imagen, no solo a Unidas Podemos, si no una pérdida de imagen al conjunto de izquierda, pues supone, por un lado, “jugase a una carta” su credibilidad e historia política y por otro lado, debilitar la “fuerza ideológica” de la Izquierda, ideología y principios que la de[1]recha (PP) atacara y se encargará de desprestigiar vinculando a toda la izquierda (incluida la marxista), como una “dictadura”, con su eslogan de campaña: “COMUNISMO o LIBERTAD”.

Por otro lado, en todo esto, Isabel Ayuso sale reforzada, porque la justicia le ha dado la razón al aceptar sus elecciones y porque “ni más ni menos” que va a enfrentará al vicepresidente del gobierno, al que ya proclama “ha sacado del gobierno”.

3º. Que la propuesta de Yo[1]landa Días como Vice Presidenta, inclusive candidata a la presidencia por Unidas Podemos en las próximas elecciones generales, confirma implícitamente reconoce el mal momento y retroceso de Podemos a nivel general y la necesidad cambios en los liderazgos de la coalición, no descartando tampoco que puedan haber deseos o necesidades personales de Pablo Iglesias, de querer alejarse de la primera línea política por su desgaste personal, familiar y político, y poder centrarse principal[1]mente en el liderazgo de Podemos (en el partido), y en la Comunidad de Madrid como diputado o presi[1]dente (en el mejor de los casos), con las repercusiones negativas, de no conseguirlo, que esto pueda suponer para el futuro de la coalición.

4º. Que, por último y llegado a este punto y sin el “más remedio” de ir a unas nuevas elecciones, consideramos que Unidas Podemos debería cambiar la estrategia y hacer el máximo esfuerzo en aunar y llamar a unirse a todas las organizaciones progresistas posibles, no solo a IU y Mas Madrid, si no, incluir a Partidos Políticos Comunistas, Sindicatos, Organizaciones Republicanas, Colectivos Sociales y Mareas, para la creación de una verdadera “Coalición Popular” y un verdadero “Programa Progresista” (marxista), como referente para un futuro “Programa Estatal Republicano y Socialista” (marxista), que aglutine al mayor número de eslabones de la cadena que sea el azote contra el sistema. Un programa de ruptura que se oponga a la oligarquía y al sistema capitalista, sin complejos y con el poder del pueblo… Pero esto, nos tememos, es mucho pedir.

Madrid 17 marzo 2021 Partido de los Trabajadores de España (PTE) info@partidodelostrabajadores.es www.partidodelostrabajadores.es

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lunes, 29 de marzo de 2021

ABRIR LAS ESCUELAS ES MÁS URGENTE Y NECESARIO PARA LA RECUPERACIÓN ECONÓMICA QUE LOS AVIONES O LOS TRENES DE ALTA VELOCIDAD (¿Qué algoritmo utilizará Facebook para no permitir que desde este Blog, El Ojo Atípico, no se pueda compartir ningún artículo, ni siquiera a mi propia cuenta de facebook? ¿Tal flojedad intelectual tiene el sistema que cualquier idea lo puede hacer tambalear?)

 

ABRIR LAS ESCUELAS ES MÁS URGENTE Y NECESARIO PARA LA RECUPERACIÓN ECONÓMICA QUE LOS AVIONES O LOS TRENES DE ALTA VELOCIDAD


Viçen Navarro

Artículo publicado en el diario Público

 16 de julio de 2020

Como he indicado en artículos anteriores, existe casi un consenso entre los gobernantes de los países a los dos lados del Atlántico Norte (América del Norte y Europa Occidental) de que hay que aumentar el gasto público en cantidades nunca vistas antes para, por ejemplo, ayudar a empresas privadas que se consideran clave con el objetivo de asegurar la movilidad de bienes y servicios necesarios para la recuperación económica. De ahí que se estén proveyendo gran cantidad de fondos públicos a las aerolíneas y a las empresas de comunicación digital, consideradas clave para tal recuperación económica. Ahora bien, hay algunas áreas que apenas han tenido visibilidad en los mayores medios de información y que, sin embargo, son mucho más importantes para agilizar tal recuperación que aquellas empresas. Me estoy refiriendo a los servicios de atención y educación a las criaturas, niños y niñas, y adolescentes, cuyos déficits de recursos y de financiación están retrasando tal recuperación. Estamos viendo ya cómo el cierre de las escuelas durante los meses de confinamiento ha tenido un impacto paralizante sobre la economía española, al mantener a los padres y madres -la mayoría, trabajadores y trabajadoras- en su casa, atendiéndoles.

Qué pasa cuando las escuelas se cierran en un país Durante varios meses, grandes sectores de la población han estado confinados en casa y, por lo tanto, la educación de criaturas, niños y niñas y jóvenes ha sido a distancia, es decir, por medios digitales. Pero esta situación ha tenido consecuencias enormemente negativas que explican la resistencia de la ciudadanía a continuar tales confinamientos. 111 Entre ellas está el gran retraso escolar que ha causado la interrupción de la docencia presencial. El cambio obligado en el modelo de educación debido a la pandemia, de presencial a virtual, ha implicado, para grandes sectores del alumnado, un impacto negativo muy significativo para su desempeño escolar. En EEUU se ha cuantificado este retraso y supone, aproximadamente, el equivalente al contenido de todo un curso académico. Esta situación ha dañado primordialmente a aquellas criaturas, niños y niñas y adolescentes de familias con pocos recursos, que no disponen de ordenadores y/o conexiones estables y/o seguras a internet, a lo que se añade la tendencia a una menor capacidad de los padres y madres de esas familias para ayudarles en sus estudios, ya sea debido a un menor nivel adquirido de estudios o a una falta de tiempo causada por las largas jornadas de trabajo a las que están sometidos. Todo ello acentúa las enormes desigualdades de oportunidades que existen en España (acrecentadas por la dicotomía escuela pública versus privada-concertada que caracteriza el sistema escolar español), dañando así especialmente a las clases populares con menos recursos. Esta situación de desventaja educativa marca a esos estudiantes para el resto de sus vidas, violando el principio democrático de que todo ciudadano debería tener las mismas oportunidades para avanzar en nuestra sociedad.

Otras dimensiones del sistema escolar que han desaparecido con el cierre de las escuelas Pero el daño no es solo educacional. El sistema educativo también incluye toda una gama de servicios, desde la alimentación a los servicios sanitarios (en muchos países, el proceso vacunal se realiza a través del sistema educativo), que quedan muy limitados en el contexto de la educación virtual, al diluirse la relación interpersonal intrínseca a la docencia presencial. La ausencia o limitación de estos servicios crea problemas gravísimos para las familias. Y en España, decir “familias” equivale a decir “mujeres”. De ahí que la ausencia de estos servicios (desde la función de guardería a la alimentaria, además de la educativa) cree una problemática enorme para las mujeres (ya enormemente sobrecargadas) y para el resto de los miembros de las familias, forzándolos (y muy en especial a las mujeres) a hacer cambios en sus horarios de trabajo, que afectan enormemente a la dinámica de su vida laboral y, por lo tanto, a la vida económica del país. Sin lugar a duda, la retención de la mujer en 112 las tareas familiares es una de las mayores causas de su escasa participación en el mercado de trabajo (62%) y, por lo tanto, del escaso desarrollo del país. Si su presencia en el mercado laboral fuera del 80%, como en Suecia, habría 2,5 millones más de trabajadores en España, creando riqueza, pagando impuestos y cotizando a la Seguridad Social, aumentando el nivel de vida de las familias y la demanda doméstica, que es el motor de la economía.

De ahí la urgencia de que las escuelas se reabran en septiembre

Hay un deseo enorme y comprensible de que se abran las escuelas y volver a la normalidad cuanto antes. Este deseo está generalizado. Pero existe un gran problema. Y es que hay una pandemia. Volver a la normalidad es imposible, si por normalidad se entiende hacer las cosas como se hacían antes de la pandemia. De ahí que, excepto en casos extremos (como ocurre con el gobierno Trump de EEUU, que exige la reapertura completa e inmediata de las escuelas, ignorando la gravedad de la pandemia), en la mayoría de los países del Atlántico Norte se ha generado una profunda reflexión sobre cómo hacer esta apertura de las escuelas, a fin de minimizar los riesgos de la propagación de la pandemia.

Para realizar bien esta reflexión, es importante conocer la naturaleza del riesgo para evitar la indiferencia, por un lado, o la excesiva alarma, por el otro. Y parece ser que el conocimiento epidemiológico más creíble indica que las posibilidades de que las escuelas se conviertan en grandes fuentes de contagio son limitadas. Según la American Academy of Pediatrics, el porcentaje de los casos conocidos de la enfermedad generada por el coronavirus que se dan en niños o niñas está muy por debajo del peso que la población de estas edades tiene en EEUU. Otra nota positiva es que su tasa de hospitalización es de 0,1 por cada 100.000 habitantes, comparada con la de 7,4 por cada 100.000 habitantes en la franja de edad de 50 a 64 años (ver el artículo “We Have to Focus on Opening Schools, Not Bars”, de Jennifer B. Nuzzo y Joshua M. Sharfstein, New York Times, 01.07.2020). Y la tasa de mortalidad es muy, muy baja. En resumen, la evidencia científica parece confirmar que el coronavirus 113 afecta a la infancia y a la niñez, pero en menor intensidad que al resto de la población. Es más, su rol como transmisora del virus es menor que el que tienen propagando la gripe. Es cierto que pueden contagiar, pero menos que en el caso de la gripe.

El profesor Joshua Sharfstein, de la John Hopkins University y miembro del JHU[1]UPF Public Policy Center (experto en el análisis de la expansión de la pandemia y sus consecuencias), tras un estudio exhaustivo de la incidencia y prevalencia de la enfermedad de la COVID-19 entre las criaturas y los niños y niñas, concluyó que el riesgo de propagación y contagio de la pandemia a través de la apertura de las escuelas es muy limitado. Pero (y es un pero importante) existe. Y ahí está el punto a resolver: cómo minimizar este riesgo para los niños y niñas y para otras personas que pudieran ser contagiadas por tales criaturas, lo cual nos lleva a analizar el significado de la “nueva normalidad”, así como la importancia que este riesgo tiene para facilitar u obstaculizar la integración de la mujer en el mundo laboral. Y es ahí donde el Estado (ya sea a nivel central, autonómico o local) debe invertir recursos para minimizar tales riesgos.

Medidas que han mostrado ser eficaces en el establecimiento de una nueva normalidad

 La experiencia internacional muestra claramente las intervenciones requeridas para alcanzar esta “nueva normalidad”, y que han permitido abrir las escuelas en otros países. Austria, Dinamarca, Alemania y Noruega son casos exitosos en la limitación del riesgo de contagio. Y una medida importante ha sido limitar el tamaño de las aulas, adoptando medidas muy activas de prevención y control de las infecciones, tales como la distancia entre estudiantes y docentes, el uso obligatorio de mascarillas (con controles diarios de los síntomas de enfermedad y contagio entre los estudiantes, empleados y docentes) y la implementación de normas de comportamiento higiénico. También han mostrado la importancia de espaciar las aulas, impartiendo docencia en espacios al aire libre y/o habilitar espacios extra mediante módulos de montaje rápido (cuando sea necesario) para mantener la 114 distancia requerida. Y siempre se hace imprescindible la planificación del año académico, para resolver los brotes que pudieran surgir y que puedan exigir medidas complementarias en casos excepcionales, como recurrir a la docencia online. Ni que decir tiene que todo ello implica un gran aumento de recursos, incluyendo de personal, que debe ser objeto de una ayuda extraordinaria por parte del Estado.

Y es esto lo que me devuelve al punto de partida del artículo: las prioridades en las ayudas de gasto público. Un elemento clave de la recuperación económica es corregir los enormes déficits que existen en el Estado del Bienestar español, déficits que, como he mostrado y señalado en otro artículo, están obstaculizando el desarrollo económico y social de España. ¡Repito lo que dije anteriormente! Existen amplios acuerdos entre las fuerzas democráticas de todos los colores que hay que reindustrializar el país para llevar a cabo una reconversión muy notable de su esfera productiva, yendo en la dirección, por ejemplo, de sustituir la dependencia de energías contaminantes por fuentes de energía renovables. Y en los centros progresistas, la expresión New Deal Verde está haciendo fortuna. Pero no hay igual sensibilidad en cuanto al New Deal Social, sin el cual no podrá garantizarse un desarrollo más justo, equitativo y liberalizador del que tenemos en la actualidad, y que nos lleva a un desastre humano, social y económico.

Se ha hablado mucho del impacto del confinamiento en la economía, pero se ha hablado muy poco del impacto que este confinamiento ha generado directamente en las criaturas, niños y niñas y adolescentes, e indirectamente en las familias, de las cuales la mayoría son personas normales y corrientes que adquieren sus ingresos a través de los salarios, y que antepondrán por encima de todo la salud de sus miembros, y muy en particular de los más vulnerables, particularmente sus mayores y sus criaturas, niños y niñas. De ahí que, si esto no se garantiza, la recuperación económica no se dará ni con la rapidez que se requiere ni en la dirección hacia una sociedad más justa que se necesita. Así de claro.

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sábado, 27 de marzo de 2021

DE LO QUE LA RECUPERACIÓN SOCIAL Y ECONÓMICA NO PUEDE OLVIDARSE. (¿Qué algoritmo utilizará Facebook para no permitir que desde este Blog, El Ojo Atípico, no se pueda compartir ningún artículo, ni siquiera a mi propia cuenta de facebook? ¿Tal flojedad intelectual tiene el sistema que cualquier idea lo puede hacer tambalear?)

DE LO QUE LA RECUPERACIÓN SOCIAL Y ECONÓMICA NO PUEDE OLVIDARSE

Viçen Navarro

 Artículo publicado en el diario Público

8 de julio de 2020

Una de las características del Estado español (tanto a nivel central y autonómico como municipal) es la gran escasez de recursos. Tanto el gasto como el empleo público son de los más bajos de la UE-15, el grupo de países de semejante nivel de desarrollo económico al español. Esta pobreza de recursos se hace visible en todas las dimensiones del Estado y, muy en especial, en los servicios del Estado del Bienestar, tales como la sanidad, la educación, los servicios de ayuda a las familias (escuelas de infancia y servicios a la dependencia, incluyendo los servicios domiciliarios y las residencias de ancianos), la vivienda y muchos otros.

Este bajo gasto y empleo públicos son consecuencia del enorme dominio que las fuerzas conservadoras tuvieron sobre el Estado español, instrumentalizándolo a favor de sus intereses económicos y financieros durante más de 40 años de dictadura, requiriendo una enorme represión para garantizar su superviviencia, lo cual explica que incluso hoy - y a pesar de los enormes avances que han habido en España durante la época democrática - todavía tiene uno de los mayores números de policías por cada 100.000 habitantes, y menos adultos que trabajan en su Estado del Bienestar (ver mi libro El subdesarrollo social de España. Causas y consecuencias).

Los cambios que han tenido lugar en el Estado español durante la época democrática

 Esta identificación del Estado con su carácter represivo ha ido reduciéndose (sin desaparecer) durante el periodo democrático y, muy en especial, durante los periodos de gobiernos socialistas en los años ochenta e inicios de los noventa, cuando se desarrollaron 103 varias dimensiones del Estado del Bienestar, siendo la joya de la corona el establecimiento del Sistema Nacional de Salud. Como resultado de ello, se inició un cambio importante de la percepción que la ciudadanía tenía del sector público, el cual ha alcanzado su máximo exponente durante la pandemia, cuando tales servicios públicos (especialmente la sanidad y los servicios sociales) adquirieron un amplio reconocimiento y apoyo popular. La pandemia puso de manifiesto el enorme valor e importancia de la dimensión social del Estado, a la vez que mostró su escasez de recursos.

Pero el cambio de opinión popular sobre la naturaleza del Estado que ha tenido lugar durante el período democrático no ha alcanzado todavía a los establishments económicos y financieros de España, y tampoco a aquellos establishments políticos y mediáticos que están a su servicio. No existe plena consciencia en ellos de que el Estado ha desarrollado una dimensión social de enorme importancia y popularidad, que está ejerciendo un rol fundamental en el desarrollo económico y social del país. En realidad, tampoco hay plena consciencia de que el retraso económico de España, si lo comparamos con el promedio de la UE-15, se debe en gran medida al escaso desarrollo de su sector público. Persiste en tales establishments el pensamiento neoliberal que percibe a los servicios públicos como una carga asfixiante que dificulta el desarrollo de la economía.

Ya han aparecido voces neoliberales de nuevo, con gran resonancia mediática, diciendo que el gasto público tiene que reducirse para evitar el crecimiento del déficit público, el mismo mensaje que llevó al desastre – y no hay otra manera de definirlo - de las políticas de austeridad que hicieron tanto daño a la mayoría de la población española y, muy en particular, a la calidad de vida de las clases populares. Esas políticas se llevaron a cabo en contra de toda la evidencia que existía entonces y que señalaba que causarían el daño que han causado. Es más, todos los países que lideran los rankings de calidad de vida son los países escandinavos, que tienen la mayor tasa de gasto y empleo públicos de la Europa Occidental, a la vez que están entre los más eficientes y competitivos del mundo, tal como ha sido reconocido por el Vaticano del neoliberalismo: el Foro de Davos. Fíjense en Suecia, con un gasto público como porcentaje del PIB del 49,3%, en Dinamarca (49,6%), en Noruega (51,8%) o en Finlandia (53,3%). Recordemos que en España el gasto público es del 41,9% del PIB (Eurostat, 2019).

Continúa el enorme dominio del pensamiento neoliberal en la cultura económica del país

La bien conocida falta de diversidad de los medios de comunicación españoles determina que auténticas frivolidades se presenten como dogmas económicos. El gran dominio del capital financiero en configurar la cultura económica y sus medios explica la permanencia y promoción del neoliberalismo en España. El gran daño causado por su pensamiento e ideología neoliberal era fácilmente predecible, como algunos ya hicimos al inicio de la crisis, cuando presentamos alternativas que habrían podido evitar tanto daño y dolor (ver el libro Hay alternativas. Propuestas para crear empleo y bienestar social en España, escrito por Juan Torres, Alberto Garzón y Vicenç Navarro). Hoy este pensamiento neoliberal está en total descredito. Incluso el Financial Times subraya “la necesidad de revertir las políticas económicas de las últimas cuatro décadas”. En España, sin embargo, todavía se continúa con la misma ideología en establishments políticos y mediáticos que, además de causar tanto daño (y un enorme aumento de las desigualdades) han promovido políticas enormemente ineficientes. El retraso económico de España se debe en gran parte a esa pobreza de su sector público, que es consecuencia y causa al mismo tiempo de su subdesarrollo.

Uno de los mayores problemas de España: la baja tasa de ocupación

 En España, uno de los mayores problemas es el llamado desempleo. Sin embargo, se ha dado poca atención al bajo porcentaje de la población ocupada (la tasa de ocupación), resultado del escaso número de puestos de trabajo (incluso más acentuado en cuanto a “buenos” puestos de trabajo) en la economía española. El porcentaje de la población ocupada entre 20 y 64 años en España es del 68%, frente al 74,2% de promedio en la UE[1]15. Este diferencial es incluso más acentuado entre las mujeres: 61,2% en España versus 69,3% de promedio en la UE-15. Si lo comparamos con Suecia, país gobernado por coaliciones de izquierdas durante la mayor parte del período posterior a la Segunda Guerra Mundial, estos diferenciales son todavía mayores, con una tasa de ocupación del 82,1% y una tasa de ocupación femenina del 80% (Eurostat, 2019). Este déficit, así como 105 el bajo nivel de los salarios, explican que la masa salarial sea baja y de que la demanda doméstica (el principal motor del desarrollo económico) lo sea también. Ello explica también, por cierto, el alto nivel de endeudamiento privado de la población. Estos son precisamente algunos de los puntos flacos de la economía española, los cuales se han acentuado todavía más durante la pandemia, y que más han dañado el bienestar de sus clases populares, que han vivido una etapa dura y difícil durante la Gran Recesión (crisis que sigue sin estar resuelta) y que ahora se agudiza todavía más por la enorme crisis causada por la pandemia.

La enorme urgencia de que el Estado cree ocupación A la luz de estos hechos, es preocupante que no tenga mayor resonancia mediática y política la propuesta de crear empleo público por parte del gobierno actual, propuesta que adquiere incluso mayor influencia en la crisis económica y social actual debida al coronavirus. Lo que se ha hecho hasta ahora ha sido, predominantemente, proveer de ayudas económicas y financieras para facilitar que las empresas retengan a sus trabajadores durante esta crisis económica. No obstante, existen otras dos maneras de crear empleo. Una es la de repartir el trabajo mediante la reducción de la jornada laboral (del tiempo de trabajo de cada empleado), revirtiendo la situación actual donde el trabajador español es el que trabaja, de promedio, más horas en la UE-15. Aunque pocos se han atrevido a proveer una cifra exacta, existe un amplio consenso entre los expertos sobre que la reducción de la jornada laboral, pasando de 40 a 35 horas semanales en cinco días, sería una política que crearía una cantidad considerable de puestos de trabajo, sin mencionar el impacto positivo en términos de conciliación laboral-familiar, un derecho que no es plenamente reconocido ni en la Constitución ni en el ordenamiento jurídico español.

La segunda alternativa sería crear empleo público. Y de esto no se habla tanto como se debería por su urgencia, pues además de crear trabajo y riqueza, generando mayores ingresos para las arcas del Estado, la creación directa de empleo reduciría el enorme déficit de empleo público que ya he señalado al principio del artículo, mejorando así los servicios del Estado del Bienestar y, con ellos, la calidad de vida y bienestar de la 106 población. No hay plena conciencia en los establishments financieros y económicos españoles, totalmente imbuidos por el dogma neoliberal de que la dimensión social del Estado es fundamental para garantizar el bienestar de la población y, a la vez, la eficiencia de su economía. Un ejemplo de esta falta de conciencia o ignorancia son las declaraciones del que fue el director de El País durante muchos años, el Sr. Juan Luis Cebrián, el cual en un artículo (Sobre cómo afrontar la crisis constituyente, El País, 15 de junio de 2020) ampliamente citado por el establishment conservador-liberal que tal rotativo representa, intentó infravalorar la medida propuesta por Unidas Podemos, aprobada por el gobierno de coalición y ratificada por el Congreso -el ingreso mínimo vital- minimizando la importancia de tal intervención, afirmando que era una medida que todos los países habían realizado, hasta el punto en que incluso el presidente Trump la había aplicado en EEUU. Juan Luís Cebrián ignora que la medida aprobada por el presidente Trump consistía en la distribución de cheques de dinero una sola vez y no cada mes, como en España. Sorprende que ningún economista haya denunciado tal ignorancia, agresividad y arrogancia que personajes como el señor Cebrián pontifican desde los fórums a su alcance. Yo lo hice enviando una carta a El País para que corrigieran tal afirmación la cual, como de costumbre, fue ignorada y no se publicó.

La urgente necesidad de establecer el 4º pilar del Estado del Bienestar Entre todas las opciones a nuestro alcance, la que más ocupación crearía es la de desarrollar lo que se llama el 4º pilar del Estado del Bienestar, es decir, los servicios de ayuda a las familias, que incluyen los servicios de atención y educación de la primera infancia (0-3 años) y los servicios de atención a la dependencia. Según el reciente informe “El Cuarto Pilar del Estado del Bienestar: una propuesta para cubrir necesidades esenciales de cuidado, crear empleo y avanzar hacia la igualdad de género”, los primeros (los servicios de atención y educación de la primera infancia), crearían 143.000 puestos de trabajo directos como profesionales del sistema educativo en la primera infancia (de 0 a 3 años); y, los segundos (los servicios de atención a la dependencia), entre 432.000 y 584.000 nuevos empleos, que corresponderían a (1) atención directa y cuidados, (2) funciones de hostelería en centros de día o residencias, (3) mantenimiento de centros y servicios, (4) personal especializado (médicos, trabajadores sociales, etc.), y (5) administración y gestión de los centros. Además de estos empleos directos, se generarían 107 otros empleos indirectos consecuencia de la necesidad de ampliar y adaptar la red de infraestructuras necesarias para suministrar los servicios de forma adecuada y suficiente. De ahí que se generarían empleos indirectos en empresas proveedoras de productos y servicios relacionados con la actividad hotelera o de actividades relacionadas con la rehabilitación y cuidado de la salud. No debemos olvidar tampoco que tales servicios públicos contribuirían a la afloración de empleo sumergido y a la dignificación de miles de empleos, al convertirse el empleo privado precario en empleo público. Ni que decir tiene que tales cambios aumentarían las rentas disponibles de las familias empleadas, con el consiguiente aumento del consumo y de la demanda de empleo. Es todo un círculo virtuoso.

Los servicios del 4º pilar del Estado del Bienestar facilitan la integración de las mujeres en el mercado de trabajo

 A la cantidad de empleo directo e indirecto creado en el sector de los cuidados, habría que añadir la incorporación al mercado de trabajo de las mujeres liberadas de parte de las tareas que realizan al percibir los servicios públicos de cuidados citados anteriormente. Si se aplicara el criterio de que por cada puesto de trabajo en los servicios de ayuda a las familias se facilita la integración de otras dos mujeres al mercado de trabajo, resulta que tal inversión puede llegar a facilitar un incremento de la ocupación de casi dos millones de personas más, además de la cantidad creada directamente, lo cual convierte esta inversión en la más eficaz que el Estado puede impulsar para facilitar la creación de empleo.

Qué nos ha enseñado la pandemia que no podemos olvidar La pandemia ha mostrado claramente lo que ya había señalado la Gran Recesión. El Estado no puede continuar facilitando el liderazgo económico ofrecido por el mundo empresarial. Éste tiene sus objetivos legítimos dentro de un sistema democrático, pero no pueden confundirse tales objetivos -la acumulación de beneficios empresariales- con los objetivos del Estado, que deben regirse por la obtención del bien común. Y esto lo ha 108 mostrado la pandemia de una forma muy clara. Aquellos países que no han protegido el bien común y han facilitado o cedido a los intereses empresariales han acabado en desastre. EEUU, el modelo neoliberal por excelencia, es un ejemplo de ello, mostrando claramente las consecuencias de anteponer el interés empresarial por encima de todo lo demás. Esta es la marca de la administración Trump.

Este compromiso con el bien común tiene que significar poner en el centro de la recuperación las inversiones sociales y, dentro de ellas, los servicios como la sanidad, la vivienda, la educación y otros servicios del Estado del Bienestar. Es más que preocupante ver que en las propuestas que se están haciendo para garantizar la recuperación de la economía española este tipo de inversiones se pongan casi al final de una larga lista, cuando deberían ser prioritarias y constituir el centro de tal reconstrucción. Se escribe, con razón, sobre la necesidad de priorizar la digitalización y la inversión verde en la reforma industrial, pero tales propuestas, aunque son necesarias, son también insuficientes. No es creíble pedir un mundo mejor que nos proteja del cambio climático cuando ya ahora se están muriendo miles y miles de personas por falta de servicios y atención. El New Deal Verde es insuficiente si no va acompañado y es parte de un New Deal Social, que incluya una inversión masiva sobre los servicios sanitarios y sociales, así como el establecimiento de la parte menos desarrollada del Estado del Bienestar español: el 4º pilar del Estado del Bienestar, es decir, de los servicios de ayuda a las familias. Éstos facilitan la liberación e igualdad de la mujer, así como el pleno desarrollo de cada miembro de la familia creando, con ello, una gran riqueza y demanda que nos permitirá salir de la crisis rápidamente y con notable incremento del bienestar. En este aspecto, es necesario ir más allá en las intervenciones del Estado, a fin de avanzar en el camino hacia una sociedad más justa y solidaria. No es suficiente ayudar a las empresas a que mantengan sus puestos de trabajo. Las ayudas deben condicionarse también a que se paguen buenos salarios y que se facilite la integración de las y los trabajadores en la dirección de las empresas. Y tampoco es suficiente que en la reconversión industrial se exija que haya inversiones verdes sin también exigir que haya inversiones sociales como, por ejemplo, construir aparatos de aire acondicionado que saneen los ambientes, eliminando la transmisión del virus o bacterias presentes en aerosoles, o que hagan mascarillas que aíslen al usuario transmitido por la misma vía. El muy necesario New Deal Verde necesita de un New Deal Social, pues el primero no conduce al segundo a no 109 ser que esté diseñado para que así lo sea. Se tiene que utilizar el proceso de reconstrucción para mejorar la sociedad anterior a la pandemia en lugar de mantener la que teníamos pues ésta era enormemente insuficiente e injusta para millones de españoles. Así de claro

 

viernes, 26 de marzo de 2021

"VIENTOS del PUEBLO" - Miguel Hernández

Vida y tragedia de Miguel Hernández

EL OLVIDO DE LAS FAMILIAS POR PARTE DEL ESTADO ESPAÑOL (¿Qué algoritmo utilizará Facebook para no permitir que desde este Blog, El Ojo Atípico, no se pueda compartir ningún artículo, ni siquiera a mi propia cuenta de facebook? ¿Tal flojedad intelectual tiene el sistema que cualquier idea lo puede hacer tambalear?)

 

EL OLVIDO DE LAS FAMILIAS POR PARTE DEL ESTADO ESPAÑOL

Viçen Navarro

 Artículo publicado en el diario Público

 29 de junio de 2020

Según la retórica dominante en los mayores establishments políticos, mediáticos y culturales del país, la familia es la unidad central de la sociedad española, pilar de todos los demás. Esta percepción, ampliamente promocionada por tales establishments, entra en conflicto, sin embargo, con el escasísimo apoyo que el Estado español ofrece a las familias en este país. En realidad, este apoyo, ya sea en términos de transferencias públicas o en número de servicios públicos orientados hacia las familias, es de los más bajos de la UE-15 (el grupo de países de semejante nivel de desarrollo económico al español). Los datos hablan por sí solos. El gasto público en escuelas de infancia (en España, conocidas como “guarderías”) es de los más austeros de la UE-15. Un tanto igual ocurre en cuanto al apoyo de gasto público para los servicios de atención a la dependencia, que incluyen desde los servicios domiciliarios de atención a las personas con discapacidades y gente de la tercera edad, hasta las residencias para atender los casos más graves de dependencia. La elevadísima mortalidad por coronavirus entre los ancianos en tales residencias, una de las más altas de la UE-15, es una de las consecuencias de estos enormes déficits (ver mi artículo “Elementos esenciales pero olvidados de la reconstrucción social y económica”, Público, 22.06.20, para conocer el enorme déficit de gasto público en cada uno de los capítulos citados aquí).

¿Por qué los servicios de ayuda a las familias están tan poco financiados?

En realidad, estos servicios a las familias son los menos desarrollados del muy subfinanciado Estado del Bienestar español. Y la causa de este enorme déficit es el escasísimo poder que la mujer tiene en este país, siendo ésta la que suple la gran escasez de tales servicios. Familia, en España, equivale a decir mujer. Esta atiende a las criaturas, 94 adolescentes y jóvenes que viven en casa hasta los 29 años como promedio, a sus parejas y a las personas mayores, a la vez que un 61% trabajan, además, en el mercado de trabajo. La mujer española está sobrecargada, y no es extraño, pues, que tenga tres veces más enfermedades derivadas del estrés que el hombre.

Esta centralidad y sobrecarga de la mujer en las tareas familiares caracteriza a las familias españolas, y es promovida por las fuerzas conservadoras, que reproducen una cultura arraigada históricamente en una ideología religiosa que asigna a la mujer el papel de cuidadora de la familia. Pero por mucho que se intente justificar esta división de responsabilidades familiares, bien en base a principios religiosos o en base a una supuesta inclinación natural biológica, el hecho es que la evidencia internacional claramente muestra que tal sobrecarga familiar, facilitada por la falta de ayuda por parte del Estado, puede revertirse, beneficiándose con ello no solo a la mujer, sino a toda la familia. En realidad, se ha visto que en la medida en que la mujer adquiere más poder, la familia cambia, a fin de aliviarse de la enorme sobrecarga que la familia tradicional le supone. Y, como indicábamos, a medida que la mujer adquiere más poder la familia cambia, para el bien no solo de la mujer, sino también de los otros miembros de las familias, sean criaturas, jóvenes, parejas o ancianos. Un ejemplo de ello es lo que ha ocurrido en los países escandinavos, en general, y en Suecia, en particular, país que conozco bien, por haber vivido en él.

¿Quién cuidaba a la madre de mi esposa en Suecia?

El lector me permitirá aquí una nota personal. Viví en los años sesenta -cuando tuve que exiliarme de España por razones políticas- en Suecia. Y allí mi vida se enriqueció enormemente cuando conocí a la que se convirtió en mi esposa desde entonces. Mi esposa es sueca y mi suegra también. Ambas forman parte de una familia encantadora. Pues bien, hace treinta años mi suegra, de 82 años, se cayó y se rompió el fémur, situación muy común entre los ancianos y que le pasó también, por cierto, a mi madre, cuando tenía 92 años, años más tarde en Barcelona, lo cual me dio la oportunidad de comparar cómo España cuidaba a sus ancianos con la experiencia vivida en Suecia.

En Estocolmo, mi suegra recibía cinco visitas al día de los servicios domiciliarios, gestionados por el ayuntamiento y financiados por el ayuntamiento, por el gobierno regional y por el Estado central, además de su pensión. Estas cinco visitas diarias consistían en: una por la mañana, para levantarla y darle el desayuno; otra, al mediodía, para prepararle la comida; otra, a media tarde, para llevarle libros y/o a pasearla con una silla de ruedas; más tarde otra, para prepararle la cena; y otra, a las dos de la madrugada, para llevarla al baño. Repito, ¡cinco visitas al día! Y durante el tiempo que fuera necesario. Y cuando yo cené con el ministro de Salud y Asuntos Sociales (era conocido en Suecia y tenía amistades en el gobierno socialdemócrata, al cual asesoré hace años cuando se establecieron tales servicios, conocidos como el 4º pilar del Estado del Bienestar, que empoderaba a la ciudadanía con un derecho universal e individual: el derecho de acceso a los servicios de ayuda a las familias -que incluyen predominantemente la escuelas de infancia y los servicios de atención a la dependencia- ) me dijo: “Vicenç, hacemos esto porque es uno de los programas más populares, de manera que cuando las derechas gobiernan -lo cual hacen de vez en cuando- no se atreven a cambiarlo. La otra razón es que es más económico tener a tu suegra en su casa que en el hospital. Y tercera, creamos empleo”. Una de cada cuatro personas adultas en Suecia trabaja en el sector público, mayoritariamente en los servicios del Estado del Bienestar (es decir, en sanidad, en servicios sociales, en educación, en vivienda, y un largo etcétera). En España es una de cada ocho. Si tuviéramos el mismo porcentaje de empleo público que Suecia, tendríamos 3,2 millones más de personas pagando impuestos, y enriqueciendo el país, además de mejorar la calidad de vida de la ciudadanía y sus familias. Es más, estos servicios facilitan la integración de la mujer en el mercado de trabajo, compaginando su proyecto profesional con sus responsabilidades familiares. De ahí que el porcentaje de mujeres que trabajan en el mercado laboral sea de un 80%, mucho mayor que en España (solo un 61%). Y para entender el enorme impacto de tales servicios tienen en la creación de empleo hay que saber que se ha calculado que por cada persona empleada en estos servicios se facilita que dos mujeres más puedan integrarse en el mercado de trabajo. En realidad, no hay inversión pública más eficaz para crear empleo que la inversión en el 4º pilar del Estado del Bienestar.

Ni que decir tiene que este cambio exige una revolución cultural, que incluye el cambio en la distribución de las responsabilidades familiares, con una activa participación del 96 hombre en tales tareas de cuidado de las familias. La mujer sueca entonces trabajaba de 28 a 30 horas en tareas del hogar. Los hombres, 20-22. En España, la proporción era 42 y 8. Ni que decir tiene que la situación ha mejorado notablemente en nuestro país, aunque permanecen las diferencias notables entre mujeres y hombres en las tareas familiares. Así, por ejemplo, según datos del European Institute for Gender Equality para 2016, la mujer sueca dedica 11,9 horas a la semana a las tareas del hogar y el hombre 9,3, una diferencia de 2,6 horas. En cambio, en España las mujeres dedican 20,1 horas a la semana a las tareas del hogar, por 11,1 de los hombres (una diferencia de 9 horas).

Tales cambios afectaban a todos los miembros de la familia, mejorando su vida. El hombre adquiría el derecho a cuidar a la familia y tener más tiempo para dedicarse al cuidado de las criaturas, niños y adolescentes, además de las personas mayores. Y ya en temprana edad, en las escuelas de infancia (de 0 a 3 años), se les enseñaba a las criaturas que no había tareas de mujer y tareas de hombre. Las niñas jugaban con camiones, los niños con muñecas, y viceversa. Naturalmente que el hombre debía tener tiempo para dedicarse a ello, tal y como la legislación señalaba y obligaba. Un resultado es que el nivel de satisfacción familiar en Suecia era y es mayor que en España. La prueba es que la tasa de fecundidad es mucho mayor en Suecia (1,76) que en España (1,26), que tiene la segunda tasa de fecundidad más baja del mundo. En ambos países, sin embargo, el número de hijos que desearían las familias es de 2, objetivo al que Suecia se acerca más que España.

¿Quién cuidaba de mi madre en España? Cuando mi madre se cayó, años más tarde, y se rompió el fémur, en Barcelona no había servicios comparables a los suecos. El ayuntamiento, democrático y progresista, ofrecía unos servicios a la gente sin recursos y de una intensidad y duración mucho menor. Una visita cada dos días. Hacer esta observación no implica una crítica al ayuntamiento de Barcelona, uno de los más progresistas de España, pues un ayuntamiento no puede costear tales servicios. Había unos servicios comerciales que eran muy caros, que solo se podían permitir las familias pudientes (entre las que no se encontraba mi familia), con 97 empleados (mujeres inmigrantes de América Latina muy mal pagadas) que venían y hacían su trabajo sin proveer ninguno de los servicios que proveían los servicios suecos.

La pregunta, pues, persiste: ¿quién cuidaba a mi madre? El lector es probable que haya adivinado la respuesta: mi hermana, de mi edad. Como dije antes, la mujer, en España, era y continúa siendo la que provee estos servicios del Estado del Bienestar. Y de ahí su enorme sobrecarga. Es lógico que muchas feministas no quieran ni oír hablar de “responsabilidad familiar”. Y las mujeres jóvenes de ahora no hacen lo que hicieron sus abuelas. Y me parece lógico, pero ello ha creado el enorme problema humano que se ha hecho evidente con toda claridad durante la pandemia. Hay una enorme falta de cuidado y atención a los infantes y a las personas mayores en nuestro país. En España, hay una enorme discriminación en contra de la población mayor, facilitada por las políticas públicas de las fuerzas conservadoras, todavía muy influyentes sobre los aparatos del Estado (a todos los niveles de tal Estado). En realidad, por muy crudo que parezca, las residencias de ancianos parecen ser el lugar donde se aparcan a los ancianos de avanzada edad, hasta que mueren. La falta de servicios públicos de ayuda a las familias golpea, pues, con especial dureza a las mujeres y las personas mayores. Y, en consecuencia, el mayor drama ocurrido en la pandemia ha sido el de las residencias de ancianos. Y ello se debe precisamente a la falta de desarrollo del 4º pilar del Estado del Bienestar, con el consiguiente desarrollo de los servicios privados.

Las características del Estado del Bienestar español: su escasa financiación y su dualidad por clase social En España, el edadismo va acompañado con el clasismo (discriminación por clase social). El gasto público social tan bajo genera la dualización de los servicios del Estado del Bienestar, incluyendo los servicios sanitarios, los educativos, las escuelas de infancia, los servicios domiciliarios, los lugares de residencia para ancianos y otros. Por un lado, hay los servicios privados, utilizados por las clases más adineradas y pudientes que pueden pagarlos, y por el otro los servicios públicos, utilizados por las clases populares. Esta dicotomía público/privado (más común en América Latina que en Europa) es un indicador del enorme poder que tienen las clases dominantes en este país, así como el 98 escaso poder que las izquierdas transformadoras han tenido históricamente en España, situando a España en el polo opuesto a los países del norte, donde tales izquierdas han gobernado durante la mayor parte del periodo desde la II Guerra Mundial (años cuarenta en adelante), al revés de lo ocurrido en España.

Y tal privatización no es buena ni para las clases pudientes ni para las clases populares, pues la experiencia internacional muestra que los servicios privados, movidos por el afán de lucro, y guiados según criterios comerciales, son más caros, más ineficientes y de menor calidad que los públicos. En España, lo que salvó al país durante la pandemia no fue la asistencia sanitaria privada, sino la pública. El ámbito privado, incluyendo las residencias de ancianos, tiene menos personal, y este, en su mayoría, está menos cualificado que en el ámbito público. Y esta ha sido, por cierto, una de las causas de la elevada mortalidad en las residencias de ancianos en España, y también en Suecia.

Las consecuencias de la privatización de los servicios de ayuda a las familias: el caso sueco El modelo sueco del 4º pilar del Estado del Bienestar se caracterizaba por ser un derecho individual y universal, público, gratuito, sin copago, financiado con impuestos locales, regionales y estatales. Este modelo fue establecido por gobiernos de coalición de izquierdas que gobernaron durante la mayoría del periodo post II Guerra Mundial hasta ahora. Y tal modelo, debido a su elevada popularidad, se había consensuado con las otras fuerzas políticas. Este modelo cambió, sin embargo, hace unos años, cuando los partidos conservadores y liberales, gobernando en coalición, iniciaron una serie de intervenciones que alteraron profundamente el modelo sueco. Lisa Pelling, en un reciente artículo en Social Europe, describía la naturaleza de estos cambios: privatizaciones y reducción del gasto y del personal en estos servicios, de manera tal que el 40% de los empleados en las residencias de ancianos son ahora empleados temporales con contratos de muy baja duración, que no tienen acceso a los servicios y equipamientos de protección y prevención de la infección (y que han contaminado extensamente a los ancianos residentes). Tales recortes de personal han incrementado el número de personas atendidas por empleado, reduciendo el reduciendo el tiempo de visitas. Ello explica, en gran parte, el elevado 99 número de muertes debidas al coronavirus entre los ancianos en las residencias. El 90% de las muertes por coronavirus eran personas de más de 70 años. Un tanto igual ha ocurrido en Madrid, junto con Barcelona, en España, donde la gran mayoría de residencias de ancianos son privadas, habiéndose creado una situación semejante.

Y las consecuencias de la privatización han quedado también ampliamente documentadas en EEUU, donde también tengo familia (mi hijo es médico en Nueva York, el epicentro de la pandemia en aquel país). Como bien dijo el gobernador del Estado de Nueva York, la financiación y gestión privada de los servicios sanitarios, motivados por una dinámica comercial, ha sido, además de sumamente caro, profundamente injusto y ha dificultado enormemente la respuesta solidaria, programada y eficaz que la pandemia requería. El presidente Trump, máximo exponente de esta mentalidad comercial y privatizadora, ha contribuido a esta situación de “desastre”, como la definió el gobernador Andrew Cuomo.

La necesaria transición del modelo familiar actual al 4º pilar del Estado del Bienestar Urge la implementación del 4º pilar del Estado del Bienestar. Ahora bien, el cambio, urgente, no puede darse en 48 horas. Continuarán necesitándose, por ejemplo, las residencias de ancianos, pero con funciones distintas, potenciando los servicios domiciliarios, que ayudan a la familia y a la mujer a salir de su explotación. No es aconsejable, por lo tanto, continuar con las prácticas actuales de ofrecer ventajas fiscales a la provisión de servicios privados, pues se trata de enfatizar los servicios públicos, tanto en las escuelas de infancia como en los servicios de atención a la dependencia. Por lo demás, siempre habrá necesidad de tener residencias para las personas dependientes con necesidad de cuidados de larga duración, pero deben limitarse a que sean de máxima dependencia, pues gran parte de la dependencia puede ser atendida mediante los servicios domiciliarios. Y las residencias deben ser más pequeñas, con menos personas dependientes en el edificio, y con más espacios más amplios que una habitación, con características de hogar. Pero repito, el futuro debería ser la atención domiciliaria, facilitando la permanencia de los ancianos en su hogar, bajo la supervisión de servicios domiciliarios públicos que cubran gran parte de sus necesidades. Y ahí es importante que 100 estos servicios sean realizados por los profesionales de la atención domiciliaria, tal y como ocurría en el modelo sueco.

Acentúo este punto, porque en países de tradición cristianodemócrata como Alemania y España, se facilita que sea la mujer que atienda a los dependientes la que acabe recibiendo transferencias o ventajas fiscales para que ella sea la cuidadora, lo cual perpetúa la situación de la mujer como la responsable de la atención de cuidados, intensificando su sobrecarga. Hay que tener como objetivo facilitar la liberación de la mujer, integrándola en el mercado de trabajo, elemento clave para alcanzar la igualdad. No es por casualidad que, como bien me dijo en una ocasión Alva Myrdal (la mujer que tuvo mayor influencia en crear el 4º pilar del Estado del Bienestar sueco), la liberación de la mujer pasa por su integración en el mercado de trabajo, y fue la mujer trabajadora la que fue motor de cambio, empoderando a la mujer y a la clase trabajadora, lo que explica que Suecia sea el país con menos desigualdades por clase social y de género. Añadía Alva Myrdal que el socialismo es el proyecto de liberación frente a cualquier forma de explotación, cuyo objetivo es relacionar todas las luchas contra distintas formas de explotación para avanzar hacia la liberación (ver mi artículo “¿Cuál debería ser el objetivo de un proyecto emancipador? La relación entre las diferentes formas de explotación”, enero de 2020). La liberación de la mujer no puede verse como una lucha separada de la lucha para eliminar otras formas de explotación, desarrollando movimientos de liberación conjunta que facilitan todas las luchas de emancipación (la unidad de acción hace la fuerza). En realidad, la liberación de la mujer debería ir acompañada de la liberación del trabajador, la mayoría de los cuales son hombres, para facilitar el desarrollo del derecho del hombre a cuidar de la familia, para lo que se requiere una reducción del tiempo de trabajo de 40 a 35 horas semanales en 5 días.

En este sentido, sería un error ir en la dirección alemana de orientación cristianodemócrata. Y también sería un tremendo error, como he indicado anteriormente, seguir la línea estadounidense. EEUU simboliza el capitalismo neoliberal sin guantes, y los servicios sanitarios y sociales están privatizados (con un elevado peso de las compañías con afán de lucro); ello ha provocado que tales servicios, además de las escuelas de infancia, hayan mostrado tal conflicto intrínseco entre acumulación de beneficios empresariales y servicios a la ciudadanía. El darwinismo liberal, cuya máxima 101 expresión es el presidente Trump, es un auténtico desastre. Y así lo ha mostrado la pandemia.

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miércoles, 24 de marzo de 2021

ELEMENTOS ESENCIALES PERO OLVIDADOS DE LA RECONSTRUCCIÓN SOCIAL Y ECONÓMICA (¿Qué algoritmo utilizará Facebook para no permitir que desde este Blog, El Ojo Atípico, no se pueda compartir ningún artículo, ni siquiera a mi propia cuenta de facebook? ¿Tal flojedad intelectual tiene el sistema que cualquier idea lo puede hacer tambalear?)

 

ELEMENTOS ESENCIALES PERO OLVIDADOS DE LA RECONSTRUCCIÓN SOCIAL Y ECONÓMICA

Viçen Navarro

 Artículo publicado en el diario Público

 22 de junio de 2020

Resumen de la presentación a la Comisión para la Reconstrucción Social y Económica del Congreso de los Diputados

 Señorías, la pandemia ha mostrado claramente las enormes deficiencias del Estado del Bienestar español (es decir, los servicios públicos como la sanidad, los servicios sociales, las escuelas de infancia, los servicios de dependencia, las residencias de ancianos, la vivienda social y muchos otros servicios, así como las transferencias destinadas a prevenir la pobreza y la exclusión social, entre otras). Cada uno de estos servicios y transferencias citados están muy poco financiados, en comparación con el promedio de los países de la UE-15 (el grupo de países con un nivel de desarrollo económico semejante de tal comunidad de naciones). En 2018, el gasto público social (que abarca la mayoría de tales servicios y transferencias, junto con educación) fue de un 27,4% del PIB español, cuatro puntos menos del PIB (31,5%) que el promedio de la UE-15 y casi siete puntos menos que Suecia (34,1%), el país con mayor desarrollo social de la UE (y uno de los países más eficientes y competitivos económicamente, como ha tenido que reconocer el Foro de Davos -institución de clara sensibilidad neoliberal-). Lo que estos datos dicen es que nos gastamos casi 50.000 millones de euros menos de lo que deberíamos gastarnos para alcanzar el porcentaje medio de gasto público social de la UE-15 (80.500 millones menos para alcanzar el nivel de Suecia).

Cuantificando los fondos que tendríamos que haber invertido en el Estado del Bienestar para alcanzar el promedio de la UE-15

Este déficit aparece en todos los servicios del Estado del Bienestar. Así, en sanidad, en 2018, el gasto público era de un 6% del PIB, mucho menos que el promedio de la UE[1]15 (7,2%), lo que implica que deberíamos haber gastado al menos 14.400 millones más de euros en tales servicios. Esta subfinanciación explica, en gran parte, la enorme crisis del sistema público sanitario durante la pandemia, el cual claramente se ha visto desbordado, contribuyendo a que se diera la elevada mortalidad debida al coronavirus. El déficit fue incluso mayor en las transferencias de la protección social, en las que se invirtió, en 2018, un 16,9% del PIB, mucho menos que el promedio de la UE-15 (19%) y que Suecia (19,5%), lo cual quiere decir que nos gastamos 25.240 millones de euros menos de lo que deberíamos haber gastado para alcanzar el promedio de la UE-15, y 31.250 millones menos den relación con Suecia. En educación, tales cantidades habrían tenido que ser de 8.415 millones de euros más para alcanzar el porcentaje de gasto de la UE-15, y de 34.865 millones más para alcanzar el porcentaje de gasto de Suecia. En vivienda hubieran sido 1.084 millones de euros más para alcanzar el porcentaje de gasto de la UE-15, y 2.167 millones de euros para alcanzar el porcentaje de gasto sueco. Y en gasto público en cuidados de larga duración el déficit fue de 11.618 millones de euros para alcanzar el porcentaje de gasto de la UE-15 y de 29.045 millones para alcanzar el porcentaje de gasto de Suecia. Y es importante señalar que tal pobreza de recursos incluye también un gran déficit de personal, muy acentuado en los servicios esenciales, ocupados en su mayoría por mujeres, que en España cuentan con escaso poder adquisitivo, trabajo inestable y mal remunerado, y con una elevada tasa de temporalidad.

La urgente necesidad del 4º pilar del Estado del Bienestar

 Permítanme destacar que la parte menos desarrollada y financiada del Estado del Bienestar español es la que en otros países se llaman los servicios de ayuda a las familias, es decir, los servicios de educación y atención a la infancia, y los servicios de atención a la dependencia, servicios que deberían considerarse como parte de un derecho personal individual, complementando el derecho de acceso a la sanidad, el derecho de acceso a la 83 educación y el derecho a la jubilación. De ahí su nombre -el 4º pilar del Estado del Bienestar-. Y quisiera añadir aquí que, aun siendo un derecho individual y personal de todo ciudadano o ciudadana español, beneficia a toda la familia, una unidad que en teoría es valorada a nivel popular pero que parece olvidada por el Estado. Tales servicios están muy poco desarrollados en España. Familia, en nuestro país, equivale a decir mujer, y de ahí que estén tan olvidados por el Estado. Estos servicios son, así pues, un elemento clave de la economía de los cuidados. Y tienen una gran importancia para facilitar la integración de la mujer en el mercado de trabajo, ya que le permiten compaginar su proyecto profesional con su responsabilidad familiar, que debería ser compartida con su pareja. En realidad, el escaso desarrollo del 4º pilar del Estado del Bienestar es una de las mayores causas del bajo porcentaje de mujeres que se encuentran en el mercado de trabajo, uno de los más bajos de la UE-15 (en España es del 61%, por un 68,6% en el promedio de la UE[1]15, y un 80,2% en el caso de Suecia).

Ello es indicador del gran retraso social que tenemos. El gasto público y la cantidad de personal en escuelas de infancia y en servicios de atención a la dependencia, y las tasas de cobertura de estos servicios, continúan estando por debajo del promedio de los países de la UE-15 y muy por debajo de Suecia (en el caso de la tasa de escolarización de criaturas de 0 a 3 años, en España es del 36%, en Suecia del 47% y en Dinamarca del 55%; y en el caso de la tasa de cobertura de cuidados de larga duración para mayores de 64 años, esta es del 9,8 en España, del 15,7% en Noruega y del 16,2% en Suecia). Y como indiqué antes, el aumento de gasto y empleo públicos necesarios para alcanzar el promedio de la UE-15 y de Suecia en cuidados de larga duración es muy marcado.

Propuestas específicas para salir de la crisis: corregir el enorme déficit de gasto público social en España Existe la necesidad de, además de corregir el enorme déficit de gasto público que creó los déficits de recursos en las áreas sanitarias y sociales (repito, y que explica, en parte, la elevada mortalidad por coronavirus en España), ayudar a que estos servicios estimulen la economía. Para ello, lo primero que se debería hacer es invertir en el sector social para 84 llegar al promedio de la UE-15, lo cual, como ya hemos indicado, supondría un aumento de alrededor de 49.300 millones de euros en todos los servicios públicos del Estado del Bienestar (80.500 millones para alcanzar la inversión sueca). En realidad, este aumento debería incluir la creación de algo más de tres millones de puestos de trabajo en las distintas áreas de los servicios públicos y en distintas formas de contratación. Ello implicaría un aumento muy notable del sector público (poco desarrollado en nuestro país), el cual debería ser priorizado en las inversiones para la reconstrucción social y económica del país.

Corregir el déficit a base de gasto privado no es ni eficiente ni equitativo, pues aumenta las desigualdades e ineficacia de los servicios públicos sociales

 Es importante recalcar que la clásica división de servicios privados para las rentas superiores y de servicios públicos para las clases populares no es un sistema eficiente y eficaz, tal y como ha mostrado la pandemia. Lo que permitió a España salir de la pandemia fue el protagonismo del sector público, tanto en los servicios sanitarios como en los sociales. No es por casualidad que el mejor sistema educativo en Europa, por ejemplo, sea el finlandés, donde el banquero y el hijo del empleado de la banca utilizan la misma escuela pública. Y la experiencia de EEUU frente a la pandemia, abordada desde un sistema sanitario mayoritariamente privatizado, ha demostrado la enorme ineficiencia del ámbito privado. El caso estadounidense ha sido un “desastre”, como señaló recientemente el gobernador del Estado de Nueva York, el más afectado por la pandemia. Es una sanidad muy cara, con un grado de insatisfacción muy elevado y con unos indicadores de salud muy malos, con unos de los peores resultados en esperanza de vida y una de las mortalidades infantiles más altas de entre los países del Atlántico Norte. Los datos son ampliamente conocidos y convincentes.

Las enormes ventajas del 4º pilar del bienestar

 (Para una exposición detallada de esta sección, ver El cuarto pilar del bienestar: una propuesta para cubrir las necesidades esenciales de cuidados, crear empleo y avanzar hacia la igualdad de género, escrito por investigadores del JHU-UPF Public Policy 85 Center que dirijo -Vicenç Navarro, María Pazos, Pol Carrión, Cristina Castellanos, María Martínez, Ferran Muntané y Mercedes Sastre García-)

Varias son las razones para desarrollar tal derecho personal y universal. Una de ellas es ayudar a la mujer, que está actualmente sobrecargada en sus responsabilidades familiares (cuidado de las criaturas y de los jóvenes, estos últimos en casa hasta que tienen 29 años como promedio, de las parejas y de los ancianos, y además de su trabajo en el mercado laboral, con un 61% de las mujeres españolas en situación de actividad). Esta sobrecarga tiene dos costes importantes. Primero, la mujer española tiene tres veces más enfermedades derivadas del estrés que el hombre español. Y la otra consecuencia es la baja fecundidad de la mujer, la segunda más baja del mundo (hecho derivado no sólo del estrés, sino del hecho de que tiene menos probabilidades de encontrar un trabajo estable, bien remunerado, que le permita vivir en una casa, bien sea de alquiler o de propiedad). De ahí que dicha tasa sea de 1,26 hijos por mujer, cuando las encuestas señalan que, de media, los españoles desearían tener 2 hijos, cifra muy parecida a la deseada por el promedio de los ciudadanos a los dos lados del Atlántico Norte.

Pero esta ayuda personal no debería ser para reforzar la dimensión de responsabilizar a la mujer del cuidado de la familia, sino para facilitar su integración en el mercado de trabajo, pues tal integración es una pieza clave para conseguir la homologación de sus derechos con los del hombre, lo cual requiere, además de estos derechos, la compartición y corresponsabilidad en las tareas domésticas, para facilitar la conciliación familiar de ambos cónyuges. Las consecuencias económicas de mejora y ampliación de tales servicios son enormes. Una es que la inversión en estos servicios implica no solo un gran aumento de la ocupación en tales servicios, sino que, como ya hemos indicado, también facilitan la integración de la mujer en el mercado de trabajo, con lo cual cada nuevo puesto de trabajo crea indirectamente la integración de otras dos mujeres en dicho mercado.

Y esta integración es también un elemento esencial para erradicar la pobreza de las mujeres y de las criaturas. España tiene una de las pobrezas infantiles más elevadas en la UE (del 28,8%, cuando en el conjunto de la UE-15 es del 22,5% y en Suecia del 20,6%). El profesor Sebastià Sarasa, de la UPF, ha mostrado cómo la estrategia más eficaz para 86 erradicar esa pobreza infantil es la de integrar a la mujer en el mercado de trabajo a través del establecimiento de escuelas de infancia, algo mucho más eficaz que las transferencias públicas de tipo asistencial.

Sus componentes: la urgencia de terminar con las desigualdades de acceso por clase social a las escuelas de infancia

Una característica de España es que, del total de gasto en la etapa de 0 a 3 años, el gasto público es solo ligeramente superior al privado (51% vs 49%), lo cual determina una desigualdad notable en tales servicios por clase social, siendo las criaturas de las familias de rentas bajas las que tienen menor tasa de escolarización, viéndose reducidas así sus oportunidades, lo que dificulta más la integración de la mujer de bajos ingresos en el mercado de trabajo. La subfinanciación y no gratuidad del sistema de educación infantil español provoca que exista una necesidad no cubierta de acceso a los servicios de atención a la primera infancia para muchas familias. Según datos de la Encuesta de Condiciones de Vida (ECV), “al 30,9% de las familias les hubiera gustado poder utilizar los servicios de centros de cuidado infantil o utilizarlos en mayor medida”, y más de la mitad de éstas (el 52,4%) afirmaron que no lo hicieron porqué “no podían permitírselo”.

El hecho de que la falta de recursos determine sobremanera la asistencia a estos centros provoca, en consecuencia, desigualdades de clase social, puesto que las familias con más recursos tienen una mayor capacidad para hacer frente al gasto derivado de los servicios de cuidado infantiles. Concretamente, los niños y niñas de hogares de “ingresos elevados” recibieron este tipo de cuidados en su mayoría (60,5%), mientras que la cobertura en el caso de niños y niñas de hogares con “ingresos bajos” fue muy minoritaria (25,3%). El hecho de que estemos tan lejos del valor potencial tiene un impacto directo no sólo sobre los niños y niñas, sino también sobre el bienestar y la calidad de vida de las familias. Las que no pueden acceder a estos servicios se ven forzadas a sacrificar la carrera profesional de uno o ambos progenitores (sobre todo de las madres).

La urgente necesidad de corresponsabilizar las tareas familiares Es evidente que existe un déficit en la oferta de servicios de cuidado por parte del Estado del Bienestar español. El sector público deja desatendidos a miles de hogares, con las consecuencias que ello tiene sobre el desarrollo de los más pequeños y sobre el bienestar y calidad de vida de las familias. Sin embargo, no debemos perder de vista otro de los déficits del sistema de cuidados español: la corresponsabilización de los hombres. Sin un reparto igualitario de los trabajos reproductivos y, en este caso, de las tareas de cuidado de los más pequeños, es imposible conseguir una sociedad verdaderamente igualitaria. En el documento citado anteriormente se detallan los cambios que deberían realizarse con los permisos parentales. Valga subrayar que es necesario también establecer el derecho del hombre a cuidar de su familia mediante la reducción de la jornada laboral de 40 a 35 horas en 5 días, reduciendo la sobrecarga de los trabajadores (la mayoría de los cuales son hombres), que son los que trabajan más horas al día en la UE-15. En España, de media, los trabajadores dedican 37,7 horas semanales a su ocupación principal, mientras que la media de la UE-15 es de 36,3 horas semanales.

La escasa sensibilidad del Estado hacia las personas con dependencia (incluyendo las personas de la avanzada tercera edad)

En el caso de los servicios para atender a las personas que por motivos de enfermedad crónica o discapacidad física y/o mental no son autónomas, España inició su despliegue en 2006, mucho más tarde que la mayoría de los países más desarrollados de la UE y de la OCDE. Esto, junto con el contexto de estallido de la crisis económica y de recortes en el gasto público social, ha conllevado que el Estado español se sitúe a la cola de los países europeos más desarrollados en cuanto a despliegue y robustez de estos servicios.

Así, según el informe Health at a Glance, publicado por la OCDE en 2019, España gasta solamente el 0,7% del PIB en cuidados de larga duración sanitarios y sociales, lo que la sitúa a la cola de la OCDE en cuanto a gasto en este ámbito. El promedio de la OCDE era del 1,7% (más de dos veces más que en el caso español), y en el caso de Suecia 88 (paradigma del modelo nórdico de Estado del Bienestar) del 3,2% (cuatro veces más que en el caso español). Sin embargo, el gasto público no es el único dato que demuestra este retraso. En consonancia con el menor gasto España se encuentra también a la cola de los países de la OCDE en cuanto a porcentaje de personas mayores de 64 años que reciben cuidados de larga duración, con un 9,8%, mientras el promedio de la OCDE es del 10,8% y, en el caso de Suecia, casi el doble con un 16,2%.

Por otro lado, las carencias del sistema de dependencia español también quedan reflejadas en el escaso número de trabajadores que desempeñan labores en este ámbito. Así, en España por cada 100 personas mayores de 64 años hay 4,5 trabajadores del sector de cuidados de larga duración, una cifra que, de nuevo, nos sitúa a la cola de la OCDE. El promedio para la OCDE es de 4,9 trabajadores y en el caso de Suecia es de 12,4 (tres veces más que en el caso español). Finalmente, España también se sitúa por debajo del promedio de la OCDE en cuanto a camas destinadas a cuidados de larga duración (en instituciones y hospitales) por cada 1.000 personas mayores de 64 años. En nuestro país este número asciende a 46,8, menos camas que en el promedio de la OCDE (47,2) y algo más de 24 camas por debajo de Suecia, donde hay 71,5 camas por cada 1.000 personas mayores de 64 años. Las notables insuficiencias explican las enormes listas de espera (más de 270.000 personas en 2016, el 30% de la población dependiente reconocida). En realidad, el número sería mucho mayor si hubiera un sistema de registro más elaborado, calculándose que hay 1,9 millones de mayores de 65 años con algún grado de dependencia. Ello implica que el porcentaje de personas que necesitan tales servicios y lo reciben es menor (52%) que el que indican los datos oficiales (70%).

Otra característica es que la atención a la dependencia está demasiado orientada hacia la prestación económica a las familias y poco a la provisión de servicios. El 36% de las prestaciones del sistema son ayudas para cuidados en el entorno familiar, por un 24% de servicios de ayuda domiciliaria y solo un 18% de atención residencial. Estas prioridades cronifican la carga familiar en la mujer, reproduciendo su rol tradicional y obstaculizando su integración en el mercado de trabajo. De ahí que este modelo diste mucho de ser el modelo encaminado a facilitar dicha integración. Es más, las desgravaciones fiscales que la familia recibe como parte de sus cuidados también cronifica este rol, desgravaciones 89 fiscales, por cierto, que favorecen a las familias más pudientes a costa de las de menores ingresos.

Todo ello hace que el modelo de dependencia diste mucho del modelo escandinavo, que se caracteriza por: 1) carácter público, 2) universalidad, 3) cobertura suficiente, 4) prestación directa de servicios, 5) empleo público, 6) gratuidad del cuidado, 7) equidad de género, y 8) equidad interterritorial.

Recomendaciones: resumen de propuestas

 Es urgente y prioritario que se haga un 1) restablecimiento de los servicios esenciales de cuidado (escuelas de infancia y servicios de atención a la dependencia) anulados o reducidos por la pandemia; 2) universalización del derecho a la atención suficiente y de calidad de los servicios públicos que componen el 4º pilar del Estado del Bienestar; 3) reversión gradual de los contratos con empresas privadas; 4) aumento de las prestaciones de los servicios públicos y 5) desaparición progresiva de las prestaciones y desgravaciones relacionadas con el cuidado. El compromiso para la implementación total debería ser de 5 años para educación/atención a la infancia y de 10 años para la atención a la dependencia.

Dentro del establecimiento de un nuevo sistema de atención/educación infantil (0-3 años) se deberían aprobar permisos igualitarios para cubrir los 8 primeros meses (escolarización temprana o servicio a domicilio en caso de familias monoparentales). Para ello se necesita una reforma del RD 6/2019 para permitir que, pasadas las dos primeras semanas, los progenitores se tomen el permiso a tiempo completo y sucesivamente. Se requiere también, el reconocimiento del derecho universal a una plaza escolar 1) en una escuela pública de calidad, 2) con horarios suficientes, 3) próxima al domicilio; y que haga innecesarios los cheques guardería.

También se requiere un nuevo sistema de atención a la dependencia, mediante el establecimiento de un derecho universal a la atención suficiente por parte de los servicios 90 públicos a base de: 1) aumentar la cobertura para atender a toda la demanda sin contar con el cuidado familiar, 2) con solo servicios públicos de gestión y provisión pública: revirtiendo privatizaciones, y 3) eliminar prestaciones y desgravaciones relacionadas con la dependencia.

El incremento neto (incremento del coste menos retornos directos) del nuevo sistema de atención/educación a la infancia sería de 1.521 millones de euros, cantidad que se debería asumir durante el periodo de implementación de 5 años. Por otro lado, en los servicios de atención a la dependencia la propuesta permitiría atender a 800.000 nuevas personas. El incremento neto total del gasto público sería de 4.821 millones de euros, cantidad también asumible en el periodo de implementación de 10 años.

Creación de empleo a través del 4º pilar del Estado del Bienestar. La inversión de gasto público que generará más empleo en España

 En el año 2017 solamente un 13,3% de la población activa española trabajaba en el sector público, lo que representaba unos 3 millones de puestos de trabajo. Se trata de una cifra escasa si la comparamos con la situación de Suecia. En aquel país, en 2017 el empleo público alcanzaba al 27,3% de la población activa, más del doble que en el caso español. La magnitud del impacto que podría tener en el mercado laboral español transitar hacia un escenario similar al sueco se hace patente con la siguiente cifra. Tener en España un porcentaje similar de la población activa trabajando en el sector público que en Suecia significaría la creación de nada más y nada menos que de 3,2 millones de puestos de trabajo, hasta alcanzar (con cifras de 2017) los 6,2 millones de trabajadores en el ámbito público.

La expansión y consolidación de los servicios asociados al 4º pilar del Estado del Bienestar tendría un papel fundamental en esa potencial creación de ocupación. La implantación total de un nuevo sistema de educación/atención infantil de primer ciclo gratuito y universal conllevaría la creación de unos 143.000 nuevos puestos de trabajo. Estos nuevos puestos de trabajo irían asociados a efectos positivos para la economía como 91 el incremento de los salarios percibidos por las familias, de los ingresos a la Seguridad Social y de la recaudación por IRPF.

Sumado a la cifra anterior, al ámbito de la atención a la dependencia se podrían crear más de 508.000 empleos públicos a tiempo completo, los cuales corresponderían a las categorías de (1) atención directa y cuidados, (2) funciones de hostelería en centros de día o residencias, (3) mantenimiento de centros y servicios, (4) personal especializado (médicos, trabajadores sociales...), y (5) administración y gestión de los centros.

Además de estos empleos directos, se generarían previsiblemente otros efectos sobre el empleo debidos a las siguientes razones: (i) necesidad de ampliar y adaptar la red de infraestructuras necesarias para suministrar los servicios de forma adecuada y suficiente, (ii) empleos indirectos en empresas proveedoras de productos relacionados con la actividad hotelera o de actividades relacionadas con la rehabilitación y cuidados de salud, (iii) afloración de empleo sumergido, al convertirse empleo privado precario en empleo público. También hay que señalar el efecto que un aumento en la renta disponible de determinadas familias tendría sobre el consumo y la demanda de empleo. Por otra parte, el hecho de que la mayor parte de las cuidadoras sean mujeres, y su posible incorporación al mercado laboral, independientemente de su cuantificación, tiene una importancia fundamental en la configuración de un sistema de cuidados que contribuya positivamente a la igualdad entre hombres y mujeres.

En total, 651.000 nuevos empleos públicos directos, no contaminantes y no deslocalizables, además de los empleos indirectos y del número de mujeres que, tras ser liberadas de sus cargas familiares, podrían incorporarse al mercado laboral (450.000 en base a estimaciones de acuerdo con varias experiencias internacionales), sumando un total de 1,1 millones de puestos de trabajo.

Los derechos sociales deberían ser fundamentales y no solo principios rectores de la política económica Permítanme una última observación que va dirigida directamente a Uds., los legisladores del Estado español, basada en la experiencia acumulada en todos estos 42 años de democracia. Estarán de acuerdo en que hará falta una presión popular para que las autoridades y, muy en particular, Uds., legisladores, establezcan y desplieguen tales derechos, ya reconocidos en la Constitución española, una gran conquista de nuestra democracia. Sin embargo, la Constitución diferencia entre derechos fundamentales y otros que no lo son, entre ellos los que se definen como los principios rectores de la política social y económica. Derechos fundamentales son derechos como el derecho a la vida – artículo 15 –, que empodera a la persona a llevar a los tribunales a personas o instituciones que amenazan tal derecho. Este empoderamiento no existe, sin embargo, en los derechos sociales, tales como el acceso a la sanidad y a los servicios sociales, que precisamente garantizan la calidad de vida de la ciudadanía y que se reconocen como principios rectores de la política social y económica. Por mera coherencia, los derechos sociales deberían considerarse derechos fundamentales, pues aseguran y garantizan el derecho a la vida (evitando la muerte o protegiendo la calidad de vida y bienestar de la ciudadanía), tal y como se ha mostrado durante la pandemia. Sería deseable que ello ocurriera en un futuro próximo. La calidad de vida y el bienestar de la ciudadanía dependen de ello. Señorías, ustedes pueden contribuir en gran medida a que esto sea una realidad en nuestro país. Ojalá sea así. Gracias por su atención.

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